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The Arctic convoy (Konvoi)

Tabla de contenidos

The Arctic convoy…

¿Konvoi o The Arctic convoy?

Menudo dilema. No querría reabrir mi eterno debate sobre los traductores en el cine español. Seré breve: Convoy, (con «c» y con «y» griega), es el sustantivo que define una escolta o guardia.

No pongo ni un pero a esta peli. Me ha gustado, la he sufrido (no por mala, sino por la tensión que imprime) y disfrutado a partes iguales, y me ha sorprendido. La única pega es que no se haya traducido el título al castellano. Permitidme hacer mi pequeña reflexión, a modo de protesta al respecto, y después, el resto, serán todo parabienes para la película.

Konvoi

Convoy habría sonado igual que Konvoi. Y habríamos evitado adelantar, o perfilar, o intuir, parte de la trama que implica incluir el sustantivo «ártico» en el título. Insisto, sin que los noruegos lo hubieran incluido en el título original.

No entiendo ni cómo ni por qué, pero la versión española ha optado por no usar el título original en noruego pero tampoco lo ha traducido al castellano y han usado la traducción (mal) adaptada al inglés, haciendo un pequeño spoiler sin pretenderlo.

The Arctic Convoy

Dicho esto, que no podía guardármelo para mi, por miedo a que me diera un patatús por la ansiedad, vamos con la peli. Porque, para vuestra felicidad, del resto, como os decía antes de mi desquite, ni pongo ni quito coma.

Me ha gustado de cabo a rabo.

¿Cuánto dura la peli? 108 minutos… Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y no es que esos 108 minutos sean un metraje breve… es que termina la peli y parece que han durado 20. Por el nivel de intensidad y de tensión que acumula a lo largo de su trama.

Sí, es verdad. Hay tramos de la película que se hacen lentos. Ya os dije cuando os comenté Los siete samuráis en 2011… ¡en 2011! Hace ya 13 años de ese comentario. No en valde empecé a escribir el blog en 2008… y estamos en el verano de 2024. Me estoy haciendo viejo. Pero veréis que otra cosa no, pero persistente soy, un porrón.

Bueno, como os decía en Los siete samuráis: me gustan las películas lentas cuando su lentitud está justificada, claro. Porque sí, hay tostones y mojones de películas que no avanzan ni a empujones. Pero luego llegan estas películas. Este tipo de pelis que ilustran con maestría los intervalos de descanso entre episodios de acción frenética. Y es en esos intervalos, en esos descansos, donde algunos espectadores aprovecharán para echar una cabezadita. La siesta del carnero que la llaman.

En serio. Esos parones están justificados. Y si no lo entendéis, permitidme explicároslo.

Guerra submarina en la Segunda Guerra Mundial

Ese es el marco de esta película.

Hubo batallas marinas y batallas durante la Segunda Guerra Mundial. Se batalló en el Mediterráneo, en el Atlántico, en el Pacífico, en el Índico y por batallar, se batalló hasta en el Mar de Barents y algo se batallaría en el Ártico. Menos, pero algo caería por allí.

Ya hemos enmarcado el hecho bélico: primero la Segunda Guerra Mundial y segundo, la guerra submarina. Y estamos al norte del Atlántico, por lo que estamos en Europa, yendo desde Islandia hasta Nurmansk, ciudad rusa nada más sobrepasar Noruega, o Arcángel, también rusa, pero en zona continental.

¿Pero quién va de un sitio para el otro?

Se trata de un convoy. ¿Os acordáis de Greyhound? La que protagonizó Tom Hanks. En ella vimos un convoy que viajaba desde América del norte hacia Gran Bretaña. Pues en esta pasa lo mismo, es un convoy de barcos mercantes que navegan desde Islandia a uno de esos dos puertos rusos. Llevan material de guerra para suministrárselo a los soviéticos. Pues la URSS se gastaba todo su dinero (y el oro del Banco de España enviado por la República española, llamado «el oro de Moscú«) en inflar los bolsillos de los líderes comunistas. Mientras tanto fingían tener una industria armamentística brutal. Pero al final fueron los aliados (fundamentalmente USA y Reino Unido) quienes pusieron las armas, los vehículos y las municiones.

