Sala de profesores me ha dejado con el paso cambiado.
Se presenta como un drama, pero hay momentos en los que bien podría ser una distopía, aunque lo uno no está reñido con lo otro. Y, sin embargo, me corrijo a mí mismo, pues la distopía nace de la proyección de nuestros miedos presentes hacia un futuro peor. Y esta peli, por retorcida y aterradora que pueda parecer se sitúa en nuestro presente. En el presente de Europa, el presente de nuestra enseñanza y, en el presente del desvanecimiento de los valores que hicieron de Europa lo que es. Peor aún, de ahí lo de la distopía en tiempo real: La implantación de contravalores en calidad de «nuevos valores para una nueva Europa«.
Eso es para mí esta película. Llamadme loco, pero vista desde los contravalores la pondría a la misma altura, en cuanto a perversión, que JOKER. Qué digo «a la misma altura«, peor. Muchísimo peor. Porque JOKER atenta contra la ética y contra la cordura desde el prisma de la ficción, pero ésta se limita a reflejar la realidad desde una de las patas que vertebran la Sociedad: La educación.
Intercambio de papeles entre héroes y villanos
Pero dejadme que abunde un poco en este punto. Y permitidme volver al universo DC y volver a usar un personaje de Batman para explicarme. El padre de Batman es un referente de rectitud moral y ética, y de padre y como ciudadano público, amén de multimillonario filántropo. Pues bien, en la última adaptación, The Batman, Thomas Wayne, el padre de Bruce, se convierte en motivo de vergüenza pública para su hijo al descubrirse que (según esta versión) acudió a Falcone (el malo) para que le hiciera un trabajillo sucio. A esto me refiero cuando hablo del envilecimiento de los héroes, o su escarnio.
Por no mencionar otros casos en los que los malos de siglos de tradición literaria occidental se convierten en buenos y los buenos en malos. Esto, tratándose las más de las veces de películas de fantasía, o de ficción, enfrenta a las nuevas generaciones con sus padres pues los héroes de los primeros son los villanos de los segundos y viceversa. Nada me produce mayor urticaria que escuchar a un chaval defender a Maléfica, a la Reina de corazones, proponen alianzas imposibles entre orcos y elfos y todo eso cuando no te convierten a Robin Hood en un terrorista anarquista y, por lo tanto, antisistema.
Probad a dinamitar los pilares de un puente. Pues eso mismo está ocurriendo con nuestra Sociedad, desde el momento en que se está volando la Educación.
100% WOKE
Me he sentido incómodo al verla.
De esas veces que no encuentras la postura correcta para ver una peli, y te cambias una vez, otra y otra… y terminas comprendiendo que no es algo físico en busca de la comodidad, sino psicológico. Un estado de angustia generado por la película. Afirmando tal cosa debería continuar mi comentario aplaudiendo al director, por lograr dicho efecto.
Y luego diré en qué le aplaudo, pero si me paro en frío, y enfrío mi mente, antes de escribir en caliente, comprendo que mi incomodidad responde tanto a la intención del director de mantenernos tensos y expectantes todo el rato, como a los mensajes que no se verbalizan, pero se leen entrelíneas.
Primero lo bueno: la tensión y la voluntad
Aquí sí lo borda el director. Porque según empieza la peli te sobrecoge y te mantiene en vilo durante toda la cinta. Y eso tiene mérito por parte de quien lo planifica y lo consigue. Si a esto le sumamos una banda sonora que no ceja en su empeño de torturarnos el ánimo, de generarnos angustia y desasosiego. Mucha cuerda y mucho ruido chirriante que nos incomoda. Por todo esto mi aplauso.
Hay pelis que las he comentado precisamente porque no me han gustado. Pero esta va un poco más allá. Y no sabría deciros si me ha gustado mogollón o nada. Pero, en cualquier caso, sí, con mérito del director, consciente o no, porque pone de relieve una realidad que asusta. Una realidad que da miedo. Te das de bruces con la realidad de lo cotidiano y comprendes que el futuro de los más pequeños se nos escapa de las manos.
Ya he comentado la tensión. Ahora vamos con el segundo aspecto para ponerte de pie y aplaudir su gestión. He escuchado al director, entrevistado en Días de cine, decir algo que es encomiable: la profesora quiere tomar sus propias medidas e iniciativas, al margen del resto del claustro, para investigar por sí sola los robos. El director explica que está llena de buena voluntad y de buenos propósitos, pero que al actuar por libre, y lo que es peor, de manera equivocada, pone en peligro a todos los que la rodean: niños y profesores, y cito:
La película va también de cómo a veces actuamos creyendo estar haciendo lo correcto, pero, en realidad, no es lo correcto.
