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Los Fabelman - 2022 - The Fabelmans - Steven Spielberg - el fancine - Biopic - Biografía - Scouts - Scouts en el cine

Los Fabelman

Tabla de contenidos

Los Fabelman empieza con la proyección de El mayor espectáculo del mundo, de 1952, en un cine.

Pero justo antes de entrar en el cine, mientras los Fabelman esperan en la cola para entrar, veremos una escena crucial. Es la primera vez que Sammy va al cine. La verdad es que le impone la cosa. Teme asustarse y teme tener miedo viendo la película.

Asistimos a un diálogo que nos resumirá la película entera. Claro que esto lo comprenderemos al final de la misma. Pero esa es la genialidad de esta película.

Como os decía…

Sammy va al cine por primera vez

Está asustado. Y sus padres se pisan las palabras el uno al otro explicando, cada cual a su modo, la experiencia a la que se va a enfrentar.

El padre, Burt, tira del niño hacia abajo, para que tenga siempre los pies en el suelo. Le destripa el cine como quien desvela el truco de un prestidigitador. Le razona, aunque el crío no tiene edad para entender nada, la velocidad de la grabación, la de la reproducción, los fotogramas por segundo y el juego de la retina y cómo ésta engaña al cerebro que retiene las imágenes y prolonga su permanencia haciendo que esos fotogramas produzcan la ilusión del movimiento. Eso es el cine para un ingeniero que trabaja reparando televisores esperando dar el salto para trabajar en una multinacional.

La madre empuja al niño hacia el cielo. Quiere que vuele y que sueñe y que disfrute pasándoselo bien. Para ella el cine es magia. No hay nada que entender, ni comprender. Es magia y te tiene que emocionar para llevarte su recuerdo, el de la película, en el corazón, que no en la retina ni en el cerebro.

Esos son los padres. Como veréis diametralmente opuestos el uno del otro. El uno es 100% cerebro. La otra es 100% corazón. Luego volveré con los padres. Ahora entramos en la sala de cine para acompañar a Sammy en su estreno cinematográfico. El mío fue en York, para ver los 101 dálmatas.

El mayor espectáculo del mundo

Sammy se asusta.

No retira la mirada.

No grita. Ni llora, ni busca cobijo en alguno de sus padres.

Ve la película y la devora. Todavía no lo sabemos. Mejor dicho, todavía no lo sabe ni él. Pero está sentado en frente de la pantalla y ve la película como si la estuviera viendo Matrix. No entiende la película, pero la comprende.

La racionaliza como su padre y la siente como su madre. Es la combinación perfecta. La sublimación del cine. No sólo es capaz de sentarse y ver el coche que obstruye la vía del tren y éste lo arroya. Lo ve, se lo graba en su mente. Lo absorbe, lo engulle y lo procesa en su cabecita de niño. Mientras se le dispara el corazón y le impacta el impacto del tren sobre el coche.

De vuelta en casa pedirá un tren por Hanukkah (o Janucá), la versión judía de la Navidad cristiana. Y recibe el tren, que montará con un único propósito: usar la cámara de su padre para reproducir con el tren de juguete la escena que le robó el corazón y le sorbió el cerebro en el cine.

El caso es que terminará lográndolo. Grabará el accidente y será capaz, de un modo amater y con sus juguetes, de dar vida a la acción y hacerla creíble.

Increiblemente creíble

A partir de ahí se dispara su pasión por el cine. Como si descorchara una botella de champán, deja que afloren emociones. Sentimientos, deseos, anhelos y miedos: todo aflora con su cine casero. Guioniza, filma, ordena y manda, graba, corta, visiona, recorta y monta las películas en su moviola.

Es un pulpo. Una máquina de hacer cine que arrastra a todo y a todos cuantos le rodean para poder hacer sus películas.

Scouts en el cine

Sus amigos son sus colegas del grupo Scout.

