El Cid…
Es difícil enfrentarse al de Vivar por segunda vez en un mismo mes. Hace unos días publiqué un artículo en el troblogdita hablando de El Cid histórico, a partir de la obra de Gonzalo Martínez Díez.
Hoy toca ficción. O, para ser más exacto, hablar de la adaptación cinematográfica de la «versión literaria» de la vida del gran héroe. La película que Anthony Mann nos regaló en 1961 a todos los amantes del Cine Histórico; del Cine Épico; del Cine en general y del clásico en particular.
El Cid de Mann bebe del Cantar del Mío Cid
La obra juglaresca que recreó y re-creó la vida del héroe más grande que ha dado España.
El mayor y mejor guerrero del medioevo europeo.
El único que batalló cuarenta años sin conocer la derrota. Sin importar el tipo de combate que protagonizara: duelos singulares; escaramuzas; sitios y batallas a campo abierto. Negociador, mediador, embajador, Juez y paladín sin tacha y sin par.
Antes de profundizar en la película me permitiréis puntualizar un detalle capital. Muchos hablan de El Cid como un «mercenario» de su época. Para mayor gloria de nuestro protagonista, dejo bien claro que nunca fue dicha cosa.
El mercenario como tal, (siglos después aparecerán los condotieros o soldados de fortuna), alquila su espada al mejor pagador. Pudiendo llegar a sitiar una fortaleza en nombre de un señor. Negociar con el Señor sitiado, llegar a un acuerdo con el segundo y cambiar de bando. Esto último sin que nadie, ni el primer señor, se llevara las manos a la cabeza.
El Cid no fue un mercenario
Esto sucederá en la Italia renacentista, allá por el siglo XV. Pero todavía falta un montón de tiempo para estandarizar esa figura. Nadie niega que la Historia esté plagada de espadas de alquiler. Pero Tizona y Colada no entran en esa categoría.
Rodrigo Díaz de Vivar sirvió una temporada a las órdenes del Rey taifa de Zaragoza al-Muqtadir. Cierto. Pero porque había sido desterrado por su Rey y tenía que alimentar a su mesnada (tropa). Lejos de partir en solitario al exilio, un caballero desterrado partía con toda su tropa de fieles servidores. Sin embargo, y pese a servir al de Zaragoza nunca dejó de hacerlo al de Castilla.
El Rey a quien, por cuya procedencia: Vivar, Burgos y Castilla, Rodrigo Díaz de Vivar se sentía moral e ideológicamente vinculado, amén de la carga religiosa que implicaba ser cristiano. No importaba el destierro, su palabra y su lealtad nunca se pondrán en entredicho.
Al-Muqtadir conocía ese conflicto. Y valoraba al guerrero castellano. Supo, desde el primer minuto que si quería mantener la estima del paladín no debía crearle un conflicto ético, ni moral. Por eso supo tenerle contento respetando tanto la fe como la lealtad del caballero.
Este conflicto interno estará presente en el Cid a lo largo de toda su vida, como veremos en la película. Ahora sigo con las fronteras. Volveré a la peli y quizás retome (de modo pasajero) lo de Al-Muqtadir, cuando vaya comentando la peli de modo cronológico. Al menos lo más cronológicamente posible.
Mito fronterizo Made in Spain
Rodrigo, y ya entro en la película, ha vivido toda su vida en un ambiente bélico: el de la frontera.
El mismo concepto que veremos siglos después en
la conquista del Oeste en los
Western. Y si me apuráis, hasta en los vaqueros.
Ir avanzando paso a paso empujando una frontera para ampliar tu territorio. Con el agravante de tener en frente una marea hostil y enemigo declarado. Me detengo en este punto para ir dando otras pinceladas sobre la peli…
Ben Yusuf
Desde el principio de la peli conoceremos al rival cinematográfico del Cid: Ben Yusuf. Veremos que convoca a los señores de los reinos musulmanes de la península para llamarles al orden. No entiende, ni comparte, la convivencia semipacífica con los reinos cristianos fronterizos. Quiere que abandonen cualquier pacto. Para dar ejemplo quiere castigar a los que hayan pactado. Su objetivo final era expandir Al Andalus al resto de la península para no dejar un palmo de terreno a la cristiandad.
Más adelante, en este comentario, indicaré el instante en el que el antagonista de Rodrigo entra de lleno en escena. Digamos que, por el momento, y siempre con el guion en la mano, no con la Historia real, antes de irrumpir de manera definitiva lo que hará será espolear a los suyos. Y eliminar a los que no piensen como él para prepararse el terreno para una invasión a gran escala.
