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Las leyes de la frontera

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Las leyes de la frontera y el cine quinqui español

Un género, el quinqui, propio del lado oscuro de nuestra sociedad de los años 70 y 80.

Ahora que todo el mundo bebe los vuelos por, sobre todo, los 80s. Una década en la que la droga arrasó con toda una generación de muchachos que dieron con sus huesos en la cárcel o terminaron en alguna cuneta con más puntazos que un alfiletero.

La película empieza con la visita de un desconocido a la cárcel… pero luego retomaré esto. Antes permitidme rescatar algunos títulos, tanto españoles como del cine americano e inglés, para ilustrar, si no el género quinqui, que es muy español, sí el de los pandilleros.

Lo dije en Bohemian Rhapsody: estas décadas tienen poco de bucólicas

Si es verdad que la suma de ambas décadas nos brindó lo mejor del cine y lo mejor de la música popular de todos los tiempos. Pero hasta ahí llegan mis concesiones para ambas décadas. Fueron duras, ásperas, desgarradoras y crueles. Aunque ahora gocen, sobre todo los 80, de la admiración de todo el mundo.

Ciñéndome al cine distinguiré la cinematografía de ambas décadas. La concerniente al cine y delincuencia, tiene títulos en los 70 como: Asalto a la comisaría del Distrito 13, The Wonderers, The Warriors, Grease, Escoria y Quadrophenia. Los 80 dejaron títulos como La ley de la calle, Calles de fuego y Rebeldes.

No obstante ya en los 60 vimos Los ángeles del infierno, West Side Story, Easy Rider y Salvaje todavía antes, allá por los 50.

Ya en los 90 salió la peor de todas: Los guerreros del Bronx, que tampoco sabría deciros si merece la calificación de quinqui, pero la incluyo por si a alguno le interesa.

Hablo de cine  de «pandilleros», pero no incluyo otros títulos que trascienden el concepto y se meten en temas de fútbol, como Hooligans o políticos como This is England, American History X o Romper Stomper porque temo estar saturando el tópico con títulos que se desmarcan de la idea original. tampoco incluyo, pero no quiero dejar de mencionar, títulos como La naranja mecánica (aunque esta es más una distopía que de cine propiamente «quinqui»Perros de paja y Deliverance (Defensa en español) tampoco entrarían dentro de este tipo de pelis pero merecían ser mencionadas por la extrema violencia que destilan.

Títulos del cine quinqui en el cine español…

Perros callejeros – Navajeros – Yo, el vaquilla – Deprisa, deprisa – Colegas – La estanquera de Vallecas – Y las dos de El pico

Como veréis no faltan títulos para preceder a Las leyes de la frontera y, cuando la vi, amén de gustarme no dejé de ver algunas escenas que me evocaron a otras pelis anteriores, de las ya mencionadas, aunque en conjunto entiendo que el resultado está bastante logrado y por eso la comento hoy aquí, en el fancine. Por eso y porque era la única que me atraía de cara a los Goya de este año y al final se ha llevado 5, cosa que me ha parecido bien porque, como os explicaré a continuación, me ha parecido un esfuerzo interesante por parte de su director, Daniel Monzón, para reflejar, en la medida de lo posible, ese ambiente quinqui de la Gerona de finales de los 70.
 
Porque en definitiva se trata de eso: la vida extrema de unos pandilleros cuyo modo de expresión es la delincuencia y subsisten dando un palo detrás de otro.
 
El guion parte de la novela homónima de Javier Cercas, quien reflejó ese ambiente sórdido de violencia y marginalidad de nuestra incipiente Democracia.
 
El protagonista es Ignacio Cañas. Un muchacho apocado que huye de los líos aunque los líos revolotean a su alrededor. Es el Bastian de La historia interminable: un chaval con buen fondo que se ve sometido a una presión que lo supera y recibe palizas y escarnios por parte de los chicos guays del colegio. Es el Padre nuestro de mil y un chavales que han coqueteado con la delincuencia juvenil por culpa de no saberse defender ni hacer respetar.

El bullying es el acoso escolar de toda la vida

No exagero. Toda esta peli, y mil historias similares en la vida real, no tendrían lugar si no hubiera «abusones» o si los abusados supieran o pudieran hacerse respetar. Yo, en los 80s, no podía ver cómo abusaban o pegaban a algunos compañeros míos y siempre salía en su defensa. Me parecía imposible que alguien fuera insultado, empujado por las escaleras o pegado en el patio y no hiciera amago ni de defenderse. Pero este Ignacio no tuvo quien lo defendiera. El acoso y la persecución se prolonga y perdura sin que él haga nada para merecerlo y sin que él sepa qué hacer para defenderse.
 
Lo más sano e inteligente habría sido acudir a sus padres, pero en la peli vemos que tampoco sabe comunicarse con ellos y esto le hunde más y más en la cueva emocional en la que busca refugio. Es un chico bueno, con buen fondo, pero no tiene tablas para enfrentarse a la vida. Esto lo convierte en carne de cañón para ser víctima de ese acoso y, lo que es peor, como vemos en la peli, en candidato involuntario para terminar integrándose en una pandilla.

El dilema del pandillero: entrar en una pandilla tiene mala salida

Sobre todo cuando eres un tipo cándido que entra en un ambiente de delincuencia ajeno a su día a día. Antes dije que no tenía las tablas para enfrentarse a nadie, pero menos preparado estará para la que se le avecina cuando sea víctima de un chantaje. O de varios, como veremos.
 
En sus ratos libres del verano trabaja en unos recreativos echando una mano al dueño. Al verlos di un salto a los recreativos de los bajos de la Plaza de los Cubos, en Madrid. Inevitable. Un sitio en el que la violencia y el peligro se mascaba a la vuelta de cada esquina.
 
