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Bajo la arena

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Bajo la arena

 
Título: Bajo la arena
Título original: Ünder sandet – Land of mine
Director: Martin Zandvliet
Año: 2017
Nacionalidad: Dinamarca / Alemania
Duración: 101′
Guión: Martin Zandvliet
Fotografía: Camila Hjelm Knudsen
Montaje: Molly Mallene
Vestuario: Stefanie Bieker
Productora: Nordisk Film ST
Distribuidora: Nordisk Film

Ficha artística

Roland Moller – Sargento Carl
Louis Homann – Sebastian Schumann
Joel Basman – Helmut Morbach
Emil Belton – Ernst Lessner
Oskas Belton – Werner Lessner

Nos vamos a la playa, como cuando éramos niños…

A penas hace un par de días desde que publiqué mi comentario de Robin Hood. Qué gran sabor de boca. Qué canto a la alegría, al placer de vivir. Y qué balón de oxígeno y qué maravilla de optimismo para enfrentarnos a los momentos difíciles sin que se nos borre la sonrisa del rostro.
 
Qué buen rollo, ¿verdad?
Hoy te invito a dejar el bosque de Sherwood atrás y te vengas conmigo a la playa.

Para que, cuando te quites el calzado y des tus primeros pasos por la arena, sientas la sangre reactivándose en las plantas de tus pies. Para que avances sin prisa pero sin pausa hacia la orilla para meter esos pies en el agua y que alivien tu calor con el frescor del mar. Y cuando alces la mirada hacia el infinito pienses qué maravilloso habría sido ese paseo en vacaciones, pero recuerdas que en realidad has llegado hasta ahí arrastrándote, avanzando con los codos, muslos y pies, como un gusano, por la playa.
 
Para que te sientas afortunado, porque los 100 metros de arena que has atravesado para plantar tus pies en el agua, los has recorrido en tres horas. Y en esas tres horas de tiempo, que te has tomado para tan insignificante trayecto, has desactivado, con tus manos, dieciocho minas. Seis por hora.
Ya no eres tú.

Eres un niño.

Eres tu hermano menor, o tu hijo.

Eres tu nieto tembloroso y sudoroso.

Y siendo ese niño te ves obligado a sentir las venas de tus sienes hinchadas a punto de estallar. Que intentes tragar saliva y no te pase ni una gota porque hasta el último rastro de humedad de tu cuerpo los has expulsado por los poros de tu piel.

Eres ese niño tumbado en la playa, pero no de vacaciones, desactivando minas

A razón de 6 por hora. Así hasta 45.000 minas anti personal enterradas en la playa. Codo con codo con otros 13 niños que, como tú, cometieron el delito de nacer en la Alemania nazi. En su apogeo, y a los 11 ó 12 años fueron arrebatados de los brazos de sus padres para llevárselos a escuelas paramilitares, como os expliqué en Jojo Rabbit.

Esas escuelas formaron física y académicamente a esos niños. Y también en lo militar, y los adoctrinaron políticamente para hacer los maravillosos niños arios que veremos en la película arrastrándose entre detonadores, arena y muñones de sus camaradas.
Porque esa fue la venganza con que los daneses, con la aquiescencia británica, hicieron pagar a los niños del III Reich la invasión de Dinamarca. En su sed infinita de Justicia, lógica porque fueron invadidos y ocupados por un enemigo cruel, cometieron esta injusticia y fueron tan crueles o más, que sus invasores.
 
Los nazis, que no son ningún buen ejemplo, sacaron lo peor de los daneses en un episodio que tanto los avergüenza a día de hoy. Hoy os hablaré de un episodio histórico olvidado, a conciencia, para evitar eso, la mala conciencia.
Un par de generaciones costó olvidar el hecho. Borrado de los libros de Historia. Seguro que ni un profesor se lo ha explicado a ningún niño alemán… Censurado, negado y renegado en caso de ser preguntados por ello. Y ahí llega Martin Zandvliet y les sacude en la cara a los daneses con las hojas arrancadas de los libros de historia a modo de película. De ésta película.
 
De este peliculón.

Bajo la arena

Démonos un paseo por la Historia.

