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Drácula, de Bram Stoker

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Drácula de Bram Stoker

  • Título: Drácula, de Bram Stoker
  • Director: Francis Ford Coppola
  • Título original: Bram Stoker’s Dracula
  • Año: 1992
  • Nacionalidad: USA
  • Productora: Columbia Pictures
  • Producción: Francis Ford Coppola, Fred Fuchs, Charles Mulvehill
  • Duración: 123’
  • Guión: James V. Hart (Novela: Bram Stoker)
  • Fotografía: Michael Ballhaus
  • Montaje: Anna Goursand, Glen Scantlebury, Nicolas C. Smith
  • Música: Wojciech Kilar (Annie Lennox: Canción de amor para un vampiro)
  • Vestuario: Eiko Ishioka

 

Ficha artística

  • Gary Oldman (Conde Drácula)
  • Winona Ryder (Mina)
  • Keanu Reeves (Jonathan Harker)
  • Anthony Hopkins (Van Helsing)

 

Premios

Oscar al Mejor Diseño de Vestuario, Mejor Maquillaje y Mejor Edición de Sonido.

Del libro al cine

Estamos ante una «adpatación literaria«.

Jonathan Harker es un joven abogado inglés que parte para Transilvania para conocer al Conde Drácula. Este resultará ser un personaje extravagante que acaba de adquirir unas propiedades en Inglaterra.

Y, queridos lectores…

Aquí termina la fidelidad a Bram Stoker

Por mucho que la película insista en hacerse llamar eso: “de Bram Stoker”.

Lo mismo que ocurre con la adaptación de Frankenstein que a manos de Kenneth Brannag recibe el nombre de Frankenstein de Mary Shelley. Definitivamente me quedo con El jovencito Frankenstein y con Remando al viento. Película española, de Gonzalo Suárez que no narra la historia del monstruo y sí la de Mary Shelley. Toda una delicia de película, y más si eres un apasionado de la literatura gótica, para más inri. Gótica e incluso romántica, por la impronta del Lord Byron interpretado por Hugh Grant.

Aunque me estoy yendo por las ramas pues hablaba de Drácula, y no de Frankenstein.

Volvamos al Drácula de Bram Stoker, que realmente es de Coppola, porque, como podréis intuir, tras mi entradilla…

Porque Coppola respetó poco o nada el texto original

Texto original… y personajes. Pues potenciará hasta el máximo al Dr. Van Helsin. Reescribe la personalidad de Dracula, haciendo un personaje que, al margen de la literatura queda bastante redondo y, sin embargo, el resto de los personajes secundarios se diluyen y pierden cualquier atisbo de respetabilidad. Los lleva hasta el ridículo. Los dos personajes femeninos quedan retratados como libidinosos, sobre todo Lucy. No habría estado de más que las recetaran un poco de bromuro porque tela marinera. Por no mencionar al abogado y ahora loco y encerrado Reinfield, que parece haber acudido a la invocación de Bitelchús, Bitelchús, ¡Bitelchus!

Es curioso, y casual, que ambas pelis, Beetlejuice y Remando al viento sean del mismo año 1988.

Volvamos al Drácula, de Francis Ford Coppola

Ya os he dicho que la peli reinventa la obra y se desmarca, casi por completo de la literatura. Y, sin embargo, y aun así, seguimos ante una gran película. Se carga la novela, mutila personajes, y se saca de la chistera, y nunca mejor dicho a un Drácula romanticón y enamorado. Porque sí, esta película de Drácula (y digo ésta porque hay más de 270 adaptaciones cinematográficas), esta adaptación del clásico, tiene un pie en la novela gótica y otra en una historia de amor.Y con esta historia de amor languidecen muchos de sus personajes y edulcora al conde Drácula hasta el punto de hacernos sentir verdadera empatía, y simpatía hacia él.

¿Empatía hacia Drácula?