Esta reflexión es clave para entender toda la peli y a todos sus protagonistas, pues cada uno, a su manera, actuará conforme a la cita, y todos irán metiendo la pata.
En concreto, Carla, la profe, no está de acuerdo con el interrogatorio al que someten los profesores a dos alumnos. Hasta ahí bien, porque estoy de acuerdo en que lo que hacen está mal. Pero, a partir de ahí, la profe se desmarca del claustro y empieza su aventura a lo Sherlock Holmes sin comprender, por su soberbia, que se está equivocando.
Ahora vamos con lo malo
Hemos vendido a nuestros muchachos. Europa, ha renegado de los valores inherentes al conjunto de las naciones que formamos la Unión. Hemos dado la espalda a nuestra Historia supranacional y a la historia de cada una de nuestras naciones. Renegamos del esfuerzo de quienes nos precedieron, de su fe y de sus principios, de nuestra identidad y de pilares fundamentales para toda Sociedad que se precie: la Educación.
Somos un fracaso de Sociedad y quienes lo pagarán serán las próximas generaciones. Por la doctrina buenista, la peor de todas las doctrinas, que ha desembocado en sentir vergüenza de quiénes somos y qué somos. Digo esto dos días después de que Trump haya ganado las elecciones de 2024 en los Estados Unidos. Yo creo que no porque sea el candidato más atractivo sino porque Kamala Harris representaba esa amenaza woke que, de haber ganado, habría destruido del todo al país. Y lo curioso es que uno de los grupos sociales que ha votado a Trump en masa han sido las mujeres, cosa que ha descolocado a los demócratas y que os explico en mi artículo de LinkedIn: Los demócratas pierden el voto femenino.
Iremos viendo una pátina de ideología WOKE a lo largo de la peli. Sutil. Pues nos la ponen como un thriller que pretende esclarecer unos robos ocurridos dentro de un colegio, en Alemania. Pero la peli no va de eso. Esa es la zanahoria que nos hace avanzar por su trama.
El burro y la zanahoria
La zanahoria son los prejuicios raciales.
Amigo, enciendes esta alarma y se acabó debate alguno. El resto del argumento de la peli ya da igual. Sólo importa retorcer el argumento para que, al final, los europeos interioricemos que somos malos por naturaleza. O que estamos inclinados a serlo. ¿Dónde está Rousseau ahora, políticos progres? Han defendido la bondad intrínseca al ser humano durante casi un siglo para negárnosla a nosotros mismos ahora. Es el precio del buenismo. De no poner pie en pared y de pretender apaciguar al agresor con una sonrisa e invitándole a comer.
Que se lo pregunten a los ingleses que padecieron a Chamberlain con Hitler. O a los valencianos de la Dana, que están padeciendo a Mazón y sufriendo a Pedro Sánchez, quien chantajea y condiciona el auxilio a Valencia a cambio de que el PP apruebe sus presupuestos.
Sutileza para colarnos pildoritas ideológicas.
Como cuando separan a los niños de las niñas para hacer un registro en el aula, por lo del robo. Sacan a las niñas de clase y reúnen a los niños en la pizarra. Hay una niña entre ellos. No nos dicen nada más. Sin explicaciones… pero la cámara enfoca a esa niña y ella se queda en nuestra retina. A mí me saltó una alarma porque es el modo de dar carta de naturaleza a una anomalía que puede confundir a los niños de hoy en día: una niña que dice que se siente niño y los adultos, en vez de ayudarla, dan por buena su confusión y la tratan como si en verdad fuera lo que dice creerse, en vez de por lo que es.
Sustituimos lógico por ideológico
Profesores, padres… psicólogos, periodistas, políticos, hasta los publicistas y los productores de cine. Todos alimentan el fuego del fracaso individual, mirando para otro lado, minando la autoestima de los niños y propiciando esta confusión. De este modo minan la autoestima de los niños indefensos, y eso nos lleva al fracaso colectivo. Peor aún: ya hemos fracasado. Hemos abandonado a esa infancia por miedo a contradecirla, para no fracturar sus emociones ni quebrar su intolerancia al No. Es la cultura del capricho inmediato o el pataleo por frustración.