Los nazis temían una invasión aliada. En el último tramo de la guerra, los alemanes, osados y desafiantes reculaban. El frente del este empezaba a desmoronarse con la amenaza, y ya no amenaza sino realidad, soviética. Por el oeste temían una acción aliada a gran escala. La incógnita residía en por dónde lo intentarían.Una de las posibilidades eran las playas danesas. Visto a favor del tiempo podría parecernos rocambolesco, pero no habría sido una mala opción. La hipotética entrada en el continente por Dinamarca habría roto el abastecimiento de materias primas pesadas y minerales desde los países escandinavos.

Habría supuesto taponar la salida natural al Atlántico y habría ahorrado una marcha lenta e imprevisible para las fuerzas terrestres americanas y británicas propia del desembarco en Francia y tener que cruzar Francia, Bélgica, y en algunos casos Holanda para penetrar en territorio alemán.

A veces intentar lo más ilógico, lo más arriesgado y lo menos predecible por básico, da resultado. Y fue lo que hicieron los aliados en el Día D.

Pero hasta que eso ocurrió los alemanes tuvieron que especular y dudar. Y una de esas hipótesis, la danesa, se afrontó de un modo tan contundente como estéril: sembrar los accesos por mar con minas. Sobre todo sus playas. De ahí esta película.

Porque sí…

Los nazis sembraron las playas danesas con minas

Y sí, los aliados atacaron por Normandía. Y sí, Hitler se voló la tapa de los sesos y Berlín cayó.

Siempre sostendré que a manos del Ejército Rojo por culpa de Montgomery que fue poniendo palitos en los radios de las ruedas americanas con sus Market Garden (explicada en Un puente lejano) y sus tonterías y envidias y celos de Patton.

Otro gallo habría cantado si los americanos hubieran tomado Berlín y muchos sufrimientos nos habríamos ahorrado en la Guerra Fría y en nuestros días.

De ahí que yankis e ingleses pasaran de largo y las minas que había en las playas danesas se quedaran a modo de homenaje a la necedad humana.

Y de ahí ésta película, que transcurre al terminar la guerra

Cuando Alemania ha sido vencida y la amenaza nazi se desplomó como tenía que desplomarse. Pero, ¿qué pasaría con todas esas minas?

Aquí retomo el hilo del principio de este comentario. Algún lumbreras decidió que las minas alemanas las desactivarían los alemanes. Y si os digo la verdad, me parece justo. Aunque el mismo Tratado de Versalles niega que quien toma prisioneros los pueda usar para fines de este estilo.

Pero los tratados están para incumplirlos. Que se lo digan a Hitler. Que se lo digan al socialista Vilhelm Buhl, primer ministro danés del III Gobierno de Unidad en Dinamarca durante la guerra.

No le tembló el pulso a la hora de poner a los alemanes a desactivar sus propias bombas armados con un palo y, en el mejor de los casos, con un machete.

Ese es el drama que denuncia esta película. Porque no pusieron a soldados hechos y derechos.

Pusieron a niños alemanes a desactivar esas bombas

2.200.000 bombas desactivadas por soldados alemanes, en su mayoría niños entre 13 y 16 años de edad.

Cierto es que «los reclutaron» entre quienes estaban desplazados en las fuerzas de ocupación nazis. A Dios lo que es de Dios y al Rey lo que es del Rey. Niños llamados a filas para rellenar las miles de bajas de soldaditos arios que habían regado Europa con su sangre en una locura de guerra ideológica que se entiende difícilmente desde la perspectiva de nuestros días.

Y sobre la que apuntaré un detalle en breve que os ayudará a comprender cómo se tendrían que haber sentido esos niños resquebrajados moralmente sin comprender lo que estaba pasándoles. Pero sobre esto volveré en un ratito, si me lo permitís.

Una cosa es hacer Justicia y otra cosa es saciar la sed de venganza. Y hoy os hablo de una película que denuncia el ojo por ojo con que se desquitaron los daneses.

Mas de 2 millones de bombas y 20.000 niños alemanes repartidos por sus playas desactivándolas a razón de 6 minas por hora. Sin medios, sin protección y sin más enseñanzas que ir comprobando en sus carnes si lo hacían bien o saltaban por los aires.

2 millones de minas desactivadas por niños entre 13 y 16 años

Imaginad a un niño de 13 años, o a un muchacho de 16, tumbado en la arena, clavando las rodillas en ella y desenterrando con sus dedos una mina antipersonal. El palo servía para hundirlo en la arena y, si éste se hundía, avanzar.

