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Ben-Hur

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Ben-Hur se ha colado en el fancine.

De modo imprevisto. Por un tuit en el que me incluyó @tintoclarete, un tuit de Iván Fernández Amil, sobre, precisamente, Ben-Hur.

Cayo Apuleyo Diocles

Más que tuit, un hilo, que me moló mogollón, pues comparaba un auriga, como el prota de esta peli con Cristiano Ronaldo, Michael Jordan, Federer y demás deportistas de élite contemporáneos. No con todos, sólo mencionaba a los mejor pagados. Y explicaba que ni sumando lo ganado (y por ganar) de todos ellos, ni así alcanzaban la fortuna que amasó el auriga de marras.

Iván Fernández Amil

No os contaré su historia, pues no lo haría mejor que el propio Iván y por no apropiarme de su esfuerzo y de su trabajo. Os dejo enlace al hilo sobre Cayo Apuleyo Diocles para que lo leáis. Creo justa mi medida, por las veces que me han fusilado a mi mis comentarios y que me han robado mis fotos (del blog de gastronomía). Eso duele. Currarte un artículo, un hilo, un comentario, una foto o lo que sea, y que venga un jeta y se apropie de tu trabajo y te robe tu tiempo, tu esfuerzo y tu ingenio. Y de tu dinero, para qué negarlo.

Así que si queréis saber más sobre el tipo este, (Cayo Apuleyo), a leer a Iván, que se lo ha currado y su trabajo merece la pena. Tanta que aquí me tenéis, inspirado por él escribiendo una peli que ni esperaba comentar en el fancine. No por lo menos ahora, ni hoy que voy a ver The Artic convoy (peli noruega sobre la Batalla del Atlántico en la Segunda Guerra Mundial) para comentarla ipso facto. Título original: Convoi. En noruego.

Por eso os decía que se ha colado Ben-Hur. Y todo por culpa de Iván. Y no penséis que le menciono por amiguismo porque os confieso que no tengo el placer de conocerlo.

Dejamos pues al auriga hispano, porque el tal Cayo era natural de Hispania, y me remango para hablaros de Ben-Hur.

Superproducción

Decir que Ben-Hur fue una superproducción sería quedarme un pelín corto.

Podéis encontrar sus cifras en Wikipedia, o en algunas páginas especializadas. Y cifra arriba, cifra abajo, abordes por donde abordes esta película sus números son desproporcionados.

Costó 15M de dólares, cosa que no está nada mal para una peli de 1959. Y otros (casi) 15M para su publicidad. Vamos que la peli rondó los 30M, pero recaudó 147M de dólares. Lo que demuestra que lo bien hecho, bien parece. Y, a veces, bien recauda. Esto último no siempre, pero sí en este caso.

Usaron más de 200 camellos, 2500 caballos, centenares de extras… Filmaron en sesiones de 12 y 14 horas seguidas… y construyeron maquetas para la batalla naval que se filmó en un tanque de agua inmenso en los propios estudios de la Metro.

Por no hablar de los 100 sastres y 200 artistas que colaboraron para mejor ambientar la película con ropa original y frisos, estatuas y domus levantadas para que los escenarios y los vestuarios lucieran lo más realistas posibles.

11 Oscar

Todo es descomunal y desorbitado en lo que atañe a esta peli. Hasta sus Oscar, pues ganó 11 y se mantuvo como la peli con mayor número de estatuillas hasta que llegó Titanic en 1997 y sólo igualadas por El retorno del Rey en 2003.

Claro que, si a El retorno del Rey la sumamos el resto de la trilogía de El Señor de los Anillos, y sumamos los 4 Oscar de La Comunidad del Anillo y los 2 de Las dos torres, la trilogía de Peter Jackson podría ser comprendida como la mejor trilogía o película de todos los tiempos. Cosa que me deja mejor sabor de boca que el hecho de ver a Titánic en este podio.

Remakes de Ben-Hur

Leéis bien, «remakes«. En plural.

A todos os habrá venido a la cabeza el infame remake de 2016. ¿Qué necesidad tienen de rehacer todo lo ya hecho? Pues doble necesidad. Por un lado, cubren la carencia de talento escribiendo guiones originales tomando prestados los originales. Por otro lado, cumplen su función WOKE pervirtiendo otro pedazo de nuestra Historia, en este caso, Historia del cine. Ya lo he comentado en Furia de titanes y en Los siete magníficos, así que no me repetiré aquí.

Sin embargo, esta peli, Ben-Hur de 1959 es también un remake de otra Ben-Hur filmada en blanco y negro en 1925. Y con imágenes que todavía mejoraban a la de 2016, rebosantes de pura artesanía y sin CGI. La de 1959 y ni os cuento. Sólo la carrera contra Mesala, esos (creo) 9 minutos más o menos, justifican verte toda la película para poder vibrar con una de las escenas de acción más logradas, más largas y mejor filmadas de toda la Historia del cine.

