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Salyut-7

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Salyut-7

Título: Saliut 7
Título original: Салют-7
Director: Klim Shipenko
Nacionalidad: Rusia
Año: 2017
Producción: Anton Zltopolskii, Sergei Seljanov, Bakur Bakurazde
Productora: Kinokompaniya CTB, Rossiya 1, Cine
Distribuidora: 
Duración: 
Guión: Aleksey Samolyotov, Klim Shipenko y Nalaya Merkulova
Música: Anton Belyaev e Ivan Burlyayev
Fotografía: Sergey Astakhov
Montaje: Mariya Sergeenkova
              

Ficha artística

Vladimir Vdovichenkov – Vladimir Fedorov (vida real: Vladimir Dzhanibekov)
Pavel Derevyanko – Viktor Alyokhin (vida real: Viktor Savinykh)
Alexander Samolienko – Director de vuelo Valery Shubin (vidsa real: Valery Ryumin)
 
No tenía ni idea de por dónde meter mano a esta película. Sabía que la quería en el fancine, pero no cómo. Cuándo sí, cuanto antes, pero de modo natural, para que encaje y pueda recomendarla como se merece, porque me parece un peliculón.

Salyut-7 me enamoró por su fotografía

Ya la he visto cinco veces y cada vez me fascina más y más. Pero por muy buena que sea, no era motivo suficiente. Tenía que encontrar un hilo del que tirar que justificara su incorporación al blog.
 
Estaba claro que habiendo comentado El primer hombre y Apolo 13 dejo más que claro mi gusto por la Carrera espacial. Ahí está el hilo del que voy a tirar… ¡La Carrera espacial! La verdad es que lo tenía bien fácil pero de puro obvio, no lo veía.
 
Es verdad que me vuelve loco esta sub-historia de la Guerra Fría. El traslado de la amenaza armamentística al entorno del espacio. Porque, para mi entender, y puedo estar equivocado, se trata de eso: de trasladar la amenaza militar y bélica a otro escenario. Con la misma tecnología (en cuanto a investigación y desarrollo, pues obviamente no es «la misma tecnología» pero sí el pulso entre potencias).

Democracia Vs. Dictadura / USA Vs. URSS

Con sus respectivas estrategias de comunicación y propaganda. Y por qué no decirlo, con sus espionajes y sus avances tecnológicos a partir, los dos, de los científicos nazis que se repartieron al término de la Segunda Guerra Mundial, como niños cambiando cromos en el patio de colegio para impulsar sus respectivas industrias.
 
Es verdad que, por afinidad, hasta el momento sólo había incluido películas americanas, y también porque no había ni mucho ni poco ruso que pudiera mirar cara a cara a la filmografía estadounidense como ésta de hoy.
 
Observaréis que me refiero a películas históricas, pues de ficción y de acción las hay, y muchas más. Pero me gustan las que toman un hecho histórico y lo plasman sin alardes y sin margen a la creatividad. Claro está que cada cual hace las películas barriendo para casa, cosa lógica. De todo el cine mundial, sólo el español usa sus películas para ridiculizar su Historia. El resto de los países hace lo lógico: sacar pecho para presumir de Historia. Eso hacen los americanos, los ingleses y en los últimos tiempos, los rusos.
 
Cuando digo «barriendo para casa» es porque, obviamente, cada cual lo hace para ensalzar a los suyos. Insisto: es lo lógico.
 
A la peli de hoy hemos pues de sumar las ya mencionadas y presentes en el fancine, pero hay otras como Elegidos para la Gloria y Gagarin, que también llegarán a mi blog. Y Sputnik, que la acabo de descubrir, que salió sin que me enterara en 2020.

Carrera espacial en la Guerra fría

Como veréis, sin tener ni idea del tema, salvo lo que he podido leer, estudiar y disfrutar como mero aficionado, sí me gusta la filmografía y compartir con todos vosotros mis reflexiones.
 
Atando fino, muy fino, me remonto ahora a otra película, que nada tiene que ver con estas películas, pero para dejar aflorar mi lado más humanista: En busca del fuego. Remontándonos a los primeros estadios de nuestra Humanidad. Cuando dieron los primeros pasos nuestros ancestros. Una película, entre mis favoritas, que nos habla del afán de superación y de supervivencia de nuestra especie.
 
