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Beau Geste

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Beau Geste tiene tantos remakes que Marty Feldman hizo el suyo propio y lo tituló: El último remake de Beau Geste, conocido en España como Mi bello legionario. Una comedia de 1977. Fabulosa que sigue atrapando a quienes la disfrutamos en los 80s pero que no ha aguantado el paso del tiempo. En su caso «el peso del tiempo«.

A veces me pongo la escena de la adopción. Esa en la que aparece Marty Feldman

Tanto es así que os confieso que mi idea original era comentar esa, la comedia, pero la volví a ver la semana pasada y sólo salvo la primera media hora. El resto es infumable. No para mi, lo confieso. Me sigo partiendo de risa con ella, pero no creo que le guste a quien no sea, o haya sido, un seguidor de Marty Feldman, con la filmografía que tiene. Para que os hagáis una idea, ésta la dirigió él, pero venía de protagonizar El jovencito Frankesntein, de Mel Brooks. Una de mis comedias preferidas y una de las mejores de la historia del cine.

Dicho esto…

Vuelvo a Beau Geste y a sus múltiples adaptaciones

Podríamos decir que hay dos buenas adaptaciones, la primera, de 1926, en blanco y negro y de cine mudo y ésta, la de Gary Cooper en 1939, la mejor de todas las pelis de Beau Geste. Por lo menos para mi gusto, así como fiel a la del 26 y fieles, ambas, a la novela. La de 1966 se permite tantas licencias que llega a cambiar el final. O mejor dicho, que no da opción ni de ver el verdadero final, por lo que nos deja algunas cosas sin aclarar que luego os aclararé yo.

Mi bello legionario ya la he perfilado, pero no merece más comentarios puesto que ahí ya no interesa el texto original sino la propia parodia. Y de toda ella, de la parodia, me quedo con la aparición en escena del gemelo de Beau, cuando se presenta Obadiah Spittle. Solo por el careto del niño embarrado ya merece ser vista el resto de la peli.

También se ha llevado a la tele y hasta se ha interpretado en la Radio. Ya os conté cómo descubrí yo a Tolkien, en una locución de El Hobbit en la BBC. Abajo dejo enlace al podcast.

Todas esas adaptaciones provienen de una novela de 1924, de Percival Christopher Wren. Un libro repleto de aventuras e ideales occidentales que ahora, un siglo después, parecen haberse desvanecido, se han envilecido y hasta invertido.

Estamos ante los últimos estertores de un colonialismo europeo que produjo una literatura exhaustiva y, tras ésta, un buen puñado de películas que reflejan un pasado reciente que deja en nada a la Europa de nuestros días. Y eso que el autor es inglés, y nos habla de la Legión extranjera francesa. Nutrida, por aquel entonces con lo peor de cada casa francesa. Una Francia colonial a la sombra del colonialismo del efímero imperio británico. Y ambos a la zaga de una España que no fue colonial, porque no se nutrió con colonias porque otorgó el estatus de provincias de ultramar a todos los terrenos descubiertos y civilizados por los españoles.

Nostalgia de la Europa que fuimos

Y es que Beau Geste es una novela de aventuras… sí. Pero también parece un refugio nostálgico para todo europeo que quiera refugiarse en algunos pasajes de su Historia. Más francesa, danesa e inglesa, pero Historia, al fin y al cabo.

Inglesa porque sus protagonistas son ingleses. Y porque responden, en buena medida, al patrón de conducta del canon aristócrata, que bebe y se embebe de la tradición literaria europea, en general. Porque muchos de los actos, y de los gestos de Geste se podrían equiparar a los actos y gestos que podríamos haber visto en Arturo Pendragon, en Sir Gawayn… por la vertiente «british«.

De Beau Gest a… Chacal

Por la francesa estaríamos ante un Cyrano de Bergerac que diría más por lo que calla que por lo que habla. Y que no rima salvo en su conciencia pura y recta. Amén de situarnos el corazón de la acción en la Legión extranjera francesa. En territorio francés en suelo africano. A la sazón Argelia, la misma a la que traicionaría de Gaulle, décadas después, como os expliqué en Chacal.

