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El crack

Tabla de contenidos

Ficha técnica de El crack

Título: El crack
Título original: El Crack
Director: José Luis Garci
Nacionalidad: España
Año: 1981
Producción: José Luis Garci
Duración: 119′
Guión: José Luis Garci y Horacio Valcárcel
Música: Jesús Gluck
Fotografía: Manuel Rojas
Montaje: Miguel González Sinde
                       

Ficha artística

Alfredo Landa – Germán Areta – «piojo»
Miguel Rellán – Cárdenas «el moro»
José Bódalo – D. Ricardo «abuelo»
María Casanova – Carmen
Manuel Tejada – Alberto «el guapo»
Raúl Fraire – Francisco Medina

El crack es mi película española favorita

Cuando me di cuenta de que me acercaba al comentario de la película número 200 en el fancine to tuve claro. Supe que esta entrega tenía el nombre de un director y una película:

José Luis Garci + El crack

A años luz de todas las demás. Seguida por Volver a empezar, también de Garci. Ypor La Vaquilla, protagonizada por el mismo Alfredo Landa.
 
Una película que rezuma nostalgia.
 
Nostalgia del presente que se nos escapa entre los dedos. Del pasado que se enturbia conforme olvidamos. 
 

Si encima eres madrileño… qué os voy a contar de El crack.

Y si tu colegio estaba en la Calle Princesa… Y pasabas todos los días del curso por la Plaza de España… O comprabas cómics y cosas de cine, como postales, o carteles y carátulas de películas en las tiendas que hay entre San Bernardo y Gran Vïa… Qué queréis que os diga sobre lo que siento cuando veo esta peli.

Madrileño, cosecha del ’74

Cuando veo todos los cines de la Gran Vía, en los que nació mi amor por el séptimo arte. Las salas que siguen abiertas y las que cerraron por el camino. Las conozco y reconozco todas ellas. Y de muchas guardo grandísimos recuerdos disfrutando el cine. 

De hecho Garci refleja las carteleras en cada pasada por la Gran Vía. Vemos careles anunciando pelis como Flash Gordon, El divorcio que viene (uno de sus fotogramas ayudará a Areta…) y Viernes 13.

El crack es un paseo por Madrid

Hay una perspectiva de la Gran Vía, tomada seguramente desde la Torre de Madrid que resume muchos años de mi vida. Plaza de España, el edificio que hace esquina: Esas dos terrazas que se observan en primer plano. Qué buenos recuerdos guardo de ellas, pues tuve ocasión de disfrutarlas a fondo, ambas dos.

Y la propia Torre de Madrid. En la que, si no me falla la memoria, estaba la sede de Dinamic. Una marca de juegos para ordenador. En una planta muy alta que visitabamos en la media hora del recreo para ver si nos caía algún videojuego. Terminábamos comiendo el bocadillo en la azotea, mirando Madrid.

Veo la peli y veo los autobuses que doblaban allí: el Circular, el 46 y el 75. Nostalgia. Y si encima nos dejamos embaucar por la musiquita de Jesús Gluck a lo largo de la peli… Nostalgia X2.

Nostalgia… y cine, porque El crack es cine en estado puro

Cine del bueno, y encima cine negro a la española.

Homenaje a Dashiell Hammett

Tan a la española que, sintiéndote dentro de una gran historia detectivesca, la vemos salpicada de escenas cotidianas propias de España.
 

Sin ir más lejos, la escena de la cafetería en la que Areta se está metiendo un filete entre pecho y espalda me parece todo un estudio sociológico de aquella época.

Paquete de cigarrillos encima de la mesa, para empezar. Los dos ladrones que entran a robar y lo que más me llama la atención de todo es el suelo, Plagado de servilletas usadas y basura por todas partes.

 
Recuerdo perfectamente esa escena tan desagradable de servilletas, colillas, cabezas de gambas y chapas de botellas. Lamentable, pero la recuerdo. Así eran los bares de Madrid antes, y los de toda España. Siempre me asqueó el gesto de comer una aceituna y tirar el hueso al suelo.

