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Eduardo Manostijeras

Tabla de contenidos

No veía Eduardo Manostijeras desde 2015.

Ha llovido un poco desde entonces.

Ese año cursé el máster para la digitalización de empresas en ISDI, el MIB… me di de alta como autónomo. Ese mismo año de 2015 me inicié en el SEO profesional y hasta la fecha. Hoy, en octubre de 2022 sigo generando contenidos orientados al posicionamiento de las webs de mis clientes en Internet. Y estoy dedicando este otoño a revisar pelis de toda una vida…

Toca un clásico para Halloween: Eduardo Manostijeras

Siete años que han dado la vuelta a mi vida profesional… pero… ¿Qué relación tiene todo esto con esta peli? Nada, la verdad. Los que me leáis con frecuencia sabéis de mi gusto por divagar y contextualizarlo todo. Y así hasta este año en el que se ha estrenado la exposición «El laberinto de Tim Burton en Madrid», que iré a ver el próximo 27 de octubre… De ahí que esté ahora comentando la peli. Con lo que me gusta Tim Burton y lo que me apasionan los laberintos

La verdad es que se le corta el rollo a uno en nuestros días al hablar de algo tan de nicho porque ahora los nichos no son exclusivos sino masivos. Antes te gustaba Tim Burton y eras un tipo raro. Luego volveré sobre esto… Claro que lo mismo pasaba cuando jugabas a Dungeons & Dragons, o llevabas la carpeta forrada con fotos del El Señor de los Anillos, la de Ralph Bakshi. O decías un sábado, «hoy no voy a salir porque voy a ver Excalibur«. Ahora es al revés… Ahora todos opinan sobre Excalibur porque en Ready Player One, la peli, porque si os queréis enterar de verdad de qué va y en qué consiste el rollo ochentero de esta obra mejor leeros mi comentario sobre la novela Ready Player One de Ernset Cline.

Y todos hablan de D&D, como si hubieran jugado y se hubieran pasado sábados maratonianos jugando partidas de 10 horas. Y los hay que dicen que Los anillos de poder es mejor que El Señor de los Anillos, la de Bakshi. Sin haberla visto y hablando a partir de lo que les han contado… Pero es más, aunque la hubieran visto en 2020, por ejemplo, ya no sirve. Esa peli, como muchas otras, conllevan un ritual y una liturgia que por muy retro ochentero que te sientas no podrás experimentar. Y solo me entenderán quienes la vieran hace ahora unos 30 años y la disfrutaran y lamentaran tanto como yo.

Volvamos a 1990.

Yo tenía 16 años y estaba en 1º de BUP. Se dice pronto. Si no viajo en el tiempo no podré contextualizaros esta peli y lo que supuso para mi. No tanto como Pesadilla antes de Navidad de Henry Selick (que yo creí de Burton hasta antes de ayer como quien dice…). Tampoco me impactó como Batman, esa sí que fue un antes y un después.

¿Tuvisteis algún amigo siniestro?

Yo sí. Tres: Rafita, Aguirre y Ogalla.

Como Robert Smith de The Cure, pintados de blanco, con los labios y ojos de negro y pelos cardados como quien ha metido los dedos en un enchufe…

Ogalla, el mismo que protagonizó la peli El apóstata. Ese «Álvaro Ogalla», para que os hagáis una idea, era la viva imagen del propio Robert Smith (en su versión ochentera). Imaginároslo como en la peli, pero espigado y con media cabaza rapada y la parte de arriba con un melenón que le caía por los hombros… un espectáculo en el cole, pero cuando salía por la noche, con los pelos cardados y maquillado… no sé si lo haría para parecerse a un vampiro, pero él solito se cargó unos cuantos metros cúbicos de la capa de Ozono.

El agujero en la capa de ozono era el «cambio climático» de los 90s, modas que van y vienen.

Rafita jugaba en mi equipo de fútbol sala y era un tipo entrañable. Aguirre jugaba conmigo a D&D, los viernes por la noche. Siempre jugó con elfos y al hacerse siniestro se pasó al drow o elfo oscuro. No un «elfo oscuro» como el de Los anillos de poder, que a principios de los 90s era impensable e inimaginable, sino «oscuro» como lo eran algunos elfos en aquellos tiempos.

