el fancine - Web de cine - Blog de cine - Podcast de cine - AlvaroGP SEO y contenidos digitales
Rio Bravo - 1959 - USA - Howard Hawks - Western - John Wayne - Peli del oeste - Peli de vaqueros - el fancine - Web de cine - Alvaro Garcia

Río Bravo

Tabla de contenidos

Río Bravo es el Feo, fuerte y formal de Loquillo.

«No vine aquí para hacer amigos
Pero sabes que siempre puedes contar conmigo (…)»

Es un canto al Honor. A la lealtad. Un homenaje al sacrificio por oficio. A entregarte a una causa noble. Saberte portar cuando has empeñado tu palabra. Saberte resignar cuando afrontas la fatalidad, pero no quieres dar un paso atrás. No por el qué dirán, sino por qué te dirás tú a ti mismo cuando pase el tiempo y recuerdes que fuiste un cobarde.

Río Bravo es el «ni un paso atrás«

«Stand your ground and fight» de Hooligans.

El ni un paso atrás. Es proteger lo tuyo. Asumir la fatalidad y preferirla antes que la vergüenza o el bochorno. Todo eso es Río Bravo, y mucho más. Es un Western de los que crean género y generan la necesidad de seguirlo viendo.

Es el refranero español, cuando nos identificábamos con aquello de «más vale honra sin barcos que barcos sin honra«. Honra, palabra… Capacidad para el compromiso y lealtad a propios y a extraños. No porque esa tercera persona te exija el cumplimiento de una palabra, de tu palabra. Sino porque tú te sabes comprometido y no te permites a ti mismo faltar a tu palabra. Quede, o no, alguien con vida para honrarla.

Esto me lleva al Concilio de Elrond, en La Comunidad del Anillo. Cuando Gimli dice que «desleal es aquel que se despide cuando el camino oscurece«. En un intercambio de sentencias con el medio elfo y señor de Rivendel, Elrond. En Río Bravo los protagonistas son Gimlis. Una vez comprometidos, muertos antes que huidos.

Y para colmo, igual que la misión de Frodo, si el propósito o el reto, o el trabajo se antoja imposible, más firme se muestra el héroe. Más digno en su palabra. Teme a la muerte, por descontado. Pero más teme a que lo tachen de cobarde, de desleal, o de faltar a su palabra. Que en la vida real, la de los hombres que se visten por los pies, no valen las medias tintas. No vale decir hoy blanco y mañana negro. No vale faltar a la palabra dada, que es la medida del valor de un hombre.

Vales como persona lo que vale tu palabra

Y si mientes, retuerces el significado de lo que has dicho para decir lo que realmente querías decir… Lo normal era terminar emplumado o emplomado, dependiendo de la gravedad de tu mentira o falta de lealtad.

Todo eso lo vemos en Río Bravo. De un modo lacónico. Ahorrando saliva. Sin escatimar valor. Amor propio y arrestos.

Por eso el protagonista lo encarna John Wayne

Porque nadie representa la dignidad, la fuerza de espíritu, la abnegación y el sacrificio como él. ¿O tengo que rescatar sus papeles en Fort Apache y en El hombre que mató a Liberty Valance?

Por algo era el actor fetiche del, probablemente, Mejor Director de Cine de todos los tiempos: John Ford. Del que aprendieron todos y al que todo le debe la industria del Cine. El más sincero al respecto ha sido Steven Spielberg, en su reciente biopic Los Fabelman.

Ford retrató como nadie la eterna lucha entre el bien y el mal. Hasta que llegó Howard Hawks, y se le subió a las barbas con este peliculón. Pero da igual, no importa el director, importa la película y su calidad.

Si será buena que, preguntado Ford por su mejor peli dijo que esta sin dudar. El periodista le corrigió diciéndole que no era suya sino de Hawks y el director le tomó el pelo diciendo: «Pensé que era mía«. No existe mejor manera de ensalzar a una peli.

Bonita pandilla

Sheriff + Borracho + Abuelete + Imberbe

Cuatro tristes que tendrán que medirse a cuarenta matones profesionales.

