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Tolkien

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Tolkien

Título: Tolkien
Título original: Tolkien
Director: Dome Karukoski
Guión: David Gleeson y Stephen Beresford
Producción: Peter Chemin, Jenno Topping, David Ready y Kris Thykier
Nacionalidad: USA

Año: 2019

Duración: 111′
Música: Thomas Newman
Fotografía: Lasse Frank
Productora: Fox Searchlight Pictures, Chemin Entertainment
Distribuidora: Walt Disney Studios Motion Pictures
Montaje: Harry Ylönen
 

Ficha artística

Nicholas Hoult – John Ronald Reuel Tolkien
Harry Gilby – Tolkien de pequeño
Lily Collins – Edith Bratt
Mimi Keene – Joven Edith
Colm Meaney – Padre Francis – «Tío Curro»
Derek Jacobi – Profesor Joseph Wright
Anthony Boyle – Geoffrey Bache Smith
Patrick Gibson – Robert Q. Gilson
Tom Glynn-Carney – Christopher Wiseman
Pam Ferris – Mrs. Faulkner

 

Tolkien era católico

El catolicismo subyace en toda la vida y obra de JRRT

Y si no entendemos la influencia positiva del catolicismo en toda su vida, y por «su vida» entendamos también su obra, es que no hemos entendido a Tolkien. Lo digo porque (y luego lo desarrollaré) no he sido capaz de identificar la impronta de la fe de Tolkien en una película que se ocupa de su biografía.
 
He ido a verla tres veces. La primera salí del cine con un profundo sentimiento de amor… porque amor hay en la película. Pero poco más. Si rascas en la superficie irás descubriendo que poco o nada subyace bajo ese romanticismo impostado. Cada vez que he vuelto a ir a verla he salido del cine con más preguntas, todas sin responder.

Preguntas que yo iré respondiendo en el fancine

Os decía que sí he visto amor en la peli. Amor entre Tolkien y Edith. Y en verdad se amaron. Tolkien dedicó toda su vida a amar a Edith. Su Luthien.
 
Pero Tolkien era un tipo apasionado. Amaba a su madre Mabel, hasta que quedó huérfano. Su amor a Dios quedará reflejado en su obra. Amó al Padre Francis, quien se ocupó de él en ausencia de su madre. Amó la Naturaleza. Amó a sus amigos: verdadero germen para La Comunidad del Anillo, obra que yo siempre definí como una oda a la amistad. Y amó a la Filología. Entendiendo ésta como la suma de Literatura y lingüística.

Tolkien era un apasionado

Si amaba lo hacía de corazón 

Los guionistas parecen no haber visto estos muchos amores suyos.
 
O sí los han visto, pero los han sorteado por miedo a tener que profundizar en ellos.
 
El amor a su madre habría tirado del hilo del catolicismo de Tolkien y no es un tema cómodo en los días que corren. No está de moda presumir de ser católico. Y su madre lo fue. O mejor dicho, su madre arriesgó todo por hacerse católica. Rodeada de baptistas y de anglicanos, empezando por su propia familia y la rama Tolkien. Por este motivo, su conversión, menguados sus ingresos por la falta del padre, se quedaran sin sustento alguno pues ambas familias retiraron su palabra a Mabel e hijos.
 
Pero ella se hizo fuerte en su fe y, con la ayuda del Padre Francis, de quien hablaré en breve, pudo iniciar una educación correcta para sus hijos John y Hilary, el hermano pequeño de Tolkien.
 
Conforme menguaba su economía más tenían que alejarse de la naturaleza que tanto apasionaba a Tolkien. Cada mudanza se adentraban más y más en Birmingham. El único consuelo que tenía su madre era que poco a poco se iban acercando a la iglesia católica del padre Francis y más se involucraba éste en sacar adelante a la familia Tolkien.

