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La noche de Walpurgis

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Este año mi apuesta de terror para ver en Halloween será La noche de Walpurgis. Un clásico del género de Fantaterror protagonizada por el no menos clásico, y fantástico, Paul Naschy.

Han pasado dieciséis años desde que dediqué un artículo a Paul Naschy, el hombre lobo español.

Explicaba que mi padre compartió gimnasio con él en el Real Madrid. Cuando todavía era Jacinto Molina, antes de ponerse el nombre artístico. Mi padre era gimnasta olímpico y estaba en el equipo de Gimnasia Olímpica del Real Madrid de los De la cuadra Salcedo y Joaquín Blume. Jacinto Molina no sé si estaba en el mismo equipo de gimnasia olímpica o en halterofilia, nunca he podido salir de la duda. De ahí que estuviera cuadrado.

Desde entonces he leído, y releído, aquellas palabras que escribí, de vez en cuando. Recordando la última vez que lo vi, en la COPE. Uno no tiene la oportunidad de ver, cara a cara, a un actor de talla internacional. Porque Naschy lo era. Más en el resto del mundo que en España, como es costumbre en nuestra maravillosa y triste nación cainita.

Los amantes del género del terror por supuesto que lo idolatraban, y no era para menos. Pero el resto del cine, las demás ramas, le daban de lado. Sin despreciarle, que yo sepa, simplemente haciendo de menos su trabajo y su oficio.

3, 2, 1… ¡España!

En el Fantaterror está la causa. Un género Made in Spain de serie B que surgió entre los 50s y los 60s gracias a la imaginación de un puñado de artistas y la influencia del cine estadounidense. En esos años España era un plató de cine descomunal. La dictadura supo crear una industria cinematográfica y puso a disposición del cine internacional parajes, paisajes y localizaciones inigualables a buen precio.

No había presupuesto que abarcara la creación de escenarios que siempre sería de peor factura que las localizaciones que había en nuestra península. Castillos, palacios, cortijos, parques naturales, desierto, playas, bosques… Y marcos reales para las mejores ficciones medievales, peplum (de romanos y griegos), segunda guerra mundial… Y Western, o espagueti western, para ser más exactos, pues también la industria italiana puso sus miras en España.

Cine Made in Spain

De este modo entraron en España divisas y se empezó a crear una tradición cinematográfica que alimentaría a los grandes profesionales del cine hasta más o menos los años 90s. Con el cine español ocurrió como con las familias de origen humilde…

Suele pasar en tres generaciones. A veces en cuatro.

  1. Prosperan con los esfuerzos de los abuelos, quienes crean un negocio
  2. El negocio familiar se mantiene a flote con sus hijos. Pocos son los que innovaron o mejoraron lo recibido y
  3. Los nietos lo echan a perder viviendo de las pagas y en la falsa creencia de que los negocios se sostienen solos. Y si no lo arruinan los nietos…
  4. Lo hacen los bisnietos siguiendo el ejemplo de sus padres

En este caso, en el que nos concierne por la peli, el cine americano desembarcó en España en los 50s y en los 60 ya hubo cineastas españoles que se atrevieron con géneros distintos a los que se hacían (y bien) de modo habitual. Algunos dieron el salto a géneros diferentes en los que podían expandir sus mentes y abarcar temáticas otrora impensables.

Fantaterror

Así nació el Fantaterror. Un género propio… Bueno, no es así realmente. Ya existía en otros países. Un género de fantasía mezclado con terror. Lo que distinguió al español es que era de serie B, como decía antes y aderezó sus temáticas con dosis extra de violencia y erotismo. Más en los 70s que en los 60s.

De hecho, la violencia sería palpable en todo el cine, no sólo español, en la década de 1970s. Verbal, física, psicológica… como expliqué en Deliverance, y fantástica, como la peli de hoy.

