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Volver a empezar

Tabla de contenidos

Volver a empezar es un canto del cine español a la transición española

Divido Volver a empezar en dos bloques bien distintos. Los que me leáis asiduamente sabréis de mi pasión no de hablar de cine, sino de enmarcar cada película en su contexto histórico. Unas veces para alabar la fidelidad histórica y otras para corregir errores que, bien o mal intencionados, manipulan, cambian o simplemente desvirtúan la Historia.
 
En el primer bloque hablaré de Volver a empezar como una película que une a los españoles, a las dos Españas con cariño. El segundo bloque lo dedicaré a hablaros de qué vivimos los españoles durante esa transición. Yo todavía era un crío por entonces, pero sí viví los años posteriores, y sobre ellos también hablaré.
 
Por lo tanto, si solo te interesa el cine puedes prescindir del segundo bloque. Pero si te apasiona la Historia sigue leyendo hasta el final.

Volver a empezar: Comentario de la película

Nos enfrentamos al mejor director de cine español. Habrá quien se eche las manos a la cabeza. Acepto y admito que cada cual tenga el suyo y Garci es el mío en España.
 
Sólo hay que echar un vistazo a la peli que precedió a Volver a empezar y a la que le sucedió…
 
El crack – 1981
El crack 2 – 1983
 
Menuda terna.
 
Tres películas así en tres años… ¿Quién puede firmar semejante palmarés? Ni hoy ni entonces. Sublime.
 
No sólo por hacer tres pelis en tres años, que eso sí lo pueden hacer otro director. Sino por el calibre de cada una de las tres pelis.
 
Para que os hagáis una idea: mi peli preferida española es El crack. Pero Volver a empezar, que no está entre mis tres preferidas, es todo un peliculón.
 

El primer Oscar del Cine español

 
Es inmensa. Y merecedora como ninguna otra en la historia de nuestro cine de un Oscar. Después vino otro, y espero que lleguen más. Pero por buen gusto, buen cine, por estilo y por clase, ésta película y éste director. Un cine que se desmarca de lo ordinario y de lo grotesco, que huye de irreverencias y del esperpento y hace un cine cristalino que habla de personas normales. Dramas normales, penas normales y dilemas personales comprensibles para la inmensa mayoría de las personas.
 
Es una peli española que, como excepción, se entiende cuando hablan los personajes. Quizás porque se regrabaron los diálogos en estudio, evitando esos ruidos y cacofonías que dificultan la comprensión de tantos diálogos en las películas españolas. Entiendo que hay una costumbre de grabar los diálogos en vivo y en directo pero entre los ruidos propios de la escena y la mala dicción de los actores, uno termina por no entender los diálogos, cosa que no sucede en esta peli.
 
Esta peli es un drama. Salpicado con alguna gracia simpática, pero drama al fin y al cabo.
 
Le decía en Twitter vía el @elfancine a un amigo que me decía que esta peli era muy lenta «Esa narración pausada refleja la Paz de espíritu de quien, en la resignación, asimila la mala nueva y quiere dejar cerrados todos los capítulos y heridas abiertas de una vida entera. Esta peli supura eso, «Paz de espíritu» consigo y con su España».
 

Este sería mi resumen de la peli

 
Porque Antonio es un español nacionalizado estadounidense. Se exilió. No recuerdo si la peli especifica si antes, durante o después de la guerra civil. Pero partió para los Estados Unidos y no volvió a pisar España hasta 1982. Entre medias se hizo escritor y profesor en Berckley. Y su viaje a Europa vino motivado por tener que ir a Estocolmo para recoger el Premio Nobel de Literatura. Cosa que nos descubrirá la peli estando ya un poco avanzada.
 
Y entonces, sin saber por qué (nosotros, al principio) decide poner rumbo a España y termina en su Asturias natal. Allí empieza como un tipo normal en una historia normal, hasta que recibe una llamada de teléfono que hará que cambie nuestra percepción del personaje. La nuestra y la de los empleados del hotel, porque se topan, de buenas a primeras, con una llamada de S.M. el Rey de España, Juan Carlos I, cuya voz puso Pedro Ruiz, un fabuloso cómico, e imitador.
 
Esta llamada hará que nosotros, como espectadores, y esos empleados, cambiemos nuestra manera de ver a este tipo corriente y moliente. Porque lo es.
 

El Nobel no se le ha subido a la cabeza

 
Es honrado, trabajador y humilde. Y agradece el Premio pero el Premio no lo cambia. Pero sí le ayuda a tomar esa decisión que me figuro le rondaría la cabeza cientos, miles de veces en su estancia norteamericana. ¿Vuelvo a España?
 