El padre Francis era un cura español: el tutor de Tolkien

El padre Francisco Javier Morgan Osborne
Sí, de la archiconocida familia Osborne del Puerto de Santa María. En la película le han dado un aire irlandés, por lo de católico. No podían decir que era español. El tutor legal de Tolkien, el creador de una mitología para Inglaterra… un español. Pues lo era, no lo olvidéis.

Nadie podría imaginar a estas alturas de la vida de Tolkien el papel que seguiría desempeñando el cura español tras la muerte de Mabel. Un 14 de noviembre. A partir de ahí. Tolkien comprendió la muerte de su madre como un sacrificio para lograr que sus hijos conservaran y fortalecieran su fe. Y eso hizo al quedar huérfano. Tolkien se refugió en su fe y ésta llenó el vacío de corazón que había dejado su madre. Nunca la suplantó, pero Tolkien anhelaba el amor de una madre que ya no podría dárselo, salvo en el recuerdo. En el recuerdo y en la fe que ella le concedió.
 

Mabel procuró tres cosas a Tolkien

  1. Su fe: el catolicismo
  2. El amor a los idiomas. Ella misma le enseñó latín y alemán y ella fue quien inculcó, quizás sin saberlo, dicha pasión
  3. Un tutor. El mismo Padre Francis que velará por los Tolkien hasta que fueran mayores de edad

 

El propio cura le descubrirá el español. Idioma que cautivaría al joven por una temporada. Y a punto estuvo de dedicarse en cuerpo y alma a su estudio. Pero entre medias se cruzó el anglosajón, o inglés medio. Una lengua muerta que revivió en su corazón, y en su mente.

Después descubrió el gaélico. La lengua que hablan en Gales. Lo hizo viviendo al lado de las vías del tren. Carbón, hierro, humo y hollín. Y entre medias los nombres en gaélico de locomotoras galesas. Se enamoró de ésta lengua. Y del inglés medio (hablado en la Edad Media).

Un don para las lenguas

Inglés, Inglés medio (anglosajón), francés (que aborreció), latín, alemán, en griego era un animal… y español. Luego vendrá el finés y otras lenguas de su propia cosecha. Tolkien sentiría su don lingüístico como una gracia de Dios. La palabra y el lenguaje, sobre todo su estudio, apaciguaron la pena de su corazón. Una pasión que le hacía vivir y revivir las horas de estudio de idiomas con su madre. Las letras (literalmente) sustituyeron a los árboles (éstos serán una constante en su vida) y en ellas se refugió mientras vivió alejado del campo.

Mabel murió y sobre su tumba colocó el Padre Francis la misma cruz de piedra que remataba las tumbas de sus hermanos de congregación. Cuando se abrió el testamento y se leyó, celebró que Mabel le encargara ser el tutor de sus dos hijos. El cura, por su parte, llevaba un tiempo procurando sustento a la familia entera. Mabel dejó 800 libras para sus hijos.

Pero Francis, de la familia Osborne, ya había tomado su propia iniciativa. Disponía de una buena cantidad de ahorros que, dada su condición de cura, ni se iba a gastar ni lo iba a dejar en herencia a hijo alguno. Por eso él se hizo cargo de la educación de los dos hermanos con el dinero que recibía del próspero negocio familiar de venta de vino de Jerez, de España, en el Reino Unido y en el resto del Imperio.

El padre Francis

Buscó y encontró alojamiento para los hermanos. Quería que siguieran dentro de un entorno familiar fueran Tolkien o Suffield. Y por suerte dio con una tía que respetaba la fe católica de Mabel y los acogió en su casa. Pero lejos de la naturaleza. Tolkien se sentía como si hubieran trasplantado una flor silvestre a una maceta puesta en el alfeizar de una ventana en medio de la urbe.

Su carácter se empezó a agriar. Sobre todo cuando entró una noche en casa y descubrió que su tía había quemado todas las cartas y todos los papeles y documentos de su madre. Sin importarle romper el corazón de los dos niños. El oratorio católico estaba lo suficientemente cerca como para terminar siendo primero refugio y después hogar de los Tolkien. En ningún sitio sentían amor como entre aquellos muros de recogimiento.

