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Indiana Jones y el dial del destino

Tabla de contenidos

El cine es Magia, o no es cine

El pasado 30 de mayo fui testigo de esa Magia. Testigo y protagonista. Viendo Indiana Jones y el dial del destino.

Testigo porque al final de la peli, cuando se encendieron las luces, me quedé, como siempre leyendo los títulos de crédito. Pero algo distrajo mi atención. Desvié mi mirada de la pantalla, de modo inconsciente, y terminé observando a los espectadores de mi alrededor. Todos lucían una sonrisa en su rostro. Y me volví un poco, hacia mi izquierda, para mirar a los que bajaban por las escaleras. Más sonrisas.

Protagonista porque yo mismo sonreía, como un bobo.

El público era heterogéneo en edades. Mayoría de cuarentones, como yo, aunque ando cerca de los cincuenta. Había algunos muchachos jóvenes y también personas por encima de los cincuenta. Y todos sonrientes. Seríamos alrededor de quinientas personas. Era la sala 6 de Kinépolis Diversia, en Madrid. Y todos felices.

¿Un hechizo? ¿Pura Magia?

Puro CINE.

Esta película me ha hecho viajar en el tiempo, como dije en un tuit nada más encenderse las luces en la sala.

Por unos instantes ya no estaba en Diversia, ni en La Moraleja, ni en Madrid. Por unos instantes estaba en Matalascañas en el verano del ’82. Saliendo del Cine Doñana, un cine de verano, y bajando la cuesta rumbo a la parcela 30 del Sector M. Con razón los amigos sevillanos nos llamaban «los madriles de la M-30». Volví de ver la peli con Mamen Morejón, ensoñado entre tarántulas, Egipto y los 5 duros que la había prestado para pagar la entrada. Mi insistencia para recuperarlos recordándole a su padre que se los había prestado me valió que me quedara con el apodo de «Rumasita».

Todos esos recuerdos se me agolparon la noche del viernes mientras salía del cine. A mis 48 años, sin tocar el suelo con los pies, con la misma sensación que salí de ver En busca del arca perdida en 1982, cuando tenía 8 años. Al que llamaban «Coque» (Álvaro > Alvarito > Alvari-coque > Coque) que según me dicen era y se expresaba como Tobi, el angelito…

El mismo personaje que me enamoró de la Historia y de la Arqueología: Indiana Jones. El mismo actor que me enamoró de Star Wars y de Indiana… Harrison Ford.

El mismo niño, ahora con canas, que devora el buen cine con las mismas ganas. Un niño, adulto, que ahora comprende los difícil que es extraerte de tu día a día para soñar con rostro de felicidad. Ese niño despreocupado que, ya de adulto, vive preocupado por los morosos que no le pagan. Por las cuotas de Autónomos y demás impuestos que yo sí tengo que pagar, sin cobrar, y pensando en el Euríbor. Ese niño adulto que durante dos horas se anestesia con cine y se evade de la realidad llegando, como os decía, a ensoñarse con su yo de chiquitito.

Eso ha sido y será esta película para mi. Así la guardaré en mi memoria, como un billete para darme un paseo por el tiempo y regresar a cuando mi única preocupación eran esos cinco duros que le presté a Mamen para que viniera conmigo a ver a un tal Indiana Jones. Para el Álvaro con canas, como el tercer Totó, el madurito, de Cinema Paradiso: El que conjuga sus lágrimas tristes y alegres viendo pasar su vida fotograma a fotograma.

Esa es la magia del Cine y…

Esta película, sin ser perfecta, es mágica

Tampoco es la mejor de Indiana Jones. Una saga con altibajos pero con un protagonista único en la Historia del cine. Una saga cuyas pelis me gustan por este orden:

  1. Indiana Jones y la última cruzada
  2. En busca del arca perdida
  3. Indiana Jones y el dial del destino
  4. Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal
  5. Indiana Jones y el templo maldito

 

La peli, como os digo, no es perfecta. Ni falta que le hace. Es fabulosa y con eso me confirmo.
Es un broche de oro idílico para una saga, y para un personaje, irrepetible. Porque quizás haya más Indiana Jones, pero de haberlos ya no serán con Harrison Ford. Y para mi Indi es Ford y Ford es Indi. Aunque de hecho creo que no las habrá, que esta es la película con la que despediremos la saga y al personaje. Y qué buen adiós, de verdad.

