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Nosferatu

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No esperaba disfrutar tanto con Nosferatu. Aunque, para ser leal a su director, y al director en el que se inspiró para hacer esta peli… y al escritor que inspiró a los dos, la palabra exacta tendría que haber sido sufrir, en vez de dIsfrutar.

Vista la original, de Murnau (1922), titulada Nosferatu: Una sinfonía del horror, no imaginé por dónde abordaría Robert Eggers esta versión (no autorizada) de Dracula. Porque eso es Nosferatu: un apropiamiento indebido de la obra literaria de Bram Stoker para eludir pagar los derechos de autor a su viuda. Puede sonaros patético, pero esa es la verdadera historia de esta peli, porque su trama no deja de ser la adaptación de esa novela. Y bien que luchó su viuda para retirar las copias que había distribuido la productora. Pero fue como intentar parar un tsunami con las manos.

¿Conocemos Nosferatu?

Si la respuesta es un sí, entonces comprenderéis lo estéril del esfuerzo de la pobre mujer. Viendo los personajes (adaptados) de la novela (adaptada) de su marido pasar por la pantalla sin ver un centavo. Pero así se escribe la historia, para bien o para mal. Sin entrar a opinar sobre las argucias legales, esa maniobra nos proporcionó una de las primeras películas de terror. Una peli que ha sobrevivido al paso del tiempo y que, fijaros si era buena, que ha sido versionada (por esta que comento hoy) y el mayor mérito del director ha sido que destila respeto por la peli original.

Murnau y, ahora, Eggers, reescribieron un Dracula transmutado en Nosferatu que causó pavor en un par de generaciones, la clásica, y la nueva será difícil de olvidar. Porque ha sido respetuosa, sí, pero con sus innovaciones, o con su manera distinta de abordar una misma película. Podríamos decir que…

Las dos Nosferatu son tan iguales como distintas

Iguales porque si trazas dos líneas temporales ambas transcurren de igual modo y la acción, salvo excepciones (y una es el trato recibido por el Profesor Albin Eberhart Von Franz) podría parecer una remasterización de la original.

Estoy exagerando un montón con la expresión remasterización. No me la toméis al pie de la letra, porque la nueva peli respira originalidad por los cuatro costados. Me refiero a que, pese a todo lo nuevo que mete Eggers, como os decía antes, se percibe el respeto a la cinta original. Y por eso ambas transcurren en paralelo. Como dos realidades paralelas, simultáneas, para describir un mismo presente con sus diferencias propias de un multiverso. Pues eso.

Luego comentaré un poco más lo del profesor, porque hay algún aspecto que, para mi gusto, se va de madre, pero no se carga la peli.

Nosferatu, vampiro de la noche

Hago un inciso para mencionar una tercera versión, la segunda cronológicamente, pues data de 1979. Tan solo para dejar constancia de su existencia, no para comentarla ni para compararla.

Se me hizo cuesta arriba y no sólo se ve peor que la de 1922, sino que el paso del tiempo ha pasado por encima de ella cual rodillo.

Terror y tenebrismo… del gótico a Halloween

Aquí quería llegar yo.

Lo digo tamborileando sobre la mesa buscando las palabras que quiero elegir para plasmar mis pensamientos.

Abordaré este punto empezando por comparar Dracula y Nosferatu. Cualquier Drácula y el Nosferatu original (si es que vale referirse a ella como tal, pues ya sabemos que Nosferatu es el hermano bastardo de Dracula). Podríamos decir que el terror en Dracula, fue un terror gótico. Romántico y gótico, pues, predominando el segundo, el primero subyacía entrelíneas. Y, por favor, por «romántico» no me refiero a romanticón. Sino al movimiento literario paralelo y contemporáneo del gótico.

Eso sería, para mí, Dracula, junto con Frankenstein los dos personajes epítomes de la novela gótica.

