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Toy Story

Tabla de contenidos

Toy Story es una de esas pelis que generan afición al cine. Es más, es cine en estado puro.

Destila amor, camaradería, amistad, respeto, lealtad y sentido de familia.

Una peli que nos sorprendió a todos cuando entramos en la sala, se apagaron las luces, empezó la peli y, como por arte de magia, vimos que los juguetes cobraban vida. Era el sueño de todo niño pequeñito, pero ahora compartido con jóvenes, adultos y ancianos. Todos sonriendo mirando la pantalla y reconociendo algunos de sus juguetes. Los niños reconocerían los juguetes para niños, las niñas los de niñas y todos reconocerían algunos que servían para ambos.

Y todos con rostros felices e identificándonos con unos u otros juguetes, que dejaban de ser eso, «juguetes» para convertirse en personajes por obra y gracia de Lasseter y sus colegas.

Woody entró en nuestras vidas

Un vaquero de trapo. Un juguete entrañable. Casualmente mi juguete de la infancia, un osito de peluche comprado en York, en 1977, que sigue conmigo, se llamaba Budi. Se escribe diferente, pero se pronuncia casi igual.

Menuda tropa le acompañaba. El Señor Patata, Rex, el cerdo y Bo Peep, la dulce Bo. Esta pandilla pasó a formar parte de la vida de millones de personas de todas las edades, y de las nuevas generaciones, pues la peli, y sus secuelas, son de esas que enamoran a primera vista.

Buzz Lightyear y los celos de Woody

Cuando todo parece ir sobre ruedas aparece Buzz Lightyear. Un muñeco nuevo, de plástico duro. Un guerrero espacial que viene cargadito de cachivaches. Parece estar diseñado para molar y la verdad es que molará a todos, menos a Woody.

La habitación del niño estaba decorada con mil cosas de Woody: edredón, cortinas, papel de pared y un suma y sigue que nos llevaría hasta el infinito y más allá, si no fuera porque el muñeco nuevo destrona al viejo y donde había caballos veremos cohetes, donde había cielos azules veremos el inmenso espacio y donde prevalecía la tela vaquera ahora tendremos una escafandra y alas desplegables. Es decir, poquito a poco, aunque para Woody es de sopetón, el astronauta irá desplazando al vaquero.

Los celos consumen a Woody. Lleva toda su vida siendo el favorito de Andy, su dueño, y ahora no es más que un segundón. Lo curioso será que Buzz se auto percibe como un astronauta, sin aceptar la realidad. Negándose a comprender que una cosa es lo que te crees y otra cosa es lo que eres. Niega esa realidad y no da credibilidad alguna a su condición de juguete. Sólo piensa en regresar, no recuerdo si era a su base estelar o a su planeta.

De aventura a pesadilla…

Salen a cenar, la familia del niño, claro, y Andy se lleva sus dos muñecos favoritos, Ponen rumbo al Pizza Planet. Woody aprovechará una visita a la pizzería para hacerle creer que el cohete del Pizza Planet le podrá devolver a su sitio, es decir, que traza un plan maquiavélico para quitarse a Buzz de encima.

Pero se pierden en la gasolinera y aquí será donde empiece la aventura: tienen que subirse a una furgoneta de la pizzería para llegar al restaurante y reencontrarse con Andy y su familia, pero con quien se topan es con Sid, el vecino de Andy. Un niño psicópata que disfruta rompiendo, desmontando y volando sus juguetes con petardos. Sid se los lleva y la aventura se torna en pesadilla.

Andy tiene el corazón roto por perder, de una tacada, sus dos muñecos favoritos. Los dos muñecos temen por sus vidas. Los demás muñecos están desesperados. Falta su líder habitual, Woody, y su nuevo amigo, Buzz. Y la familia se prepara para mudarse de casa.

Por fin Buzz comprende su realidad, tras verse en un anuncio de juguetes. No hay nada como abrir los ojos a la verdad y dejarse de fantasías. Sin embargo, el golpe moral es tan duro que se rinde y ya no quiere escapar de Sid. Ahora será Woody quien, a regañadientes y en contra de sus intereses comprenda que tiene que hacer el bien, y el bien no es salvarse él, sino salvarse y salvar a Buzz. Y para ello recibirán una ayuda inesperada por parte de los juguetes de Sid. Ellos no pueden ni quieren escapar porque no tendrían a dónde ir. Tullidos, rotos, quemados, mezclados… Son aberraciones insanas que, sin embargo, mantienen sus conciencias sanas y se ofrecen para ayudar a los dos juguetes de Andy.

Una mudanza y una persecución conduciendo un coche con mando a distancia… ¿se puede pedir más? Que termine bien. No podía acabar de otra manera, por supuesto.

100% digital

Toy Story es la primera peli hecha 100% por ordenador.

Es la peli con la que conocimos PIXAR.