Porque el pobrecito sufre y nos da pena verle arrastrar un corazón abierto en canal desde siglos atrás…

Eso fue en 1992. Ahora vemos con buenos ojos a la Reina de Alicia en el País de las Maravillas. Cruella de Vil es simpática. Aplaudimos al Joker, Robin Hood en un terrorista anarquista y así con todos los personajes de la Literatura tradicional occidental. Vamos que nos han ido erosionando los valores para darnos el cambiazo a nuestra Sociedad.

Pero esa adaptación, libre y en algunos pasajes hasta libertina, por lo que a hincar el diente se refiere, no desmerece la obra y no arruina una película que se convierte en una cinta de aventuras, romanticona, con algunas pinceladas de acción que no desentonan y, por lo menos a mí, terminó gustándome. Amén de guardar innumerables recuerdos universitarios asociados a esta película que ahora no vienen al caso.

En eso reside el mérito de Coppola. No a mis memorias universitarias sino a la maestría con que tocó y retocó el guion hasta alejarlo del texto original y aun así meterse al público en el bolsillo. Más al que no había leído la novela, por supuesto, pero incluso estos últimos, entre los que me incluyo, hicimos la vista gorda.

Superar Apocallypse Now

Esto hizo que Coppola se congraciara con el cine y se recuperara de Apocallypse Now precisamente con Drácula.

No me preguntéis por qué, pero esta es una de esas películas que caen de pie y nada puede con ellas.

  • Ni el guion (no me atrevería a decir infame) de James V. Hart
  • Tampoco los errores de postproducción
  • Ni la reinvención del conde Drácula
  • Y lo que es inaudito, logrando incluso un Oscar al diseño de vestuario

 

¿Es Drácula o Fumanchú?

Logró rendir a la crítica (compuesta mayormente por periodistas que no se habrían leído la novela) y al público con un Drácula emperifollado y embutido en unas vestimentas que no es que chirriaran a los ojos, es que te sacan del texto, del contexto, de la peli y si me hubiera atrevido hasta de la sala

Un vestuario inaudito, precioso, pero inaudito y ridículo que sirve para orientalizar al Conde y nos da una versión “casi japonesa” del héroe rumano. Y luego volveré sobre lo del héroe rumano. Ishioka viste de un modo esperpéntico al conde y la gente alaba su trabajo. Insisto: un trabajo maravilloso, pero que nada tiene que ver con la esencia del personaje. Estrambótico.

Vlad Tepes, el héroe rumano

Vlad Draculea (hijo del Demonio (o del) Dragón). Vlad Tepes “el empalador”, y sí, es el héroe nacional de Rumanía. Por su lucha contra el turco, mediante la cual evitó la islamización de la Europa del Este y preservó aquellos territorios para la Cruz y para los rumanos, rechazando al Imperio Otomano.

Este es el personaje del que hoy os hablo.

Lo de “empalador” no necesita demasiadas explicaciones… Así terminaban sus rivales en el campo de batalla: empalados con una lanza.

El ritual (habrá que contarlo) consistía en ensartar vivo a la víctima con una lanza clavada en el suelo, con la punta hacia arriba, subían al enemigo y (textualmente) lo empalaban insertando la lanza en el ano del desgraciado y saliendo por su boca. De ahí el apelativo. Existe una película italiana, si cabe más explícita con los empalamientos: Holocausto caníbal. Aunque esa es para los muy, pero que muy cafeteros.

Inicio de película con repaso histórico

La parte histórica, o referente a Vlad Tepes y a su lucha la vemos, casi a modo de cómic, en los primeros pasajes de la película, a modo de presentación del personaje y mediante la cual Coppola nos explica el origen de Drácula.

De la transformación del guerrero devoto de la Cruz que renegará de su fe por amor en la versión de Coppola. Porque, insisto, esta película, por raro que pueda parecer, es una historia de amor.

He dicho “a modo de cómic”, pero no: sería más correcto comparar este inicio de película, (con un narrador omnisciente y unas siluetas negras sobre un fondo rojo), con el comienzo de El Señor de los Anillos de Ralph Bakshi, exactamente igual.

Drácula es un guerrero medieval

Casi con atributos de cruzado. Creyente enamorado de Elisabeta. Elisabeta es su amada, y ella espera al conde en casa cuando el guerrero se pone al frente de sus huestes y parte hacia la guerra.