Por suerte Rusia tenía hombres de sobra. Y si no morían acribillados en el frente morirían acribillados en un paredón en Siberia. O muertos de hambre en la Ucrania comunista, o en la propia Rusia. Así que es cierto que los comunistas pusieron los muertos. De hecho, es lo único que saben poner: Propios y ajenos. Pero su ejército lo habría tenido crudo sin el abastecimiento aliado. Y no hablo sólo de armas y municiones: también me refiero a JEEPS, Land Rovers, camiones, semiblindados y semiorugas.

Submarinos nazis

Estos envíos, tal y como ocurría con los enviados al Reino Unido, viajaban por mar. Pero claro… a los nazis no les hacía mucha gracia que los aliados usaran las vías marítimas para enviarse regalitos. Por eso tenían su arma submarina, la joya de la Kriegsmarine.

Submarinos denominados «lobos» que podían cazar (barcos aliados de guerra o mercantes) en solitario, o unir sus fuerzas en verdaderas manadas de lobos para rodear, acosar y hundir convoyes enteros.

A los convoyes se había llegado porque ofrecía más protección que navegaran 20 barcos juntos que los mismos 20 por separado. Más que nada porque yendo juntos se multiplicaban los prismáticos para hacer las guardias y los americanos y los británicos podían destinar flotillas de escolta que aumentaran esa protección. Flotillas y aviación, pero siempre dentro del radio de acción de los aeropuertos, en el caso de la aviación, y de la autonomía de los buques de guerra, que zarpaban con el convoy, pero sólo recorrían un tercio del trayecto, porque tenían que volverse a puerto. Si a esto le sumamos la misma impedimenta por parte de la flotilla que los escoltaría hasta el final del trayecto nos encontramos que, como mínimo, tenían que navegar en silencio y lo más deprisa posible, un tercio de sus rutas sin escolta.

Océano Ártico

Eso pasaba en el Atlántico y pasaba también en el Ártico.

Y hacia el Ártico se dirige nuestro convoy. Y nada más empezar la peli, ¡zas! submarinos nazis en acción. Y es que la peli arranca con uno de estos ataques submarinos que desquiciaban a todos los que iban a bordo de esos barcos mercantes. De los mercantes y de los de guerra, que un submarino no avistado te hunde de un pepinazo por igual.

Pues ahí estamos. Empieza, como os decía, la peli, y ya clavas las uñas en los reposabrazos de la sala de cine y se te dispara la adrenalina hasta que se termina 108 minutos después. Ese es el mérito de esta peli, como os decía al principio: no dura mucho, pero lo que dura es intensa y te sacude un guantazo por minuto, por lo menos.

Vemos cómo revienta algún barco. El oficial telegrafista del barco (una mujer) lleva la cuenta (en un mapa) de los barcos del convoy. Va marcando sus coordenadas y recalca el punto en el que son hundidos y tacha un barquito de su cuenta. Y caen como chinches.

Ley de Murphy… Todo lo que pueda ir a peor… irá a peor. Porque en este drama de lucha continua por sobrevivir un día más, se retira la escolta antes de lo previsto. ¿Por qué? Nadie lo sabrá jamás. Habrá mil y una especulaciones. Pero la verdad es que los británicos tienen que abandonar este convoy por órdenes de arriba. Esas especulaciones podrían abarcar desde un ataque masivo de la Kriegsmarine, a uno de la Royal Navy, a escoltar una invasión terrestre… Vete tú a saber. El caso es que de la noche a la mañana los ingleses se han pirado y los noruegos (en el caso del barco protagonista) se han quedado con la popa al aire con once días de travesía por delante, sin escolta.

La peli…

A partir de aquí haré spoiler.

Ya he expuesto la primera trama: buscaros la vida sin escolta.