Danesa por la presencia, u omnipresencia del ideal vikingo. Y los vikingos, para sorpresa de muchos, son parte esencial de la Historia de Inglaterra. No hay más que visitar York, antigua Jorvik, para entenderlo. Si vais no os perdáis el Museo vikingo. Pero antes de Jorvic fue la romana Eboracum y por ahí volvemos a entroncar con Arturo y el denostado (en la última peli) Sir Gawain. Y a los vikingos, por asociación metafórica se los conocía en las islas, como «daneses«.

Es más… Si quisiera rizar el rizo, si he de ver algún rasgo literario en Beau Geste, no en su narrativa, sino en la esencia del personaje, quizás podríamos hablar de El Quijote. Porque leyendo la novela y viendo la peli son esos rasgos, los quijotescos, por los que más destaca el personaje: su concepto de la aventura, del honor, de la lealtad y del caballero… Como dijo Picasso con Altamira: «Desde Altamira todo es decadencia«, si nos lo llevamos a la novela podríamos decir, «Desde El Quijote todo es decadencia«.

El catolicismo de los Brandom

Este pudo ser uno de los aspectos que incitaran a Gary Cooper a interpretar el papel de Michael, quien terminará siendo conocido como Beau Geste. Por su profundo catolicismo y su republicanismo conservador (los republicanos americanos serían como el Partido Popular en España).

Tuvo que ser de su agrado saber que interpretaría un personaje adoptado por una familia de profunda creencia católica. Tanto que sus antepasados utilizaron los pasadizos y su sótano para albergar, alojar y refugiar a otros ingleses católicos perseguidos y asesinados por los protestantes. Es decir, Gary Cooper tenía que estar en su salsa con este personaje.

Contextualizada la peli, en la Historia, en el cine y en la Literatura…

Vamos con la peli

Una peli que encierra mil pelis, o mil obras literarias. Poruqe rezuma aventura por los cuatro costados y porque no lo disimula. Es más, se jacta (para bien) de ello.

Ya lo mencioné antes. La lectura es la mayor afición y pasión de los protagonistas. Tres hermanos huérfanos adoptados por una familia de alta alcurnia. Es importante recalcar lo de «tres» porque en las versiones que sucedieron a esta versión se cae uno y nos quedamos sólo con dos. Y esa pasión literaria hace que se críen, y crezcan, imbuidos en un mundo culto e intelectual con un pie en la ficción y el otro en la realidad.

Tres hermanos adoptados y dos naturales, una niña y un niño. La mocita será la niña de los ojos de uno de los nuevos hermanos (con el paso del tiempo, claro), y el hijo sanguíneo será el contrapunto en todo a los tres hermanos. No es aventurero, no es un Adán como los hermanos, ni es un tipo de fiar. Y ojo, que aquí no aparece Claudia, una segunda hermana sanguíneo, por lo que aquí son ya uno menos que en la versión original.

Dicotomía en estado puro

El único «pero» de esta peli es que no hay términos medios: los buenos son muy buenos y los malos, muy malos.

Sir Gawain (paladín de la cristiandad en el Reino Unido); El rey Arturo, quien dio carpetazo a la Albión pagana y cristianizó a celtas y bretones. El furor y el ardor combativo de los vikingos y su pasión por Dumas y Los tres mosqueteros… todo ello aderezado con esa era colonial que hacía de Europa el epicentro del mundo, y en las fechas de la novela el epicentro del epicentro era el Reino Unido.

Todo Gloria y tradición militar en una sociedad militarista como la de la New Model Army incluso (Zulú), o, sobre todo, victoriana. A caballo con la Inglaterra Eduardiana de principios de siglo. Como la casa de mis tíos en Yok, de arquitectura eduardiana.

Como veréis todo ocurre (y se escribe) en el ocaso de un imperio, con una curiosidad que servirá para rizar el rizo: esos muchachos terminarán alistándose en la Legión extranjera francesa. Bajo bandera enemiga… ¿Qué sentido tiene todo esto?