Porque si he de deciros la verdad, nada sabía de esta película. Es de esas que logro llegar virgen al cine. Sin pasar por el tráiler y sin escuchar absolutamente nada antes de enfrentarme a ella en el cine. Solo unas horas antes leí a Álvaro Lodares en Twitter que salía encantado de la película… Pero sin detalles que hicieran Spoiler.

Es más… y para seguir leyendo mejor que hayas visto la peli porque, a partir de aquí…

Voy a comentar Indiana Jones y el dial del destino con SPOILERS

Os prometo que me enfrenté a la peli con la falsa idea de que sería una peli de transición para que Indiana Jones cubriera la papeleta y cediera el protagonismo a su sucesor. Hasta creí estar en lo cierto cuando vi que su ahijada, Helena Shaw cobraba protagonismo.

Pero no. Indi se despide a lo grande. Indi y Ford, con 80 añazos. Porque se come la película y la protagoniza de cabo a rabo. Con sus limitaciones propias de la edad, que ya querré estar yo como él cuando cumpla 80 tacos. Pero pletórico en su interpretación. Lo dicho, esperaba que Indi fuera un segundón de lujo, un secundario de postín pero cuarenta años después. Cuarenta años de cine en un solo personaje que vuelve y entre canas y kilos de más, esgrime el látigo y se cala el sombrero con más estilo que ningún otro actor.

Permitidme un inciso para ayudaros a entender el influjo de Harrison Ford en mi vida… Han Solo e Indiana Jones.

Harrison Ford es uno de los culpables de mi amor al cine

Por esos dos personajes en esas dos sagas. Él, persona, me enamoró del cine. Indiana Jones me enamoró de la Historia, y de la Arqueología (hasta el punto de que todas mis asignaturas de libre configuración en la Universidad fueron de esas disciplinas). Han Solo de la Ficción. Después llegó otro tipo a mi vida, unos años después: un tal Tolkien, quien reorientó mi vida hacia las Letras Puras y la Filología. Y así se forjó mi yo. Por eso llevo, con esta, 455 películas comentadas en el fancine. Por amor al 7º Arte y por amor a la Historia y a la Literatura.

Dicho esto, vamos de verdad con la peli.

Primer fotograma de la película y primer salto en el tiempo. Volvemos a los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, a la Alemania nazi. Por momentos espero ver el JEEP de Los violentos de Kelly con ese tal Kelly al volante. Pero no, aparece un oficial de las SS al que ponemos nombre y apellidos: Indiana Jones.

Abro paréntesis para comentar el CGI

No sé cuánto tiempo sobrevivirá sin quedarse obsoleto. No sé si han usado demasiado o abusado del recurso. Pero sí os digo que a mi no me disgusta y pienso, sin ser especialista en la materia, como mero espectador, que han dado vida al Indi de 40 años. Y me permito decir que con buen resultado. Insisto: no sé cuánto durará. La única peli que metió una barbaridad de CGI y no ha envejecido (demasiado) con el tiempo ha sido la trilogía de El Señor de los Anillos de Peter Jackson. El resto, Princesa Leia incluida quedaban reguleros en pantalla.

El caso es que la peli arranca, como os decía, de nuevo en la Segunda Guerra Mundial, con Indiana vestido de oficial de la SS apresado por los nazis. Retomamos el tipo de trama clásica que hizo tan grande al Dr. Jones: los nazis apuestan por el esoterismo y buscan piezas arqueológicas con poderes sobrenaturales. Lo vimos con el arca perdida, con el Santo Grial y en esta entrega con la lanza de Longinus. La lanza que atravesó a Jesucristo en la cruz. Y veremos a Indiana Jones jugándose el tipo para recuperar dicho objeto y consagrarlo a la Humanidad en un Museo.

