Gravity es una de esas películas que te conmueven y te llegan a la fibra sensible la abordes por donde la abordes.
Sea por lo espectacular de su fotografía, que os adelanto, incluso si la veis sin sonido, de fondo mientras escribís, como estoy haciendo yo ahora, os cautivará y secuestrará vuestras miradas porque es de una belleza de imagen superlativa. Sus tramas y subtramas se enredan sin enredar al espectador. Están bien diferencias en función de si los astronautas hablan de sus vidas privadas o simplemente callan porque la acción pasa de ser pausada y armoniosa a frenética y caótica.
Ambas cosas se suceden sin solución de continuidad. Y poco a poco iremos descubriendo a los personajes, a los dos principales… porque los otros… en fin. Digamos que tienen pocos diálogos.
Gravity es maravillosa
La Dra. Ryan Stone es uno de esos personajes que ennoblecen el cine.
La interpretación de Sandra Bullock me parece sencillamente genial. Superlativa. Iba a decir «estelar» pero me parecería un poco oportunista el término. Ella pone las vísceras, el sentimiento, las emociones y las comparte con nosotros, bueno, con Matt Kowalsky, a corazón abierto. Matt es un George Clooney en una interpretación tan buena como la que os conté en La tormenta perfecta. Él aportará sobriedad, experiencia en la materia. Una frialdad exasperante y una capacidad de sacrificio que no hace sino redondear la Humanidad que destila toda la película.
Permitidme que vuelva sobre el párrafo anterior. Cuando digo que la Doctora pone las vísceras, las emociones y el sentimiento. En verdad ella se convierte en toda la Humanidad. Porque ella es quien humaniza el entorno en el que está trabajando. Sus sentimientos son los nuestros. Todos podríamos reflejarnos en sus emociones. Y sus vísceras son las mismas que compartimos, como especie, todos los humanos, sobre todo las mujeres que me estén leyendo, porque a ellas irá destinada buena parte de esta película. Y cuanto más femenina se torne, más cruda y desgarradora será, y hermosa y preñada de optimismo. Pues esta peli, toda ella, de principio a fin simboliza, o podría hacerlo, un parto. Y por eso mismo destila temor, incertidumbre, sosiego, proteccionismo y, gracias a Dios, al final: felicidad.
Al término del texto razonaré esta interpretación que, como cualquier otra podría ser tan certera como errónea, pero es la mía.
Todo ello lo veremos mecidos, o a la deriva, o flotando con la doctora… no sabría cómo decirlo teniendo en cuenta que están en el espacio.
Nunca te rindas
Una película que rezuma suspense, «thriller«, de principio a fin. No es histórica pues se trata de una ficción. Aunque nos puede recordar a lo ocurrido con la Salyut-7 soviética. No es Ciencia Ficción porque no nos plantea ninguna tecnología por descubrir: es más, no sería nada ficción y toda ciencia. Aunque lo único ficticio sea su guion. Su maravilloso guion debería decir, escrito por su director Alfonso Cuarón y su hermano Jonás. Lo de «hermano» me lo estoy sacando de la manga, por lo del apellido Cuarón. El resto, su tecnología es 100% real y realista dentro de los parámetros naturales y actuales de la Ciencia.
Nos plantea un contratiempo imprevisto en el espacio. Asistimos a una reparación del telescopio espacial Hubble. Fuera del trasbordador espacial Explorer. Los astronautas se ven sorprendidos por una lluvia de chatarra espacial que viene de un satélite espía ruso, que ha explotado e inundado la estratosfera en la que se encuentran los protagonistas.
A partir de ese contratiempo su nave queda inutilizada y los dos supervivientes inician una carrera, a contrarreloj, para sobrevivir.
Necesitan un transporte para poder reentrar en la atmósfera y regresar a la Tierra. Y lo buscarán poniendo rumbo a la ISS, o Estación Espacial Internacional. Para ello apurarán el combustible que le queda en la mochila propulsora a Kowalsky. Pero falta una cápsula Soyuz, con la que planeaban regresar a casa. El paracaídas de otra está roto y desplegado y la tercera está averiada.
Solo uno podrá usar esa Soyuz para dirigirse a la estación espacial China, de nombre Tiangong. En ella hay una última cápsula, pero para ello Kowalsky tiene que convencer a Ryan de que le deje marchar porque no será más que un lastre que arrastre consigo a la Doctora. Ella solloza y le ruega al astronauta que no sacrifique su vida por ella, mientras que él se desprende de ella y se deja llevar hacia la inmensidad del espacio alternando instrucciones para que ella pueda sobrevivir con palabras de cariño y de aliento para reconfortar su corazón.