Pero lo peor de esa indefensión por parte de quienes deberían protegerlos, mucho peor, es que los que quieren corromper a los niños no descansan. Promulgan leyes que, siendo menores de edad, pone a los niños en la tesitura de tomar decisiones cuyo alcance desconocen. Hay niños que se han castrado, niñas que se han amputado los pechos. Niños y niñas hormonados para desarrollar sus cuerpos contra natura. Y los legisladores han privado a los padres de poder decidir por sus hijos. A sabiendas de que una inmensa mayoría de estos niños mutilan sus vidas a la par que mutilan sus cuerpos. Quizás no lo sepan hoy, pero cuando crezcan y comprendan el horror al que han sido inducidos y empujados es irreparable.
Y todavía hay ministras que no han tenido que rendir cuentas por hacer apología de la pederastia sacando carteles propagandísticos en los que se ve a unniño y reza el lema…
«Si dice no, no es sexo, es agresión»
Y se quedan tan anchos.
Un niño no tiene que decir ni sí ni no a las relaciones sexuales con un adulto. Lo que tiene que pasar es que el adulto que mantenga relaciones con un niño tiene que ir a la cárcel, sin más. La campaña fue torticera y perversa, fruto de mentes pervertidas que denunciando la agresión de quienes no hacen caso al NO, legitiman al pervertido que engatusa un niño y le arranca un SÍ. Todos los que pergeñaron semejante campaña deberían haber pasado por un juez por haber institucionalizado la pedofilia. Claro, que son los mismos que han sacado de la cárcel a más de mil violadores y depredadores sexuales con una Ley infame.
Es la consecuencia de dejar el timón del barco a Wokes que no han estudiado ni trabajado en su vida. Y que, además, carecen de sentimientos salvo el rencor, la envidia y el odio.
Desprotegemos a los niños e, igual de malo, los mal criamos favoreciendo sus caprichos inmediatos.
Hoy permitimos todo eso para que sus cabecitas no sufran confundiendo negación con Educación. Y es que los niños tienen que aprender a esperar, a no tomar decisiones en caliente, a dejarse guiar por los profesores y por sus padres… porque sin experiencia en la vida, la mayor parte de sus decisiones son erróneas. Pero, claro está, también hemos borrado el sentido de la responsabilidad para anestesiar sus conciencias. Pero despertarán de mayores, cuando no alcancen sus metas, cuando se frustren por el camino o cuando se miren al espejo y no se reconozcan. Pan para hoy y hambre para mañana.
Están abandonados y desprotegidos. En las calles no saben defenderse porque los hemos enseñado a no hacerlo, porque no es bonito responder a un puñetazo con otro. En las aulas también son vulnerables porque, salvo fabulosas excepciones, en la enseñanza pública no son enseñados, sino adoctrinados. Indefensos ante docentes indecentes, perversos y pervertidos, que tratan a los niños como adultos, robándoles su identidad, y su infancia, y su futura felicidad sin que blindemos sus inocencias. Dejamos un legado muy negro al que tendrán que enfrentarse sin que les hayamos enseñado cómo hacerlo.
Por eso os decía que esta peli no es una distopía, porque nos muestra que esos peligros y sus amenazas son ya hechos reales y forman parte de nuestras vidas cotidianas. Pero preferimos ponernos un velo sobre los ojos para no verlo. Vivimos en el 1984 de Orwell en el que torturan al protagonista hasta que acepta que 2+2=5. Quien diga que es 4, u ose apelar, en este caso, a las matemáticas, y en otros a la biología, o a la ética, a la historia, o a la tradición es acusado de fascista.
Ese «5» es todo lo antinatural que aceptamos como natural en nuestros días. Es la negación de la realidad que nos lleva a vivir en la irrealidad.
El buenismo se impone mediante el miedo
Y mucho miedo es lo que flota en el ambiente de este colegio, a modo de metáfora de toda la Sociedad alemana. De toda Europa.
Decía que la zanahoria son los prejuicios raciales porque los profesores señalan con el dedo, de manera descarada, a un muchacho perteneciente a una minoría étnica. De este modo señala, la peli, como racistas al profesorado, a los alumnos, a las instituciones y, por extensión a toda la Sociedad. Y de este modo, comprendiendo que el niño señalado nada tiene que ver con el robo, se presiona al conjunto de la Sociedad para que no pensemos en las personas individualmente sino como miembros de colectivos. Para indicarte que, si juzgas, o prejuzgas, para bien o para mal al miembro de uno, los estás juzgando, o prejuzgando, a todos. Y ahí comienza la autocensura buenista.