Se supone que van a deshacerse del «espía«, pues por tal le toman, y al mismo tiempo mandan un pelotón de soldados con perros a buscar al supuesto agente que anda suelto, pues entienden que este espía no venía solo. Y es verdad, pues Basil Shaw, otro arqueólogo, estaba con él y huye campo a través. Pero ni tiene el físico, ni la destreza de Indiana, por lo que también caerá preso y lo subirán a un tren con rumbo a Berlín.

Mientras tanto veremos una secuencia genial en la que ahorcan a nuestro héroe. Sí, sí… me habéis leído bien. Pero lo genial será cómo huirá, aprovechando la entra por el techo de una bomba que no detona y va agujereando el suelo piso tras piso. Claro que él cae, soga en cuello, también de piso en piso. Esta secuencia supura Indiana Jones por los cuatro costados, pero la siguiente todavía más.

Indiana sigue buscando la lanza de Longinus y tendrá que dar alcance al tren en marcha. Para ello se desatará una persecución que, por momentos, y no creo que por casualidad, me recuerda a Las aventuras de Tintín y el secreto del Unicornio, a bordo de una moto con sidecar. Y, para qué negarlo, me recuerda también a Indiana Jones y la última cruzada.

Digo que no creo que sea casual porque quiero ver en esta secuencia un homenaje a la escena en la peli de Tintín que, para mi, era otro homenaje a la persecución protagonizada por los dos Jones, el padre y el hijo. Hablo de la moto, pero la persecución con el cochecillo ese raro que vemos después también me la recuerda.

Para entonces tendremos un nuevo personaje en la trama. Un científico llamado Jürgen Voller que dice tener en su poder un objeto que podría cambiar el rumbo de la Historia…

La anticitera de Arquímedes

Un artefacto encontrado en los restos de un barco, en el Egeo, capaz de predecir fisuras en el tiempo para poder viajar por él. Y la lanza es una falsificación, por lo que la peli dará un vuelco y se centrará en el artefacto del matemático griego. Indiana se topará con su colega y con el Dial, y se ponen en fuga.

De nuevo persecución. Esta vez por el techo del tren, con pelea incluida que me hizo recordar otra pelea de cine en el mismo escenario: la de TOP SECRET. Por eso me defraudó un poquito que el nazi se tumbara al llegar a la altura de un puente. Esperaba que se quedara de pie y que rompiera el puente y dejara su silueta dibujada en su estructura, pero no se puede tener todo. La pelea será con el tal Jürgen, el científico, y al final (si recuerdo bien) Indi le perdona la vida y los dos arqueólogos tendrán que elegir entre salvar el dial y salvarse ellos dos precipitándose hacia un río porque el puente será destruido.

Elipsis narrativa mediante un salto en el tiempo que nos lleva hasta 1969. Vemos a un Indiana entrado en años, talludito, al que la vida no parece haber tratado del todo bien pues tiene apariencia un tanto rancia y abandonada.

Está dormido en un sillón y se despierta sobresaltado por la música del vecino, que resulta ser un pelín hippie. En esta peli me parece percibir que los hippies son tratados casi como los trató Tarantino en Érase una vez… en Hollywood: como unos piojosos (quizás no hasta el punto de Tarantino) improductivos y ociosos cuando no están colocados. Vamos, un fiel reflejo de un movimiento de drogatas. Pues bien, su vecino es un hippie y ahí están todos de parranda a primera hora de la mañana. Yo tuve un vecino Hippie «y colgado todo el día» en Menéndez Pidal y fue una tortura. Así que comprendo a Indi y me solidarizo con él.

Sin embargo parece que por una vez los hippies tienen algo que celebrar: la llegada del hombre a la luna. Aunque esto no fue así en la realidad porque este movimiento, financiado en parte por dinero del KGB protestaba en contra de todo cuanto implicara americanismo. Lo vimos en la peli 

El primer hombre, biopic de Neil Armstrong, el primero en pisar la Luna: un Scout patriota del tipo de Scouts que hubo hasta los 90s. Los auténticos y fieles a BP. Después este movimiento sucumbiría también a los encantos del mismo financiador de los hippies y ahí lo tenemos, degenerado y echado a perder. Defendiendo contravalores y haciendo creer a los nuevos scoutitos que Baden-Powell era WOKE. Algún día grabaré un podcast sobre el fundador del movimiento Scout. De hecho llevo más de dos años preparándolo, reuniendo bibliografía y tomando apuntes.

