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RoboCop

Tabla de contenidos

Ficha técnica de RoboCop

 
Título: RoboCop
Título original: RoboCop
Director: Paul Verhoeven
Año: 1987
Nacionalidad: USA
Producción: Ame Schmidt
Duración: 102′
Guión: Edward Neumeier y Michael Miner
Fotografía: Sol Negrin, Jost Vacano
Música: Basil Poledouris
Montaje: Frank J. Urioste

Ficha artistica

Peter Weller- Alex Murphy / RoboCop – 
Nancy Allen – Agente Anne Lewis
Ronny Cox – Richard «Dick» Jones
Robert DoQUi – Sargento Warren Reed

Pocas pelis habrá con mayor sabor a videoclub que RoboCop

 
Ya os he hablado de las sesiones de cine de culto con mis hermanos, y con los miembros del clan Sherwood del grupo Scout Kimball 110Blade Runner, 2001: Una odisea en el espacio, DUNE… Cuando yo era lobato, o tropero, y ellos me dejaban participar en sus videoforum porque, al fin y al cabo, siempre éramos nosotros los que poníamos la casa, en Madrid o en Navacerrada, y «yo era el peaje».
 
Pues bien, ésta peli no pertenece a ese grupo. Esta la vi con los amigos de la pandilla, José Sanz, Álvaro Ogalla, y hasta con Fran Calvo. Era de las que veíamos en mi casa o en la de José, junto con Rambo, TRONLos inmortales, Amanecer RojoFirefox, y sobre todo Rocky, su favorita.
 
Como os decía al principio, esta es de las que tengo su recuerdo asociado a cruzar el Manzanares para ir al Videoclub Prado para alquilarla. Junto con alguna de las otras que he mencionado, e irnos a una casa u otra para verla mientras volaban cómics, las patatas del churrero (de las de verdad, fritas delante de nosotros) alguna pelota de béisbol (porque jugábamos al béisbol en el Parque del Oeste) y alguna que otra bofetada porque, salvo Ogalla, el resto practicábamos artes marciales y os podréis imaginar lo que era ver El guerrero americano en semejante compañía.
 
Aunque lo mejor de todo eso, visto ahora, con la perspectiva del tiempo, era el ratito en el que nos dispersábamos por los pasillos del videoclub (y eso que éste era canijo) cada cual mirando sus pelis. Luego había que discutir cuáles íbamos a alquilar. No pocas veces tuvo que mediar el dependiente para darnos su opinión. Es lo bueno de que te conocieran tanto y pudieran decirte, o decirnos, lo que nos podría gustar o no. Pocas veces falló.
Como veréis, todavía no he empezado a comentar la peli pero creo que ya la he enmarcado en su época: una peli ochentera, aunque por el año en el que se estrenó en los cines no creo que llegara a los videoclubes antes de 1988, como muy pronto.
 

La peli nos pinta un Detroit del s.XXI, creo que de 2021

Bien podría haber sido de 2020 porque las calles están tomadas por vándalos que saquean supermercados, comercios y la policía cuenta los días por sus bajas. Me refiero a las del Detroit de la peli, aunque si esto lo hubiera escrito el es pasado habría estad de total actualidad.
Qué falta habría hecho un RoboCop. O uno por ciudad en todos los Estados Unidos.
 
Que conste que no negaré la mayor, que el origen de las revueltas lo causó un policía. Para colmo de Minneapolis, donde yo viví 1992-93.
 
Un comportamiento injustificado, con abuso de poder incluido, que terminó mal, pero que muy mal, fatal. Eso provocó protestas lógicas, que comprendo, pero de ahí al vandalismo medió tan solo la politización del asunto.
Mientras fue tratado como una protesta social, me pareció lógico. Pero atacar a toda la institución policial, por el mal acto de uno de los suyos, eso ya no era ni espontáneo ni natural. Y saquear, linchar, quemar y robar entre cócteles Molotov y derribo de las estatuas de los hombres que pusieron los cimientos de una Nación no es protestar, es vandalismo.