Un inicio de película enigmático

La peli arranca con un destacamento de la Legión extranjera llegando a su destino, para relevar al anterior, en un fuerte en medio del desierto.

Cuando llegan perciben una situación anómala, aunque no terminan de dilucidar qué ocurre. Los franceses del fuerte están en las almenas, repartidos por toda la muralla, dispuestos para el combate, pero no se mueve nadie. Hasta que se produce un disparo aislado.

Los recién llegados mandan una comitiva de tres soldados para investigar y pedir que les abran el portón. Pero no se ve un alma y, lo que es peor aún, los soldados dispuestos en sus sitios están todos muertos.

Empezamos pues, la peli, con una incógnita: ¿qué ha pasado en el fuerte? Se ven signos de batalla, pero todo está envuelto en un misterio… Al final uno de los soldados de refresco se encargará de trepar por el muro para entrar, otear el panorama, y abrir desde dentro.

Damos un salto en el tiempo, se para la narración y volvemos al pasado.

El Agua azul

El agua azul es un zafiro. El Señor de los Zafiros, a decir verdad. Es la joya y la base de la riqueza y de la economía de la familia.

Una riqueza que, contra todo pronóstico, está menguando y lleva a la matriarca a necesitar vender esa piedra para poder mantener a flote la hacienda y el ritmo de vida de sus hijos. Un ritmo normal para sus tiempos, lo que no era tan normal era el ritmo del padre, que era quien estaba dilapidando la fortuna familiar.

Cuando se reúnen todos en torno al zafiro, se va la luz y cuando vuelve, todos observan atónitos que la piedra preciosa ha desaparecido. El hijo natural acusa, ipso facto, a los adoptados. No recuerdo si a uno en concreto, o a los tres. Da igual, acusando a uno sería lo mismo que hacerlo con los tres. La madre, disgustada ante el deshonor ocurrido delante de sus propias narices, decide dar un tiempo hasta la mañana siguiente para que, al amanecer, el zafiro esté de nuevo en su estuche.

Pero a la mañana siguiente el Agua azul no está en su sitio. Y lo que es peor, los tres hermanos adoptados han desaparecido.

Ahora demos un salto atrás en el tiempo. A esos años de mocedad en los que los cinco Brandon jugaban a ser los personajes de sus libros de ficción.

Rey Arturo

Uno de esos días, jugando a Los caballeros de la mesa redonda, Michael (Gary Cooper), se pide ser el rey Arturo. Y en una de sus correrías por los pasillos de la casa se embutirá dentro de una de las armaduras que tenían en el sótano que mencioné antes. Para sorpresa suya, y sin ser visto por estar dentro de la armadura, será testigo de una conversación anodina…

Verá, y escuchará, a su madrastra vender el zafiro de marras a un indio llamado Ram Singh. Y ahí escucha, y comprende, que la familia está pasando una mala racha por culpa del manirroto del marido, Sir Hector. La venta del zafiro salvará a la familia entera y a todas sus posesiones. Pero la madrastra quiere que esto sea un secreto porque si saliera a la luz se produciría un escándalo y su bancarrota estaría en boca de toda la alta sociedad.

Por eso sustituye la piedra original por una falsa. Por si tienen que mostrar la piedra a algún curioso, o a algún amigo de la familia, poderlo hacer.

Dicho esto, retomo la narración por donde la dejé, en el robo del Agua azul.

Legión extranjera

Los tres hermanos huyen a Francia y de Francia saltan a África. A la Argelia francesa. Y se enrolan, voluntarios, en la Legión.

Por aquel entonces la Legión extranjera era sinónimo de aventura y suponía, en muchos casos, una segunda oportunidad. Había reos confesos a los que el juez daba a elegir: cadena perpetua, o una condena larga, a veces hasta pena de muerte, o alistarse en la Legión. La vida en filas era dura y nadie podía garantizarte que te licenciarías sano y salvo, pero siempre era mejor que terminar con tus huesos en un calabozo o colgando de una soga.

