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Elegidos para la Gloria

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Elegidos para la Gloria

Título: Elegidos para la Gloria
Título original: The right stuff
Director: Philip Kaufman
Guion: Philip Kaufman
Nacionalidad: USA
Año: 1983
Producción: Irwin Winkler
Productora: Winkler-Chartoff Productions
Distribuidora: UNiversal Pictures
Duración: 192′
Música: Bill Conti
Fotografía: Caleb Deschanel
Efectos especiales: Ken Pepiot 
Montaje: Glen Farr, Lisa Fruchtman, Tom Rolf, Stephen A. Rotter y Douglas Stewart

Ficha técnica

Sam Shepard – Chuck Yeager
Scott Glenn – Alan Shepard
Ed Harris – John Glenn
Dennis Quaid – Gordon Cooper
Fred Ward – Gus Grissom
Donald Moffat – Senador Lyndon B. Johnson
Jeff Goldblum – Reclutador
 
Termino una saga que empecé sin pretenderlo. La de la carrera espacial. Que entronca, aunque parezca mentira, con otra saga recién terminada también, la del paleolítico.
 

 Carrera espacial y el paleolítico… en el cine

¿Qué relación podría existir entre ambos temas?

Nada.
 
Todo…
 
Nada si las comparamos por sus respectivas civilizaciones. Nada si nos ceñimos  a sus economías y tecnologías. Y nada si nos referimos al lenguaje y al modo de usarlo para comunicarse.
Todo si miramos al cielo y vemos la luna.
 
La luna, el cielo, las estrellas y el sol.
 
Eso no ha cambiado.
 
La misma luna que iluminó a nuestros antecesores y a los antencesores de nuestros antecesores, es la que nos ilumina hoy a nosotros. Hoy y a nuestros abuelos y padres, los mismos que vivieron en primera persona, o en segunda, como meros testigos, la carrera espacial.
 
El mismo sol, el mismo firmamento y las mismas estrellas que guiaron a Sapiens y neandertales es la que siglos, milenios después guio a Cristóbal Colón hasta descubrir el nuevo mundo, a Gagarin para asomar el flequillo en la estratosfera, a John Glenn para ser el primer hombre en orbitar la tierra y a Neil Armstrong… hasta convertirse en el primer hombre en pisarla.

Es la misma luna

La que vemos en En busca del fuego, a modo de epifanía evolutiva en la que una especie pasó el testigo a otra. O la misma luna que vemos en Ao, el último neandertal. En estas dos lunas, o misma luna en dos películas, representan el anhelo de conocimiento del ser humano. La sed abstracta para nombrar a lo desconocido para, nombrándolo, adquirir conciencia de ello.
 
Esas reflexiones de Ao, o del protagonista anónimo de En busca del fuego no tuvieron que distar demasiado de lo que le vendría a la cabeza a Gagarin viendo nuestra Tierra por primera vez, desde el espacio. O las reflexiones y emociones de Armstron al sentir crujir la arena lunar bajo su bota. Primer crujido en decenas de millones de años. El único. Como tampoco distaría demasiado de los sentimientos de Elcano al dar la primera vuelta al mundo o de Jim Lowell al ver la luna a tiro de piedra y tenerla que dejar pasar.
 
La misma luna, el mismo cielo y la misma especie, fueran sapiens o neandertales… Entonces alzando la mano al aire anhelando tocarla y comprenderla, y en la carrera espacial luchando por alcanzarla los primeros.
 
Para que veáis si una saga y la otra están relacionadas entre si.
 
Y entonces, después de todas ellas, llega Elegidos para la Gloria. Mi última entrega de una y otra saga. La última de la carrera espacial pero cronológicamente la primera, porque nos narra la fase embrionaria de esa competición por la luna.

De eso trata Elegidos para la Gloria

Del reclutamiento de los primeros siete astronautas. De las pruebas médicas y test a los que tuvieron que enfrentarse y de los sacrificios que hicieron por ser los primeros, sin lograrlo pues los estadounidenses sólo se hicieron fuertes cuando los soviéticos se pusieron por delante y mandaron a su ángel al cielo. El mismo ángel que, de vuelta a la Unión Soviética perderían desengañado.
Porque eso lo veremos en esta peli. No la parte en la que Gagarin se alcoholizó o se rindió a su adicción al sexo. Esa no, pero sí esa en la que les hizo una pasada por la izquierda y los dejó con caras de tontos saludando desde el espacio.
 
