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Bailando con lobos

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Bailando con lobos nos presenta, una vez más, el mito de la frontera en el cine. Una vez más, sí. Y una de las mejores.

Para mi tiene sabor a cine de verano, En los Veranos de la Villa de Madrid, en el cine de San Antonio de la Florida y en el cine Doñana de Matalascañas. Sabor a verano y sabor a cine al aire libre con cielos estrellados.

Y eso mismo, «cielos estrellados», no faltarán en esta peli que nos habla de la aventura de un personaje que deja todo atrás para irse a la vanguardia de los Estados Unidos en su imparable peregrinaje hacia el oeste en busca de nuevas tierras. Avanzando por territorios que antes sólo habían pisado los indios y los españoles.

Mito de la Frontera

Un territorio inmenso desde Texas hasta Alaska. De sur a norte de los Estados Unidos de norte américa. Territorios que, hasta la fecha, sólo habían pisado los indios (como nativos americanos desde el Paleolítico) y los españoles (impulsores de la Edad Moderna. Españoles que ya habían llegado a Alaska y, por supuesto, a Texas). Un recorrido rumbo al oeste. Lento, muy lento, pero implacable.

La nación india ha vivido la transición entre diferentes eras del ser humano. Digo eras, y no épocas, porque no se trata de un cambio de época. Un cambio de época, como apuntaba antes, el más grande dado por el ser humano fue el salto de la Edad Media a la Edad Moderna propiciado por los Reyes Católicos. Aquí, en España. Una Edad Moderna iniciada con la culminación de la Reconquista de España y multiplicada al cruzar el charco para terminar descubriendo América: todo en 1492 (1492: La conquista del paraíso).

No es el caso indio… Al referirme a ellos os hablo de una cultura y de una civilización que se había mantenido casi inmutable desde el Paleolítico.

Esto me lo explicó mi mejor amigo estadounidense cuando viví en Minnesota, mitad indio Oglala, mitad irlandés. Llegaron y se asentaron y su modo de vida, fundamentalmente cazador/recolector permaneció inmutable durante miles de años. De ahí la noción paleolítica, de su vida estacional siguiendo al búfalo y recolectando frutos de temporada para guardarlos para el invierno. Una vida nómada recorriendo vastísimas extensiones de terreno que les permitían sobrevivir a todas las estaciones del año. Miles y miles de años así…

Indios que, por cierto, usaron el caballo para recorrer las estepas norteamericanas hasta que se extinguió. Eso obligó a instaurar cierto sedentarismo en torno a la agricultura, pero de un modo incipiente, no estandarizada. Esto pasó porque, como os decía, se extinguieron los caballos en su América y no volvieron a montarlos desde el Pleistoceno hasta el siglo XVI en que llegaron los españoles y reintrodujeron el caballo en América del Norte. De este modo pudieron los Dragones de cuera españoles llegar, luchar, conquistar y mantener vastísimos territorios norteamericanos con sólo un puñado de jinetes.

El origen español del caballo Mustang

Jinetes que, como os decía, reintrodujeron el caballo en América y, sin pretenderlo, devolvieron la identidad al indio permitiéndole volver a galopar en pos del bisonte. De los caballos españoles, que alguno se escapó y terminó salvaje surgió la raza Mustang. Estos caballos (españoles, fundamentalmente de raza andaluza) perdidos por las praderas infinitas americanas se llamaron cimarrones y terminaron asilvestrados. Y de ahí los mustangs. La Mesta data de tiempos de Alfonso X el sabio y responde a la necesidad de facilitar y mejorar las condiciones de vida de los ganaderos (si Pedro Sánchez estudiara Historia en vez de prohibirla en los colegios comprendería la importancia de este grupo de población).

Esto fue así porque en España, que no hubo feudalismo, ni se pudo practicar con tranquilidad la agricultura, por las guerras fronterizas entre moros y cristianos, la mayor parte de la economía, y de los asentamientos cristianos provenía de estos ganaderos. Para que veáis que empecé comentando «el mito de la frontera» estadounidense y comprendáis que buena parte de él se refleja a las mil maravillas con el castellano, tanto en tierras americanas como en la España de la Reconquista.

¿De dónde viene el término Mustang?