Yo tengo una tía, nacida en España que se fue a vivir a Inglaterra y en muchas conversaciones en torno a un té calentito, mirando caer la lluvia me confesó, mil y una veces, que llegó un momento a partir del cual ya no se siente española, porque lleva cincuenta años allí, pero que nunca se sintió inglesa, ni la sentirían como tal en aquellas tierras. Y mi tía se fue por amor, no huyendo. Se fue con un hippy economista y ahora se siente extraña allí y aquí.
 
La marcha de Antonio es distinta. Entiendo que por motivos políticos. Ya dije antes que desconozco si para huir de la lucha o para huir de la derrota. Pero allí estaba en los Estados Unidos, e igual que mi tía, entiendo que con un pie en cada lado del charco. Pero su marcha forzada e indeseada sí podría haberle hecho guardar algo de nostalgia en ese corazoncito español. Poco o nada sabemos de él, de sus motivos varias décadas atrás. Sabemos que está exiliado, pero no por qué. Sabed que republicanos los hubo de izquierdas y de derechas, aunque pueda parecer mentira. Y de Antonio sólo sabemos que se exilió. Que yo recuerde, claro.
 
Por lo visto la vida le trató bien en los Estados Unidos. Y le permitió ser maestro y escribir para terminar premiado con un Nobel de Literatura.
 
Y al final terminó en Gijón. De visita.
 
Y aquí empieza el drama.
 

Cuatro historias superpuestas, cada cual más bonita

 
Porque según avanza la peli vemos que fue un tipo importante, llegando a jugar en el Sporting de Gijón. Y veremos cómo lo reciben con los brazos abiertos y cómo recorre El Molinón, vacío y lleno y sentimos cómo se agolpan los recuerdos en su memoria y los vemos reflejados en su cara de satisfacción al ver el césped, la grada y su escudo en todo lo alto.
 
Hasta ahí podría ser ese tipo normal que decíamos. Un tipo que llega a España, después de cuarenta años de exilio y se afana en revivir su pasado encarnado en su club de fútbol y en buscar a Elena. El amor de su vida interrumpido por su exilio.
 

Aviso de Spoiler

Si no has visto la peli, por favor, para de leerme. Búscala, disfrútala, y después regresa, si quieres, para contrastar tus pareceres con los míos. Verás cómo merece la pena.

 
Y la encuentra. Veremos cómo retoman la amistad. Entiendo que la soltería de ella responde, también, a que cuando Antonio partió la arrancó el corazón y desde entonces vivió feliz, sí, al rehacerse, pero por inercia y sin emoción. Y de pronto regresa Antonio y le abre el pecho para recolocarla el corazón, que al sentirse de nuevo en su ser empieza a latir con pasión. Porque Antonio le ha devuelto las ganas de vivir y ahora, libre de todo, es su corazón el que quiere volver a él.
 

La primera historia es futbolística, con el Sporting de Gijón

 
Por un lado la mencionada, su reencuentro con el Sporting de Gijón. Y con sus amigos de entonces, que siguen vivos siguen vinculados, como viejas glorias, al club. Y veremos cómo acude a un partido, con Elena, y veremos cómo conoce a un tal Maceda…
 
Maceda fue un jugadorazo del Sporting de Gijón. El que marcó el gol a Alemania con un testarazo que nos valió el pase a la final de la Eurocopa 84. La que perdimos por un gol de Platini. Un disparo de falta que Arconada cogió y, cosa rara, se le escurrió de las manos y gol. Después jugó en el Real Madrid, Maceda, y terminó retirándose por una lesión producida en el Mundial de México. Era un jugadorazo de los buenos. Tanto que Garci se rinde a él, en tiempo real, en el 82 y lo refleja en la película. No sólo estaba haciendo historia sino que se estaba adelantando a ella.
 

La segunda historia es Elena

 
Ya os he dicho que fue su amor y si no entiendo mal la peli, sigue siéndolo tantos años después. Y sigue siendo correspondido por ella, cosa que celebrarán y aprovecharán la estancia de Antonio en Asturias para recorrérsela juntos, saborearla y disfrutar en un guiño de la vida en común que podría haber sido si él no se hubiera ido, pero que nunca fue.
 

La tercera historia empieza con la entrada del Rey: la del Premio Nobel

 
Campechano, como lo fue siempre el Rey, le llama al hotel. Esto volverá loco al gerente, Gervasio Losada, encarnado magistralmente por Agustín González. En él veremos reflejada esa falsa vanidad de quienes, en su mediocre existencia, pero llena de buena voluntad, gustan de ponerse medallas que son de otros. Por eso, cuando termine de hablar con el Rey, que ha llamado para hablar con el Premio Nobel Español, Gervasio llamará a su esposa para presumir de haber hablado con el Rey.
 
La voz, ya lo he dicho, la pone Pedro Ruiz, que ya apareció, junto con el propio Agustín González en Moros y cristianos.
 