A todo esto vemos un guiño al amor de su vida, Marian, pero comprendemos rápidamente que la cosa no ha ido muy bien entre ellos e intuimos que están separados a pesar de tener un hijo en común.

Vamos por el mismo camino que en La guerra de las galaxias?

El Dr. Jones se jubila

Le acompañamos en su último día como profesor. Y le vemos rodeado de alumnos desmotivados que ni leen los textos que tienen que leer ni estudian ni tienen interés por nada. Menos una alumna que sí, que parece ser una empollona y tiene respuesta para todas las preguntas que hace el profesor.

También le acompañaremos cuando acuda al claustro de profesores y reciba un pequeño homenaje de despedida por sus (no sé si 10 ó 15) años dando clases en el centro. Y de ahí a por su segundo lingotazo, que el primero se lo tomó en casa, con el café del desayuno. Y en la cafetería donde se dispone a evadirse del mundo reaparece la alumna esa que tenía respuestas para todo, y resulta no ser una estudiante sino su ahijada Wombat (Helena Shaw). Para más INRI, que no «Indi», la hija de Basil Shaw, el compañero de correrías de Indiana en sus tiempos mozos, ese al que rescató en el tren rumbo a Berlín.

La muchacha, cuyo padre murió hace un tiempo, sigue adelante con la búsqueda de su padre. Antes os dije que parecía que tuvieron que elegir entre la anticitera y escapar del tren… Pues no. Los dos arqueólogos se escaparon y se llevaron consigo el objeto que, según Indi, terminaría por enloquecer a Shaw en su eterna búsqueda de las otras dos partes, pues no estaba dividido en dos sino en tres.
Esto hizo que, en su día, Indi discutiera con su amigo y el colega le pidiera que guardara a buen recaudo la anticitera, cosa que hizo y olvidó hasta que se toma unos cuantos wiskis con su ahijada.

Terminará cediendo a la insistencia de la muchacha y la llevará hasta la pieza que está escondido, a conciencia, en la Universidad donde daba clases el Dr. Jones. Para sorpresa, y disgusto suyo, Indi será traicionado pues Helena comparte los conocimientos de arqueología, adquiridos de su padre, pero sus fines no son nobles. No es arqueóloga porque ame la Historia, lo es para lucrarse robando antiguallas y vendiéndolas en el mercado negro.

Entonces veremos dos cosas. Por un lado reaparece el nazi, esta vez con nueva identidad y trabajando para la NASA. En El puente de los espías expliqué que los comunistas y los americanos se repartieron a los científicos nazis como quien cambia cromos en el patio del colegio. Estos purgaban su pasado nazi reactivando y potenciando la carrera espacial, cuya culminación se celebra en esta peli, trabajando para las respectivas agencias espaciales y poniendo al servicio de las dos nuevas superpotencias sus conocimientos de balística fabricando las bombas V1 y V2 para bombardear Inglaterra. Para la carrera espacial y para sus respectivas bombas atómicas.

Pues bien, aquí está de nuevo, con un grupito de nazis que no pueden disimular su pertenencia al partido y, eso sí, liderados por un agente femenino de la CIA, y negra, lo cual no deja de ser tan paradójico como rocambolesco. Salvo que se sobreentienda como la tapadera perfecta para los nacionalsocialistas. El caso es que estos teutones son de gatillo fácil y para llegar a Indiana prejubilarán a todo el Departamento del arqueólogo. Vamos que, para espanto de Indi y del agente de la CIA, se cargan a todo el que se cruza en su camino.

Nueva persecución. Esta vez entre los miembros del desfile que, como os decía, estaba dando la bienvenida a los astronautas que han puesto por delante a los yanquis en la carrera espacial (que os explicamos en el podcast de la Carrera espacial en el cine en una cartelera de Antena Historia).
A partir de aquí Gloria bendita.