King Edward’s

Siguieron viviendo con su tía, pero la vida familiar la hacían en la iglesia. Por las mañanas acudían a misa y ayudaban al Padre Francis como monaguillos. Después desayunaban en el refectorio y al terminar se iban juntos al colegio King Edward’s.

Este fue el comienzo de una etapa en la que, en solitario Tolkien sería pesimista y lacónico, pero en sociedad haría amigos con facilidad. Sobre todo uno, Wiseman, con quien se disputaba el primer puesto académico y jugaba al rugby. Este sentido de la competencia y de la competición cimentó su amistad a las mil maravillas. Wiseman era metodista y sus diferencias religiosas les procuraron, junto al latín y al griego, verdaderos debates intelectuales.

Quiero recalcar lo de la «competencia» o mejor dicho, competitividad. Inconcebible en nuestros días. Estudiaba solo quien hacía méritos para estudiar. Y para hacerlo los muchachos competían con denuedo hasta lograr ser el mejor. El que no estudiaba se quedaba fuera del colegio y terminaba en una fábrica. El que estudiaba, si estaba becado, tenía que competir con todos y consigo mismo porque si no alcanzaba unas notas mínimas se le retiraba la beca. Así salían muchachos y después hombres duros y competitivos capaces de comerse el mundo.

La importancia de la meritocracia y del esfuerzo

Tolkien solo habrá uno en la Historia. Pero sus compañeros, igual que cualquier compañero de otro colegio de su época serían muchachos competitivos y académicamente bien formados. Todo este talento se perdería hoy en día dejando que los alumnos pasen de curso sin aprobar por miedo a hacerlos sentir flojitos y débiles. No señores, premiamos al vago, no herimos sensibilidades.

Premiamos al vago y rebajamos el nivel de nuestra Sociedad. Hoy en día tenemos una Educación socialista que está construyendo una Sociedad torpe, inculta y nada competitiva, precisamente  por los contravalores inculcados en la falsa Educación. Pero no por error, intencionadamente. Las personas poco ilustradas son más fáciles de gobernar, manejar y sacar a la calle como borregos.

Todo esto nos lo perdemos en el biopic de Tolkien

Después de leer esto comprenderéis la importancia capital del catolicismo y la Educación en su biografía.

Eso se ha velado en la peli para no incomodar a nadie. Y ya está: tenemos el biopic de «un Tolkien lejano a la religión» y si me apuráis «limitadito intelectualemnte» (aunque solo refleje la limitación de los guionistas, incapaces de profundizar en aspectos que impliquen un verdadero esfuerzo intelectual). Del amor hacia el padre Francis ni hablamos.

¿Cómo decir que el bueno de la peli es un cura?

Aunque en esta peli no hay malos. Un tipo que dedica buena parte de su vida a cuidar de dos niños huérfanos y los procura sustento, techo y los mejores estudios para que puedan prosperar en la vida… y todo de un modo desinteresado.

No vemos nada de eso en el biopic

Ahora apuntaré otro que no ha sido vedado, sencillamente ha sido infantilizado. Como casi todos los guiones de ésta década. Por el amor de Dios (¡menuda expresión para el comentario de esta peli!) ¿en qué se queda Tolkien? En un tontaina que no entiende que el amor de su vida le está tirando los tejos y se muere por un beso. Y todo esto para discutir unos tópicos ridículos y vendérnoslos como si fueran argumentos literarios de una profundidad abismal.

No hablo de Rowling sino de un verdadero creador y escritor: Tolkien 

Y hablar de Tolkien es hablar de un creador con todas las letras. El campo de la filología sería un terreno pantanoso para los guionistas. Claro. No todos están preparados para sumergirse en las Humanidades. Y menos aún en las Letras Puras.

Por eso los guionistas de Tolkien han pasado de puntillas por su pasión lingüística. Es más, nos han dibujado a un Tolkien ridículo que se lía con una palabra y nos vuelve locos haciéndonos clavar las uñas (hablo como filólogo) al ver pasar  de largo un filón para un buen guión.