Lo espera y desespera al recibir una carta del frente comunicando la muerte del Conde. La noticia es falsa, pero ella muerde el anzuelo y se la creerá a pies juntillas. Tanto que se termina suicidando por haber perdido al amor de su vida.

Precisamente este suicidio, dentro del contexto cristiano (y no olvidemos que Vlad Tepes luchaba por la cruz) hará que su corazón no pueda descansar, pues ha cometido uno de los mayores pecados: el suicidio. Y para colmo tampoco podrá ser enterrada como cristiana, por haber cometido el mayor de los sacrilegios.

El conde regresa victorioso y se encuentra el cadáver de su amada a los pies del altar, en la capilla. Cuando le explican el engaño padecido por Elisabeta desespera y cuando comprende la condena eterna de su amada, por el suicida, Vlad Tepes se derrumbará.

Reniega de la fe en Cristo y jura que recuperará a su prometida.

Pasan los siglos.

Tantos como cuatro.

Saltamos a la Inglaterra victoriana

Y nos encontramos, ahora sí, en la Inglaterra victoriana inmersos en el “momento actual” de la novela: El viaje de Jonathan Harker a Transilvania.

¿Recordáis el comienzo del comentario?

Lo repito: «Jonathan Harker es un joven abogado inglés que parte para Transilvania para conocer a un tal Conde Drácula. Este resultará ser un personaje extravagante que acaba de adquirir unas propiedades en Inglaterra«.

Parte para Transilvania para sustituir a Reinfield, su predecesor

Porque ambos trabajaban en un bufette de abogados. Este ha regresado a Londres, pero ha perdido la cabeza. El jefe, uno de los propietarios de la firma para la que trabaja Jonathan no terminará de explicarle lo que le ha pasado al otro abogado, y le venderá el viaje a Rumania como la oportunidad que el pasante estaba esperando para hacerse un hueco en el bufete.

Jonathan viaja en tren y vemos todas esas transiciones hasta que está sentado en la mesa del salón del castillo de Drácula, quien le invita a pasar, le agasaja con una cena sabrosa y le explica la historia de la familia Dracul.

No es Fumanchú, es más como una geisha

Aquí vemos al Drácula japonés, vestido y peinado más como una geisha que a la usanza de un conde europeo.

En el momento de la firma del documento de compraventa veremos juegos de sombras que deleitan a los espectadores: Vemos sombras que no responden al ser que las proyecta. Es decir, vemos a Dracula en primer plano, con la luz proyectada sobre él y su sombra, a su vez proyectada en la pared del fondo haciendo gestos y movimientos que no responden ni corresponden a lo que él hace y parece ir por libre.

Se me ocurre una comparación, pero para entenderla tendríais que haber leído los cómics de Locke & Key, en los que las sombras cobran vida en una atmósfera lovecraftiana comparable a la victoriana y gótica de la peli que nos ocupa.

Pues bien, sigo a partir de ese punto.

Iniciación a lo sobrenatural

Jonathan permanecerá retenido en el castillo mientras el conde hace de las suyas. En ese tiempo irá descubriendo aspectos del conde, y de vida su cotidiana, que le irán poniendo la piel de gallina. Pero todavía más a modo de intuición, que no de certeza de nada, pues a priori de poco o nada debería tener sospechas.

Eso hasta la escena en la que se asoma a la ventana, después de discutir con el conde, por las cosas sobrenaturales que está experimentando, que le están poniendo de los nervios… Se asoma por la ventana y se fija en el conde que está reptando por los muros del castillo. En vertical y hacia abajo… Eso ya debería haberle dado qué pensar y haberse planteado meterse en Google para ir comprando un billete de vuelta a Londres.

Claro que la siguiente escena será la de las tres vampiresas en la que tendrá que superar las tentaciones de las concubinas de Drácula. Vampiresas que le dejan a uno sin alma entre las que se encuentra la mismísima ex 1ª dama francesa: la italiana Mónica Bellucci, exuberante y repleta del morbo propio de los colmillos perforadores con que vienen armados los vampiros… y estas vampiresas.