Volvamos ahora al mito fronterizo en América del Norte. En los Actuales Estados Unidos.
En el Western y en la época colonial, los colonos anglosajones fueron empujando a los indios fuera de sus territorios norteamericanos. Avance lento pero implacable de Este a Oeste. Como refleja la obra de Cooper, que gira en torno al Mito de la Frontera.
Pentalogía del mito fronterizo de Cooper
Los pioneros
- La pradera
- El trampero
- El cazador de ciervos
Cooper nos sirve para comprender la diferencia entre un mito fronterizo y otro. Español y estadounidense. Ambos mitos a partir de sendas realidades.
Frontera de las colonias británicas primero, y después estadounidense: El de Cooper será un avance progresivo. Con obstáculos pero sin marcha atrás. Hasta colonizar todo lo que hoy conocemos como Estados Unidos. Siempre avanzando de este a oeste.
El de la España ocupada por los musulmanes será otro tema bien diferente. Aquí los avances serán tan lentos como infructuosos. No obstante se prolongarán a lo largo de ochocientos años. Un paso hacia el Sur, dos de vuelta al Norte. Es la Historia de un pueblo arrasado de la faz de la Península Ibérica que tardó ocho siglos en expulsar a los invasores.
La ida y venida, ganancia y pérdida de los territorios evitaban que la agricultura prosperara. Necesitaban poder hacer las maletas y salir por patas cuando sufrían una rafia fronteriza. De ahí los «cowboys» o vaqueros, que cruzaban la frontera, se asentaban y, si hacía falta, volvían a hacer las maletas y se largaban. Siempre avanzando de norte a sur. Por eso prosperó la ganadería.
El Cid batalló sin cesar
Contra cristianos y contra musulmanes. Atacando y protegiendo a unos y a otros en función de las circunstancias. Esto, ciñéndonos al guion de la peli, le jugará una mala pasada. Cuando acuda al castillo de la familia de Doña Jimena.
Hará un alto en el camino para auxiliar una plaza cristiana del asedio de dos ejércitos moros. A la sazón uno del zaragozano Al-Muqtadir, que aparecerá y reaparecerá entre los aliados del Cid más adelante y el otro del valenciano Al-Kadir.
Los vence y los hace prisioneros. Pero su carácter y su personalidad harán que decida liberarles a cambio de prometer que no volverán a dañar los intereses del Rey de Castilla. Este gesto hará que se gane el respeto y la admiración del zaragozano y, por contra, se gane el descrédito de algunos capitanes cristianos. Entre ellos el de su futuro suegro el conde Gomaz, que lo repudia siguiendo el ejemplo del conde Ordóñez.
El suegro la lía parda
Gormaz reta en duelo al mozo que quiere casarse con su hija. Don Rodrigo teme ese enfrentamiento. Nada puede salir bien. Si pierde, palma. Si vence se carga al suegro. No creo que sea la mejor manera de sellar un contrato matrimonial. Por lo que intenta, desesperado, poner fin a esa locura y eludir el duelo.
Pero el (futuro) suegro se enroca. Es cabezón y persistente, y rechaza la oferta. Se empecina en luchar. Y lucha, y pierde y muere a manos de Rodrigo. Su hija rompe el compromiso con su prometido tras ser testigo del ajusticiamiento del padre a manos del pretendiente. Menudo folletín.
Como veréis Don Rodrigo no es de los que echan mano a la espada a las primeras de cambio. Pero tampoco rehúsa un combate. Sea singular o en la batalla. De hecho, creo que ya lo mencioné antes, se medirá 40 veces en todo tipo de combates y nunca perderá uno solo. Y muchos otros que no libró porque los rivales se rendían a su llegada sin entablar combate.
Ramiro de Aragón…
El aragonés intenta meter la cuchara en el plato.
Reclama Calahorra y Don Rodrigo ve la ocasión como única para que Fernando obvie lo sucedido y mantenga su reputación sin tacha. Rodrigo defenderá los intereses del castellano. ¿Y quién gana? Exacto.
Campeón del rey
La victoria le hará ascender a Campeón del Rey. Y volver grupas al sur. Nos vamos a Sevilla. Esta parte tiene su buena dosis de realidad. La de Sevilla. Como veréis voy dando saltitos y pongo un pie en la vida real y el otro en la ficción, y dentro de la ficción unas veces en el cantar y otras en la peli. Espero estaros llevando bien por el caminito y que os estéis enterando.
