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Cyrano de Bergerac

Tabla de contenidos

Hoy comento Cyrano de Bergerac… «el Cyrano«.

Una de mis pasiones literarias. Uno de mis personajes favoritos, de toda la vida. Y por muchos motivos que pienso contaros este 14 de noviembre, a la sazón, fecha de mi 48 cumpleaños. Por eso rescato esta película precisamente en esta fecha, porque…

Comparto con todos al Cyrano, mi regalo más íntimo

Y me vais a permitir dar un rodeo para llegar al Cyrano hablando de la pasión que comparto con él: la escritura. De este modo, cuando os hable de la película, y del personaje, no sólo conoceréis mi pasión por ambos, también sabréis qué vínculo íntimo existe entre los dos y por qué lo elijo para hacerme a mi mismo un regalo de cumpleaños.

Porque sí, antes de dedicarme al SEO y hacer filigranas con el lenguaje para posicionar a mis clientes en buscadores… Antes de dedicarme a la Comunicación Digital, y años antes de licenciarme en mi formación por vocación, la filología… muchos años antes yo ya escribía. Escribo, escribí y escribiré toda mi vida. Por amor a escribir, a describir y a hacer sentir mediante el texto lo que amo y lo que detesto.

Siempre he escrito. En el grupo Scout Kimball 110, fui secretario, para escribir los resúmenes de las reuniones de patrulla en la tropa. Jugando a rol lo que más me podía fascinar era preparar las partidas de Dungeons & Dragons como master. Y cuando salimos a hacer vivac, los amigos, desde hace más de 30 años, llevo siempre conmigo un librito verde en el que resumo cada jornada.

Ahora me llaman Pigafetta, no por Elcano sino por escribano

En Estados Unidos, escribí para un periódico local. En la Universidad fundé dos revistas, mientras escribía cuentos para la publicación de una Patronal… Y mil ocasiones más en las que desenvainé mi pluma para escribir, fuera para mi o para otros. Y aquí quería llegar…

Yo, que tantas veces escribí como «Cyrano« cartas y textos que otros firmaron. Que conste que es lo mismo que hago hoy para vivir, con esto del SEO. Todos vosotros habréis leído textos, de algún periodista de postín, de muchos empresarios y de algún deportista que, sin saberlo, llevaban su letra escrita con mi puño.

Pues sabed amigos lectores, que esto que hago hoy, con 48 años, lo hacía con 13 y con 14, escribiendo cartas de amor para las amadas de mis amigos y ellos las copiaban, las firmaban y las entregaban, cuando no hacía yo mismo de correo. Como os decía, cuando de correo ejercía pude disfrutar viendo leer mi carta a la destinataria, que eran las amadas de mis amigos y las veía emocionarse al leerme, al leerlos, al leer su carta que tenían entre sus manos. Sublimación del escritor que llevaba dentro. Y cuando mi corazón se henchía de gozo, me volatilizaba, nuevamente sublimado.

Recuerdo cientos de besos robados… para otros

¿Con 13 y 14? Y con 23 y 24.

Mi arma fue, es y será, mi pluma y guando la esgrimo sube, como la espuma, mi alma. Que es cuando más disfruto y más gozo, no cuando escribo sino cuando veo, siento y percibo el placer en quien me lee, más que de manera consciente, de quien me lee sin saber que me está leyendo. Porque mira al pie del texto y en vez de leer Álvaro leen Fulano o Mengano, o Fulana, que también he tenido clientes de SEO mujeres y periodistas para más INRI, cuya firma remata mis textos, que son los suyos por contrato.

Por eso reza mi perfil en LinkedIn, lejos de Soy especialista en tal o maestro de cual: «Escribir para vivir hasta que pueda vivir para escribir». Mi vida ha cambiado en los últimos 30 años, pasando de ser el que escribe para «el deseo» de toros a ser «el del SEO».

Poco a poco me vais conociendo, tras 429 pelis comentadas (con esta) y con mis 499 recetas (en el gastrónomo) y mis 729 artículos (en el troblogdita). 1657 publicaciones, por amor a escribir + 33 podcasts de cine emitidos (en Antena Historia) implican cierto gusto por escribir y por comunicar. Como podcaster llevo 3 años, pero como bloguero soy todo un veterano con 14 años en la blogosfera…

Hechas las presentaciones y explicados los vínculos que decía que os iba a explicar, vamos con la peli.