Es como la peli USS Indianapolis: Hombres de valor, que comenté en 2020. El 6 de noviembre, hace justo cuatro años. La de la tripulación del barco que tiene que sobrevivir a cinco días flotando a la deriva y peleando con tiburones para sobrevivir. Y van y la convierten en una denuncia contra el racismo (a la que yo me sumaré siempre y cuando sea el sitio y el momento adecuado) convirtiendo, de un plumazo, en potenciales racistas a media tripulación del barco. Como si no tuvieran bastante con patear a los tiburones cuando aparecen desde el fondo…
En Sala de profesores la abanderada del buenismo es la profesora nueva
Una muchacha insegura, idealista a más no poder, repleta de temores y falsos prejuicios.
Es la clase de persona inmadura que da lecciones de madurez en nuestros días. Críos de 20 y casi 30 años que viven instalados del mundo real instalados en la inmadurez y en la insensatez perpetua. En la reivindicación cansina junto con la protesta colectiva.
Algunos de esos necios dan clases en los colegios. Y en los institutos. De las universidades ni os hablo, porque vengo de la Complutense.
Por ese camino va la profe de esta peli. No hay más que ver su entrada en el aula, y el trato que da a los niños. A los niños, niñas y a le niñe ese que mencionaba antes. Los infantiliza hasta el ridículo. Se dirige a ellos con aplausos y tonterías que prueban su grado de inmadurez. Hasta que llegue un momento, al final de la peli, en el que los propios alumnos se negarán a seguir haciendo el payaso en el aula porque se sienten imbéciles. Y con razón.
Esa es la heroína de la peli…
Hasta Forrest Gump lo entendía: «Tonto es el que hace tonterías«
Es verdad que la película arranca con un robo.
Mejor dicho, con la investigación de un robo.
Y es verdad que esa profe será no sólo la protagonista, sino la que nos ceda su perspectiva del asunto para que, metiéndonos en su psique, veamos la película desde sus ojos para que terminemos sintiéndonos reflejados en sus actos.
Creo recordar que era sustituta de un profe titular, o que estaba en su primer año, y esto podría explicar sus inseguridades, sus dudas y sus temores. Lo digo yo que me estrené como profe de 1º y 2º de ESO el año pasado. De Lengua y Literatura, para más detalles. Por eso comprendería las dudas, y los temores, hasta la inseguridad, porque yo mismo pasé por todo ello en mis dos primeros meses dando clases. Y sí, se me subieron a las barbas algunos alumnos. Pero entonces, cuando eres novato y no tienes tablas tienes que tirar de tus propios principios y no dudar en pedir ayuda a quienes tienen más experiencia que tú. Eso hice yo y mi recta final del curso fue la mejor parte de mi experiencia docente.
Para que veáis lo importante de tener firmeza siendo profesor. Y ética, principios, valores, educación y vocación. Y si preguntáis a mis alumnos, a los que eran de 1º, decidles que os expliquen la diferencia entre autoridad y auctoritas. La primera se impone y la segunda se gana.
Lenguaje inclusivo
Atesoro, y atesoraré toda la vida esa experiencia en el San Ignacio de Loyola.
A modo de anécdota, pero que viene muy al caso, recuerdo la pregunta de uno de los alumnos en mi primera semana en el cole… – ¿vas a usar lenguaje inclusivo? – a lo que respondí con un lacónico –No– para no ser ambiguo y no dejar lugar a dudas. –Pero… si eres el profe de Lengua– insistió, y yo argumenté –Precisamente por eso, porque soy el profe de Lengua, porque la RAE rechaza el lenguaje inclusivo y porque estoy aquí para explicaros el uso correcto de la Lengua -. Y apostillo ahora, «y con corrección«.
Puedo aceptar que un niño dude sobre ese tipo de cosas. Vivimos en una Sociedad que confunde información y desinformación. La saturación de mensajes y de canales es abrumadora y se convierte en una gran herramienta para la manipulación y los padres y los profes se ven sobrepasados porque los smartwatches, las tablets, los smartphones y los ordenadores no necesitan parar para comer, ni para ir al baño, ni para dormir ni para descansar. Son dispositivos que se pueden pasar las 24 horas del día funcionando, 7 días a la semana y 365 días al año. Nadie puede hacer frente a tamaña sobredosis de desinformación y de manipulación a la que Internet somete a los niños de hoy en día.