De la importancia del intercambio cultural y del papel de la comunicación y la lengua, o mejor dicho, el lenguaje, como herramienta para tender puentes culturales. Esa película situada en el Paleolítico va dando saltitos (¡saltazos!) en nuestra evolución como Sociedad, en los cimientos de nuestra consolidación como especie y como seres capaces de generar industrias (lítica, bélica…) en las que apoyarse para mejorar sus condiciones de vida.
Esa peli incluye una escena esperanzadora que nos permite hace pensar que el ser humano es humano en tanto en cuanto adquiere conciencia de ser y al ser, pertenecer a algo más grande: al clan, a la especie… Esa escena en la que dos de sus protagonistas observan, silenciosos, meditativos y llenos de curiosidad a la luna. Una luna enorme que refleja la luz del sol pero no termina de iluminar. ¿Qué cosas se les pasarían por la cabeza? ¿Cómo entenderían esa luna? Ese firmamento, las estrellas…
 
Y nosotros, o mejor dicho estos cosmonautas y los astronautas de esta filmografía son la máxima expresión de esa curiosidad, de ese afán que compartimos, como especie, por el conocimiento, por superar las barreras de la Naturaleza y desentrañar sus misterios.
 
Aunque también entroncaron lo misterioso con lo místico, desarrollando el concepto de lo trascendental y dando otro paso más en el desarrollo de nuestros cerebros empezando a concebir lo abstracto. Y sí, estoy divagando y dando un rodeo, pero todo eso lo veremos en esta película. Sabéis que no doy puntada sin hilo… puedo demorar «entrar a matar», pero porque me gusta disfrutar con la faena.
 
Porque eso es para mi esta película, y las otras mencionadas. Es salir al espacio, cosa que, además, ha hecho por primera vez Virgin este mismo fin de semana. Ha fletado un vuelo comercial, turístico, con su Virgin Galactic. Ese afán de conocimiento y superación. Ese deseo de poner el pie en la Luna, de ver nuestra Tierra desde allí arriba…

Volvamos con la peli

Para comentarla me permitiréis que empiece por lo que me cautivó la primera vez y por lo que supe que esta peli debía estar aquí: su fotografía: superlativa.
 
Es lo mejor de la película. Sencillamente fabulosa. Esta película me reconcilia con el cine artesanal y bien hecho, con mimo y con cariño. Empezando, precisamente, por su fotografía.
 
Las imágenes espaciales resisten cualquier pulso con cualquier película americana sobre el mismo tema. Sencillamente fantástica. Te invita a relajarte en el sofá y deleitarte con cada escena, con cada fotograma y con cada paseo espacial. En mi caso me gusta tanto en las escenas fuera de la nave como las de dentro, menos la cucaracha rusa que aparece flotando… esa escena me da bastante grima.
 
Los dos actores practicaron en un avión que simulaba la ausencia de gravedad para aprender a moverse por la nave, a interpretar y a desenvolverse como lo habrían hecho los cosmonautas de verdad. Bueno, «el cosmonauta», pues Viktor Alyokhin (que hace las veces de Viktor Savinykh) no era cosmonauta y sí ingeniero. Por lo que la aventura que os voy a contar y que nos narra la peli, basada en una historia real, la protagonizo sólo un cosmonauta.
 
Vaya por delante que los rusos llaman cosmonauta a sus astronautas. Como los chinos los llaman taikonautas.

Vladimir Fedorov fue un héroe soviético que cayó en desgracia tras vivir una epifanía en el espacio

Lo de la epifanía es verídico. Tanto que la peli empieza por ella. En una salida espacial previa a la aventura de la peli, Fedorov salvará a su compañera. Ambos estaban haciendo unas reparaciones en la estación orbital Salyut cuando a ella se le clavó una astilla. Parecerá pecata minuta, pero el agujerito amenazaba con descomprimir su traje y hacerla explotar si no se lo quitaba y rápido. Fue Vladimir Fedorov quien se percató, quien la quitó la parte sobresaliente y la guio de vuelta a la estación orbital entreteniéndola con una conversación que nos demuestra que ella iba perdiendo la conciencia.
 
Alcanza la escotilla y la empuja para dentro y entonces la luz.
 
La luz que lo atrapa y cambia de por vida.

Según él mismo dijo, vio un ángel

No podían fusilarle porque era un héroe soviético y tenía gran fama que el propio partido se había encargado de alimentar, para ensalzar el ardor patrio que en este caso equivale al amor al partido. Luego no quedaba muy bien tener que contar a la misma opinión pública que le han reventado la nuca de un balazo. Pero sí quedó apartado y aparcado de la carrera espacial.

Rusia era la madre Patria de la Unión Soviética

Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas: URSS.
Una macro dictadura comunista y por lo tanto atea. Pues la religión estaba prohibida en la URSS, como lo esten toda nación comunista: China, Cuba (que por cierto esta semana estamos viendo al pueblo alzarse contra su dictadura)… Por eso era impensable, inconcebible, que un héroe soviético viera un ángel, que es lo mismo que decir que allá en el espacio vivió algo inexplicable que le hizo reformularse su existencia y descubrir la fe.
 
