Temía ver La infiltrada porque me daba miedo que ETA saliera bien parada.
Llevamos años blanqueando el terrorismo independentista vasco. Años relativizando el daño que ha hecho a la sociedad vasca y a la española.
ETA supuso muchos años de bombas en centros comerciales. De bombas lapa en coches oficiales, y en coches particulares. Tiros en la nuca a concejales, periodistas, jueces, policías, militares y demás personas de bien por ser precisamente eso: de bien. Años de cartas con amenazas, extorsiones, chantajes y cobros de impuestos revolucionarios a los empresarios vascos, y a muchos navarros.
Muchos años de amenazas de bomba en grandes espectáculos y/o celebraciones, y la expulsión de decenas de miles de vascos que se sentían vascos y españoles, pero terminaron huyendo del terrorismo de ETA, del terrorismo callejero de sus cachorros, del terrorismo de baja intensidad que es el ostracismo y las malas miradas por hablar en castellano. Años de pintadas en la fachada de tu casa y años de coches, contenedores, locales comerciales y transportes públicos quemados para amedrentar a quien osara pensar de manera diferente. Años de matones vigilando lo que votas en los días de elecciones, y años de chivatos que miraban la papeleta que ibas a ensobrar para meter en la urna.
Temía que La infiltrada fuera equidistante en su trato a víctimas y verdugos, como Patria. Por todo eso, y porque temía que no se reflejara a ETA como lo que era: una banda de asesinos que habían hecho del asesinato, el secuestro y la extorsión su manera de vivir.
Por eso antes de hablaros de la peli en sí misma, os hablaré de ETA, del PSOE. De los tres PSOE: el que moría a manos de ETA, el que fundó otra banda terrorista y del nuevo PSOE, que son socios de ETA. Quién iba a decirlo… Y hablaré de Historia para que los que no vivieron este episodio sangriento lo comprendan y comprendan mejor la película y la hazaña de su protagonista.
ETA asesina
Muchos años escuchando noticias de atentados y de asesinatos. Cuando estabas desayunando para ir al cole y escuchabas en Antena 3 Radio «ETA ha asesinado a un Guardia Civil en…» o «ETA ha puesto un coche bomba en la calle X de cualquier ciudad de España«. Creo que ya os lo conté, pero yo mismo viví uno de esos desalojos por aviso de bomba: en el Santiago Bernabéu. el 5 de enero de 2005, en víspera de Reyes. En un partido que enfrentaba al Real Madrid y a la Real Sociedad de San Sebastián. Recuerdo que abrieron los vomitorios y nos bajaron a todos los socios al césped del Bernabéu.
Años de controles policiales en los que nos ponían cepos para que los tuviéramos que sortear entre furgones (lecheras) de la Guardia Civil o de la Policía Nacional. Incluso a mí me bajaron una noche del coche, con mi amigo Chema, para cachearnos y registrar mi coche de arriba abajo porque no llevaba mi carné de conducir. Esa partida de squash terminó en anécdota y en un Policía Nacional hablando con mi padre por teléfono, a las 23:00h, para comprobar mi identidad. Y la llamada de un alto mando de la Policía Municipal de Madrid, a quien llamó ipso facto mi padre, para confirmar que «ese Álvaro es el hijo de Don Pedro«.
Y años haciendo ninjutsu con Guardias Civiles en la sierra de Madrid, a modo de instrucción y de entrenamiento. Los mismos Guardias Civiles que terminaron, algunos, siendo escoltas de SM el Rey Juan Carlos I, o miembros de la Guardia Real. Lo sé de buena tinta porque uno de los primeros fue amigo mío y el de los segundos un novio de mi hermana, un tipo majísimo que me enseñó a disparar a tropecientos metros de distancia.
Por todo eso, y porque el cine español ha estado siempre más cerca de los verdugos que de sus víctimas, en lo ideológico y en sus películas… por todo eso, os decía, tenía miedo a ver esta película por si me ardía la sangre en las venas viendo idealizar a los asesinos de ETA.
