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Civil War

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Rescato Civil War porque me parece una peli interesante, sin auparla a buena. Recién vista y, a pesar de que como cine bélico vale muy poco, me apetece comentarla desde el prisma de los corresponsales de guerra. Y, en parte, desde el prisma de la distopía.

Es una peli distópica en la que el ciudadano de a pie queda relegado a un tercer plano y la acción se centra en los periodistas y en combatientes.

Para no marearos os diré que una distopía nos presenta un futuro (cercano o lejano) en el que la sociedad ha sufrido un cambio que podría ser plausible. Es decir, realizable, por muchas cosquillas que nos produzca. Al final del artículo os presentaré algunos ejemplos de futuros distópicos.

Distopía en Civil War

Si nos ceñimos a la distopía que veremos en Civil War nos encontramos con una guerra civil que asola el territorio de los Estados Unidos de Norteamérica.

Si tenemos en cuenta que, desde el término de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos han sido la nación hegemónica y el líder de las naciones democráticas y occidentales, que esta nación sufriera una guerra civil, o una invasión (como en Amanecer rojo), la sumiría en un caos total. Esa guerra arrastraría al resto de las democracias occidentales. Sería la desaparición de Occidente, tal y como lo conocemos: esa es la distopía.

Por eso, esta peli es una distopía norteamericana, pero si ampliamos el zoom lo es de todo Occidente. Unas naciones tomarían partido por una facción, otras por la otra… Otras se darían mus y las más sembrarían cizaña para sacar rédito del conflicto. La ONU declararía día de fiesta mundial la fecha del inicio de una guerra así.

Guerra de Secesión 8.0

Parece que hemos viajado en el tiempo. Empieza la peli y es como si hubiéramos ido a los Estados Unidos en pleno 1863-4, en el apogeo de los estados confederados, cuando parecía que podrían ganar la guerra.

Porque, en realidad, es eso, pero en plan futurista.

Estados Unidos se ha dividido en cuatro bloques:

  • Leales a los legítimos Estados Unidos
  • Secesionistas de las Fuerzas Occidentales
  • Alianza de Florida
  • Nuevo Ejército Popular

El ejército parece haberse abierto en canal y dividido tal y como sucedió en la Guerra de Secesión, como explico en Murieron con las botas puestas. Esa peli, la de Custer, es cierto que su tema principal, y que más morbillo da, son las Guerras indias, pero la incluí en Guerra de Secesión también porque el primer tercio nos explica cómo se forjó Custer y ahí, en su formación, nos cuenta también cómo los oficiales, suboficiales y aspirantes con tendencia secesionista partieron de los cuarteles y de las academias. Pues lo mismo habría pasado aquí.

Habrían partido de un único ejército (englobando USAF, US ARMY, US NAVY y la Guardia Nacional) y sus miembros se habrían mantenido leales al ejército o se habrían declarado en rebeldía y se habrían unido a las Fuerzas Occidentales, a la Alianza de Florida y/o al Nuevo Ejército Popular.

El principal rival de los Estados Unidos serían las Fuerzas Occidentales compuestas por Texas y California.

Según comprendí al ver la peli, todo el pifostio se lio con la decisión del presidente de los Estados Unidos de asumir un tercer mandato infringiendo la 22ª enmienda de la Constitución estadounidense que limita los mandatos a dos. Esa decisión unilateral, y por el tono que veo en la peli se diría que, impuesta, habría alzado en armas a esa parte de la población, la del sur, que, sobreentiendo, vendría calentita por rencores históricos y por algún trato desleal que hubieran recibido por parte del Gobierno.

La peli empieza con un discurso triunfalista del presidente. Lo vemos ensayando una y otra vez, hasta que suelta su mensaje dirigido a la opinión pública. Creo recordar que sin presencia de periodistas porque el Gobierno llevaría un tiempo aislado del pueblo, de la Sociedad, de la realidad y de los medios.

Lo siguiente que comprendemos es el avance imparable de las fuerzas secesionistas rumbo a Washington D.C.

Corresponsales de guerra en N.Y.

Es la séptima peli que comento en el fancine sobre este tema.