Pero más triste que ver a una generación que odia a su propia civilización…

Es ver a los garantes de su integridad rindiéndose al chantaje de la violencia organizada, eso es peor.
 
Por eso os digo que ésta distopía es la más cercana a la realidad de cuantas han pasado por el cine. Salvo por lo del RoboCop.
Hay otro aspecto que me parece de interés para terminar de entender esta peli. En no pocos blogs y podcast he escuchado algo que, visto desde nuestra perspectiva, como españoles, ha chocado, y mucho. Ver que la gestión de la Policía de Detroit está en manos privadas. En muchos de ellos he escuchado cómo se echaban las manos a la cabeza diciendo que era la máxima expresión de un capitalismo extremo.
 
Me permito una aclaración.
 
Muchas cárceles y no menos comisarías de policía, sobre todo las del sheriff son públicas pero están gestionadas por manos privadas en los Estados Unidos. En el caso de las comisarías me refiero a las medianas o las más pequeñas. Esto es algo que sucede desde la expansión hacia el Oeste en los primeros estadios de los Estados Unidos. Cuando avanzaron sobre territorio español y/o indio.

De ahí viene «su sheriff»

Lo entrecomillo porque se trata de una figura que, lejos de lo que podemos pensar, importaron de la Inglaterra feudal, como os expliqué al destripar a Robin Hood en su trayectoria literaria y cinematográfica en el troblogdita. El sheriff (inglés) era un alguacil, pero sobre todo un recaudador de impuestos para el noble de turno. Un particular contratado por su noble = Gestión pública en manos privadas.
 
Buena parte de lo mismo ocurre en los Estados Unidos, en cuyos pueblecitos (no en todos, pero sí en muchos), uno puede presentar su candidatura a sheriff y serlo, repitiendo el esquema del alguacil inglés, que no del recaudador.
Pero sobre todo pasa esto si lo proyectamos a los presidios (que toman el nombre de los castillos que tenían los españoles. Más que castillos, fuertes, para protegerse en los entornos hostiles). De reunir soldados, los presidios pasaron a reunir presidiarios y muchos de esos presidios recaen en manos privadas que son las que los gestionan. CUanto más pequeño es el centro penitenciario… más dura es su gestión. Por lo general con un puño de hierro inconcebible en Europa. Cadenas, grilletes, trabajos forzados. La viva imagen de Junqueras que hemos vimos cuando salió de la cárcel. Igualito. Los hay que incluso imponen uniformes vejatorios para que los presidiarios se sientan humillados.
 
Por lo tanto, ver que parte de la gestión de la policía, o de la rama de investigación de la misma, caiga en las manos de la corporación OCP no es una idea descabellada.
Otra cosa es que se les vaya la cabeza, como sucede en la peli. Pero para esto también hay una interpretación. El mismo concepto del RoboCop fue interpretado por Paul Verhoeven (a quien felicito en su 80 cumpleaños) como una manifestación fascista. Él era socialista y ésta sería su primera peli en Estados Unidos.
 
Entiendo que leería el guión y le temblarían las piernas. Dada su orientación política lo normal habría sido rechazar el proyecto, pero no podía decir no a su primera oferta de trabajo, por lo que accedió a dirigirla pero permitiéndose dar sus propias pinceladas al guión. Y de ahí, supongo, la exageración en la crítica anticapitalista.
Dando una de cal y otra de arena para no cantar demasiado, para no doblegarse del todo por cobrar el cheque. Casi del todo, porque el cheque tenía ceros suficientes para que mirara para otro lado. Pero sólo casi.
 
Y el caso es que al final hizo ésta película.