Pura lingüística

Miedo a sumergirse en el aspecto lingüístico de uno de los mayores genios de la palabra. Un genio lingüístico de la talla de Cervantes, casi. No obstante Tolkien inventa el género fantástico (bebiendo de las diferentes mitologías pero creando y recreando un nuevo universo).

Cervantes, por contra, inventó un género literario. La novela. Bebió de los libros de caballería, del amor cortés y de todo cuanto leyó en su vida, para crear un nuevo género, tan actual como que es el que produce el 90% de la producción literaria de nuestros días. Tolkien hizo suya la narrativa (el formato) de Cervantes y a partir de ella se sacó un universo literario de la chistera.

Y no lo digo yo.

Lo dijo Umberto Eco

«El primer best seller fue la Biblia, y después Tolkien».

No se refería a El hobbit, ni a El Señor de los Anillos, ni tampoco a la joya de la corona, El Silmarillion. No. Se refería a Tolkien, englobando en él a toda su literatura.

No haré hincapié en la falta de buenos guionistas de nuestra época. Personas que escriben sin fundamento. ¿He dicho «escriben»? Aporrean teclados sería más justo. Sin conocimiento de causa. Se agarran a un tópico y se inventan todo lo que engloba, o lo que le rodea. Guionistas que hacen refritos de clásicos porque no tienen nada nuevo que aportar.

Hoy me acabo de enterar de un posible remake de DUNE. Lloro por dentro. Se lo cargarán. La única excepción es Blade Runner 2049. Única película a la altura de su predecesora Blade Runner en una época de guionistas con encefalograma plano. Salidos de una generación que ha dado la espalda a las Humanidades y por mucho leer han leído los resúmenes de las grandes obras literarias. Y sin leer no puedes escribir. Me apostaría algo a que todo lo que saben de Tolkien lo han sacado de Wikipedia.

Todo esto para deciros que el verdadero filón de esta película no estaba en el romance con Edith. Insisto: el gran amor de su vida. No, ese era el tema simplón al que agarrarse. Bonito, romántico y tan épico en la vida real como en su reflejo literario en el amor de Beren y Luthien en la 1ª Edad de la Tierra Media en El Silmarillion (El Señor de los Anillos transcurre en la 3ª Edad).

Un biopic sobre Tolkien…

Sin despreciar su gran amor, debería haberse sumergido en la etapa del proceso literario. En las noches de insomnio escribiendo y reescribiendo la historia de la Tierra Media en un ánimo, casi patológico, de perfeccionismo literario. Ahí estaba el reto de una película sobre la obra de Tolkien.

Sumergirse en su cerebro y en cómo volcó lo que llevaba dentro desde décadas antes, sobre un papel a golpe de tinta sumido en el humo del tabaco para pipa. Noches de insomnio recordando las noches febriles en el Somme… en La trinchera de la I Guerra Mundial.

Lo que vemos en la película es irrisorio. Muy lejano a la biografía de Tolkien. Si hacemos un esfuerzo y pensamos en la historia del cine veremos que las traslación (en todos y cada uno de sus sentidos) de esta biografía al cine se ha hecho pasando al autor (Tolkien) por un filtro infame. Y os lo explico.

La TCBS en la película de Tolkien

La T.C., B.S. fue una «sociedad secreta» inventada por Tolkien y sus amigos para disfrutar bebiendo , algún que otro whisky, fumando en pipa y discutiendo, fundamentalmente, sobre literatura.
 
Hablarían de todo: de política, de Historia, hasta de mujeres y de rugby. Eran personas apasionadas con un nexo en común: su pasión por la literatura (incluyendo mitologías) griega, escandinava y latina.
 
Todo empezó por un club de té en la biblioteca de King Edward’s.

El núcleo duro lo formaron Tolkien, Wiseman y Gilson (el hijo del rector). Después se fueron al «vagón de tren» de Barrow’s Stores. De ahí que el Tea Club pasara a ser la Barrovian Society. De ahí a TCBS solo hubo un paso y un par de tés. En BS solo estaban los tres originales. La llegada del cuarto miembro sería posterior, con Bache Smith.