Sevilla… y sobredosis de folletín de cine: ¿No va Jimena (la de Mann) y le promete su mano al conde Ordóñez si le rebana el cuello a Don Rodrigo? Pobre muchacho, que sigue enamorado hasta las trancas de su mocita y sigue aspirando a cortejarla. Y la otra quiere despacharlo.
El conde Ordóñez se alía con Al-Kadir
¿Los recordáis?
El primero es un cristiano, el que rechazó la decisión de Rodrigo cuando liberó al segundo tras la refriega. El segundo es el musulmán al que perdonó nuestro protagonista, junto con al de la taifa de Zaragoza, Al-Muqtadir.
El castellano se alía con el valenciano y tienden una trampa a Rodrigo. Este iba trotando a lomos de Babieca y canturreando aquello de «Sevilla tiene un color especial / Sevilla sigue teniendo su duende / Me sigue oliendo a azahar…» cuando ¡Zas! aparecen los jinetes de los dos confabulados y después aparece un tercer contingente… Es Al-Muqtadir, el de Zaragoza, que acude presto para auxiliar a nuestro Rodrigo. Este auxilio sellará una amistad vitalicia.
La fama de Rodrigo empieza a precederle
Si se hizo tan grande no fue solo por su capacidad para batallar. Ni por campear sin sufrir derrota alguna. Es por el balón de oxígeno que supuso para el cristianismo y para Castilla:
- Primer caso, dentro del plano espiritual: por contar con un paladín valeroso
- Segundo, en el plano físico: por el empuje que suponía semejante caballero
No solo contemplaba y observaba todos y cada uno de los preceptos del buen Señor. También era un ferviente cristiano, un hombre de Leyes y un tipo avanzado para su tiempo que no identificaba erróneamente al musulmán con el enemigo.
Separa el trigo de la paja
Diferencia, y juzga a moros y cristianos por sus hechos, no por su credo. Sin dejar de lado que era un defensor del cristianismo y cuando sirvió y/o ayudó a algún musulmán lo hizo por uno de estos dos motivos: Bien porque el musulmán merecía protección porque pagaba tributo para ello. O bien porque defender a ese musulmán supusiera defender una causa justa.
En el primero de los casos, por el tributo, como con el de Sevilla. Y por obligación de su Señor, podía, o debía, enfrentarse a las milicias de otro señor cristiano si atentaban contra el musulmán que estaba bajo su protección. En el segundo de los casos, «por causa justa«, permitía al Cid servir, o colaborar, a favor de un señor musulmán por iniciativa propia (recordad que estaba desterrado y necesitaba dar de comer a su mesnada). Pero siempre que esta causa, si fuera por iniciativa propia y justificada no supusiera un ataque gratuito e injustificado a otro cristiano.
Entro y salgo de la peli
De ahí que viviera y conviviera con el Rey musulmán de Zaragoza sin complejo alguno, siendo él un caballero castellano y cristiano. En la película veremos cómo se gana la amistad de al-Mutqadir y cómo vivirán casi hermanados.
En el Oeste americano no había pues un enemigo mortal, y si lo había, el indio, no hacía otra cosa que menguar y siempre estaba a la defensiva. Lo entenderéis mejor si leéis las pelis dedicadas a las
Guerras indias. Los musulmanes, sin embargo, podían resistir a los cristianos por las tropas que venían constantemente desde África.
Este es el contexto religioso del mito de la frontera castellano y español. Luego está el territorial, con una España que se está reinventando y que irá floreciendo en diferentes reinos.
Asturias primero, reconvertida en León después; Castilla; Navarra; Galicia y Portugal. Y condados menores como el de Barcelona (fruto de la Marca Hispánica carolingia). Estos reinos y los territorios menores, no dudarían en luchar entre si para ampliar sus propios territorios y anexionar provicinas y castillos. Esto va dentro de la condición humana.
Con el tiempo se agruparon y se unieron con un fin común: recuperar la Península Ibérica.
Este es el contexto cidiano
Este entrará al servicio del Rey Alfonso, hermano de Sancho. Poco a poco su fama irá in crescendo. De ahí que apareciera El cantar del Mío Cid, que inspira a Anthony Mann. Sancho y Alfonso se miden por la corona del padre muerto. Un padre que antes de morir reaprtió su reino en tres lotes, uno para cada hijo. A saber, Urraca: Zamora, Sancho: Castilla y para Alfonso Asturias y León.