Pero esta peli tendrá otra trama, o subtrama, que es lo que la hace, si cabe, más interesante todavía. El conflicto entre el Capitán del barco y su segundo. Un capitán a la antigua usanza, honorable, disciplinado, valiente y decidido a cumplir su misión. Un segundo que viene rebotado tras perder su barco. Maleable, algo mezquino y retorcido, manipulador que prefiere disfrazar de consenso la falta de autoridad. Es decir, se quiere ganar a la tripulación haciéndoles creer que valora su opinión, cuando lo que hace es buscar un respaldo moral a sus posturas para inclinar su toma de decisiones en función de la mayoría, para no tener que asumir la responsabilidad de tomar decisiones porque no tiene valor para hacerlo.

Estos serán los dos protagonistas que van a librar un pulso de autoridad dentro del barco. Por lo que vistas las dos tramas, yo dividiría la peli en dos bloques temáticos: Lo que pasa fuera del barco y lo que pasa dentro del barco, siendo «lo de fuera» la batalla, el convoy, las noticias desde Inglaterra y su aislamiento en la may y en el hielo y, «lo de dentro» la vida cotidiana de la tripulación y el conflicto ya mencionado. Para que quede un poco más romántico, dramático y aparente, lo llamaré «el convoy» y «el pulso de poder».

El convoy

Ya os he explicado que la escolta se retira.

A partir de aquí sálvese quien pueda. Lo que era un convoy disciplinado y coordinado se convierte en un «mari*** el último«, Lo que se decía en los 70s, 80s, 90s, 00s, 10s… Vamos, lo que se ha dicho siempre para ilustrar una situación desesperada de la que hay que huir. Huida a sabiendas de que tiene que caer alguno por el camino y, según Darwin, será el más débil o el menos diestro a la hora de tomar decisiones cruciales. Es decir: el que peor se adapta a las nuevas condiciones. Puro evolucionismo. Ese último será con quien se ceben los cazadores.

En este caso los submarinos nazis. Claro que cuanto más se acerquen a las aguas soviéticas más posibilidades tienen de que los submarinos sean reforzados con la flota alemana y, lo que es peor, con la aviación.

Submarinos

Ya hemos visto, desde el principio de la peli, el arma submarina. Contra ese poco o nada pueden hacer los navíos mercantes. Sólo rezar porque no aparezca un periscopio y la estela de un torpedo que revienten tu buque y hagan que saltes por los aires. Sin escolta mal vamos. Los submarinos son impredecibles e imprevisibles. Podías estar navegando sobre tres de ellos y no enterarte nunca. Podían, y lo hacían, salir a flote para mejor atinar su disparo. Si no había escolta militar avisaban al buque para que lo evacuaran, daban un margen de tiempo y después hundían el barco civil para enviar al fondo del mar su tonelaje.

Porque esta batalla lo fue del tonelaje. Es decir, del peso de las cargas hundidas. Podían ser armas, almas, alimentos, vehículos… Las bajas se medían por la capacidad de las bodegas de los pecios.

Cazas, cazas bombarderos y bombarderos

Contra estos sí cabía alguna protección, como vemos en la peli.

No mucha. Quizás no la más eficaz, pero con un artillero como el sueco de la peli los barcos estaban bien cubiertos. Me parece exagerado, y desproporcionado, que un artillero civil, por mucha instrucción que haya recibido para navegar en convoyes no puede convertirse en un As y derribar 9 aparatos como si no costara.

Me gusta el instante en el que el capitán traza una circunferencia con un compás sobre el mapa de navegación. Todo lo que quede dentro de ese círculo corre peligro de ser bombardeado. Es el radio de acción de la aviación nazi a partir del aeródromo costero.

Sin ser experto en la materia, Dios me libre de pretender aparentarlo, pienso que los intervalos que trascurren entre un bombardeo y otro, en un mismo ataque, se dilatan demasiado. Más que de los bombardeos, que quizás, si del disparo a bocajarro que podría haber hundido el barco. Y más que partiendo de la premisa de que un ataque a lo largo del barco da más posibilidades de acierto que a lo ancho… Si el piloto ve y comprende que la única defensa del buque está en proa, y por muy móvil que ésta sea (puede girar 360º), quizás habría sido más eficaz atacar el barco por un costado.