Veremos una persecución fabulosa que, a mi, se me antoja un pelín forzada cuando se adentre en el subsuelo de Nueva York y huya, a caballo, por las vías del Metro. Hasta llegar ahí veremos una gran persecución moto/caballo solapando la persecución con el desfile. También aparecerán coches que quedan fuera de servicio y será la moto la que empuje a Indiana a descender hasta las vías del Metro y terminar abandonando el caballo para subirse a un vagón y huir. Si digo que me parece que se pasan un poco es porque me hay dos cosas que se salen de madre, dando por buena la persecución: los dos saltos que dará el caballo, uno para acceder a las vías y el otro para salir de ellas in extremis cuando sendos trenes estén a punto de llevárselos por delante. Quitando eso, me parece genial.

Entonces reaparecerá otro personaje mítico en esta saga: Sallah. Interpretado por otro veterano, John Rhys-Davies, (Gimli en La Comunidad del Anillo y en las otras dos pelis de la trilogía del El Señor de los Anillos de Peter Jackson).

Vuelve el clásico mapa con avioncito de las pelis de Indiana Jones

Otro gran sabor de boca. Qué poquita cosa y qué sonrisa se me dibuja en el rostro. No podemos, ni debemos, olvidar que Indiana Jones es el padre cinematográfico de otras grandes sagas, en este caso de videojuegos, llevadas al cine: Tomb Raider y Uncharted. Con pelis que no llegan a la suela de los zapatos a sus propios juegos, la verdad sea dicha. Y ambos toman prestados, o imitan, creo que a modo de homenaje más que de plagio, algunos de los elementos visuales de nuestro héroe. Del héroe por antonomasia: Indiana Jones.

Hace la maleta (poca maleta usa, la verdad) y vuela a Tánger para impedir que Helena cumpla haga lo que decía que haría con el tercio del DIal que tiene en su poder: subastarlo. De hecho se reencontrarán cuando el propio Voller haya hecho una puja imposible de superar en la subasta, que se celebra en el hotel (y hablo de memoria esperando no equivocarme) del hijo de un mafioso marroquí con el que se había prometido fechas atrás.

Entre medias aparecerá un personaje nuevo, Teddy, para mi el personaje (de los buenos) peor escrito de toda la saga. Un intento de reescribir a Tapón pero sin la gracia de Ke Huy Quan. No puedo dejar de recordar con otra sonrisa (y no sé cuántas van ya) el reencuentro entre el vietnamita y el americano en la gala de los Oscar cuando Ke se hizo con el Oscar al Mejor Actor de Reparto por Todo en todas partes y al mismo tiempo. Confieso que todavía no la he visto… mea culpa. Es decir, que Teddy está escrito para aportar la chispa y la gracia de Tapón pero creo que ni el casting ni sus líneas de guion estuvieron acertados. No es el único pero que pongo al casting de esta peli, Klaber, uno de los matones de Voller también me parece muy flojo y «flat» como personaje.

Persecución a tres bandas… puro Tintín

Esta vez se subirán a un… a ver cómo lo explico. Un coche, o moto con chasis… una cosa de esas que vemos en los mercadillos exóticos, pequeñitos y coloridos, con tres ruedas. Pues a eso se suben, y la verdad es que tiene su gracia ver a Indiana Jones callejear a bordo de eso persiguiendo a un Mercedes y huyendo de otro coche cuya maraca no recuerdo, pero coche de verdad.

Las otras dos bandas de esta persecución será la banda de nazionalsocialistas de Voller, que huyen con el dial y por otro lado el mafioso marroquí que persigue a la muchacha mitad porque se ha cargado una subasta ilegal mitad porque ella ya no se quiere casar con él.

Los protagonistas no darán caza al nazi, que caerá en manos de la CIA pero se apoderará del helicóptero en el que iba detenido.