La infiltrada me ha gustado
Por eso aquí estoy, tecleando mi comentario. Más vale tarde que nunca.
Me ha gustado porque no blanquea a los terroristas. En una peli «normal» el tal Kepa, del que luego os hablaré, habría sido idealizado y valorado cual independentista romántico con un puntito ingenuo. La peli lo retrata como lo que es: un psicópata tarado que no tenía nada que hacer en la vida, porque le faltan tres hervores, que intenta medrar en una banda terrorista a golpe de tiro en la nuca. Y ni eso hace bien.
Es tan rara la película, y por rara me refiero a «rara avis» que la interpretación de todos los actores es soberbia. Sin excepción. Ya sabéis que muchas veces lamento el nivel interpretativo de algunos de nuestros actores, que se les nota fuera del papel y que están interpretando en todo momento. Pues en La infiltrada el guion (que es fundamental y es la columna vertebral de una buena peli) fluye y los actores retozan por él haciéndolo suyo y dando cuerpo y alma a los personajes. Insisto, sin excepción.
Cuando hablo del guion, y más en el cine español, suelo hacerlo para lamentar su pobreza. Suelo hacerlo para lamentar oportunidades perdidas, películas fallidas (como 1898: Los últimos de Filipinas). Precisamente porque si algo tiene España es Historia y cuando se traslada al cine sólo lo hacen los que la odian. Se sirven de sus subvenciones, sí, y de nuestros impuestos, para vivir la buena vida y desprestigiar a la España que les da de comer.
Esta peli la ha producido, como punta de lanza, María Luisa Gutiérrez. A la sazón, productora de las sagas Padre no hay más que uno y Torrente, protagonizadas y dirigidas por Santiago Segura. Por eso están crujiendo la película, el guion, a su directora y a todo lo que denuncia La infiltrada.
El cine español del siglo XXI
Primero porque no toleran que haya quien hable bien de la Policía Nacional, y menos en el cine español. Segundo porque consideran traidor a Santiago Segura porque triunfa y porque lo hace jugándose su dinero, cosa que se escapa a las entendederas de quienes critican la iniciativa privada en el cine. Por eso no tragan esta peli.
Y porque hablar mal de ETA, ahora que Pedro Sánchez depende de sus votos (de sus herederos políticos) para gobernar, pues se hace incómodo. ¿Cómo justificar que los Otegui de ETA eran personas de paz? Las mismas que secuestraron a Miguel Ángel Blanco y le volaron la tapa de los sesos y lo dejaron tirado en medio del bosque, maniatado. Esos mismos. Son los seis escaños de BILDU a los que Pedro Sánchez se agarra y se humilla para no salir de La Moncloa.
Es decir, que gracias a Zapatero, que negoció con ETA a espaldas del Gobierno (en los mismos años de la película), y gracias a su llegada inesperada al Gobierno, tras el 11M, y gracias a Mariano Rajoy, que traicionó a sus votantes, y gracias, ahora a Sánchez, que ha vendido su alma al diablo, si es que el diablo se puede vender a sí mismo su propia alma, y se ha aliado con los terroristas… gracias a estos tres presidentes, infames, ETA, que en los años de la peli, con Aznar, estaba asfixiada, arrinconada, arruinada, desahuciada y casi extinguida, se ha rehecho y se ha reinventado en partido político fusionando la antigua Herri Batasuna con pistoleros para crear BILDU y cogobernar la España de Sánchez.
Premios Goya 2025
Ese es el caldo de cultivo para esta peli. Y fijaros si ha salido buena que, muy a regañadientes, en contra de su voluntad, y tapándose la nariz entre aplausos y críticas feroces, los Goya la han premiado con el Goya a la Mejor actriz y Goya a la Mejor película. Eso sí, haciéndola compartir el premio con una de un autobús, o de un autobusero, que me figuro que estará entretenida, pero no ceo que tenga sustancia tal como para codearse con La infiltrada. El 47 se llama. Ya os lo diré cuando la vea.
