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1898: Los últimos de Filipinas

Tabla de contenidos

Ficha técnica de 1898: Los últimos de Filipinas

Título: 1898: Los últimos de Filipinas
Título original: 1898: Los últimos de Filipinas
Director: Salvador Calvo
Nacionalidad: España
Año: 2016
Producción: Enrique Cerezo
Productora: Enrique Cerezo
Duración: 115′
Guión: Alejandro Hernández
Fotografía: Alex Catalán
Dirección artística: Carlos Bodelón
Vestuario: Paola Torres
Regidor: Alberto Lobo
 

Ficha artística

Luis Tosar – Teniente Martín Cerezo
Eduard Fernández – Capitán Enrique de las Morenas
Carlos Hipólito – Doctor Rogelio
Ricardo Gómez – José
Álvaro Cervantes – Carlos
Javier Gutiérrez – Sargento Jimeno
Karra Elejalde – Fray Carmelo
Patrick Criado – Juan
Raymond Bagatsing – Comandante filipino
Alexandra Masangkay – Teresa, puta del pueblo
 
Al principio de la película leemos una entradilla que reza:
«Esta historia está inspirada en hechos reales. Algunos personajes, nombres y situaciones han sido ficcionados para su adaptación dramática y no corresponde a la realidad».
A veces cuesta arrancar.
 

«Ficcionados«, del verbo «ficcionar».

 
Lo he buscado en la RAE y no aparece. De hecho me sugiere «faccionar, ficcional, friccionar y miccionar«. El verbo más parecido a lo que ha hecho el guionista de la peli con «algunos personajes» sería el último, «miccionar«. Porque su esfuerzo ha dado un resultado para mear y no echar gota.
 
Superado el mal trago: el miccionado o ficcionado del guionista, aporto una sugerencia que mejoraría la entradilla. Hablan de «adaptación dramática«. Falso. Creo que querían decir «dramática adaptación» si se refieren a lo que han hecho con la Historia para crear el guion de esta película.

Se puede ser ignorante, cosa que se cura leyendo

Uno puede escribir el guión de una «película histórica» sin tener ni puñetera idea del hecho que va a narrar. O en el que va a basarse su narración. Cosa que se cura leyendo, también. Pero escribir el guion de una película con el respaldo de dos historiadores. Uno de los cuales se ha recorrido miles de kilómetros y ha escrito un libro que, curiosamente, se llama «Los últimos de Filipinas: Mito y leyenda del sitio de Baler«… Contar con ellos a la hora de escribir el guion y desdeñar sus consejos, matices y observaciones… eso ya no es ser ignorante. Tampoco es no tener ni puñetera idea. Es mala leche o no es nada.
 

No prestaron atención a los historiadores

Y creedme, lo sé de primera mano, pues uno de ellos es mi amigo

 
Me refiero a Miguel Ángel López de la Asunción y luego está su colega Leyva.
 
Ellos son los escritores del libro que menciono (y te lo recomiendo si de verdad quieres comprender de qué tendría que haber hablado esta película). Tanto lo recomiendo que les dediqué una entrada en mi blog de ocio «el troblogdita«… Los últimos de Filipinas: Mito y realidad del sitio de Baler.
 
Una obra de arte imprescindible para todo el que se considere español y se sienta orgulloso de nuestra Historia. Al final pidieron ser excluidos de los títulos de crédito por vergüenza y respeto a los verdaderos protagonistas del episodio histórico y a sus familiares. Estos últimos habrán sufrido al ver esta recreación.
 
Lo mismo te sucederá si eres español y ves esta peli. Si conoces la historia sentirás vergüenza. Solo podrás disfrutarla si no eres español. O mejor dicho: todo el que se considere antiespañol saldrá batiendo palmas por la visión sesgada, perversa y pervertida que se hace de un episodio tan épico como anecdótico como el que nos concierne.

En España «semos asín«

Los franceses tienen un par de episodios que destacar, ambos negativos: la Revolución francesa (una escabechina en la que las turbas tomaron la calle y cortaron cabezas a discreción) y Napoleón, un tirano. Pues bien, han dejado pasar el tiempo y han edulcorado las matanzas de uno y otro para poder sacar pecho de ellos. Lo podrás entender leyendo estas dos entradas: Vencer o morir, sobre la Revolución y Waterloo, sobre Napoleón.
 