Esta es la parte Woke de la peli, porque si comparamos los scouts de la peli con los de su grupo de verdad, poco o nada se parecen a los originales. Hablo de fotos de Spielberg. De cuando él era un boy scout, pues luego profundizaré, aunque entiendo que, a estas alturas, todos sabréis que…

Los fabelman es un biopic encubierto del propio Spielberg

Y esos scouts son los de su propio grupo Scout. Lo sé porque he visto varios vídeos en YouTube subidos por otro Boy Scout of America. El mismo que proporcionó todos los uniformes y las pañoletas rojas con la banda de seda negra para uniformar a los extras. Tiene un par de vídeos explicando cómo y cuándo le contactó la productora para pedirle consejo y ayuda para vestir a los Scouts.

Primero aclaró que tenían permiso de los propios Boy Scouts of America para lucir los uniformes y los parches del movimiento.

Después muestra, en uno, o en dos vídeos, ahora no lo recuerdo, las fotos que ella envió al Scouts que coleccionaba cosas del escultismo. Es más, nos muestra las fotos del propio Spielberg y del resto de los scouts. Yo mismo tuve relación con los Scouts of America en Minnesota, y con los Scouts de España, aquí en Madrid. Y no respondían, ni los de allí ni los de aquí, al patrón integrador y revisionista que vemos en la peli. Hablo de los 80’s y 90’s, imaginad los 60’s, ¡en arizona! No digo que me moleste, porque me da igual, pero quizás sea una de esas cuotas de nuestros días para tener contentos a todos, redibujando el pasado.

Ese es el único «pero» que le pongo a la peli. Insisto, no porque sea inclusivo, que me parece hasta bien, tratándose de scouts. Pero sí porque contribuye a modelar y remodelar la memoria de los Estados Unidos, y con su memoria su Historia y su identidad.

Los scouts son los extras de sus dos primeras películas

Ahí los tiene. Día y noche. Disparando pistolas de fogueo, asaltando diligencias (tras ver El hombre que mató a Liberty Valance). En su primer western, amater, por supuesto. La segunda peli está ambientada en la Segunda Guerra Mundial.

Y ambas desbordan tanto a los chiquillos como a los adultos que las ven.

No los deja indiferentes. A ninguno. Todos gozan viendo esas pelis que han ayudado a hacer. Y en ambas se los mete en el bolsillo.

En el western lo logra cuando el público alucine al ver los disparos en pantalla. Unos disparos que se saca de la manga para solucionar un problema: la peli parecía falsa. No transmitía nada. Y la escena del tiroteo era ridícula. Ahí se sacará un as de la manga que hará que todos, hasta su padre, flipen. Perforará el negativo de la película con un alfiler. En la bocana de las pistolas y de los rifles, cuando disparan los actores. Esos agujeritos harán que la luz traspase el negativo y, por décimas de segundos, parecerán el fogonazo de la pólvora al disparar.

En la peli de guerra hablará con el protagonista. Le explica la última escena, en la que los americanos habrán vencido un combate contra nazis, pero él es el único superviviente. Le explica qué, cómo, cuándo y cuánto tiene que sentir lo que ve a su alrededor. Toda su compañía muerta por la orden del asalto que él mismo ha dado. Han vencido, sí, pero a qué coste. Ha perdido a todos sus soldados, sus camaradas, sus amigos. Ha perdido a toda su familia de guerra. Se lo explica de tal modo que el muchacho que interpreta al americano queda absorto ante la cámara. La ignorará y se difuminará en el horizonte compungido de verdad.

El cine fluye por sus venas

Para desgracia suya.

Paremos la narración. Dejemos un rato el cine y volvamos con su familia. De las hermanas hablaré poco, pues poco o nada influyen en la historia. El padre recibe una oferta fabulosa de IBM. Pero tendrán que mudarse a California.

El padre es un genio.

Un científico que tiene una gran carrera por delante. Esta oportunidad le hará trabajar diez veces más al día. Pero multiplicará por diez sus ingresos. Y esto le permitirá pagar la Universidad a sus hijos.

Su madre es una cabra loca.

Sin oficio ni beneficio. Pasa de todo. de todo lo que implique algún género de responsabilidad. Se limita a vivir. A disfrutar la vida. El marido trae el dinero a casa y ella juega el papel de ama de casa. Digo «juega» porque ni eso se lo toma en serio. Se le quema la comida, pone platos y cubiertos desechables para no tener que fregar… Ella es «yo, yo, yo, y yo… Y nadie más que yo«. Todo el tiempo.