El Premio a la Mejor actriz se lo ha llevado, de calle, Carolina Yuste. Menudo papelón, menudo papel, menuda interpretación, menudo personaje y menudo homenaje a la verdadera heroína, a la Policía Nacional que encarna. Nunca sabremos el grado de fidelidad con respecto a la verdadera Elena Tejada, quien se infiltró en ETA con el sobrenombre de Aránzazu Berradre. Pero su interpretación es sobresaliente. Lo dicho, si se acerca o no a Elena sólo Elena lo sabrá. Quien parece, según he escuchado en alguna entrevista, habría recibido el guion de la peli, pero nunca confirmó si lo leyó y, de haberlo hecho, si se sintió reflejada con el personaje y con la actriz que lo encarnaba.
Luis Tosar también está sensacional como Ángel, «el inhumano«. No lo conozco en persona, y mira que veraneo en Xustás, su tierra natal, en Galicia. Y me baño todos los días en el Miño… En esta peli me ha gustado mogollón y creo que bordado su interpretación. No os niego que la bordó también en 1898: Los últimos de Filipinas pero, la diferencia entre ambas, es que esta es (aparentemente) fiel a la persona que interpreta, o cuando menos no lo desprecia el guion, ni sale mal parado, mientras que el papel como el Teniente Martín Cerezo me parece deleznable por grosero, soez e irrespetuoso, claro que no lo escribió él, sino que lo interpretó.
Los etarras están interpretados a las mil maravillas
Son creíbles. Uno idiota, torpe y con un cerebro de mosquito que se ha comido con patatas la propaganda y las mentiras del comunismo independentista. El otro un gallego venido a más como vasco de importación que no sabrá hacer la «O» con un canuto y se mete a pistolero porque es para lo único que vale. Un tipo desdeñable, despreciable, sucio de mente y de actos, violento, agresivo, psicópata, insensible e incapaz de sentir empatía hacia nadie. Dos personajes creíbles que ilustran en qué manos está Pedro Sánchez porque, no lo olvidemos, esos son sus socios.
El resto de personajes, los policías nacionales, están perfectos. Ni sobreactuados, cosa de la que siempre me quejo en lo concerniente al cine español, ni mal verbalizados, cosa que también suele ocurrir, pues no sé qué le pasa al cine español que muchos de sus actores no saben hablar. En esta peli no pasa eso. Quizás, si acaso, en las dos o tres primeras frases, pero luego se reconducen los diálogos y fluyen sin que tenga que rebobinar para poner los subtítulos para saber lo que ha dicho un personaje.
Hasta Mayor Oreja sale bien. Claro que son imágenes reales, de cuando el progresismo español aplaudía a ETA y se rendía a ella dándole las gracias cada vez que anunciaba una tregua. Treguas falsas, treguas trampa, treguas concebidas para darse oxígeno a sí misma y rearmarse para volver a matar.
Infiltrados
Mayor Oreja parecía ser el único en verlo, y quizás por estas personas que vivían infiltradas en ETA para mantener informado al Ministro del Interior. Ojo a la diferencia con el actual, Marlaska, que protege y defiende a todos los criminales antes que a las Fuerzas de Seguridad del Estado y antes que a los ciudadanos que pagamos nuestros impuestos para ver cómo se desarticulan cuerpos especiales de la Guardia Civil, cómo se les niega asistir de uniforme al entierro de un camarada asesinado y cómo aplaude al nº1, a su jefe, cuando Sánchez da el pésame al entorno de ETA porque uno de sus pistoleros se ha suicidado.
