Greystoke me catapulta a mis nueve para diez años.
Y lo hace con una anécdota cinéfila de esas que me gusta contaros. Siendo realista, quizás me guste más a mi contárosla que a vosotros leerla. Pero los más veteranos lleváis aguantándome desde 2008, y muchos de ellos esperan estas batallitas. Me daré el gustazo de contaros cómo me dejó la peli cuando la vi por primera vez.
Nueve para diez años. Habéis leído bien. Por aquel entonces yo era todo un fan de Tarzán. Como cualquier crío de mi edad. Y justo ahora hace treinta y nueve años (se dice pronto) la fui a ver al cine. De hecho la fuimos a ver, porque fuimos en pandilla. La vimos en los Cines Callao. En la misma Plaza del Callao en Madrid. No sé si entonces era «cines, o cine» Callao. Pero ahí estaba toda mi tropa. En la primera fila del segundo piso. A la derecha del todo.
Pongámonos en situación. Mi mejor amigo, por entonces, era un tal Calvo. Francisco Javier Calvo. Ahora actor, conocido como Fran Calvo. Él cumplía los años en 12 de octubre, por lo que a la semana siguiente de su cumple nos llevó (a la tropa de amigos) al cine su padre, Serafín, gran amigo de mi padre. Lo que parecía un planazo se convirtió en un fiasco de tomo y lomo.
El planazo era ver una peli de Tarzán
El fiasco que esa peli de Tarzan fuera Greystoke
No porque piense que la peli era mala. Ni mucho menos. Luego me adentraré en ella. Sino porque no es la mejor versión del rey de los monos para críos de 9 años. Porque Fran Calvo cumplía 10 esa semana, pero al resto nos quedaban unos meses. Yo los cumplí el 14 de noviembre. Y la peli, por su oscuridad y por el giro que le da al argumento… no era para niños de nueve años.
Tanto es así que estuvieron a punto de echarnos del cine. Entre «me aburro» y algunas gamberradas de los menos pacientes… Yo, por suerte, el cine siempre me ha hipnotizado. Pero los había más rebeldes, y el viajecito por Inglaterra de este Tarzán hizo que más de uno de esos críos retozara por la butaca, deambulara por los pasillos y se echara más de una cabezadita.
Ese fue mi primer contacto con esta peli.
Para abrirme las venas.
Pero después la volví a ver, ya más crecidito, en el salón de actos del colegio. Quer era lo mejor que tenía el Fray Luis, hasta que lo desmantelaron para hacer unas canchas de baloncesto inservibles. Y allí sí que me gustó. La volví a ver unas cuantas veces y, la última, ayer mismo. Porque me vino el Día de la Hispanidad a la cabeza, y con él su fecha, y con su fecha el cumple del antigua amigo y de ahí salté a Greystoke.
Me puse el DVD de Greystoke
Y mediada la película ya había empezado a bosquejar este comentario.
Esta es la tercera aparición de Hugh Hudson en el fancine
Las otras dos fueron cuando comenté Carros de fuego y uno de mis caprichos cinematográficos: Altamira, con Antonio Banderas. Me gustó tanto y es tan capricho, que hasta la dediqué un Podcast de cine sobre la Cueva de Altamira y Marcelino Sanz de Sautuola.
Comprenderéis que la persona que hizo esas dos pelis no podía hacer una mala adaptación de Tarzán. Quien, por cierto, también había venido antes a mi Web de cine, con la peli La leyenda de Tarzan. La versión WOKE del rey de los monos.
Yo dividiría Greystoke en dos bloques
Uno sublime y el otro que cae en picado.
El bloque sublime es la primera mitad de la peli. Tiene su magia. Y más cuando eres más pequeño, y sobre todo por entonces, viendo a los gorilas en su salsa interpretados bastante bien y muy bien caracterizados.
Ver cómo terminan los padres del mozalbete perdidos en la selva. Descubrir que eran capaces de fabricarse un duplex en lo alto de los árboles. Como Los robinsones de los mares del sur. La adaptación de 1960… que es para darla de comer a parte. Pero ojo, vista con aquella edad también me gustaba, y la disfrutaba. Es ahora vista con la mirada grave de quien amanece sin dormir sumido en preocupaciones que esa magia deja de tener efecto. Pero magia tuvo, y la retuvo.
Lo mismo pasaba con ese primer bloque de esta peli de Tarzán. Mientras le vemos haciéndose a la vida al estilo Mowgli en El libro de la selva, bien. Es más, ver la dureza, y la rudeza, con que le tratan los gorilas, mola. Porque no es todo un camino de rosas. El niño se lleva una bofetada detrás de otra, y aún así termina integrado entre los simios. Son su familia y no es capaz de comprender que ni si quiera pertenecen a la misma especie.
Hasta que llegue el capitán belga Philippe D’Arnot
Y mencionar a un belga en el África de aquellos tiempos ya es una aventura en si mismo. Hablamos de la era Victoriana para los ingleses. Muy edulcorada en la segunda parte de esta peli, pero en esos tiempos los belgas estaban haciendo amiguitos en África. Muchos amiguitos. Negreros y esclavistas amasaron ingentes fortunas. Hasta se llevaron chimpancés, gorilas y negros para los zoológicos belgas. Sí, habéis leído bien: hubo exposiciones y parques zoológicos en los que los negros de África jugaban el mismo papel que los chimpancés. De hecho eso creo recordar que lo podemos ver, de un modo sutil, en la EXPO de París, en la película Altamira.