Y eso que la dosis erótica, o sensual, es mínima en La noche de Walpurgis, pero se entiende que las productoras de aquellos días darían por supuesto que, o pones mujeres desnudas en las pelis o la peli no se comerá un colín. Es curioso porque acto seguido vendrá otro género puramente español, «el destape«. En ese «destape» no serán necesarias las excusas para sacar la carne a relucir. Los guiones, o muchos de ellos, se desplomarán y las suecas, las francesas y las alemanitas reventarán la cuota de pantalla.

Hablo de dos etapas que se solapan y suceden: fantaterror y destape. Frutos de una época y de una Sociedad en ebullición de la que en breve hablaré.

Violencia y erotismo

Hasta la hipersexualización femenina. ¿Os acordáis de mi comentario de Tygra: Hielo y fuego? De Ralph Bakshi. Pues lo mismo. En esta vemos desnudeces imprevistas e imprevisibles, hasta innecesarias, para alegrar la vista a la concurrencia.

Lo curioso es la necesidad endémica del cine español para seguir sacando carnaza. El cine español, desde mediados de los 80s hasta nuestros días, despotrica del cine fantástico español. Poco menos que tildándolo de cutre y de andar por casa. Y qué decir del Landismo y de las pelis del destape: poco menos que los llaman cavernícolas, sin atender al momento histórico en el que ambos llegaron y triunfaron.

Pero lo que me resulta, si cabe, más curioso todavía, es que los mismos que lo critican (con todo su derecho a hacerlo) son los nietos de los que cruzaban la frontera para ir a ver Emanuelle. Y es que hubo una época en la que no te daban el carné de progre sin haberte ido a Perpiñán con un paquete de kleenex en la guantera del 600.

Son los mismos que te cuelan escenas de sexo sin pudor, sin rubor y sin venir a cuento en las pelis que hacen hoy en día. ¿Qué digo «de hoy en día«? Ya desde los 90s, y desde los 80s, con presupuestos descomunales y llevando al cine a menos espectadores que la peor peli de Fantaterror de los 60s y de los 70s. Hasta en eso se adelantó este género infravalorado y ninguneado. ¡Ojo! No por los espectadores, que a los que les gusta el cine de terror les gustan estas películas: ninguneado por sus colegas de profesión. No se tomaban en serio las pelis de terror y desprestigiaban a Paul Naschy, a sus pelis y al Fantaterror en general.

Para rizar el rizo… los de Perpiñán se echarán las manos a la cabeza viendo que sus nietos abogan ahora por poner puertas al campo y quieren tener un registro de todo el que consuma erotismo y pornografía en Internet. Vamos, que los que censuran ahora son los nietos de los que huían de la censura entonces. Un sinsentido.

Paul Naschy

Creo que no me equivocaba cuando decía, al principio, que Jacinto Molina, perdón, Paul Naschy era un ídolo. En su campo lo fue. Ya os decía que gozaba de gran reputación en los Estados Unidos, y en Europa, y si tengo bien entendido, hasta en el Japón.

Hoy en día, si hablas con algún seguidor del cine de terror y sale su nombre a relucir se deshará en alabanzas y aplaudirá con las orejas su nombre y su filmografía. Y, de entre todas sus pelis, seguro que una de las que menciona es ésta, para mí una de las mejores. No la mejor, ni tampoco hemos de pensar que sólo hizo pelis de fantaterror. Creo que acabo de abrir una puerta… que volveré a traspasar para rescatar algún otro título de su filmografía.

Creo que comentaré títulos como Inquisición, Madrid al desnudo y Muerte de un quinqui. Y El huerto del francés. ¿No lo veis? No hay manera de elegir una, o dos…

La noche de Walpurgis

A partir de aquí haré SPOILERS, por lo que si no has visto la peli te recomiendo que pares tu lectura y vuelvas después de verla. Si la has visto, o no tienes intención de hacerlo, pero tienes curiosidad, entonces sigue leyendo.