El caso es que las escenas de lucha antiaérea sin más protección que la que han improvisado en la popa del barco me gustan y entran en vena como verdaderos chutes de adrenalina. La templanza del artillero contrasta a las mil maravillas con los nervios del muchacho que le asiste. No olvidemos que son civiles y la defensa no entraba en sus planes.

La flota nazi

Este fue el motivo principal para la dispersión del convoy. Y para la retirada de su escolta. No queda claro, ni hace falta que lo den masticadito, el porqué de la retirada de la escolta. Hay suposiciones, teorías… Pero ni lo sabemos ni nos importa. Lo único realmente capital es huir y sobrevivir.

Cómo me gusta ese trato que dan al espectador. Ya no estamos acostumbrados a que nos dejen pensar por nosotros mismos. Y a elucubrar. El cine de hoy te mastica los diálogos para que no tengas que pensar. Reiteran como gallinas cacareando consignas para que sepas de qué va la vaina. «Es el código pirata«, «Estoy en la posición alta y esto me da ventaja«… da igual. Seguro que los ejemplos que he puesto no son los mejores. Lo que quiero decir es que antaño había lagunas de información que el espectador rellenaba con su imaginación, o con su formación.

Los espectadores de hoy en día necesitan que les expliquen el qué y el porqué de cada cosa que pasa en pantalla, y eso rebaja la tensión dramática y suma metraje estéril que diluye la película. Eso no pasa en esta peli. Es un cine maduro para gente madura que no se desorienta si tiene que pensar por si solita. Y es, quizás, lo que más me ha gustado de Konvoi.

Dicho esto, y ya solos en altamar, el capitán no sabe a qué se enfrenta. Si es que se va a enfrentar a algo. No sabe si hay enemigos cerca, lejos, delante o detrás. Se han quedado a ciegas y especulan con la posibilidad de una invasión terrestre, por lo que habría que retirar a la flota o de un ataque masivo y supuesta batalla naval. Por lo que también habría que retirar la flota. Me refiero al convoy, para concentrarlo y reagruparlo con el resto de la flota. Siempre con vistas, en el segundo supuesto, a un choque entre la Kriegsmarine y la Royal Navy.

Lo que sí sabemos, tanto los espectadores como el capitán, es que se han quedado en terreno de nadie, sin protección y que son presa fácil para cualquiera arma que se le acerque. Entendiendo flota marítima o aérea como armas.

Minas

Otro gran aporte de esta película.

La escena de las minas. Cuando navegan entre ellas tras haber ido, erróneamente, a auxiliar a un carguero que se estaba hundiendo.

Esta escena es interesante por tres motivos. Bélico, ético y disciplinario.

El bélico es apasionante. Ver a los civiles colgando de un cabo (no cuerda, por favor, no llaméis «cuerda» a una cuerda cuando estéis en un barco o rodeados de gentes de la mar). Verlos colgando por estribor, amarrados eso, con un cabo, abriendo camino al buque empujando las minas con un bichero… menuda tensión.

Si habéis leído hasta aquí es bajo vuestra responsabilidad, pues os he avisado del spoiler. En este caso, el de la mina, es el sacrificio humano que hace el capitán abandonando a un marinero que cae al agua cuando está desviando una de las minas. Es «el mal menor» que decía el Capitán Jack Aubrey en Master & Commander. Sacrificar a un miembro de la tripulación para salvar al resto. Iban a la deriva, pues estaban rodeados de minas y a esas alturas no sé si ya les había fallado el motor. Y aun así tienen que dejar atrás al muchacho que moriría ahogado o congelado en las aguas árticas.