Hay remakes, y remakes

Y me diréis que por qué despotrico de los guionistas que hacen un remake en nuestros tiempos y no hago lo propio de los guionistas que hacían sendos remakes en los años 50s, o 60s del pasado siglo. Si hasta Los siete magníficos resultaban ser un remake de Los siete samuráis.

Decía que «hay remakes y remakes», y para explicar mi dicotomía os diría que también hay «retakes«. Y me explico.

Los guionistas del siglo XX eran gentes leídas, instruidas, cultas y preparadas para condensar historias, propias y/o ajenas, y darles su toque personal mejorando lo anterior. Eran tipos que sabían escribir, probablemente porque también sabían leer.

Los guionistas de ahora no mejoran los guiones con sus remakes. Los empobrecen. Caricaturizan a los personajes. Ponen en sus bocas diálogos insoportables, pueriles, carentes de trasfondo no ya histórico, mitológico o literario… no, carentes de trasfondo intelectual. Y lo peor de todo… los guionistas de nuestros días tienen un peaje que pagar. Algunos lo harán de forma natural, otros por no perder el trabajo: tienen que adaptar y reorientar todo cuanto reescriban hacia la nueva filosofía WOKE. Ese es el peaje.

Por lo tanto no es ya que reinterpreten a los personajes de toda la vida, los desvirtúan, manipulan, pervierten y retuercen para hacer que las nuevas generaciones de espectadores asuman los contravalores que defienden estas nuevas versiones de los personajes clásicos como si fueran propios y crean que esos héroes de toda la vida decían memeces y actuaban como niños caprichosos, que es al final, el talante que imprimen los nuevos guionistas con su talento para escribir.

Por eso despotrico de los remakes de nuestros días, con raras excepciones que se salvan por los pelos, como Midway. A la que menciono porque justamente fue un remake de La batalla de Midway, protagonizada por el mismo Charlton Heston que encarna a Ben-Hur. Salvo estas excepciones, porque alguien tiene que saber escribir… el resto terminan siendo remakes con guiones huecos, con diálogos bochornosos y nuevas tramas que dices, ¿pero qué pinta esa soflama de guion? Casi en cualquiera de sus acepciones, incluso en la primera.

Hemos rebajado el nivel intelectual hasta la extenuación. Siempre ha habido gentes comprometidas con una u otra ideología. Eso es natural y consustancial a nuestra naturaleza. Pero por lo menos, antaño, cuando alguien quería hacer crítica social, o política, se marcaba un Senderos de Gloria que te dejaba tiritando. Los de ahora no. Son el infantilismo politizado elevados al máximo exponente de indigencia moral, cultural y ética, como pretender que Chani no crea en Paul Atreides en DUNE o que Perseo no crea en los dioses que dan razón de ser a su personaje en la nueva Furia de titanes.

Gente que se posiciona políticamente y defiende cosas que no conocen, no han estudiado, no comprenden y, aún peor, son capaces de defender dos o tres posturas antagónicas sin comprender que son el hazmerreír (o llorar) por llevar una camiseta del Ché con la bandera de sus víctimas, la de los homosexuales que él encarcelaba y asesinaba por el hecho de serlo.

Ben-Hur

Judá Ben-Hur es un comerciante rico de Judea. Nos encontramos en la Judea contemporánea a Jesucristo, de hecho, en el año 30 de nuestra era. Nuestro protagonista es un judío, buen comerciante y mejor persona y ciudadano.

Todo eso lo comprendemos pronto, cuando vemos que se dedica a comerciar productos orientales a lo largo del imperio romano, sobre todo con Roma. Por otro lado, vemos que es un tipo acomodado, vamos, que está forrado. Y lo de buena persona lo deducimos cuando su sirvienta le pida autorización para que su hija pueda casarse con un hombre libre y Judá no sólo lo autoriza, sino que, como regalo de bodas, la regala su libertad.

Dicho sea de paso, y dado que será importante para el desarrollo de la peli, deciros que Judá Ben-Hur vive con su madre y con su hermana en una villa acomodada.

Mesala

Mesala fue el amigo de toda la vida de Ben-Hur. Ahora que regresa a Judea lo hace en calidad de comandante de la fortaleza Antonia. Un asentamiento romano construido por Herodes.

Judá ve en el regreso de Mesala la oportunidad para estrechar lazos entre los judíos y los romanos. Sin embargo, los tiempos están revueltos y Mesala ve en Judá el potencial aliado local para que le chive los nombres de los líderes judíos que son hostiles, o potencialmente hostiles, hacia Roma. Judá rechaza la petición de Mesala, porque su conciencia se lo impide, a sabiendas de que si da la espalda a Mesala se dará por finiquitada su amistad.

