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Gladiator

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No tenía pensado comentar Gladiator en el fancine. No a corto plazo, por lo menos. Y ahora me veo redactando dos comentarios consecutivos, porque cuando publique este me pondré con Gladiator II también.

Se lo debo a Antonio Cruz, que me ha asaltado al galope y me ha cambiado la programación para el podcast de cine en Antena Historia. Con motivo del estreno de la secuela.

Así pues, aquí estoy, haciendo mis deberes y escribiendo estas dos entradas cuyos textos usaré, también, como guiones para el podcast, no sea que me olvide de algo. Aunque tampoco sé si llegaré a tiempo, espero que sí. Por si las moscas me pongo manos a la obra.

Gladiator va de más a menos

Su inicio, con la batalla en Germania me parece sublime. Con la legión romana desplegada por el bosque y los bárbaros (porque no sé si debería llamarlos germanos) atacando fuera de sí. Ese es el punto álgido, para mi gusto, de toda la película.

Sí, luego está la escena en la que Máximo Décimo Meridio se descubre y da su nombre. Muy chula. Pero ahí se queda. Es más, si he dicho que la peli empieza por todo lo alto y de ahí va bajando, para mi, tras la escena mencionada la peli se desploma. Se cae. Es como si esa escena fuera una carga de dinamita en el epicentro de los cimientos de un rascacielos. Explota la escena y se me derrumba la peli. Pero luego llegaré a eso.

Los duelistas > Alien > Blade Runner > Legend

Por ahora sigo con mi reflexión sobre su evolución, in decrescendo, me vais a permitir que reflexione en voz alta: esa evolución es equiparable a la carrera cinematográfica de Ridley Scott. Empezó con Los duelistas, opera prima y obra maestra de Scott. Siguió con dos iconos de la Ciencia Ficción: Alien y Blade Runner, y después Legend, otra joya, ésta de la Fantasía.

Esas cuatro pelis están entre mis 25 favoritas. Quizás Legend se descuelga un poco, vista ahora, con 50 años, pero en mi época de quinceañero me volvía loco. Etapa en la que empecé a jugar a Dungeons & Dragons (y este viernes tengo partida programada para cuando termine de grabar el podcast). De hecho, volviendo a Legend: la veo todas las vísperas de Reyes Magos desde 1990. Sin falta. Alien cae dos o tres veces por año, lo mismo que Blade Runner.

Por eso, cuando critique a Scott veréis que no es porque le tenga manía ni nada de eso, si se la tuviera no me desharía en elogios por estas pelis, y por Black Hawk down, que es de lo mejor del cine bélico de todos los tiempos. Es porque, y hablo desde mi gusto personal, sus demás películas, exceptuando 1492: La conquista del paraíso y Marte, flojean. La estética de El reino de los cielos es brutal, pero su mensaje me deja frío, muy frío. Y la que tendré que volver a ver para poder cerrar una opinión definitiva es El último duelo, que, de verdad, no sé si me gusta o me disgusta.

El resto, vistas una vez, pocos revisionados haré.

Cine histórico ❤️‍🩹 Ridley Scott

Esta es para mí su gran tara.

Es verdad que el cine está concebido para entretener. Muy cierto. Y hasta el mismo Antonio Cruz dice que cuando ve Gladiator se abstrae del todo del rigor histórico. Yo me esfuerzo. Os lo prometo. Y lo logro hasta que vemos cierta puñalada trapera en una mazmorra. Bueno, voy a hacer spoiler desde ya porque la peli es de 2000 y han pasado 24 años, no creo que, a estas alturas, destripe nada a nadie.

Y aun así, retengo mi comentario porque sería empezarlo por el final.

Sólo os diré que sí, que soy capaz de ver la peli sin pensar en la Historia, pero otra cosa es el guion. Un guion que salvó el mismo Russell Crowe pues, al parecer, David Franzoni iba de aquí para allá con el guion a cuestas poniendo parches y cambiando cosas a diario. Y cuando digo «a diario» me refiero a que no hubo un día en el que se diera por terminado el texto. Y con el pretexto de lo dicho, Crowe puso de su parte y fue él quien ideó las frases míticas que todos hemos repetido mil veces: «Fuerza y honor«; «A mi señal: ira y fuego«… y todas esas.

