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Operación Kandahar

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La semana pasada comenté El pacto.

Y aquí me tenéis hoy, rumbo a Kandahar, atravesando Afganistán y de nuevo tenemos a un intérprete entre los protagonistas.

La diferencia, entre los intérpretes afganos, es que el de El pacto huye buscando refugio para su familia mientras que el de esta está viviendo en Baltimore y regresa a Afganistán para buscar a su cuñada y arrancársela a los talibanes.

La diferencia entre las películas… es abismal. La primera sería una peli de guerra con cierta carga humanitaria y mensaje social para comprender el esfuerzo y el sacrificio de los intérpretes. La segunda es una peli de acción. Sólo vista así puede tener algo de sentido, porque lo que es el guion… deja bastante que desear.

La premisa es fabulosa: dos agentes de la CIA sabotean un repetidor de señal para Internet que se suponía que estaban reparando con el objeto último de jaquear los sistemas de seguridad de una central nuclear iraní.

No es mal comienzo. Pero lo que empieza como una posible peli de espías, sigue como un posible thriller y termina convirtiéndose en una road movie con sus buenas dosis de acción. Lo de «road movie» no se me ocurrió a mi sino a mi amigo Chema, que fue con quien fui a ver la peli.

Si queréis ver una de espías de verdad, en Siria y no en Irán, os recomiendo ver la serie El espía, en Netflix, basado en una historia real de un agente del Mossad.

Vamos con Kandahar

Kandahar es al cine de espías lo que Hunter Killer al de películas de submarinos. Aunque, ahora que lo pienso, en esa peli tiene que rescatar, o escoltar (ya no me acuerdo), al presidente ruso tras un golpe de estado. Estoy pensando en eso hoy que el ejército privado Wagner, los paramilitares que Putin está usando para ocupar Ucrania han sido atacados por el ejército ruso privado de Putin y todo apunta a que van a girar 180º sus cañones… Ya se habla hasta de guerra civil en Rusia.

Ahora sí, vuelvo a la peli.

Veréis que estoy dando algunos rodeos… La verdad es que sigo escribiendo mientras pienso en cómo hincar el diente a este hueso. Va a ser duro de roer.

Es que mezcla muchas cosas. Quizás por separado tendrían su lógica, pero así, todas metidas en una coctelera. No sé si sabré por dónde empezar.

Ya os he dicho cómo empieza la peli. Y hasta ahí va fenomenal, claro que no han pasado ni 15 minutos. Y llegados a los 20 los dos espías están de vuelta en su casa iraní, esperando ver saltar por los aires la central nuclear. Porque eso es lo que vemos, literalmente. Se coge unas cervezas y se sube a la azotea, donde tiene una silla y se pone mirando para la central.

Mientras tanto la CIA activa el dispositivo que han instalado los dos espías y por un lado se hacen con los planos de la central y con algunos datos de interés, y por otro vuelan la central nuclear, y Tom Harris lo celebra, por todo lo alto, en la azotea.

Aquí pasa algo que me dejó alucinado…

Tiro de mi memoria para desbrozar el embrollo que me supone el guion de Kandahar… Si no recuerdo mal, Tom Harris se ha separado, o está en vías de hacerlo, de su mujer. Porque su trabajo como agente secreto absorbe sus dos vidas, la privada y la pública. O mejor decir la personal y la profesional. Claro que muchos dirán que sus trabajos son también absorbentes, desde luego. Pero solo estos se juegan el pellejo 24h al día en territorio hostil.

El caso es que, para variar, el protagonista tendrá una fecha tope de carácter familiar. Tiene que atravesar medio mundo para ir a la graduación de su hija, que a apenas la conoce. Por el trabajo. Su mujer, como os decía, ha rehecho su vida con otro hombre y solo le faltan los papeleos legales para desvinculare de Tom.

A partir de aquí… SPOILER

Y cuando inicia el viaje de vuelta, o se dispone a hacerlo… ¡Zas! El gobierno iraní conoce la identidad de los dos espías americanos y lo que es peor… Las conoce el mundo entero porque una periodista las publica en la televisión y en 10 minutos no sólo son los dos tíos más buscados en todo Irán sino que se convierten en dos espías con nombres y apellidos a nivel mundial. Entre medias tenemos la historia de la periodista que dispone de información sensible capaz de demostrar la actividad de la CIA en la zona. La secuestrará el gobierno para hacerla cantar.

Ahora bien, hago un alto para hablaros de la tapadera que tenían. Está bien que los dos de la CIA finjan ser dos técnicos (electricistas) que se dedican a arreglar desperfectos, averías y caídas de señal de Internet. Como os decía… Hasta ahí me parece plausible. Pero Irán tiene 89 millones de habitantes. Y la ciudad de Qom, 1.200.000 vecinos. Olvidémonos de los otros 87.800 millones de iraníes y pensemos en es más de un millón de vecinos de Qom.

¿No tienen electricistas ni especialistas que sepan arreglar la conexión de Internet? ¿De verdad? Se necesita uno para arreglar una desconexión, para hacer un empalme… Pero, y sobre todo, se necesita un tipo de confianza para arreglar una instalación desde la que se puede acceder, indirectamente, a la seguridad de una central nuclear clandestina.

