Ficha técnica de Greyhound
Título original: Greyhound
Director: Aaron Schneider
Guión: Tom Hanks
Producción: Gary Goetzman y Tom Hanks
Productora: Columbia Pictures, Playtone, Bron Studios, FilmNation Entertainment y Sycamore Pictures
Distribuidora: Sony Pictures Releases
Ficha artística
Elisabeth Shue – Eva Krause
Stephen Graham – Charlie Cole
Tom Brittney – Teniente Watson
Rob Morgan – Cleveland
Manuel García Rulfo – López
Karl Glusman – Eppstein
Devin Druid – Wallace
Antena Historiasacará en breve un programa dedicado a la Guerra Submarina de la Batalla del Atlántico, en la Segunda Guerra Mundial.
Si no has visto la peli puedes leer éste comentario porque sólo al final, y previo aviso, haré spoiler
En él comentaremos las pelis más destacadas del subgénero del cine bélico dedicado a los submarinos en dicha Batalla. Nos ha quedado tan redondo que ya anticipamos que tendrá dos secuelas: la primera se la dedicaremos a la máquina Enigma y Alan Turing y la segunda a la guerra submarina en el Pacifico. Y todos esos programas vienen, precisamente, de Greyhound.
Cuando vimos el trailer nos generó tantas ganas de verla que decidimos hacer esos programas por pasión compartida (Antena Historia, Mi cine bélico y HRM Ediciones) por el tema. Nada nos podía hacer imaginar que desde el trailer hasta el estreno de la peli, en AppleTV+ pasaríamos por una pandemia mundial con más de 40.000 muertos en España (¡sólo en España!), una cuarentena y un Estado de Alarma por el medio.
De ahí que el estreno no se hiciera en las salas, sino en la plataforma de televisión de Apple. Pero así son las cosas y demos gracias a Apple por haberla rescatado para estrenarla. Sé que sí o sí la volveré a ver unas cuantas veces en mi tele y cuando la reestrenen en el cine, porque la reestrenarán, iré a verla y me pondré el primero de la fila para sacar mi entrada y verla en una pantalla gigante.
Porque si en mi tele he alucinado, en el cine tiene que ser brutal.
Una película que te da lo que te promete.
En ella vemos un destructor Greyhound, pues de ahí le viene el nombre, comandado por el Comandante Ernest Krause, en su primera misión de estas características, con sus miedos y sus dudas. Pero sobre todo con su decisión.
Los destructores Greyhound vienen de un modelo de 1902, a partir del USS Greenwich que remató el concepto de «destructor» a partir, a su vez, de un modelo de 1886.
Durante todos estos años se fue definiendo el concepto del buque y se fueron puliendo diferentes aspectos para mejorar su velocidad de crucero y su poderío militar. Inicialmente disparaba torpedos que se arrojaban por la borda pero en la Primera Guerra Mundial daría un giro drástico su uso abandonando los torpedos definitivamente y convirtiéndose en su diana. En la diana de los torpedos alemanes, pues su velocidad y su maniobrabilidad convirtieron al Greyhound en el destructor perfecto para la lucha anti submarina.
Sólo Churchill supo comprender que la manera para que los buques mercantes pudieran atravesar el Atlántico sin ser hundidos por los submarinos sería mediante convoyes.
Los convoyes tenían sus pro y sus contra
Entre los contra había dos difícilmente salvables: a) el grupo ofrecería blancos fáciles a los submarinos nazis y, b) para poder mantener una formación sería imprescindible que los buques más rápidos ralentizaran su marcha para no dejar atrás a los más lentos.
Estos dos escollos, difíciles de salvar, tendrían la respuesta en proporcionar escolta militar a los buques mercantes y también de transporte de pasajeros. Para ello canadienses y británicos unieron sus fuerzas, pero no era suficiente.
A finales de 1940 seguían vivos los 18 comandantes de U-BOOTE condecorados con RK, pero su gloria duraría poco más. Pocas fechas después se firmó en Plan ABC-1 (AMerican-British Conversations) para dejar por escrito que el EJE era su enemigo común y que lo derrotarían sometiendo a los alemanes, italianos y japoneses.
Los americanos se mantenían neutrales
Pero iniciaban una guerra pasiva en la que rearmarían a los británicos y reforzarían su industria y su tecnología aportando cuantos recursos pudieran (una barbaridad) para derrotar al EJE. Fruto del esfuerzo industrial superarían con creces el número de buques hundidos reemplazándolos con nuevos y se implantaría la Ley de Préstamo y Arriendo para destinar fondos ilimitados para que los países aliados pudieran mantener su lucha.
La guerra tecnológica haría que el MIT desarrollara los primeros radares centimétricos para instalarlos no sólo en buques sino también en aviones. Unos aviones para inspeccionar y otros para bombardear a los submarinos que pasarían a estar localizables a 4’5km en superficie; sumergido a 2’5 y sumergido pero con el periscopio izado a 1’2km.
Radares Vs la Cruz de Vizcaya
Los nazis no pudieron protegerse del radar hasta que el almirante francés Darlan les regalara, en agosto de 1942 una cruz (que llamarían Cruz de Vizcaya) capaz de detectar las emisiones de radar en una distancia media de 60km. En algunas ocasiones lograrían interceptar emisiones a unos 100km, con lo que podían, de nuevo, anticiparse, de algún modo, al rastreo y persecución aliada.
Los radares aliados se sumarían a los hidrófonos como medidas para bloquear la invisibilidad de los submarinos en altamar. Todo lo relacionado con la máquina Enigma y sobre cómo se desencriptó lo expliqué en Descifrando Enigma. Sumando estos tres factores los aliados fueron inclinando la balanza a su favor, poco a poco y con un coste elevado pagado con la sangre de sus soldados, pilotos, marineros y marinos civiles que se convirtieron en presas fáciles para que los submarinos se cebaran en ellos para dañar la economía maltrecha de los británicos. Su economía y para que no recibieran material industrial, bélico y alimentos.
El submarino
Los alemanes irán comprendiendo, paulatinamente, que los tiempos de Prien y su gesta en Scapa Flow, a bordo del U-47 quedaban atrás y difícilmente se repetirían. Lo vimos en U-47: Comandante Prien.
Pero no será hasta el 9 de agosto del 41, cuando Roosvelt y Churchill se reúnan en la Conferencia del Atlántico, cuando los yankis decidieron escoltar los convoyes entre el Canadá e Islandia. Era poco, pero menos es nada.
Churchill comprendió, tiempo antes, que la única salvación para no abandonar el Atlántico Norte eran los convoyes escoltados, como dije al inicio, pero su verdadera eficacia llegaría con la incorporación de la US Navy.