Juan Antonio Cebrián… «el Cebri«

Qué bien sonaban esas frasecitas cuando las pronunciaba «el Cebri» en La rosa de los vientos. Qué pena. El mejor divulgador de todos, el mejor programa de Radio, no sé si de siempre, pero ahí está, entre los mejores.

Y luego se apropiaron de él algunos colaboradores suyos, para seguir viviendo a su costa. Por lo menos tuvieron la decencia de dejar de llamar al programa La rosa de los vientos de Juan Antonio Cebrián, y quitaron «de Juan Antonio Cebrián» porque cantaba demasiado tras el desembarco político e ideológico de Bruno Cardeñosa. Qué manera de arruinar un programa convirtiéndolo en panfleto. Fiel oyente de Onda Cero durante más de una década y hace ya, casi quince años que no la tengo ni sintonizada en la radio del coche.

Va por ti, Juan Antonio:

¡Fuerza y Honor!

Divagaciones al margen, retomando las frasecitas de Rusell Crowe: que el mayor y mejor divulgador histórico que ha conocido la radio española las usara dice mucho de cuánto caló Gladiator en el imaginario colectivo.

No es pecata minuta que dedique un par de párrafos al Cebri. Me juego el pellejo a que la inmensa mayoría de podcasters de historia españoles hicimos la carrera escuchando Turno de noche, primero, y La rosa de los vientos, después. A él le debe la podcastfera tantos y tan buenos programas de Historia.

Tampoco, y ya vuelvo a la peli, decía que tampoco es baladí que todas esas frasecillas lapidarias fueran cosecha del protagonista es porque Russell Crowe se comió a Máximo. Lo hizo suyo y centrifugó la peli entera en torno a su personaje en una de sus mejores actuaciones en toda su carrera profesional, y eso que a mí me fascina en Cinderella Man.

Remato mi apreciación sobre Historia y Ridley…

Lo único que me molesta, de verdad, no es que se alteren personajes y se manipulen a los reales para reinventarles de cero. Lo malo es que Scott muestra cierto grado de soberbia cuando se le pregunta al respecto de los cambios en la Historia es sus guiones cuando responde: «¿Estuviste tú allí?» Y afirma que la Historia que tenemos no es de fiar. Daré por buena su afirmación, pues al fin y al cabo la Historia la escriben los vencedores, cierto es. Pero eso no justifica que tú la reinventes y revientes personajes por capricho.

Habréis visto que no ha salido Napoleón a colación… Soy todo un Señor.

También Commodo tiene sus buenas frases de psicópata indolente, hiriente y despreciable. «Si necesitan ayuda, que la pidan«. Creo que he confundido los ficheros de citas. Eso no lo dijo Commodo. Aunque viendo al personaje le habría sentado como anillo al dedo. O a Caracalla en Gladiator II. Como a Alex, de La naranja mecánica, o al Calígula, también interpretado por Malcolm McDowell. Incluso lo confundo con Patrick Bateman… el American psycho, pero a la española.

Lucio Vero, el hijo de Lucilla, la hermana de Commodo. Pues bien, no hablaré de él, no en esta entrada de Gladiator, pero sí os puedo decir que Lucio Vero existió de verdad, y fue el hijo de Lucio Vero, por lo que el niño de la peli es Lucio Vero II, hijo de la hija del emperador (por lo tanto, es su nieto) Marco Aurelio. Así lo verbaliza él mismo cuando habla por primera vez con Máximo. Pero ahí se queda la cosa porque Ridley Scott no se toma la molestia de explicarnos quién fue ese padre.

Lucio Vero (el padre…) y Marco Aurelio

Los dos fueron emperadores de Roma. Simultáneamente. Fueron los dos primeros co-emperadores de Roma, adoptados los dos por Antonino Pío, por mandato de Adriano, el que mandó construir el Muro de Adriano que, un servidor, se ha recorrido a patita de este a oeste en la frontera entre Inglaterra y Escocia, o la separación entre britanos (bretones) y escotos y pictos. De verdad, id a York, para mi la ciudad más bonita de todo el Reino Unido y síntesis de su historia entera.

Pues bien, él fue quien ideó lo de tener un imperio bicéfalo: lo que vemos en Gladiator II con Geta y Caracalla no es una invención del director (aunque sí lo es el parentesco, pues no eran gemelos). Por eso mismo, para centrar mi apreciación, Lucio Vero II no era sólo el nieto del emperador (en cuanto a hijo de Lucilla) sino, también hijo del co-emperador Lucio Vero, casado con la hija de su colega de profesión Marco Aurelio. Era pues Nieto e hijo de emperadores, lo que lo convierte en el claro sucesor de ambos.