A partir de aquí haré SPOILER

«Yo…». y el tío Bennie. El falso tío Bennie. Porque no es su tío. Es el mejor amigo del padre y, con el roce se ha convertido en el «falso tío«. Lo que es en realidad es todo un jeta. Parasita al padre. Se beneficia a su madre. La madre está enamorada del tío Bennie y el padre ama tanto a Mitzi que hace la vista gorda mientras el otro le pone los cuernos en su casa.

Mientras los niños son críos no pasa nada. Tragan con lo del tío y la madre contenta. Pero antes de que la madre de su madre muera, es decir, su abuela materna, se irán de acampada. Y Sammy se pasará el día y la noche grabando todo con su cámara.

El padre le pide a Sammy que monte la película de la acampada, para darle una alegría a la madre. Algo que la devuelva su sonrisa. Y Sammy, tras la visita de un tío (de verdad) que nunca antes había visto, y que trabaja en el circo y le da buenos consejos, va y se pone con la peli.

Pero al montar la peli en su moviola se le caerá el velo de los ojos. Irá atando cabos, viendo esta o aquella escena… un tonteo, contoneo, un roce, una mano en la cadera, y un beso furtivo. Sammy descubre el secreto de los tres adultos que viven en su casa. Y se indignará con la sucia de su madre, tanto como se apenará por su padre.

El tío Bennie

Monta la peli de modo que guste a la familia. Pero se distancia más y más de su madre. Hasta que la madre le pide una explicación y él la proyecta los fotogramas, o la película, que ha cortado y retirado al editarla. Son todas las escenas de amor furtivo que grabó a su madre con su tío Bennie, por error.

Ella se derrumba y abre su corazón a su hijo. Un poco asqueroso, la verdad. Dañar al padre por el hecho de que el padre dedique su vida, día y noche a trabajar. Y ella solo piensa en divertirse. En salir, viajar y en pasarse por la piedra al tío Bennie. Y cuando no puede hacer alguna de esas cosas, se encierra en su dormitorio, depresiva, para chantajear emocionalmente a sus hijos. Solo sale de allí para ir a comprar idioteces, gastar, gastar, gastar y gastar…

Un tío Bennie que cae mal desde que le vemos por primera vez. Un Gallofa de los gordos. Gallofa era un personaje de Los aurones, una serie de marionetas de los 80s. Y Gallofa era como llamábamos a los gilis en el colegio. Eso es el tío Bennie. El típico tipo sin vergüenza, y sinvergüenza, que se toma la vida a chufla. Todo son risas idiotas y con eso se gana a la cabra loca de la madre. Y mientras el padre se rompe los cuernos trabajando ella se trabaja al amigo y le repone los cuernos cada noche.

Este descubrimiento fortuito y casual le quita las ganas de grabar más películas a Sammy. Vende su cámara al mismo tiempo que el amigo del padre le regala otra nueva y mejor.

Nos vamos a California

Sin el tío Bennie.

Solo se va la familia.

Aquí veremos tres cosas…

Primero tendrán que pasar una temporada de alquiler, hasta que les entreguen la casa que han comprado. Segundo, el nuevo cole… porque claro está, los niños tendrán que matricularse en un nuevo High School. Y tercero, la madre no aguanta al padre. No sin el comodín del tío Bennie. Cuando él estaba la daba sus alegrías para el cuerpo. Y eso hacía llevadero su matrimonio. Ahora, a solas con su marido, no le aguanta. A ver, el marido no es la alegría de la huerta, ni es James Dean. Pero es un hombre bueno, de buen corazón, trabajador y amante de su esposa y de sus hijos.

La madre hace las maletas y se pira con Bennie.

Sammy es judío

Eso lo sabemos desde que vemos a la familia volviendo del cine. En la secuencia del principio. Cuando llegan al único hogar sin luces navideñas de todo el barrio.

Y lo vemos con el tío ese que les visita. Y con algunos elementos decorativos de la casa. En el cole se cruzará con el típico antisemita que le cogerá ojeriza desde el minuto 1. El azar querrá que en su clase de gimnasia coincida con los chicos «cool» del High School. Y que jueguen un partido de voleibol en el que se chocará contra el cabecilla.