Esa es la diferencia (Oreja/Marlaska) entre una nación que se precie o se deprecie, hasta se desprecie a sí misma. Este es el fruto de los tres últimos Gobiernos que ha padecido y asolado España con Zapatero, que llegó a La Moncloa tras un 11M cuando menos sospechoso; tras un Rajoy que se limitó a no hacer nada de lo que había prometido que iba a hacer. Que sí, que bastante tuvo con enderezar la quiebra heredada de ZP, pero a costa de sangrarnos a todos los españoles, pero se achantó con el golpe de estado de los catalanistas. Y qué deciros de Sánchez… si ZP es un cáncer para España, Sánchez es la metástasis.
Y, mientras tanto, sigue habiendo héroes, como Elena Tejada, que sacrificaron sus vidas, en vida, para dedicarse a protegernos de esas alimañas. Personas que dieron la espalda a sus familias, a sus amigos y a sus propias vidas para meterse en la boca del lobo e interpretar un papel con el que se juegan la vida a diario.
24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año fingiendo ser quienes no son. Para mimetizarse entre terroristas y simpatizantes de terroristas para truncar sus planes desde dentro. Héroes excelsos que se zambullen en el detritus de la sociedad para intentar desatascar los sumideros y hacer que circule el agua para que se lleve toda la mierda que se pudre y pudre a la Sociedad. Los que los aplauden, sus simpatizantes y los que miran para otro lado. Y los peores, los que borran su rastro de los libros escolares y no enseñan a las nuevas generaciones la verdadera naturaleza del terrorismo independentista vasco.
Contexto de la película…
Ese es el contexto de la película.
Podría parecer que llevo media hora hablando de La infiltrada sin hablar de la película. Pero no es así. Era necesario poner en contexto el texto para que se entienda la película. Para que se entienda la figura de un infiltrado y para que sepan, los más jóvenes, qué era ETA, qué es el independentismo vasco y quiénes lo combatieron y quienes lo favorecen.
Sin todas esas claves interpretativas no se entendería La infiltrada.
Es más… todavía quedan un par de datos históricos que tendré que mencionar sí o sí para terminar de entender esta película.
Vamos con ello…
Ya os he dicho que la peli nos habla de una infiltrada de la Policía Nacional que se adentró en el entorno de ETA y vivió y sobrevivió siete años de su vida haciéndose pasar por una de sus cachorros. Lo que no sabemos, o no saben los jóvenes de hoy en día es que, en esos mismos días, como decía antes, el Gobierno de Aznar tenía casi rendida a la ETA. Y tampoco sabrán que Zapatero estaba negociando, a escondidas, con los terroristas. Para darles una salida honrosa y para asegurarse su buen rollito años después. Es decir, que el PSOE se suponía que estaba apoyando al PP en materia antiterrorista y lo que estaba haciendo era traicionar al Gobierno y traicionar a España y a las víctimas del terrorismo.
«Los españoles merecen un Gobierno que no les mienta»
Luego pasó el 11M, que no tiene relación directa con ETA, pero, y esta es mi propia tesis, tampoco con el islamismo.
Solo sé que el 11M dio un vuelco electoral a favor de un PSOE y de un ZP que iban a perder por goleada las elecciones del 14M. Tres bombas después, y asediando a las sedes del PP con Rubalcaba como jefe de la banda, consumaron una victoria que llevó a ZP a la Moncloa en una alfombra roja, como la sangre. Todo al grito de «Los españoles merecen un Gobierno que no les mienta«, no aplicable a Sánchez, por cierto.
Etarras contra etarras
Los etarras morían también. Unos a manos de la policía, cuando se atrevían a abrir fuego de frente y no por la espalda y disparando en la nuca. Aunque los menos, porque la Justicia y las Leyes españolas siempre han protegido a los asesinos, a los terroristas y a los delincuentes que asesinaban y siguen asesinando y siempre ha castigado a la policía española por usar las armas para protegerse y para protegernos a todos. Alegando la importancia de la proporcionalidad.
Pero eso lo vemos hoy en día, cuando los ciudadanos prefieren dejarse robar, asesinar, intimidar, golpear y humillar por delincuentes nacionales o importados porque en el fondo, y esto demuestra que falla el sistema y que falla la Justicia, temen más al juez que al delincuente. Porque el delincuente te roba, pero el juez te juzga si te defiendes y si tú reduces al delincuente puedes terminar tú en la cárcel y pagando una indemnización al que te ha atacado, por haberte defendido. Esa es la Justicia española.