La Tiangong va a la deriva y todo apunta que terminará estrellándose en la Tierra. La última opción de salvación es otra cápsula, la Shenzhou. Con ella, y en ella, tendrá que aventurarse a entrar en la atmósfera terrestre, a solas.
La reacción de Buzz Aldrin
El mismísimo Buzz Aldrin, el astronauta, quedó asombrado por el realismo de la gravedad cero en Gravity. Cosa que, por cierto, les llevó cinco años para poder filmar con tal grado de perfeccionismo. Lo intentaron de mil maneras sin lograrlo, hasta que, por fin, lo consiguieron. Y, además, huyendo de «lo fácil» que habría sido filmar la película en 3D. Digo fácil porque era la moda por entonces.
Muchos especialistas de la NASA ayudaron y colaboraron en los aspectos técnicos de la peli. Aportaron su experiencia, tanto en materia tecnológica, como en vestuarios. Explicaron el comportamiento del cuerpo humano experimentado por los astronautas que flotan sin gravedad. Y detalles tan simples, pero que enriquecen la película como qué pasos dan cuando se desplazan por la superficie del telescopio. A veces pienso que los astronautas tienen mucho de submarinistas, de escaladores y de espeleólogos.
Lo de submarinistas es obvio: embutidos en sus trajes espaciales y flotando en el espacio. Lo de los escaladores lo menciono por cómo sus vidas penden de un hilo, en el caso de los escaladores de un cabo, y en el de los astronautas de un cable. Pero el concepto es el mismo: asegurar un agarre antes de soltar el anterior, para, en caso de caída, quedar suspendido y poder volver al mismo sitio.
El 3D artesanal de Gravity
La parte de la espeleología es más peliaguda. No sé si alguno de vosotros la habrá practicado. Yo sí. En los 90’s. Cuando nos adentrábamos con cascos de carburo en las entrañas de la Tierra. Esos recuerdos me vienen cuando veo culebrear a la Doctora yendo de aquí para allá dentro de una nave espacial… y de otra.
Para ello Cuarón se desmarcó del resto de directores que usaban y/o abusaban del 3D, como apuntaba antes. Y se las ingenió para lograr ese mismo 3D, pero recorriendo un camino inverso: Cuarón la filmó en formato normal y lo que hizo después fue reconvertir la peli pasándola al 3D.
Quede claro que tampoco lo habría tenido fácil en el caso de haber querido usar ese tipo de cámaras 3D, por lo enjuto de los escenarios para filmar y por su peso. No habría sido la mejor combinación: cámaras grandes y pesadas en espacios estrechos y rotatorios. Por todo esto la cosa se prolongó cinco años. Que es lo que le llevó para poder filmar la peli porque no lograban reflejar la sensación de ingravidez natural con que se tenían que mover los astronautas.
Malditos prejuicios
Diez nominaciones y siete Oscar avalan una película que yo me perdí en el cine por prejuicios.
Cuando la vi, por primera vez, en la tele, me cautivó y me desbordó. Y al mismo tiempo me sonrojó porque recordaba perfectamente el motivo por el que no la había ido a ver al cine: temí una peli fantasiosa desarrollada en el espacio. Y pensé que la peli no me iba a llenar. Precisamente por lo mucho que me gustan las pelis que transcurren en el espacio, pero partiendo de que me gustan, o me inclino a favor de las realistas, y no tanto de las de ficción.
Gravity es ficción, pero no Ciencia Ficción
Me escudé en mis propios escrúpulos para no darla ni una oportunidad. Craso error. Alfonso Cuarón me ganó con Harry Potter y el prisionero de Azkaban y ha vuelto a hacerlo con Gravity.
No obstante, podría pensar qué criterio tengo yo que me haga tener una opinión más certera sobre una peli que los Oscar, que premiaron esta peli con siete estatuillas de las diez nominaciones. Claro que luego me acuerdo de La forma del agua y sus cuatro Oscar, o los otros cuatro que se llevó Parásitos (aunque ésta todavía tenía un pase) y se me quitan los complejos.
Espacio interior Vs. espacio interior
Mi costumbre de intentar ver las películas sin ver los tráileres, y sin leer ni escuchar críticas antes de verlas tiene premio. En este caso el descubrimiento (tardío) de un peliculón.
