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Cariño, he encogido a los niños

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Hoy toca una peli navideña.

Sin más pretensión que pasar un rato en familia. Divertido y con cine de toda la vida.

Cariño, he encogido a los niños no está entre mis 100 pelis favoritas

Pero tampoco me importa.

Ayer me pidió una vecina un título para ponerle a sus hijos. Una peli infantil (que no son mi fuerte). Y cuando estaba pensando me dijo: pero de nuestra época-. ¡Zas! – Menudo compromiso -eso dije-, porque los tiempos han cambiado, los niños han cambiado y los gustos también. ¿Y cómo puedo acertar yo con los gustos de los suyos?

Hecha esta reflexión insistió en que le dijera un título de los 80s o de los 90s… Descarté, de antemano, mi peli navideña favorita Gremlins, porque dentro de esa peli «hay un spoiler de la Navidad». Oído papás:

Gremlins es un peliculón pero destripa la Navidad a los más pequeños…

Por eso la recomendé Cariño, he encogido a los niños.

Es de nuestra época, mola mogollón y, siendo de 1989 está a caballo entre los 80s y los 90s.

Y ya puestos… me la he puesto yo mismo y la estoy viendo mientras la comento y la rescato del baúl de los recuerdos.

La rescato precisamente por eso, porque me trae recuerdos de esos que nunca olvidas. De hecho, no puedo pensar en esta peli sin volar en el tiempo y en el espacio hasta ese mismo 1989 en Scalby, ¿o era Navidad de 1990? La verdad es que da igual. Scalby, a las afueras de Scarborough, en York. Allí tenían su casita mis tíos ingleses, hasta que se mudaron al propio Scarborough.

Y a Scalby me voy con esta peli. Pero no a casa de mis tíos, no, a la de su amigo Brian. Recuerdo verla tumbado en la moqueta de su casa. Después de la cena. No era la cena de Navidad pero sí en las navidades, después de haberme pasado media tarde escuchando música en una habitación.

Hasta ahí parece tonto el recuerdo… pero ¿y si os dijera que la decoración de esa habitación eran filas y filas de casetes? Del suelo al techo, por lo menos dos paredes enteras. Sí, porque el tal Brian tenía una manía que alimentó durante décadas: el viernes de cada semana grababa en una cinta la canción nº1 de esa semana.

Ojo, grabadas con su equipo de música, esperando al día concreto (e último viernes de cada mes a la hora del programa. Entonces no existía, ni se esperaba que existiera un Youtube, o Spotify. Si querías una canción y no podías comprarte el disco, tenías que esperar a que sonara en la radio, con una cinta virgen dentro y pulsar REC + PLAY. Y grababas la canción, a veces, las más, con los comentarios del presentador de Radio por encima. A lo mejor un día te decía, escuchemos los nºs1 de 1974, y te ponía las 52 mejores canciones del año de marras tomando té.

Luego una cena repleta de grasas y azúcares, porque los ingleses no comen bien y se meten unas bombas que pá’qué. Eso sí, un cerdo asado con bien de mermelada, o miel, y salsa Bisto, el SPAM de las salsas. Eso sí, con su buen puñado de coles de Bruselas y guisantes hervidos. Triste manera para comsumir verduras de un modo insulso, como para limpiar la conciencia… Ya os lo explicaba en la peli de Harry Potter y el prisionero de Azkaban, donde se cargaban a los magos, a largo plazo, engordándolos con sebo, grasas varia y azúcar según vemos en las pelis.

Hechas las presentaciones, al más puro estilo el fancine

He comentado, y compartido con todos vosotros, el contexto en el que vi esta peli. Peli que sí, os recomiendo ver, sobre todo a quienes tengáis hijos.

El planteamiento no podría ser más sencillo y, a la par más divertido, atractivo y eficaz. Porque de verdad, el niño que se ponga a verla y llegue hasta el momento en que los protagonistas se reducen al tamaño de una mota de polvo alucinarán. Pero todavía falta un poco para eso.