Como veréis, me interesa bastante. Y me interesa, por lo general, por mi pasión por el Periodismo y la Comunicación en general. Y por el Periodismo de guerra en particular. Al final del artículo encontraréis enlaces a las pelis comentadas: Cuando éramos soldados; La chaqueta metálica; La sombra del cazador; las españolas Gernika y Territorio comanche y, para mí, la mejor de todas: Los gritos del silencio.

Esta última, Los gritos del silencio, es obligatoria verla si te gustan las películas que hablen de Periodismo, de periodistas, de libertad de prensa, libertad de expresión… y de Libertad.

Pues bien.

Esta vez los corresponsales no están en la Guerra Civil española, ni en Vietnam, ni en Sarajevo, Sudáfrica ni en Camboya.

Están en los mismísimos Estados Unidos. No están en zona de guerra, pues Nueva York queda un poco lejos del frente, pero vemos los estragos de la guerra en la ciudad. Y vemos a los periodistas cubriendo e intentando cubrir protestas, manifestaciones y demás… hasta que se produce un atentado suicida y se va todo a tomar por saco.

En esta escena conocemos a los cuatro protagonistas de la peli

  • Lee Smith: la protagonista. Fotoperiodista. Es de Colorado. Su talento para hacer fotografías sólo es comparable con el mojo de Austin Powers para rendir a las mujeres. Ella lo mismo, pero en vez de mojo una cámara y, en vez de mujeres, fotografías
  • Joel: Periodista de Florida. Y conductor oficial del grupo
  • Sammy: un periodista veterano del The New York Times, talludito. A las puertas de la jubilación. Es la sensatez personalizada y se sabe con un pie fuera del Periodismo porque su edad y su físico le impiden seguir ejerciendo
  • Jessi Collin: una muchacha aspirante a fotógrafo. O a fotoperiodista. Es de Missouri, no está licenciada pero parece estar llamada a heredar el mojo de Lee

Los tres primeros se conocen desde hace muchos años. Sammy, como adelantaba, es un referente del Periodismo de guerra. Tiene el culo pelado de viajar y el pasaporte con más sellos que el mío de la EXPO’92.

Se ha paseado por todos los escenarios bélicos del último tercio del siglo XX y de las primeras dos décadas del XXI. Su pena (creo que no lo verbaliza, pero se sobreentiende) es que la última guerra que cubre sea en su país natal. Ese golpe no lo había visto venir.

Está casi retirado. O retirado del todo, pero el gusanillo le puede y tira de él para no perderse su última aventura periodística. Su discípulo es Lee, que lleva, además, el nombre de Lee (el personaje) en honor a una fotoperiodista real que estuvo en Europa durante la Segunda Guerra Mundial llamada Lee Miller. Puedes estar o no de acuerdo con Sammy, pero es toda una institución y todos los corresponsales, más que admirarlo, lo idolatran. Pero con los años ha perdido agilidad, no mental, que de esa va sobrado, sino física. Ha ganado un porrón de kilos y su movilidad está reducida y su corazón tira del resto del cuerpo a duras penas.

Ahí, más o menos cuando conocemos a Sammy es cuando ocurre lo del atentado terrorista. Ya había aparecido la muchacha aspirante a fotoperiodista, Jessi. Y tras presentarse a Lee, y hablar con ella, Lee la ve desprotegida y la regala su casco de guerra y un chaleco antibalas. Providencial. Porque está en medio del fregado cuando la activista se inmola.

El rumor es la antesala de la noticia

El avance secesionista parece imparable.

Las tropas sublevadas avanzan rumbo a Washington y el rumor, que es la antesala de la noticia (eso decía José María García), augura que van a la Casa Blanca a por el presidente. Y no dan cuartel ni hacen prisioneros. Si llegan al presidente lo matan.

Periodistas de raza

En estas vicisitudes se separa la paja del trigo.

Es decir, es cuando destacan los líderes y se diluyen los mediocres. Esto sirve para el periodismo y sirve para cualquier faceta de la vida, profesional y/o personal. Cuando vienen mal dadas, cuando recibes una somanta de palos o cae una tormenta a nivel castigo divino es cuando los que valen, valen y los que no, se esconden.