De la palabra «mesteño» que pasó a pronunciarse «mestengo» y después «mustengo», «Musteng» y «Mustang». ¿He dicho «Mesteño»? Por la Mesta castellana. Los caballos que había en Castilla y no tenían propietario pasaban a ser propiedad de la Mesta, convirtiéndose en «mesteños». La conquista de América y la evolución del lenguaje hizo lo demás hasta terminar viendo el caballo galopando por las praderas americanas y por sus carreteras al frente del Ford Mustang. Pues de ahí viene ese caballito.

Volviendo a los indios… Su primer contacto con otra civilización fue con los españoles. Ellos tenían la suya. Distinta a la europea, ni mejor ni peor, solo distinta. Los españoles llevaron su lengua y esta los hermanó y una religión que los convirtió en iguales entre si. Y eso que entre los indios los había pacíficos y belicosos. Pero en gran medida el impacto de nuestra cultura mejoró sus condiciones de vida. Quizás no manteniendo intactas las suyas originales, eso es indudable: cuando dos civilizaciones se cruzan se influyen mutuamente. Pero sí con las vistas puestas en el futuro y partiendo de la igualdad, pues, a diferencia del resto de naciones europeas, los indios pasaron a ser españoles con los mismos derechos y las mismas obligaciones.

Para comprender que no me aparto de la verdad os sugiero escuchar las conferencias del bisnieto de Gerónimo. Se toma la molestia, cosa que todo español debe agradecer, de desmontar la leyenda negra que pesa sobre España. Una leyenda negra que responsabiliza a los españoles de los crímenes de los ingleses. Pues bien, este ilustre bisnieto del ilustrísimo bisabuelo, Gerónimo, compara a Oñate con los «pilgrims» del Mayflower. De ahí viene su Día de Acción de Gracias.

Alfonso Borrego, bisnieto del jefe indio apache Gerónimo

«La diferencia de un inglés y un español es que los ingleses mataron a todos los indios desde Plymouth hasta los estados de nombre español»

Alfonso Borrego

Bisnieto del jefe indio Apache, Gerónimo

Thanksgiving / Acción de gracias

Un Día de Acción de Gracias que Dale Chabott, el padre de la familia con la que viví y conviví en los Estados Unidos me explicó así:

«Thanksgivings es el día en el que los estadounidenses agradecemos a los indios que asistieran a los pilgrims llegados de Europa. Les enseñaron qué se podía comer, cultivar y cazar en América. Los salvaron. ¡Y después nos los cargamos!»

Dale Chabott

Y tras «nos los cargamos» soltó una carcajada que todavía reverbera en mis oídos.

«México, Nicaragua, Belice, Perú…» así enumera Alfonso Borrego las naciones de nombre español en la que había y sigue habiendo indios. En los estados norteamericanos de nombre inglés no quedan, y los que sobrevivieron lo hicieron en las reservas que se abrieron para ellos en territorios de habla hispana para acogerlos y salvarlos del exterminio.

De eso hablo largo y tendido en mi Trilogía de las Guerras Indias en el fancine con: Fort ApacheMurieron con las botas puestas, y Hostiles.

Desde que los primeros seres humanos cruzaron el Estrecho de Bering, hasta la llegada de los españoles, después de los ingleses, los franceses y, finalmente, los estadounidenses.

Insisto, para que quede bien claro: los españoles conquistaron América y, como resultado de dicha conquista, compartieron el modelo de civilización castellana (más que europea) con los indios que fueron asumidos como españoles. Respetaron sus derechos; les proporcionaron un idioma, el castellano, y una fe, el cristianismo. Y pacificaron la zona como se estilaban las cosas por aquellos tiempos a mandoblazos. Hubo tribus amigas y hostiles, por supuesto, pero el promedio es que donde hubo españoles sobrevivieron los indios.

Esta pacificación, conquista y unión entre pueblos no habría sido posible sin la ayuda de inmensas mayorías de indios que vieron en los españoles la salvación para huir de la barbarie primitiva de otras naciones, también indias, imperantes, como vemos en Apocalypto. Y como vemos, también en Oro. Guerras, sacrificios humanos, torturas y consumo de carne de niños se frenó con la llegada de los españoles. Sin embargo, donde hubo ingleses y holandeses murieron los indios. Estos mismos, ingleses y holandeses traficaron con portugueses que llevaban negros, como esclavos, del África a América del norte.