Luego está cómo son llevados a la pantalla, y ahí diverge el Dracula adaptado al cine que, por lo general, respeta y mantiene ambas pátinas romántica y gótica mientras que Nosferatu moderniza la figura del vampiro y se plasma mediante el expresionismo. Un expresionismo, a veces aparentemente, incompatible con el vampiro. Y más con el padre de todos los vampiros. Ahí radicó el éxito del Nosferatu original, del nuevo filtro con que plasmó la nueva esencia del personaje que toma prestado y lo descontextualiza y lo trasplanta respetando su atmósfera, ciñéndose al texto original, pero teutonizando su impronta visual y desalmando al ya de por sí desalmado conde tenebroso.

Eggers resucita el Nosferatu

Y con él recupera su expresionismo anacrónico en nuestros días y, la verdad sea dicha, lo retuerce hasta doblegar un estilo y ponerlo a su merced. Pues su manera de conjugar la fotografía, la iluminación, los escenarios y el vestuario, junto con su manera de enfocar y de filmar y su escenografía… Logra algo difícil de lograr, que es mezclar y cruzar tres corrientes diferentes. Dos profundamente literarias y la tercera estética. Claro que el choque de trenes entre lo gótico y el expresionismo lo bordó Murnau, y lo reborda Eggers, dándole un toque personal.

Resumiendo el aspecto expresionista: creo que donde más y mejor se refleja es en la arquitectura. En los decorados. Los vestuarios y los maquillajes tirarían más al romanticismo, casi victoriano. Sin el casi. El terror es tenebrista, pero Eggers se lo lleva al Halloween del siglo XXI. Quizás esto sea lo que menos me gusta de la peli. La tendencia patológica de nuestros días al sustito inducido, como dije que veía en la nueva It. Es el niño que se esconde tras la esquina del pasillo, o de la calle, para dar un salto gritando ¡Bu! cuando llegas a su altura.

Eso es lo que me saca dos o tres veces de la peli. El susto fácil. El chirrío de sonidos y la estridencia para hacernos clavar las uñas en la butaca y crisparnos los nervios… También vemos algo de casquería. Quizás innecesaria. Es un contraste entre belleza y vileza, entre voluptuoso y corrupto que te incomoda. Pero ojo, no es que me incomode a mi porque soy sensible, ni mucho menos: incomoda porque Eggers quiere incomodarnos, y lo logra. Yo habría prescindido de alguna imagen que, de puro descarnada, se me hacen groseras.

Ese es el pero, aunque la suma de todo lo que veo me hizo terminar 2024 viendo una peli inesperada cerrando el año por todo lo alto y me hace empezar 2025 comentando algo de lo mejorcito del año pasado.

A partir de aquí: AVISO DE ESPÓILER.

Nosferatu brutal… ¿brutalismo o brutalidad?

La trama, la verdad sea dicha, discurre en paralelo a la de 1922.

En verdad sigue siendo el mismo argumento, y sigue terminando prácticamente igual que la del siglo pasado, lo que la diferencia es la brutalidad con que aparece Nosferatu. Esa es la pátina con que esta película se desmarca de la original. Podría hablaros de brutalismo, pero siendo éste un movimiento arquitectónico… ¿O sí? Dadme un momento que ordene mis pensamientos.

Brutalismo

Iba a tirar por la brutalidad de la peli… que comentaré, pero al mencionar el brutalismo, que he estado a un tris de descartar, de pronto he recordado la posada en la que se alberga Thomas Hutter en Rumanía. ¿Iba a Rumanía? La verdad es que no lo recuerdo bien, pero vamos, los Cárpatos, los gitanos… Bien, pues he recordado esa posada. Y me han venido a la memoria los paseos que se da nuestro protagonista por los pasillos del castillo del Conde Orlok. ¿Y qué me decís de la villa que ha comprado en Alemania?

Si entendemos Brutalismo como una corriente estilística, fundamentalmente arquitectónica, en la que sus artistas gustan de rematar sus obras sin cubrir sus materiales… Es decir, que si usan hormigón lo dejan al aire, expuesto. Es una técnica, o corriente, propia de la Guerra Fría, de sus primeros años, los de postguerra mundial. La salida de la guerra; la explosión demográfica en Occidente; La proliferación del Capitalismo, que permitió por vez primera popularizar la propiedad de la vivienda y la multiplicación de matrimonios prósperos hizo que la arquitectura se decantara por bloques sólidos, homogéneos, parcos den decoración (por no decir sin decoración) y sin recubrir los materiales de obra.