Por el cartel, por el título, y por lo poco que sabía antes de verla no me extrañó que se desarrollara toda ella en el espacio, era de cajón. Lo sorprendente es lo sobrecogedora que llega a ser cuando vemos la inmensidad del espacio infinito y dos personitas flotando de aquí para allá. Eso me hizo pensar en la insoportable levedad del ser. Pero no desde el prisma conyugal, sino como especie y en nuestra insignificancia.
Pero para lo que no estaba preparado era para bucear, sumergirme, flotar por los espacios emocionales de los protagonistas… No sabría definir mi sensación, pero sí sabré explicarla. No estaba preparado para el aluvión emocional que nos plantea Cuarón cuando la Doctora nos abre su corazón y dejamos de verla como astronauta, como científico, y empezamos a verla como madre.
De verdad. Si su faceta profesional es fascinante, no podemos despreciar la personal. Iba a decir que era igual de fascinante, pero no. Mentiría. Es desgarradora.
La tristeza es una constante en Gravity
Y aquí quiero detenerme por un instante. Por un instante… y por el tiempo que haga falta.
No para recrearme en eso, en la pena, sino para establecer un paralelismo entre dos protagonistas y entre sus dos películas. Hablo de ésta, claro está, y la otra es El primer hombre, protagonizada por Ryan Gosling en el papel de Neil Armstrong, a quien compararé con la Dra. Ryan Stone, encarnada por Sandra Bullock. Ambos personajes… Perdón: ambos, personaje (Dra. Ryan) y persona (Armstrong) tendrán un denominador común en esa tristeza que desgarra sus corazones…
Comparten el dolor de la pérdida del sentido de sus respectivas vidas, pues ambos han perdido a una hija. El biopic de Neil Armstron, la mencionada El primer hombre, es sencillamente una obra maestra, salvo por la canción del activista en contra de la propia carrera espacial. Si la queremos ver, tan solo, desde el prisma de un padre al que le han arrebatado su felicidad. No es sólo una de mis pelis favoritas vinculadas a la carrera espacial*. Un dolor que no sabría describir, gracias a Dios, pero que debe estrujar el corazón de un padre hasta arrebatarle el mismo deseo de existir.
De eso vemos mucho en ambas pelis. Califiqué el biopic de una huida hacia delante. Precisamente al referirme a Neil Armstrong, cuya huída de su dolor, de su pena, y de sus «buenos días hija mía» que se tendría que guardar en sus labios, de por vida, le hicieron tomar el camino más largo jamás recorrido por un ser humano… Llegó hasta la Luna huyendo de su pena. Pena compartida con nuestra protagonista, Ryan, quien vivirá, y por momentos sobrevivirá gracias al cordón umbilical que le une a la nave espacial, o a alguno de sus compañeros.
Y mientras lucha por sobrevivir revive sus emociones durante y tras la pérdida de su hija. Será su compañero quien remueva sus sentimientos y sus entrañas para aferrarla a la vida.
Y aquí me paro para hacer uno de esos ejercicios retóricos que tanto me gusta hacer en el fancine… A ver cómo lo escribo y a ver si soy capaz de transmitiros las sensaciones que me produce Ryan cada vez que la veo flotando en el espacio.
El cordón umbilical…
Omnipresente.
Obvio explicar que el cordón umbilical acompaña, nutre y mantiene vivo al feto dentro del cuerpo de la madre hasta que nace. Es la magia de la maternidad. Es el don con el que nace una mujer que, lamentablemente, jamás podrá recibir un hombre. Una característica de nuestra naturaleza reservada sólo a las hembras de los mamíferos. Hasta después de haber nacido… pues dicho cordón ha de cortarse cuando el bebé reposa en los brazos de su madre y ante la mirada atónita del padre, si éste último no se ha desmayado, claro está.
Ese mismo cordón, pero metafórico, mantiene con vida a Ryan.
A Ryan y al resto de astronautas que comparten la misión con ella. Allí arriba, en el espacio. Fuera de la nave espacial, flotando en la inmensidad del espacio. Anclados a la vida por un cordón que les ata y les une a la nave. Si se corta quedarán a la deriva y morirán sin opción a la salvación. Pero en esta peli el cordón va mucho más allá, y por momentos será umbilical y después mutará en lastre emocional… y hasta físico.
Sin dejar de lado escenas en las que la protagonista se sentirá protegida o, cuando menos, a salvo. En ellas la veremos flotar sin gravedad, en postura fetal, de modo que nos hará pensar, casi de un modo automático, en un feto dentro del vientre de su madre. Es la imagen que veréis en el cartel, por ejemplo.
Esta peli podría ser una metáfora de un parto
Lo decía en la introducción del comentario.