Cuando hablo de ética me refiero al dilema que supone tener, deber o poder auxiliar a ese muchacho o a la tripulación de otro barco arde y se hunde. Cierto es que la Ley del Mar, que no está escrita, pero la llevan todos los marinos y marineros en su ADN te fuerza a acudir en auxilio de ambos. Pero en este caso para auxiliarles se tienen que meter por un laberinto de minas… y van justitos de fuerzas y de tiempo… Eso en cuanto al otro barco. Al tripulante propio no lo podrán rescatar porque no hay garantía de éxito en una hipotética maniobra y se expondría el barco, la carga y al resto de la tripulación.

Disciplinario. Esta es la madre del cordero en esta película. Ahora solo lo apuntaré, pero entraré en este aspecto después, cuando os hable del «pulso de poder» que os dije antes que ocuparía la segunda parte de la narrativa de esta peli. El apunte es que el segundo del barco, cuando se queda al mando, dicta una orden que contradice a la que él mismo ha recibido por parte de su capitán. Ahí lo dejo por el momento.

El hielo del Ártico

Obviamente no es un arma más. Pero sí un riesgo, y no el menor, al que se enfrentarán los del barco. En un momento dado huirán del acoso de todos esos enemigos invisibles poniendo rumbo al Norte para adentrarse en el Ártico y huir del escenario en el que la Radio va diciéndoles que buena parte de los barcos del convoy han sido hundidos.

Sobrevivir al hielo y a la nieve, cuando, para colmo, tu arma se congela y se queda inutilizada… por si cabía más suspense en una peli que rezuma precisamente eso: suspense.

Pulso de poder

Ya lo he insinuado, mencionado y casi esbozado antes.

El capitán se encuentra con un segundo de a bordo que no lleva la mar en la sangre. Perdió su último barco, de mala manera, y no se siente moralmente legitimado para tomar decisiones. Y las que podría tomar están condicionadas por su bajo nivel de respuesta. No tiene reflejos ni es capaz de improvisar para amoldarse a las circunstancias. Y como se siente inferior al capitán, por la destreza de su superior, por su formación y porque el otro sí lleva sal en la sangre, intenta mellar su autoridad planteando preguntas y sondeando a la tripulación para que ésta oriente sus acciones.

Un planteamiento asambleísta imposible en un barco. No puedes votar, no puedes dudar, no puedes tener en cuenta la opinión de la tripulación. En el barco manda el capitán y cualquier demora en la ejecución de su orden puede costar la vida a todos. Es fácil hacer demagogia cuando no tienes las vidas de una docena de hombres en tu mano. Peor el que lidera el barco lo tiene que hacer sin que nadie rechiste. Un conato de rebeldía, por pequeño que sea, tiene que ser erradicado y castigado. La anarquía es un gran enemigo de la Civilización, y en un barco el peligro se multiplica por 10. Huye de los que exigen que se respeten sus derechos sin esforzarse por cumplir con sus obligaciones.

Ambos tienen ideas diferentes de qué ha de pasar ahora que navegan a solas. El capitán quiere rematar su misión de llevar el material de guerra a la URSS para frenar a los nazis. El segundo de a bordo quiere virar 180º y volver a Islandia, para huir del peligro.

Usurpación de poder

El capitán cae herido, y su segundo no se lo piensa dos veces.

Tras atender al auxiliar del artillero, que ha sido alcanzado por un caza que los sobrevolaba ha visto el equipo de primeros auxilios con la jeringa hipodérmica y los frascos de morfina. El capitán, como os decía, cae herido en el mismo ataque, y el segundo aprovecha para eliminarlo temporalmente de la ecuación inyectándole morfina.

La primera dosis de morfina está justificada, para aliviar el dolor mientras le retiran una esquirla de las entrañas y mientras lo cosen sin anestesia alguna. Pero hay una segunda dosis que pondrá al cabo de un tiempo, más o menos cuando entiende que está pasándose el efecto de la primera. Quiere mantenerlo sedado porque entre medias ha corrido el escalafón y ahora ocupa su puesto. No sin cierta dosis de violencia psicológica sobre el resto de la tripulación.

Termina asumiendo el mando y logrando el consenso (esto es: diluir su responsabilidad) cambia la ruta abandonando la misión original y virando hacia el norte, hacia Svalbard.