Dicho y hecho. Mesala se siente defraudado por Judá y a Judá le pasa lo mismo con Mesala. Sin embargo, el judío comprende que tener a Mesala como enemigo no es plato de buen gusto, pues conoce su carácter y ahora también sus ambiciones políticas. Deberá andarse con cuidado para no tenerlo en su contra.

A galeras

Pero todo lo que puede torcerse, se tuerce.

En pleno desfile del gobernador yendo a tomar posesión de su nueva plaza, su hermana mira desde la azotea y, para verlo pasar por debajo de su propia casa, se apoya en el tejado. Éste cede y unas tejas se escurren hasta caer al lado del mismísimo gobernador, cuyo caballo se agita y él se precipita.

Parece un atentado.

Poco tarda Mesala en entrar en acción al comprender el impacto social que tendría encarcelar a su mejor amigo. Esto le serviría para ponerse una medalla de cara a los romanos. De cara a los judíos sería un toque de atención: si es capaz de encerrar a uno de sus príncipes que, a la sazón, fue su mejor amigo, qué no será capaz de hacer con cualquier líder rebelde.

Es su ocasión para medrar. No entra en razón porque no necesita entrar. Lo habría necesitado si hubiera pensado que Judá quiso atentar contra el gobernador, por error. Por error el atentado, y por error el pensamiento. Pero Mesala no lo duda. De hecho, conoce la verdad: Judá no miente. No hay tal atentado. Y lo puede comprobar porque él mismo, Mesala, se apoya en el mismo sitio en el que se había apoyado la hermana de Ben-Hur y se vuelve a desprender otra teja. Luego que el tejado está en malas condiciones no entraña cuestión alguna. Pero se lo calla y da por buena la detención de su amigo, todo por ambición y por rencor.

Judá termina como prisionero en una galera. En su camino hacia su prisión flotante se cruzará con el mismísimo Jesús de Nazaret, quien se apiadará de él y le dará de beber en contra de las órdenes de los romanos, pero sin que nadie pueda tener ascendencia moral sobre él. Se le grabará el rostro de tan buen judío, por su piedad, a modo de eterno agradecimiento.

Pasará tres años como galeote, es decir, remando encadenado. Esta era una de las penas más salvajes jamás concebidas. No sólo por las condiciones física y por la tortura que supone. También porque van encadenados y están condenados a morir si el barco es quemado o hundido por el enemigo.

Tres años que no terminan porque venza su condena. Ni mucho menos. Lo que sucederá es que la flota en la que está embarcado Judá librará un combate naval contra piratas y su barco se hunde. Él se salva, se sube a una balsa improvisada con restos del barco y arrastra consigo al primer cónsul de Roma: Quinto Arrio.

El tal Arrio verá la piedad del esclavo que le ha salvado y cuidado para mantenerlo con vida y, movido o conmovido por su generosa humanidad, lo adopta como hijo.

Roma

La vida parece cuidar de Judá. Y lo trata fenomenal.

A las riquezas propias de un hombre de su posición: el hijo del primer cónsul, hay que sumarle que el muchacho apunta maneras como piloto y hace sus pinitos como auriga en el circo romano.

No es que haga sus pinitos, se convierte en el auriga más valorado y reconocido de Roma. Es alto, guapo, honrado, honesto, educado, limpio y aseado, cortés, generoso y agradecido, y encima el mejor sobre una cuadriga. Menudo partidazo para la que le rompa el corazón.

Pero todos sus pensamientos le llevan de vuelta a Jerusalén. Tiene una misión vital, la venganza. Tiene que restituir el nombre de su familia y tiene que derrocar a Mesala. Así pues, ni su condición de hijo de uno de los tipos más importantes de Roma, ni su condición de atleta laureado, ni su posición económica distraen a Judá de su propósito vital y pone rumbo hacia Jerusalén.

Jerusalén

En el camino hacia Jerusalén hará amistad con Baltasar y con un comerciante de nombre Ilderim. Baltasar le hará comprender que hay que tener fe en el mesías por llegar. Ilderim le dará la coartada perfecta para regresar a su tierra por todo lo alto.

El tal Ilderim no sólo apuesta en las carreras de cuadrigas, sino que tiene los mejores caballos arábigos de todo el panorama de las carreras. Y todavía le dará a conocer un dato más… Mesala, su antiguo amigo, es ahora un campeón en la arena al frente de su cuadriga. Se ha convertido, también él, en un auriga famoso. Y todavía mejor… Si Judá quiere vengar su suerte en las carnes de Mesala, el único escenario que le puede propiciar dicha venganza es la arena del circo, en cuyas carreras está todo permitido.