Este mismo cosmonauta, que era el mejor de los rusos, será llamado a filas nuevamente cuando la estación orbital sufra una avería y necesite de una intervención rápida para evitar que se desplome sobre la tierra o que los yankis fleten un Challenger (un trasbordador de carga) y se lleven la chatarra rusa para estudiarla.
 
En la peli veremos cómo se lían la manta a la cabeza y los lanzan al espacio en un santiamén. En la vida real creo recordar que se prepararon durante tres meses para que el ingeniero se adaptara tanto al traje espacial como a las condiciones de ingravidez.

El Salyut-7 se convertirá en el Apolo 13 comunista

Cuando las cosas van mal se supone que sólo podrían ir a mejor, pero en este caso no, irán a peor. El ingeniero sufrirá un incendio que, para poder arder, consumirá buena parte del oxígeno que les quedaba. Han encontrado el origen de la avería y su posible causa: el sensor que activa los paneles solares de la Salyut se ha averiado y no hay flujo eléctrico. Sin él no funciona nada. Por los desperfectos que se aprecian por la parte exterior de la nave se deduce que tiene que haber sufrido una tormenta espacial, una lluvia de meteoritos.
 
Tenían pocos días, seis en total, para intentar repararla y regresar, ahora cuentan con los mismos días pero se han quedado sin oxígeno y la misión se truncará en suicida al verse obligados a tener que sacrificar a uno de los cosmonautas que tendrá que quedarse en el espacio mientras facilita el regreso del otro.
 
El «afortunado» será Vladimir Fedorov, claro. Le toca sacrificarse a favor del ingeniero Alyokhin. Este último, por cierto, las está pasando canutas y está deteriorándose por minutos. Fedorov cuida de él mientras toma todas las decisiones y vela por la salud del ingeniero que resultó quemado en el incendio que narré antes.
 
La misión original era arrojar la estación al océano, pero el incendio la ha inutilizado. El KGB decide que no pueden dejar que la nave caiga en manos de los americanos y propone que los dos rusos la detonen desde dentro para eliminarla. El jefe de la misión, abajo, en la Tierra, pide que se posponga la decisión para brindarles una última oportunidad. Cierto es que se han encargado de velar todo lo posible, las trazas de fanatismo político para edulcorar, blanquear y hasta justificar los actos de los personajes, pero en cierto punto el tiro les saldrá por la culata y luego lo comentaré.

3 razones para identificarme con Fedorov

  1. Cuando las cosas están aparentemente impeorables, y la Salyut esté congelada cubierta de escarcha por dentro, se sacará de una chistera una botella de vodka para calentar sus cuerpos desde dentro. Nunca he bebido vodka, pero su atrevimiento me hace solidarizarme con él
  2. Cuando al final sí empeoren las cosas… «Fedorov, macho, que uno tiene que espicharla y adivina su apellido, empieza por Fe- y termina por -rov«: no se si me entiendes… Va el tío y con un par bien puestos saca un paquete de cigarrillos y se pone a echar humo en el espacio
  3. La tercera es la epifanía que le hará, no sé si ver un ángel, pero sí renegar del diablo
 
El atrevimiento sobre el vodka es porque eran los tiempos de Gorbachov, el presidente de la Unión Soviética que hizo posible la caída del muro de Berlín y del comunismo con él. Su homónimo americano, Ronald Reagan mantendría un pulso constante con él y sería quien lograra empujar a Gorbachov a reconocer la necesidad de un cambio en Rusia y en todos los países que seguían sometidos a su poder.

El alcoholismo como evasión del comunismo

El caso, o la anécdota, es que el consumo de alcohol era tan exagerado y desproporcionado en la Rusia de aquellos días que instauró una Ley seca porque la gente se llenaba el estómago con vodka, a falta de comida. O porque acallaban sus conciencias y su desesperación, también con vodka. De ahí que no se atreviera el ingeniero a dar un trago y Vladimir bromeará asegurando que sí, que hay Ley seca, que la Salyut es territorio soberano soviético pero, y se asoma a la escotilla, no ve ningún policía cerca. Su compañero se reirá y dará un traguito de vodka que le llega flotando dentro de la nave.
 
Lo de la poli no es baladí. Aprovecho para recomendaros La vida de los otros. Película creada para denunciar el espionaje, torturas, secuestros, violaciones, extorsiones, chantajes y asesinatos de la policía de la Alemania Comunista. La del chándal de Garzón, nuestro ministro de consumo. Esa poli era la Stasi, la hija favorita del KGB. Y el KGB es la policía a la que se refieren, indirectamente, en esta peli. Digo indirectamente por lo de no cargar las tintas contra el comunismo.
 