Tiene que superarlas, pero el tío se abandona al placer y será el mismo conde el que llegue para espantarlas. Lo que sacará a Jonathan de sus casillas será ver cómo Drácula aplaca el deseo carnal y el hambre de esas concubinas entregándolas un bebé para que se lo coman.

Narración epistolar

A todo esto, explicaros que la narración (literaria y la cinematográfica bebe de ella) avanza a golpe epistolar, a modo de correspondencia entre Jonathan y su prometida. Bueno, las cartas van en un único sentido, él escribe y ella lee.

Demeter

Uno de los mejores pasajes (no del libro si no de la película) para mí, es sin duda el viaje a bordo del Demeter. Un crucero por el Mediterráneo en el que por el día el conde permanece encerrado y enterrado en arena de su tierra natal y por la noche merodea por cubierta chupando sangre.

Tanta que se alimentará con la sangre de la tripulación. Hasta no dejar uno marinero vivo. Tanto que su capitán, único superviviente de toda la tripulación, se atará al mástil, o al timón, ahora no lo recuerdo bien, para poder mantener el rumbo sin encallar.

Banda sonora y efectos de sonido

Esta travesía marítima está aderezada por una banda sonora espectacular. Y en ella veremos el animalismo de Drácula, que pasa de humano, o vampiro a bestia, metamorfoseándose para adoptar formas de animales.

Sí, una música superlativa que hace vibrar cada viga de madera del barco.

La verdad es que la música, y los efectos de sonido que susurran al espectador generando angustias son fabulosas. Son eso: susurros, insectos, sonidos animalescos, cuando no lobos aullando y algunas estridencias que nos cosquillean los tímpanos hasta incomodarnos.

Hablando de efectos, los sonoros ya os he dicho que son buenísimos, luego están los visuales. Trasparencias y superposiciones de imágenes haciendo que unas escenas sucedan a las otras mediante transiciones conjugando diferentes elementos de la pantalla y transformándolos en otros que dan paso a la siguiente escena.

Whitby en North Yorkshire

Buena parte de la película (y de la novela) se desarrolla en Whitby, un pueblecito costero muy coqueto, como todos los que van desde York hasta la costa. Pequeñitos, provinciales pero muy monos todos ellos (menos Hull).

Total no habré pasado veranos y navidades yendo de York a Whitby, pasando por Bridlington y La Bahía de Robin Hood… Os llevaría a ver el sitio del acantonamiento del regimiento de Tolkien, antes de partir para la Gran Guerra y os llevaría a la más fea de sus ciudades, una industrial mencionada antes, Hull, para comprender por qué los Monty Python bromearon con esta región, refiriéndose a ella como “el tercer mundo” en El sentido de la vida.

Aprovecho y hago un alto para deciros que, si alguno quiere un guía para conocer y patear el noreste inglés, aquí tiene un guía turístico que se conoce la región como la palma de su mano. Vosotros me contratáis y yo os llevo a visitar ruinas romanas, bretonas, os hago un recorrido por sus monumentos históricos, museos… yacimientos vikingos y un museo etnográfico en el subsuelo de York, y hasta os llevaría a ver torres normandas.

Os llevaría a conocer los sitios que conmemoran a Dracula, a Harry Potter… y os llevaría a los pueblecitos más coquetos y las posadas mas sabrosas en las que abundan los estofados irlandeses, fish & chips y el hagis conforme te acercas a la frontera con Escocia.

Os llevaría a ver música en directo en pubs perdidos en medio de ninguna parte y os descubriría los dos estancos en los que yo compraba las mejores picaduras de tabaco para fumar en pipa: de melocotón, de vainilla, de cereza, de chocolate y de whisky…

Ahí lo dejo.

Whitby & Dracula

Y en alguno de ellos, sobre todo en Whitby, encontramos la impronta y múltiples referencias tanto a Drácula como a Bram Stoker.