En este impás padrino y ahijada se sincerarán y hablarán a calzón quitado. Ella se nos presenta como la mujer dura, inflexible, insensible y codiciosa que es. Él la abrirá su corazón y la explicará que está de capa caída porque su matrimonio con Marian se fue al garete tras perder a su hijo en la guerra de Vietnam. De este modo se da carpetazo, de paso, al dilema que tenían con el hijo de Indiana Jones que vimos en El reino de la calavera de cristal, que poco o nada gustó entre los espectadores y que, muerto River Phoenix, el Indi Boy Scout, y sucesor frustrado de Harrison Ford por culpa de su adicción a las drogas. Un Boy Scout que protagoniza el, para mi, mejor arranque de película de toda la saga en La última cruzada.

Indi ablandará (en breve) un poco el corazón de la muchacha y expresa el miedo al rumbo que está tomando su vida (la de la ahijada) y el peligro que supone poner el dial (entero) en manos de un nazi al que conoce y reconoce porque es el mismo con el que se midió en el tren varias décadas atrás.

Antonio Banderas y el barco con pabellón español

Aquí quería llegar yo.

A Rinaldo.

A mi personaje favorito de esta peli. Y eso que es un visto y no visto. ¿Os dije que no había mirado ni los tráileres para ir al cine sin saber nada? Ni tráileres, ni Webs, ni la Publicidad, ni nada. Y ahí estaba esperándome Antonio. Con una bandera de España que me juego el pescuezo a que la pidió él. A que fue el propio Antonio el que dijo, «aquí quedaría fenomenal una banderita roja y gualda». Porque total no hace Patria el amigo. Y gracias por ello, camarada. Os recomiendo ver su peli de Altamira.

No os podéis imaginar el subidón que me dio ver tanto al uno como a la otra, a Banderas y a la bandera. Es más, no imagináis el subidón que me produjo, si la peli ya me estaba encantando…

Ver a Indiana Jones navegando bajo la Bandera de España…

De ovación y vuelta al ruedo.

Renaldo es un antiguo amigo de Indi. No sé si ahora es pescador, o si alquila su barco a pescadores… ni idea. Pero sí recuerdo que, para colmo, Renaldo es buceador. Aunque no de los de inmersión con aletas, sino de los que bajan hasta el fondo del mar con escafandra.

Esto el viene como anillo al dedo, porque deducen que, como ocurriera con la anticitera, las otras dos piezas del dial tienen que estar en el mismo barco. Un barco partido en dos en una sima. En la parte superior habría aparecido la primera pieza, a bordo de un navío romano escoltado por una tropa de centuriones. ¿Centuriones? Tendré que escuchar la V.O. de la peli para ver si realmente hablan de centuriones, pues sería como decir que va custodiada por un centenar de sargentos… Esto ocurre a menudo cuando vemos una peli doblada al castellano y se han topado con la palabra «officer», que la traducen como «oficial», cuando realmente se refiere a «agente» o «funcionario (del Orden)».

Pero bueno, ahí estaba ese medio barco repleto de romanos que custodiaban ese fragmento del dial. Pero el resto del baro reposaba un par de cientos de metros más abajo, en vertical, al fondo de una sima de 300m de profundidad. Por eso quería dar con él Indi, para sumergirse y bajar a por el resto del dial.

Un dial para viajar en el tiempo

Dicho y hecho.

Si viera la peli con otros ojos no me podría creer que una persona cualquiera, sin entrenamiento ni chequeo médico (y a Indi le veo con pegatinas de la ITV por todo el cuerpo) fuera capaz de sumergirse 300m así. Porque yo lo valgo. No me asfixio ni me revientan los pulmones. ¿Descompresión? Vamos, que no sé por qué no mandaron a Renaldo y a Indi a rescatar a los del submarino del Titánic. Menudo susto se habrían dado los pobres cuando hubieran visto a Antonio Banderas golpeando la ventana con los nudillos.

Pues bien, mientras están abajo, y por supuesto encuentran lo que buscan y, antes de ascender, de nuevo sin pausas, sin descompresión y sin que les revienten los pulmones, los tímpanos, el corazón y/o la cabeza, ven por encima de ellos, en la superficie, cómo llega una embarcación más pequeña, pero más rápida que la suya. Y ven caer a uno de los tripulantes del barco del español porque le cortan la tubería que le proporciona oxígeno.