Y nuestros protagonistas siguen en pie tras el bombazo. Es cuando aflora el Joel que estaba oculto. O por lo menos yo lo tomé, por error, por el segundón de Lee, incluso por el chófer, no como un periodista de los de casta. Ahí se levanta el tío, con los mismísimos bien puestos y dice, pues si los sublevados avanzan hacia Washington, y el presidente no va a ser evacuado, entonces la Noticia está en la Casa Blanca.

Deja bien claro a todos los presentes que se irá al día siguiente a Washington. Quiere llegar a la Casa Blanca antes que el ejército de las Fuerzas Occidentales. Parece ser que son pocos, o ninguno, los periodistas que han podido entrar en la Casa Blanca durante la guerra. De hecho, el comunicado es emitido por el Departamento de Prensa, no por periodistas.

La noticia está en La Casa Blanca

Estaba claro que la chiquilla aspirante a periodista se suma a la aventura.

Lo que no estaba tan claro es que fuera Sammy. No por falta de voluntad por su parte, sino porque sus colegas no se lo permitieran. Y no por falta de respeto, al contrario, por cariño y admiración. Un poco, también, porque entienden que será un estorbo, y de esto hablan a medio metro de él sin tapujo alguno. Tiene sobrepeso, está obeso y es muy mayor. No podrá correr, ni huir, ni hacer nada que implique un mínimo de agilidad, destreza y velocidad y cubriendo una guerra, en el frente, necesitas de todas esas cosas y, aun así, nadie te garantiza salir con vida.

Pero su argumento es irrefutable.

Es un periodista de casta. Toda su vida cubriendo guerras en todo el mundo… ¿Va a perderse el desenlace de la única que ha vivido en su país? Además, se moriría de vergüenza si se quedara en un apartamento viendo cómo los demás hacen su trabajo. No tiene todos esos atributos que he detallado, pero los tiene muy bien puestos y, puesto a morir, mejor persiguiendo la noticia que huyendo de ella.

Si a ese argumento irrefutable le sumamos la admiración y el cariño que todos le tienen, allá que se van los cuatro.

The last of us

No nos engañemos.

Es verdad que el viaje es muy entretenido. Y que tienen sus aventuras. Pero no deja de ser una mera transición. La hemos visto mil veces en mil pelis, y en mil series. Casi todas las pelis distópicas tienen este tramo de película en el que los protagonistas se lanzan a la carretera.

¿Por qué?

Porque el autor, el director, quiere sacar a los personajes de su área de confort. Odio esta expresión. Muy de RR.HH. y muy políticamente correcta. Es decir, que quieren echar al ruedo a los protagonistas. Y quieren hacerles peligrar. Que teman, que huyan, que se enfrenten al miedo y a sus propios miedos. Quieren usar este camino para forjar al héroe y para forjar el equipo que, habitualmente nace desestructurado. Y lo vemos en esta misma peli: Van de un sitio «seguro» al sitio más peligroso del planeta (DC en el desenlace de la guerra).

El grupo no parte unido. Los dos veteranos hacen piña, pero no están de acuerdo en que Sammy y Jessi se suban al coche. El uno por viejo y la otra por niña. Ambos serán lastres que pondrán en peligro la misión. En The last of us (basada en un juego homónimo) pasa lo propio: el protagonista tiene que llevar una mercancía humana del punto A al punto B. Parten con mal pie y el viaje los une. Pues eso… Los problemas, la manera de encarar esos problemas y la suerte, si es que está de su lado, harán que el equipo llegue al destino siendo eso, un equipo.

Los gritos del silencio

Por el camino tendrán que sortear peligros, se meterán en la boca del lobo y la muerte los acechará en cada curva. Esto es otro tópico ineludible.

Son la única familia que les queda en esta vida. Aunque tengan la familia biológica por ahí, metida en algún refugio. Se llevan bien, o mal, o fatal y fenomenal, pero al término del viaje serán más que un equipo. Esto pasa en todas las pelis del ramo. Es que viajar une. Y viajar rodeados por milicianos, soldados sin marco legal, mercenarios, zombies, mutantes con setas en la cabeza o pandilleros asesinos… une mucho, sino que se lo pregunten a The Warriors. O a Legolas y Gimli.