El caso es que mientras solo veamos a un ser humano en la peli, la peli estará fenomenal. Incluso cuando aparezca el belga. Ahí la peli seguirá funcionando. Habremos visto cómo pelea y sufre Tarzán para hacerse un hueco en su manada. He leído en varios sitios «tribu de gorilas» y es un error. Los gorilas son animales, no humanos. No puede haber tribus de gorilas como tampoco clanes. Solo manadas. Y Tarzán pertenecía a una de esas manadas. Aunque de vez en cuando se pasaba por el antiguo hogar de sus padres. De donde fue arrebatado cuando era un bebé.
No es que fuera redescubriéndose, porque hasta que no aparezca el capitán D’Arnot Tarzán será una bestia más. Pero sí se iba comprendiendo habilidoso. Capaz de usar herramientas, más allá de una pajita para sacar termitas. Hasta que termine aprendiendo a usar un cuchillo y eso lime las diferencias con el macho Alpha de la manada y le permita ajustar cuentas por las mil y una palizas que le ha dado desde pequeñito. Pero entre medias le veremos perder a «familiares» si es que podemos hablar de familiares al referirnos a los gorilas.
Todos caen por causas violentas
No por viejos. Muertos a manos los unos de los otros, o muertos por el ataque de un felino. Pero todos muertos intentando matar. Es la Ley de la Selva. Y Tarzán es el eslabón más frágil a la corta, pero el más inteligente a la larga. Solo necesitará sobrevivir hasta que sea capaz de usar ese cerebro que le distingue de las bestias que le han acogido.
Lo dicho: toda esta parte de la peli es una pasada. Nos quitan los rasgos heróicos y nos ofrecen a un Tarzán, que se distancia de las novelas, pero se asemeja más a lo que habría sido en caso de no ser una ficción.
Tarzán desarrollará el lenguaje con la llegada del belga
Y con el lenguaje irá adquiriendo conciencia de si mismo en cuanto al ser que es.
Seguirá manteniendo un vínculo emocional fuerte. Irrompible, con su familia de simios. Es inevitable, es lo único que ha conocido en toda su vida. Pero el belga le irá metiendo el gusanillo dentro para, tras un tiempo, terminar viajando hasta el Reino Unido para buscar a su familia.
Los padres murieron en África, pero el resto de su familia vive en Greystoke. Su abuelo entre ellos, quien, por cierto, nunca terminó de asimilar la pérdida de su familia allí, en la salvaje África.
Tarzán en Inglaterra
Aquí es cuando la peli se derrumba.
Todo lo bueno que tenía antes irá temblando, se tambaleará y por fin se desplomará.
Hace gracia ver los primeros pasos, estadios, de su asimilación de la condición de humano. Y ver cómo asimila las tropecientas mil normas de conducta de la sociedad victoriana. Y cómo será visto como grotescto, vulgar, primitivo y, en el mejor de los casos, como rudo y grosero por todos. No terminará de amoldarse no de integrarse en la Sociedad y será su abuelo quien le siga el rollo imitando al nieto para rebajar las tensiones de las personas más encorsetadas que hayan pisado la faz de la Tierra.
Luego está su prima americana, Jane Porter, de quien se encelará el no simio y terminará llevándosela al catre para pesar de un coronel que hacía la corte a la yanki y esta le mandará al pairo cuando se vea atraída por el ardor animalesco de su primo. Y quizás por poder pasar a heredar el castillo familiar y las tierras…
Pero el 6º heredero de Greystoke morirá prematuramente y dejará a John Clayton nuevamente huérfano. Este golpe solo se verá sobrepasado cuando haciendo una visita a un museo, en Londres, para ver una colección de animales disecados se tope con un gorila diseccionado y otro enjaulado y resulte ser uno de los miembros de su manada. Mira que hay manadas y millones de hectáreas cuadradas en África, y van y cazan justo al que era su padre mono. Y el pretendiente de su prima, celoso, ordena que se carguen al gorila porque John lo había sacado al parque para dejarle sentir la libertad y escalar un árbol.
Muerto su abuelo humano y su padre simio Tarzán volverá a África
Y ahí veremos a Christopher Lambert correteando y haciendo monerías por la jungla hasta desaparecer. La prima no sabrá nunca de lo que se ha librado quitándoselo del medio. Un poco apenada, al principio, por supuesto, por el calentón que le proporcionaba el bestia de su novio, pero se libra al fin y al cabo.
Ya he dicho que el prota es Christopher Lambert, el prota de Los Inmortales. Quizás eso mismo explique que su mejor tramo en la peli sea cuando interprete rodeado de simios y se diluya cuando lo haga entre humanos. Su prima es Andy MacDowell, quien se estrenó en el fancine con un peliculón: Atrapado en el tiempo.
Volviendo a esos nueve años con los que vi la peli, comprenderéis ahora que en su momento me pareciera un tostón. Ahora, sin embargo, y pese a esa segunda parte que desmerece, os la sigo recomendando por el esfuerzo en vestuarios y en la caracterización de los animales.
¿Gorilas o chimpancés?
La verdad es que hay veces que me asalta una duda. Los simios, que no monos, que vemos en la peli, ¿son chimpancés o son gorilas? Me inclino más por lo segundo, si tenemos a Chita en mente. Pero por apariencia y por tamaño, suelo creer que son gorilas. Si alguien me sacara de dudas se lo agradecería.