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La huella

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La huella me recuerda a mi padre

Este habría sido un puente perfecto para pasarlo con él en su casa y, a media tarde, encender la chimenea y ponernos a ver una película detrás de otra hasta que el sueño nos venciera.

La huella era una de esas pelis… Hoy le habría propuesto hacer doblete con Chacal. Y si por un casual mi hermano hubiera hecho acto de presencia, al terminar la segunda habríamos puesto La venganza de Don Mendo, recitando y declamando los versos de Pedro Muñoz Seca y superponiendo nuestras voces a las de Fernando Fernán Gómez y compañía… Menudas nochecitas las de aquellos días. Aunque también estoy seguro de que, aficionado como era al género negro le habría gustado ver Puñales por la espalda. Aunque pensándolo bien, y por ser cine negro La huella, creo que al final habríamos rematado la sesión continua de cine con Un cadáver a los postres.

Leo Mankiewicz ejerce de pulpo en esta película acaparando guion, dirección y producción avalado por los Oscar al Mejor Guion y a la Mejor Dirección tanto en Carta a tres esposas como en Eva al desnudo.

Esta peli nos lleva al teatro (como la de Don Mendo). De hecho se grabó en dos semanas y todo se hizo en un único decorado, o set, en el que iban intercalando eso, los decorados. Esto fue para él una experiencia, en palabras textuales, «extremamente alegre» y se sentía afortunado por haber tenido la ocasión de hacerlo.

Su experiencia en el cine estaba más que contrastada y demostrada. Incluso en macro producciones como Cleopatra, hasta entonces, película más cara de la Historia, con un presupuesto abrumador y los productores y los estudios a cara de perro todos los días. Su tensión filmando se multiplicaba día a día conforme se aumentaba el presupuesto, con las excentricidades de los actores y con la prensa presionando.

Pasan los años y llega La huella: un retiro espiritual e intelectual para Mankiewicz. Un capricho

Huyó de las superproducciones y buscó cobijo en el teatro, de ahí la aparición de esta peli en su vida. Tenía meridianamente claro que quería dos actores que representaran a dos generaciones y que fueran capaces de sostener un diálogo entre ambos repartiéndose al 50% el peso del guion. Estos fueron Laurence Olivier y Michael Caine: dos Actores con mayúsculas.

Ambos se metieron en sus respectivos papeles y le concedieron a Mankiewicz el reposo intelectual y físico que tanto necesitaba. Y de paso le hicieron disfrutar de lo lindo manteniendo la «tenzone» dialéctica en un pulso interpretativo superlativo. Tanto que, años más tarde, en 2007, Kenneth Branagh la volvería a llevar al cine para emular al director y a su obra… Aunque con la eterna pretensión de mejorar lo ya hecho y de satisfacer su ego personal. Esto contribuyó a hacer más grande esta versión de 1972 porque la de Branagh resultó un truño como un puño.

Es verdad que en el remake repetiría Michael Caine, ya ascendido socialmente e interpretando al millonario excéntrico y escritor de novelas negras. Pero ni él es Laurence Olivier ni Jude Law es Michael Caine. Ni, claro está, Kenneth Branagh es J.L. Mankiewicz.

Permitidme una reflexión al respecto… Hablo de La huella, pero justo este mes se ha estrenado Muerte en el Nilo, que quizás la vea cuando la pongan en la tele, si no tengo ningún plan para esa noche. Y antes de ésta, hace unos años, Asesinato en el Orient Express, las tres dirigidas por Kenneth Branagh. Las tres destrozadas y reducidas a meras parodias de las originales. Bueno, digo las tres y no he visto la última, como os decía, pero me juego lo que sea a que cuando la vea no necesitaré volver sobre esta entrada para autocorregirme y pedir disculpas por haber presupuesto la incapacidad de Branagh y haber osado emitir un prejuicio (más que juicio) de valor sobre una peli que no he visto.

No la he visto, pero conozco la megalomanía de Branagh que le hace incorporar escenas y personajes a un duelo dialéctico entre dos personajes para forzar su aparición en la película (me refiero al remake de ésta). Y conozco las tonterías que es capaz de incluir en un guion para suplir capacidad intelectual con diálogos superfluos y guiones perfectos con retruécanos tanto de tramas como de personajes en un vano esfuerzo por hacer interesante algo que ya era interesante y dejó de serlo cuando él metió su mano.

