Y sí… el culpable es Robin Hood, pero ha habido muchos Robin Hood en el cine: hay casi 46 películas suyas. Pero todos recordamos 3… ésta de 1938, la de Disney con un zorro entrañable, de 1973 y la de Kevin Costner de 1991. Las demás son simplemente malas y algunas sencillamente basura: la de Rassel Crow de 2010, por ejemplo y la reina de todas las basuras, la última, la de 2018.
A diferencia de todas las malas, os diré que aquellas no tenían presupuestos, directores, guionistas ni actores (aunque alguna contara con el mismísimo Sean Connery) que las abalaran, y estas dos sí, lo tenían todo menos guionistas y talento. Las otras honran a Robin Hood con intentos mas o menos loables, pero éstas mancillan, humillan y escupen a Robin Hood en la cara.
De hecho, creo que engañan al espectador. Y lo razono. Si haces una peli de un personaje, el espectador compra su entrada esperando ver a ese personaje. Luego podrá pensar que le ha gustado más o menos la adaptación.
Pero cuando vas a ver a un aventurero y ves a un terrorista, eso es engaño, y si me apuráis, manipulación. ¿Por qué lo llamaron Robin Hood (al de 2018) y no se inventaron un personaje nuevo? Por el tirón del clásico. Y porque nadie habría ido a ver al terrorista de principios del siglo XX teletransportado al medioevo. Por eso.
Así con todo, volviendo al tema, el éxito de ésta versión de Robin Hood es, sin duda, su Robin Hood, es decir: Errol Flynn. El mejor Robin Hood de todos los tiempos. No hay otro Robin Hood, como no hay un
Capitán América que no sea Chris Evans, o un
Alatriste que no esté encarnado por Viggo Mortensen.
Es Errol Flynn, con su carácter, su físico, su atractivo y su personalidad quien arropa al personaje. Lo normal sería lo contrario. Que el actor se zambullera en el personaje para interpretarlo correctamente. Pero en éste caso Flynn se adueña de Hood. Lo hace suyo. Para que los más jóvenes que me lean me entiendan, os pondré un ejemplo infalible…
Robin Hood sería Spider-Man y Errol Flynn sería Venom, su simbionte
Ahora me entendéis, ¿verdad?
Errol Flynn se apropió del personaje. Se hizo con Robin Hood y nadie se lo podrá disputar, jamás. Por eso comento ésta versión del clásico y no cualquier otra. Porque cuando pensamos en Robin Hood vemos a Flynn. Vemos su sonrisa carismática. Vemos su rostro y su físico. Su figura y su gracia de movimientos, su manera de gesticular y cómo se expresa tanto verbal como físicamente le han hecho dueño indiscutible del personaje que tenía que encarnar durante unas semanas para hacer la peli, pero, tras tomarlo prestado, se lo quedó en propiedad.
Un Flynn que estuvo vedado en España. Y por lo tanto, su Robin Hood también. Echad un vistazo a la ficha técnica y veréis que ésta peli vio la luz en 1938, en plena guerra civil española.
Y os preguntaréis por qué fue censurado.
Errol Flynn, como George Orwell: víctimas de la propaganda de la España republicana
Lo explico en 1984
Película, 1984, basada en la novela que Orwell escribió tras huir de los republicanos a favor de quienes vino a luchar en la Guerra Civil. La escribió para denunciar la propaganda socialista.
Pues porque a Flynn le pasó lo mismo que a tantos otros anglosajones, tan simpáticos como bocazas, que se permitieron opinar sin conocer. Y en este caso el australiano se manifestó a favor de la 2ª república española.
Quiero creer que engañado. Sin que le hablaran de las checas en las que se torturaba y asesinaban personas. Sin conocer las cifras de monjas y religiosos asesinados… quiero creer que dijera lo que dijera, lo habría dicho, desde la ingenuidad, comprando el falso halo de romanticismo de una república idílica en la que los elfos del bosque tocaban sus flautas por las calles de las urbes españolas.
Eso mientras los políticos, como Negrín nos llevaba a la guerra civil para azuzar a sus militantes al combate. Eso en el frente mientras saqueaba el Banco de España en la retaguardia.
A favor de esa república se manifestó el australiano y cuando los del bando nacional ganaron la Guerra Civil, prohibieron su película en España. No lo justifico, pero tiene cierta lógica visto desde la perspectiva del tiempo.
No obstante, con toda la falsedad histórica que os he apuntado arriba, Robin Hood no dejaba de ser un noble venido a menos que se oponía al poder establecido que, supuestamente había usurpado el mando de la nación… Vamos que si se hubiera alineado con los nacionales, Robin Hood, en vez de «proscrito» en España, habría sido héroe nacional. Pero dijo lo que dijo a favor del bando perdedor y esto le costó la censura durante un tiempo.
Quiso Dios que yo viera esta peli ya en Democracia. En un período de la Historia de España en la que vencedores y vencidos, y sobre todos sus hijos, habían enterrado el hacha de guerra para estrecharse la mano fraternal y recordar lo sucedido para no volverse a enfrentar más allá del marco de las urnas. En ese ambiente político viví y en ese ambiente político pude disfrutar éste Robin Hood.
No como el nuevo Robin Hood, el de 2018, que dejará de ser un aventurero justiciero para convertirse en antisistema y terrorista.
Errol Flynn fagocitó a Robin Hood
Ya os he dicho que a mi me cuesta pensar en Hood y ponerle otra cara que no sea la suya. Desde luego que no lo evoco con la cara de Kevin Costner, por mucho que me gustara (también) su peli. Y mucho menos con la del Robin Hood terrorista y anarquista de 2018.
Lo más transgresor que hizo el Robin Hood de 1938 fue comer con las manos.