La peli empieza con nuestro protagonista muerto.

Literalmente muerto.

Los forenses

Dos médicos forenses analizan el cadáver de una persona catalogada como un «hombre lobo«. Es una noche cerrada de luna llena y el muerto ha sido acusado de asesinar a un puñado de lugareños. Eso sospecha la policía y por eso entran en escena los dos forenses. Uno de ellos es escéptico y no presta atención a las supercherías. El otro tiene una pizca de credulidad sobre lo del hombre lobo, a mitad de camino entre supersticioso y creyente en estas fuerzas sobrenaturales.

Tienen que practicar una autopsia y allá van, adentrándose en un lugar tétrico que más bien te invitaría a salir por patas. No sólo es tétrico el sitio, el viento constante podría volverte loco y los aullidos de lobos dan el toque morboso que necesita el crédulo para ir ahondando más y más en su superstición.

Eso cree al menos el forense que se rige por la ciencia. Tanto es así que, para iniciar la autopsia no se guiará por el protocolo ordinario. En vez de abrir en canal al cadáver para examinar las vísceras, se centra en la extracción de las dos balas que han matado al supuesto licántropo. Las balas son de plata y, según el escéptico, si realmente lo son (de plata) y las extrae del cadáver del hombre lobo, éste recobraría su vida y se ahorraría la autopsia. Esto le hace poca gracia, o ninguna, al supersticioso que ve la marca del hombre lobo, con forma de pentágono, en la piel del cadáver.

Extrae las balas y, puesto que el cadáver sigue inerte, se retiran los dos para encenderse un cigarro. La ausencia de la plata y la aparición de la luna llena hacen el resto y vemos cómo el cadáver vuelve a la vida y se remueve para, acto seguido, sesgar la vida de los dos forenses.

Mujeres en La noche de Walpurgis

No serán sus únicas víctimas pues, una vez huido, el hombre lobo saciará su sed de sangre asaltando a una lugareña. El detalle de ver sus pechos desnudos y cubiertos de sangre de modo gratuito responde a ese influjo del «pre destape» con toques de erotismo impostado fruto de la época.

Dos aficionadas al ocultismo

Son la carnaza necesaria para este tipo de cine.

Mujeres bellas, en su plenitud, que servirán de juguetes al resto de personajes. Unas buscarán protección, otras serán femme fatale, a otra se la llevará al catre el galán y poco más. Salvo que cumplen con todos los cánones de su época para ser consideradas de postín.

Estas dos muchachas viajan al pueblecito porque son aficionadas (por lo menos una de ellas lo era, y no sé si hasta investigadora). El caso es que se quedan, casi, sin gasolina y piden ayuda al Sr. Waldemar, quien resulta ser un escritor que vive retirado del mundanal ruido. Tanto que huye de la electricidad y hasta de los coches. Por no tener no tiene ni luz ni bici. Como comprende que es de poca ayuda para las dos mujeres las invita, a cambio, a pasar la semana con él. A la espera de un señor que viene una vez a la semana a trabajar. Seguro que él las podrá acercar a por gasolina y volverá a traerlas para que puedan llevarse su coche.

Y las dos aceptan la invitación.

Una de ellas, la investigadora, coquetea desde el minuto 1 con el Sr. Waldemar. La otra ni quiere ni puede porque nada más retirarse a sus aposentos se empastilla para dormir. Lo peor es que, según confiesa ella misma, lo hace todas las noches. Pobre criatura. Así estará luego, cuando no sepa si ha visto una vampira o la ha soñado, es lo que pasa por tener un pie aquí y el otro en el más allá. Parece el vivo reflejo de Grace Slick, la cantante (contemporánea suya) de Jefferson Airplane. Os recomiendo verla en YouTube interpretando la canción White rabbit. A la sazón mi segunda canción favorita. Qué portento de voz y qué gran alusión a Alicia en el País de las Maravillas.