Cyrano de Bergerac de 1990, dirigida por Jean-Paul de Rappeneau

Iba a decir que es la 2ª de dos adaptaciones cinematográficas, cada cual mejor, la verdad. Pero no. Como viene siendo costumbre en los últimos años, hemos vuelto a padecer un remake amodo de revisionismo histórico. En 2021 se hizo otro Cyrano. Por el amor de Dios… adiós al complejo de narices de nuestro protagonista, el nuevo Cyrano era enano. Encarnado por el genial Peter Dinklage, Eitri en Vengadores: Infinity War. Me parece un actorazo de los buenos, pero ya está bien de desvirtuar nuestra Historia, nuestra Literatura y nuestro cine haciendo malabarismos para echar por tierra toda la tradición y cultura occidental. Sobre todo la europea. Y todavía no os he dicho que en esta osada versión, Christian es negro. ¡Válgame el cielo! Un cadete de Gascuña negro.

Dicho esto, y recuperado el aliento, me olvido y obvio la aberración de 2021 y me centro en los dos Cyrano de Bergerac, sobre todo en mi favorito, el de 1990. Mención obligada al de José Ferrer, el español de Puerto Rico. A la postre se hizo con el Oscar al Mejor Actor, y es que, vista su película, de verdad que lo bordó. Pero igual que lo bordó Gerard Depardieu, aunque…

El Cyrano de Depardieu se quedó con dos palmos de narices

Si Cyrano es soberbio, porque en su superioridad intelectual y en su magna destreza con el acero, no menos soberbio se muestra Depardieu encarnando al mito francés.

Lo tenía todo, el físico, el genio, el carácter, y el ingenio para imbuirse en el papel del de Bergerac y sacarlo de las tablas del escenario para inmortalizarlo en el celuloide. Y bien que lo hizo, pues nuestro Cyrano, el de 1990 es una bestia cinematográfica. Un aluvión de estoques, un torrente de rimas, un tornado de orgullo y un latido tierno por su prima.

Desconozco la razón por la que no ganó el Oscar al Mejor Actor, que se lo llevó Jeremy Irons por interpretar a Claus Von Bülow en la magnífica y archiconocida El misterio Von Bülow. ¡Ah! ¿Que no la conocéis? Yo tampoco. Y encima se impuso a Depardieu y a Kevin Costner en Bailando con lobos. Gerard Depardieu roza la perfección en esta interpretación, comparable, para mi gusto, con su Cristóbal Colón en 1492: La conquista del paraíso.

La misma suerte corrió la propia peli, en su candidatura a Mejor Película Extranjera. Perdió a favor de Viaje a la esperanzaYa, y para rematar los Oscar de 1991, también fue candidata a Mejor Dirección Artística y a Mejor Maquillaje y en ambas perdió, esta vez, y las dos, a favor de Dick Tracy.

Menudo jarro de agua fría para el cine francés. En un año tan prometedor y con una película, guion, actor, y mil cosas más, tan maravillosas como presentaba Cyrano de Bergerac.

Como bien dije en el troblogdita, cuando comenté la novela de Cyrano de Bergerac, allá por 2014, Rostand creó este personaje para intentar recuperar el orgullo patrio francés. Una Francia maltrecha necesitada de figuras que la devolvieran el sentir nacional y poder levantar la cabeza. Y es curioso, que así con todo, la obra se vanagloria del protagonista, porque lo que son sus gascones, muerden el polvo con los tercios españoles.

Pero no nos adelantemos… pues antes de palpar el acero toledano hay mucho de qué hablar en la capital.

Aunque no alargaré el texto innecesariamente y me limitaré a presentar a los personajes, explicaros quién es quien y cuáles son las tramas por las que transitan los personajes.