Colectivización del pensamiento
Una desinformación orientada a la manipulación y al adoctrinamiento desde bien pequeños, para moldear sus conciencias. Desinformación que, cuando entran en un chat, o salen al patio del colegio, se retroalimenta y se reafirma cuando los niños ven que los demás niños opinan lo mismo. Y es más fácil opinar como el grupo para no quedarte fuera y solo. Es la colectivización del pensamiento, que deja de ser pensamiento y se convierte en doctrina.
Aunque os parezca mentira, todo cuanto estoy diciendo os servirá para entender esta película. Porque La sala de profesores es un ejemplo, y muy bueno, del deterioro de la Enseñanza, la erosión en la Educación y la desaparición paulatina de la erudición a favor de exacerbar las emociones. Niños caprichosos que, en malas manos, hacen de la protesta, del enfado y de la indignación su modus vivendi.
Sala de profesores
Ahora sí. Vamos con la peli.
Alucino en colores con la segunda escena de la película. Aunque no terminé de entenderla hasta casi el final. Entramos de lleno a la sala de profesores, no la peli, sino la sala, en sí misma.
A partir de aquí haré spoilers
En ella vemos a los profes sometiendo a un interrogatorio a dos críos. No son más que eso: dos niños indefensos intentando no meterse en líos. Esos dos niños son los delegados de la clase, y los profes los acorralan para que delaten al posible ladrón. Sí, al que ha robado algo dentro de la escuela. Los niños quieren mantenerse al margen. A los profes sólo les falta maniatar a los niños, apagar las luces, ponerles un flexo en la cara y echarles el humo de un cigarro en los ojos sin que puedan pestañear porque sujetan sus párpados con pinzas.
Bonito modo para manipularnos emocionalmente. Nos predisponen, del tirón, en contra de los adultos. Que es lo mismo que decir que nos predisponen en contra de los profes, de la experiencia y del sentido común. Y la única que nos caerá bien es la profe idealista, la única contraria al fascismo stalinista (o estalinista) con que operan los adultos.
A continuación, es cuando vemos por primera vez una entrada en clase de la profe. Aplaude con ritmillo para que los niños devuelvan los aplausos y, después, iniciar la clase. Ahí vemos del palo que va la profe y no han pasado ni diez minutos de peli. Lo que nos queda por delante… Según entra en el aula vemos presentes todos los tópicos WOKE. No falta ni uno.
Oskar
Conocemos a los alumnos.
Y lo hacemos viendo cómo se enfrentan a un ejercicio planteado por Carla (es el nombre de la profe). Unos escurren el bulto, otros se equivocan y solo un alumno, Oskar, tiene la respuesta y, lo que es mejor, sabe comunicarla y razonarla en voz alta para que los demás alumnos compartan su conocimiento.
Oskar destaca en todo momento. Seguramente porque el nivel del resto de la clase va de mediocre para abajo. Por eso Carla se refugia en Oskar porque es el único que hace que se sienta como una profe de verdad.
El thriller
Somos testigos de una investigación.
Ya os decía que la película nos induce a pensar en un posible culpable que resulta no serlo. De hecho, entre el primer sospechoso y el verdadero culpable veremos con tristeza que lo de robar está a la orden del día en Alemania. Los profes tienen una hucha en la que meten un dinero (que habrán estipulado) cuando se hacen café. Entiendo que será lo pactado, para volver a comprar café y para que cada cual pague por sus consumiciones, porque si no, al final, siempre hay alguno que lo consume todo a costa de otros que se quedan sin su parte.
Pues bien: la profe, la protagonista es testigo, en un momento dado, de cómo una de las profesoras del claustro se acerca con disimulo a la hucha y roba unas cuantas monedas. Lo ve pero no dice nada a nadie. Se lo calla. Quizás para no interferir en la investigación del robo, quizás para no hundir a la otra profesora… porque esa es otra: los nuevos europeos tenemos que sentir empatía hacia el delincuente. ¡Chúpate esa! Como os decía, el delincuente lo es porque la sociedad lo ha hecho así: lo ha maltratado y lo ha corrompido. 100% Rousseau. Muy progre y Woke del todo. En breve insistiré en este punto porque tela marinera…
El caso es que la investigación avanza, cosa interesante, conoceremos al ladrón con bastante antelación a lo normal. No tendremos que esperar para conocer su identidad. En esto sí me parece super original la peli.