Claro sucesor… ¿con derecho al trono?

Al César lo que es del César

El trono imperial de Roma no era hereditario. No se transmitía por linaje, sino por idoneidad. Por lo menos en la época de la peli. De hecho, Marco Aurelio fue, si recuerdo bien, el quinto emperador adoptado, por idóneo, y él truncó la tradición a favor de Commodo.

El emperador de turno adoptaba como hijo suyo al mejor candidato al trono. Era el hijo adoptado por el emperador el que sucedía al padrastro tras su muerte. No el hijo natural. Esto se hacía así para no perpetuar dinastías y para que el emperador fuera siempre el más digno sucesor y potencialmente, el mejor servidor de Roma.

Por eso chirría el comportamiento pueril del Commodo de la peli. Y más si tenemos en cuenta que Marco Aurelio se saltó a la torera esa norma no escrita de la adopción y fue él quien dejó a su hijo Commodo como heredero. Menudo cambio, ¿eh? Commodo fue un resentido, pusilánime y cobarde… parece que fue esas cosas, pero aflorarían con el paso del tiempo ya en el trono imperial. Y sí, fue un pésimo gestor, pero no se cargó a su padre. Me cachis… con lo bien que queda en pantalla la escena en la que asesina a Marco Aurelio. Pues nada más lejos de la realidad, para que veáis.

Gladiator

Máximo Décimo Meridio lidera la legión romana que se enfrenta a los germanos en la frontera del imperio. Intentan someter a los bárbaros para poner fin a una guerra que se alarga en demasía.

El arranque de la película es, para mi gusto, lo mejor de las dos horas y media de cinta. A pesar de que los germanos son un poco raros y no parecen hacer demasiada justicia a la realidad… Cuando nos vemos inmersos en el fragor de la batalla, con la infantería romana subiendo una colina, los teutones corriendo, bajo miles de flechas, a la carga hacia abajo y la caballería imperial apareciendo de entre los árboles de la linde del bosque en llamas… ahí lo perdono todo. Ahí disfruto con todo.

Ver la lucha cuerpo a cuerpo matando para huir de la muerte y rebosando patriotismo, los unos y los otros, por igual, me parece una secuencia gloriosa. Por cierto, he dicho que los árboles estaban en llamas y en llamas estaban. De verdad, no es CGI ni hay fuegos artificiales. La secuencia de la batalla se filmó en Inglaterra, en un bosque que iba a ser arrancado de raíz porque iban a deforestar la zona, así que concedieron los permisos necesarios a Scott para que prendiera fuego al bosque. Y vaya si lo hizo. Menudo realismo y menuda escenita viendo a los romanos en todo su esplendor.

Marco Aurelio

Trajano | Adriano | Marco Aurelio | Teodosio

¿Qué tienen en común estos emperadores?

Dos cosas:

  1. Son cuatro de los mejores emperadores que tuvo Roma
  2. Los cuatro eran hispanos, nacidos en Hispania, la actual España
    • Tres de la Bética, por el rio Betis (Guadalquivir) de familias romanas asentadas en Hispania
      • Trajano y Adriano de Itálica (cerca de Sevilla)
      • Marco Aurelio de Ucubi (Espejo, en Córdoba)
    • Uno de Cauca (Coca, Segovia) de familia hispana
      • Teodosio: fundador del Imperio Romano Cristiano

Los tres béticos, junto con el romano (de Lanuvium) Antonino Pio, constituyeron el Imperio Humanístico Romano, equivalente al Renacimiento y a la Ilustración de la antigua Roma por sus letras y sus artes. Gobernaron del año 98 al 181 y lograron el mayor esplendor y expansión del Imperio romano. Ellos instauraron la monarquía que mencioné antes, no hereditaria sino meritoria.

Por lo tanto, el Marco Aurelio que vemos en la peli nació en territorio español de padres llegados a Hispania desde Roma. Obvio decir que «lo mismo que su hermano Lucio«, con quien cogobernó Roma. La verdad es que eran hermanos, pero entendían su vida, y su responsabilidad al frente del Imperio, de maneras distintas. Lucio Vero (el «padre» del niño Lucio de la peli) era un pelín vividor e irresponsable.