Dentro de este contexto, tras la muerte de Fernando y bajo la bandera de Castilla al servicio del Rey Sancho, de cuyas mesnadas terminará siendo alférez se plantea un futuro prometedor para Rodrigo. Pero el Rey Sancho muere traicionado y esa muerte trunca la carrera del Cid, su alférez. Aunque para entonces no es todavía «Cid» sino D. Rodrigo.
A ver. Llega un momento en el que ya me cuesta, incluso a mi, saber cuándo hablo del cantar, de la peli o de Historia. Porque el primero y la tercera se distinguen a poco que hayas profundizado un poco en la materia. Pero la peli… La peli da por hechos unos hechos que no sucedieron.
Estoy metido en un laberinto…
O que no ocurrieron tal y como nos los cuentan, pero que se nos narran con tal grado de veracidad que cuesta desentrañar la ficción de la realidad. Es más. La versión «histórica» que plantea la peli es la versión que conoce el 90% de la población. La cual, en su inmensa mayoría no se habrá leído el cantar ni mucho menos se habrán sumergido en alguna biografía del personaje.
Sigo con la peli. Doy un pasito atrás, para explicar la traición que mencionaba y, según la peli, de dónde venía…
Sancho se enfrenta a Alfonso para apoderarse de sus territorios. Y vence. Y envía a Alfonso a la ciudad de Calahorra, para ponerlo a la sombra. Pero Rodrigo hace valer la promesa que hizo al padre de los tres hermanos, mediante la cual se comprometió a proteger a todos por igual. Ante la injusticia de Sancho, toma a Alfonso y se lo lleva a Urraca quien se niega a entregárselo a Sancho.
¿Lío? Esperad que ahora…
Llega Ben Jusuf
Desembarca en Valencia y envía al cristiano de nombre Dolfos a asesinar a Sancho. Estamos llegando a la famosa escena de la jura. Tened paciencia. El objeto del asesinato es sembrar cizaña entre los hermanos. Esto envalentonará a los capitanes, alféreces y paladines de ambos hermanos sobrevivientes y, si tiene suerte, provocará una guerra entre hermanos. Y a río revuelto ganancia de Ben Jusuf.
Pero no.
El Cid evitará que los cristianos derramen su sangre dando pie a una escena mítica en la historia del cine:
La jura de Santa Gadea
Del cantar anónimo a la peli de Mann
Cantar surgido de la necesidad de trovar la gran fama del Campeador en las cortes y en los castillos europeos con cierta dosis de retórica. Ensalzado con episodios (algunos ficticios) como la Jura de Santa Gadea, en la que el Cid habría hecho jurar, sobre la Biblia, al Rey Alfonso VI de León que no había participado en el vil asesinato de su hermano Sancho.
Digo «ficticio» porque este episodio es retórico. Es decir, que nunca ocurrió en la Historia. Pero sirve para ilustrar al Cid «personaje» y encumbrarlo con un gesto que, para Mann será el detonante de su declive en la corte.
En la película Mann beberá del cantar pero lo plasmará a su manera claro está. Según esta versión, como os decía antes, al-Muqtadir y el Cid se conocen enfrentados en batalla. Y será el Cid quien lo perdone tras jurar que no luchará contra Castilla (cosa lejana en la realidad). Esto le hará ganarse no pocos enemigos que conspirarán en la corte en su contra tildándolo de traidor.
En este pasaje de la película será al-Muqtadir quien le «bautice» como:
Al-Sidi = El Cid = El Señor
Mann nos presentará a un Cid emboscado cuando se dirija a cobrar las parias del Rey taifa de Sevilla. Allí llegará, a uña de caballo el Rey de Zaragoza, al-Mutqadir para socorrerlo. Insisto, en la versión del cine. De este modo le devuelve el favor al salvar su vida y así se forja una amistad imperecedera.
El destierro en solitario del Cid es uno de los episodios más remarcables de la película. Esto provocará que recorra su propio camino del héroe sumando seguidores que se suben a su estela. Un recurso fantástico que irá insuflando carácter y personalidad a un personaje, encarnado por Charlton Heston, sin tacha que conquista más corazones y lealtades que fortalezas (y conquistó unas cuantas).
Por fin ponemos rumbo a la recta final.
En la Historia real queda un buen trecho todavía, y las cosas ocurren de otra manera, pero la peli pone la directa y tenemos que agarrarnos porque vienen curvas.
Invasión almorávide
Mann nos presentará un contexto que envuelve a toda la película: la invasión almorávide a cargo del africano Ben Yusuf.