Su risa, su sonrisa, su gracia gestual y su manera de actuar… ya lo he dicho antes, todo ello hizo que Flynn se metiera en el pellejo de Hood como una mano en un guante.Pero hubo otros factores que ayudaron a que esta simbiosis se produjera.
Para empezar un guión fascinante. Alocada y brutalmente fascinante. Un guión sin fisuras, contundente y dinámico que deja al espectador sin resuello mirando a la pantalla y deseoso de volver a poner la peli una vez terminada. Algo, por su brevedad y su potencia comunicativa que sólo he revivido con
Greyhound, la de Tom Hanks, de éste verano de 2020.
Pero hay más factores.
El montaje; la música y algo que hoy en día pasa desapercibido pero que, en su día, causó una revolución: el color. La película está grabada en Tecnicolor. Una técnica novedosa que encarecía sobremanera el presupuesto de la misma pero que la otorgó un carácter especial. Si Flynn imprimió carácter a Hood, la iluminación y el color se lo confirieron a la peli.
Se trata de toda una osadía, pues lo natural en 1938, habría sido filmarla en blanco y negro. Casablanca es de 1942, para que os hagáis una idea. Buena parte de esa alegría se proyectó al resto de los personajes porque, literalmente, la irradiaban. Y si lo hacían era precisamente por el color y la iluminación.
La iluminación está presente en toda la película. Tanto es así que prácticamente no hay rincón oscuro ni en el más oscuro rincón del bosque de Sherwood ni en el castillo del príncipe Juan.
No es pecata minuta esto que os digo sobre el color. Se trataba de una superproducción y una decisión así tuvo que ser pensada y repensada muchas veces. Lo vimos con el salto del cine mudo al sonoro en El nacimiento de una Nación y lo vemos ahora con otro salto, del blanco y negro al color. Lo veremos, incluso, con el cambio en los efectos digitales con fracasos como la primera trilogía de Star Wars (episodios I, II y III). Si en ésta el salto fue para bien, el de Star Wars fue un ejemplo del mal uso de las nuevas tecnologías que defraudó a los fans que llevaban décadas esperando una nueva entrega. De las tres pelis la única que se salva, y sólo por comparación, es La venganza de los Sith. El tecnicolor de aquellos días es harina de otro costal
Exigía tres cámaras para que una grabara la película primando el color azul, otra el verde y la tercera el rojo.
Estas tres imágenes, de tres películas diferentes, se solapaban y superponían para que el resultado proyectado resumiera la suma de las tres y nos regalara el brillo (sumado a la iluminación) y el colorido tan profundo y profuso que vemos en esta peli.
Hablaba antes del guión… Pero no podemos dejar atrás sus escenas de acción
Porque acción vemos en ésta película, a troche y moche, sin parar.
Ni sobra ni falta.
Hay tanta acción como demanda la película y te deja satisfecho cuando ves el duelo final, hacia el que te encamina todo su metraje. Un duelo trepidante interpretado por los protagonistas, sin dobles, peleando y luchando con una esgrima enseñada por el mismo maestro de espada que interpretó, como doble, a Darth Vader en las pelis de Star Wars. Y cuyo nombre no recuerdo ahora.
Combate digno del mismísimo Íñigo Montoya, incluso del pirata Roberts, ambos de
La princesa prometida. Película, por cierto, que comenté en
el fancine allá por 2015, hace todo un lustro. Un lustro son cinco años, lo aclaro para los millennials que habrán desconectado al leer el
«palabro».
Leo, por cierto, con deleite en el comentario de aquella otra joya del cine ochentero que comparaba, igual que ahora, aquel duelo de espadas con el que vemos en ésta película.
De Robin de los bosques me quedo con todo menos con dos cosas: su título en español, que tradujo «The adventures of Robin Hood» como Robin de los bosques. Y el traductor seguro que descorchó una botella de champán y se recogió a altas horas de la madrugada.
Eso y los leotardos que me llevan los yeomen y hasta el propio Robin Hood. Ahí sí que me quedo con el vestuario del Robin Hood de Kevin Costner en El príncipe de los ladrones. La mejor adaptación del vestuario de éste Robin Hood la haría Mel Brooks en Las locas, locas aventuras de Robin Hood… otra broma del traductor, porque la original se llamaba Robin Hood: Men in tights. O sea, hombres con leotardos… Ahí lo dejo.
Por no hablar de Olivia de Havilland… en la cresta de su carrera y de su belleza capaz de enamorar a Robin Hood y al propio espectador.
Mi escena favorita fue y será la del venado
Esa en la que Robin Hood se adentra en el salón del castillo del príncipe Juan con un ciervo en sus hombros para denunciar la injusticia de ilegalizar la caza para el pueblo llano de Inglaterra.
La peli tiene detalles interesantes que demuestran que, amén de beber del personaje de ficción inglés, también se documentaron para intentar ambientar la película en la Europa de sus días, a diferencia de la última, por ejemplo.
Veremos proscritos que fueron cruzados por la cruz que portan en su pecho. Aunque la cruz verdadera del cruzado era bermeja. Y detalles como la concha de una vieira en el sombrero de uno de los personajes, lo cual lo delata como peregrino que ha caminado hasta Santiago de Compostela, uno de los tres pilares de la Cristiandad, junto con Roma y Jerusalén.
¡Ah!
Olvidaba comentaros hasta qué punto me gustaba Robin Hood que, de pequeño, solía jugar a Robin de los bosques en la casa que tenían mis abuelos en el Valle del Jerte. Un casoplón enorme plagado de cerezos entre cuyas ramas iba saltando, de árbol en árbol. Hasta recuerdo la bronca que me echaron una vez porque corté una rama de un cerezo tierno para hacerme un arco. Las flechas eran palos de cometas con las puntas de unos dardos… menudos recuerdos…