Cómo disfruto en las secuencias del cine, ya en Londres, cuando el conde quiere cortejar a Lucy porque en ella ve a su Elisabeta. Esas escenas que sirven para ilustrar el cambio de los tiempos y el progreso proyectando imágenes mediante el proyector y recuperando los juegos de sombras y siluetas del principio de la película poniendo en la pantalla a soldados recortados sobre fondos rojos mientras pelean en una batalla cuerpo a cuerpo.

Todo esto mientras jonathan está desaparecido para Mina y Mina está siendo seducida por un conde rejuvenecido capaz de someter a su voluntad a la mujer y a un lobo que se ha escapado del ZOO.

Aquí hago un pequeño alto para recordar que mi primera película en el cine fue precisamente en Inglaterra, en uno de estos pueblecitos, Scarborough. Fui a ver los 101 dálmatas. Total no habrá llovido. Allí vi las trilogías de La guerra de las galaxias y la de El Señor de los Anillos de Peter Jackson. Vi Spider-ManLa historia interminableRobin Hood, Príncipe de los ladrones y tantas y tantas otras… Por no mencionar las veces que pude ver Terminator 2 en Bridlington, en las navidades de 1991.

En fin, vuelvo a la película envuelto en recuerdos entrañables 😉

Mina es el vivo retrato de Elisabeta

He de apuntar un dato fundamental para comprender la obra entera: Mina, la prometida de Jonathan, es el vivo recuerdo de Elisabeta, y esta coincidencia hará que la película se desencadene en una espiral de amor a tres bandas.

Esto en la versión de la película, no en la novela, en la que Mina jamás osará quebrantar su dignidad ni su moralidad.

A tres… y hasta cuatro bandas

Esto tampoco sucederá en la novela, pues Dracula, amén de sus tres concubinas y de su amor por Mina, no dejará pasar la ocasión de hincarle el diente a la lasciva (en la peli) Lucy: la prima de Mina quien se convertirá en una hermosísima vampiresa y protagonizará una de las escenas más duras e impactantes de la peli.

Eso sí. El conde se pira a London y deja a sus concubinas como carceleras para que Jonathan no ose regresar a Londres. Por un lado Dracula ve en Mina la reencarnación de su amor, por lo que quiere aislarla de su prometido Jonathan. Y a Jonathan lo mantiene postrado en su lecho en Transilvania, sometido a placeres carnales de las tres vampiresas que lo están dejando más seco que la mojama. Por un lado, le colman de placeres que nublan su mente y por otro lado drenan, literalmente, su sangre, para que no tenga fuerzas para escapar.

Doctor Van Helsing

Llegados a este punto, ya habrá aparecido en escena el Doctor Van Helsing, un “iniciado” en los asuntos del más allá, un científico, médico y cazavampiros excéntrico y con pulso de hierro que liderará una cuadrilla (de enamorados) para ir clavando estacas en los corazones de sus amadas (fundamentalmente las dos primas).

Van Helsing entra en pantalla sabiendo que el conde merodea por la zona. Un conde que viene dispuesto a lo que sea con tal de llevarse a la reencarnación de su amada a Transilvania, para que more en su castillo por el resto de sus vidas eternas. Esto es hacer planes a largo plazo.

En la peli vemos cómo la seducción y la tentación son más grandes que la pureza de amor.

Contrario a la novela

Esto es contrario a la naturaleza de los personajes en la novela. Se me ocurre el ejemplo de Faramir, en Las dos torres. El personaje más noble de El Señor de los Anillos envilecido y pervertido por el deseo de poder que no tenía en la novela. Cosa que hasta cierto punto también envilecerá a los personajes que pasan a ser partícipes del mal (aunque de un modo tenue, quizás hasta ingenuo) que tiñe a toda la obra.

La película recibió una gran acogida por parte del público y de la crítica por igual.

Si nos ceñimos a la película per se, no me extrañaría, porque quitando el vestuario del conde (que es para echarlo de comer aparte) es fabulosa.

Pero si tenemos en cuenta la obra no habría por donde coger que la crítica, en muchos casos, alabara esta cinta como la mejor adaptación de la novela, demostrando que no se la habían leído.