La profe, que es más lista que el hambre, deja su cartera metida en el bolsillo interior de su chaqueta en medio de la sala de profesores. Y pone una trampa al posible ladrón: deja su portátil encendido y la cámara grabando para pillar in fraganti al ladrón, si es que osa robar la cartera.
Y el ladrón va, y la roba.
Antes avisé de spoiler
Ahora destripo la peli, así que no sigas leyendo si todavía no has visto la peli y tienes intención de verla.
Lo dicho.
Cuando vuelve a la sala de profesores lo primero que hace es ir a su chaqueta para ver si ha sufrido un robo, o no. Y sí. Efectivamente. Falta el dinero en su cartera. Y tenía la videocámara grabando. Esto la hace entrar casi en pánico. Tiene al culpable en un vídeo que no se atreve a visualizar por miedo a llevarse una sorpresa…
Termina en el cuarto de baño (creo recordar) y por fin ve el video.
Ya sabe quién ha robado el dinero de su cartera. Hasta aquí me parece bien cómo idea su estrategia, pero la ejecución será nefasta. Hablando en plata: el ladrón no es ladrón, sino ladrona. Es una de las personas que trabaja en el personal no docente del colegio. En administración. Toda una institución en el cole, con más de una década de veteranía. Pero lo peor de todo no es lo dicho, sino que es la madre de Oskar, el alumno brillante.
La gestión del descubrimiento será una pifia en toda regla. Los roleros sabrán a qué me refiero con lo de la pifia, un 1 en una tirada de un dado de 20. Vamos que mete la pata y pierde tanto la iniciativa como la legitimidad. ¿Por qué? Porque se va directa a por la ladrona, a encararse con ella, con gente alrededor, y a pedir que le devuelva el dinero que ha robado.
LOPD
Tienes el vídeo, ¿qué más te da que te devuelva el dinero de inmediato? Ten sangre fría, acude a dirección, pide ayuda, muestra el vídeo a la directora, a la policía si hiciera falta, o al abogado del colegio. Esta última opción no habría sido mala, pues habrá multitud de aspectos legales a tener en cuenta en su caso como el presente. Y no será el menor de todos el hecho de que haya grabado un vídeo en la sala de profesores.
Lo ha grabado a escondidas, sin permiso y sin comunicárselo a nadie. Y eso atenta contra el derecho a la intimidad y se da de bruces con la LOPD. Ley Orgánica de Protección de Datos. A priori concebida, como decía, para proteger datos e imágenes y la privacidad de los usuarios de Internet. Luego se extiende a todo el que puede ser circunstancialmente grabado…
Es la típica Ley cuya esencia primigenia puede parecer fabulosa pero que, a la larga, beneficia al infractor, al ladrón, al criminal y a quien sepa dar la vuelta a la tostada denunciando la violación de su intimidad. Porque, y en la peli lo vemos, el ladrón puede revolverse y contraatacar alegando que ha sido grabado, en su intimidad, en un espacio de trabajo en el que está prohibido hacer vídeos. Y ahí, y así, se le cae la tostada al suelo a Carla. Obvio decir que por el lado de la mantequilla.
¿Proteger la intimidad del ladrón? ¿Del agresor? ¿Pero dónde se ha visto eso? No podemos equiparar la dignidad y el derecho a tener derechos entre víctima y agresor. La víctima no elige serlo, se cruza con el agresor y, a veces, su vida queda arruinada y destrozada para siempre. El agresor sí elige serlo: un depredador sexual, un atracador, un estafador o quien te propina una paliza por cruzarte en su camino. Desde luego que no deberían considerarse sus derechos como los de la pobre muchacha que sufre una agresión y cuando sus heridas cicatricen será olvidada por una Sociedad insensible y abandonada con otras heridas, las morales y psicológicas, que la seguirán y perseguirán de por vida.
From lost to the river…
Hay profesores del claustro, que estaban en la sala de profesores mientras Carla se ausentó para poner la trampa al ladrón. Se revuelven en contra de Carla por haber hecho un vídeo. La peli refleja el pánico que existe en nuestra sociedad a ser denunciados por algo así cuando vemos a la directora organizando un zafarrancho de combate y tirando de la LOPD para saber por dónde y cómo la ladrona puede hincar el diente al colegio.
