Recién publicado mi comentario sobre Garra vuelvo a una cancha de baloncesto para la siguiente peli en el fancine.
Os propongo un «viaje en el tiempo» para irnos a 1985. Cambiemos de piel y dejémonos guiar por nuestros instintos.
Viajar en el tiempo… mudar de piel, baloncesto… 1985… sólo nos falta un ingrediente para éste cóctel: Michael J. Fox. Dicho esto está más que claro que voy a hablaros de Teen Wolf. Bueno, el título del artículo no dejaba mucho lugar a la duda, digo yo. Quizás ya era suficiente pista.
Este es el segundo hombre lobo en el fancine
La anterior fue Un hombre lobo americano en Londres. Y si no fuera por el mono de baloncesto que tengo (porque llevo sin jugar desde diciembre de 2021) me habría esperado, quizás, a Halloween. Pero aquí está, horneándose para ponerla en el escaparate en un ratito.
Si os soy sincero esta peli tiene muy poca chicha para el blog. Es decir, que no hay mucha materia y el comentario será más bien breve, creo.
Entrevistaron a muchos directores para ver a quién ponían al frente del proyecto. A todos les dejaron leer parte del guion y les preguntaron ¿de qué va esta peli? Y todos menos uno respondieron «de un hombre lobo». El uno dijo «habla de una relación padre/hijo» y lo contrataron.
Rob Daniel trajo dos guionistas: Jeph Loebb y Matthew Weisman
Estos, paradojas de la vida, simultanearon la escritura de este guion con la de Comando, en la que también estaban trabajando y cuya peli se estrenó menos de un trimestre después de esta.
Fijaros en un detalle: Comando, Teen Wolf… las dos pelis salieron en 1985, año prolífero en clásicos ochenteros. No obstante es el mismo año de El club de los cinco y de Regreso al futuro. Y ciñéndome a «pandillas», de Los Goonies y, dando un salto todavía más grande en el tiempo, e yéndonos a Inglaterra de Sherlock Holmes: El secreto de la pirámide. Menudos títulos todos ellos, ¿verdad? Pura nostalgia ochentera… Eso sí, esta peli se grabó entre noviembre y diciembre de 1984.
Una peli que nos contará la vida, o el paso por el 12th grade, o nuestro COU de entonces, de un chaval que no molaba. Un triste. De esos que si los borras de la foto de la clase nadie echaría en falta su careto. Y eran muchos.
Pues esta peli va de uno de esos que no eran populares y vivían a la sombra, escabulléndose de un lado para otro intentando no hacer ruido para no llevarse una colleja. Un «loser» o perdedor. Y solo alcancé a entender la dicotomía loser/popular cuando viví en Minneapolis. Sí, es verdad que aquí sabemos bien quién es lo uno y quién es lo otro. Pero llegas allí y ves la vida que los populares capitanes de equipos, cheerleaders, pichichis… o simplemente guapos, pueden llegar a dar a los loser frikis, nerds y tímidos en su mayoría, pero también entran los gordos, feos (como veréis el menú es variopinto,?) en definitiva, todo el que no se ajusta a unos cánones de ocio y de belleza.
Para que os hagáis una idea, yo, cosas del destino, entré de lleno en el grupo de «populares» porque me convertí en el pichichi del equipo de fútbol y porque era español (y ese año acabábamos de ganar la medalla de oro de fútbol en Barcelona’92). Es decir: caí de pie (y metía goles como churros).
Pues bien, visto así, todo tendría que haber sido miel sobre hojuelas, hasta que me jugué el puesto en el equipo por permitir a un loser del mismo equipo, sentarse a mi lado en el vestuario. El loser en cuestión era Wuy Lee. Y Wuy Lee era el mejor jugador del equipo a años luz de todos los demás, un millón de veces mejor que yo. Pero era vietnamita. Al terminar el partido, o el entrenamiento, él se duchaba aparte y esperaba a que todos hubieran terminado. Yo me indigné y le dije que nada de esperar, que se duchara con todos los demás, y casi me cuesta pasar al grupo de losers. Pero me importó un bledo.
Costó al principio, pero al final Wuy era uno más del equipo. Y mediado el curso, para que os hagáis una idea, alguien me robó en la taquilla del High School, y Wuy, ipso facto, me dio la clave de la suya para compartirla conmigo. No volví a tener una propia, la compartimos el resto del curso y se convirtió en uno de mis mejores amigos en los Estados Unidos. Lo hizo a modo de agradecimiento por lo de los vestuarios.
De eso va esta peli: de madurar; forjar una personalidad y de amistad
Perdonad el rollo autobiográfico pero lo he metido para ilustrar un poco el grado de diferencia social o de vivencias y disfrute entre un loser y un popular americanos.
A partir de aquí pienso destripar la peli entera. Siendo de 1985 dudo mucho que haga spoiler a nadie. Si no la has visto y no quieres saber más para de leer.