Luego hay otras dos mujeres en el reparto. La mala, de la que os hablaré más tarde y la hermana de Waldemar. Si lo recuerdo bien tenía sus limitaciones intelectuales, o había sufrido algún tipo de mal. Ella hace lo posible para favorecer a su hermano (hablo de memoria) y los pocos, o muchos, que saben de su existencia, al desconocer su naturaleza la tachan de bruja.

Brujas, Inquisición francesa, e Iker Jiménez

Este último no aparece en la peli, pero si lo hubiera hecho no habría desentonado.

No son pocas las apariciones de estos temas ocultistas en sus programas. Como tampoco lo fueron en la antigua Rosa de los Vientos, de Juan Antonio Cebrián en cuya Vieja Guardia me encontraba yo (más por la vertiente histórica y de fantasía), entre sus murcielaguitos.

Una Rosa tristemente sobreexplotada tras su muerte. Entiendo que para mantener a los colaboradores y ordeñar a la vaca tanto como fuera posible aprovechando la nostalgia y el cariño de los antiguos oyentes que fuimos cayéndonos porque la habían politizado hasta hacerla nauseabunda.

Con Cebrián estaban Fernando de Argumosa y Jiménez del Oso, pilares clásicos del periodismo de investigación sobrenatural, o paranormal. Otro clásico sería Miguel Blanco, con el no menos mítico Espacio en Blanco.

Y es que de brujas le viene el nombre al título, aunque sale de todo menos brujas. Pero en una referencia indirecta, pues Walpurga fue una santa católica que protegía a los feligreses de las enfermedades de la época, algunas de las cuales, por tradición, tenían su origen en las brujas. Por lo que si protegía de esas enfermedades (sobre todo respiratorias) y las enfermedades las provocaban las brujas, por mera asociación de la época, Santa Walpurga te protegía de las brujas.

Y, como os decía, esta peli no tiene brujas, pero no la falta brujería.

La condesa Wandesa, la vampiresa

Son muchas las críticas fabulosas que he leído sobre este personaje. Para mí el más flojo de toda la peli. Siento disentir, pero no siendo crítico de cine y sí compartiendo mis gustos sobre películas, que es lo que estoy haciendo hoy (y llevo haciéndolo desde 2008), os mentiría si alabara a la condesa.

Creo que su interpretación es floja y rebaja el nivel del resto de intérpretes.

Es una vampiresa y, en esta peli, es la némesis de Waldemar. Ella es la presa a dar caza y hasta que sepamos si será presa, o no, es ella la cazadora. Tanto que se cobra una de las dos muchachas, la no ocultista. Caerá en sus redes y terminará convertida en su acólito.

Hay escenas de las vampiras en las que, no me preguntéis por qué, porque no sabría decirlo, me evocan al Dracula de Bram Stoker de Francis Ford Coppola. Un Dracula que, de Bram Stoker tenía el título y poco más. La cámara lenta, las nieblas espesas en las que aparecen envueltas…

He comentado, y mencionado a todas las mujeres de la peli porque es más o menos en ese mismo orden por el que aparecen en la misma. Menos la camarera del bar que informa al novio (policía) de la coprotagonista dónde está ella. Esa camarera es, aparentemente la más fuerte (en todos los sentidos) de todos los personajes femeninos de la peli.

El hombre lobo Waldemar Daninsky

Por fin el protagonista…

Waldemar Daninsky es un personaje que aparece y reaparece en la filmografía de Naschy pero no lleva, al menos no lo veo yo, un orden cronológico.

Ya apareció en La marca del hombre lobo y también en otra peli francesa llamada Las noches del hombre lobo, supuestamente rodada en Francia y cuya existencia y/o paradero son desconocidos. Los monstruos del terror, pero no es protagonista, sino que . Así con forma parte de un reparto coral de monstruos. Así con todo, sea segunda o cuarta peli de la saga, el personaje no es lineal, ni evoluciona de un modo rotundo y paulatino de peli a peli, por lo que sea protagonista o no, lo que sí es cierto es que el personaje fue cogiendo cuerpo y se hizo un hueco en la filmografía de Paul Naschy.