Cyborg…

 
Un superpolicía mitad hombre mitad robot (cyborg) que imponía la ley con puño de hierro.
Para quien vincule la ultraviolencia y lo gore de la peli al guión original y al personaje, por favor, recordad que antes de saltar el charco Verhoeven nos deleitó con películas como Los señores del acero: puro gore medieval. Como la escena del sótano de Pulp Fiction, pero sin katanas. Mercenarios (condotieri) asesinos, violadores y ladrones…
 
Y también hay que tener en cuenta que después de RoboCop, nos regaló otros peliculones como Desafío Total, Instinto básico, Showgirls y Starship Troopers… Todas rebosando crítica social y dopadas hasta las cejas del sadismo cinematográfico del director.
Una puede ser una casualidad, pero 4 ó 5…
 

¿He dicho un poli mitad hombre mitad robot?

 
Vamos con la peli…
Estamos en un Detroit en el que Verhoeven, socialista y anticapitalista, parodia el capitalismo extremo y denuncia las patas que han corropido a la Sociedad estadounidense: fuerzas de la Ley y el Orden, políticos. Bien parece estar pintando la España de nuestros días.

Digo esto, de antemano, porque en los demás sitios leeréis «Verhoeven refleja el capitalismo», o lo denuncia, o lo que sea. Pero todas esas aseveraciones son falsas, puesto que Verhoeben elucubra y, al hacerlo, arrima el ascua a su sardina para dar rienda suelta a sus dos inclinaciones: la política, denunciando el capitalismo que, dicho sea de paso, le ha cobijado, abierto las puertas y dado trabajo y su sadismo, presente en buena parte de su filmografía.

Un sadismo que impregnó y marcó su carrera a modo de sello personal gustando de no esconder las escenas más tórridas, sino recrearse en ellas y multiplicarlas para que se te quedaran grabadas en la cabeza.

De ahí la muerte de Alex Murphy. El protagonista

Lo mejor de todo es que nos lo mata nada más comenzar la peli. Pero volvamos unos minutos atrás. Para explicaros quién es el tal Murphy.

Un poli que acaba de llegar a Detroit.

De hecho se lo cepillan en su primera patrulla. No podremos decir que fuera un tipo afortunado.

Tópico sobre tópico (ochentero), Verhoeven nos ha presentado la típica comisaría caótica, en la que la violencia física y psicológica rezuma por los poros de todos cuantos se encuentran en ella, polis y delincuentes por igual.

Sargento Warren Reed, negro, gritón, mal hablado, siempre enfadado, con bigote, fumando un puro (creo) y que sólo le falta escupir cuando habla. Eso sí, el más justo de todos.

Duchas mixtas, mujeres andróginas, y de armas tomar… y poli nuevo encasquetado como pareja sin que parezca que va a cuajar su estancia en la comisaría.

Dentro de esa violencia vemos cómo reaccionan con total naturalidad ante el asesinato de un policía. Y cómo el comisario aplaca las de por si pocas ganas de venganza o de organizar una huelga. Toque sindicalista… Creo recordar que les dice, «somos policías y no fontaneros». Y san se acabó.

Reparto de tareas a lo Hill Street y allá va nuestro protagonista, a medirse con el mayor asesino de policías de todo Detroit. Bueno… él no lo sabe cuando sale de la comisaría, pero lo descubrirá muy pronto.

Antes os dije que el prota de la peli muere al comienzo de la peli. Ahora he de deciros que no es del todo cierto.

Todo el que viera la escena convendría conmigo en que lo normal es que saliera de ella fiambre. Mutilado por disparos a bocajarro y descerrajado a quemarropa. Todo aderezado con un tiro en la cabeza.

Su compañera, el agente Anne Lewis, le dará por muerto… Pero no lo está.

Eso lo comprenderemos instantes después. Cuando empecemos a ver por sus propios ojos, ya no los de Alex Murphy, sino los del RoboCop (policía-robot).

¿Quiénes son esos tipos?

¿Qué están haciendo?