Otros llegaban a la legión huyendo de su pasado. Unos de la Justicia, otros de justicieros. Y otros huyendo de un mal de amor o de un fracaso económico o personal. La legión no te hacía preguntas, te aceptaba sin importarles tu pasado. Se hacía tabla rasa (de tabula rasa) y tu contador vital se reseteaba y empezaba a contar de cero. Por eso muchos, terminados sus períodos de servicio, se reenganchaban, porque habían hecho del Cuerpo su familia y de la vida castrense, su propia vida.

Servir en hermandad, tener disciplina, un sueldo… Un lugar donde dormir y no sentirte perseguido por tus fantasmas era más de lo que muchos podían soñar en Europa. De ahí que saltaran a África y se reinventaran como personas, enfundados en una casaca azul.

Cierro el paréntesis explicativo y vuelvo con los hermanos.

Se alistan ocultando que son hermanos, para no levantar sospechas y para no atraer miradas indiscretas que pudieran dar a conocer sus paraderos. Michael y John irán a un destacamento y Digby será separado de ellos.

Michael ha jurado lealtad a la bandera francesa y destacará por su valor y su honorabilidad entre sus nuevos camaradas. Su fama y su reputación crecerán con el paso de los días, hasta terminar siendo conocido como Beau Gest.

Beau Gest y el Determinismo nominativo

Beau Geste significa algo así como «gesto hermoso«.

Ese determinismo hará que el personaje reciba un sobrenombre que condicionará su comportamiento a lo largo de la obra. Ese Beau Gest convierte a Michael en el paladín de la verdad, de la honradez y en epítome del buen soldado.

Caerá bien a todos menos a un legionario que es poco más, o menos, que una sabandija. Un tipo zafio (recordad la dicotomía) que anhela matar al sargento hasta que cae en sus redes y se convierte en su cabo. Todo por mutuo interés, porque el sargento es una pieza de armas tomar. En sentido literal. Una mala bestia que no siente ni padece y los instruye (aunque sea para su bien) con una disciplina desmedida y un desdén patológico hacia la vida humana.

Si no recuerdo mal es un ruso expulsado del ejército imperial ruso por su sadismo en Siberia. Si se hubiera esperado a Lenin habría ascendido como la espuma y su sadismo le habría valido un buen puñado de medallas de hojalata. El pobre nació antes de tiempo.

El ruso los entrena sin miramientos y los endurece (dicho sea de paso) para poderse enfrentear a los tuaregs en el desierto. Pero entre medias se ganará el rencor y el odio de todos los soldados que no ven en él más que a la mala bestia que percibimos nosotros, como espectadores.

La sabandija escucha a los dos hermanos, que os recuerdo interactúan como si no lo fueran. Espía una conversación en la que hablan algo sobre un zafiro… y empieza a atar cabos.

Motín, rebeldía y lealtades antagónicas

El teniente De Ruse es el jefe del destacamento.

Es un tipo honorable que odia al sargento tanto como el que más. Porque ve de qué calaña está hecho, y porque sabe que si le sucede al mando, si le ocurriera algo a él, hará sufrir (más) a los legionarios. Aquí hago un alto, a modo de curiosidad. En la versión de 1966, lo interpretó Leslie Nielsen. En la secuela de esta secuela (recordad que hay tres películas seria y alguna parodia menos seria).

Para muestra un botón… Esa peli, titulada Mi bello legionario en España, en realidad se tituló El último remake de Beau Geste. Lo del título en español se suma a la interminable lista de títulos que los responsables de la traducción se han pasado por el forro.

Leslie Nielsen en la peli de 1966

Sí, el de Aterriza como puedas, habéis leído bien. Iba para galán, pero al final recondujo su carrera hacia la comedia. Por suerte para todos porque no creo que exista nadie, en todo Occidente, que no se haya desternillado con más de una peli suya.

De hecho, acabo de verme la versión sesentera (a años luz de la que estoy comentando aquí) para volver a ver a Leslie Nielsen interpretando al oficial francés. Perdimos un galán, pero ganamos miles de carcajadas.