Dicha invasión es cierta pero dista mucho de ser como la pinta Mann. Fue infinitamente peor, y también más tardía en la Historia real (coincidiendo con el Cid en plenitud de facultades, fama y poder). Aquí lo tenemos presente desde el comienzo de la película y poco a poco se irá perfilando como el verdadero (y esto sí sucedió) archienemigo del Cid.
Como os dije antes, lo de Santa Gadea termina en el destierro de Rodrigo. Porque pese a haber hecho Justicia ha puesto en entredicho al rey. Y el rey no se lo perdona hasta que Ben Jusuf le reta para luchar en la Batalla de Sagrajas.
Aquí vemos una cosa que sí ocurrió en la realidad: El Cid es autónomo (como yo). Toma sus propias decisiones y le dice al rey que mejor que acudir a Sagrajas, al norte de Badajoz, deberían aprovechar para ir con todo a Valencia. Nanay. El rey quiere Sagrajas, mientras vemos que el Cid pone rumbo al este para reconquistar Valencia en la ausencia de Ju Suf. Le acompaña al-Mutqadir.
Al rey le pasan por la piedra pero…
El Cid toma Valencia
Y al rey, sobrepasado por la vergüenza en la derrota, la ira ante la negativa del Cid y el ansia de venganza decide hacer prisionera a Doña Jimena. Menuda ida de pinza. Por fin el sentido común se adueñará del conde Ordóñez, que tantas intrigas contra el de Vivar había protagonizado hasta la fecha. Él acudirá a rescatar a Doña Jimena y se la llevará personalmente al Cid, a Valencia.
Este cambio de bando por parte de Ordóñez permite al Cid seguir adelante con el asedio de Valencia. Aunque al final, lejos de reducirla por hambre, que era la costumbre, la reduce lanzando hogazas de pan con las catapultas. Así se gana el corazón de los valencianos, por el estómago. Estos le abren las puertas de Valencia y termina dando muerte a Al-Kadir.
Entonces se producirá otro episodio de los que traían frito al rey castellano. Los valencianos entregan su corona a Don Rodrigo. Y le piden que se la ciña y les gobierne en calidad de Rey de Valencia. Pero Rodrigo, fiel y leal a su Rey, envía la corona a Alfonso.
La venganza de Ben Yusuf
Ahora haced un alto en la lectura.
Buscad un mapa de España y marcad Valencia y Sagrajas. Unidlas con una línea recta. Como podréis observar, salvo por la inclinación sur de Sagrajas, es como si cortásemos España en dos mitades: Norte y Sur.
Esa era la jugada de Ben Yusuf. Si tenemos en cuenta que sus huestes campan a sus anchas en la mitad sur, y su cabeza de playa, y campamento principal, y fortaleza y capital provisional está en Valencia, el resultado de una hipotética victoria en Sagrajas sería tomar, de facto, la mitad de la península.
Esto dista mucho de la vida real, en la que sí vencieron los de Yusuf, pero hostigados por el sur por los reyes de taifas sevillano y pacense. Que no es que lucharan a pecho descubierto a favor de los castellanos, pero mantuvieron distraída la retaguardia almorávide.
Consecuencias reales y ficticias de la Batalla de Sagrajas
En la realidad también perdió el rey castellano. De hecho resultó herido. Pero el sacrificio de vidas desbordó a Yusuf que tuvo que darse una tregua a si mismo y se fue para África para reponerse. El rey castellano salió maltrecho, pero se recuperaría. El almorávide había perdido a su propio hijo. El precio por las pocas tierras ganadas resultó devastador.
Vuelvo a la peli, que como veréis cambia sustancialmente la trama. Aquí, vencido el castellano, Yusuf pone su grupa rumbo al este para retomar Valencia. La ciudad y el Cid se preparan para la ocasión. Aquí vuelvo a invitaros a leer mi comentario sobre
El Cid histórico para que profundicéis en la etapa valenciana del Cid.
La peli se encargará de alimentar el mito que adorna al verdadero Cid. Las gestas realies del verdadero Cid necesitan pocos adornos, pero abandonémonos al romanticismo de esta película, que bien lo merece.
En el camino hacia Valencia Ben Yusuf apresa al conde Ordóñez y lo asesina tras torturarle.
La defensa de Valencia
Avanza hasta las puertas de Valencia con una marabunta humana. El Cid sale al frente de su mesnada y frena a las huestes almorávides, pero regresa a Valencia con una flecha mortal incrustada en su cuerpo. Ben Yusuf le da por muerto. Su amigo de Zaragoza, al-Mutqadir, le aconseja extraerla para que pueda reposar, recuperarse y sanar. Pero el Cid se niega.