Sin embargo, Marco Aurelio fue el epítome del emperador perfecto. Intelectual, inteligente, sensible y respetuoso hacia Roma y hacia los romanos. Consolidó todas las instituciones y siempre se sometió a la Ley. Filósofo y estoico, hizo de la humildad y de la sencillez, su modo de vida.

Ese es el personaje que vemos al principio de la peli. Todo bien hasta que se desmarca de la vida real. Recordad que en la realidad dejó que su hijo Commodo heredara el trono. En la peli, sin embargo, vemos cómo felicita a Máximo, por vencer la guerra, y le confiesa sus planes (ficticios, esto ya es la peli, al margen de la Historia): Devolver el poder de Roma y de su Imperio, al Senado. Eso elimina a Commodo de la ecuación, y su hijo, más parecido a su hermano que a su padre, no está dispuesto a ser apartado y reclama su derecho al trono. Como Marco Aurelio se lo niega, el hijo mata al padre y aquí Paz y, después Gloria.

Máximo Décimo Meridio

Otro español, de Trujillo, como Pizarro.

¿De Trujillo?

Sí. de Turgalium (Trujillo), cerca de Emérita Augusta (Mérida), en cuyas cercanías seguía viviendo su familia. Al parecer Ridley Scott visitó Extremadura y quedó cautivado por Trujillo y quiso incluirla en la peli.

Cáparra

Aquí hago un alto para hablaros de Cáparra… Uno de los enclaves romanos más fascinantes que encontraréis en toda Europa, con un arco cuádruple que forma un cruce de caminos en medio de la dehesa extremeña, cuna del cerdo ibérico más sabroso. Algo digno de verse: maravilloso. Mi rincón secreto cuando iba a Plasencia y todos se iban de chatos. Mi padre y yo nos cogíamos el coche y nos íbamos a pasar la mañana fantaseando entre ruinas. Sin olvidarnos del acueducto de Plasencia, el segundo por tamaño en España (después del de Segovia) y tercero de todo el Imperio romano.

Máximo es un general que se viste por los pies.

Es Leal al emperador. Leal a Roma, leal al Senado y leal a sus hombres, a quienes lidera dentro y fuera de la batalla. En combate se pone al frente de sus hombres, predicando valor con su ejemplo. Fuera del combate es un camarada más, en el sentido del origen de la palabra camarada, original de los Tercios españoles. Se preocupaba y se ocupaba de sus legionarios. Los conocía por sus nombres y compartía rancho y penas con ellos.

Cuando vence a los germanos recibe la ovación cerrada de los legionarios. Él cede todo el honor a Marco Aurelio, quien camina con él y devuelve el cumplido a su general porque comprende que el héroe es el legionario que camina con paso firme a su lado.

En esas llega Commodo de Roma

Es testigo del amor que sienten los legionarios por su general y espolea su corcel para jorobar la fiesta al hispano que humilla su cabeza en su momento de Gloria para rendir vasallaje al hijo del emperador que inicia un mini diálogo que es mi favorito de toda la película al dirigirse a su padre preguntando – ¿Me la perdí? ¿Me he perdido la batalla? – a lo que responde Marco Aurelio – Te has perdido la guerra -. ¿Se puede decir más con menos?

Nos ha descrito al personaje. Con unas pinceladas previas, cuando vemos que está llegando a Vindobona y nos lo presenta como un cretino integral. Y al parecer lo era de verdad. Un sátrapa libertino y vividor.

Esa misma noche vemos a Máximo entre políticos, pues también hay senadores presentes entre los invitados para celebrar el final de la guerra, y vemos que su comportamiento es errático y torpe. La soltura con que se desenvuelve entre soldados y frente a los soldados contrasta con su dificultad (nulidad) para lamer el culo a los políticos. Después habla con Marco Aurelio y el emperador le confiesa que quiere reposar su corona sobre Máximo para que éste proteja a Roma y devuelva el poder al Senado. Máximo pide ser eximido de tal responsabilidad porque está fatigado y desea volver a su casa en Hispania. Pero su negativa es lo que ratifica al emperador en su opinión de que es la persona idónea.