Gagarin fue para la carrera espacial lo que Pearl Harbor para la Segunda Guerra Mundial. Un jarro de agua fría, sí. Que sirvió para despertar la conciencia de Nación estadounidense y envalentonó a los astronautas heridos en su orgullo por un cosmonauta. Por lo que me atrevería a decir que, sin quererlo, los rusos dieron el empujón a los americanos para que estos tomaran inercia y llegaran a la Luna y dominaran el espacio.
 
A Gagarin lo describo en su biopic como «un ángel caído» por la triste vida que llevó tras proclamarse héroe. En la Unión Soviética lo convirtieron en héroe soviético pero la justicia a su gesta y a su logro debería servir para proclamarle héroe de la Humanidad. Y precisamente terminaría sus días lamentando la falta de eso… de humanidad.
Esta peli nos narra cómo fueron reclutados.
 
Cómo seleccionaron a siete entre casi dos centenares de pilotos. Todos ellos, los elegidos, pilotos militares, pilotos de pruebas, pues eran los más expertos y mejor formados descartando a pilotos civiles, a pesar de tener que perderse algunos fanfarrones que habían superado la velocidad del sonido por carecer de estudios superiores.

Astronautas estadounidenses, cosmonautas rusos: todos eran pilotos de prueba

No obstante se habían visto las caras, y habían cruzado sus estelas y se habían derribado mutuamente en los chielos de China y de Corea..

Sin embargo el grado de exigencia soviético no era tan agudo como el americano por dos motivos:
  1. Cada bando rendía cuentas a sus propios jefes: los rusos al Partido Comunista y los americanos al pueblo americano. Si un americano fallaba a opinión pública lo criticaría porque eran sus impuestos los que sufragaban la aventura. Si el ruso fallaba terminaría en Siberia o con un agujero en la nuca y tirado en una cuneta, y que pase el siguiente
  2. Porque sus naves no serían pilotadas, solo tripuladas. Es decir, los rusos tenían inhabilitados todos los controles de sus Vostok, pues no querían perder el control desde la Tierra. Y esto lo desarrollaré en breve
 
Pero a la ansiedad de gloria y al deseo de ser los primeros en salir al espacio se le sumaba otro factor: el desconocimiento absoluto de qué les esperaba ahí fuera.
 
Tal era el caos imaginativo que tenían que tardarían en perfilar el perfil, valga la redundancia, de los astronautas. De hecho, hasta que el vicepresidente americano impuso su criterio y apostó por los pilotos de pruebas. Al principio de la peli nos explican qué y quiénes son estos pilotos de pruebas cuyo objetivo era volar por encima de la velocidad de la luz, luego algo llevaban adelantado.
 
Y sin embargo, como decía, hasta que el vicepresidente impuso su criterio los reclutadores apostaban más por el mundo del circo que el de la aviación. Su apuesta y su propuesta iba más orientada a explotar las facultades físicas de equilibristas y funambulistas. Pero la teoría del piloto de pruebas, que además tendría experiencia volando y aportaría el rigor de unos estudios (por lo que muchos candidatos civiles y sin estudios superiores se descolgaron del proyecto) y revertiría para bien en el prestigio de los pilotos de los diferentes ejércitos: USAF, NAVY…
 
De ahí las mil perrerías que vemos que les hacen en la peli.

Los astronautas no sabían qué les deparaba en el espacio

Como tampoco lo sabían los soviéticos. Por eso los rusos enviaron una perra antes de arriesgarse con humanos. Y los americanos un chinpancé.
Desconocían cómo reaccionaría el corazón, el riego sanguíneo, el pulso, incluso el cerebro… No sabían nada de nada y por eso experimentaban con ellos y ponían sus cuerpos y sus mentes al límite para hacer que solo subieran los siete que se mostraran más fuertes y resistentes y que salieran de las pruebas manteniendo la cordura y claridad de ideas para, en caso necesario, tomar el control sobre la cápsula y pilotarla.
Sobre este punto reitero lo dicho antes: si bien los americanos tenían acceso al control de la cápsula, en caso de necesidad, los soviéticos no. Por eso recalcan los astronautas su condición de «pilotos», por delante de astronautas, porque lo son y porque se precian de serlo y no se quieren considerar meras marionetas ni permitir que nadie lo haga.
 