Toda la peli se desarrollará en la casa de los Szalinski: Wayne y Diane Szalinski. Un matrimonio muy particular en la que la madre saca a delante a la familia (creo que es ella, lo cual demostraría que la igualdad entre sexos viene de lejos y, por lo menos, en los países capitalistas no se discutía) mientras el marido se dedica a hacer experimentos al más puro estilo Randal Peltzer (sí, Gremlins de nuevo). Los Szalinski tienen dos hijos: la adolescente Amy y el jovencito Nick.

Destacar que el más visible y reconocible de los personajes será el padre, interpretado por Rick Moranis:  el entrañable Seymour de La tienda de los horrores y el bobalicón de Los Cazafantasmas. El segundo más familiar sería Matt Frewer (Watchmen), pero tampoco es para tirar cohetes. Los demás hicieron poco o nada que destacar.

La casa es una de esas casas en un barrio de una familia normal de clase media/baja estadounidense. De esas con un jardincito, casa de madera de dos pisos mas un desván y desorden. Todo manga por hombro.

Sus vecinos, que para variar son como el agua y el aceite son los Thompson. Russell y Mae Thompson. Un tío que fue el capitán del equipo, no tengo muy claro si de fútbol americano o de béisbol y se ligó a la líder de las cheerleaders.

El típico musculitos que quiere que sus hijos sean como él y se siente profundamente defraudado porque Russ, (también Russel, pero éste Jr.) el mayor de los suyos no le sale deportista. La única satisfacción que le dará será verle espiando a la hija de los vecinos desde el jardín, por lo menos en ese aspecto puede respirar tranquilo, porque no le sale rarito y le gustan las chicas. Cosa que él intentará aprovechar para inducir al chaval a hacer pesas y reconducirlo hacia el béisbol.

Lo de espiar a la vecina es un clásico en estos barrios…

Si tenemos en cuenta que la mayoría de las casas tienen ventanales inmensos y no tienen persianas y muchas de ellas, como mucho, tienen un visillo, pues os podéis imaginar. Lo vimos, lo de otear a la vecina, en Regreso al futuro. Y si sumamos otear + banco de pesas en el garaje daríamos un salto a American beauty, pero ésta última sería más preocupante y sobrepasaría la curiosidad para convertirse en un cúmulo de rarezas que no vienen al caso hoy. De enamorarse de la vecina, entre la adolescencia, sumidos en a pubertad, no se libra ni el mismísimo Peter Parker, enamorado hasta las trancas de Mary Jane, como vimos en Spider-Man.

Los Szalinski, por su apellido característico de la Europa del este, y por su arraigo en los Estados Unidos, tienen que ser descendientes, de segunda o tercera generación de inmigrantes rusos, o polacos, o ucranianos exiliados huyendo del comunismo de cualquiera de las dictaduras de las repúblicas soviéticas. Como lo expliqué en El cazador. No obstante la peli salió en 1989, último año de la presidencia de Ronald Reagan (mi presidente estadounidense favorito) hasta la llegada de Bush. Margaret Thatcher (mi favorita en Inglaterra) seguiría hasta 1990 en el Reino Unido. Si a estas dos fieras políticas, implacables con el comunismo, le sumáramos al Papa de aquellos días, Juan Pablo II, tendríamos un trío que haría temblar a todos los populistas (eufemismo de comunismo y del socialismo español) de nuestros días. Pero toca vivir tiempos difíciles con lideres mediocres, por llamarlos de algún modo.

De los adultos me falta terminar de presentaros a la madre de los Thompson, que no tiene mucho que destacar, la verdad, salvo que vigila a su marido para que no recaiga en el tabaco.

Y de los niños me faltan tres. Terminaré con los Thompson y después pasaré a los dos Szalinski.

Ron, el pequeño de los Thompson, sí que sale al padre. Y no puede aparcar su pasión por el béisbol ni un minuto. Y esta pasión empujará y propiciará toda la acción de la peli, pero esperemos hasta llegar ahí.

Los hijos de los Szalinski son dos también: la mayor, Amy, está en la edad del pavo y es la que se lía a bailar en la cocina. Sí, a la que espía Russ. Por último está Nick, el menor de los Szalinski. Admira a su padre y sigue sus pasos de científico e inventor. Él será el alma de la peli.