Judá tiene ahora más claro que nunca que quiere medirse con Mesala, más todavía después de haber sabido que su madre y su hermana han muerto.

Antares, Riguel, Aldair y Aldebarán

De pequeño me parecía que Ilderim decía Alderaán y cada vez que vuelvo a ver Ben-Hur me es imposible dejar de bromear conmigo mismo y vuelvo a acordarme de La guerra de las galaxias.

Estos serán, en adelante, sus caballos.

Sobre ellos cabalgará la sed de venganza del judío de vuelta en Jerusalén. Y ellos tirarán de su cuadriga cuando, sí, por fin, se mida en la arena con mejor amigo y peor enemigo: Mesala.

Esta es la secuencia que os decía. Casi 9 minutos de carrera trepidante que se pasan como un suspiro y por los que no pasa el tiempo. Han pasado tres cuartos de siglo y sigue siendo una escena maravillosa. Con unos efectos especiales formidables, una fotografía magistral y un vestuario sin igual. Sin igual y sin igualar, porque la versión de 2016 convierte la carrera en un circo.

No que se lleve la carrera al circo, que es su sitio, sino que rellena la carrera con tonterías de esas que os decía que se deleitan los nuevos guionistas. Convierten la carrera en una carrera woke, para empezar. Es la olimpiada de la ONU. Como el público en las gradas. Todo forzado y reforzado con escenas inútiles y estériles sobreactuadas, depreciando las pelis que la sucedieron y despreciando a todos cuantos habían precedido su labor en las respectivas escrituras de guion.

Se inventan una sarta de tonterías para deleitarnos con estos tíos en chándal se recrean en tonterías que, de puras tonterías, se convierten en gestos grotescos que delatan su esterilidad intelectual. Cuando recurres a artificios que sirven para rellenar con efectos y efectismo lo que las otras dos películas someten a la acción propia de la carrera es porque esos casi 9 minutos de pura carrera del 1959 se lea atragantan a los cineastas de 2016 y tienen que recurrir a todos esos artificios artificiales con una propuesta de carrera tan ridícula como recargada e insultante.

Al final Mesala tira de todo su repertorio de malas artes para irse librando de competidores. Pero nada de eso funciona con Judá, quien se impone y vence al romano. Un romano que sale mal parado y da con sus huesos en la arena.

Mesala sale muy, pero que muy perjudicado y tendrán que amputarle una pierna, pero se niega a pasar por el trámite hasta ver, cara a cara y desde su lecho de lisiado moribundo, a su antiguo amigo. Una escena llena de odio y rencor no correspondidos por un Judá que no ve a un enemigo en Mesala, ni al rival derrotado, sino al amigo que fue y nunca volverá. Su pena, su lástima y su caridad (en ciernes cristiana, pues su encuentro con Jesucristo cambió su vida), será más dolorosa para un Mesala que esperaba encontrar a un Judá envilecido por el rencor, pero no a alguien piadoso.

Leprosería y Spoiler…

No obstante, Mesala sigue siendo vil, y todavía se envilece más al saberse ya mutilado de por vida. Esto le empuja a cometer su última canallada… Le dice a Judá que su hermana y su madre no están muertas. Están vivas, tienen la lepra y viven recluidas en la leprosería.

Cuando parece que todo nos lleva a un final amargo… veremos que al final la peli da un giro precioso, maravilloso. Milagroso.

Judá visita a Poncio Pilatos para renegar de su ciudadanía romana. Es por Roma que él perdió su casa, sus negocios y su familia. Es por Roma que su hermana y su madre viven entre leprosos. Por eso prefiere caer en desgracia a los ojos de Roma que sentirse un traidor a Judea.

La vida hará que cruce su camino, de nuevo, con Jesucristo. Éste irá rumbo a su crucifixión, y como Judá reconoce a Jesús, pues fue Jesús quien le dio de beber cuando él mismo iba como esclavo, intenta darle agua para devolverle el favor que le hiciera el de Nazaret, pero un romano se lo impide. Lo que no impide, valga la redundancia, que presencie la crucifixión de Jesús acompañado por Baltasar.

Estos hechos harán que, definitivamente, vea la luz y le llegue la inspiración divina, la fe verdadera y el amor al prójimo tal cual predicaba la víctima que, en su día, acudió para socorrerle. Vuelve contrariado por no haberle podido devolver el gesto humanitario a Jesús, pero Jesús parece haberle reconocido en tanto en cuanto regresa con su madre y su hermana y estas han sido sanadas milagrosamente.


Peplum en el fancine

Charlton Heston en el fancine

Trilogía de El Señor de los Anillos de Peter Jackson

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