Esta peli tiene pasajes que parecen sacados de El club de los poetas muertos

Con todo lo malo que ello conlleva. Ojo, en mi 12th Grade (COU) en Estados Unidos, yo mismo usé ésta película para culminar mi trabajo de fin de curso para English 12th. Es decir: el grado más alto en Literatura de habla inglesa. La usé porque me gusta en muchos aspectos, pero hay uno que deploro y es el que aquí han usado como punto de partida para tratar la etapa colegial de Tolkien.

Voy a meterme en camisa de once varas, pero me da igual. Los asiduos del blog me conoceréis y reconoceréis que no me caracterizo por pasar de puntillas en temas espinosos (y si no sabéis a qué me refiero leed Bohemian Rhapsody o El nacimiento de una Nación).

La contracultura

Cuando hablo de El club de los poetas muertos me refiero a la contracultura por bandera. No sé si sería más propio hablar de Salinger, autor de El guardián entre el centeno o de Aldo Nove y su Superwoobinda.

Hablo del progresismo y de cómo éste se inocula en las Instituciones que quiere devastar para pudrirlas desde dentro.

No hace falta cerrar un colegio privado y religioso. Solo es necesario matricular en él a muchachos que lleven dentro ese progresismo y dinamiten la institución desde dentro. O lo que es peor, como en la peli de los poetas… colar a un profesor que vaya en contra de los propios valores de la Escuela, a modo de virus.

Nadie le obliga a hacerlos propios, pero si no te gustan vete a otro colegio. No uses tu cátedra para adoctrinar a muchachos y arruinarles la carrera. Eso lo vi con mis propios ojos en la Complutense con profesores que lo eran por título pero que carecían de vocación pedagógica y se limitaban a predicar el marxismo. Esther Sánchez Pardo, Mari Ángeles Querol, un tal Contreras, cuyo nombre no recuerdo…

Es como Hogwarts en manos de Harry Potter y su pandilla

Toda la película lleva la semilla de la transgresión. De romper los moldes sociales. De enfrentarse al padre y al profesor. Nos habla de la TCBS (una sociedad de amigos creada para compartir poesía, literatura, historia e incluso política y religión) como ese club de poetas muertos que solo busca emanciparse de la autoridad vigente. Es el «matar al padre» de Freud. Pero desde el contexto sociopolítico.

Tolkien, Edith y sus amigos eran conservadores hasta la médula. Pero en la película bien podrían parecer unos niños progres. A esto nos lleva no saber dotar de trasfondo académico a un guión y sí querer manipular y alterar la esencia misma del personaje cuya vida retratas.

Os pondré un ejemplo…

Tolkien en Google

Buscad en Google imágenes de Tolkien. Os lo pongo fácil: pinchad en esta búsqueda en Google de John Ronald Reuel Tolkien. ¿No os llama la atención nada? Sobre todo después de haber visto la película…

Allá voy…

No encontraréis una foto de Tolkien sin corbata

Os parecerá una tontería, ¿verdad?

Pues no lo es.

No si te gusta Tolkien y si estás de acuerdo con su manera de pensar y si además amas su obra literaria.

Entonces ¿por qué no le vemos lucir una corbata en su biopic? Mientras que sus amigos sí la lucen… ¿Veis por dónde voy?

Jerónimo José Martín en la COPE

Aquí haré un alto para comentar la crítica de esta película que hizo Jerónimo José Martín en su sección de cine en La Linterna de la COPE con Expósito. ¡De la COPE!, para más INRI.

Coincido con él en la maravillosa banda sonora de esta película, a cargo de Thomas Newman. Ahí me quito el sombrero porque es cierto que es lo mejorcito de la peli. Pero ni es un gran biopic del cine ni tiene, como dice un vestuario maravilloso. O sí lo tiene, para todos los personajes menos para su protagonista.