Los ingleses se inventan mitos, realidades Retuercen la historia o la esconden (como en el caso del repaso que les metió Blas de Lezo). Basan su imperio en negreros y protestantes fundamentalistas que se dedican a cazar pieles rojas en América. A reforzar las castas en la India y aniquilar a los aborígenes australianos para convertir Australia en una prisión. Ya hay que tener basura para necesitar semejante cárcel. Pero ahí están, sacando pecho.
 
El caso contrario son los alemanes. Llevan 70 años fustigándose por un pecado que no fue suyo, si no de unos antepasados descerebrados (y ni siquiera de todos ellos, pero en fin). Por si alguno se pierde me refiero a Hitler y su pandilla de socialistas nacionalistas. Lo explico en El hundimiento.
Los españoles «semos asín». Tenemos episodios que ya los querrían los demás para si. Y uno de los más gloriosos, el episodio que pone broche a un Imperio, el español es este de hoy.

El episodio que saca brillo a la mancha del 98

Se lo ponemos en las manos a un guionista que desdeña el consejo de dos historiadores y retuerce, pervierte, deshonra, atropella y estupra un episodio del que deberían habernos hecho sentir orgullo.
 
No digo que demos un salto en el tiempo y repliquemos Los últimos de Filipinas de 1945. Tampoco que nos ciñamos a la visión parcial filipina, como la película de 2008. No. Si se hubieran ceñido a la Historia. La historia para el guion habría sido fabulosa. A saber… Un puñado de españoles aislados del resto del Imperio defiende una parcela de terreno creyendo vigente dicho imperio y siendo fieles y leales a su bandera y a sus principios por igual.
 

De ahí sale una película fascinante porque…

  • Fascinó a los españoles que todavía vivían en Manila. Se lamían las heridas tras perderla a favor de los Estados Unidos
  • Fascinó a los españoles en España que no daban crédito a que un puñado de muchachos mantuviera una moral inquebrantable y cerrara filas por su Patria
  • También fascinó a los filipinos que, cuando el episodio llegó a su fin, los trataron con honores (excepto en el camino de regreso a Manila, que sacaron lo peor que llevaban dentro)
  • Y fascinó a los Estados Unidos que alucinaron con los españolitos y siguen estudiando el caso en sus academias militares
 
Este episodio fascinó y fascina a todos por igual. A todos menos a Alejandro Hernández.
 
Me figuro que al principio por ignorancia, pero bien asesorado, como lo estuvo, tiene que ser más bien por desdén y arrogancia. Petulancia, necedad… Tienes a dos profesionales como la copa de un pino diciéndote «eso no fue así. El capitán no dijo eso. «Esa situación fue asá...» y no les haces ni caso… No. No es ignorancia. Raya la vileza.
 

Enrique Cerezo…

 
Ni que decir que los dos historiadores hablaron con Enrique Cerezo para intentar rescatar la dignidad de la película. Perdida ésta, harían lo propio para no enmerdar el episodio histórico, incluso para no mancillar sus propios nombres. 
 
Enrocado el tal Hernández, a quien no entiendo es a Cerezo.
 
Dicho esto, que no es poco… entro en la película.
 
No voy a hablar de los personajes. Me niego a dar crédito al tratamiento que han dado a los verdaderos en este guion.
 
Es bochornoso el trato que han dado al Capitán de las Morenas: timorato, retraído y cobarde. Es una pena desperdiciar un Teniente Martín Cerezo haciéndole pasar por fanático y casi loco… Y del cura yonki ni os hablo.
 

Para muestra un botón:


-«Dile que nos manda un traidor.
– Un traidor no, pero sí un incompetente».

Nos pintan a un de las Morenas escondido en lo alto del palo del gallinero huyendo del combate y rehuyendo enfrentarse a sus hombres. Nada más lejos de la realidad.
 
Para que os hagáis una idea. En un episodio, fruto de la confusión y de llevar el sentido del deber hasta el último nivel del compromiso…

En la película el héroe es el cobarde. El desertor

Lo pintan como el único con dos dedos de frente. Vil sanguijuela… el traidor de entonces y el que os incita a tomarlo por correcto. El traidor vende a sus hermanos. El desertor los deja desprotegidos. Y aquí lo plasman como coherente y, si me apuráis, como el único sensato. Por esa misma vara de medir mido yo a quien ha creado al personaje.
 