La recta final no tiene desperdicio.

Los periodistas, tras todas esas aventuras vividas, y con Sammy bajo tierra, dicho sea de paso, llegan a Washington.

¿Sammy bajo tierra? Recordaréis que iba a ser un obstáculo y una impedimenta para los demás, ¿verdad? Pues bien. Llegando a Washington aparecerán otros dos corresponsales de guerra. Son de Hong-Kong. Y son amigos en común. Aparecen de la nada, como persiguiéndoles, y terminan haciendo la escenita de saltar de un coche a otro, en marcha. Hay que vivir (o haber vivido) en la América profunda para entender esto como algo habitual en los conductores primerizos que sacan sus coches por el campo con 17 añitos.

Eso es lo que pasa. Uno de los hongkoneses se pasa al coche de nuestros protagonistas y Jessi, que a estas alturas se cree Pérez-Reverte, o Alfonso Rojo, se pasa al otro coche y el conductor acelera hasta perderlos de vista.

Cuando encuentran el coche está abandonado y, tras buscarlos, están listos para papeles en el borde de una fosa común. Un grupo de paramilitares, creo que, del Nuevo Ejército Popular, se ha dedicado a matar a los lugareños y vemos una escena que, claramente, evocan a otras dos pelis distópicas:

  • Por un lado, vemos una excavadora repleta de cadáveres que a mi me hicieron pensar, ipso facto en la manera que tenía la poli de NY para disolver las manifestaciones en Soylent Green, en español: Cuando el destino nos alcance
  • Cuando Jessi aparece entre todos los cadáveres y tiene que reponerse, recomponerse, tragarse sus ascos y caminar arrastrándose entre muertos cubiertos de cal. Ahí me recuerda a Dith Pran en Los gritos del silencio. Cuando tiene que hacer lo propio entre los cadáveres de sus compatriotas asesinados por los comunistas de los Jemeres rojos

¿Cómo ha terminado ahí?

Recordad: ella se había ido con el hongkonés y se toparon, de bruces, con los paramilitares que estaban enterrando en cal viva a los asesinados.

Terminan de rodillas a las puertas de convertirse en fiambre cuando llegan los dos periodistas veteranos, pues se bajan del coche y dejan a Sammy, por motivos obvios, dentro del coche. La cosa se complica, se cargan a los dos extranjeros y cuando parece que le van a dar el finiquito a los tres protagonistas, Sammy irrumpe en escena atropellando, arrasando, a los paramilitares. Una vez rescatada Jessi pondrán los pies en polvorosa y un tercer paramilitar, el que conducía la excavadora, sale y dispara varias ráfagas de ametralladora a quemarropa.

Huyen, pero cuando hacen un alto en el camino se percatan de que una bala ha atravesado a Sammy, por el costado y parece haber entrado en el estómago. Se está desangrando poco a poco. Lo entierran en el camino y siguen los tres hasta la capital.

«No dejes que me maten«

La recta final es un delirio.

Las tropas sublevadas asedian la Casa Blanca. Se produce la última resistencia con los soldados que quedan dispersos por la zona, algún civil voluntario y los agentes de seguridad del presidente. Pero el avance rebelde es imparable y van superando todos los obstáculos y eliminando cada conato de resistencia que encuentran en su camino.

Su objetivo: Matar al presidente.

Nuestros tres periodistas entran en un sprint, desde las afueras de la capital, con otros corresponsales que vienen acompañando a las tropas en una marcha frenética por conseguir la última foto del presidente de los Estados Unidos.

Entre medias, Lee entrará en shock por primera vez en su vida, y los nervios, o el miedo, o todo junto atenazan sus músculos y no es dueña de si misma. Avanzan por el jardín, por la entrada del edificio gubernamental, y corretean por los pasillos y sus colegas, así como alguno de los militares, tienen que cargar con ella para que no la alcance una bala perdida.

