Open water 2 tiene título en español. O mejor dicho, tiene títulos: Mar abierto 2; A la deriva; Pánico en altamar… Pero como no he sido capaz de dilucidar cuál es el correspondiente a la versión en castellano tiro por el camino del medio y dejo el título genérico en inglés «Open water«, el número de entrega «2«.
En un principio había incluido, también, la traducción de «adrift«, «a la deriva«. Pero lo he desestimado porque induce a error si tenemos en cuenta que en 2018 salió una peli llamada A la deriva. Aunque iba sobre una pareja que se enfrenta a un huracán en altamar.
Podréis observar que se trata de un nuevo galimatías. Un nuevo lío que liará a más de un espectador desorientado que busque una peli, o la otra, y no la encuentre. Y os digo esto por experiencia, puesto que yo había oído hablar de Open water 2, pero no de la otra, y me he pasado un buen rato intentando encontrar la peli correcta para verla y comentarla. También había oído hablar de una peli sobre unos amigos que salen a navegar en un velero y se lanzan a la mar sin escalas. Os prometo que pensaba que era una película española. No me preguntéis por qué, pero tenía ese falso recuerdo.
Quería rematar el verano comentando las dos pelis: Open Water 2 (por lo mucho que me gustó Open Water) y la del velero. Pero ¡oh, sorpresa! Son una misma película. Así que esta peli es un 2X1. Todo viene por este mes de agosto, navegando por las aguas del mediterráneo mallorquín. Y por mi pasión por eso mismo: navegar. Todavía sin documentos que acrediten, plasmen o reflejen algo que aflora de mi ser cuando pongo un pie en un barquito: El instinto. Se tiene o no se tiene. Fluye o no. Y yo, lo digo con modestia, lo tengo.
Náutica y Mar
Con 16 años subí a bordo de mi primer velero, en El Campello, Alicante. Del primer velero y del primer yate, y de muchos de ellos: recién construidos, reparados, calafateados… en singladuras de fines de semana o de varios días.
Allí desfloré mi pasión por la espuma marina y el sudor mezclado con salitre de las nereidas. Allí afloró mi pasión por sumergirme a pulmón, para ensartar lenguados y pulpos con arpón. Cosa impensable en nuestros días. Allí descubrí el placer de la vela y coqueteé con su hermana, la otra rama de la náutica, que no es mónica (por única), y de la Mar, la navegación a motor, en un yate.
Allí palpé las dos, disfruté las dos, alternándolas. Las gocé y, por separado, ambas disciplinas me iniciaron una pasión que, 30 años después, sigo disfrutando cada vez que me puedo echar a la mar. O al río, pues también aprendí a navegar a vela en el Misisipi, partiendo del lago Itasca. Con mis amigos vikingos de Blaine. Con ellos aprendí de las corrientes y vientos en el lago Superior. Cruzado por cargueros y petroleros, y rodeado por faros y rompiendo placas de hielo para no quedar inmovilizados en los meses del crudo invierno a menos de 15ºc.
Por todas esas razones, más la vela en Ibiza y en Formentera… me decidí a comentar esta peli, que aun siendo de serie C, pues no llega a la B, tiene su encanto.
Open Water 2
Sumo este título a otros que la preceden y tratan la vela como uno de sus temas principales, sino el único: Cuando todo está perdido y Espíritu libre. Y sucede a la buena, esa sí, Open Water, quizás la peli más odiada por los aficionados al submarinismo.
Si leéis este comentario seguramente lo hagáis porque ya sabéis que se trata de una secuela. No continua la historia de los protagonistas de la anterior… por razones obvias, pero sí retoma el tema y nos devuelve al lado oscuro de la mar.
Esta peli está basada, también, en un hecho real. Lo cual la hace más patética. No triste, que por supuesto, sino patética. porque empieza como Los amigos de Peter en el mar y termina como los Gremlins correteando por Kingston Falls en una tarde lluviosa de invierno.
Tan patética como la primera Open Water. Porque las dos parten de sendos errores humanos. Imperdonables los dos. El olvido de dos submarinistas en la primera, sobre un santuario de tiburones, y la segunda por saltar por la borda de un velero para nadar sin pararse a pensar en las medidas de seguridad.
Seis amigos que se reúnen para pasar un fin de semana navegando a vela en altamar.
Tres parejas dispares, una de nuevo cuño (por eso mencioné Los amigos de Peter), que distan mucho en gustos, aficiones y modos de vida, pero unidas por su amistad. Cada una con sus filias y fobias. Sus miedos de la infancia y sus bloqueos… Todos subidos en un velero, aunque sólo por un ratito. porque la peli dura 1 hora y 35 minutos y a los 22 minutos ya están los seis en el agua.