Eso es el brutalismo: funcionalidad, sencillez y el hormigón… ¿A caso no es, más o menos, lo que vemos en la película? Si destaca por algo la arquitectura en este Nosferatu es por lo austero, parco y casi abandonadas que parecen sus moradas. Ojo, las vinculadas al Conde (su castillo y la nueva villa), y las que tiene a su alrededor. Esto no hará sino contrastar con una arquitectura recargada de ornamentos y de relieves, bajorrelieves y decoraciones que harán un claro contraste entre ambas arquitecturas. Esa frialdad en las moradas del Nosferatu no harán sino reforzar su idea de no muerto, de carne fría y corazón más frío que el hormigón.

Lo dicho sirve para esas dos residencias, pero ¿qué me decís de la posada?

Esa posada rodeada de gitanos, o zíngaros, que acosan y angustian a nuestro protagonista. Una posada en la que entra Hutter y se sume en lo tenebroso. Entra en un lugar sin ventilación, sin apenas luz natural y con pocas velas para iluminar. El calor de un hogar que parece no apagarse nuca y el humo del tabaco parecen estancar y viciar un ambiente de por sí viciado por la superstición. Pero luego entraré en este tema.

Lo que vemos del lugar, igual que los otros dos sitios ya mencionados, parco en decoración y con todos sus materiales expuestos a la vista. Más brutalismo…

Brutalidad

La brutalidad me la guardo para cuando veamos al vampiro.

Porque tal será su conducta, y su puesta en escena. Primero en cuanto al lenguaje, áspero y tosco, cuando no hiriente en todas sus palabras. Pero cuando el conde deja aflorar su verdadera naturaleza, la del no muerto, la del vampiro… Entonces la imagen se corrompe, como su carne putrefacta.

Porque este vampiro, en su forma de tal, será un no muerto con su carne putrefacta que se cae de la pantalla. Un animalismo brutal, grosero, que cuando tenga que cruzar su camino con su amada, y deseada, veremos el contraste entre ambas carnes, entre ambas almas y la podredumbre del no muerto destacará más y más, en sus yagas, sus carnes podridas y su falta de sangre en las venas.

Mas la brutalidad física, pues de esto también está bien servida la película.

Si no fuera por los sustitos estridentes… Tampoco hay tantos, pero el director se pliega al susto recurrente de las películas para quinceañeros y esto rebaja la tensión narrativa, a la par que dispara la tensión emocional. Para mi gusto, empobreciendo la tenzone de la narración.

Nosferatu

Las tramas de las dos Nosferatu fluyen en paralelo. Teniendo en cuenta que esta dura una hora más que la otra, pero las tramas son las mismas. Eso implica el desarrollo más extenso de dichas tramas, sobre todo la que atañe al Profesor Albin Eberhart Von Franzm El trasunto de Van Helsin. Demasiado escorado hacia la alquimia y la transmutación de los elementos.

Esta nueva faceta suya hace que tarde en entrar en escena como es debido. Y hace que su reputación esté en entredicho cuando por fin hace acto de aparición.

Pero vamos al principio…

La peli empieza con un encuentro onírico en el que el Conde Orlok (el trasunto de Dracula) enamora a Ellen. A la jovencita Ellen, a la que engatusa, ensimisma, y posee físicamente pese a tratarse de algo onírico. Con un pie en la realidad y el otro en lo etéreo. Una escena repleta de sensualidad y agresividad que se desbarata con el primer sustito de la peli. Manera pobre de terminar mal algo que empezaba bien.

Expatriado

Elipsis narrativa y vemos a Ellen felizmente casada con Thomas Hutter. Un muchacho en la flor de la vida que se quiere ganar un puesto como socio en la empresa para la que trabaja. Para lograrlo tendrá que hacer las maletas y viajar hasta el otro lado del continente, más allá de los Cárpatos, para rematar la firma de un inmueble en la ciudad de Wisborg.