Si se quedaba quieto porque se ha topado con algo tenían que comprobar si ese algo era una piedra, algo enterrado con el paso del tiempo, o una mina. Y si se trataba de una mina, la tenían que desenterrar, desarmar y cargar con ella. Así, como decía antes, hasta 6 por hora.

Esta peli no la protagonizan TEDAX profesionales, como en En tierra hostil, que saben lo que es una mina y cómo enfrentarse a ella. Y aún así con miedo, a pesar de contar con el equipo material necesario. Os recuerdo que sólo usaban sus manitas y muchas de ellas se quedaron por las playas danesas como palomitas.

Esos niños no eran TEDAX

El TEDAX gestiona su miedo canalizándolo después de haber recibido una formación específica y cuenta con los nervios de acero que han hecho que se dedique a una labor tan dura.

Pero los niños no. Y de los 20.000 prisioneros destinados a limpiar las minas de las playas danesas, menos de la mitad volvió a casa y de ésta mitad un buen puñado lo hizo con muñones en piernas y brazos, o cegados por la detonación de una mina.

Si esto no era suficiente castigo, el aspecto moral de haber perdido la guerra, de saber su patria conquistada y que además las minas que los diezmaban eran propias tenía que ser una tortura que trepanaría más de un cerebro haciendo que esos pocos que volvieron a casa, si es que había tal casa, lo hicieran desequilibrados. Un desequilibrio añadido al ideológico, que tendrían mancillado y pisoteado.

Y aquí hago un alto para profundizar en ese aspecto. El ideológico, que ya he abordado tanto en Mi honor se llamaba lealtad como en Jojo Rabbit y hoy lo remato en este comentario.

Esta peli nos transmite el dolor y el sufrimiento de quienes vivieron esa experiencia. Castigo desmesurado por su militancia ideológica en algunos de los casos, pues algunos de los muchachos llegarían de las Waffen-SS, y su militancia militar en la Wehrmacht, pues otros serían simples soldados. Pero todos críos.

Mentes quebradas por la derrota en una guerra incomprendida: eran niños

Y si a un adulto le debe resultar duro superar la derrota tras una guerra, imaginemos a un niño. Es más, y este es el meollo de esta reflexión, imaginemos lo que tendría que sentir uno de esos niños, con su bagaje ideológico y emocional, cosa que, por lo general, suele pasar desapercibida.

Esos críos habían sido arrancados del seno familiar para formarlos e instruirlos en academias militares, bien chiquititos. Eso es lo que pasa en todo régimen autoritario. Pasaba en la Alemania Nazi y pasaba en la Rusia comunista.

Niños adoctrinados

Niños adoctrinados y carentes de identidad individual a favor de la colectiva, se llamara nazi o comunista, ambas muestras de la degeneración política y de la depravación humana.

Pero el daño, en el caso de la derrota aria fue mayor porque a esos niños los aislaron y les hicieron crecer en la falsa creencia de pertenecer a la supremacía social, racial, política y militar. Niños que no habían conocido otra cosa mas que el nazismo y niños para los que su Führer era un dios encarnado. Triste, vergonzoso y lamentable, pero así era.

Eso niños habían crecido rodeados por un halo místico que el Partido Nazi les procuraba para endiosarlos. Ellos recibían la mejor educación, los mejores alimentos, instrucción militar y entrenamiento deportivo. Y para colmo, el mero hecho de estar allí implicaba que eran fuertes física y mentalmente, intelectualmente brillantes, aunque manipulables y hermosos.

Estos datos, por favor, tenedlos en cuenta no para justificar, que no lo pretendo, sino para explicar cómo se les tuvo que quebrar su psique. Como tuvieron que despertar de un sueño y cómo la cruda y triste realidad a la que amanecieron era tan cruda y tan diferente a lo ensoñado, que arruinaron sus mentes y sus voluntades.

Estos muchachos pasaron de ser la élite de una nación autoconvencidos de estar en ella para liderarla y, liderándola, liderar el mundo entero a ser la escoria que resultaron ser al comprender (y no todos) que no habían hecho más que seguir los delirios de grandeza de un tipo saturado de complejos.