Hay varias referencias sutiles, casi imperceptibles, en la peli que sirven para denunciar (muy bajito, para que nadie lo oiga pero sí que lo lean entrelíneas) la opresión a la que les sometía el comunismo. Una es precisamente el miedo a esa policía política, incluso allí arriba, en el espacio.

Espías del KGB hasta en la cama

Otra es una conversación con su mujer, en la cama, en la que confiesa que no puede ser más feliz que en Rusia que le ha dado una mujer, una hija, el fútbol… y después de una pausa valorativa añade, y un estado comunista.
 
Seguramente fuera porque en el fondo, siendo una figura pública, su mujer lo fuera no por amor sino por obligación porque no fueron pocas las mujeres que reclutó la KGB para casarlas con personas importantes y velar por su lealtad fingiendo falso amor. No lo creo en este caso, pero él por si las moscas, dice lo que dice… para curarse en salud.
 
Lo mejor será que esta peli, y ya he dicho nada más empezar que me fascina y me encanta, como también dije antes, es un tiro por la culata. Creo que en cierto modo parece que ensalza a los rusos en su carrera espacial, y parece que ensalza (por esconderlo) al Partido Comunista. Y para lograrlo intenta reflejar una falsa sociedad rusa en la que nos pretenden hacer ver que la gente vivía con normalidad y el libertad. 
 
Y nada más lejos.
 
De ahí el tiro por la culata, si es que no es a propósito por parte de su director porque en ese intento por emular a los yankis para competir con ellos en calidad de vida, veamos que los cosmonautas, supuestamente la cúspide intelectual de su Sociedad, igual que los astronautas americanos, viven en la miseria.
 
Si en vez de saberles cosmonautas nos dijeran que son un autobusero y un electricista nos lo habríamos creído por ver la modestia de sus hogares. Pero no, en esa modestia se regodean y nos los presentan ufanos y casi vanidosos, es decir… ¿en qué condiciones vivirían los demás? Lo sabíamos porque por entonces se veían colas de 40 ó 50 personas esperando para comprar un único pollo en una pollería.
 
Por lo que el reflejo que hacen de esa sociedad es fiel y realista, más del que habrían deseado las autoridades, pues la crítica, feroz, social que hace el director se cuela (como si hablásemos de censura) y nos refleja las miserias de un sistema corrupto basado en el terror.
 
Dicho esto, Fedorov le dirá a Alyokhin que haga las maletas que se pira en el próximo tren rumbo al Índico. Y no es menos cierto que el ingeniero le dice que verdes las han segado. Que viven los dos o palman los dos. Cosa que le honra.
Harán un último y desesperado intento por desbloquear la pieza que bloquea el sensor de los paneles solares y ¡zas! lo desbloquearán y al reactivar la electricidad se regenerará el oxígeno y se podrá calentar la estación orbital a la espera de que los rescaten a los dos.

El Challenger

Por cierto…
 
Me encanta cuando aparece el Challenger de fondo y los occidentales de países democráticos, el francés y el americano hacen el saludo militar, Alyokin se lo devuelve y Fedorov saluda con la mano como quien te saluda al cruzarse contigo por la calle.
 
Una maravilla de película de cabo a rabo.
 
Cuando se estrenó la peli invitaron a los dos cosmonautas. De hecho la idea creo que surgió de un periodista que se hizo con el diario que había escrito Alyokhin durante la aventura. Vieron la peli y Alyokhin, quien creo que sigue siendo comunista salió desencantado y llegó a decir que no entiende las alusiones a la guerra fría y al ejército rojo pues, según él, y hay que tenerlos bien puestos 100 millones de muertos después, el ejército soviético era de paz y para la paz entre los pueblos.
 
Sin embargo Fedorov salió encantado. El de la epifanía. Será porque su conciencia estaba en paz.
Y no me resisto a rescatar una anécdota personal vivida haciendo vivac en la serranía de Cuenca, hace unos años, cuando en medio de la noche cerrada, oscura y estrellada vimos una luz que bien podría haber sido un flash, pero allí arriba en el cielo.
 
Ahí quedó la cosa, sumidos en especulaciones mientras seguíamos la trayectoria de un satélite que coincidía estar en el sitio del fogonazo.
 
De vuelta en Madrid hablé con mi amigo Carlos, uno de los mandamases en materia de diseño de satélites en Airbús. Me pidió que le describiera lo que vimos, la hora y nuestra ubicación geográfica y me dijo que ese día, a esa hora de la noche, y en esa zona geográfica lo que vimos en el cielo fue el acoplamiento de una nave con la Estación Espacial Internacional. El flash, o fogonazo que vimos respondía a una de las ráfagas de fuego provocadas en una rectificación en la orientación de la nave para asegurar el acoplamiento.
 
Alucinante…

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