Guerra de Secesión

Permitidme este pequeño paseo por la historia. Entiendo que puede ilustrar y mejorar el comentario de la peli. Sobre todo porque el trato que se les daba a esos negros fue la excusa/razón para que los estados unionistas del norte declararan la guerra a los confederados del sur. Y justo en esa guerra, la de Secesión, arranca esta peli, con un teniente harto de existir que se lanza desesperado a una muerte certera porque no tiene el valor para volarse él solito la tapa de los sesos.

Ya estoy hablando del teniente unionista John J. Dumbar, cuya pierna está en solfa tras haber sido herido en una batalla. Se la quieren amputar y él no se imagina una existencia como tullido de guerra. Se sube a un caballo y vuelve al frente en busca de una muerte segura. Tan segura como que es lo que busca para poner fin a su agonía. La buena suerte querrá que su actuación alocada y suicida sea interpretada como una heroicidad por su tropa que, siguiendo su ejemplo, se pondrá en pie y avanzará sobre las filas confederadas.

Por cierto, la carga será al más puro estilo Gettysburg. Esos avances masivos recorriendo largos terrenos a cuerpo descubierto para terminar a bayonetazos.

La batalla estaba estancada y sólo la acción, repito, suicida y mal interpretada como heroica, estimulará al bando unionista y por eso lograrán vencerla. De ahí que el teniente suicida termine condecorado. Además salvará su pierna y le permitirán elegir su nuevo destino.

Y ese destino será el punto más remoto en la frontera del oeste. Fort Sedgwick, en Colorado. Fijaros que es uno de los territorios más al oeste de los Estados Unidos por entonces, con un nombre español. Y es que veremos más adelante en la propia peli que los españoles ya habían estado allí. Ya lo he dicho antes, en el comentario, pero lo repetiré las veces que hagan falta.

Hará el viaje acompañado por un buhonero que, la verdad sea dicha, da un poquito de asco. Le coges cariño, pero con la nariz tapada. Un detalle gracioso (para mi) son los huevos cocidos con vinagre que lleva metidos en un frasco de cristal. Es una comida, o mejor dicho, un desayuno muy yanki. Para cuando no tienen tiempo para ponerse a hacer un brunch. Abren el tarro y se comen un par de huevos. Ojo que el desayuno (quitando restos de pizza recalentadas y hamburguesas del McDonald’s) más habitual (entre algunos amigos míos de allí) era una cerveza con dos o tres huevos crudos dentro. Un trago y a pescar, o a cazar…

Todo este rollo para explicaros un poco el costumbrismo que veremos a lo largo de la peli y para invitaros a encariñaros con el buhonero. Pero no demasiado porque entonces os partiría el corazón cuando termine como un alfiletero con las flechas de los indios Pawnee un rato después de despedirse de Dumbar.

Comentar que el western estaba de capa caída a principio de los 90s y esta peli fue una apuesta personal de Costner para dar salida a un guion sin cristalizar que rondaba los estudios de Hollywood.

No fueron pocos los colegas suyos se rieron de él. Y sin embargo Kevin Costner tenía muy claro lo que quería hacer. Ni mucho menos un «western» al uso. No era una peli en la que el bueno reparte justicia a balazos y los malos siembran el caos encasillados en estereotipos. Y tampoco, puesto que había indios, sería una peli en la que los indios son la encarnación del mal y los blancos unos santos.

Bailando con lobos, una peli sin buenos ni malos

Los hombres blancos de esta peli no son malos, como lo serían en una peli de 2022. En la peli, como en la vida real, se limitan a impartir «su Justicia», a pesar de pisotear la propia de los indios. Es decir, y visto con los ojos de los tipos de aquellos tiempos, nos guste o no, se sentían legitimados a actuar de ese modo. Y esto desmonta por completo la tesis de que la guerra de secesión se hiciera para combatir al racismo y a los esclavistas. Es verdad que no esclavizaron a los indios, pero porque los exterminaron. Y al puñado que sobrevivió los metieron en reservas de mala muerte y en condiciones infrahumanas.

