Espíritu libre es una de esas pelis que te reconcilian con la vida.
Te hace cuestionarte muchas cosas. O eso al menos me ha pasado a mi. Luego comentaré alguna. Pero la esencia de la peli resulta entrañable.
No estará entre las 10 mejores pelis del año. Ni entre las mejores 50. Lo dudo. Pero en los tiempos que corren se agradece un soplo de libertad. De alegría y de felicidad. Aunque esa felicidad tenga que venirte por ver que otros lo son. Que han sido capaces de cumplir su sueño.
Jessica Watson
Pocas personas tienen su meta en la vida tan clara como Jessica Watson. Clara y preclara, pues creo recordar que a los ocho años ya sabía que quería dar la vuelta al mundo navegando.
Todo por la influencia de sus padres, y en concreto, de su madre.
Ambos padres eran navegantes y en un barco se pasó su infancia. Estudiando en el barco, viviendo y viajando por mil lugares llevada por sus padres de un puerto a otro. Junto a sus tres hermanos, que no me olvide de ellos.
Jessica se fijó en un libro que estaba leyendo la madre. Cuando era bien pequeñita se topó con el relato de Jesse Martin. Otro chaval que años antes había acometido la misma gesta con la edad de dieciocho años. De ahí la obsesión de nuestra protagonista, por adelantar su marcha para convertirse en la persona más joven en circunnavegar el mundo a vela y en solitario.
Espíritu libre
Es la adaptación cinematográfica del libro autobiográfico True spirit, cuya traducción no tiene nada que ver con «libre«. Veraz, auténtico, real… Pero nada de libre. Ya están los traductores de títulos españoles mejorando lo presente.
La peli va dando saltos del presente al pasado para contarnos la aventura y cómo se pergeñó.
Veremos a dos Jessica Watson. La del presente con 16 años y la niña que fue cuando descubrió su pasión por la vela.
Los saltos se darán con carácter retrospectivo para que, nosotros, espectadores, comprendamos cosas de su presente viendo cosas de su pasado. Para que comprendamos que hay conversaciones que siguen a fecha de hoy pero que se iniciaron hace una década. Y que hay cosas y detalles náuticos, los que apuntan a las habilidades que no surgen de un modo espontáneo. Son cosas trabajadas, entrenadas y reiteradas un millón de veces.
Pueden estar sistematizadas, pero responden a un patrón de conducta. Para eso están los saltos en el tiempo de la narración.
Otras veces servirán como elipsis narrativas, o como meras fugas emocionales cuando nuestra protagonista pierda la consciencia. Porque la perderá, que la mar es traidora y nosotros más frágiles de lo que parecemos.
La aventura
Veremos cómo la consigue afrontando el mismo reto en dos intentos.
El primero finaliza a 20 millas náuticas de su casa. Cuando se eche la noche, olvide poner las alarmas y su velero sea arrollado por un carguero que, gracias a Dios, no la envió al fondo del mar.
Esto hizo que tuviera que volver a casa e intentar pasar desapercibida porque la prensa local la esperaba para triturarla.
Periodismo deportivo
Hago un alto en la prensa local. No exactamente en el periodismo deportivo. Para deciros que era contraria a la aventura.
Nadie daba un duro por Jessica
Esperaban a la puerta de su casa para atacarla y para mofarse de su intento de dar la vuelta al mundo. Se burlaban de ella y se mofaban de su familia.
Más cuando se enteraron de que el primer intento había terminado en fracaso rotundo. Ruedas de prensa, opinió pública contraria… Y entiendo que muchos hasta preocupados por ver a unos padres capaces de dejar volar a una hija menor de edad para enfrentarse a una aventura que sólo podía terminar con su victoria o su muerte.
Aún así Jessica logró rearmar el barco, no perdió los patrocinadores y volvió a lanzarse a la mar. Esta vez para enfrentarse a 210 días en solitario. Recorrió 6000 millas oceánicas y otras 6000 millas costeras.