Todo esto lo vemos en El crack

De rondón, sin protagonismo. Como elementos aislados del todo que era el Madrid de los años 70 y 80’s. Y ese todo reflejado por Garci con total naturalidad es lo que arropa a Areta y le imprime parte de su carácter: El del tipo cotidiano.

Un Madrid en el que los personajes juegan al mus en vez de al póker

Donde se apuesta a la Quiniela de fútbol. Un Madrid reconocible a todas luces, incluso cuando sales de los interiores y te paseas por la ciudad. Sucia, impersonal, violenta, áspera y deprimente. El Madrid de Enrique Tierno Galván: casposo y peligroso por igual.
 
Peligroso porque era un hervidero de delincuencia. Esas calles que vemos en la película, oscuras y cargadas de, no sabría de qué, ni cómo decirlo. ¿Agresividad? ¿Desdén? No lo sé.
 
Garci refleja ese ambiente de jungla de asfalto a la perfección. En la que se echa la noche y empieza la hora de los valientes. Un Madrid, por entonces, a las puertas de ser tomado por las tribus urbanas. Con el tiempo sumarían sus pintadas a la suciedad y la contaminación que vemos en las calles grises de la película.
 
Perdonadme si he dedicado tanto tiempo a Madrid presentando esta entrada, pero es otro protagonista de esta película.

Madrid… y Nueva York

La primera ya lo he explicado, la segunda porque se la menciona cada dos por tres. Si os decía que Madrid era sucia y oscura entonces, Nueva York era un anhelo de la metrópoli.
 
Se la menciona cada vez que Areta se entrega al barbero para que le afeite. Inmersos ambos en una atmósfera viril (toda la peli lo es) y pugilística. Los veremos hablando de boxeo y de boxeadores cada dos por tres.
 
Pero metámonos en la trama (alguno pensará «de una vez«).

Areta es carácter filtrado a través de su mirada

Areta es un policía retirado que se ha reinventado como detective privado.
 
Con el paso de la película iremos comprendiendo cómo y por qué abandonó la Policía. Se sentía fuera de lugar. Areta quiere investigar y, si me apuráis, hacer justicia. Cosa que parece anhelar con cada gesto que interpreta.
 
Nosotros le conocemos cuando cae un caso en sus manos. Cuando comienza a investigar la desaparición de una muchacha que lleva perdida un buen tiempo. El padre de la chica pide auxilio a Areta para que la encuentre. Areta si autoimpone un plazo de cuatro días para no perder el tiempo ni hacer gastar dinero al padre.
 
Tendrá que adentrarse en los abjos fondos y visitar los nidos de corrupción y de corruptelas más turbios de Madrid.

La investigación empieza en la Cadena SER

Allí campa a sus anchas un delincuente. En su día fue el novio de la muchacha: su primera pista. La chica desapareció cuando ambos eran estudiantes, quedó embarazada. El «delincuente» es ahora «DJ» y tiene un programa de música en la emisora.
 
La trama nos llevará por los bajos fondos de toda ciudad. De un ratero a un caradura, para terminar en una casa de citas con una madame y un chulo. Aparentemente la chica habría sido una muchacha de compañía de alto estanding.
 
Lo mejor de todo será ver cómo Areta empieza a recorrer un circuito que le están marcando desde fuera. Va como un ratoncillo en una ratonera de cristal, doblando las esquinas que tiene que doblar y avanzando por donde tiene que avanzar.
 
¿Por qué?
 
Porque el lío que está investigando parece ser más grande de lo que él intuye. Por lo menos al principio. Sin faltar la traición de turno. Siempre hay un Judas que te pega una puñalada por la espalda. Pero será justo esta puñalada la que le abra los ojos y le haga salirse de ese circuito, del laberinto. Le hará dejar de ser ese ratón y le permitirá coger al tigre por las orejas.

Consejos, advertencias y amenazas…

Un tigre al ya había pisado la cola, por cierto. Como bien le advierte (o amenaza) el abuelo. Que es su antiguo jefe de cuando estaba en la Policía. Para advertirle que se está metiendo donde no le llaman y que el caso se le queda grande.
 