A partir de ahí veremos cómo crece la figura de Antonio. Por un lado por la sobreactuación (del gerente, no del actor) queriendo agradarle en demasía con tal de sacar rédito publicitario para su hotel. Recordemos que el Turismo es la principal Industria española y un tirón publicitario como este no se puede dejar escapar.
 
Pero por otro lado no es baladí la participación del Rey. Porque entendemos que, como os decía arriba, Antonio se exilió como republicano. Y Juan Carlos fue Rey de España y Rey de monárquicos y republicanos por igual. Y esta llamada, simbólica, está preñada de amor a España y de cordialidad. Es uno de esos puntos de sutura de los que hablaba al principio.
 

Es el punto y final a las dos Españas

 
Para que ambas vuelvan a ser una sola. Y así lo siente el propio Antonio que dice, y espero no columpiarme porque hablo de memoria, que el próximo Nobel de la Paz tendría que ser para Vd., Majestad. Y en verdad tendría que haberlo sido. Si no por su labor al timón de España para lograr esa transición, sí por su labor en Oriente Próximo moderando las conversaciones de Paz entre israelíes y palestinos. Qué pena me da. Porque yo soy monárquico, que él mismo terminara arrastrando por los suelos su figura por asuntos de faldas.
 
Ahora, por suerte para los monárquicos, tenemos a Felipe VI. Y no es pecata minuta lo que tiene por delante. Su padre lideró un proceso de reunificación deseado por todos y alimentado por el Gobierno. Felipe VI se enfrenta a un proceso de liquidación de toda la Nación liderado por el Gobierno. Parece mentira… Luego lo comentaré, cuando finalice el comentario de la peli, tal y como os prometí.
 
No me resisto a compartir este enlace en el que Pedro Almodóvar dedica un Goya que está recogiendo al entonces Príncipe de Asturias, hoy Felipe VI, por su cumpleaños. Sobre todo, insisto: para los más jóvenes, para que veáis que hubo un tiempo en el que la cordialidad reinaba y no se destilaba odio en cada intervención pública.
 

La cuarta historia es la conversación con su antiguo amigo, el médico

 
En esta historia se dirigirá a uno de sus colegas del Sporting. A la sazón médico y será al único al que confiese que padece un cáncer y está en fase terminal.
 
Por eso su viaje y por eso las tres historias que vive con tanta intensidad. Me figuro que porque ha sido capaz de asimilar y asumir la enfermedad. Y no quería morir porque tenía heridas abiertas que no habían parado de sangrar y escocer durante los cuarenta años de exilio.
 
Visitando al Sporting de Gijón cierra una herida. La herida de su vida, porque él era futbolista y cambió las botas por la pluma, pero forzado por la situación. Volver a El Molinón y ver a sus antiguos compañeros le dará paz de espíritu.
 
Volver a Elena, aunque sea de un modo fugaz, sirve para poner voz a todos los sueños, anhelos, pesadillas y deseos contenidos durante cuarenta años. Y sentirse correspondido y amado por ella, aún después de cuatro décadas, le llena de amor y de felicidad. Se cura la herida de su corazón.
 
La llamada del Rey no la provoca él. No de un modo directo, pero sí indirecto, pues el Rey le llama por el Nobel que acaba de ganar. Y esa llamada cura otra herida más, la de las dos Españas. Esta conversación es el hilo con que se cosen ambas partes enfrentadas que derraman, sin saberlo la misma sangre. Se volverá a Estados Unidos ya no huyendo, por fin, sino porque ha rehecho su vida allí, pero feliz con la España que deja atrás.
 
Luego está su enfermedad.
 
Su cáncer.
 
Maldito cáncer.
 

Cerrar esas tres heridas: su vida, su amada y su España le permitirán morir en Paz

 
De ahí la lentitud de la película. Porque a cada paso que da. Con cada sidra que se toma. Al hablar con el Rey. Cada vez que entra en El Molinón y cada beso que le da a Elena son un adiós. Un adiós silencioso, íntimo, reprimiendo las lágrimas.
 
Se despide en vida de todo cuanto ha amado en el exilio. Y saborea cada sidra, cada gol y cada beso para atesorarlos y cuando esté en lo peor de su enfermedad aferrarse a ellos para tener fuerzas y morir mirando a los ojos a la muerte para decirle…
 

«Me quitarás la vida, pero no lo vivido»

 
De todos los que le devuelven la felicidad: su Asturias, su Sporting, Elena e incluso el Rey, sólo su amigo y médico sabrá la verdadera razón de su viaje. Eso ennoblece su partida. Y eso le dará paz de espíritu para poderse enfrentar a lo que le queda por vivir. Poco, pero duro y doloroso armado con un corazón repleto de paz y de amor.
 