La hueste almorávide es inmensa, y está bien comandada. Rodrigo teme que sus mesnadas y los soldados valencianos desfallezcan viendo que su líder se retira por primera vez antes de un combate, el número 40. Esto le daría por perdedor del 39º. Y sería su única derrota en batalla, pero justo en la más importante de todas y en la que pondrá el broche, para bien o para mal, a su historia de paladín de Castilla.
Por eso promete que por la mañana liderará el ataque final. Y así hace. Durante la noche se las ingeniarán para construir un armazón en el que sentar el cadáver del Cid. Porque sí, expiró de madrugada. Le sientan y, contra todo pronóstico, Don Rodrigo se pondrá al frente de su ejército compuesto por cristianos y reforzado cob algunos musulmanes.
Ben Yusuf no da crédito a sus ojos cuando ve al Cid salir de Valencia
La parte de la leyenda, del cantar y de la película culminará en la galopada del Cid a lomos de Babieca. Después de muerto, en defensa de Valencia.
Aquí vemos la secuencia de la galopada del corcel balnco con un Cid imparable capaz de vencer a los almorávides después de muerto. Vemos cómo se apiñan las huestes invasoras alrededor de Valencia. Y vemos abrirse las puertas y salir al Cid y detrás de él a su ejército, sembrando el pánico y el miedo supersticioso en los sitiadores que daban por muerto al paladín castellano y ahora lo veían comandando a los suyos.
Esto insufla ardor guerrero en los defensores que salen con todo de la ciudad y amilana a los sitiadores que, incrédulos, tras poca resistencia se volverán y huirán.
El Cid y El Señor de los Anillos
La peli de Ralph Bakshi. La de 1978. Pues bien, «ojo al dato» que diría aquel…
Si os fijáis las dos batallas tienen el mismo final. En la de Bakshi su película termina con la salida de Theoden Rey al frente de los pocos eorlingas que le quedan en el Abismo de Helm. Lo recordáis… seguro que lo recordáis. Cuando se adentran en el avispero de Uruk-Hai.
Pues existen dos paralelismos entre la batalla de Valencia y la del Abismo de Helm. Así como un tercer paralelismo entre las vestimentas y los pertrechos de los almorávides y los orcos Uruk-Hai de Saruman.
El castillo de Belmonte, en Cuenca
Ese castillo es Helm y es Valencia. Es el mismo castillo que se usó para recrear la Valencia del Cid de Mann. Y también se usó para recrear el Abismo de Helm de El Señor de los Anillos de Bakshi.
Puestos a comentar fricadas, este castillo será, también, la fortaleza de
Los señores del acero, de
Paul Verhoeven, en
1985. ¿Cómo se os queda el cuerpo?
Pero todavía hay otro detalle que aún hermana más, si puede, ambas producciones…
Los orcos de Bakshi visten las ropas de los almorávides de Mann
Alucinante, ¿verdad?
Muchas de las capas, túnicas, capacetes y de las lanzas y yelmos y escudos que lucen los orcos de la película de Bakshi son prendas y atrezo, utillería, de la película que estoy comentando hoy. Son ropas y pertrechos de los almorávides que, con el ánimo de ahorrarse unos cuartos, el director Bakshi recuperó y recicló para su adaptación de la obra de
JRR Tolkien.
El Cid se filmó en España
Como os dije antes, el castillo que rinde y defiende el Cid en Valencia es realmente el castillo de Belmonte de Cuenca, en Castilla-La Mancha. Otros lugares en los que se filmó, y cito Wikipedia, fueron Peñíscola, en Castellón (Comunidad Valenciana), Ampudia de Palencia y Torrelobatón de Valladolid, ambas en Castilla y León.
La película es una coproducción italo-americana rodada íntegramente en España. El sello italiano es Sofía Loren, que encarna a Doña Jimena.
Charlton Heston
Charlton Heston venía de hacer Ben-Hur y Los diez mandamientos. Y un puñado de pelis menores entre medias. Esta peli terminó de encumbrarlo como el actorazo que es. En el fancine lo encontraréis en La batalla de Midway, El planeta de los simios y en Cuando el destino nos alcance.
En cualquier caso, esta película rescató del olvido al más grande de los Campeones de Castilla y de España: Don Rodrigo Díaz de Vivar encarnado por Charlton Heston.