Beau Gest se fragua en el Sáhara

Su historia, y su leyenda.

Un Beau Gest que se meterá a todos sus camaradas legionarios en el bolsillo. Ejemplo de dignidad, de buen camarada, leal y honrado. Epítome de la elegancia al vestir (incluso el uniforme), en sus maneras, modales y forma de hablar. Valiente y repleto de buen criterio y sentido común.

Buen hablador, pese a ser parco en palabras. Esto, quizás, sería lo más sencillo de interpretar para Gary Cooper, para quien Gest se ajustaba a su persona como un guante hecho a medida. Porque todo lo bueno que tenía Gest lo compartía con el actor, que era todavía más bueno: Buen conversador y conservador. Más lo segundo que lo primero, porque al parecer se trataba de un tipo que no desperdiciaba un vocablo y siempre hablaba lo justo. Bien, pero lo justo. Y donde no se callaba nunca era como conservador y, por encima de todo, anticomunista. Quizás, como os decía, por eso encarna tan bien el papel del héroe digno, valiente, honrado y recto como es el de Beau Geste.

A lo largo de su periplo africano, los tres hermanos deciden no revelar su parentesco al resto de los legionarios. Por si alguien hubiera leído algo sobre el Agua azul, para que nadie pudiera atar cabos. Y uno de ellos reciba otro destino y termine separado de sus hermanos. Volveremos a verle como uno de los integrantes de esa columna que llega al fuerte y se encuentra tan lamentable, y dantesco, espectáculo.

Entre medias, y para llegar a ese punto, Beau Gest se echará encima a propios y extraños por ser fiel a sus principios. El caso es que el personaje mezquino que había terminado convertido en cabo se enterará del vínculo entre los soldados. Y lo que es peor, de la existencia de la joya, y de que ese fue el motivo para que terminaran enrolándose. Entre medias, con la muerte del coronel y con el ascenso del sargento, odiado por todos, la peli virará 180º para poner rumbo a su desenlace enigmático.

El motín

Los legionarios se disponen a alzarse en armas contra el nuevo coronel.

Los hermanos odian al antiguo sargento como el que más. Pero han jurado bandera y no se prestan para sumarse al motín. Por eso los amotinados deciden terminar con el oficial y con los hermanos por no sumarse al motín. La sabandija traiciona a los que se van a amotinar y pone sobre alerta al suboficial quien, tras la muerte del coronel se convierte en el líder (odiado) pero indiscutible del regimiento.

Como os decía, es avisado por el cabo y éste intenta reclutar a los hermanos para defender su causa. Pero los hermanos, que no se han amotinado por lealtad a su juramento, declinan la invitación. Podrían haberse sumado al alzamiento y no serían ahora carne de cañón en un paredón. Los amotinados quieren terminar con el suboficial, pero un ataque sorpresa de los tuaregs le volverá a convertir en líder. Apartan sus diferencias para defender el fuerte como una piña. Esto lo aprovechará el sargento para huir de la soga y tener la oportunidad de librarse de los amotinados en una pelea justa.

De nuevo se habrán ganado el apelativo de los soldados «desleales» porque no sólo quieren derrocar al sargento y huir rumbo a la civilización. Quieren asesinarlo. La negativa de Gest lo predispone en contra de sus camaradas. La llegada de los tuaregs desbarata el motín.

Tuaregs

Los legionarios resisten oleada tras oleada, pero el sargento los sobreespone, para que vayan cayendo mientras defienden la plaza. Así no se manchará él las manos. No tiene piedad, incluso envía a su cabo, al que le previno, a la torre, como blanco fácil de los tiradores tuareg.

Aquí es donde el propio sargento, con sus manos, reubica los cadáveres para colocarlos en las almenas, como os decía al inicio de este comentario. Eso desorientará a los tuaregs, que perderán la cuenta de los muertos y de los vivos, por lo que terminarán replegándose y marchándose.