Es decir… La Historia nos quiere hacer entender que los estados del norte, los unionistas, a cuyo ejército pertenece Dumbar, declaró la guerra a los estados confederados del sur porque querían abolir la esclavitud. Pero esos mismos antiesclavistas van y exterminan a la raza india en el mayor genocidio, o por lo menos el más efectivo, de los últimos siglos. Su política hacia el indio fue prometer para incumplir todas las promesas. Y cuando se quejaban los indios: tiro en la frente. En este sentido «el hombre blanco» se aprovechó de la ingenuidad y de la bondad del piel roja.

Pero los indios tampoco eran hermanitas de la caridad.

No.

Lo vemos en esta peli. Los indios «malos», los pawnees, lo son porque no tienen respeto alguno por la vida y se ceban con sus víctimas. Primero los masacran, sean otros indios o blancos, y después les arrancan la cabellera y celebran cada muerto.

Pero es que los indios «buenos», o sioux, son tan sanguinarios y crueles como los pawnees. Es más, vemos cómo disfrutan matando e, igual que sus primos pawnees, también los vemos celebrando cada muerto por su mano. Pero también secuestraban a niños blancos. De ahí un personaje crucial en esta peli: En pie con el puño en alto. Una mujer crecida entre indios que fue raptada de su casa, seguramente tras pasar a cuchillo a su familia, de pequeña. Para entender de qué os hablo os recomiendo ver Hostiles. Y esto lo hacían los pawnees y los sioux, y los apaches y comanches y todos los demás indios por igual.

Es decir: la maldad o la bondad no depende del color de tu piel.

Hubo indios buenos y generosos, y hubo indios asesinos y crueles. Tanto como blancos buenos y malos. Y no es menos cierto que ese siglo fue duro, muy duro. Que la Justicia y la Ley, o las normas o la autoridad, llamadlo como queráis, se imponían con plomo. Y quien tuviera más plomo, o mejor puntería, y mayor número de guerreros imponía su propia Ley. También hubo excepciones, como os comenté en Murieron con las botas puestas, en la que los indios pusieron en su sitio a Custer. Pero una vez que la maquinaria de guerra estadounidense empezó a engrasarse iría reforzándose y consolidándose sin prisa pero sin pausa hasta terminar siendo imposible toda resistencia por parte de los indios.

Por eso veremos que esta peli es el western más cercano a la realidad que se había hecho hasta el momento. Bailando con lobos es una peli sin heroicidades y sin héroes. De hecho hasta sin villanos. Porque se trata de hacer una radiografía de la realidad, sin paños calientes: El choque entre dos civilizaciones que terminará con una sometida y la otra autoimpuesta.

Y ni siquiera juzgándolos, porque vemos, como decía antes, ambas caras de la moneda en los representantes de ambas civilizaciones. Indios sabios y razonables, como los sioux con los que convivirá el teniente, aunque incluso él se sorprenderá cuando descubra el lado sádico de sus nuevos amigos indios, cuando guerreen con una crueldad inusitada. Y hubo indios asesinos como los pawnees (sin olvidar esa pasión por la guerra y la sangre que apuntaba que compartían los propios sioux de la peli). Veremos al resto de los yankis insensibles y rudos como contraposición a la sensibilidad que demuestra Dumbar.

Guerras indias

Y será Dumbar quien propicie el vínculo con los indios. Por un lado porque cuando llegue al fuerte lo encontrará desierto. En vez de abandonar la misión decidirá continuar con ella, aunque sea a solas. Tan a solas que tendrá por compañero a su caballo y, esporádicamente, un lobo que le visitará de vez en cuando. Los indios le visitarán, sin dejarse ver, y observarán a Dumbar en sus quehaceres y sobre todo bailando con «Calcetines», el lobo.

De ahí que se gane el respeto de estos indios que lo miran con extrañeza. Les despierta cierta simpatía, por su vínculo con la naturaleza. Con la lluvia, con el rayo, con el territorio que habita y con su caballo y con ese lobo que de vez en cuando se dejaba caer por el fuerte.