Y esto tiene su peso en el recuerdo, en la huella que dejará esta película en la memoria colectiva de miles, quizás millones de personas que verán ésta película pero no se adentrarán en su biografía (os recomiendo la de Carpenter). A lo largo de la peli lo veremos, como decía, sin corbata y con un cuello Mao que me sacó de la peli desde el momento en que irrumpió.

¿Qué importancia tiene lo del cuello Mao?

Para este comentario: toda.

El cuello Mao viene de la tradición china y lo vemos en los trajes tradicionales que llevaban con una camisa sin cuello (o aspas) por los que se pasaría la corbata. Es lo que vemos en el cuello de este falso Tolkien. Hasta ahí, mera anécdota.

Pero… ¿quien lo popularizó? El mismísmo Mao Tse Tung, el mismísimo asesino de masas chino, ateo y comunista. ¿Puede haber alguien más distante de Tolkien? Pues ese cuello (que Mao llevaba debajo de la guerrera) es el que luce nuestro protagonista. Si a eso le sumamos el carácter rebelde de la TCBS de la peli y la ausencia de manifestación religiosa por parte de Tolkien… ¿hay o no hay manipulación del personaje?

Las pelis trajeron «nuevos expertos en Tolkien«. Fans venidos a más

Por eso esta peli habrá gustado a muchos neófitos y nuevos fans. No de Tolkien, ni de El Señor de los Anillos, sino de las películas de Peter Jackson.

Fans de nueva generación que creen haber descubierto a Tolkien porque se tatúan su firma en la piel. Fans que no habrán pasado por el Kalevala, ni por Beowulf ni por Sir Gawain y el caballero verde.

Fans que nunca se habrán asomado al abismo de la Filología (yo hice Filología para seguir sus pasos) ni habrán departido sumidos en el humo de una pipa saltando de religión a política, de lingüística a mitología… Fans que se quedarán con este Tolkien con cuello de Mao como única referencia real del autor de sus novelas preferidas.

Fans que no comprenderán el influjo del peso imperial de un inglés nacido en el corazón de otro imperio, el holandés, Ni comprenderán cómo esto influyó en su familia, en su orgullo patrio y en su religión. Anglicanos (de origen) en medio de un mundo calvinista. Y por eso tampoco comprenderán la importancia de esa decisión vital, de su madre, de antes de volver a Inglaterra, convertirse al catolicismo.

Al volver a Inglaterra perpetuaron así su sentimiento de ciudadanos de segunda, por su credo. Incluso en su verdadero país. Hasta el punto de recibir el rechazo unánime de ambas familas: paterna y materna.

Un Nazgul en mi carpeta del cole… 1991

Fans, fans y más fans… Yo llevaba un fotograma de los Nazgul de la película de El Señor de los Anillos de Ralph Bakshi en mi carpeta cuando estudiaba en el Bernadette allá por 1991.

De nada de eso se habla en esta película. Pero sí se han ocupado de darle un estilo progre arrebatando una de las señas de identidad de Tolkien: Su corbata e imponiéndole un cuello Mao.

Por eso digo, Jerónimo José Martín, que no, que el vestuario no es de lo mejor de la película. Sobre todo cuando se ha respetado el del resto de los personajes y solo se ha manipulado el del protagonista. Porque no creo en las casualidades. Y si conoces a Tolkien, ésta no es una casualidad. Atacan a la esencia misma de un conservador para borrar su identidad y reinventarlo pervirtiendo su figura.

¿Qué pensaría Tolkien de la guerra civil española?

La figura de un escritor inglés, conservador y católico que, según tengo entendido, se pronunció a favor del bando nacional en la guerra civil española por la defensa que hacía del catolicismo. No es que él se alineara con Franco, lo que sí expresó, según tengo entendido, es su desafecto hacia la república que fusilaba curas, monjas y católicos por el mero hecho de serlo.

