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Gran bola de fuego

Tabla de contenidos

Gran bola de fuego me volvió loco entre 1989 y en 1990…

Una película que devoré durante esos dos años pero que se desvaneció y ni la había vuelto a recordar hasta hace unas semanas, cuando me decidí a rescatarla para el fancine.

«Si coges una mano derecha blanca y a la vez una mano izquierda negra… ¿qué es lo que tienes? Tienes Rock & Roll…»

Mr. Phillips – Sun Records

Fue entonces cuando salió esta película, y por entonces yo era rockabilly. Aunque a mi, quien me gustó siempre fue Elvis, y no tanto Jerry.

En 1991 cambiaría «mi película», pero por entonces estaba en la cresta de la ola y, antes de terminar BUP el Rock & Roll fluía por mis venas. En el horizonte tenía un viaje a los Estados Unidos, el sueño de mi vida, pero no para hacer turismo, sino para vivir allí una temporada. Antes tendría que pasar por Inglaterra, por entonces estaba plagada de Mods… ¡Qué bien me lo pasé!

Gran bola de fuego

La estoy viendo mientras escribo y me vienen millones de recuerdos de aquellos días… de la plaza de los Cubos en Madrid, de los Scouts del Kimball 110, grupo que acababa de dejar. De los juegos de Rol, que me cambiaron la vida y ocuparon todo el espacio que antes ocupaban scouts, rockers y demás tonterías. Lo único que mantuve, y sigo manteniéndolo en mi vida, es el ninjutsu.

Viví en Navacerrada hasta que me fui a Inglaterra y después a Estados Unidos

Mis bajadas a Madrid pasaron a ser a Aravaca, para ir al Colegio Bernadette, para jugar a Dungeons & Dragons y para ir al cine. Solo, porque era mi costumbre y sigue siéndolo a fecha de hoy. Salvo raras excepciones en las que voy a la sala con mi amigo Chema, pero el resto de las pelis las veo solo.

Rebobino un poco más en mis recuerdos y vuelvo a Madrid. Al Madrid en el que todavía intercalo Scouts y D&D. A mis últimos partidos en el Bernabéu, hasta 1995. Al Madrid en el que iba de un concierto a otro, sobre todo los de Loquillo: no me perdía ninguno, y en el que estaba terminando de pulir mi identidad y mi personalidad, cosa que pasaría por dejar todas esas chorradas atrás y centrarme en mi propia vida, en la lectura que terminaría siendo en la Filología, en el cine, algunas partidas, como decía, de D&D y años más tarde, volver al Bernabéu, abonado, para ver al Real Madrid.

Vuelvo a finales de los 80s. Uno de esos días que uno recuerda como viendo un Super 8, Antonio Bosco, un pelirrojo inmenso, hermano de Juan, obviamente también Bosco y rocker, de los de cazadora de cuero y botas de punta (yo era de beisbolera y Converse All Star) y yo, los tres, nos fuimos a Jácara para ver uno de los mejores conciertos de mi vida, junto con alguno de los que vi de Loquillo y otros de Metallica, en los USA y también aquí, en España.

Concierto de Jerry Lee Lewis en Jácara, Madrid, el 20 de marzo de 1990

Ese concierto lo he mencionado ya unas cuantas veces. Sobre todo cuando comenté Quadrophenia en el fancine y en mi programa sobre rockers y mods en el podcast de Antena Historia, también en Quadrophenia.

Es el concierto en el que vimos a Jerry Lee Lewis, entonces ya era una vieja leyenda del Rock…

Un concierto que va y viene de mi memoria en el que recuerdo que hubo hasta una pelea. O dos… La primera dentro de la sala, en medio del concierto, entre rockers y moteros. La segunda cuando salieron pitando de la sala un puñado los moteros porque había una banda de mods reventando sus Harley-Davidson en la entrada de Jácara. Recuerdos vagos pero intensos de una noche de puro Rock & Roll.

Entonces yo no lo sabía, pero me estaba despidiendo del Rock.

No veía Gran bola de fuego desde 1991

Y vista hoy, no con 15 ni 16 años, sino con 48, veo en el rockero a un desequilibrado. Un tipo capaz de casarse con su prima hermana de 13 años. Y bígamo, porque lo hizo sin haber anulado uno de sus matrimonios anteriores. No sé si el primero o el segundo, la verdad es que el tío apestaba.

Os sugiero que os detengáis en la escena en la que Jerry recoge a Myra en el colegio. Una tipo Grease en la que empiezan todos a sentir calambres y se arrancan a bailar porque sí, porque para qué andar o hablar si puedes ir cantando y bailando por la vida.

Pues bien, en esa escena veremos la esencia de su relación con Myra. Para empezar va a recogerla al Middle School. No a un High School, al que van los jóvenes de 14 a 18 años. No. Al Middle School van los niños de 9 a 13 años.

Y eso lo podemos distinguir si paramos la escena y vemos a los críos que la componen. No son ni adolescentes, son niños. En una escena cargada de simbolismo en la que Jerry, en sus 22 años, acude al cole de su prima y la arrebata de su infancia cogiéndola en brazos y llevándosela en el coche.

Es curioso ver en la peli cómo quieren ocultar el matrimonio a Europa porque por entonces los europeos eran tan conservadores que dejaban atrás a los americanos. Claro que no a todos, porque en la peli veremos que el primo de Jerry se convirtió en predicador protestante. Que digo yo que ni tanto ni tan calvo, oiga.