Preparación previa
Para no lanzarse a la mar, a lo loco, a su experiencia y sus conocimientos náuticos añadió una serie de estudios específicos. Estos orientados a ser autónoma y poder reaccionar y reparar el barco en altamar. O poderse comunicar en caso de emergencia. Estos son los cursos que hizo como :
- Salvamento y primeros auxilios
- Supervivencia marítima
- Seguridad
- Operador de Radio
- Motores diésel
No es fácil cumplir un sueño
Una cosa que me hace alucinar, para bien, es lo fácil que lo tiene la muchacha para reunir el dinero. Estas aventuras románticas no son precisamente baratas. El velero, las velas, cabuyería, tecnología… Todas las mejoras que le haces al barco, cuestan dinero. Es obvio, pero hablo de mucho dinero. Por eso importan los patrocinadores, porque son los ángeles de la guarda que materializan tu sueño.
Para que os hagáis una idea… yo llevo 14 meses intentando cerrar patrocinadores para una aventura similar. Para cubrir la navegación a vela de un amigo mío, que está dispuesto a navegar a vela hasta el Ártico con fines científicos y divulgativos. Sobre ciencia, medio ambiente y el futuro de la Humanidad. Y seguimos peleándonos para reunir el dinero.
Ese mismo amigo, Raúl, ingeniero y regatista internacional fue quein me descubrió esta peli. Tras una de esas reuniones con un posible patrocinador. Me habló de ella comentando la admiración que había desencadenado dentro de la gente de la vela. Deportistas, profesionales, aficionados…
Todos obvian los aspectos de navegación, que es donde flojea de verdad la peli. Pero claro está, la peli no va dirigida a un nicho de navegantes sino al público en general. Y el público poco o nada exchará de menos aspectos técnicos, como el vocabulario. Los aspectos formalmente marinos, como la navegación, el cálculo de las rutas…
Todo eso es importante para quienes ven la peli con ojos de navegantes. Pero al resto de los espectadores les da igual, para qué negarlo. Por eso, o por la suma de todos esos, esta peli es muy recomendable. Sobre todo porque sirve de inspiración y como ejemplo de superación.
El gancho de Jessica Watson es cuádruple:
- Es mujer
- Va sola
- Y tiene dislexia
- Es menor de edad
Un póker de ases.
Una sola de esas tres características la habrían otorgado un gran protagonismo. La suma de las cuatro hacen que sea una bomba mediática.
La importancia de ser mujer
En los tiempos que corren esto no es baladí. Este es el tipo de mujer que debería alcanzar sillones y carteras ministeriales. Las valientes que se juegan la vida. Mujeres que no viven del cuento por ser mujeres sino que desmontan mitos trabajando y pelando.
El falso feminismo de nuestros días hace de la condición de ser mujer un lastre. Y es importante el concepto «lastre» al comentar una peli sobre navegación. Jessica Watson da una lección de femineidad a las feministas que odian al hombre por ser hombre. A esas mujeres que acceden a cargos de responsabilidad porque en su curriculum pone que es una mujer. Eso denigra a la mujer. La convierte en cuota, en carnaza, en un impuesto (revolucionario) que pagar.
Jessica Watson desmonta el proteccionismo subvencionado de la mujer. Ahí está el negocio de politizar la condición del ser. Cuando reúnes bocas que alimentar que esperan ser alimentadas sin dar un palo al agua. Creas personas dependientes y dispuestas a odiar a quien les obligues a odiar con tal de seguri viviendo de la sopa boba.
Ir sola… a dar la vuelta al mundo en un velerito
Esto aumenta el mérito de Jessica.
La mar es la tumba de millones de marineros.
Altos, bajos, diestros y torpes… Da igual. Un descuido. Un golpe de mar. Y eres hombre muerto. Que se lo digan a los pescadores de La tormenta perfecta. Tipos duros. Curtidos en mil tormentas.