De ser dominantes a ser dominados

De ser líderes a ser borregos. Eran los amos del mundo y pasaron a ser esclavos. Y esa esclavitud, en la Dinamarca del final de la guerra, se topó de bruces con los deseos de venganza, que entiendo, de un ejército con ganas de recuperar lo que era suyo y le había sido arrebatado.

La triste pena fue no poner límite al ánimo de revancha. Lo doloroso es pensar que juzgaron y sentenciaron a sus invasores con la misma inhumanidad que fueron tratados, borrando la fina línea moral que les acreditaba y daba la razón.

La perdieron a golpe de niño saltando por los aires. A golpe de pedacitos arios repartidos por la arena blanca de las playas danesas. Que los comunistas reeducaran a los niños nazis para convertirlos en niños comunistas era de esperar: una dictadura sometiendo a otra.

Pero que Dinamarca, el ejército danés, se portara como los soviéticos y torturara a los niños para hacerles pagar el error y el horror de sus hermanos mayores, de sus tíos, de sus padres, con el único regustillo de verlos temblar encima de una mina y especular con si reventará o no… Por eso han guardado silencio y ocultado este episodio que les igualó a quienes los maltrataron a ellos.

Llegados a este punto poco o nada me resta que aporte más valor a la peli. Salvo u detalle, quizás, mitad morboso mitad afortunado por parte de su director.

Un detalle que hizo que los actores comprendieran el calado de lo que estaban grabando porque, para sorpresa suya, cuando reunió al grupo e alemanes (de actores alemanes) y les explicó el guión, vio que ninguno de ellos conocía este episodio pues no se estudia en ninguna clase de Historia alemana.

Ninguno de los actores alemanes conocía este episodio histórico

Dicho esto os comentaré que tuve algunas discusiones con amigos alemanes porque seguían castigándose por lo que hicieron sus abuelos.

Menos una amiga alemana afincada en el centro de Madrid, en la mismísima Plaza de España. Ni ella ni su padre ni su abuelo, un nazi de los de verdad, huido a España, mostraron jamás vergüenza ni arrepentimiento, aunque estos no eran precisamente alemanes modelo de finales del siglo XX. Una cosa es no fustigarte décadas después de lo que hizo tu abuelo y otra cosa es sentir orgullo por el pasado nazi de un abuelo alcoholizado.

Luego estaba el extremo opuesto: mis amigos de Dortmund. Estos se castigaban en demasía. Sobre todo porque ellos, o mejor decir, sus abuelos, ni fueron nazis ni defendieron jamás al nazismo llegando a esconder a un matrimonio judío en su propia casa.

Por eso me da pena ver una nación entera, fuerte y orgullosa, humillada y avergonzada por un delito heredado de dos o tres generaciones anteriores.

Mis amigos alemanes tampoco sabían nada de las minas ni de los niños de la película

Y por eso Martin Zandvliet decidió filmar la película en el mismo orden cronológico que se desarrollan los hechos de la película. Porque según avanza la peli van saltando por los aires los niños.

Por eso él quiso que el grupo de actores, los catorce niños que tienen que desactivar las minas se fuera reduciendo conforme fueran saltando niños por los aires. Para que comprendieran en su ausencia, el vacío que debían dejar estos niños en sus camaradas, al morir. Esto ayudó a aportar dramatismo a la película, a su interpretación, a toda la película.

Mientras tanto veremos la evolución del Sargento Carl. El responsable de los niños. Bueno, el responsable de las minas, porque los niños alemanes le importan un bledo. Más bien quiere verlos destripados.

La evolución a la que hago referencia es a ver cómo se irá sensibilizando conforme comprenda la atrocidad a la que está empujando a esos niños. Él habría entendido el mismo castigo pero para los adultos, no para unos niños que se abrazan a él en busca de protección anhelando los brazos de un hermano mayor o de un padre que les de cobijo.

Drama in crescendo

Y conforme evoluciona la peli aumenta el dramatismo pues con cada minuto que pase quedarán menos niños a los que salvar de las manos del ejército danés sediento de sangre aria e infantil.

Lo que más me gusta, sin embargo, de toda la peli, es el juego de palabras que entraña su nombre inglés, el usado para distribuirla y darla a conocer en el mundo entero. Land of mine. La traducción literal sería mi tierra. Pero también permite ser traducido como Tierra de mina (o de minas): ¿maravilloso, verdad?

Land of MineTierra minada o Mi tierra… juego de palabras maravilloso

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