Elfos malotes cuya oscuridad proviene de su tendencia hacia el mal. En lo físico serían parecidos a Elric de Melniboné, para que os hagáis una idea, pero con orejas largas. En la tradición de Tolkien fueron los elfos que no vieron la luz de los árboles de Valinor y terminarían siendo los elfos que se supeditaron a Melkor (Morgoth) y terminaron liderando sus huestes y de ellos saldría una nueva raza de orcos… Fuera de Tolkien, en Dungeons & Dragons se les conocía como Drows.

Pues eso era, habitualmente, Aguirre en nuestras partidas de rol, un Drow. Que hacía buena pareja con mi paladín humano, dicho sea de paso… Cuando se metía en algún lío, y esto ya fuera del rol en Cubos, con su gracia decía «¿no irás a matar a un hombre con gafas?» parafraseando al Joker de Batman (también de Burton).

Eduardo Manostijeras aparece en ese contexto

Como veréis este post supura retro pero real, del auténtico. Y he hablado de los tres siniestros de la pandilla… pero en total éramos nueve. Algún día os hablaré de los otros seis, aunque ya os dije en Quadrophenia que a mi me iba lo rockabilly, con mi beisbolera y mis Converse All Star… Menuda pandilla post movida madrileña. Y menuda mezcla. Si a eso le sumáis que nuestra zona para salir era la Plaza de los Cubos que, a partir de 1990 se plagó e infestó de mods y skins y trajeron la violencia al barrio, entonces la cosa se torció y, al cabo de un tiempo, la pandilla se disipó y cada cual tiró por un camino. Yo me fui a Inglaterra y después a Estados Unidos.

Ahora entenderéis por qué dejé de salir y me aficioné a los juegos de rol para no pisar la noche madrileña de finales de los 80s: drogas, yonkis, atracos, punkis, skins, mods y un Madrid violento que supe cambiar por los dados y las fichas de personaje, y por la lectura y el cine, gracias a Dios.

Pero entonces llegué a Estados Unidos, a Minneapolis, en donde tuve amigos para todos los gustos y unos que me hacían muchísima gracia fueron los alternativos, o también siniestros, que comenté en La tienda de los horrores. Sumergidos, de lleno, en el neo universo Tim Burton. Ya he comentado en algún otro post que con ellos viví la mejor noche de Halloween disfrazado de Alex, el de La naranja mecánica. La noche más mítica y mística de toda mi vida, aquella del 31 de octubre de 1992. Una noche en la que cayó la nieve por primera vez en Blaine, para no irse hasta mayo. Una noche sin calabazas, con brujas y mucha magia…

Solo lamentaré que no pude ir al concierto de The Cure en Minneapolis, pues tocaron un par de semanas antes de mi llegada. Y para rizar el rizo tocaron en Madrid una semana después de este Halloween mágico en Blaine, el 6 de noviembre.

¿Entendéis ahora lo del «contexto»?

He vuelto a divagar de un lado para otro hasta terminar en la película, sobre la que hablaré en breve. Pero solo así entenderéis, no la visión romántica con filtro buenista de los 80s sino la visión de quien vivió aquellos días y quiere hacer entender que no es oro todo lo que reluce. Que sí, que había frikis, pero escondidos en sus cubiles. Porque los frikis de los 80s y los 90s eran los raritos, no como ahora, que la gente presume de haberlo sido para ponerse una medalla. Y lo que es peor, ahora hay frikis, hasta en el mundo podcast, que se atreven a criticar el capitalismo desde el frikismo sin comprender que el frikismo es la esencia misma del capitalismo porque implica liberalismo total, en lo social y en lo económico.

Así llegamos a 1990 con Eduardo Manostijeras. Ojo, que llega tras Bettlejuice en 1988 y Batman en 1989.

Si este trienio no es la joya de la corona de Tim Burton no lo será ningún otro. Aunque para mi, y que me perdone Henry Selick, la película por antonomasia de Tim Burton es Pesadilla antes de Navidad. Y digo bien, «que me perdone», porque sólo la produjo mientras que supuestamente la dirigió Selick… pero a estas alturas creo que no se lo cree ni él. Además con la BSO de Danny Elfman.