Pasa el rato y, cuando Máximo está con su sirviente Cicerón, Commodo habla con su padre y descubre el pastel. No va a ser emperador. El niño mimado, creído y consentido no encaja bien la mala nueva y, ni corto ni perezoso, asesina a su padre. Y muerto el padre no tarda ni medio minuto en autoproclamarse emperador. Hechos consumados, sin mayoría absoluta, sin el cariño del pueblo, sin el voto que lo legitime, se encarama al trono ávido de poder.

Autoridad Vs. Auctoritas

Commodo sabe que Máximo cuenta con el favor de las legiones. Por lo dicho antes: porque es su líder, su jefe, pero sobre todo porque es un camarada que se faja en el fragor del combate junto a los suyos. Es el líder carismático que rebosa auctoritas, mientras Commodo sólo dispone de autoridad.

La auctoritas es la ascendencia moral y ética que hace que un líder lo sea porque predica con el ejemplo y trata con seriedad, y con Justicia, a sus subalternos. Es el que pide opinión, rectifica en caso necesario, pero también al que no le tiembla el pulso para tomar una decisión, la correcta, y no le tiembla el pulso para defenderla. Inspira, acompaña y aplaude el trabajo de quienes están bajo su mando.

La autoridad se le supone, incluso al que goza de auctoritas, pero está en el modo de emplearla la diferencia entre ser un jefe justo o un tirano. Y Commodo, que no tiene carisma, ni personalidad, ni conoce la ética, rebosa autoridad y despotismo, soberbia y violencia física y verbal que ejerce sin tapujos sobre quienes tiene por debajo para coaccionarlos, condicionarlos y forzarlos a obedecer, aunque la orden sea incorrecta y dañina.

Por eso Commodo intenta arrimar el ascua a su sardina y quiere atraer a Máximo para hacer de él su mano derecha. Lo quiere al frente de sus legiones, para tenerlo atado y bien atado y, después de atarlo, que derroque al Senado y sea el martillo que impone su dictadura aplastando contra el yunque cualquier conato de resistencia.

Semper fidelis

Pero se topa con la lealtad de Máximo hacia su padre, ya muerto: asesinado por un hijo vil. Y no entiende, porque no comparte sus valores, que prefiera ser despojado de su autoridad, de su cargo y hasta de su vida, antes de vender su alma al diablo. Por eso se gana el favor de Quinto, el lugarteniente de Máximo y manda a sus pretorianos que se lo lleven lejos del campamento romano y lo asesinen. Que muerto el perro, se acabó la rabia.

Pero Máximo, perro viejo, se desembaraza de los pretorianos, que, por ser escolta de Commodo, quien no ha pisado Germania hasta terminada la guerra, no tienen experiencia luchando en la nieve, ni con la escarcha que inutiliza sus gladios en la vaina, por lo que roba dos caballos y huye. Sabe que no puede volver al campamento, porque volverían a apresarle. Sabe que no puede ir a Roma, y sabe que su sitio está en Hispania, con su familia. Pero cuando llega a su hacienda, ésta ha sido quemada hasta los cimientos y su mujer y su hijo cuelgan de una viga calcinados.

Commodo regresa a Roma con vitola imperial, y es aclamado por la multitud en virtud de vencedor en Germania, pese a no haber ni desenvainado su gladio porque llegó al término de la misma. Vemos enseguida que desprecia al Senado y apunta maneras, de inmediato, de tirano. Su hermana logra encauzarle, al menos por el momento, y consigue que no disuelva el Senado, por miedo a la plebe, a la que él intentará ganarse convocando 150 días de juegos.

El gladiador

A partir de aquí vemos cómo es recogido por un esclavista y cómo se lo llevan, moribundo, hasta el otro lado del estrecho. Una vez en África es vendido, junto con un africano llamado Juba que ha curado sus heridas y velado porque no muriera por la infección de una herida.

Los dos pasan a formar parte de una escuela de gladiadores cuyo dueño se llama Próximo, un antiguo gladiador, un liberto que se ganó la libertad por su valía en la arena. Y en la escuela hacen buenas migas con Hagen, quien fuera otro legionario romano, de origen germano que había luchado a las órdenes de Máximo. Un armario empotrado.

Máximo es el Cristiano Ronaldo de los gladiadores

Máximo se gana la confianza de Próximo y mide su evolución como gladiador por victorias. Esto es de Perogrullo, porque si perdías un combate, palmabas.