Cuando no dependía (del todo) de Disney, porque habrá muchos que no sabrán que Disney compró PIXAR en 2006. Aunque en 1991 alcanzaron un acuerdo por el que PIXAR haría esta y nuevas pelis y Disney se encargaría de sus producciones, distribuciones y de publicitarlas. A cambio Disney se quedará casi con todos los beneficios derivados de estas pelis, pero aun así parece que compensaría y tiraron para delante.

PIXAR se quedaría con el 12% de las recaudaciones. Y siempre entre tiras y aflojas, se iría renovando el acuerdo hasta que se produjera la compra de la digital por parte del gigante de los dibujos animados. Entiendo yo que porque comprendieron que o lo compraban o terminarían siendo ellos los comprados.

John Lasseter es el alma de PIXAR

Incluso antes de saberlo. Antes de PIXAR él era ilustrador en Disney, y cuando estaba ilustrando Tod y Toby se volvió loco viendo TRON, pues comprendió que se podía hacer cine de otra manera. Y con estas propone hacer La tostadora valiente a su jefe, quien le niega, y le despide de Disney, por haber hecho la propuesta de digitalizar el proceso de filmación. Esto saca a Lasseter de Disney y, sin pensárselo, se lanza al mercado con una mini startUp de animación digital llamada PIXAR.

Su primer intento, fructífero, fue ofrecerse para colaborar con George Lucas en la producción de los aspectos digitales de las secuelas de La guerra de las galaxias: El imperio contraataca y El retorno del jedi. Esto supondrá un espaldarazo inmenso para PIXAR pero Lucas se vio obligado a venderla para sobrevivir a su divorcio. El comprador fue un tal Steve Jobs… Sí, el protagonista de JOBS (obvio) y fundador de Apple. Aunque esta compra la hizo, precisamente tras ser despedido de Apple. Su manera de entender el mundo, la tecnología y su predisposición a favor de la digitalización hicieron el resto.

Pero PIXAR no se sostenía por si sola. Antes de ponerse a hacer pelis necesitaban investigar y experimentar, y eso lleva tiempo y dinero. Por eso Jobs destinó una parte de PIXAR a otros cometidos para financiar su verdadero objetivo: filmar esa primera peli digital de la Historia del cine.

Así nace PIC – PIXAR Image Computer

Un hardware que supuestamente financiaría al resto de la marca y del que tan sólo vendieron trescientas unidades. Pero el proyecto no se detiene y empieza a tantear el terreno cinematográfico empezando por cortometrajes. Como para ir haciendo músculo. Hasta que llegan a Luxo Jr., que es una prosopopeya en la que atribuye rasgos humanos a un flexo. El mismo flexo que se incorporará al logotipo de PIXAR precisamente por este corto.

Este corto recibirá nominaciones, que no premios, como ocurrirá con el siguiente, y con el siguiente, aunque el tercero, Tin Toy se hará con el Oscar al Mejor Cortometraje. El proyecta avanza, evoluciona y se va consolidando poco a poco. Pero sigue siendo deficitaria y Jobs recorta la plantilla hasta dejarla en cuarenta empleados, que son los mismos con los que había arrancado el proyecto.

A lo largo de los siguientes años habrá una relación de amor/odio entre PIXAR y Disney. La empresita digital coqueteará con el imperio de los dibujos animados y el imperio suspirará por absorber a la empresita. Esto sería porque verían lo equivocados que habían estado cuando despreciaron a Lasseter por querer digitalizar Disney. Jobs estuvo tentado de vender PIXAR, por deficitaria, pero aguantó hasta que salió Toy Story, y bien que hizo porque la marca se revalorizó.

El imperio (Disney) contraataca

Años en los que aplaudimos cada peli que sacaron, porque no pararon de sorprendernos y darnos alegrías: Toy Story (1995); Bichos (1998); Toy Story 2 (1999); Monsters, Inc. (2001); Buscando a Nemo (2003); Los increíbles (2004) y Cars (2006). Se podría decir que fue su época dorada porque no hubo ni una mala, ni una bajó el nivel de las anteriores, y todas fueron sencillamente fabulosas.

La llegada de Disney, o mejor dicho, ser absorbidos por Disney no fue traumatizante. Al principio, mientras no se notó la influencia del gigante de los dibujos animados se podría decir que las pelis de PIXAR seguían molando todo, o más, sobre todo con pelis como Ratatouille, y hasta Brave. Esto fue así, para mi gusto, hasta Del revés. A partir de ésta veremos altibajos con períodos de calidad intermitentes hasta 2020 más o menos, donde se nota el peso ideológico de Disney que se valdrá de PIXAR para alimentar su obsesión woke y, salvo alguna que otra excepción, se hundan. De esta última etapa, que yo llamaría «mala racha«, salvaría Soul. Pero no porque esté a la altura de las primeras sino porque no es tan mala como las demás.

Por todo esto podríamos decir que el PIXAR de Toy Story, amén de virgen, estaba limpio de ideologías y no tenía más objetivo que entretenernos y hacernos disfrutar en el cine. Con el peso que PIXAR daba a la familia, y a la amistad, y a los valores que cimentaban nuestra sociedad occidental…

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