También tengo comentadas Historia de un beso y El crack Cero en el fancine.
 

Volver a empezar: Contexto histórico

Homenaje a la España de nuestros padres. A la Democracia, a la reconciliación y al reencuentro

 
Cada diálogo de su guion es un punto de sutura. Cada frase, mercromina. Si no has entendido esto último es que eres un chaval. Y este artículo lo escribo sobre todo para ti, para que entiendas la España en la que vives.
 
Permitidme darme un paseo por aquella España para entender el valor de la Historia y el verdadero valor de esta película.
 
Los de mi quinta sabemos de dónde venimos. Y de dónde venían nuestros padres: vuestros abuelos y bisabuelos. Y lo sabíamos porque ellos nos contaron la miseria que habían vivido. Nos contaron el miedo que conocieron y nos contaron cómo perdieron amigos y familiares. Hablo de ambos bandos de esas dos Españas. Porque España estuvo rota en dos partes y todos ellos sufrieron iras y venganzas. Puestos a ser cainitas los españoles supimos serlo, como en el cuadro de Goya…
 

Duelo a garrotazos: Republicanos y Nacionales

 
Los republicanos mataron sin piedad a religiosos, monárquicos y gentes de derechas y de centro llevando a España a una Guerra Civil. Los nacionales se vengaron ganándola e instaurando una dictadura que perduraría 36 años.
 
Seamos objetivos. En ambos bandos mataron y en ambos bandos murieron. Intentar edulcorar a los unos sería injusto con los otros y viceversa. Todos los nacidos en los 70s, entre los que me incluyo, conocimos algún abuelo republicano que lamentó lo que hicieron los nacionales y conocimos, igualmente, algún abuelo nacional que lamentó lo padecido en la República.
 
Da pena ver la clase política actual que, desmarcada de la convivencia y de la felicidad del hermanamiento, y enrocada en el dolor del pasado, se centre en reabrir heridas para alimentar la discordia, en vez de la concordia.
 

Es el mal de una guerra cainita, entre hermanos

 
Por eso la Transición Española deslumbró al mundo entero que vio, atónito, cómo las cortes españolas, en manos de los franquistas, se disolvieron para dar paso a la Democracia.
 
Cosa inédita en el mundo porque ninguna otra dictadura se ha desmontado desde dentro en aras de la reconciliación y del hermanamiento. Eso fue lo que pasó en España, gracias a primeras figuras políticas como Juan Carlos I y Suárez.
 
Una Transición que pecó de buenista en algún aspecto, como el reparto de España en Autonomías, o como una Ley Electoral desequilibrada a favor de los nacionalistas. Concesión y guiño que ellos han sabido aprovechar para carcomer el constitucionalismo en sus territorios. Esa tara de nuestra Democracia se la debemos a Suárez, pero aún así hemos de aplaudirle reconociendo que hizo lo que pudo, que no fue poco.
 

Suárez, Juan Carlos I, hasta Carrillo…

 
La otra gran figura de nuestra Transición fue Juan Carlos I. Su reputación inmaculada e intachable en lo político, se ha visto empañada por no haberse sabido guardar su libido en el bolsillo. Ya lo comentaba arriba.
 
Cerrar una Dictadura e instaurar una Democracia sin que se vertiera sangre. Salvo la que derramó la banda terrorista ETA. Fueron los años de plomo. Del tiro en la nuca.
 
Ya os hablé de ella en el comentario de la peli El lobo. Y de cómo algunos sectores de la Sociedad veían el terrorismo con buenos ojos. Con tintes románticos. Eso lo vivimos en la España de los 70s, aunque yo era un crío, y en la de los 80s y en la de los 90s. Todavía recuerdo la pena que me daba amanecer escuchando Antena 3 Radio con la noticia de otro atentado.
 

Por eso digo que Volver a empezar es un homenaje a la Transición

 
Y por eso os decía lo de los puntos de sutura, y la mercromina. Porque todos ellos, abuelos y padres, hicieron de tripas corazón para aceptar su pasado, superar sus diferencias y mirar al futuro. Sin odios y sin rencores. Hermanados. Rehermanados.
 
Porque eso es una guerra civil: una guerra entre hermanos. La peor de todas las guerras. Y no hay ninguna buena.
 
Estamos en 1982. El año del Naranjito, la mascota del Mundial 82, «el Mundial de España». Yo nací en 1974.
 
Empecé agradeciendo a nuestros padres y abuelos sus dosis de voluntad para hermanarse. Termino pidiendo perdón a nuestros hijos y nietos. Porque los de mi generación no hemos sabido salvaguardar ese amor fraternal y hemos votado a políticos culpables de corromper nuestros corazones.

Otras películas

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