No confundamos los términos: Tolkien tuvo que despreciar al pagano nazi tanto como al ateo comunista, expresiones, ambas, de la tiranía. De hecho se negó a ceder los derechos de El hobbit a una editorial alemana que indagaba para saber si, siendo británico, de familia alemana, tenía ascendencia judía. Y lo hizo casi riéndose de los alemanes y sus tendencias racistas.

Si hay un autor abiertamente contrario al racismo, ése es Tolkien. Como vemos a lo largo de El Señor de los Anillos. En el caso de la España en guerra, lo tendría igual de claro a la hora de posicionarse del lado en el que había católicos muertos en las cunetas y momias de monjas profanadas y expuestas en la calle.

Era defensor del amor y de la virtud

Por ello hacía hincapié en sus obras, sobre todo en las más importantes, de la unión entre todas las razas para derrotar al mal.

Dicho esto, tampoco me parece que quede bien reflejada su pasión por las letras y los idiomas en ésta película…

¿O debería decir «pasión por el lenguaje«?

Y con esta pregunta entronco con mi pasión por el lenguaje, cuya máxima expresión alcancé (de momento) con la conferencia que organicé con Juan Luis Arsuaga: El origen del lenguaje y la Mente Simbólica explicada en mi artículo sobre los Yacimientos arqueológicos de la sima de Atapuerca.

Tolkien fue un filólogo de pura cepa

Tolkien tenía ventaja sobre sus colegas de estudios (primero) y de profesión (después). Si bien compartía la vocación con buena parte de ellos, Tolkien poco a poco iría poniendo un pie en cada lado del filólogo. Un pie lo metía en la bota del teórico de la literatura y de la lingüística y el otro pie lo iría metiendo, despacio, pero sin pausa en la bota del escritor.

Antes os decía que Tolkien se había enamorado del gaélico. Le entusiasmaba su sonoridad. Le gustaba leer las palabras porque también le gustaba la grafía gaélica. Y su fonética. Quizás a esas alturas Tolkien no supiera discernir la diferencia entre fonética y fonología inglesa (materia en la que saqué, yo, una de mis Matrículas de Honor). Ni comprendiera, en toda su profundidad, la semántica, ni la etimología de las palabras.

Quizás concibiera, pero no se recrearía en la sintaxis ni la morfosintaxis. O mejor dicho: sí lo haría, pero con el automatismo de quien lo lleva de serie, innato. Dado su don de lenguas quizás estuviera más familiarizado con la gramática… Es verdad. O así lo creo yo.

Quizás no fuera consciente de la esencia de cada disciplina, por separado y antes de su etapa como filólogo. Pero Tolkien sentía el idioma. Sentía los idiomas y sus lenguas. Lo que para un erudito, o para un filólogo supone años de estudio e investigación consciente, para Tolkien era una pasión inconsciente.

Lo que los demás estudiaban, Tolkien lo sentía

Y si hay sentimiento el resto del camino está medio andado.

Pero esto no lo pueden reflejar los guionistas. Seguramente porque ni lo entienden.

Imaginad el siguiente episodio, real, en su vida, y cómo habría quedado en el cine. De hecho lo esperé hasta que terminó la película y me decepcionó no verlo.

Sociedad de debates de la King Edwards

En el King Edward’s existía la tradición del debate. De hecho había una Sociedad de Debates. Esto evitaría (hoy en día) tener políticos que no saben encadenar tres frases seguidas sin leer. Y que además leen mal. O periodistas que tienen que leer las noticias en el micrófono… no hay cosa más cacofónica que una noticia leída, o un programa leyendo un guión escrito.

El caso es que esos debates de su escuela se hacían en latín. Y como para Tolkien resultaba tan fácil, por el latín enseñado por su madre, en uno de estos debates decidió presentarse como Embajador de Grecia ante el Senado Romano y se dirigió a su audiencia en griego clásico. Después lo repitió queriendo ser traductor de los bárbaros y empleando el gótico, y después usó el anglosajón.

Entre unas cosas y otras logró su pasaporte para Oxford en forma de dos becas: una del King Edward’s, otra del propio Oxford y una asignación voluntaria por parte del Padre Francis.