Porque nuestro protagonista, Scott Howard es un loser. O por lo menos se porta como tal. Juega en los Castores, el equipo de baloncesto y es igual de malo que el resto del equipo, Ni en eso tienen suerte. Y le gusta la novia (popular) del capitán del equipo de baloncesto de los Dragones, un tal Mick, todo un cretino pero figurín. Para que os hagáis una idea de lo tonto y ensimismado que está con la rubia, que no se da cuenta de que existe otra chica, bueno, su mejor amiga, que está loquita por él: Boof. Es preciosa. O a mi me lo parece. Mucho más bonita, agradable, desinteresada y simpática que la tonta del bote de Pamela Wells, pero las hormonas son las hormonas.
Por cierto, desde que salió Ice Age no puedo evitar ver a Sid cada vez que la pobre aparece en pantalla…
Os decía que juega en un equipo de baloncesto… pero es mucho decir. Más bien arrastra la equipación por el parqué. Eso se ajusta más a lo que realmente sucedía, porque son tan malos que no ganan ni un partido.
Ya he dicho varias cosas clave para el devenir de la peli…
Chicas + baloncesto + hormonas + COU (12th grade) = Teen Wolf
Elevada al éxito por la actuación maravillosa de Michael J. Fox. Pues creo que esta misma peli con cualquier otro actor habría sido otra más, una del montón.
No obstante eso pudo haber ocurrido con Regreso al futuro, cuyo protagonista Marty fue interpretado por Eric Stoltz (en el fancine lo tenéis como el sargento Danny Boy en Memphis Belle) y lo sustituyeron por Fox cuando ya había grabado todas sus escenas. Es más, puestos a ir más lejos… Teen Wolf estaba terminada antes de Regreso al futuro, pero invirtieron sus estrenos y se guardaron esta, por temor al descalabro en taquilla. Fue el pelotazo de Regreso al futuro lo que hizo que sacaran inmediatamente esta para seguir la estela de Michael J. Fox. Y bien que hicieron.
Volviendo al tema de la peli, o al argumento, no deja de ser la clásica búsqueda de identidad personal en la pubertad. Cuando eres joven, no todos tienen claro quiénes son y cómo son. Gente insegura que teme abrir la boca por miedo a meter la pata. Gente que vive a la sombra y gente que nace estigmatizada con la condena de ser prescindible en cualquier grupo de personas: en una clase, una pandilla, en el equipo de baloncesto y después, hasta en el trabajo.
Ese es Scott Howard, y más obnubilado como está con la chica más popular del colegio.
Y así será hasta que deje aflorar el lobo que lleva dentro.
Pero para llegar a esto primero pasará por un proceso de descubrimiento que le hará, todavía, más inseguro. El hombre lobo no se manifiesta de la noche a la mañana. Es como «esa pubertad» que mencioné antes. Empieza con algunos cambios físicos, con el desarrollo (desproporcionado) de algún sentido, hasta de algún talento o instinto… Pero claro, todo esto sin tener ni repajolera idea de qué le está pasando, por lo que a su complejo habitual sumémosle todos los derivados de que le salgan pelos en las manos y gallitos al hablar.
Será su padre quien le explique lo que le pasa y le explique que no es un caso aislado: es algo genético y que él mismo también es un hombre lobo. Pero no puede hacerlo público porque nadie lo entendería. Y pasaría de ser un loser o bicho raro a ser un monstruo, por lo que mejor quedarse calladito.
Hasta que todo eso se cruza con las hormonas y la rabia interior. Esto le ocurrirá en un partido de baloncesto, de esos a los que iba el público contado con los dedos de una mano: amigos y algún familiar y para de contar. Cosa que obvio deciros, cambiará cuando aparezca el licántropo.
A partir de aquí veremos a Scott aprendiendo a lidiar con su nueva realidad, sin darse cuenta de que para dominar al lobo que lleva dentro lo que necesita es madurar. Y mientras madura se ligará a la rubia, dará la espala a la morena que lleva media vida enamorada de él y liderará al equipo de baloncesto ganando partido tras partido. Su fuerza, su destreza, su agilidad y su salto sobrenatural harán que el equipo llegue a la final del campeonato y se enfrente, claro está a los Dragones de Mick.
Scott controla al hombre lobo conforme madura y gana autoestima
Aquí viene lo interesante.
El proceso de maduración de Scott culminará en este partido. Cuando haya controlado del todo al lobo, para sacarlo solo cuando quiere y si quiere. Dominar al lobo, no dejarse dominar por él. Y lo demostrará en el partido. Si una cosa ha logrado su nueva naturaleza de hombre lobo ha sido hacerle responsable y madurar. Y para ello ha tenido que aprender a confiar en si mismo, cosa que hará en la final de baloncesto, pese a las reticencias de todos sus amigos y compañeros.
De los compañeros porque nunca han ganado un partido sin el hombre lobo. De sus amigos porque no es que confíen mucho en él, y menos su mejor amigo que ha creado toda una línea de merchandising de Teen Wolf que se le viene abajo si no aparece la bestia.