Ir sola es un plus de peligrosidad. Es no tener con quién hablar. No tener con quién intercambiar opiniones para trazar el mejor rumbo o para solucionar algún problema. Porque problemas hay, y habrá. Y es cuando estás inmerso en ellos que descubres la valía de las personas. Por su frialdad, su templanza, sus reflejos y su perseverancia para resolverlos. Y estando sola tendrá que gestionar todos esos problemas sin más consejo que su experiencia, su sentido común y su instinto.
Por no hablar de las horas de silencio y de aislamiento. Eso puede triturar al más pintado. Solo los más raritos, como un servidor, aceptarían pasarse un año sin ver otra cara y sin hablar con nadie. Hay que valer para ello. O creo que valdría. De lo que no me cabe duda alguna es de que Jessica demostró valerlo. A pesar de tener algunos episodios en los que vemos el interior del barco desordenado y lleno de restos de comida.
Jessica Watson es disléxica
Este punto es peliagudo.
Me figuro, y no entiendo nada de la materia, por lo que ruego disculpas si digo algo que no se ajuste a la realidad.
La dislexia. según la RAE:
- f. Dificultad en el aprendizaje de la lectura o la escritura, frecuentemente asociada con trastornos de la coordinación motora.
- f. Med. Incapacidad parcial o total para comprender lo que se lee causada por una lesión cerebral.
Lo cojas por donde lo cojas resulta peliagudo.
Si nos ceñimos a la dificultad para la lectura, navegando: Mal. Porque eso dificultará, entiendo que tiene que dificultarlo, la capacidad para leer los mapas. Mapas, partes meteorológicos y cómo trasladar los segundos a los primeros para ver cómo trazar un rumbo. Y cómo enfrentarse a los rigores meteorológicos de la Madre Naturaleza.
Abordado desde el punto de vista de la coordinación motora… ¡Uf! Se me antoja todavía más complicado. No es solo por poder escribir o trazar rumbos sobre la carta naútica. Es la capacidad para manejarte dentro del barco. En condiciones normales ya es difícil vivir a bordo de un velero. Es decir, lidiar con el vayvén perpétuo que supone estar dentro del barco. La condensación de los olores, la humedad… Son tantos factores complicados en circunstancias normales…
En el exterior no es para menos: La botavara, los cabos, las velas… Capitanear un barco no es pecata minuta. Son mentes privilegiadas las que permiten coordinar todo lo que se cuece en un barco. Timón, velas, cabos, ancla, radio, brújula, plotter… ¡Son mil cosas! Por no mencionar la mar: oleaje, corrientes marinas, vientos, tormentas… Tienes que tener cada uno de esos factores en mente y, después, todos ellos conjugados para poder sopesar toda la información y tomar la decisión correcta o irte a pique.
Si a todo eso le sumas la dislexia… ¡Olé sus cojones!
Tenía 16 años
Esta es la parte que me chirría.
Alucino viendo a una niña de 16 años capaz de dominar sus emociones, sus miedos y su barco. Capaz de navegar más de 200 días en solitario. Sin poner pie en tierra y sin recibir víveres. Todo eso es increíble, ¡pero ella era una niña!
Eso nos demuestra que estamos inutilizando a nuestra juventud. El ser humano ha sido autónomo y capaz de sobrevivir desde que vivíamos en la Edad de piedra. Conforme avanzamos y mecanizamos, automatizamos y delegamos las tareas de las personas, nos hacemos más y más dependientes. Menos diligentes y menos capaces… para todo.
Se me antoja cuando menos contradictorio que los padres permitieran que su hija se lanzara a la aventura con 16 años. A ver. Si tiene que palmar, palmará. Da igual que tenga 16 que 26. Y si tiene que triunfar, triunfará. Pero… ¿Y si no lo hubiera logrado? ¿Habrían tenido algún tipo de responsabilidad legal esos padres?