Voy a ver si soy capaz de explicarme para que entendáis bien lo que me hace pensar esta peli. Iré recopilando diferentes aspectos de la misma y os advierto que para llegar a esta conclusión el spoiler será total, por eso dejé la reflexión para el final.
Ya he mencionado varias veces el efecto de «cordón umbilical» que mantiene viva a nuestra protagonista. Unas veces para mantenerla sujeta a la estructura del fuselaje, otras para ser remolcada por su compañero de aventura. Cuando es como agarre, porque su conexión vital se reduce a un mosquetón que, si falla, hará que se la coma el espacio infinito. La segunda porque la suma de ambos astronautas, de él y ella, hará posible la vida. Bonita metáfora de la unión entre dos miembros de una misma especie, de la familia de los mamíferos, cuyo diseño genético dividido en macho y hembra ha sido garantía de supervivencia desde antes de que se extinguieran los dinosaurios. De los placentarios, subgrupo al que pertenecemos los seres humanos, por habernos desarrollado en una placenta, dentro de un útero femenino, a partir de la fecundación de un varón.
Obviamente esto podría tratarse de una metáfora. Cuando vagan por el espacio, y concibiendo (nunca más oportuno el verbo), el sacrificio vital de Kowalsky como un empujoncito vital para que Ryan se reconvierta en un feto de su propia existencia y, reviviendo su vida entera, sufra la traumática experiencia de un parto estelar. Interpretando su regreso y su reaparición en la Tierra como eso: un parto cuyo fruto es ella misma, desvalida, impedida y vuelta a nacer.
La espiritualidad en Gravity
En SAlyut-7 os conté la historia del cosmonauta soviético Vladimir Fedorov, en la vida real Vladimir Dzhanibekov. Un héroe del pueblo soviético que, tras volver a la Tierra como un héroe se convirtió en un proscrito.
¿Cómo? ¿Por qué? Tan necesitados de héroes como estaban. Porque siendo un científico comunista osó tener una epifanía en el espacio. Afirmó haber visto un ángel. Y un ángel era del todo incompatible para el régimen ateo del que provenía.
Es curioso que no falten referencias espirituales en Gravity. Las más sutiles y discretas, pero ahí están. En el cielo. Científicos que han dedicado sus vidas a la investigación, a las Ciencias Puras y al raciocinio extremo. Porque (y voy a estereotipar) piensan y «creen» en lo palpable, tangible y en lo demostrable. Son candidatos a tener pocas inclinaciones espirituales, pues para ellos una divinidad tendría menos sentido que una forma de vida alienígena.
Ciencia y Fe
Y sin embargo en esta peli volvemos a ver ese vínculo entre el ser humano y lo trascendental. Entre ciencia y fe.
La Dra. Ryan tendrá que enfrentarse a su propia existencia. A sobrevivir y pasar página. Sobrevivir a su hija, a Matt Kowalsky, que acaba de sacrificarse por ella… o refugiarse en la Soyuz rusa, a la que ha accedido en la ISS y abandonarse a una muerte lenta pero dulce sin tenerse que enfrentar a la vida. Una huida que, en este caso, supondría dejar de moverse y abandonarse a la paz del espacio infinito.
Quizás el diálogo más bonito de toda la peli es cuando hace acopio de valor para sobrevivir. Eso implica hacer frente a su futuro, pero antes lo hará a su pasado haciendo un encargo a Matt. Le pide que allá a donde va busque a su hija Sara y le diga que la quiere muchísimo. Este monólogo es el punto de inflexión en la psique de la doctora. Ahora, resueltas sus dudas, está decidida a luchar para llegar a la estación china y regresar a la Tierra.
Y en lo alto del panel de control de la nave china, un Buda. Otra muestra de espiritualidad, en este caso tan agradable como imprevista. Por la naturaleza, también atea, del régimen comunista chino.
Podcast de cine sobre la filmografía de la carrera espacial
*Os dejo enlace al podcast sobre la filmografía de la Carrera espacial en antena Historia.
En él encontraréis enlaces a otros comentarios de películas y son todas ellas más que recomendables. Por cierto, lo que diferencia a las del podcast de ésta, de Gravity, como os sugería unas líneas antes, es que Gravity es una ficción y las otras están basadas en la Historia de verdad. Ya os adelanto, para los que echéis un vistazo en ese podcast (o lo escuchéis) que, para sorpresa, incluso mía, la mejor peli de todas, para mi gusto, es la rusa Salyut-7. Dadla una oportunidad si queréis saber por qué.