Como no hay bueno sin malo, Areta tenía un compañero, también Policía, al que llamaba «guapo«. Todos tenían un mote. El abuelo, guapo y Areta era piojo. Pues bien, el guapo se volverá a cruzar en su camino, y también conla intención de apartarle del caso.

Ahora se dedica a la seguridad privada. Es un matón de tomo y lomo que trabaja para peces gordos. Los mismos peces gordos que frecuentan a las muchachas de la madame.

Y hasta aquí puedo leer…

Una historia de amor

En paralelo transcurre una historia de amor que nos desconcertará a lo largo de casi toda la peli. Entrañable y tierna como pocas historias de amor hemos visto en el cine. Nada empalagosa. Virtuosa.
 
Una relación condicionará bastante al personaje de Areta.

Un amor que hará que deje aflorar el lado más oscuro y mezquino de su propio ser. El Areta vengativo y obcecado que removerá Madrid con Nueva York para terminar lo que ha empezado.

¿O no?

No seré yo quien te lo destripe.

Alfredo Landa

No querría terminar de comentar El crack, a mi manera, sin destacar la interpretación de Alfredo Landa. Por cómo su personaje vive y se comunica a través de la mirada.

En la peli veremos miradas tiernas, cariñosas, viciosas, odiosas, temerarias, vengativas, pérfidas, perdidas y duras.

Muchas de ellas en los ojos de Areta. Magistralmente interpretado por Alfredo Landa, para sorpresa de todos que no veían en él más que al «landismo«. Un «landismo» que marcó otra época de nuestro cine y que, a más de uno ha hecho carcajear. A mi entre ellos.

Un areta silencioso. Cauto. Discreto… Sus ojos hablan más que él. Dicen más que él. Expresan más que él. Habla con y por los ojos y con sus ojos lo analiza todo, lo asimila todo y lo analiza. En silencio. Nervios de acero.

Toda esa fuerza de carácter de Areta se la debe a Alfredo Landa.

Estrené el troblogdita con Alfredo Landa, en 2013

Como detalle curioso, deciros que Alfredo Landa falleció el mismo día en que estrenaba mi blog de ocio «el troblogdita», el 9 de mayo de 2013. Más que curioso, luctuoso.

Estaba escribiendo el mensaje de bienvenida a mi blog para los nuevos lectores cuando escuché en la radio la noticia de su fallecimiento.

Ni corto ni perezoso, publiqué la bienvenida y, sobre la marcha, le dediqué unas palabras a quien tanto me había hecho disfrutar durante años: Hasta siempre Alfredo Landa.

Acabo de releer esta entrada y me doy cuenta de que en ese primer artículo (amén de la bienvenida) ya se la dediqué a este «crack» del cine y a la película que hoy nos ocupa. Tal era mi admiración a Don Alfredo, tanto como para estrenar un blog de ocio con su obituario.

Para colmo de coincidencias, en El crack Areta inicia su investigación por la Cadena SER, escenario también de Historias de la Radio. A la sazón, la primera película que comenté en el fancine. Eso en la primera entrega. En El Crack 2 se pasean por Antena 3 Radio, en el despacho de Manuel Martín Ferrand.
 
En cuyo Curso de Periodismo (Escuela de Periodismo Manuel Martín Ferrand) sigo inmerso hasta el próximo diciembre). De hecho la que he dedicado una saga de entregas vinculando Periodismo y Cine. En esa categoría está también Alfredo Landa en Historia de un beso.

Ectoplasma radiofónico

Qué cosas tiene esta vida… espero que esté sonriendo, el «ectoplasma radiofónico«, Don Alfredo, mientras degusta una de esas gildas que tanto le gustaban para saborear un Martini.
 
Así le llamaban en Cowboys de medianoche, el mejor programa de cine que existe en la actualidad, en esRadio, con Luis Herrero, Luis Alberto de Cuenca y el mismísimo José Luis Garci. Alfredo les escuchaba y de vez en cuando participaba. No estaba pero siempre estaba presente. No está, pero siempre sigue presente. De ahí lo de «ectoplasma«.
 
No os perdáis El crack 2 y la nueva,  El crack cero. la mejor peli española en 2019. Por lo menos para el fancine.

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