Cierto es que, al parecer, la muchacha vivió a bordo de un velero sus primeros años. No fue a la escuela. Su madre la instruyó, junto con sus tres hermanos. Mientras iban de aquí para allá navegando en familia. Como verla trabajar en el puerto, con poco más de siete años, limpiando barcos y esas cosas. Podría escandalizarme por todo eso, pero siendo sincero lo que me escandaliza es ver que estamos haciendo inútiles y dependientes a los jóvenes (no ya niños) de las nuevas generaciones.
Ella’s Pink Lady
Es el nombre del velero.
La verdad es que mola. No por rosa, que me parece un poco hortera. Pero por cómo está tuneado de cabo a rabo. De ahí los patrocinadores.
Hasta las luces son rosas. Quitando ese aspecto… y siendo un lego en la materia, el velerito me parece super chulo. Muy coqueto, manibrable, cómodo y seguro. De hecho estaba preparado para girar sobre si mismo si volcaba por una ola. Siempre que no hubiera demasiadas olas… Por Dios, qué maravilla poder surcar los mares a bordo de un velero.
Lo que me fascina, con un pelín de ironía, es que no apaga las luces en toda la película. Luces, radio… todo el rato consumiendo electricidad. Que no niego que la generase, pero se me antoja enorme la cantidad de ella que consume en Ella’s Pink Lady.
También echo de menos que me hubieran mostrado cómo había estibado el barco. Cómo y dónde había colocado las cosas, sobre todo los alimentos. Se pasa doscientos y pico días navegando y yo no hago más que ver comida acumulada, echada a perder, desperrdiciada y tirara por el barco.
True spirit
True spirit es el título del libro que publicó la propia Jessica tras reponerse de su gesta. En sus páginas recoge toda la experiencia, desde cómo se planteó hasta su culminación, pasando por los pequeños, y normales, fracasos que la hicieron más fuerte y mejor.
El libro, y ahora la peli, son dos bálsamos de humanidad que nos ayudan a comprender el espíritu indomable del ser humano. Incapaz de ser conformista y de acatar el «tú no puedes hacerlo». Este tipo de personas rebeldes, fuertes y tenaces dan sentido a toda una especie que evoluciona, mejora y prospera gracias a personas como Jessica.
Pasión por la navegación
Espíritu Libre no es la primera peli sobre navegación en el fancine. La precede Cuando todo está perdido, que viene a representar casi la antítesis de esta peli, pero en el mismo marco… Un velero, un navegante y el Océano Pacífico.
Os contaré un pequeño secreto… Uno de los sueños de mi vida fue siempre vivir en un velero. Con lo justo para ser feliz: libros. Y nada más. Por eso ha sido ver esta peli y lanzarme a comentarla. Por admiración a la gesta de esa niña que se puso el mundo por bandera y, siguió su sueño.
Cierto es que su manera de vivir, ya desde bebé, y la de sus padres, nada tiene que ver con la manera de vivir de un madrileño. Ojalá pudiéramos todos tener un poco de ese desenfado ante la vida. De esa aparente despreocupación y de esa ligereza con la que parece que todo sale solo. Que sí, cuesta esfuerzo.
Zarpó con un puñado de fieles que apostaron por ella y con los medios de comunicación en contra. A su regreso reunió, si he leído bien, más de ochenta mil personas. La estaban esperando en Australia y hasta el Primer Ministro se apuntó a la fiesta.
Videoblog
Sus seguidores, porque fueron creciendo con cada milla que avanzaba, pudieron verla periódicamente a través de un videoblog.
Lo actualizaba cuando podía, o cuando tenía ganas y el estado de ánimo adecuado. Y lo usó como desahogo para no sentirse sola.
Con su familia pudo comunicarse, y con su entrenador, a quien no he mencionado, mediante un teléfono satélite. No lo he mencionado porque el tal Ben Bryant no existió en la realidad. Su figura en la película nació para aglutinar a un grupo de personas que sí estuvieron constantemente a su disposición. Para hacer compañía y para aportar ideas en momentos de extrema necesidad.