Un baño en altamar
De eso va esta peli.
De un chapuzón refrescante.
La intro de la peli es la clásica presentación rápida y dinámica de los personajes. Sin miramientos. La pareja recién conocida, que es el capitán del barco y su nueva novia. Una pareja estable y normal y una tercera pareja, cuya parte femenina parece tener verdadero miedo al mar. Una fobia que no tardaremos en descubrir, pero que se nos vela al principio para hacernos pensar en ella como en la rarita del grupo.
La rarita y la madre obsesionada con la seguridad de un bebé que, contra toda lógica, se han llevado a la excursión.
Ya os he dicho que la acción no se demora.
En el minuto 20, más o menos, la nueva novia del capitán se quiere dar un baño. Paran motores, sacan un delfín hinchable, empiezan a bromear y se lanzan al mar. La novia del capitán salta con el padre del bebé. La otra pareja, la normalita, salta junta. Y el capitán se queda a bordo del velero, con la rarita que no se quita el chaleco salvavidas ni para dormir.
Es entonces cuando ella confiesa su miedo al mar y el capitán, que esu un guasón, la coge en brazos y se arroja al mar con ella. Ella entra en sock y vemos la razón de su miedo al mar a modo de flashback. La vemos de niña, nadando con su padre, en el mar. Ella es pequeñita y ella nada sin parar de reir hasta que el padre se hunde y se desvanece. Ha sido arrastrado al fondo del mar por un tiburón, o eso deducimos por su desaparición precipitada.
A la deriva
Saltan las alarmas cuando la rarita se queda flotando, a la deriva, sin reaccionar. Entonces se acerca a ella su marido, conocedor de su miedo, y la tranquiliza. Pregunta cómo y por qué ha terminado en el agua y el capitán, el dueño del barco, razona que todo ha sido una broma. Entonces deciden devolverla al barco. Pero pasa algo.
Nadie ha echado la escalerilla
Ni hay cadena por la que trepar porque tampoco se ha echado el ancla. El barco queda a la deriva. Y entiendo que ellos siguen a su vera porque hay ausencia total de viento, que si lo hubiera lo perderían en un minuto.
Al minuto 30 aparece el primer tiburón.
Esto asusta al personal.
No mucho, al menos.
Creo que si me pasara a mi subiría a bordo del barco de un salto, sin tocar ni el agua. Este verano, dicho sea de paso, probé dos veces a subir a pulso por la borda. Una vez con aletas: lo logré sin dificultad. Otra sin aletas y me costó dos intentos y un sobreesfuerzo brutal, pero lo hice. Eso sin miedo alguno, descansado y bromeando. ¡Ah! y sin tiburones…
Los personajes de esta peli lo intentan casi hasta desfallecer. Sin lograrlo. Hacen una cadena con la bandera del barco y sus bañadores y el capitán estará a puntito de lograrlo, pero se rompe la cadena y vuelta a empezar. Aunque a estas alturas la cosa irá empeorando por minutos…
El padre se pone las únicas gafas de bucear y usa un machete no me queda muy claro para qué. Está hurgando la hélice, no sé para qué, y pierde el machete y también las gafas, por lo que se sumergirá para rescatarlo y al subir a toda velocidad impacta con la cabeza contra el casco del barco y se produce un traumatismo craneal que lo deja tonto.
Mientras tanto intentan usar el flotador del delfín para auparse y abordar el barco y lo desinflan por el peso y los golpes que recibe. Y, por último, el hombre normal de la pareja normal se adueña del machete y lo intenta usar para clavarlo en el casco y usarlo a modo de peldaño o de escalón para subir a bordo. Me parece la única idea sensata, pero el dueño del barco, el capitán de la rubia loca, celoso por la integridad del barco se revuelve y forcejea para salvar el casco resultando apuñalado, por error el sensato. A la rubia habría que haberla atado a estas alturas porque está perdiendo la cabeza y casi arrebata el chaleco salvavidas a la que tiene fobia al mar.
Recapitulemos…
Están hechos una mierda…
Pasa un yate con bandera mexicana y chicas en topless. A toda velocidad. Los náufragos agitan los brazos pidiendo auxilio y los otros, de juerga, se lo toman como un saludo y pasan de largo.
El sensato se desangra. Esto, dice la rubia, atraerá a los tiburones, por lo que se aparta del grupo y se termina hundiendo sin fuerzas. El capitán y dueño del barco intenta salvarla, pero ella se hunde más deprisa de lo que él bucea.