Ojo, detalle: Si se produce contacto físico, y el voleibol no es un deporte de contacto, no es por culpa de Sammy, que salta correctamente en paralelo a la red. Es el propio Logan quien salta mal, y se precipita contra la red, cosa que está prohibido. Esto lo explico porque yo jugué al voleibol precisamente en los Estados Unidos y después, en la Universidad, en España, creé el equipo de Voleibol de la Facultad de Filología, y competimos dos años a un gran nivel. Sobre todo el primero, las cosas como son. Es decir, que sé de qué hablo.

El cabecilla no se lo toma tan mal, gajes del oficio cuando practicas un deporte. Pero entonces veremos al clásico cretino que saltará sobre Sammy. El típico que no tiene media torta pero que arrastra a los demás a una pelea. Seguro que después se escabulle porque será un cobardica. Pero así, de entrada, es el que echa espuma por la boca para defender al macho Alpha. Y el Alpha, para no perder su status, tiene que seguirle y es entonces cuando manifiesta hostilidad hacia el chaval que le ha propiciado el golpe.

Hasta ahí la cosa tiene un pase. Testosterona, jóvenes, deporte, marcar el territorio… Nada nuevo bajo el sol. Pero al llegar al vestuario la cosa escalará un punto de gravedad. Entonces sabremos que ese odio irracional y sin lógica, del tirillas hacia Sammy, no es por el golpe. Es porque es judío. A partir de aquí el gamberro del colegio le buscará las cosquillas al nuevo. Le dejará recaditos en su taquilla, soltará cositas por la boca cuando se crucen. Pero ya, cada vez que lo hace, lo hace desde un prisma antisemita.

Segregación racial

Hagamos un alto.

Estamos de acuerdo en que esta peli es un biopic. Steven Spielberg nos cuenta su vida a través de un personaje ficticio que, en realidad, es él mismo. Si el director había nacido en 1946, y pongamos que este es el último año de High School de Sammy, es decir, su 12th grade, entre 17 y 18 años, como mucho, estaríamos en 1963 ó 1964. Es decir, en plenos años 60’s.

¿Habéis visto Arde Mississippi?

Esa peli transcurre en los años 60’s, precisamente.

Y nos habla del Ku Klux Klan, y de la lucha del FBI por erradicar esa banda de supremacistas blancos protestantes de origen anglosajón. Del KKK os hablo en El nacimiento de una Nación, por si queréis saber más sobre el tema.

Digo esto porque por entonces seguía existiendo el Klan, que no aparece en esta película, por supuesto, pero sí esa simiente antisemita. Por lo que Sammy sufrió lo que muchos muchachos de su generación sufrieron y vuelven a sufrir en nuestros días: racismo y desprecio por sus creencias. Por lo que el trato vejatorio que padece, por parte del gamberro y, sino con la participación, pero sí con la aquiescencia del resto de la pandilla, estaría a la orden del día.

Logan, el Alpha, también declara su desprecio a los judíos. Pero vuelve a parecer postureo, para no perder ese liderazgo sobre los demás. Pero Chad sí. Él sí tiene inoculado el odio, como veréis en American History X. Y no será el único paralelismo con esta película, pues en la escena de las taquillas le amenazará con hacerle los mismo que llevó a Derek Vinyard a la cárcel.

Sammy se topará con Logan y le pillará dándose el lote con una pelirroja. Esto no tendría importancia en si mismo. Pero resulta que esa chica no es la novia de Logan. Dejo esta pelota botando para luego rematarla.

En uno de esos cruces por el cole con el cretino de Chad terminará arrinconado por el gamberro y éste arrastrará a Logan, que parece querer mantenerse al margen. Solo la novia de Logan intercede para evitar que la cosa vaya a mayores. Es ella quien procura rebajar la tensión para que dejen en paz al nuevo. Chad retorcerá su momento de poder sobre Sammy de tal manera que a éste sólo se le ocurre destapar los cuernos de Logan delante de su novia.

Esto propicia que Logan, ahora fuera de si, le rompa la nariz a Sammy.

Esta acción derivará por dos rutas diferentes: una dentro del cole y la otra en casa.

Cuando los padres descubren lo sucedido se enzarzan en otra de esas discusiones que termina con la madre confesando que está yendo al psiquiatra. Aquí será cuando Sammy busque refugio en su cámara de cine.