Creo que la película está fenomenal y retrata a Jerry Lee Lewis, mucho me temo, como el payaso que siempre fue. De indudable talento al piano, eso es incuestionable. Lo cuestionable era su moral y sus maneras. Perfecto ejemplo de talento desbordado que desborda al artista por falta de escrúpulos, de cultura, de modestia y de educación.

El fracaso de la gira por Inglaterra

Pero creo que he empezado a comentar la peli por la mitad. Cuando ya se ha casado con su prima y cuando empieza a desvariar. Bueno, desvariar desvarió siempre, pero ahora había dejado de disimularlo.

La mejor parte de la peli, o de su biopic, sería su infancia si no fuera por el doblaje. Niños doblados por mujeres adultas que aflautan la voz para parecer críos. Me sacan de quicio según qué doblajes, y cuando son adultos fingiéndose niños… de quicio no sé, pero de la peli seguro que sí.

No obstante Dennis Quaid lo borda. Ya se pasó por el fancine en El cavernícola, Elegidos para la Gloria, Dragonheart y Midway. Hace una interpretación histriónica de un personaje todavía más histriónico. Un Jerry Lee Lewis cuyos excesos pesaron más que su talento. Ascendió al Olimpo de los músicos y se desplomó con tal fuerza que reventó al estrellarse en el suelo.

Alcoholizado, fuera de sus casillas las 24h del día y violento hasta con su esposa. Su degeneración personal y profesional arruinó su carrera hasta hacerle ir haciendo bolos de fiesta en fiesta arrastrando su nombre y su Rock & Roll.

Winona Ryder interpreta a Myra, la esposa de Jerry

Otra clásica en el fancine, con pelis como Beetlejuice, Eduardo Manostijeras, Drácula, de Bram Stoker y La edad de la inocencia (los más jóvenes la habrán descubierto viendo Stranger Things). La verdad es que tenía dieciocho años cuando interpretó a la novia de trece, pero su físico y su manera de actuar hicieron que también ella bordara su papel.

Es decir… tenemos dos actores principales, con dos roles controvertidos que lo bordan y encarnan a dos personajes peliagudos como si no les costara. Hacen suyos a Jerry y Myra y les dan vida en la pantalla.

No obstante y, a modo de bálsamo, quizás las únicas escenas reconfortantes sean aquellas en las que aparece Elvis.

Se supone que para ceder su corona de Rey del Rock al propio Jerry, pero este pianista (inmenso en lo musical) no podrá medirse jamás con el Rey del Rock, que es Elvis y nadie más. Es más… en 2022 sacó Netflix un biopic del rey y todavía no me he atrevido a verlo por miedo a ver un estropicio. No obstante, habiendo decidido comentar el biopic de Jerry Lee Lewis creo que va siendo hora de hacer lo propio con el de Elvis Presley.

Jerry Lee Lewis encañonó a Elvis

Pero se omite en esta película. Quizás para no terminar de triturar al eterno candidato a sucesor del Rey.

Una vida rocambolesca, en el sentido desatinado del término que solo pueden vivir aquellos que la viven desde el caos y la falta de orden y (valga la ironía) concierto. Mentes mal amuebladas, y frágiles, cuyo éxito, merecido por otra parte, encumbran y endiosan hasta hacerlas perder el norte. No saben digerirlo, gastan inmensas fortunas en excentricidades y no les importa herir o reventar a los demás a su paso, cosa que les granjea multitud de enemigos deseosos de verlos caer para pasarles la factura.

Me gustaría deciros que Jerry maduró y mejoró con los años, pero toca cerrar el artículo igual que lo empecé, con otra anécdota personal que gira, nuevamente, en torno a otro concierto de Jerry Lee Lewis en Madrid. Al que también acudí. Eso sí, acudí yo, acudieron los Beach Boys, que eran sus teloneros, pero Jerry no se dignó a hacer acto de presencia.

No recuerdo bien si era noviembre, diciembre o enero… pero sí estoy segurísimo de que era una fecha a caballo entre otoño y el invierno madrileño del mismo 1991. Y me acuerdo del frío glaciar que teníamos en ese concierto, no en Jácara sino en el Rockódromo de la Casa de Campo de Madrid, al aire libre. 

Concierto de Beach Boys y Jerry Lee Lewis en el Rockódromo de Madrid

Y recuerdo a los Beach Boys cantando como podían y a las pobre bailarinas en bikini. ¡En bikini!

El público embozado casi como en el Madrid del Siglo de Oro. Cubiertos hasta las cejas y echando chorros de vaho por la boca al exhalar el aliento y mezclarlo con el frío y seco aire madrileño. Y las pobres bailarinas en bikini por el escenario haciendo los coros y los Beach Boys de teloneros de un artista que nunca hizo acto de presencia.

Ese era Jerry Lee Lewis, así se portaba y así lo viví yo en dos conciertos diferentes. Muy a su estilo: tocando el cielo con sus dedos arrasando el teclado para después defraudar y caer a los infiernos por su megalomanía y su carácter caprichoso.

De sus recuerdos me quedo con la canción Great balls of fire, que siempre canté viendo TOP GUN y que volví a tararear cuando vi la mejor peli de 2023, TOP GUN: Maverick.

Gran bola de fuego, 30 años después. Para el fancine

¿Os la recomiendo? Por supuesto que sí.

Para que conozcáis al personaje y a la persona. Pero yo, por mi parte, dudo que la vuelva a ver hasta dentro de otros 30 años. Me he divertido abriendo el baúl de los recuerdos pero ya es hora de aligerar peso, recuperar espacio y volver a cerrarlo y a guardarlo en el trastero.

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