Ojo, hablo del mismo Branagh que sí sabe dirigir cuando se trata de guiones originales y no de adaptaciones de obras anteriores. Con Shakespeare lo borda, menos en Mucho ruido y pocas nueces, pero fuera del teatro isabelino es donde empieza a perder fuelle… Sus clásicos adaptados no hay por dónde cogerlos y no pienso hacer más sangre mencionando su Frankenstein, de Mary Shelley, que es de todos menos de ella, la pobre, que si llegara a ver la peli se infartaría una vez detrás de otra.

Y que conste que si llego a ver la de Muerte en el Nilo, y si, por casualidades de la vida, se alinearan los astros, no ya para que termine gustándome sino para que no me disguste del todo, no me costará nada volver como ya hice en una ocasión, cuando alabé a la alabable La batalla de Midway desdeñando de antemano Midway y luego dediqué una entrada a la segunda para dejar claro que sí me había gustado. Dicho sea de paso, estos dos títulos supusieron mi debut en el mundo Podcast entrando a comentar cine histórico en Antena Historia. Podéis escucharlo en IVOOX.

Obviemos el remake y retomemos la de 1972

Excepción hecha del laberinto y de la entrada de la mansión, como os decía al principio, todo lo demás se grabó en un mismo set de rodaje en el que intercalaban los escenarios o diferentes salas de la mansión del millonario. Al más puro estilo teatral.

Hay quienes insisten en que la película se centra en la lucha de clases. Pero no. Algo de eso parece haber pero dejadme matizarlo y explicar por qué no lo veo yo así. La lucha de clases se suele hacer de abajo arriba no con el ánimo de lograr alcanzar el bienestar y la tranquilidad económica de aquel al que se mira desde abajo. No. La lucha de clases consiste en el deseo de privar de lo bueno de la vida a quien puede disfrutarlo. No es quiero ser como tú sino quiero que tú seas como yo. O un poquito más largo… no quiero ser rico como tú pero quiero que tú seas pobre como yo. Es la envidia llevada a la sociología.

Esta película no refleja eso. En ella vemos a un burgués (según la RAE una persona de clase media acomodada) con gustos exquisitos y con el anhelo de dar ese segundo salto económico que le permitiera disfrutar de los placeres más elevados de la vida. Ya ha catado ese mundo excepcional, en los labios de la esposa de cornudo, y ahora quiere disfrutar también su mansión, o algo parecido. Y digo «segundo paso» porque el primero lo dio su padre, un italiano que hizo las maletas y viajó hasta Inglaterra para ofrecer una vida mejor a su familia, como relojero.

A pesar de arruinarse logró que su hijo prosperara y terminara al frente de una cadena de peluquerías convirtiéndose en el self-made man. El hombre que se ha hecho a si mismo a fuerza de trabajar y ha prosperado. Tanto que tiene ese negocio de peluquerías en los que cuida el look de las mujeres de la jet set inglesa, entre las que se encuentra la esposa de su antagonista, con quien comparte una aventura amorosa.

Tiene salones de pulquería en South Kensington, y en Bristol, y en Londres… Vamos, que no le va mal y hasta ha rescatado el nombre italiano para darle un toque «latin lover» que vuelve locas a las inglesitas que se pierden por los extranjeros.

Pero la reunión no es espontánea. Que el peluquero esté en casa del escritor no es mera casualidad. Todo responde a un plan maquiavélico ideado por el millonario.

¿Podrá usted mantenerla si la aparto de mi lado?

A bocajarro. Le casca esta pregunta que deja al peluquero boquiabierto y defiende la esencia de su relación con la mujer del otro como puro amor. Un amor lleno de excentricidades que él no podrá costear con su economía, y pese a que le doliera, sabía que era bien cierto.

Esa es la pregunta clave, porque la esposa del millonario y amante del peluquero es una mujer caprichosa que no se conformaría con una vida corriente y una cuenta corriente igualmente… corriente.

Por otro lado, Andrew Wyke, el millonario, ha sabido rellenar el hueco que su mujer ha dejado en su corazón por una finlandesa cuyo sex appeal, para Milo Tindle, el peluquero, es como el de un JEEP de segunda mano. Lo dice alguien que sueña con un JEEP Wrangler y lo desea como el coche de su vida 😉

Al final, billar arriba. Gin-tonic abajo, el millonario da las bendiciones a la relación entre el peluquero y su mujer. Defiende su relación con la finlandesa, pues habiendo sido abandonado se refugia en la rubia de Finlandia por la paz que le proporciona. Será en este punto que, tras redundar en la ruina económica del padre, y en la ruina que le supondrá iniciar una vida en común con una mujer acostumbrada a no dar un palo al agua y a vivir a todo tren.

La peli dará un giro a continuación.

SPOILERS

Por lo que si no has visto esta peli tan genial, para de leer y regresa cuando la hayas visto.