No tardarán en hacerle una visita de verdad. Aunque con cierto tinte de reto, pues será para robarle el caballo mientras él está dándose un baño en el río. Cosa que evitará por dos veces, ésta ahuyentando a Ave que patea y otra haciendo lo propio con Cabello al viento.

Ahora que se sabe rodeado y vulnerable, pues no deja de ser un soldado en medio de ningún sitio dentro del territorio sioux, decide emprender un viaje a modo de embajada. Se pone su uniforme, despliega su bandera y cruza la llanura en busca de la tribu sioux.

Para sorpresa suya se topará con una mujer moribunda. Es india, o viste con ropas indias, pero reconoce en ella los rasgos de la raza caucásica. Es decir, es una mujer blanca que vive entre los indios. Está en las últimas tras intentar suicidarse y él la salva, la recoge y se la lleva consigo en su embajada rumbo a los sioux.

Su entrada en el campamento indio sólo podríamos compararla a la que veremos dos años después en El último mohicano, cuando Nathaniel Poe se adentre en el poblado hurón de Magua y avance golpeado y vejado por los indios. Con la salvedad de que Ave que patea, con el respaldo de el jefe Diez osos, salve a Dumbar del linchamiento. A partir de aquí se establecerá una relación cordial, de mutua admiración y respeto entre el yanki y el indio que se extenderá al resto de los indios que reconocerán, ahora también su valor y gallardía.

Habrá algunas interacciones más y un intercambio de visitas, del campamento indio al fuerte americano en el que la mímica y los gestos ayudarán a salvar la barrera del idioma y Dumbar termine comprendiendo el mal que padecen los indios: no hay búfalos, que para nosotros serán bisontes, que cazar. Y éste es la base de la economía india. Del bisonte sacan la carne, las pieles, los huesos y multitud de órganos y tendones con los que se alimentan, visten, dan forma a utensilios de cocina y se protegen del frío.

Dumbar terminará comprendiendo la figura de esa mujer blanca convertida en india. Si bien recuerdo habría sido rescatada por los siux tras una rafia pawnee. Estos últimos habrían arrasado un poblado o una granja o asentamiento colono y los siux habrían pasado después por el mismo sitio y encontrado a la niña entre los cuerpos de sus familiares. La habrían rescatado y acogido como propia para salvarla.

Entre medias Dumbar escribe un diario que le permite tener un registro de toda su actividad al frente del fuerte y en el que entremezcla sus experiencias con los indios de esta tribu. De este modo refleja la memoria de sus actos y se evadirá de su soledad.

Y fechas más tarde, volviendo a Dumbar, en una de esas experiencias místicas en las que se hace uno con la naturaleza, verá una manada de bisontes y se subirá a su caballo para avisar a los siux del avistamiento y poner a toda la tribu en marcha para ir a darles caza.

Se sucederán pues dos episodios que mi memoria no alcanza a encuadrar cronológicamente. Por un lado acompañará a los indios en la cacería, mostrando su valor y llegando a salvar a uno de los indios con un tiro certero. Por otro lado los pawnees atacarán el campamento siux y sólo lograrán salvarse cuando Dumbar logre equilibrar las fuerzas regresando al fuerte para recopilar los fusiles (del ejército estadounidense) que él habría escondido a la espera de la columna de caballería que tendría que relevarle algún día, si es que llegan.

Escondió estas armas para evitar que cayeran en manos de los pawnees pero él mismo se las entregará a los siux. Antes había sido apartado de la reyerta porque los indios no le creían preparado para un combate cuerpo a cuerpo entre indios, por su nivel de salvajismo. Pero la superioridad pawnee era tal que sólo lograría ser contrarrestada con armas modernas. Los siux no eran menos fieros, pero sí tendrían un código de valores más elevado que los pawnees que sólo se vería pervertido por la sed de sangre pawnee.

El bisonte

También veremos la desolación en los rostros siux cuando se encuentren una manada muerta y desollada. Centenares de bisontes muertos por el placer de matar del hombre blanco que los mataba para traficar con sus pieles. Años más tarde, con la llegada del ferrocarril que atravesaría los Estados Unidos de este a oeste se darían episodios dantescos en los que los colonos se divertirían abatiendo bisontes desde las ventanas del tren, por el placer de hacer tiro al blanco.