Se sube a su caballo y no se lo piensa dos veces para reunir el dinero suficiente para poder agasajar a su esposa con todas las comodidades y anhelos, empezando por ser madre.

El encargo lo recibe de su jefe, recién retornado del castillo del conde. Elabora el documento legal y pone la empresa en manos del jovencito, que será quien se meta el viaje entre pecho y espalda.

Gitanos Vs Vampiros

Cuando Hutter entra en Rumanía, y se adentra en la zona más aislada de la sociedad, y deprimida, empieza a cruzarse con mil y una muestras de supersticiones. Una, incluso, lo despierta de madrugada y, cuando se asoma a la ventana de su dormitorio ve un grupo de gitanos adentrándose en la niebla alrededor de un caballo con una moza (seguramente virgen) desnuda. Parece que va rumbo al sacrificio, a modo de ofrenda.

Sale de la posada y se une al grupo para ver de qué va la historia. Menuda sorpresa se lleva cuando llegan al cementerio y exhuman un cadáver y le clavan una barra de hierro en el pecho. Él intenta detenerles, pero el cadáver se despierta y vomita sangre a cántaros. Se vela la escena y, cuando amanece, despierta en su cama y la posada está vacía. Se han ido los gitanos y le han robado el caballo.

El último tramo del viaje lo hará a pie hasta que se presente una carroza, sin jinete, y lo recoja. Da media vuelta y pone rumbo al castillo del conde escoltada por lobos que la siguen aullando. La caminata y la sugestión harán que llegue un poco febril y malcene en el hogar de su cliente.

El castillo del Conde Orlok

Lo natural y lo sobrenatural se entrecruzarán trenzando el día a día de Thomas Hutter hasta el punto de confundir lo real con lo irreal.

El Conde sangra periódicamente a Hutter para mantenerlo en ese estado de semi inconsciencia que no le permite pensar con claridad.

El Conde sabe bien lo que quiere. No tanto la propiedad en Alemania, ni trasladarse para vivir en la Europa occidental. Quiere estar cerca de su amada, a quien quiere desposar tal cual la prometió años atrás, cuando la sedujo y la poseyó con violencia en su encuentro onírico. Para el conde la muchacha es la reencarnación de su amada y hará lo que sea para poseerla físicamente. Especifico «físicamente» porque psicológicamente ella ya está rendida a él, como luego explicaré.

El Conde abruma al pasante con los contratos desde el primer minuto y, febril, firmará todo cuanto le ponga encima de la mesa. Incluida una versión del mismo contrato, pero en rumano, para tener una copia en su propia lengua. El muchacho que, a estas alturas está hasta las narices del Conde, de la propiedad, de los contratos, de su empresa, del castillo y de las cosas raras que está viviendo, firma lo que sea con tal de poder poner pies en polvorosa. Pero aun firmando, el conde lo retiene.

El contrato en rumano no es unac opia traducida: es la venta del alma de Ellen. De su alma y de su cuerpo. Una especie de pacto con el vampiro, o con el diablo. Por lo que, sin saberlo, cede la propiedad de su esposa al Conde quien se sube al Demeter y pone rumbo a Occidente.

El Demeter

Este es un episodio maravilloso en todas las versiones de Drácula. Excepto, precisamente, en la reciente película El último viaje del Demeter. Una peli prometedora que sucumbió a la tentación woke de poner un médico negro en pleno siglo XIX. Eso sólo ocurrió en la España de Ultramar. Los negros sólo fueron a universidades españolas porque en Inglaterra y en los Estados Unidos eran ciudadanos de tercera cuando no esclavos directamente. Por eso hablo de peli woke en la que usan actores negros para blanquear conciencias.

En todos se cumple la pauta del conde que contrata la bodega del barco para transportar varios cofres. Esos cofres contienen tierra y esa tierra es la mismísima tierra en la que se enterró a Dracula/Orlok. Una tierra en la que debe permanecer durante los días y de la que sólo podrá salir por las noches.

Y en todos los Demeter el conde sale de excursión por las noches y se zampa la sangre de un tripulante como quien se toma un gin-tonic antes de irse para casa. Los rumores murmuran que antes de caer uno de los marineros se escuchaba una voz eslava que decía «la penúltima y pá’casa«. Ahí lo dejo… Aterrador, ¿verdad?