En esta peli, como dije antes, viene de haber sido disparado y la primera vez que aparece lo hace muerto.

Es aquel que está en la morgue y los forenses lo reviven involuntariamente al extraerle las balas de plata.

El tío no es mala persona. Al contrario. Parece tener muy buen corazón. Y parece dedicado a luchar contra el mal, aunque sea usando el mismo mal de su naturaleza sobrenatural. Pero, por muy buenas intenciones que tenga, cuando se transforma en hombre lobo no puede dominar a la bestia, es consustancial a su esencia de licántropo.

El berserker licántropo

Esto lo convierte en un berserker, en esos vikingos que combatían desnudos empuñando un hacha. El mejor combatiendo, pero sin autocontrol, cuando hacía masa y le entraba la paranoia daba igual que fueras enemigo o amigo, te cortaba la cabeza y seguía a por el siguiente.

Este comportamiento se apodera de Waldemar cada vez que se convierte en hombre lobo, y eso le hace hacer pocos amigos. O quizás los tuvo, pero en una nochecita de esas, de luna llena… El caso es qeu el tipo vive aislado y lleva consigo una carga: tiene que eliminar a su enemiga, la vampiresa Wandesa. No obstante, la peli en inglés se tituló The werewolf Vs. vampire woman (El hombre lobo contra la mujer vampiro (vampiresa)). Y en italiano algo parecido: La messe nere de la contessa Dracula (La misa negra de la condesa Drácula). Vamos, que no se ponen de acuerdo y, en el menor de los casos los equiparan en protagonismo, cuando no se difumina el hombre lobo, como ocurre en el caso del título italiano.

La cruz de Mayenza

Ya he mencionado a los principales personajes. La aficionada al ocultismo, el licántropo, la vampiresa…

También está el novio de la aficionada, un policía cornudo que asumirá con tal naturalidad haber pasado a segundo plano que, a mí me deja perplejo. Vamos, dejo al hombre lobo para beber papillas el resto de su vida. Apago el fuego del hombre antorcha, y geolocalizo al hombre invisible si me la juegan como se la juegan a él. Pero él es manso. Así que no merece más comentario.

Ahora os hablaré de la Cruz de Mayenza. Es la llave al más allá para Waldemar Daninsky. Un crucifijo hecho con la plata del cáliz de la última cena cuyo pie (el palo largo) tiene forma de daga. Sólo empuñada por la persona que ame profundamente al hombre que subyace bajo el lobo salvará a su amado.

No lo curará. Le matará y, matándole, permitirá que descanse en paz y se libre de la maldición que le hace dejar de ser él mismo cada luna llena y lastimar, agredir, herir y asesinar a los inocentes que se cruzan en su camino.

Esta vez por lo menos se convierte en hombre lobo justo a tiempo para liberar a la chica que se ha enamorado de él antes de ser sacrificada. A la chica y al manso, que estaba encadenado. Y también le servirá su fuerza sobrenatural y desmesurada para combatir con la vampiresa en la escena, para mi gusto, más flojita de toda la película.

Navacerrada

Para colmo, hay algunos pasajes de la peli grabados en el entorno del pueblo de Navacerrada, donde viví entre 2º de BUP y hasta el final de la carrera. Menos mi tiempo en los Minesota, claro. En concreto en el Valle de la Barranca, y más concretamente sale el Hospital de tuberculosos por cuyos pasillos y salas me pasé infinidad de tardes merodeando fuera porque subía en bici desde el pueblo o porque hiciera noche con los del grupo Scout…

El hombre lobo en el fancine

Paul Naschy en mis Cosas de cine

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