Insisto: el bisonte era la moneda india que mantenía su modo de vida y los mantenía con vida. Los indios no darían crédito a sus ojos al ver semejante carnicería.

Ya hemos llegado al punto en el que Dumbar pasa más tiempo entre los indios que en el fuerte. Estos lo acogen como un amigo y él se siente mejor entre ellos que entre los blancos, de los cuales, os recuerdo, huía desde que intentó suicidarse al principio de la película. Y será entonces cuando establezca un vínculo de verdadera amistad con todos ellos. Cuando se enamore de En pie con el puño en alto, que para entonces habrá superado su luto por su marido indio. Será objeto de mil bromas de sus amigos indios y él las encajará con gallardía comprendiéndolas como una iniciación hacia su conversión en siux, pues a estas alturas, sin dejar de ser un soldado estadounidense, blanco y anglosajón, habrá descubierto la paz y la felicidad de existir en la naturaleza y sumergido en la propia (valga la redundancia) naturaleza india.

Y llegados a este punto Diez osos y Ave que patea se interesarán por las intenciones de los guerreros blancos. Y Dumbar les explica que el avance estadounidense es imparable, que vendrán más blancos de los que pueden imaginar y que los irán desplazando sino batallando por cada palmo de terreno.

Morrión español, antes de los Dragones de cuera

Para mi llega la mejor escena de todas cuando Diez osos saca un fardo que su tribu atesora desde tiempos de su tatarabuelo: un morrión español.

El morrión era el casco que lucían los soldados de los tercios españoles. Su tribu lo guarda como recuerdo del primer encuentro con el hombre blanco. Y le explica que los que llevaban ese casco llegaron y se fueron. Que luego llegaron los mexicanos y ahora los estadounidenses. Y describe cómo se han ido trasladando desde el sur, en Texas hasta donde están ahora, y que lucharán por su único patrimonio, que es su tierra, o huirán para preservar sus vidas. Dumbar comprende que los indios conocen su destino de antemano y que el hombre blanco llegará para desplazarlos. La diferencia, como dije al principio, es que los indios vivieron y sobrevivieron a los españoles porque estos luchaban si parar pero cuando se asentaban se hermanaban con los nativos, pero saben que del empuje de los anglosajones no los salvará nadie.

El campamento se levantará para ir al de invierno. Aquí se hilvanarán escenas en las que Dumbar, casado con En pie con el puño en alto emprenderá su propio viaje, se supone que de vuelta a la civilización, o mejor visto, huyendo de esta porque será perseguido como traidor por haber facilitado armas de fuego a los indios.

y los indios se verán condenados a huir y guerrear hasta que años después terminen rindiéndose y sometiéndose al ejército de los Estados Unidos y al gran Padre Blanco (como llamaban al presidente de los Estados Unidos). Y lo vemos cuando separan sus caminos, Dumbar y la tribu, y se intercalan escenas de la caballería americana siguiendo la pista de los siux alcanzando sus asentamientos con fuegos todavía humeantes pisándoles los talones.

Esta película es una obra de arte, con una fotografía y una música, y vestuarios maravillosos. A mi me acompañó durante años y más aún después de vivir y convivir con auténticos descendientes de los indios Oglala, en Minnesota.

Antes de ir a Estados Unidos me había leído un libro que mi padre atesoraba…

Enterrad mi corazón en Wounded Knee

A mi vuelta lo releí y por primera vez lo comprendí. Y lo he releído con el paso de los años. Una lectura que terminó regalándome mi padre y que os recomiendo de corazón si os apeteciera profundizar en el conocimiento de tan noble nación, la india. Aunque no esperéis leer aventuras sino desventuras, la de todas las promesas que los indios creyeron y las de todas las promesas incumplidas hasta llevarlos a la extinción por parte del inglés primero y del estadounidense después.

Leedlo sin esperar nada hermoso, sólo la cruda realidad y después buscad las conferencias que mencioné al principio, del bisnieto de Gerónimo, en la que él, mejor que yo explica la influencia española en la salvaguarda de la raza india y rompe con la leyenda negra que acusa a los españoles del mal que hicieron los anglosajones.

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