Vamos con la trama. Y sí, pienso hacer spoiler, por lo que si no la has visto y tienes intención de hacerlo deja de leer esta segunda parte y retómala tras verla.

Cariño, he encogido a los niños está en Disney+

Ya os he dicho que el padre de los Szalinski es un inventor y se pasa las horas muertas en el desván.

Está desarrollando un rayo láser que reduciría todo al tamaño de un átomo, o de una molécula. Como veréis la física no es mi fuerte. Vamos, que te reduce a chiquitín, chiquitín. No tanto como vimos en Viaje alucinante, de 1966, en la que los protagonistas son reducidos para meterlos en un submarino, también reducido, para meterlos en el torrente sanguíneo de un científico que también huye de la URSS y ha sufrido un atentado.

Vive por y para investigar y, pese a estar presente en su domicilio, con los niños, tiene la cabeza en su láser y en su desván. La madre fuera de casa, vendiendo casas. Decir que mucha gente opta por ser comercial en los Estados Unidos. Allí están mejor vistos y el mercado inmobiliario estadounidense, que fluye como el agua y se revaloriza a diario puede sacar a una familia de un barrio mediocre y llevársela a uno mejor acomodado en poco tiempo. Eso busca la madre, mientras el padre investiga.

El padre de los Thompson… La verdad es que no sé a qué se dedica. Pero está preparando un viaje de pesca para pasar el fin de semana en el lago. Esos viajes de pesca eran gloria bendita cuando viví en Minnesota. Salías el viernes del cole, te subías al cole, llegabas a Wisconsin (en mi caso) y pasaba el finde haciendo millas por un bosque infinito subido en el quad rojo de tres ruedas o el azul de cuatro mientras los padres pescaban.

En invierno era igual pero con una capa de 2m de nieve perenne y con una cabina de madera en medio del lago, sobre el hielo. Esta tenía un agujero con tapadera en el medio. Plantabas la cabina, quitabas la tapadera de madera del suelo, hacías un agujero de 30 ó 50cm de profundidad con una especie de berbiquí gigante (con motor) y a pescar. El caso de mi familia americana era raro porque pescaban por placer, pero no se llevaban los pescados a casa. De hecho creo que caté solo dos veces el pescado en ese año. Dentro de casa, porque recuerdo que me iba a comer fuera para buscar algo con espinas.

Mientras prepara los aparejos para la pesca vemos lo de la Szalinski bailando, el Thompson espiando y el padre intentando encasquetarle las pesas para que desarrolle músculo el chaval. También veremos cómo busca un rincón para llevarse un cigarro a la boca y echar humo a escondidas, pero no logra encenderlo.

Mientras tanto el hijo menor de los Szalinski inventa un cortador de césped con mando a distancia e intenta sacar los cuartos a un amigo alquilándoselo.

El padre (inventor) sale de casa, creo que se va a la universidad y deja a los niños solos. Está un poco nervioso porque su láser, lejos de reducir los objetos que usa para pruebas, los pulveriza. Apaga la máquina, cierra la puerta y se pira.

En ese instante el pequeño de los Thompson, Ron, batea fuerte una bola de béisbol con tal desatino que se carga la ventana del desván de los Szalinski. La ocasión la pintan calva, pensaría el mayor, que coge a su hermano y se lo lleva a la puerta de los vecinos para que pida perdón, asuma la rotura del cristal y, si tiene suerte, que le abra la puerta la hija. Y la tiene, ella abre la puerta y el hermano mayor obliga al pequeño a pedir perdón. Se marca un tanto con la rubita.

Suben las escaleras los dos hermanos menores, Ron y Nick, quienes entran en el desván, que es el laboratorio del padre y son reducidos por sorpresa por el rayo experimental, al más puro estilo Flynn en TRON. El padre lo había dejado todo apagado, como recordaréis, pero la pelota de béisbol dio en el interruptor y lo encendió. A partir de aquí empieza el Rock & Roll.