El matrimonio está regulero. La madre muerta de miedo, recordando al padre y abrazada al marido que necesita una intervención quirúrgica inmediata. El sensato sin sangre y la sensata es la que tira del carro. Y el bebé se despierta y se pone a llorar en el camarote, lo escuchan por los altavoces y su llanto trepana los oídos de todos los presentes.
El sensato la palma. Y van dos muertos. Llegamos al minuto 60 y el dueño del barco confiesa que ni es un inversor, ni está forrado, ni el barco es suyo ni nada de nada. Es un simple mensajero que se pasa la vida ligando con tías buenas enseñándoles la foto del yate de su jefe. Es un caradura que finge que le va fenomenal. Como As de ases el mod cuentista de Quadrophenia.
La cuerda no aguanta más y, tras morir su novio, se aleja del barco buscando la costa a nado. Está claro que no tiene fuerzas ni para nadar media milla. Simplemente se aleja para que no la vean morir.
El cuchillo del fondo…
Esta parte me parece inaudita.
No irreal, inaudita.
El capitán decide buscar el cuchillo que se había ido al fondo del mar. Vale que no haya viento… pero el barco y ellos van a la deriva. No saben en qué sentido, pero se desplazan y el capitán se sumerge a buena distancia del barco para buscar un machete en medio del océano. Incluso por la noche, sin parar de bajar hasta un fondo que antes no logró alcanzar cuando se hundió la rubia.
Entre medias el padre, el del cabezazo contra el casco del barco, se muere y su mujer lo llora y lo deja a la deriva. Es curioso que, mientras están quietos al lado del barco, ninguno se aleja del casco, pero cuando se muere y lo sueltan se aleja a toda prisa. No llego a entender la lógica física que avala esto…
A media noche está diluviando, hay oleaje, se mueven todos menos el barco que sigue estancado sin ancla… La madre rescata al capitán, como a media milla del barco y lo remolca hasta el barco que sigue estático.
Lucidez
Por fin un poco de lucidez. El falso capitán extrae el cristal de las gafas de bucear y lo mete en la ranura que hay en el portón de las escaleras en el casco. Esto sirve para que Amy, la madre, use sus dedos como peldaño y trepe. Activa la escalinata para salvar al farsante y acude al rescate de su hija que llora desconsolada tras un día entero sin alimentarse, sin beber, sin cambiarla el pañal…
Y, a todo esto, mientras ella se limita a dormirse con la niña, a la que sigue sin hidratar, sin alimentar y sin cambiar de pañal, el falso capitán se lo piensa dos veces antes de subir por las escaleras y se abandona a la mar para morir ahogado. Me figuro que le dio pánico pensar en las consecuencias legales de sus actos y se rindió sin más.
Ella lo ve a la deriva y le echa un salvavidas que él no tiene fuerzas para recoger. Vuelve el flashback del padre muriéndose y la muy idiota se lanza al agua para salvar al otro que se está hundiendo. Lo más emotivo es ese mismo flashback. El padre no murió por un ataque de tiburón. Tuvo que sufrir un infarto que lo llevó al fondo del mar y ella, de pequeñita, intentó alzarlo tirando de su pelo, pero no logró sacarlo a flote.
Este rescate hace que supere el trauma de su infancia.
A la mañana siguiente, cuando amanece, un marinero acerca su barco al velero y lo encuentra abandonado, con el chaleco salvavidas a la deriva y el bebé llorando. Cuando pensamos que la madre habrá muerto al echarse a la mar en medio de la tormenta vemos que ella está en el puente con el capitán inconsciente. Quiero creer que este es el final y que no es una ensoñación… aunque si lo es no entiendo que ella esté tan plácida mirando al capitán mientras su hijo llora y el marinero rodea el velero sin ver a nadie a bordo.
El bebé
Cornudo y apaleado.
Cuando llora nadie lo puede auxiliar porque están flotando en el mar.
Cuando ella sube, llora, pero se duerme en brazos de la madre.
Después ella lo abandona, una vez más, y según mi parecer, muere intentando salvar al otro… Y el niño llora, y si no es ella será el marinero, pero uno de los dos tiene que escuchar al bebé y ni ella, de estar viva, acude en su auxilio, ni el marinero, de estar muerta, sube al velero para ver de dónde proviene el llanto.
Sólo al término de la secuela de Open Water comprendo que la peli no tiene nada que ver con los tiburones. Aparece uno y de refilón. El tema, pues, no es el ataque de los escualos sino la muerte idiota de cinco, o seis, tripulantes, por inconscientes e irresponsables haciendo de un finde a lo grande una aventura sin retorno. Encuentran la muerte del modo más idiota posible…
Películas de veleros
Películas de tiburones