La del cole es anodina. Porque veremos a Sammy hablando con la novia de Logan, y con su mejor amiga. Ellas intentan confirmar, o sacarle la información a Sammy para saber si lo de los cuernos era de verdad o se lo había inventado para burlarse del Alpha. Él recula y confirma que era una invención, pero ellas deducen que él está mintiendo para no terminar de enfangarse con Logan.

Esto nos llevará a una etapa nueva en la vida de Sammy.

El amor llama a su puerta

Logan parece pasar bastante de Sammy y de cualquier movida. Y por el momento el gamberro se diluye cual azucarillo.

Empieza una etapa, breve, pero intensa, en la que nuestro protagonista descubre las mieles del amor. Su novia, y esto tiene su gracia, es una chica ultracatólica que ve en Sammy a un judío atractivo. Ella se enamora perdidamente de él, y veremos un extraño juego en el que le seduce y mezcla la religión intentando convertirle al cristianismo.

Pero lo que realmente importa de Monica es que por un lado descubrirá la vida, la parte física de la vida, a Sammy. Ella solita servirá para rellenar el vacío que había dejado toda la tropa Scout de los tiempos de Arizona. Monica le devolverá la autoestima a Sammy. Y, para colmo, y a través de su padre, que no me queda claro si pertenece al mundo del cine o simplemente tiene materiales cinematográficos por oficio o por hobby, reactivará esa pasión ciega por el cine que tenía el Fabelman. Si necesita una cámara, se la presta. Y si necesita otra moviola para un tipo de película diferente, se la alquila. A pedir de boca.

El día de las Pellas

Estamos llegando al final.

Y la película, a partir de aquí crecerá. Irá a más y mejorará minuto a minuto. Para mi no ha bajado la «tenzone» (tensión) narrativa desde la primera escena. Pero ahora veremos que se hincha como si hubiéramos metido un bizcocho en el horno. Un bizcocho esponjoso, suave y sabroso.

La madre terminará de revelarse como la torpe y egoísta que siempre ha sido. No tiene mal fondo, su corazón es bueno. Pero es infantil, inmadura y egoísta. Y eso lo volverá a sufrir Sammy cuando se sienta humillado y comprenda que da igual el qué o el cuándo. A la madre sólo le importa el quién. Y ese quién es ella siempre. Tiene que convertirse en la protagonista de todas las historias: las suyas y las de los demás. Es una esponja que absorbe el protagonismo de los demás.

Qué calamidad de mujer.

Al final Sammy grabará el Día de las pellas. Una jornada en la que los alumnos fingen faltar al cole, los profesores fingen sorpresa y los chavales se van a la playa en tropel. Se van y lo graban, para ver la película en la fiesta de graduación.

¿Quién filma la película del Día de las Pellas?

Sammy.

Y esta será una de esas subidas, uno de esos empujones del tramo final que harán crecer a la película. Porque si demuestra su valía filmando, y Spielberg la suya, filmando a Sammy, filmando su película, lo mejor se lo guarda para el día de la graduación.

Un día agridulce, porque Sammy confundirá su romance con la oportunidad de pedir matrimonio (casi). Y esto pondrá a Chloe a la fuga (del todo). Es decir: el día que triunfa con su película la novia le parte el corazón.

¡Y qué película!

Una película dentro de otra película.

Los alumnos irán aplaudiendo cada toma, cada una mejor que la anterior. Y en ellas veremos tres cosas diferentes: Vemos a Logan. El Alpha del que os hablé antes. Y le vemos triunfando, porque ha nacido para triunfar. Jugando al voley, corriendo y danzando. También veremos a todos los demás alumnos de su curso. Nadando, charlando, haciendo deporte… y por fin, veremos a Chad, el cretino de antes.

Lo de Chad es para ponerte en pie y dejarte las palmas de las manos aplaudiendo.

Porque también tendrá su parcela de protagonismo en la película que está proyectando. De hecho, intercalará escenas y secuencias suyas entre las que he descrito antes. Le veremos robando unas botellas, supongo que de Coca-Cola a otros estudiantes. También le vemos merodeando de aquí para allá. Solo, aislado en si mismo y cada vez que aparezca, dando muestras de torpeza in crescendo, la audiencia romperá a reír. A reírse de él, en concreto.