Entonces aflorará el genio de Jessi que irá exponiéndose una y otra vez en busca de fotos impactantes. Joel lidera el grupo y, superada la jefa del gabinete del presidente, es decir, muerta ella, se precipitan hasta el Despacho Oval para rendir al presidente. Caen sus escoltas y Joel se arrima a los soldados que lo inmovilizan en el suelo. No quiere que lo maten, no antes de entrevistar al presidente, pero en esas circunstancias es complicado entablar un diálogo o hacer entrevistas…

«Eso me vale«

Joel pide un titular al presidente, quiere sacarle la frase lapidaria que le permita escribir un titular brillante y épico. Sin escrúpulo alguno le pide al presidente, que sigue en el suelo que le de un titular y el presidente, busca su salvación pidiendo al periodista, que está grabando, «no dejes que me maten«, y el periodista se incorpora diciendo, «eso me vale«. Se retira del primer plano y la jefa de los rebeldes acribilla al presidente y lo asesina a sangre fría.

Esa frase de Joel es la que me ha empujado a escribir esta entrada para comentar toda la película.

Me parece, sencillamente, brillante.

Dura, áspera, descarnada, hasta grosera e inhumana, pero brillante. Siempre desde el punto de vista del periodista que busca un titular. No logra entrevistar al presidente, por motivos obvios, pero le ha arrancado un titular. Ya dará él cuerpo a la noticia. Ya meterá toda la literatura que le hará ganar el Pulitzer y hacerse famoso a nivel mundial por ser el periodista que arrancó las últimas palabras al presidente derrocado justo antes de morir. Será quien se lleve la noticia del magnicidio y sus nombres, nos guste o no su actitud, pasará a la Historia del Periodismo. Más que eso, pasará a la Historia.

Por su parte Jessi hará la fotografía del asesinato y con ella se asegura su entrada en el mundo del Periodismo por la puerta grande y ver su nombre escrito en el pie de esa foto en las futuras portadas de todos los medios de comunicación del mundo entero.

Todos leerán ese titular, pero la retina retendrá la imagen, la instantánea de la foto que ha hecho la novata que empezó el viaje deseando ser fotoperiodista y se consagra con la foto más importante de la Historia del Periodismo moderno.

Pelis sobre corresponsales de guerra

Debajo de los carteles encontraréis mi reflexión sobre las distopías en el cine.

Distopía

La mejor definición, y explicación, de qué es una distopía la leeréis en mi comentario de 1984. Basada en la novela homónima de George Orwell y, como a mí me gusta llamarla: «la madre de todas las distopías«.

Esos cambios vienen, por lo general, precedidos por un agente que hizo que la evolución de la Sociedad cambiara su curso natural. Estos agentes pueden ser ajenos a la voluntad humana o producidos por nosotros mismos, por nuestras negligencias o intransigencias.

Posibles ejemplos ajenos a nosotros, como especie:

  • Cataclismo
  • Cambio radical en la naturaleza, casi siempre producido por una variación drástica del clima
  • El cambio precipitado de la inclinación del eje de la Tierra, que produciría tsunamis y cambios drásticos en el ecosistema…
  • El impacto de un meteorito
  • Pandemias naturales…
  • Una invasión extraterrestre
  • ¡O zombis!

Como veréis son múltiples y variadas las posibles opciones. Y pueden ir de una en una o sumarse varias: una inicial que desencadena otra…

Luego habría otras que sí vienen de la mano del ser humano. Es decir, un cisma causado por nosotros mismos que provoca un futuro que rompe con los cánones establecidos en la actualidad:

  • Implantación de un régimen totalitario, de carácter político, racial o religioso
  • Superpoblación
    • Escasez de alimentos…
    • O de agua
  • Guerras civiles
  • Una guerra mundial
    • Si fuera nuclear la primera desencadenaría otra distopía todavía más grande y duradera…
  • Extinción de parte de la Humanidad por la dispersión de un patógeno de laboratorio, como el COVID
  • Movimientos migratorios masivos que reemplazan a la población autóctona

Lo normal es que haya un detonante y, después, aparezcan otras causas que agudizan esa distopía. La verdad es que todos ellos pueden aparecer aislados o juntos.

Pelis distópicas en el fancine

Como son 38 las pelis que encontraréis aquí, en vez de poner los enlaces, uno por uno, os dejaré el enlace a la sección, para que podáis daros un paseo por su cartelera y leer la que más os guste: Distopías en el fancine.

Pelis de la Guerra de Secesión

Otras películas

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