Un Danny Elfman pletórico y en estado de gracia

A saber…

  • 1988: Beetlejuice
  • 1989: Batman y la melodía de Los Simpsons
  • 1990: Dick Tracy, Darkman y Razas de noche
  • 1991: Eduardo Manostijeras
  • 1992: Batman returns
  • 1993: Pesadilla antes de Navidad
Y me dejo un porrón por el camino. Pero hay compositores que se darían con un canto en los dientes creando una sola de esas BSO en su carrera profesional.
 
La última, que yo sepa, es la del Doctor Strange en el Multiverso de la locura, de 2022. Menudo carrerón.
 
Hablando de «pletórico»… no podemos olvidar que los dos protagonistas de esta peli son Winona Ryder (Beetlejuice, Drácula, de Bram Stoker y La edad de la inocencia)y Johnny Depp (Platoon y Chocolat).

Ahora, si os parece, me pongo con la peli

Para justificar esta entrada, más que nada…
 
No deja de ser una adaptación de Frankenstein. A ver, no lo es, pero yo percibo un tufillo a Mary Shelley que tira «pa’trás».
 
No es una crítica. De hecho me gusta. Porque entreveo una adaptación y a Burton no se le ocurrió llamar a la peli «Frankenstein de Tim Burton». Sencillamente rescató al personaje y lo reinventó. No se apodera de Frankenstein. No nos cambia a Frankenstein. Ni pervierte la obra de Mary Shelley. Sencillamente absorbe la esencia de la obra y la vuelca en un personaje nuevo, que comparte el drama con el original, pero de un modo diferente.
 
Algo parecido a lo que hizo con Frankenweenie, ya en los 80s, en 1984. Y lo repitió en 2012.
 
Donde se estrelló, o rompió con el respeto fue con Alicia en el país de las Maravillas. Ahí sacó al Eduardo Manostijeras que tienen todos los directores actuales (salvo honrosas excepciones) no para reescribir obras originales, sino para tijeretearlas, hacerlas jirones y volverlos a coser remendando personajes y, sobre todo, tramas necias por imposibles y ridículas. Pasó con Carroll y pasa con Tolkien en Los anillos de poder. Haciendo creer a toda una nueva generación que dos tipos cultivados y eruditos eran capaces de escribir semejantes tonterías de textos.
 
Ojo… incluyo este párrafo tras ver el último capítulo de la primera temporada de Los anillos de poder para ser justo y deciros que ese capítulo, el último, sí me ha gustado, y mucho. Lo que lamento es que todo el talento se lo hayan reservado para el final y el resto sí, sea pueril e intrascendental. Por no decir pretencioso.
 
En fin, Frankenstein o no, Eduardo Manostijeras nos presenta un Pinocho, porque su concepción es sana y limpia por parte de su creador, y no fruto de un demente como Victor Frankenstein. 

Pinocho, Hombre de hojalata… que se transformará en Frankenstein

Eso ocurrirá gradualmente, conforme avance la película. Pero para llegar a esto permitidme un breve resumen con el que inevitablemente haré spoiler. Bueno, habiéndolo comparado con Frankenstein los más avispados sabrán por dónde irá la peli. Y para los que piden ALERTA SPOILER a gritos… de verdad… si has llegado hasta aquí pero no intuyes cómo podría terminar la obra tras mencionar a Frankenstein… este blog no es para ti. Antes de leerme a mi, ponte la peli. Y antes de ponerte la peli ponte Frankeweenie. Precedida por Frankenstein, de Boris Karloff, y la versión de Robert de Niro, hecha por Kenneth Branagh (bueno, quizás esta mejor no, mejor te la ahorras (qué morro al llamarla «Frankenstein de Mary Shelley«, ¿será posible?)) y El jovencito Frankenstein y si vistas todas ellas, no te has enterado de qué va Eduardo Manostijeras, entonces busca un peliculón, la mejor peli sobre Mary Shelley: Remando al viento. Y después, retoma esta lectura.
 