Tenemos protagonista: nuestro Cyrano

  • Huelga deciros a estas alturas que Cyrano es un tipo arrogante, orgulloso, soberbio y testarudo. Algunos dirían que incluso fanfarrón, pero poco de esto último tiene porque aquello que promete, lo cumple.
  • Cyrano está enamorado de Roxanne, su prima hermana. Es un portento esgrimiendo la espada y lo mismo es con su lengua. Admirado por los suyos y temido por sus enemigos, que no tiene pocos… Su «pero», una nariz como una pera.
  • Roxanne bebe los vientos por Christian: un cadete gascón. Un adonis que no sabe juntar dos palabras en rima consonante ni dos frases consecutivas. No sabe hablar y se sabe incapaz de enamorar (sin saberlo que ya lo está) a su amada porque es buen conocedor de su propia torpeza al rimar.
  • Luego está el Conde de Guiche. Por su título comprendemos su posición. Buena fortuna, buen partido, seguro que podría ser hasta un buen marido. Pero no es capaz de ablandar el corazón de la muchacha

Tres hombres luchando por una mujer

Y vemos un sacrificio por amor.

Pues nuestro héroe, el de Bergerac, lejos que desenvainar y ensartar a sus rivales, bajará la mirada y suspirará. Y apostará por el gascón. Y no solo eso, sino que respetará el amor que su prima siente por el muchacho y, sin declarar su amor ni destapar su dolor, será padrino del adonis en el ejército. Será su protector en la guerra. Y será su pluma y su voz, para ayudarle a enamorar a la mujer aman los dos.

Esto lo hace por tres motivos:

  1. Primero porque tiene por enseña la palabra que empeña, como buen hombre de honor que es
  2. Y segundo porque conoce el hándicap del mozalbete: no será capaz de terminar de enamorar a una mujer que arde en deseos de un intelecto que no encontrará en Christian
  3. Si los motivos expuestos no fueran suficiente razón, a Cyrano le queda el prurito de ser él, en el nombre de Christian, quien termine de rendir a Roxanne con sus versos, único consuelo de no saborear sus besos

Cyrano pondrá su talento al servicio del gascón y el adonis se apoderará del corazón de la muchacha. A estas alturas el Conde de Guiche se sentirá despechado e influirá para borrar a sus dos rivales de un plumazo.

Al rival político, o militar, que es Cyrano, y al rival en el amor, que es Christian. Enviará a los dos al frente para luchar con el ejército español. Los franceses rodean la capital y son rodeados por los tercios españoles que asedian al asediador.

Antes de partir sucede este diálogo que me fascina:

  • Roxanne: Os lo confío, prometed que no pondrá su vida en peligro
  • Cyrano: Lo intentaré
  • Roxanne: Que en el asedio terrible no pase jamás frío
  • Cyrano: Haré todo lo posible, pero…
  • Roxanne: Que me será fiel.
  • Cyrano: Me ponéis en un aprieto
  • Roxanne: Que me escriba a menudo.
  • Cyrano: Eso os lo prometo

Ese «eso os lo prometo» me vuelve loco

No responde por Christian. No sabe si podrá mantenerlo a salvo, ni si él, en el fragor de la guerra buscará otra trinchera que alivie su ardor. Pero cuando Roxanne le pide a su primo que inste al gascón a mantener correspondencia epistolar con ella, ahí ni lo duda. Lo promete porque, a espaldas de Christian él por las noches la escribirá y por el día las enviará para volver a proteger al muchacho.

Tras múltiples aventuras sabremos que los franceses se mueren de hambre pues el cerco español es infranqueable. Para todos menos para Cyrano, que dos veces al día cruza las líneas españolas para llevar sendas cartas que serán enviadas a Roxanne.

Llegamos al pico más alto de esta tragedia, pues más allá de su final, que es la apoteosis, Cyrano estará a un palmo de conseguir su amor anhelado cuando Roxanne acuda en auxilio de los gascones. Lo hará portando víveres que darán fuerzas a los franceses. Las justas para caer al suelo con dignidad cuando los españoles les pasen por encima.