Ni un paso atrás.

El comienzo de la peli, que será sin mediar palabra, transcurre en un Saloon. En medio de un montón de parroqianos vemos a Dude, el borracho. Deambula por la sala, sin blanca, necesitado de un trago de alcohol. En esas aparecerá un chulo de bar que le ofrece el dólar para que pueda beber, pero lo arroja a una escupidera. Si quieres beber te tienes que humillar.

Y Dude se postrará para meter su mano en la escupidera.

Lo siguiente que vemos es una bota de vaquero dando un puntapié a la escupidera. A priori podría parecernos que están chuleando al pobre borracho. Pero vemos que es John Wayne, y que es el sheriff. Por lo que no puede estar actuando de mala fe. Quien sí le chuleaba era Joe Burdette. El que lanzó la moneda.

El sheriff se encara al lanzador de monedas tras acudir al rescate de Dude. Intenta evitarle la humillación a la que él mismo se había prestado. Este acto generoso precipitará la acción de toda la película. Ya han pasado cinco minutos y no hemos oído ni una palabra. Pero Hawks nos ha presentado a los protagonistas de una pincelada.

Y todo por un dólar tirado a una escupidera

Un suceso tan desagradable como desgarrador.

Hemos conocido al borracho, que luego sabremos que es el antiguo ayudante del sheriff. Ya nos ha presentado al propio sheriff, que es quien acude en auxilio del borracho. Hemos conocido al villano, o hermano del villano, que es el de la moneda, el tal Burdett.

El borracho se siente humillado por la situación en general. Y frustrado por quedarse sin el trago, a pesar de tener que pasar por la humillación para lograrlo. Por eso, cuando el sheriff avanza hacia la barra, donde está Burdette, le asalta por la espalda y lo reduce de un porrazo. Fuera de juego el sheriff, el borracho intenta agredir al chulo, pero éste lo reduce a golpes con ayuda de sus matones.

Un paisano acude para apaciguar la escena y retiene a Burdett quien, ni corto ni perezoso, le descerraja un balazo en el estómago que lo deja más tieso que la mojama. Una vez recuperado el sheriff, y ahora sí, con la ayda de Dude, el borracho, reduce a Burdette y lo encierra en el calabozo.

Una de vaqueros

Y de las mejores.

El problema es que ese tal Burdett pertenece a una familia que, poco más o menos, son los dueños del pueblo. Viven a las afueras y tienen unos cuarenta matones a sueldo en plantilla.

Vamos, que no van a dejar que el sheriff entregue a uno de los suyos al juez del condado. De hecho sitian el pueblo y meten algunos, a modo de avanzadilla, para que vigilen la comisaría.

A la pandilla hemos de sumar a un amigo del Sheriff. Lo conoce del último par de años, porque atraviesa periódicamente el pueblo. Este le presentará a Colorado, su nuevo guardaespaldas. Un muchacho jovencito, rápido, pero inexperto que resulta tener más sentido común y sangre fría que todos los demás juntos. Se lo presenta para ofrecer una pistola más para afrontar la guerra que está por llegar. Ni John (el sheriff) quiere al crío ni el muchacho parece dispuesto a jugarse el pellejo defendiendo causas ajenas.

Dude y el sheriff

Entoneces comprendemos la relación entre Dude, el borracho y Chance, el Sheriff. El primero fue su ayudante. Un gran tipo, y buen pistolero. Se echó a perder por el amor de una mujer que lo llevó por la calle de la amargura y le arrastró al alcohol. De ahí, y desde entonces, se hundió en el alcohol.

Dude es un gran tipo, pero por el momento no es el dueño de su vida, lo es el alcohol. Y Chance se esmera en ponerle las cosas difíciles para forzar a su antigo compañero a tomar la decisión que le aparte de su adicción.

El amigo, que es el jefe de Colorado, digamos que pasa a mejor vida de un modo involuntario. Precisamente por haber intenetado ayudar al representante de la Justicia. Se pasó la noche instando a las personas del Saloon a unirse al sheriff. Esto hará que el chaval cambie su percepción de la historia, y decida, ahora por propia voluntad, sumarse al bando de los buenos.