Pero la bestia nunca aparecerá, y aún así liderará al equipo hasta la Victoria. Un equipo, y un instituto que no pasarían ningún filtro de lo políticamente correcto de nuestros días porque no cumple con ninguna cuota: ni paridad (sólo hay dos chicas), ni racial (solo hay un personaje negro, en el equipo de los Dragons), ni mucho menos sexual (luego comento el punto de vista de la película sobre este tema).
Esta peli sería imposible hoy con la censura WOKE
No hay color, valga la expresión, si comparamos el cine de los 80s en las que la realidad de la Sociedad contemporánea quedaba reflejada en las películas con el cine de la segunda década del siglo XXI. Ahora las pelis y las series se esfuerzan por recrear esos años 80s. Aprovechan la moda ochentera para redibujar la realidad de aquella década: aire retro, iluminación, colores, música… y sobredosis de falsa realidad de multiculturalidad forzada en la que no puede haber una toma ni una panorámica sin representación plural.
Eso con los 80s, que si hablamos de la Inglaterra victoriana: esclavista y racista hasta el tuétano ahora la dibujan de tal manera que aparece como un vergel multicultural.
Es más, fijaros si este peli es poco «políticamente correcta» que cuando Scott está aprendiendo a convivir con su nuevo yo veremos dos escenas consecutivas, en el cole y en el garaje de Stiles que ahora serían polémicas: en una veremos que Scott controla una conversión en lobo en el cuarto de baño del High School y para lograrlo media tal esfuerzo que se empapa en sudor. Entonces llega el director (que luego veríamos que no era precisamente el mejor amigo de su padre) y le pregunta si se pincha. Pero acto seguido, en la siguiente escena Scott tiene que confesar a su amigo lo que está viviendo.
Y al empezar a hablarle de cambios, de problemas y de confesiones…
Vemos este diálogo
- Scott: Escucha Stiles, tengo que hablar contigo de algo que me está volviendo loco…
- Stiles: Si te escucho pero antes necesito colocarme por si el rollo en intenso
- Scott: Bueno, oye ni, ni si quiera te lo hubiera mencionado pero necesito decírselo a alguien…
- Stiles: Un momento… ¿vas a decirme que eres marica? Porque si me dices que eres marica no creo que pueda digerirlo
- Scott: nooo no soy marica (sonríe aliviado como diciendo ¡venga hombre!). Soy hombre lobo…
Stiles da por bueno que su mejor amigo sea un hombre lobo a la primera. Como hubiera sido «marica»… como poco se habría tenido que «colocar» y después a saber qué dice.
Lo bueno, o malo, del amigo es que inmediatamente relativizará el drama de Scott y encontrará el modo de sacarle partido. Chicas, alcohol, fiestas… todo eso se le pasa por la cabeza en menos de un segundo.
Dicho esto, lo mejor será justo al final, cuando la rubia, la popular se vaya directa a los brazos de Scott tras ganar la final y él pase tres pueblos de ella y se vaya a buscar y abrazar y besar a Boof. Por fin se da cuenta de quién le conviene y de quién le quiere por se quien es y no por lo qué es.
Beeeeeeeeeeeeer!
Lo de clavar los colmillos podría hacer referencia a un juego que se juega con cervezas, aunque donde más lo vi fue en Inglaterra. Consistía en dar una fiesta en una casa y poner mogollón de latas de cerveza, de las grandes, en un sitio. Cada cual podía estar haciendo lo que quisiera, y en lo que quisiera entra todo lo que os imaginéis. Y cuando alguien gritaba a pleno pulmón Beeeeeeeeeeeeeeer! todos tenían que ir volando al sitio, que solía ser la cocina. Cada uno cogía una lata y un cuchillo. Agitabas la lata, clavabas el cuchillo en la base de la lata, se la ponian en la boca y tiraban de la anilla para que saliera a presión. El último en acabarse la lata, y se tomaba de un trago, tenía una penalización. Y hasta aquí puedo leer… era puro estilo fiesta de fraternidad universitaria.
No he dicho nada sobre el maquillaje, pero la verdad es que no es nada del otro mundo. Cuando más me gusta es cuando va vestido para jugar al baloncesto, ahí sí que le saca todo el rédito posible a su condición de hombre lobo. Cuando va de «paisano» me parece un poco el Spider-Man malote de Tobey Maguire. Bueno, creo que me he pasado un poco.
La transformación no es de las mejores que hemos visto en el cine. Tardaban unas cuatro horas en ponerle el maquillaje, capa sobre capa y, no obstante lo dicho arriba, me parece. Tampoco se podía pedir mucho más bueno para la miseria de presupuesto con que si tenemos en cuenta la miseria de presupuesto con que hicieron la peli: 1,2 millones de dólares por los 80 millones que recaudó.
Teen Wolf en España se tradujo como De pelo en pecho
Olé los mismísimos del traductor de turno, pero prefiero abstenerme de usar ese nombrecito.