Esto, combinado con el buen trato, matizo: Con el inesperado buen trato que le otorga a Logan, casi hasta ensalzarle, le sacará de sus casillas y hará que se largue de la fiesta.

Cuando termina la proyección todos rompen a aplaudir. Logan parece desencajado. Chad se ha pirado y cuando Monica se aproxima al proyector, para reencontrarse con Sammy, Sammy ya no está allí. Me parece más que interesante el instante en que es ella quien apaga el audio y después cambiamos de escena.

El pasillo de las taquillas

Nos encontramos con un Sammy abatido. Sentado en el suelo, aislado del resto de compañeros del curso. Taciturno y meditativo. Entonces irrumpe Logan en la escena. Todo apunta a que Sammy se va a llevar una paliza. Los dos muchachos se encaran. Logan quiere saber, para poder comprender, por qué, después de haberse portado cual cretino con Sammy, éste va y le cede, le regala y le brinda todo el protagonismo de la película. Sin que Logan lo viera venir le ha convertido en el ídolo de todos sus compañeros.

Se encaran, discuten y Sammy le dice que él solo esperaba recibir respeto por parte de logan y de los demás. No ahora, no ese día. Durante todo el curso. Pero lejos de ello ha sido maltratado y vejado constantemente.

Logan se debate en su fuero interno. Debería estar agradecido por el trato «gentil» que ha recibido por parte del mismo a quien ha permitido que humillen sin cesar. Por parte del mismo al que partió la nariz en un arrebato de rabia. Pero se derrumba. Se desploma en el suelo y ahora es él quien baña sus ojos en lágrimas comprendiendo el mal que ha hecho. Quizás no lo verbaliza. Tampoco pide perdón por sus actos. Pero alcanza un punto de entendimiento, y de agradecimiento, truncado con la reaparición de Chad.

El primer final de la película

Este sí aparece en el pasillo como la locomotora del principio de la película. Chad carga con todo, sin sacar sus ruedas de los raíles para reventar a Sammy reventando su frustración en la cara del cineasta del colegio. Y si Chad es la locomotora de El mayor espectáculo del mundo, Logan será el coche que se interpone para evitar la agresión. Recibe la carga de Chad y es él quien le parte la cara al gamberro. No se dice. Tampoco se explicita, pero Logan parece haber comprendido el potencial que tiene, como estudiante y como deportista, hasta como persona. Parece que su cerebro evoluciona más rápido que su capacidad para hablar. Pero siendo el deportista que es, los reflejos le acompañan para proteger a Sammy y lanzar por los suelos al cafre que venía como una locomotora.

Chad huye.

Logan se queda con Sammy. Lo dicho, no le da las gracias. Ahora comprende la película de Sammy. O eso quiero creer yo. Y comprende que Chad, y quizás alguno de los otros amigotes, no son buena influencia para él. Pero sigue siendo el macho Alpha y su orgullo, embebido de soberbia no le permite reconocer que Sammy le ha doblegado, le ha humillado y no ridiculizándole precisamente. Lo ha hecho ensalzándole. Y siente rabia, pena e impotencia porque ni él mismo se veía reflejado en su yo de la película. Quizás comprenda, cuando se gire y se marche, o décadas más tarde, que con esa filmación Sammy había hecho de él una persona mejor.

Ambos se despiden dedicándose sendos dedos corazones apuntando al cielo. Pero esta vez con una sonrisa.

Proceso de maduración

Sammy ha compaginado la tensión de sentirse perseguido en el colegio con la tensión de ser testigo silente del deterioro del matrimonio de sus padres.

Silente y de ser él quien lo precipite, cuando mostró la cinta privada a su madre. Aquella en la que delataba su relación adúltera con el falso amigo de su marido.

El padre sigue luchando por hacerles felices a todos, incluida a su esposa, que tiene la cabeza puesta en el tonto que le ríe las gracias, que sigue en Arizona. Y mientras la madre no madura, ni se enfrenta a la vida con dignidad, metida en la cama fingiendo depresiones y culpando a su marido de todos los males que ella se inventa. Y lo que es peor, haciendo sentir culpables hasta a los niños, combinando «te quiero» con maltrato psicológico.