Stumpy

Es un viejete adorbale. Cascarrabias, malaspulgas, pero adorable.

Es el segundo de Chance en la oficina del sheriff. Está viejete, no le quedan dientes, está cojo… pero su sentido del compromiso, su lealtad y su admiración al sheriff y su costumbre de estar, siempre y por siempre, en el lado bueno de la vida harán que sea quien menos dudas tenga a la hora de atrincherarse en el calabozo para esperar la acometida de los villanos.

No tiene filtros en la boca: dice lo que piensa y le da igual cómo siente lo que dice.

La chica…

Abramos un paréntesis para explicaros a la chica. Porque la hay, y la habrá. Una mujer resuelta y sin remilgos que se gana la vida desplumando a los ingenuos que juegan con ella a las cartas.

Cuando Chance la conoce se propone desbaratar sus trampas y hacerla marchar del pueblo o entregarla a la Justicia. Porque la busca la Justicia por tramposa, por tahúr. Pero una cosa lleva a la otra y al final le hará tilín. A partir de este instante el sheriff tendrá dos frentes abiertos: la muchacha, que se alberga en el saloon y los Burdette, que están por todas partes.

Para ser justos… ella se enamora de él antes que él de ella.

Carlos el mexicano

El dueño del saloon. Un tipo responsable, trabajador, leal a Chance y buen esposo y amigo.

Es, en gran medida, el canalizador de buena parte de la acción. El nexo entre escenas y entre personajes. Siempre atento, siempre amable y siempre presto para hacer el bien.

Colorado

De Colorado ya os he hablado. Un chaval poco común. Guapo, inteligente, prudente, diestro y cantante. Lo tiene todo para triunfar en la vida. Y, como dije antes, hasta tiene un gran sentido común.

El actor es el rockero Ricky Nelson y este tipo de pelis es lo que le habría gustado hacer al mismísmo Elvis cuando empezó a hacer películas.

Los Burdette

Más o menos ya han sido presentados, pero les dedicaré un par de párrafos.

Son los malos, de eso no nos cabe la menor duda. Son los típicos matones venidos a más que se han adueñado de la mitad, sino más, de las tierras del condado. Y se quieren adueñar de todas. Para ello crean su propio ejército de matones y cuando estos van al pueblo, la lían parda.

Ya os he dicho que uno de ellos, no de los matones, sino de los Burdette, está en el calabozo. Y su hermano, el jefazo, acude para intimidar a los representantes de la Justicia, pero que si quieres arroz, Catalina. Se entera de primera mano del cargo por el que se le acusa, asesinato. Y le da igual, piensa sacar a su hermano de ese calabozo antes de que lo entreguen a los represntantes de la Justicia.

El Álamo

Un guiño divertido. Una genialidad del guionista, o del director.

Cuando los Burdette asedian el pueblo, Nathan, el patriarca, no sólo visitará a su hermano en la oficina del sheriff. Cuando se larga de allí le pide a uno de los lugareños que toque La canción del degüello.

Colorado explica a Chance que esa era la canción que tocaron en el asedio de «El Álamo«. Y que su significado es «sin cuartel«. Es decir, no dejar prisioneros. Asediar hasta que los defensores se rindan, o mueran. Vamos, que lo tienen crudo.

El guiño que apuntaba antes es, precisamente, a la película El Álamo, protagonizada por el mismo John Wayne, que encarnó a Davy Crockett.

El único detalle amable, en este tramo de la película, es cuando Chance le entrega a Dude sus antiguos revólveres. Emocionado le pregunta a Chance que cómo los consiguió y él, el sheriff, le explica que se los compró al mismo tipo al que Dude se los vendió para poder comprar alcohol. Porque esperaba que en algún momento recuperara su estado habitual, de lucidez, y volviera a necesitarlas.

Sentido del deber

Es la clave de la peli.

Junto con la honorabilidad.