Pero esa trama irá por una parte y por otra veremos lo que ocurre con Oskar, recordad que era el alumno brillante, pero introvertido, que entusiasmaba a Carla. Su mejor alumno. Al muchacho no se le escapa el detalle de que el colegio despide, temporalmente, a su madre. El niño, que no es tonto, ata cabos y no tarda en relacionar el despido de la madre. Un despido temporal en tanto en cuanto se esclarezca lo sucedido: si es culpable el despido será total y si es inocente se la readmitiría. Pero el niño cae en picado. Su carácter introvertido se convierte en huraño, rebelde y contestón.
¿Niños en el claustro?
La sala de profesores llega al acuerdo de guardar silencio hasta que la cosa se esclarezca, más después de tener una reunión con los padres del curso de Carla y ver que ésta no termina de lidiar bien la reunión. Vamos, que fue un desastre. La peor parte llega cuando entra en la clase la madre de Oskar (la empleada despedida por el robo) y la líe parda con algunos comentarios que deja caer, como «la extorsión» que hicieron los profes a los delegados para forzarles a denunciar a un compañero.
Vemos que la cosa va de mal en peor.
Y vemos que los propios profes han metido la pata en reiteradas ocasiones. Pero lo que me deja atónito es que esos delegados, los niños de la clase de Carla, están presentes en las conversaciones del claustro y toman parte en las votaciones de las medidas a adoptar para los siguientes pasos a dar. ¡Los niños tratados como adultos! Metidos en el claustro y votando las decisiones que condicionarán el comportamiento del profesorado hacia los propios alumnos. Este es otro de esos detalles Woke que reflejan el deterioro de la Sociedad en la que vivimos.
Soy contrario a infantilizar a los niños. Por eso rechazo comportamientos pueriles como los aplausos de la profe para comunicarse con los niños. Pero tampoco estoy a favor de dispensarles el mismo trato que a los adultos. Quizás el trato sí, pero no de sentar a dos niños de doce, o trece años, entre los profesores para que intervengan en la toma de decisiones. Más que nada porque no tienen la madurez necesaria para tomarlas y porque no les corresponde tomarlas.
Adultos (profesores) que ponen a niños (sus alumnos) a su mismo nivel y les hacen partícipes de las votaciones y de las decisiones. De verdad que no tengo palabras para calificar esto. Es como si necesitaran tener a esos niños presentes para legitimar cualquier decisión. ¿Pero quién manda en el cole?
Empatía con el delincuente
La peli se desploma, al menos parcialmente, en la recta final. Cuando Oskar pierde los papeles y saca el niño violento que nadie sabía que llevaba dentro.
Se torna en agresivo, y persigue a la profe con el único fin de amedrentarla, amenazarla y si puede, lastimarla. Él ve en Carla a la responsable de que su madre haya perdido el trabajo. No Oskar, no. Tu madre está en casa porque roba. Que lo pagues con quien la ha denunciado es negar la realidad.
Lo que pasa es que Carla, progre, idealista y woke, siente empatía hacia Oskar. Incluso llega a lamentar que la madre del estudiante esté en casa por su culpa. Que no Carla, que no es por tu culpa, que tú lo único que has hecho es lo correcto: defenderte del ladrón y tenderle una trampa. El malo ha resultado ser esta señora, pero podría haber sido cualquiera. Por eso esta parte es la que me un poco de fatiga, porque Carla sufre debatiéndose en su interior intentando proteger al niño y a su madre sin saber diferenciar el aspecto pedagógico de su profesión vocacional del legal.
La pobre chica tiene un cacao mental que hace que encadene malas decisiones y sufra innecesariamente por cosas que no deben hacerte sufrir, sino pelear. Juegan a mostrarnos una profesora íntegra y firme en sus principios, pero yo veo una mujer WOKE que tiende a justificar el mal y a condenar la justicia porque, en su fuero interno, la tacha de conservadora. El prototipo de profesor de nuevo cuño que huye de hacer memorizar cosas a los niños, ni les exige que estudien y prefiere abordar el lado emocional de las matemáticas.
Estamos creando inútiles y estamos disminuyendo física e intelectualmente a los niños del futuro.
Si quieres hundir un puente, dinamita los pilares. Si quieres derribar un edificio, dinamita sus cimientos. Pero si lo que quieres es destruir una civilización y un modelo de sociedad: dinamita su Educación.