No podía faltar el episodio de brutalidad españolista en la que machacamos el arte cercenando carreras y futuros artísticos. Y una teta. Que una película española sin una teta no es ni española ni película.

Hago un pequeño alto. En la teta

Tenemos la figura de Teresa. Una mujer filipina que comercia con su cuerpo y busca información de los españoles para comunicársela a su hermano, el líder de la resistencia. Hasta ahí podría incluso comprarlo.
 
Pero no en el trato que le han dado y en cómo la representan. Dentro del conjunto total de toda la película y lo que es más, del mensaje que intuyo de ésta, me parece un canto (en su canto) a Carmela. Es decir… entreveo un homenaje velado a la República Española, en la figura de la mítica Carmela. Recreada en la película de Saura (gran película) ¡Ay Carmela!
 
¿No?
 
¿Lo retuerzo demasiado?
 
Quizás. Pero tendría pleno sentido. Tanto el homenaje a ¡Ay Carmela!, como a la propia Carmela, como a la misma República. De hecho me parecería lo más coherente. O lo único coherente de toda la película después de cómo pisotean a España. Lo único que me hace dudar es la finura de alinear tantas cosas para alcanzar dobles y triples sentidos. Y si así fuera no lo creo obra del guionista, que bastante tiene con lo suyo. 
 
El colmo habría sido ver un cocodrilo devorando a un españolito queriendo dar a entender que hasta la naturaleza nos despreciaba. Y este comentario sólo lo comprenderán quienes hayan tenido acceso a unos de los primeros guiones de la peli. Pues así empezaba según el texto original.

El vestuario es de notable alto

A pesar de las licencias en los uniformes. Me parece que está genialmente recreada y la adaptación del vestuario es formidable. Aunque según avanza la película vemos cómo se conservan los uniformes que, en la historia real terminaron destrozados y remendados por los propios soldados. Felicito a Paola Torres porque de verdad se lo ha currado. Intuyo que siguiendo los modelos originales del libro de Miguel Ángel López de la Asunción y Leyva, o siguiendo su consejo.

Será por pasta…

Se nota que es una película que ha contado con muchos recursos. Lo podemos ver en la fotografía. Sublime. Ahí sí me quito el sombrero. Me parece grandiosa la labor hecha por Alex Catalán. Ha recreado Canarias y Guinea Ecuatorial adaptándolas a una Filipinas cercana a la real. Alex Catalán e intuyo que Carlos Bodelón en su dirección artística, sin duda, lo mejor de la película y, sobre todo, a los esfuerzos del regidor, Alberto Lobo.
 
Qué deciros en resumen de esta peli. Pues en dos palabras:

1898: Los últimos de Filipinas…

Contaban con el presupuesto necesario. Tenían los medios necesarios. Contaban con el productor perfecto y su productora era la adecuada. Contaban con la tecnología y con los actores necesarios. Además contaban con asesores expertos en la materia y los desdeñaron.

Un guionista puede arruinar una película

Y lo pusieron todo en manos de un guionista que ha arruinado el trabajo de centenares de personas. Y también ha arruinado la memoria de unos héroes que lo fueron por error. Por compromiso, por circunstancias y sin pretender serlo: pero lo fueron. Y así los hemos honrado hasta que ha llegado Alejandro Hernández. El guionista ha vomitado sobre nuestra Historia. Eso sí, con la aquiescencia del director, quien podría haber invertido el rumbo de esta película.
 
Se ha dedicado a ensalzar al egoísta. Ha reforzado la autoridad moral del desertor. Se empeña en justificar al cobarde… O quizás se ha limitado a hablar de lo que conoce en primera persona. Ni lo sé ni lo sabré jamás. Tampoco me interesa.
 
Así pues termino mi comentario sobre 1898: Los últimos de filipinas con el sabor agridulce de quien ha visto pasar el tren que llevaba años esperando para subirse a él y ha pasado de largo sin parar.

Una ocasión perdida 

Para quitaros el mal sabor de boca os dejo este enlace a otras tres películas, también españolas que sí os harán disfrutar con el Cine español: Gernika, Zona hostil y Alatriste.

Otras películas

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