Rumbo a Svalbard

La maniobra no carece de sentido. Es más, me parece más que razonable. Otra cosa es haber tomado esa decisión en las condiciones que se ha tomado: abandonando la misión original, desoyendo las órdenes y sedando a traición al capitán para que no pueda ejercer su autoridad.

La única que se rebela, o por lo menos quiere dejar constancia de su disconformidad es la radio operadora.

Cuando llegas a las aguas de Svalbard corres el peligro de quedarte atrapado en las nieves y en los hielos, y correr el riesgo de que ceda el casco o verte obligado a permanecer allí arriba hasta el deshielo. Pasar un invierno ártico no parece muy recomendable.

El capitán se recupera, y se arma en la bodega, donde transportan todo tipo de armamento que llevan para armar a la URSS. Aquí se sucederán varios episodios que incluyen: tener que pintar de blanco el barco para que no sea un blanco perfecto en medio de la nieve. Sopesar quién asume el mando y saber si , de volver el capitán a su puesto, la tripulación se amotinará o no. Defenderse de un avión que sobrevuela la región.

Esta parte es crucial. Como creo que ya dije antes, el arma defensiva está congelada e inservible. El avión merodea por los alrededores. El capitán sugiere que se use un arma de artillería que llevan en la bodega, pero sus características hacen que sólo pueda ser alzado a cubierta mediante una grua de la que no disponen, por lo que el artillero sueco sugiere la posibilidad de disparar el arma desde la bodega. Pero si atacaran de ese modo tendría que ser guiado desde cubierta y disparar un único proyectil, a ciegas.

¿Abrimos fuego o no?

Esta maniobra tiene cosas a favor y en contra.

  1. A favor: Aparentemente el avión no los ha visto. El camuflaje blanco ha funcionado. Pueden coger al piloto por sorpresa
  2. En contra: Solo tienen un disparo. Una oportunidad para derribar al avión. Hecho el disparo, si no lo derriban delatarán su posición y se convertirán en presa fácil sin posibilidad alguna para defenderse

Esto genera otro debate… ¿Abrimos fuego o no?

El artillero sueco (recordemos que el barco es noruego y el resto de la tripulación también) quiere abrir fuego. Está en racha y quiere matar cuantos nazis pueda para vengar la muerte de su hermano.

Al final deciden no abrir fuego y cruzar los dedos para que el avión pase de largo sobre su posición… y el avión pasa de largo sin que ellos delaten su paradero.

Solución salomónica

Al final la peli termina con una decisión salomónica. El capitán no se ha repuesto de su herida. Retiraron la esquirla, pero parece que podría haber afectado algún órgano interno. Está débil y pierde sangre. No tiene fuerzas para enfrentarse a toda la tripulación, con un segundo rebelde y volver a cruzar las aguas enemigas en su estado.

Por otro lado, el segundo tomó una decisión contraria a la del capitán, pero no huyó volviendo a Islandia, como pretendía en un principio. Puso rumbo a Svalbard para dejar que los nazis se cebaran con los barcos que se habían dispersado dentro de su radio de acción. La telegrafista hace una observación que parece enfilar la solución del dilema: han pasado cuatro días. Los barcos del convoy, a estas alturas, o están a salvo en un puerto aliado o están en el fondo del mar. Han pasado cuatro días y supone que no habrá aviones, ni barcos, ni submarinos que sigan patrullando su itinerario, por lo que deberían tener una ruta sin peligros hasta su destino.

La peli deja un final incierto y abierto a nuestra imaginación. La parte del suspense llena todos y cada uno de los minutos que dura esta aventura. El capitán se sabe incapacitado físicamente para seguir al mando, por lo menos hasta que se recupere, si lo logra, y cede el mando al segundo quien, pese a no tener plena confianza en si mismo, parece haberse desenvuelto bien.

Otra cosa sería lo que pudiera pasarle de vuelta a tierra y saber si se le abre algún consejo o juicio por su actitud y por sus actos… pero eso es harina de otro costal y lo que importaba en este caso era la supervivencia del barco y que viéramos la aventura.

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