Los siguientes en desaparecer serán los hermanos mayores, quienes se encontrarán con los pequeños en el suelo del desván. Y no es poco decir porque lo que podrían ser unos 6m de largo para ellos se convierte en una explanada inmensa de tablones de madera inmensos con bolitas de polvo del tamaño de balones de baloncesto y cuyas junturas llegan a ser grietas insalvables. Vamos que pasear por el desván parecerá la caminata de SAm y Frodo por el Monte del Destino en El retorno del Rey

El resto es Gloria bendita

Sin alardes digitales. Esta peli tira de todos los recursos de los efectos especiales físicos. (Podéis leer F/X Efectos especiales y su secuela F/X 2, o las dos mejores del ramo: Furia de titanes y Jasón y los Argonautas).

Es una maravilla ver cómo el desván, y después el jardín, se convierten en un desierto y en una jungla de Parque Jurásico. Me vuelve loco ver esas reproducciones y maquetas multiplicando, ¿por cuánto, por 1000 tal vez? el tamaño de las cosas. La mosca muerta, que parece un helicóptero caído… Todo bien y todo gracias a Thomas G. Smith, de ILM quien lideró primero los efectos y después terminó convirtiéndose en productor ejecutivo de la peli.

Un sofá de tres cuerpos reducido al tamaño de una falange de un dedo; Gotas de agua del riego por aspersión que parecen gra nadas que explotan al impactar con el suelo; Piezas de Tente del tamaño de un refugio que cobijan a los niños por la noche; Hormigas mastodónticas (y solo son crías); Granos de polen como sandías… y todo así. Maravillosamente reproducido, como las cerdas de la escoba a las que se aferran los niños cuando son barridos, sí, sí, porque el científico los barrerá, ahora os lo cuento, que parecen troncos de sauces…

Y digo que los barre porque al cabo de un rato el padre regresará a casa y seguirá al perro hasta el desván. El perro intenta avisarle de lo sucedido, pero eso lo sabemos los niños y los espectadores. El padre montará en cólera cuando piense que el perro se siente culpable porque la ha liado parda en el desván rompiendo la máquina con la que está investigando. Ve los cristales rotos de la ventana y deduce, por error, que el perro ha hecho una de las suyas. Por eso barre el suelo de la habitación, y con el polvo y los cristales barrerá a los cuatro niños y los tirará a la basura.

Pero no es que los tire a la basura: los sacará a la basura del jardín

Esto significa que tendrán que vivir la aventura de sus vidas, de hecho una aventura vital cruzando esa selva inmensa y hostil que es el jardín. Hormigas, abejas, riegos, torrentes de agua y charcos, hasta el cortacésped… Cada cosa cotidiana con las que conviven a diario se convierte en una amenaza de muerte. Y los niños tendrán que agudizar su ingenio y demostrar su valor para sobrevivir y para intentar llamar la atención de un padre que está rabioso porque han desaparecido sin dejar rastro y sin avisar.

Lo mejor, amén de esos efectos especiales que te cautivan, incluso ahora que nos pueden parecer rudimentarios, pero que siguen atrapando a los niños frente al televisor, es la evolución de los 4 aventureros.

Sus personajes madurarán. Empezarán la batalla cada uno por su lado y la terminarán formando un equipo en el que los unos confían en los otros y en el que todos tienen algo que aportar. Eso es, si cabe, incluso más que los efectos, la lectura positiva de esta película. Ver cómo maduran, cada uno en proporción a su edad. Y cómo dos parejas de hermanos que no podían casi ni verse al principio de la peli terminan casi hermanados entre si por la ventura que han vivido juntos.

Una peli simpática, desenfadada, sin guion retorcido para forzar inclusiones de ningún tipo para colarnos un mensaje y filtrarnos propaganda de ingeniería social. Los niños son niños, se saben niños y les gustan las niñas. Unas niñas que son niñas, se saben niñas, y les gustan los niños. ¿Es mucho pedir? Ha funcionado durante millones de años, ¿por qué no iba a funcionar ahora? La mezcla entre parejas de distintos sexo mas comer carne es la clave de la evolución, cuidar de los ancianos y de los enfermos la de la Sociedad…

El resto nos lleva a una extinción tan lógica como ridícula. Es una peli sin conflictos sociales que se coman medio metraje repitiendo una y otra vez mensajes políticos. Una peli que refleja los 80s y nos deja un gran sabor de boca al terminar.

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