Porque si estos dos «electricistas» de la empresa Siblixt están «escoltados» por no decir vigilados por media docena de policías para hacer una labor rutinaria es porque las autoridades del lugar son conocedores de la vulnerabilidad de la central. O por lo menos eran conocedores del riesgo que entrañaba dejar que dos occidentales metan las narices en las conexiones de Internet de toda la ciudad y de la planta clandestina.

El caso es que ahí están. Son los únicos capaces (de ese millón largo de personas) de arreglar el entuerto, y encima son occidentales y espías. El guion hace aguas lo cojas por donde lo cojas. El uno se pira rumbo a Londres para cumplir con su hija y el otro se queda en Qom como quien se va de vacaciones a Matalascañas. No lo hemos visto dos veces en pantalla y ya se puede intuir que Oliver va a palmar en menos que canta un gallo. Y palma. Vaya que si palma. Como estaba escrito (en ese mal guion).

Cambio de planes

El vuelo de Tom se retrasa y le llega una citación para ir a visitar a un tal Roman.

Este tipo es el que asigna misiones y coordina toda la actividad de la CIA en Oriente Medio. Aunque esta vez quiere enviar a Tom a Afganistán, que está al este de Irán. Tom se hace de rogar (1 minuto más o menos) y al final, cuando ve los fajos de billetes a modo de paga extra deja de protestar y acepta la misión.

Necesitará un guía local, para lo que tendrá un intérprete afgano llamado Mohamed Moud. Aquí hago un alto en el camino para volveros a recordar el título anterior. Me refiero a la peli que comenté antes de esta: El pacto. Ta es casualidad que, de golpe y porrazo, salgan en las mismas fechas dos pelis en las que los protagonistas, dos americanos, pondrán sus respectivas vidas en manos de dos intérpretes afganos para cruzar, de un modo u otro, Afganistán.

Ya dije, nada más empezar, lo que diferenciaba a uno y otro intérpretes. Lo que les une es su tristeza infinita porque ambos perdieron a sus respectivos hijos asesinados por los talibanes.

La misión (personal) de Mo, el intérprete de Tom, es buscar a su cuñada Fátima, desaparecida. No sabe si está viva o muerta. Desapareció cuando los talibanes se hicieron con Afganistán y fue una de las miles de mujeres represaliadas por trabajar como profesora en en colegio. Pero nadie sabe dónde está, que fue de ella ni siquiera si sigue viva.

Pero la misión de Tom se vendrá a bajo cuando Roman le llame y le diga que ponga la tele, cualquier cadena, y vea su careto en todas las cadenas de televisión. Comprende que ha sido descubierto y lo que iba a ser otra misión encubierta se convierte en una huida a cualquier precio. Cambio de misión y de destino, ponen rumbo a Kandahar para poner pies el polvorosa y salir de Afganistán.

Kandahar parece París-Dakar

No por ir en moto, coche, furgonetas, helicópteros, drones y camiones por el desierto, que sólo falta que se crucen con Carlos Sainz. Sino por todos los equipos que vemos participar. Más que una peli de espías parece Los locos de cannonball + La carrera del siglo + Los autos locos. Todas juntas, con un toque de Granujas a todo ritmo (The Blues brothers).

Todos persiguiendo al americano y su intérprete afgano.

No falta nadie.

Por los buenos tenemos a la CIA, al civil afgano y a un grupo del SAS británico que serán quienes le sacarán de Afganistán.

Por los malos es más complicado. Yo creo que cuando se reunieron los guionistas dijeron «vamos a hacer una tormenta de ideas para ver quiénes son los malos»

El ejército iraní… Los servicios de Inteligencia pakistaníes (ISI), varias facciones talibanes y algún Señor de la guerra. Los locos de Cannonball, lo dicho. De día, de noche, en moto… da igual, cualquier recurso es válido para hacerse con el trofeo.

Lo mejor es el espía pakistaní, un asesino sin escrúpulos que sueña con irse a vivir a Europa y dejar las armas porque no para de ligar por Tinder con europeas que les va el rollito étnico y abren la puerta trasera por la que estos tipos se cuelen… en Occidente.

Empieza la acción

Así pues, Los talibanes, o mejor dicho, las diferentes facciones de los talibanes buscan al yanqui. Los señores de la guerra le buscan para vendérselo a los talibanes. Los iraníes buscan a nuestro hombre y el servicio de inteligencia pakistaní le busca para adelantarse a todos los demás y sortear la presa.

Y la verdad es que la peli no va mucho más allá…

Digo que «empieza la acción» pero, y quizás os parezca sorprendente, para una peli cuyo guion estaría en suspenso alto, la acción se le debería suponer trepidante. Pero tampoco es así. Está para un bien, no es que vaya a suspender ésta también, pero para mi gusto no es para tirar cohetes.

No podría faltar el cruce de relaciones. Como Tajik, el líder talibán que salva la vida a los protagonistas, quien resulta, a la sazón, ser el asesino del hijo del traductor, y esto hará que la acción se precipite hacia el final.

Hasta Roman entrará en escena sumando un nuevo grupo al concierto: las fuerzas especiales afganas. Como veréis la cosa no puede ser más caótica y a veces no sabes quién dispara y quién recibe los disparos.

La peli es entretenida y se deja ver, pero ahí se queda. Es la carne picada perfecta para una buena hamburguesa. Pero recuerda, si prefieres el steak tartar, yo me quedaría con El pacto.

Otras pelis protagonizadas por Gerard Buttler en el fancine300 y El imperio del fuego.

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