Entre medias, obvio decir que el Conde de Guiche mandó su batallón al peor punto del frente, para, con suerte, librarse del de Bergerac y del gascón. Habrá intercambios de insolencias entre el conde y nuestro Cyrano. Y habrá un momento en el que, en el peor de los momentos, pues la batalla estalla y los españoles avanzan sin remedio que Christian huya con Roxanne para ponerla a salvo y mientras la insta a irse por donde ha venido (en el buen sentido, para salvarla) ella le habla de sus cartas y de cuán enamorada está del talento del muchacho. Ahí flaqueará él porque comprenderá que nunca, en privado, será capaz de saciar el hambre de intelecto que tiene su amada. Y él teme que descubra su torpeza al hablar…

Lo que terminará pasando es que ella, ávida de sus palabras, que devora cuando las lee, le descubra a su amado que, a sus espaldas, Cyrano no no ha cesado de escribirla cartas. Y esas cartas son las que han terminado de volverla loca de amor intelectual por el talento «del chaval» que termina preguntando si le amaría igual si fuera feo. Y ella declara que no ama al físico sino al talento que ha demostrado.

Ahí Christian acudirá a Cyrano para contarle que Roxanne, a quien ama de verdad, es al autor de las cartas y al orador del balcón… es decir, a su primo hermano. Y cuando Cyrano duda por primera y única vez, cuando siente la tentación de sincerarse con su amor el adonis cae herido y medio muerto. En su agonía Cyrano deja que descanse en paz diciéndole que a quien ama Roxanne es a él y no al escritor. Y Christian muere sabiéndose amado.

Pasan los años, y tras una elipsis narrativa vemos a Roxanne en un convento y al Conde visitándola… antes de la visita de cada sábado del Cyrano.

Y antes de su llegada el Conde, ahora Duque y jefe del ejército, rinde visita a su antigua amada, quien ahora lo ha perdonado. Se reúnen, de este modo, todos los protagonistas vivos del relato… Hasta el mismo Duque, redimido, ensalza al Cyrano y lamenta el declive de su otrora rival y archienemigo sin antes advertir al amigo de Cyrano que se barrunta que Cyrano podría sufrir un accidente. Vela, de este modo, por la integridad física de su enemigo de antaño.

El ataque se produce de forma vulgar…

Le rompen el cráneo al Cyrano

Las pocas fuerzas que le restan las usa para despedirse de la vida, de la viuda, de las monjas y de sus amigos

El propio Cyrano anticipa el desenlace de la obra tras ser emboscado y golpeado… «Sábado 26, y sin haber cenado, el Señor de Bergerac ha muerto, asesinado… (…) He fallado en todo, hasta en mi muerte (…) mi último lamento…» Y vemos cómo retoma su costumbre de acudir a la cita del convento para visitar a su prima. Ella vive enlutada desde la muerte de su amado.

Ragueneau, su amigo y antaño pastelero está presente en la escena. Trabaja ahora para el mismismo Molliere y confiesa que va a despedirse porque el genio de la Literatura Francesa le ha robado una escena entera, la de «la fría ventolera». Pero Cyrano le dice que «así es mi vida, he sido el inventor de todo y al que todo el mundo imita». Y por primera vez deja claro su sufrimiento cuando lo de Christian… «Mientras yo estaba abajo escondido entre la escoria otros subían a recoger el beso de la Gloria, No me quejo, y lo apruebo ante el Todopoderoso. Molliere es un genio y Christian era hermoso».
 
Hacia un final apoteósico.
Su prima, por fin, por primera vez, comprende el drama que ha vivido el Cyrano y que ella le ha hecho sufrir toda la vida. Y ahora rescata la conversación con con su adonis, en la que exalto el intelecto del uno cuando lo era del otro y comprende, tras muchos años, que a quien había amado de verdad había sido a su primo, pero como él mismo dice, cuando ella le declara su amor, ya es tarde.
 
Agoniza, delira, y enfrentándose a sus fantasmas y a los  fantasmas de los millares a los que dio muerte con su acero, Rostand nos encauza hacia uno de mis finales de cina favoritos en toda la historia del 7º Arte…
 
En brazos, por primera vez, de la mujer a la que en secreto siempre ha amado, declama con maestría y Depardieu lo borda: «Ya sé que finalmente conmigo vais a acabar, no importa. ¡A luchar! ¡Luchar! ¡A luchar! Sí, todo me lo quitaréis: el laurel y la rosa, lleváoslos. Pero me queda una cosa que me quedo. Y esta noche, cuando entre en la casa de Dios, brillará intensamente mientras diga mi adiós, algo que inmaculado meteré en un arrullo y me lo llevaré para siempre. Y es… mi orgullo».

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