Antaño se premiaba la excelencia académica: el esfuerzo

En Oxford se codeó con la flor y nata intelectual de Inglaterra.

También vio que podían ser muy gamberros. De hecho, cuanto más pudiente era la familia más posibles tenían para ser «gamberros» porque no dependían de una beca y de unas notas para mantenerla.

Su actividad social se circunscribió, sobre todo, al rugby por el día. Y las nubes de humo del tabaco para pipa por las noches. En diferentes tertulias universitarias.

Lo único que lamentó de su paso por Oxford fue que, yendo tan sobrado en lo académico, dedicara la mayor parte de las noches a fumar en pipa discutiendo con sus amigos y amaneciera tarde para ir a misa.

Sin pipa no es Tolkien 

¿Os habéis dado cuenta de su importancia en El Hobbit y en El Señor de los Anillos?

Echar humo por una pipa y trasladar esta afición a su Tierra Media le vendrá, una vez más de la influencia del Padre Francis. No era un fumador habitual, pero cuando coincidían en Rednal, Tolkien se fijaba en el cura y en su pipa de madera de cerezo. Y le llamó la atención. Tanto que asumió como propia la afición e implantó el Tabaco en la Tierra Media. Hablo del último verano con su madre.

Volviendo a la Universidad, es cierto que el Padre Francis le prohibió verse con Edith hasta que cumpliera los 21 años. Por su propio bien. Para que no se distrajera. De hecho no fue hasta que dejaron de verse que se centró y logró esa beca que se le resitió un año entero. El Padre Francis haría de tripas corazón separando a los dos tortolitos porque tenía su palabra empeñada a la madre de Tolkien. Y la cumplió.

Edith, Edith, Edith…

La desolación revoloteó a su alrededor cuando descubrió que, tras tres años de espera, Edith se había comprometido con otro hombre. Ella no esperaba que Tolkien siguiera esperándola. Fue ponerse de nuevo en contacto y zanjar la otra relación para casarse con Tolkien. El primero en saberlo fue el propio cura español que aceptó la noticia.

Tengamos en cuenta que el cura estaba legalmente liberado de su papel de tutor desde el momento en que Tolkien cumplió los 21 años. Sin embargo, sin que mediara obligación legal o moral, siguió aportando dinero a la economía de los Tolkien de motu proprio.

I Guerra Mundial y la Batalla del Somme

Ya lo avisé cuando comenté La trinchera y después Sin novedad en el frente. Hice ambos comentarios para presentar esta película que os comento hoy.

Para ayudaros a entender la impronta de la guerra en la vida de Tolkien y de cómo la batalla más sangrienta de la historia del ejército británico lo marcaría de por vida por dos motivos. El primero por su propia participación, si bien fue uno de los muy pocos afortunados que sobrevivió y que fue enviado a retaguardia por enfermedad. La otra razón fue devastadora: en esa misma batalla murieron dos miembros de la TCBS.

11º batallón de los Lancashire Fusiliers

Tolkien llegó al Somme en el 11º batallón de los Lancashire Fusiliers y tuvo la inmensa suerte de no participar en la primera oleada en la que cayeron ingleses como moscas. De verdad, leed mi comentario de La trinchera porque no tiene desperdicio.

Una curiosidad… Hitler estaba al otro lado del campo de batalla. Es curioso cómo dos personajes tan opuestos (aunque el cabo austríaco era un pintor por entonces) pueden coincidir en el espacio y en el tiempo. Y cómo uno podrá dedicar el resto de sus días a hacer el bien y el otro el mal. Es la naturaleza humana… imprevisible.

Y es una pena pero básicamente la película termina aquí. En la antesala del Tolkien creador.

El biopic termina donde debería haber empezado

Salvo que haya una segunda parte, que celebraría de corazón, la película termina negándonos todo el proceso creativo apoyado y respaldado hasta la muerte por Edith, el amor de toda su vida. Y de su amistad con C.S. Lewis.

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