La entra de Van Helsing precipitará el hilo argumental y hará que la propia película adquiera un ritmo vertiginoso en el que Jonathan huye, el doctor estrecha el cerco a Dracula, Dracula se animaliza con la boda de Mina y Jonathan y vemos, para gusto y gozo de los amantes de Dracula la escena superlativa en la que el conde entra en la habitación de Lucy, en una secuencia parecida a la del Bautismo de fuego de El padrino, intercalando escenas y planos sagrados de un enlace matrimonial y la muerte bañada en sangre de Lucy.

Pero luego habrá algunas escenas más que son de esas que vistas una vez no se te olvidan jamás.

Lucy se sale…

La propia Lucy encarnará a una de las vampiresas más sensuales y arrebatadoras del cine. Sobre todo, cuando abren su lápida para confirmar si está viva, muerta o no muerta. Y simplemente no está y reaparece infectada por el Nosferatu y alimentándose, o preparándose para alimentarse con un bebé que ha robado en la ciudad.

Vemos una transición de mal gusto cuando veamos a la Lucy vampiresa vomitando sangre, la claven una estaca en el corazón y la corten la cabeza y, acto seguido, veamos cómo trincha Van Helsing una carne sanguinolenta mientras relata con todo detalle la muerte de Lucy a Mina. Sin ningún género de sensibilidad.

Desde este momento veremos un crescendo en la acción, con persecución y cacería del vampiro.

El monstruo de Dracula, maravilloso

Pero veremos también al monstruo de Dracula desatado, sin paños calientes, animalizado y bestializado convertido en un monstruo con rasgos de murciélago que es sencillamente Gloria del cine.

Coppola descubrirá a Reeves, en el papel de Jonathan (lo iba a interpretar Johnny Deep) y éste sí que será fiel al texto en su interpretación.

He mencionado un par de veces el vestuario, fabuloso a lo largo de la peli excepto en lo que al propio Drácula respecta.

La coraza roja con orejas de conejo en el yelmo, que vemos al principio de la película es ridículo e ilógico. Ridículo porque no responde al patrón de ningún tipo de armadura medieval y se ha rediseñado el concepto a modo de transición entre armadura europea y líneas orientalizadas. Entre caballero y samurái

Unas líneas tan «orientalizadas» que, cuando veamos al conde en su castillo, siglos después, lucirá unas ropas ridículas que bien podrían ser del emperador de la China. Y digo «ridículas» no porque lo sean estética y físicamente, sino porque ese tipo de vestimenta no pinta nada y descontextualiza al personaje (protagonista).

Luego están los gazapos que decía antes

De verdad que los hay, y merece la pena ver la peli sólo para buscarlos y echarse unas risas avanzado y retrocediendo la película para verlos. Hay bastantes. Mis dos preferidos son la sangre que cae del crucifijo al principio de la peli, que cae a chorros y cubre el cadáver de la princesa a sus pies y, cuando se arrima el conde vemos que la sangre no ha llegado a ella todavía. Luego está el sombrero de uno de los aventureros, el tejano, que en una escena se sienta sobre él y cuando se alza lo lleva en la mano…

Antes dije que había más de 270 adaptaciones de Drácula en el cine. Permitidme que añada una mínima reseña de las otras tres clásicas para rematar este podcast de cine sobre nuestro vampiro favorito.

Las mencionaré, solo de pasada, en orden cronológico:

  1. Nosferatu, el vampiro, de 1922 – No tenían los derechos de la obra y por ello cambiaron nombres propios y localizaciones, pero fue un bombazo, más para la fecha en la que se hizo y pasó a formar parte de la memoria colectiva del cine como la bestia aterradora que era
  2. Dracula, de 1931. En la que el vampiro lo encarnó Bega Lubosi, volviendo a inmortalizar al no muerto
  3. Dracula, de 1958, esta vez encarnado por Christopher Lee. Peter Cushing sería su Van Helsing
  4. La cuarta sería ésta de Francis Ford Coppola, Dracula de Bram Stoker, convertida en historia de amor, en La bella y la bestia

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