Estos tipos se compromenten con la Justicia y llevarán su juramento hasta las últimas consecuencias. Con miedo. Todo en contra. Sin persepectivas de éxito. Pero su sentido del deber rellenará todas las lagunas. Despejará todas las dudas. Será el norte en una brujula ética, y moral, que les marcará el rumbo a seguir en todo momento, para cumplir su juramento.

Jurar Vs. perjurar

Jurar es sagrado. De hecho se jura en sagrado, sino se promete. Pero el juramento conlleva un grado de sometimiento a lo jurado muy superior a lo prometido. Y lo digo yo, que soy Scout y llevo a gala mi Promesa Scout. Pero un juramento… El juramento, como decía antes, recordando a Gimli, puede darte fuerzas cuando has desfallecido. O te pede triturar, cuando te apartas de lo jurado.

Apartarte de lo jurado es romper tu palabra. Desvincularte de ella. Es mancillar tu honorabilidad, perder la credibilidad y someter al engaño a sus víctimas. Dante lo tenía muy claro. En su Comedia (la Divina comedia) colocó a los mentirosos, a los traidores, a los políticos corruptos y fraudulentos en el Infierno. Allí reunió a todos los que quebrantaron una promesa. Pero, y sobre todo, y todos, a los que minitieron a conciencia.

Castigo para los que perjuran, que es lo opuesto a jurar

Todavía el mentiroso puede tener un pase. No para mi, que no miento por principios, y no aguanto a mi alrededor a quien mienta.

La realidad podría haberle hecho darse de bruces, al mentiroso, con su palabra empeñada. El camino más corto para huir de ella sería ignorándola.

Pero el perjuro jura o promete a sabiendas de que hará lo contrario a lo que está jurando.

Esos no tienen perdón de Dios. Se regocijan con perversión en lo sagrado de su juramento para profanar y mancillar su propia palabra, carente de valor.

Lo contrario que el sheriff John T. Chance

Luce una placa que le recuerda, a cada instante, que es presa de un Juramento. Se ha casado con la Ley. Y en hacerla cumplir. Y seguro que el miedo hará que dude más de una vez. Pero si se enfrenta a su estreclla plateada se le disiparán las dudas. No los miedos, ni los tempores, que esos van por dentro. Pero sí comprenderá que tiene que enfrentarse al miedo, a su miedo, para cumplir su juramento o morir en el intento.

Por eso me referí a la canción de Loquillo. Feo, fuerte y formal. Porque está escrita pensando en el Duque, apelativo por el que se conoce a John Wayne. Y porque John Wayne es la personificación de todas esas palabras empeñadas. Incluso silenciosas. Esas que sellas con una bajada de párpados cuando sientes la llamada del deber. Aunque te pueda llevar por delante.

Eso es lo que le pasa a Wayne en esta película, pero mucho ojo con cómo le ocurre en El hombre que mató a Liberty Valance. O en Fort Apache. Son distintas pelis. Aparentemente dentro del mismo contexto, pero todas diferentes. Y en todas ellas Wayne encarna a tipos que se visten por los pies. Hombres que saben que no merece la pena vivir sin honor. Esos hombres que viven el comrpomiso y se desviven por cumplirlo. A algunos los desviven del todo…

Hay que ver Río Bravo

Porque te deja un gran sabor de bpoca. Te reconcilia con la vida. Es una peli ruda en algunos puntos, hasta tosca, pero con un fondo hermoso que no pretende otra cosa que sacar lo mejor de los personajes que la protagonizan. A ninguno le han regalado nada, todos han luchado, fracasado y se han vuelto a levantar para llegar a donde están.

Se ayudan los unos a los otros. Se respetan y procuran compañía y lealtad. Haciendo de una partida de perfectos desconocidos una familia. Desde Carlos a Chance, desde Colorado a Feathers, la chica.

En la recta final de la peli veremos que todo avanza cual embudo hacia un duelo final. No un duelo singular, sino a que se midan ambas facciones y resuelvan sus diferencias a pistoletazos.

Otras películas

Ir al contenido