Sí. De nuevo los nazis. Toman el control del barco y piden el resto del artefacto. Y para consternación de Indiana, Voller se cargará a Renaldo y Helena, no es que ceda a Voller, sino que se pasa al otro bando. Indi podría estar esperando lo contrario, sobre todo después de haber hablado con ella para hacerla comprender que si ha dedicado su vida a la arqueología tiene que ser más por amor a su padre que por ánimo de enriquecerse. Y, a las primeras de cambio, va y le defrauda.

Pero no, esta vez no se pasa al otro bando. Finge hacerlo. Engatusa a Voller, le satura de información sobre el dial y, cosas de las pelis de Indiana Jones, muestra un cartucho de dinamita que lleva en un bolsillo al mismo Indi quien comprende la jugada. Ella pedirá el cigarro a Voller, el que se está fumando él, por lo que la pondrá ojitos de pícaro y ella, en menos que canta un gallo enciende la mecha y libera a Indi y terminan, ellos dos más el chaval ese que la acompaña, a bordo del fueraborda de los nazis.

Descubren la tumba de Arquímedes

Y en ella la tercera parte del Dial.

No puedo evitar recordar la escena de La última cruzada en las catacumbas… pero aquí el cadáver es todavía más valioso. Confieso que toda esta secuencia, desde que entran en la oreja de Dionisio, con la escalada en la que Helena supera a Indi y este se queda refunfuñando a media subida, que si me han disparado nueve veces, una de ellas tu padre… y demás averías fruto de la edad… y cómo no, la conclusión del acertijo aplicando, por las bravas el Principio de Arquímedes para llegar a su cuerpo sepultado y escondido durante siglos… Todo esto me fascina.

En algún momento Indi recibe un disparo y queda mal herido. No recuerdo el instante exacto, y eso que la vi el viernes. Pero está herido y los nazis, que dedujeron el destino del fueraborda por el rumbo que tomaba, lo buscan, precisamente en la cueva de marras. Lo hieren, se hacen con él y lo suben a bordo de un bombardero de la Segunda Guerra Mundial.

Ya no disimulan. Llevan los uniformes de las Waffen-SS, y presumen de ser socialistas y nacionalistas. Es decir: nacionalsocialistas, pues, y lo aclaro para quien no me comprenda: el parido Nacionalsocialista es eso: la suma de Nacionalistas + Socialistas. Si lo dice la propia palabra: nacional-socialista. Pues eso, estos socialistas nacionalistas deciden que ya nada podrá detenerles. Y por eso Vollen va y le canta el plan que tiene a Indiana…

Voller quiere viajar en el tiempo para liderar el nacionalsocialismo

Durante los años vividos al abrigo de la NASA ha trabajado para los yanquis en la carrera espacial. Por eso se libró de ser ahorcado. Y no ha vivido mal, pues lo ha hecho a todo tren financiado por el contribuyente americano. Pero no ha dejado de ser socialista ni nacionalista. A la chita callando, fingiéndose demócrata, sigue albergando una ideología de odio y se ha pasado los años estudiando el nacionalsocialismo y los errores del Partido Nazi.

Su deducción es que el error se llamaba Hitler. Y no le falta razón, porque la locura, las supersticiones y la megalomanía del dictador perdieron al nacismo. Él se atribuyó la potestad de tomar las decisiones políticas, y fueron atinadas. Mentía sin rubor y prometía coas para hacer las contrarias. Se declaraba pacifista y era un belicista. Pero decía lo que la prensa y los políticos extranjeros querían oírle decir, para hacer todo lo contrario. Ojo, por si hubiera algún despistado, hablo de Hitler en la Alemania de los años 30’s del pasado siglo.

Lo dicho. Voller quiere viajar en el tiempo, no para alertar a Hitler de sus errores, sino para asesinarlo. Cuando se lo dice a Indi, y lo escuchamos nosotros, podemos pensar que en el fondo es majo y quiere hacer su propia Operación Valkyria para asesinar al Führer. Pero luego nos deja con cara de tontos porque su intención no es matar a Hitler para erradicar el nacismo. Quiere matas al dictador para ocupar su puesto. Y conociendo el futuro, y sabiendo de antemano, las decisiones erróneas que condujeron al nacismo al desastre, volver a tomar esas decisiones, las veces que hagan falta, hasta dar con las correctas que consoliden y afiancen un III Reich milenario, con él como Führer.