Pues bien, antes de Pinocho y de Frankenstein, e incluso antes de Eduardo Manostijeras… deciros que la peli arranca con el mismo formato que La princesa prometida. Y nada más meterse en materia parece que volamos al Mago de Oz
 
¿Que tampoco has visto La princesa prometida? Así no se puede hablar de cine, de verdad… Y seguro que celebras el Día del Orgullo Friki y te has zampado todas las temporadas de Stranger Things y has visto veinte veces Ready Player One (ni hablemos de leer la novela de Ernest Cline).
 
Sigo escribiendo para el resto.

La princesa prometida y Eduardo Manostijeras

Claro está que, si empieza la peli y cazas el paralelismo entre Eduardo Manostijeras y La princesa prometida el auto spoiler que se hace Burton es brutal, desde el minuto 1.
 
La abuela narrará un cuento a la nieta y empezará con una señora que trabaja como comercial que va vendiendo puerta a puerta. Por azares del destino terminará en una mansión 100% Burton. El vecindario es una urbanización residencial en los suburbios (así llaman a las afueras de una gran ciudad). Y en medio de la urbanización una mansión gótica a más no poder y abandonada.
 
Peg, la señora, que no logra una venta, sentirá curiosidad por la mansión y entrará en ella. Se da cuenta de que está abandonada y, lo que es más raro, alguien habita en ella. Un humanoide llamado Eduardo que vive solo desde que su fabricante, el dueño de la casa, muriera infartado. El hecho de ser un humanoide hecho con amor es lo que me lleva a pensar en Pinocho y no en en monstruo de Frankenstein.
 
El caso es que no está terminado y por manos luce unas tijeras. En vez de cinco dedos tiene hojas de tijeras. Unas dobles y otras simples. Pero tijeras al fin y al cabo.
 
Esta es la joyita que se encuentra y por la que se apiada hasta el punto de recogerlo y llevárselo a casa para acogerlo.
 
Peg vive con su marido y con sus dos hijos. La niña está ausente, creo recordar que de fin de semana con la pandilla. O de viaje de verano, algo más largo que un finde. Mientras ella esté ausente, y a modo de solución temporal, Edward o Eduardo, dormirá en su habitación.
 
Hasta la tele local se volverá loca por el protagonista, esto lo terminará de convertir en toda una celebridad.
La llegada, o la aparición del personaje pondrá a toda la comunidad patas arriba. Y su peculiaridad, esas manos de tijeras, sólo se verá superada por dos aspectos de Edward que lo convertirán en irresistible: su entrañable ingenuidad y su increíble habilidad para cortar y recortar con sus manos-tijeras.
 
Setos, arbustos, árboles… ninguno se le resistirá. Incluso se atreverá a cortar el pelo a los perros y a los humanos. Y esculpirá figuras de hielo para Navidad y hará de cerrajero cuando a alguien se le olviden las llaves… Esto último lo retomaré más adelante.
 
No tarda, decía, en convertirse en el protagonista de la vida social de la urbanización. Con tan solo una «enemiga». O si no enemiga sí una única persona a la que no caerá bien: una mujer ultra religiosa.
 
En el otro extremo tendremos a Joyce. No sé si describirla como ninfómana carne de app de citas… Pero sí sé que se encapricha de Edward hasta el punto de lo obsesivo. La verdad es que se encela con todo bicho viviente que cruce su mirada con ella y lleve pantalones. Y mucho me temo que tendrá la matrícula de todos los solteros de la urbanización o pueblecito, y de algún casado también. El caso es que será conocer a Edward y ver esas cuchillas, y ver el protagonismo y la popularidad que arrastra consigo, que se encela del pobre humanoide, que no sabe el peligro que corre como caiga en sus garras.
 
No lo sabe pero habrá una escena en la que lo intuya y ponga pies en polvorosa para huir de ella. Una mujer hecha a elegir hombre para pasar el rato. Acostumbrada a rendirlos a sus pies con una caída de ojos y un parpadeo con sus pestañas… Una mujer que es imán para todo hombre, más que mujer hembra en celo perenne… que no entiende que un NO es NO y va y se intenta cepillar al bicho raro de Edward que, como os decía, sale por patas.
 