El millonario le hará una proposición al peluquero. Una proposición más indecente que cuantas le haya podido hacer su esposa… Él quiere quitarse a su mujer de encima. Su mujer quiere irse con el peluquero pero no quiere reducir su nivel de vida. El peluquero quiere a la mujer del millonario pero teme que sea cierto que no podrá cubrir sus caprichos con sus ingresos.

Y entre medias unas joyas que el escritor invita al peluquero a robar. Le invita con el fin de poder, después del robo, denunciar el mismo y cobrar la indemnización del seguro y todos felices.

Proponiendo este robo todos saldrían ganando: 250.000 libras en joyas escondidas en su propia casa pues desconfía de los bancos. El marido cobraría la indemnización del seguro. El amante podría vender las joyas y pagar los caprichos de la mujer caprichosa y así no la perdería. El propio millonario habría buscado, de antemano, un perito holandés que está dispuesto a pagar 170.000 libras por las joyas en el mercado negro.

El caso es que tras unas dudas iniciales Milo termina accediendo al plan magistral de Andrew, hasta que éste da una nueva vuelta de tuerca al argumento induciendo a Milo a fingir un robo del que terminará defendiéndose revólver en mano. La tensión dramática irá in crescendo porque Milo descubrirá las verdaderas intenciones del marido despechado.

Ya será tarde

Han tirado todo por los suelos fingiendo una pelea. Hay disparos en la pared, más propios de un tiroteo que de un juego… El peluquero, vestido de payaso recibirá una detonación en la sien que le hará caer por las escaleras.

Un par de días después de esta reunión de amigos aparecerá un inspector de policía. Se presentará en casa del millonario y le dirá que está investigando la desaparición y/o muerte del Sr. Tindle.

El escritor de novela negra se jactará de los hechos dando por imbécil al policía, como ha querido la novela negra, por lo general, darnos a entender ya desde los tiempos de Sherlock Holmes. Pero la broma se le irá atragantando conforme el policía vaya descubriendo la verdad y desmontando las argucias del escritor. Y el escritor irá asustándose conforme vaya viendo que su broma le puede costar bien cara.

El escritor explica que sí se hicieron tres disparos: dos reales, para hacer creer al peluquero que la munición era verdadera y un último tiro, el de la sien, con una bala de fogueo para hacerle creer que iba a matarlo, pero dejándolo marchar vivo. Porque no lo mató, pero el poli le acusa de la muerte de Milo hasta el punto de asustarlo tanto como para terminar haciéndole creer que lo detendrá y pasará siete años en la cárcel para hacerle derrumbarse.

Pero no. Ni el escritor ha matado al peluquero ni el policía es policía. Es el mismo Milo que se ha disfrazado de inspector y ha sembrado la casa de pistas falsas para vengar el miedo y la vergüenza que le hizo pasar el escritor al pretender que le ajusticiaba con la bala de fogueo.

Empate a 1. Andrew Wyke admite el golpe y da por zanjada la pelea de gallos. Pero Milo no acepta el empate. Quiere ser mejor que él para ser mejor que su padre, quien en el fondo fue siempre un perdedor. Tiene que vencer al escritor y le explica que los de su clase y condición no juegan para perder porque no tienen nunca tiempo para perder, cosas del trabajo y de la competencia porque los burgueses lo son mientras prosperen trabajando pero si paras de trabajar habrá otro que te supere. Y dice «si no se vence no se sobrevive, y el que pierde lo pierde todo».

El desempate

Milo confiesa haber asesinado a la amante finesa del escritor. E igualmente confiesa que ha llamado a la policía para decirles que el escritor ha cometido un asesinato y los ha citado a las 22:00h en la mansión. Tienen menos de un cuarto de hora de margen. Milo ha escondido cuatro pruebas del asesinato de la muchacha en la casa del escritor. Si no quiere acabar sus días entre rejas tendrá que jugar y ganar al peluquero.

Y aunque me encantaría contar lo demás, aquí me paro para no destriparos la película. Para no destriparos más, claro. Solo os diré que el escritor pasará un cuarto de hora de locura y los espectadores disfrutamos viendo el desenlace de la peli.

Ya doy por terminado mi comentario de la peli, aunque antes os diré que he mencionado una peli que hace un homenaje a La huella. Sí, en Puñales por la espalda vemos al muñeco marinero en un claro homenaje a esta peli.

Antes mencioné La batalla de Inglaterra, en donde aparece, precisamente, Laurence Olivier, comentada en el fancine. Por otro lado, quien sí ha aparecido más a menudo en mi blog es Michael Caine, cuya última aparición estelar fue en Interstellar. Tenía a huevo lo de «estelar».

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