Su vida empezará a torcerse cuando vea entrar a una muchacha que le vuelve loco desde el primer minuto en que la ve: Tere. Una muchacha que rezuma sexualidad que ejercerá un poder absoluto sobre él desde que ella le mire a los ojos y él se fije en sus… vamos, ella desafía a la Ley de la Gravedad sin usar un sujetador e Ignacio perderá el norte por ella y por todo lo que ella engloba desde que la vea por primera vez.
 
Ella viene con otro muchacho, y ya desde el primer minuto el dueño de los recreativos se sentirá incómodo cuando los vea entrar. Intuye que serán foco de conflictos y percibe el peligro que emanan en sus gestos, su comportamiento y en sus miradas.

Muchachos marginales

No obstante serán dos chavales marginales que salen de su territorio en busca de presas. Pasan drogas y si se les pusiera a mano el propio dueño de los recreativos no dudarían en coserle a navajazos para robarle la caja del día.
 
Esto no lo sabe Ignacio. Pero percibe su peligro porque lo lleva en la mirada. Y aún así se quedará prendado de ella. Más que de ella, de la sexualidad que rezuma. Y de su fuerza y su carácter, y su confianza, cosas que ya sabréis que a él le faltan y al verla a ella se sentirá atraído por ella y ella, consciente del poder que tiene sobre él centrifugará su conciencia y se lo llevará al lado oscuro en los cinco minutos que pasa con él en una cabina del cuarto de baño. Él sentirá el alivio de una mano generosa que le presta la atención que él desea y ella, desde ese mismo instante, sabrá que lo tiene cogido por donde más débil es él.
 
Esa atracción por la muchacha, mas su huida constante de los matones del cole harán que se sienta tentado a cruzar la frontera del título y se adentre en le barrio chino de Gerona. Sólo nos falta cruzarnos con Maki el navaja, pero el resto de personajes están por ahí, merodeando, sobreviviendo, asaltando y delinquiendo. Y entre medias él terminará en la pandilla de ella porque quiere hacer méritos para ganarse su corazón. Está perdido.

El resto de la pandilla son atracadores y camellos

iven de eso: vender drogas y robar esto o aquello. Tirones de bolsos, atracos en las puertas de los cajeros, poco a poco Ignacio se irá haciendo un hueco en la pandilla, cual pardillo que es, sin comprender que está empezando a andar un camino sin retorno que hará que termine mal, como decía al principio, en una cuneta o en la cárcel.
 
La espiral de delincuencia se acentuará conforme se vaya sintiendo reconfortado por ella y aplaudido por los pandilleros. Todos saben, menos él, que hace todo para demostrar agallas a Tere, y Tere le reirá las gracias para cebar su autoestima.
 
Fuera de la pandilla tenemos otros grupos de personajes… Los matones del cole que son los que hacen que el protagonista se precipite hacia el mal huyendo, también, del mal. Estarán sus padres, que sufrirán viendo cómo se les va su hijo de las manos sin saber cómo retenerlo y sin saber hacerle comprender que su vida podría y debería ser mucho más sencilla si se atreviera a hablar con ellos. Está el dueño de los recreativos que le echa una mano haciendo que se gane cuatro perras y está un nuevo detective, o comisario, no sé exactamente qué es, pero será decisivo en su vida.
 
Por muchos motivos.
 
No sólo porque se empeñará en investigar la violencia creciente del barrio. Sino porque está decidido en terminar con ella. La pandilla experimenta una escalada de violencia inusitada saltando de tirón del bolso al asalto de viviendas y al tráfico de drogas o de fármacos (al más puro estilo Quadrophenia) robando farmacias y revendiendo medicamentos.

Aviso de SPOILER

A partir de aquí voy a comentar el tramo final de la peli. Te recomiendo que lo leas sólo si ya la has visto y si no, que pares de leer y vuelvas a el fancine después de verla.
 
La espiral de violencia hará que terminen usando armas de fuego, tanto en atracos a bancos como para huir de la Guardia Civil. Llegando, incluso el propio Ignacio, a disparar sobre los motoristas. Iremos viendo cómo caen uno detrás de otro los miembros de la pandilla hasta que sólo quedan tres: Ignacio, Zarco, que es el líder de la banda y Tere.
 
En la recta final de la peli Zarco, herido por un disparo de un Guardia Civil le pedirá a Ignacio que le deje allí y huya. Quizás sea la parte más emotiva de la peli, cuando Zarco haga entender a Ignacio que esta vida no es para él, que él tiene otra vida que vivir. Y quizás podría habérselo pensado antes de meterle de lleno en la delincuencia juvenil, pero nunca es tarde si la dicha es buena.

Aquí aparece el verdadero héroe de la película

El padre de Ignacio. Se jugará su propia vida y su libertad por defender a su hijo. Ignacio acudirá a él cuando no encuentre salida alguna y el padre no dudará en enfrentarse al comisario para intentar evitar que su hijo de con sus huesos en la cárcel. Y el comisario será benigno y magnánimo entendiendo el dilema del padre y el drama del hijo que ha sido arrastrado a esa delincuencia por tonto e ingenuidad.
 
El padre y el comisario serán quienes salven a Ignacio de ir a la cárcel. La peli terminará años más tarde, creo que veintiocho, cuando sea un Ignacio mayor y maduro el que veamos al principio entrando de visita en la cárcel para ver, por primera vez en casi tres décadas a Zarco, que lleva toda su vida metido en prisión por los crímenes que cometió en el fatídico verano del 78.

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