Por no mencionar la vez en la que golpeó a su hijo y le dejó su mano marcada en la espalda el mismo día en el que él iba a presentarse para superar la prueba de Salvamento en los Boy Scouts. Dicho sea de paso, yo la superé y tengo ese parche en mi uniforme. De cuando los Scouts de España eran un movimiento escultista acorde al del resto de países, y no lo que son hoy en día.

Por eso Sammy terminó, de rebote, refugiándose, una vez más en el cine. Y por eso le salió la película que le salió cuando volcó su talento, su genialidad y su saber hacer en la cinta de la fiesta escolar.

Steven Spielberg, los niños y su visión de los adultos

He de deciros que Spielberg me ha cogido con el paso cambiado.

Os lo confieso.

No me esperaba esta película. No ya por su belleza plástica, que es incuestionable. Ni por la música de Williams, que vuelve a ser el genio de siempre. Os aseguro que, tratándose de un biopic (aunque de ficción), me esperaba que el director abriera su corazón y nos mostrara el daño que le había causado su padre. Traumas de infancia… esas cosas que yo creía que vería a partir de su propia filmografía.

E.T. el extraterrestre, Indiana Jones y la última cruzada (hasta el propio Indi es un Boy Scout). El secreto de la pirámide, hasta Super 8 y Ready Player One… Y El imperio del Sol

Una pauta en su filmografía, cuando entraban niños en escena, era la figura del padre. Unas veces mal padre. Otras ausente. Egoístas, hedonistas, o simplemente padres incapaces de comprender a sus hijos. Pero siempre el «padre«. Nunca la madre, tabla de salvación para muchos de sus personajes. Menos para Jim, en El imperio del Sol, que se ve arrancado de sus padres por causa de la guerra. Pero ausente, al fin y al cabo, en este último caso: los dos. Y en el de Wade Owen en Ready Player One, por tratarse de un niño huérfano que, al fin y al cabo, añora a sus padres.

Después de sus pelis siempre pensé que sería el padre el que le había marcado. No sabía por qué. Borracho, pendenciero, infiel, o simplemente un padre ausente. Lo que sea. Pero nunca esperé que el poso de rencor hacia su infancia estuviera provocado por su madre.

Golpe de efecto

Al final, tras mucho esperar ver esa maldad paterna. Intencionada o no, va Spielberg y nos plantea que quien le hizo daño en su infancia no fue su padre. Fue su madre.

Su padre se desloma. Trabaja de sol a sol. Sacrifica su vida personal a favor de la profesional, para procurar una vida mejor a su mujer y a sus hijos. Mientras que su madre desperdicia su potencial, que lo tiene. Pero es vaga. Es egoísta. Y se pasa la vida perdiendo el tiempo buscando sus fiestecitas y sus roces fortuitos con el amigo del padre, otro vive la vida caradura como ella. Es el padre quien inculca el valor del esfuerzo y del sacrificio a sus hijos, con su ejemplo. La madre le quita la razón, lo desautoriza. Diluye la cultura del esfuerzo. Tiene talento, pero lo desperdicia y busca complicidad en su hijo. Está bien que le alimente el amor propio para defender sus sueños. Pero no a costa de los estudios, ni de su futuro profesional.

Ella erosiona la vida familiar. Erosiona la vida conyugal. Fiesta, jolgorio… y quién sabe si solo busca saciar sus instintos más bajunos. Por mucho que lo niegue, porque lo niega, no la creo. Es capaz de tirar su vida, la de su marido y la de sus hijos a la basura porque se rinde a las carantoñas y la risa boba que le provoca el caradura del amigo.

Os confieso que yo esperaba ver una denuncia. No una denuncia, una catarsis, una expiación del mal que su padre le había inoculado de joven. Y me topo con que su trauma, o así lo he entendido yo, se lo provocó su madre.

Esto nos lleva directos al final de la película, al segundo final, como yo lo he llamado y ahora os explicaré por qué…

El segundo final de la película

Ha pasado el tiempo.

No recuerdo si uno o dos años. Pero ha pasado.