Para entender su actitud, y sus actos, hemos de dar un saltito atrás en la peli. os vamos a la sala de juntas de la corporación OCP. En ella veremos la presentación de un prototipo de robot que ayudará a patrullar ala policía y evitará muchas muertes de agentes.

Pero la cosa les sale rana porque en la misma presentación del robot, se le cruzan los cables y se cepilla al directivo que estaba simulando ser una amenaza pistola en mano.

¡Qué disgusto!
Esto supondrá dinero y tiempo a la Corporación. Verhoeven quiere recalcar el ansia de poder y de dinero de los empresarios y lo hace pasando página sobre la muerte de su empleado y dando paso al siguiente prototipo, nuestro RoboCop, que parece que no tardará demasiado en estar operativo.
 
Ahí entroncamos con «la muerte» de Alex Murphy. Sobre cuyo cuerpo tienen derechos, como gestores de la policía, para experimentar con él y convertirlo en cyborg para hacer el super policía RoboCop.
Más máquina que hombre, le han borrado la memoria, mantiene aspectos vitales, como su cabeza, su corazón, aparato digestivo y para de contar. El resto es un robot.
 
Concebido para servir y proteger, el lema de la poli americana.
 
Y a fe que lo hará.
Iremos viendo cuán competente es desde que aparece. Su habilidad disparando. Su fuerza… hay quien lo compara con Terminator, aunque a mi parecer no le habría durado ni medio telediario al T-800, ni qué decir del T-2000.
 
¿He dicho Telediario?
 
Aquí hago un alto.
Vuelve a parecer que Verhoeven retratara a los medios españoles en medio del Coronavirus. Periodistas que se burlan de la realidad, se la inventan, la maquillan y se parten de risa. En la peli los vemos así, partiéndose de risa mientras dan noticias escabrosas.
 
Es como si una televisión pública hubiera hecho una serie para que nos riésemos de la pandemia que está matando a centenares de personas día a día y nos oculta la cifra real porque el Gobierno ha metido dinero, millones de euros, en su cadena para que no den las noticias verdaderas.
Eso es lo que denuncia Verhoeven en la América ficticia de ésta distopía. Eso es lo que estamos viviendo en España desde antes de que llegara el COVID-19, cuando nos negaban que pudiera llegar a ser peligroso. Un genio Verhoeven, ¿no lo creéis?
 
Tampoco saldrá bien parados los publicistas. Como veremos en el anuncio en el que toda una familia juega a las guerras nucleares y se lo pasan «bomba». Literalmente.
El caso es que el cyborg tendrá sus fallos de memoria. Aunque esos fallos serán los que le ayuden a tomar conciencia de si mismo e irá recordando, a modo de flashes, quién es en realidad.
 
Para ello contará con la inestimable ayuda de su antigua compañera, quien lo reconocerá por el gesto de cowboy que hace al guardar su arma cuando la dispara.
 
Veremos cómo se escapa de la comisaría y acude a su hogar, pero su familia ya no vive allí.
De hecho se han mudado al darlo por muerto y han reiniciado una nueva vida.
 
Esa conciencia de uno mismo será la que le empuje a identificar a quien trató de asesinarle y tomarse la revancha impartiendo su propia Justicia.
 
De nuevo con la ayuda de su compañera fiel.
 
Todo nos lleva al duelo final al más puro estilo western pero aderezado con el auxilio de su compañera porque al RoboCop le estaban poniendo listo para papeles por segunda vez.
 
Como veréis es una peli que no te deja tranquilo. Te remueve la conciencia y, si la ves con la guardia baja, te manipula psicológica e ideológicamente.
Por lo demas es muy recomendable porque te lo pasas bomba viendo las cosas que se podían hacer y decir en los 80s por las que hoy te lapidarían en la Plaza Mayor con tan sólo insinuarlas, sin llegar a verbalizarlas.
 
«Vamos p’atrás…»

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