Eso será lo peor que podría haber hecho. Esta mujer acostumbrada a rendir cualquier hombre a sus curvas se sentirá despechada. Y se convertirá en el mejor aliado de la ultra religiosa… y de ahí a la escena de la hoguera con Frankenstein mediará, tan solo, una excusa para quemarlo.
 
Entre medias volverá Kim. La hija que se había ido con los amigos. Y, claro está, como llega de noche y en esos años no había móviles, ni redes sociales, no tiene ni repajolera idea de que hay un tío durmiendo en su cama. Ni menciono las tijeras… lo cierto es que se pegará un buen susto y el pobre Edward, no menos asustado que ella, pinchará el colchón de agua al intentar levantarse de golpe. Al que nunca haya dormido en un colchón de agua os digo que es para probarlo. Pero al cabo de un año durmiendo en uno de ellos tienes la espalda destrozada. Ahí lo dejo.
 
¿Os acordáis que dije algo sobre hacer de cerrajero?

Se masca la tragedia

Cuidado con seguir leyendo porque abriré en canal la película, así que si no quieres un spoiler (aunque la peli tiene ya 32 añitos…) deja de leer.
 
Kim tiene un novio. Es un cretino, pero es su novio. Y a Edward parece que le hace tilín la hija de los que le han acogido. Vamos, que sin comprenderlo se prenda de Kim…
Jim, el novio de Kim, empieza a sentirse incómodo con Manostijeras alrededor. Todos los espectadores sabemos que es ingenuo, cándido, bueno por naturaleza y pueril. Pero Jim lo percibe como una amenaza. Kim y Jim están en esa edad en que las hormonas toman el control de tus actos y se piensa más con la entrepierna que con el cerebro. Por eso Jim proyecta en Edward las intenciones y la voluntad que seguramente habría tenido él hacia la chica. El pobre Edward está fuera de juego. No se entera de qué va la cosa, ni comprende las emociones que está empezando a descubrir.
 
Jim le hará una mala jugada a Edward proponiendo un par de robos aprovechando sus «manos-tijeras» para forzar cerraduras. Y obvio decir que el cándido de Edward accederá y lo pillarán con las manos en la masa echándose encima a todo el vecindario y a la policía. Sin embargo veremos que el poli, en sucesivas apariciones, es uno de los personajes con mejor corazón del pueblo. Pero cumple con su obligación.
 
Llega una escena preciosa: en plena Navidad, en California, Edward esculpe una estatua de hielo inspirado en la mismísima Kim, que baila alrededor por el jardín, entre los pedacitos de hielo, ensoñando una nevada con la música de Tim Burton arrullando nuestros oídos y nuestros corazones.
Kim sacará una confesión de Edward: hizo lo que hizo, sin pensarlo, porque ella también se lo pidió… Y en estas llega Jim, asusta a Edward y éste, por desgracia, corta sin querer a Jim. A partir de aquí, Frankenstein. Confusión, aglomeraciones, todos victimizan a quien intenta decir que ha sido un accidente y Jim tergiversa los hechos para azuzar al pueblo contra Edward… Y persecución con antorchas para linchar al pobre muchacho que huye a la mansión de la que nunca debió salir.
 
Todo nos conduce a la escena final y al duelo entre el bueno y el malo. La chica llega a la mansión y se apiada de Edward y Jim llegará también, para darle una paliza. Solo ella contendrá a Jim, para evitar que reviente a palos a Edward, y se revuelve contra su novio amenazándole de muerte. Pero él se vendrá arriba y hará el clásico ataque por la espalda al bueno que, ni corto ni perezoso le hundirá las cuchillas en el cuerpo y lo arrojará por la ventana…
 
La peli terminará como empezó, como La princesa prometida. Dejando claro, por si alguien no lo había percibido, que la abuelita que narra el cuento es la misma Kim, intercalando escenas de Edward, por quien no pasa el tiempo porque ni es humano ni es un ser biológicamente catalogable… Es un humanoide que se pasa la vida decorando el jardín y haciendo esculturas de hielo en la buhardilla.

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