En Nosferatu el Demeter se llama Empusa.

Whitby

El Demeter de Dracula, en la novela original, se inspiró en un barco (creo que una goleta rusa) de nombre Dmitry cuya tripulación murió en altamar y navegó a la deriva, llevado por las corrientes, hasta encallar en la bahía de Whitby.

Ya os hablé de este maravilloso pueblecito de North Yorkshire, al lado de donde viven mis tíos, en Scarborough. Ambos pueblecitos comparten sendos estancos (de una familia) y venden la mejor picadura de tabaco para pipa del mundo entero. Tabaco de melocotón, de té, frambuesas… te lo venden al peso y tú puedes confeccionar tu propia picadura a tu gusto.

En Nosferatu la goleta no llega a Whitby sino a Bulwer.

Plaga de ratas y la peste

Las ratas son una constante en torno al vampiro.

Son una especie de escudo natural para proteger tanto al cuerpo del no muerto como su propio ataúd. Por eso, amén de la tierra en la que fue enterrado, también hay ratas en las cajas que acompañan al Conde. Y estas ratas provocarán una plaga que degenará en peste que asola la región entera y fuerza a las autoridades a proclamar la cuarentena.

Muerte y desolación

Orlok está en su salsa.

Ha llevado la muerte a Alemania.

Se prepara para estrechar el cuerpo de su amada entre sus brazos.

Sólo el Profesor Albin Eberhart Von Franz podrá desentrañar el riesgo al que se enfrentan. No sin dar palos de ciego al principio. Y, entre medias, antes lanzarse a por su amada, por si acaso, se lanza a por la amiga de la amada. A modo de aperitivo.

Esta amiga ha acogido a Ellen mientras Hutter está fuera. Porque Ellen sufre sonambulismo. Antaño sufría pesadillas nocturnas y alucinaciones diurnas, pero parece tenerlo controlado… por el momento. La amiga espera un bebé y es madre de dos niñas maravillosas que no quieren irse nunca a dormir porque están muertas de miedo ya que, según explican a sus padres, entre lagrimones, las visita un monstruo todas las noches. Los padres se lo toman a cachondeo y se arrepentirán de ello cuando el monstruo se materialice una de esas noches y las rompa el cuello y se beba su sangre.

Por fin descubren a qué se enfrentan: el profesor y Hutter, recién llegado de Rumanía. Y empiezan a trazar un plan que les permita atrapar al vampiro para darle muerte. El marido de la amiga perderá el norte cuando su esposa muera, con su hijo en el vientre, y cuando sus hijas sean asesinadas. Pero más aún cuando tenga que acompañar a los otros dos para exhumar a su mujer y empalarla para que no se convierta en vampiro.

Seducción mortal

Estamos en la recta final de la peli.

Ellen sabe que el Conde está cerca. Espera su visita. Desea su visita. Se excita temiendo la presencia del vampiro. Es superior a sus fuerzas. Recordad que fue seducida y abusada hace muchos años. Y que se ha pasado la vida entera huyendo del vampiro y deseándolo dentro de sí a partes iguales.

Nunca nadie la hizo temer tanto, ni sufrir tanto, ni nadie, después de que él la rompiera el placer la ha satisfecho como lo hizo el vampiro. Por eso teme y desea su regreso, para que la satisfaga y para poder dejar de temer. Y porque sabe que nada hay que los tres hombres puedan hacer. Por todo eso ella abre la ventana al vampiro y le invita a entrar. Esta es la única manera en la que un vampiro puede acceder a la casa de su presa: siendo invitado. Y ella le deja pasar y él, pasa. Hasta la cocina. Hasta sus entrañas.

Y ella goza como un animal salvaje con un animal rabioso entre sus muslos. Y con sus muslos, sus brazos y sus susurros y gemidos retiene al vampiro y lo entretiene hasta que el sol despunta y canta el gallo al amanecer. El sol entra por su ventana y ambos son consumidos por un fuego interior al ser expuestos al sol.

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