Este punto condicionaría, como vemos en la peli, tanto a los ingenieros como a la comunicación para opinión pública.
 
Por partes.
Los ingenieros, por raro que parezca, eran comunes para ambos bandos de la carrera espacial. Pues los dos proyectos espaciales, el comunista y el capitalista basaban sus respectivos trabajos en la tecnología nazi alemana. No alemana, sino nazi y alemana. Por la cantidad ingente de científicos que se repartieron, como niños intercambiando cromos, en el tramo final de la Segunda Guerra Mundial y tras terminar esta. Toda la industria espacial residía en la ciencia y en la tecnología nazi. La americana, en concreto, tutelada por Wernher von Braun y sus V-2 como antesala del Saturno V.

Nazis entre los ingenieros rusos y americanos

Para muestra la escenita en la que los ingenieros germanoamericanos están borrachos y cantando a coro la canción de Lilli Marleen. Seguro que en ese momento más de uno de ellos se ensoñaba teletransportado a diez años atrás, dentro de alguna taberna bávara, igual de etílicos, pero saboreando las mieles de un III Reich neonato al que le quedaban por delante la friolera de 990 años de duración.
Pero no. Ahí estaban, celebrando su logro, pues no era para menos, y celebrando haber cambiado el pin del partido Nazi, los uno por otro con las barras y estrellas y los otros por uno con la hoz y el martillo. Las vueltas que da la vida. Aunque para vueltas las de John Glenn, el primer hombre en orbitar la Tierra propulsado por esa ingeniería teutona.
 
De este modo se quitaron la espinita del comentario del Senador Johnson tras la noticia del éxito de Gagarin a propósito de que los alemanes que trabajaban para los rusos habían ganado a los que trabajaban para los alemanes, cosa que en la peli replica el jefe de los alemanes diciendo «nuestros alemanes son mejores que los suyos». Y bien que se pondrían las pilas.
 
Su mayor preocupación, de Johnson, era que los rusos no sólo tomaran la iniciativa y la ganaran, sino que cobraran tal ventaja que les permitiera hacer estaciones espaciales desde las que pudieran «lanzar bombas nucleares como pedruscos».
Bien es cierto que tras la gesta rusa los americanos tardarían un poco en lograr la seguridad necesaria para poner a un hombre en órbita y no fueron pocos los cohetes que reventaron haciendo los ensayos pertinentes en los lanzamientos.
 
Chuck Yeager, Alan Shepard, John Glenn, Gordon Cooper y Gus Grissom serían los más destacados entre los siete astronautas americanos. Sobre todo John Glenn, en cuya hoja de servicios no cabía una condecoración más y venía precedido por su calidad de héroe entre los pilotos americanos y, para colmo, su planta, su estilo y su gracia al hablar hacían de él un verdadero líder dentro y fuera del proyecto. Entre los astronautas y de cara a la opinión pública a la hora de enfrentarse (y lo hacía con gusto) a la prensa.

El papel de la Publicidad

La publicidad sería un factor importante a la hora de arrastrar a la opinión pública para ponerla delante de las televisiones para ver las ruedas de prensa, los paseos multitudinarios y los lanzamientos espaciales. Si los publicistas compraban los bloques de publicidad previos y posteriores a las emisiones el nivel de la audiencia ayudaría a engrosar el presupuesto de un proyecto que no todos veían con buenos ojos porque había quienes no entendían los beneficios que podría traer la carrera espacial.
Lo paradójico de Gagarin sería que su hazaña concienciaría a los americanos de la importancia del trabajo en equipo y su logro haría del proyecto Saturno un equipo reforzado y como una piña y al hacerlo enderezarían su rumbo hacia el éxito.
 
En la peli hay una expresión acertada cuando, tras la gesta de Gagarin uno de los responsables del Saturno se confundiera y dijera a la prensa «seremos los primeros en poner un hombre en el espacio» quien fue correctamente corregido por un periodista que le dijo, «el primero ha sido Gagarin» y el americano tuvo reflejos para rectificarse a si mismo apostillando «seremos los primeros en poner un hombre libre en el espacio».

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