Su formación como legionario, su templanza, su arrojo y su valor, su capacidad de mando y su frialdad lo convierten en el Cristiano Ronaldo de los gladiadores. Una máquina de matar con un único objetivo: acumular victorias y méritos para ir al Coliseo en Roma. No para rematar su carrera de gladiador, ni para ganar su libertad, sino para asesinar a Commodo.

El coliseo de Roma

Por fin viajan a Roma y, he de deciros que la aparición del Coliseo, en el que todavía no he tenido ocasión de entrar, pero me muero de ganas por visitarlo, fue, junto con la batalla en Germania, lo mejor de la película. En esto, y en todo lo demás, se nota un gusto exquisito y un deseo explícito de recrear, lo mejor posible, la Roma imperial.

Según el esquema que me había planteado, el coliseo podría haber ido dentro del epígrafe de Máximo. Pero, teniendo en cuenta que es el escenario del tramo final de la peli, que tiene su propio protagonismo y que por él desfilarán todos los personajes de la trama, lo escalaré un nivel para que tenga un bloque propio.

Los senadores

Estos pasarán por la grada y veremos cómo debaten y discuten por los vomitorios, que eran las rampas y escaleras de acceso a las gradas en los teatros y circos romanos y siguen siéndolo en nuestros estadios de fútbol en nuestros días.

Veremos cómo hacen política y cómo cuchichean a espaldas del emperador. Quieren derrocar a Commodo, pero nadie se atreve a mover pieza porque todos saben que un paso en falso y el tirano se pondría a cortar cabezas.

Lucio Vero II

El hijo de Lucilla. Viuda de Lucio Vero. El que os decía que no se menciona en la peli, pero que era co-emperador con Marco Aurelio y, por lo tanto, esto es lo que convierte (o convertiría si hubiera línea sucesora) en heredero a Lucio. Me detengo en este punto porque así lo afirma Lucilla en un momento de la peli, pero esto sería otro error histórico por el carácter meritocrático con el que se entronaba al emperador en aquellos días. Por eso tampoco Commodo debería aparecer al principio de la peli gimoteando porque se han saltado su derecho al trono porque no había tal derecho hereditario.

Pero bueno, dentro de la ficción damos bueno el pulpo como animal de compañía y asumimos que sí, que el segundo Lucio es el legítimo heredero del trono, en caso de desaparecer Commodo porque sólo así se imprime más dramatismo en la relación con su tío.

Hispano

El muchacho conoce personalmente a Máximo, para entonces todo un campeón gladiador y héroe del pueblo bajo el pseudónimo de Hispano.

Llaman así a Máximo por su procedencia de Hispania. Y por eso lleva él una coraza de cuero con dos caballos que representan a los dos que tenía en Hispania y explica que son los mejores del mundo los caballos hispanos.

Lucilla

La pobre sale mal parada tras la muerte de Marco Aurelio.

Se queda atrapada en una jaula de cristal. Por un lado, está viuda, pues murió su marido Lucio. Por otro lado, pena por la muerte (porque no sabe que sobrevivió) de Máximo, su buen amigo Máximo, a quien honraba por cómo veneraba a su padre y a quien amaba en su fuero interno porque tuvieron un lío ocho años antes… que terminó cuando ella quedó encinta… ¿de su marido?

Pero lo peor de todo no es su pasado, sino su presente. Su carcelero es su hermano, Commodo. Un cerdo incestuoso obsesionado con someter sexualmente a su hermana. También la desea porque su vientre real podría concebir un hijo (y sobrino de ella) con sangre 100% real, digno de ser su legítimo heredero.

Commodo

Ya lo dije antes: un verdadero psicópata.

Y tiene todos los rasgos, además, de ser un tipo celoso, por cómo habla con su hermana, a la que desea carnalmente y por cómo se obsesiona con ella. Llega al punto de amenazar con matar a Lucio si ella decide suicidarse o lo traiciona. Este comportamiento obsesivo compulsivo se agudiza cuando descubre a Lucio jugando a ser gladiador e imitando a Máximo, como el héroe de Roma.

Jugando a gladiadores

Es verdad que Commodo tenía la afición de hacerse pasar por gladiador. Y ostentó un récord, no recuerdo su cifra, de unos 75 combates victorioso.