Vemos a Sammy sin encontrar trabajo. Desesperado. Y lleva eso, poco más de un año buscando su sitio en el mundo laboral. Compagina sus estudios con su infatigable amor al cine y sus ganas de trabajar. Pero no puede con las dos cosas al mismo tiempo. Teme perder su tren. No alcanzar su meta. Perder el entusiasmo y dejar de soñar porque no logra centrarse en los estudios y tampoco trabajar… en lo que él siempre ha querido trabajar: en la Industria del cine. El show business.

Aquí reflexiono en voz alta. Este pobre muchacho no sabe lo que es buscar trabajo. En lo que te gusta. En lo que te complace. Buscarlo en lo que puedes sobrellevar. Incluso en lo que te disgusta. No sabe lo que es ver pasar el calendario sin poder trabajar, y es un crío. Si tuviera cincuenta años y viviera en España sabría lo que es sufrir la impotencia de no poderte subir al tren, y de hacerlo, encontrar billete solo en esos que descarrilan.

Le vemos con su padre. Está en otra casa, más bien un piso, sin rastro de sus hermanas ni de su madre. Bueno, de la madre sí hay rastro: recibe una carta con fotos en las que está, para variar, de fiesta con el golfo con el que huyó. Estas fotos destruyen lo poco del amor que le quedaba al padre por su esposa. Su ex esposa, porque están divorciados. Se rinde. Se alegra por ella, porque es bueno de corazón, siempre lo fue. Pero su rendición será aceptar una de estas dos cosas: o no supo erradicar esa pasión (absurda) por el cine de su hijo, o se empecinó con que estudiara pensando que sólo así podría labrarse un futuro mejor, sin atender, precisamente, a esa pasión.

Es tras ver las fotos que envía su ex, y tras abrir una carta, una respuesta de uno de los estudios de cine a la que había enviado Sammy su CV, cuando por fin le deja volar en solitario. Él se piensa fracasado, pero yo rompo una lanza a su favor porque tolo lo que ha hecho con Sammy, y me figuro que con sus hermanas, lo ha hecho por amor. Acertado o no, siempre por amor.

Pero, y esta suerte no la tenemos todos, por mucho que busquemos un hueco en lo que nos gustaría hacer, y persistamos, se cruzará en su camino el mayor genio cinematográfico de todos los tiempos.

John Ford

Esa carta le lleva al estudio en el que parece que recibirá su primer empleo. Para la tele, pero eso equivale a meter un pie entre la puerta y el quicio. Un primer paso… Y el productor, tras cruzar unas palabras con él y comprender su entusiasmo por el cine, le indica el despacho de en frente, para que cruce el pasillo, y de su parte conozca a Ford.

¿Os acordáis de Midway?

Una peli de 2019 que me sorprendió gratamente y que me cautivó con la secuencia del bombardeo de Midway. Cuando llegan la aviación nipona y nos encontramos con John Ford filmando un documental con las imágenes reales de, bombardeo. Las mismas imágenes que después usaría Donald S. Sanford para ilustrar las escenas de batallas aéreas y bombardeos en La batalla de Midway, la de 1976. Si esa secuencia me hizo vibrar, en Los Fabelman he vivido otras dos secuencias similares.

Una cuando aparece la película El hombre que mató a Liberty Valance. Maravillosa. La película del incunable «print the legend«. Pero la segunda, ya en el tramo final de la peli es para ponerte en pie en medio del cine y aplaudir.

Cuando aparece John Ford

El fabuloso, mítico, inigualable John Ford, interpretado por David Lynch.

Su paso por la pantalla es breve. Y ya sabéis, lo bueno, si breve, dos veces bueno. Es mejor quedarte con ganas de más y apreciar lo deseado que hartarte de algo. Su fuerza. Empiezo la frase por final… Vuelvo con ella. Me quedo con su fuerza. Su ímpetu y su estar de vuelta. Lleno de carmín, cosa que me descoloca, pero lleno de fuerza. Cómo prepara el puro que se va a fumar y cómo le habla a Sammy.

Esta escena de la peli recrea y plasma una escena real de la vida del propio Steven Spielberg. He visto una entrevista en la que solapan las respuestas del director con esta secuencia y nos explica, en la entrevista, que pasó tal cual lo vemos en Los Fabelman.

Sus comentarios a propósito del horizonte, y cómo marcó, de por vida, a Spielberg… Canela fina.

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Películas de John Ford en el fancine

Fort Apache

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