Beau Geste está herido de muerte, y su hermano lo protege del sargento, pero cuando baja a por víveres para su superior lo encuentra registrando al Beau Geste moribundo. Ha encontrado el diamante y, en un rifi-rafe con el único superviviente, el hermano de Beau, nuestro protagonista usa sus últimas fuerzas para impedir que su hermano muera a manos del sargento.

Aparece la columna del relevo, con la que inicié la narración.

Y el corneta entra en el fuerte para ver si queda alguien vivo y, de paso, abrir la puerta desde dentro.

Justo antes el hermano mayor, el único superviviente del fuerte, inmolará a Beau Geste quemándole en su lecho de muerte con el sargento a sus pies. Lo del sargento quemado con Geste será por el funeral vikingo que quería el protagonista, con un perro guardián a los pies.

Lo que nos perdemos en las demás secuelas…

Antes de que entre la columna en el fuerte los dos hermanos supervivientes desertarán, acompañados por otros dos legionarios, que son amigos suyos. John y Digby, éste segundo, el corneta, morirá protegiendo su hermano y a los dos camaradas que se les han unido.

Su fatal desenlace se producirá cuando estén a tiro de piedra de un oasis en medio del desierto. Llevan un tiempo caminando, sin agua y el oasis podría revivirles, pero está plagado de tuaregs. Urden una estratagema en la que el corneta se separará de ellos, para tocar la canción que sirve a la Legión para cargar. El sonido de la corneta, y los disparos de los tres legionarios, tiene que asustar a los tuaregs.

Ese es el plan: hacerles creer que la Legión va a por ellos, para que pongan pies en polvorosa y dejen el oasis. Y eso mismo sucede, aunque se producirá una escaramuza previa a la huida. Un tiro aislado terminará con el segundo hermano, el propio corneta quien, con su muerte, habrá salvado a los otros tres.

John regresa al hogar y entrega una carta a su madrastra en el que explica que Michael robó la joya, pero a sabiendas de que era falsa. Explica que sabía lo de la venta de la original y fue él quien robó la piedra preciosa falsa para evitar la ruina y el descrédito de la familia cuando se hubiera sabido que el pilar sobre el que reposan la fortuna y la reputación de tan noble familia, es falso.

Beau Geste: Un héroe muerto a mitad de camino

Ya he comentado muchas veces el «Camino del héroe». Ese en el que el protagonista se ve arrastrado por las circunstancias y, en contra de su propia voluntad, termina siendo un héroe que regresa victorioso.

No es éste el caso.

Beau Geste se nos revelará como héroe, sí, pero póstumo. Porque hasta el final de la peli, y como os decía, ya muerto, no se despejará la incógnita de la joya robada. Puede haber momentos en los que su familia de adopción pudiera pensar que es un ladrón y un canalla. Y que lo pensemos los espectadores también. Pero es su sacrificio personal, a favor de quienes le acogieron. Asume la deshonra y el descrédito para proteger a su familia adoptiva.

Y todo para que, tras morir defendiendo el fuerte, la columna de relevo no se aposenta en él. Si resulta trágica su muerte, más lo es sabiendo que ha luchado y muerto en vano. Esto lo sabemos cuando escuchamos, al nuevo oficial, decir que ese fuerte será clausurado porque no sale rentable para Francia mantener abierta esa posición remota en medio del desierto del Sáhara.

Décadas después llegará Degaulle y Francia perderá Argelia y supondrá el inicio de una paradoja histórica. La del cazador cazado, que hará que la Metrópoli descolonice la colonia y los colonos terminarán colonizando la Metrópoli.

Beau Geste…

Una de esas pelis que me traen recuerdos de mi padre. De las tardes, y noches, que me pasé viendo pelis y títulos como éste. Con él disfruté el buen cine y casi podría deciros que fue él con quien aprendí a saborear una buena peli una y otra vez.

Pelis mencionadas en mi comentario de Beau Gest

Os dejo, también, el enlace para mi podcast de cine sobre Tolkien

Por cómo descubrí yo al Maestro, y como otro gran conservador y católico, como Gary Cooper

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