Commodo es el Messi de los gladiadores

A ver. Commodo es el emperador. Es como el vídeo del gol de Maduro en Venezuela. Me imagino al pobrecito gladiador que le dicen que rece sus últimas oraciones porque le toca luchar contra el emperador. Sus combates estaban amañados. Salía a la arena porque le fascinaba sentirse aclamado por el público. Porque le gustaba coreografiar las peleas. Pero, a la hora de la verdad, sus combates estaban amañados porque los gladiadores saltarían a la arena con la orden de dejarse matar.

Antes equiparé a Máximo con Ronaldo: por su fuerza, su firmeza, su entereza psicológica, por cómo entrena y cómo vence a todos a base de frialdad, valor, superación y fuerza.

Por eso mismo equiparo a Commodo con Messi, porque sus combates estaban amañados. Fueron como las ligas que ganó con el Barça, que tenía comprados a los árbitros. Como los balones de oro que ha «ganado«. A saber cuánto dinero habrá costado al Barcelona comprar cada uno de esos trofeos y robárselos a Ronaldo, a Iniesta, a Xavi, Lewandoski, Virgil van Dijk, Haaland, Sneider y Rodrigo (al que han compensado este año dándole el Balón de oro de Vinicius, aunque el que verdaderamente se lo merecía era Carvajal). Por no hablar del Mundial de Qatar y de la Copa América, en donde ni se han molestado los organizadores, ni la FIFA, por disimular sendos robos.

El discurso

Empecé mi comentario de Gladiator diciendo que la peli, para mi gusto, va de más a menos. Y lo mantengo.

Vamos directos hasta el combate final. Ya hemos visto la escena (que mola mogollón) de…

«Me llamo Máximo Décimo Meridio. Comandante de los Ejércitos del Norte, General de las Legiones Félix, fiel servidor del verdadero Emperador Marco Aurelio. Padre de un hijo asesinado, esposo de una esposa asesinada y juro que me vengaré, en esta vida o en la otra«

Ese discursito me encanta. Lo que no me gusta es el yelmo con que cubre su cabeza, no puede ser más rebuscado con los pinchitos y esas líneas que tiene, más la cresta. Con lo currado que tienen todo el vestuario y en el yelmo del protagonista van y (para mi) la cagan. No me gusta nada. Y sé que me echaré la opinión pública encima, pero es cuestión de gustos.

Ya hemos visto que los senadores se alían con Lucilla que recluta a Máximo para la causa y éste quiere tirar de su Legión que está en Hostia para derrocar al emperador. Hasta ahí, con Cicerón de enlace, bien. Incluso la puñalada trapera que el asesta Commodo antes de pelear juntos. Eso me lo creo porque, desangrando al rival, «éxito asegurado«. Compro todo eso. Hasta el duelo. Y hasta la muerte de ambos en la arena.

Lo que no compro es el discursito de marras al final de la peli. Por dos motivos (principales).

  • El primero estético: me parece que está toda la secuencia tan sumamente coreografiada que la pelo pierde todo el realismo. A mí me saca de la peli. Verlos a todos andando al unísono, con los brazos caídos y, de pronto, media Roma está por los pasillos del Coliseo. Todos los que tenían que estar presentes en el homenaje al héroe, sin falta, están ahí, ¡oh casualidad!
  • El segundo retórico: En los Estados Unidos tienen una tradición por los debates y por la retórica que mueve a colegios y universidades enteras para ver a sus candidatos librando duelos dialécticos. Bien. Esta escena final, con la perorata de Lucilla me parece, de puro artificial, impostado. Carece de naturalidad, de viveza. No es espontáneo, parece que lo ha ensayado mil veces en el palacio por si algún día podía soltarlo en público con todos los gladiadores, pretorianos, hasta Quinto, que traicionó a Máximo para aliarse con Commodo y vuelve a cambiar de chaqueta ahora que cambian las tornas, el niño, el senador y el apuntador…

Ha habido veces que he visto la película y cuando Máximo se desploma la apago, para no terminar con mal sabor de boca viendo el numerito del discurso y el gesto simbólico de irse todos en procesión dejando al emperador tirado en el suelo. Que el Commodo de la peli se lo merece, por canalla, pero es todo tan artificial y está todo tan medido que no. Para mi esta recta final desencarrila un tren que iba bastante bien hasta que se sale de los raíles.

Sé que esta opinión no será compartida por nadie, pero si no la comparto con vosotros no sería yo, y no sería sincero hacia vosotros ni hacia mí mismo.

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