Por eso está uniformado, de nuevo, para reaparecer en BerlínPero Indiana siembra la duda en él haciéndole saber que Arquímedes, el creador de la Anticitera, desconocía la deriva continental, por lo que los cálculos para el viaje en el tiempo serían erróneos.

Por cierto, a todo esto el bombardero vuela rumbo a una tormenta con un agujero en el medio que es la brecha por la que se tiene que meter. Helena se ha colado en el avión por el tren de aterrizaje y no tardará en reaparecer y su compañero de aventuras, el chaval que al principio de la peli jugaba a ser piloto, resulta que se ha aprendido todo cuanto tenía que aprender, con cajas de cartón que simulaban paneles de mando, que se ha subido a un avión de verdad, lo ha puesto en marcha y sabe hacerlo volar. Con dos cojines debajo de las nalgas para ver mejor. Ya os decía que este personaje se me hacía un poco bola…

El Sitio de Siracusa y el sueño de todo arqueólogo/historiador

Saltan en el tiempo y cuando atraviesan la tormenta aparecen sobrevolando una armada romana que está asediando con trirremes una plaza fuerte griega. En concreto la entonces polis griega de Siracusa, en la isla de Sicilia, defendida por el mismísimo Arquímedes. Pues todo hay que decirlo, había trucado el dial para, en un último esfuerzo y ardid, asustar a los romanos y hacerles abandonar el asedio y poder así cambiar el rumbo de la historia que hizo que Siracusa fuera tomada y él asesinado (contraviniendo las órdenes del general romano que quería preservar su vida a toda costa porque, en el fondo, admiraba a Arquímedes). Este giro argumental en el guion me parece toda una genialidad.

Indiana Jones frente a frente con Arquímedes. Hablando y comunicándose con él, mientras parece agonizar pues recordad: sigue herido de muerte. Tanto es así que antes de que el propio Indi lo exprese, tuve la certeza de lo que iba a pasar a continuación: Indiana Jones finiquitaría su periplo cinematográfico huyendo del presente y refugiándose en la Historia. Para mi, Indi iba  a pedir asilo en el tiempo. Nada le ata ya a la vida real y solo le quedan recuerdos y dolor en su América natal. Lo veía clarísimo, y me reconfortó escucharlo de los labios del propio Indiana. Quiere quedarse allí, hasta que Helena nos sacó del ensoñamiento romántico con un puñetazo que deja inconsciente al arqueólogo y perplejo al espectador. Por lo menos a mi me dejó así.Entonces Indiana Jones recupera la conciencia y despierta, como lo hiciera Frodo en Rivendel tras cruzar el vado del Bruinen.

Según vuelve en si está en los Estados Unidos. Helena se lo llevó consigo de vuelta a casa y por allí desfilarán los personajes míticos que dieron sentido a Indiana. Estará esta Helena que se ha ganado un sitio entre los grandes del Universo Indiana Jones, está Sallah y reaparece Marion, con quien revivimos la escena de los besitos como quien lee el epílogo de una gran historia de fantasía que lleva leyéndola durante décadas y con ese epílogo cierra el libro con la cara de felicidad que os decía al principio de mi comentario.En su conjunto me parece uno de esos títulos que despertarán pasiones por el cine.

Mis felicitaciones para James Mangold, director de la gran Le Mans ’66, que ha sabido despedir a Indiana Jones como se merecía, codo con codo con Jez y John-Henry Butterworth, escribiendo un homenaje al mejor héroe de acción del cine sin reescribirlo y sin cambiarle su identidad ni su personalidad, que es lo que tristemente se estila en nuestros días.

Para mi gusto Indiana se despide con su tercera mejor película, pues para mi pasa a serlo detrás de Indiana Jones y la última cruzada y de En busca del arca perdida.

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