Como José Manuel, el señor de Ciudad Real que, con 77 años, protegió su hogar y se protegió a sí mismo cuando entraron a robar en su casa. En su defensa mató a uno de los agresores. Este señor está en la cárcel. La Justicia española protege a los criminales y desprotege a los ciudadanos. Y lo que es peor, niega nuestro derecho a protegernos nosotros mismos.
Cierro el paréntesis sobre la Justicia española y retomo la reflexión sobre los etarras que murieron… Como os decía, también cayó algún etarra a manos de otro grupo terrorista, este socialista, el GAL de Felipe González y del PSOE. Un grupo terrorista creado por los socialistas para luchar contra el terrorismo comunista, con terrorismo.
GAL socialista Vs. ETA comunista
No busquéis el sentido porque no lo tiene.
El PSOE desmanteló el ejército en las tres provincias vascongadas. Y permitió la creación de la policía autonómica vasca: Ertzaintza. Fuera la Policía Nacional y arrinconaron a la Guardia Civil. Todo para ganarse el favor del PNV, gran beneficiado indirecto del terrorismo vasco. Aunque ahora esté en vías de extinción porque los etarras se lo han comido por los pies. Por eso el PSOE desmanteló dos tercios de la presencia militar y policial en esas provincias. Pero de cara al resto de España González no podía decir a las claras lo que hoy dice Sánchez, admitiendo la posible salida del País Vasco de España… Lo hace con Cataluña y lo hará con las provincias vascongadas.
Por eso se las ingenió, y pensó, como piensa un buen socialista: reniego de las Fuerzas del Estado, reniego de la fuerza de la Ley y creo un grupo parapolicial y terrorista para combatir, desde un gobierno socialista, al terrorismo comunista. Con dos cojones. Nunca comprendieron que esa actuación legitimaba más que deslegitimaba a los terroristas y alimentaba su causa permitiéndoles hacerse pasar por víctimas, que es lo que más alimenta, siempre, a los demagogos. El GAL mató a algún terrorista, pero en el fondo fueron unos chapuzas.
Los eterras que murieron, sobre todo, lo hicieron matándose entre ellos. Como buenos comunistas el mayor enemigo lo tuvieron siempre en otros comunistas. Tienen la naturaleza asesina en su ADN comunista y necesitan sangre, y cuando no la obtienen de otras fuerzas políticas y de otras ideologías, no dudan en volverse hacia sus propios colegas para matarse entre ellos. Esto lo podréis ver, en clave de humor, en La muerte de Stalin. Esto es lo que hizo a Orwell poner pies en polvorosa y huir de la España republicana que vino a defender y que casi lo asesinan por esas mismas riñas internas entre las izquierdas que sumaban la 2ª República española. En breve habrá podcast en Antena historia, por ahora podéis leerlo en mi comentario de 1984.
La infiltrada
Por fin llego a la peli.
Perdonadme, pero tenía que dar todas esas explicaciones para que, ahora sí, cuando la aborde la entiendan mejor los que no vivieron aquellos días de plomo, pólvora y sangre.
Ángel es un comisario de la Policía Nacional. Comisario… o un alto cargo, no recuerdo cuál. Quiere organizar un proceso de selección entre polis recién salidos de la academia de policía para dar forma a un programa secreto de infiltrados en el mundo etarra.
Estos infiltrados tendrán que dejar atrás sus vidas y crearse una nueva identidad. Tendrán que viajar al País Vasco y asentarse. Empezar una vida corriente y acercarse al entorno de los terroristas para hacer amistades e infiltrarse dentro de la banda terrorista. O acomodarse lo más cerca posible de ella para poder tener acceso a las decisiones que tomen y poder poner sobre aviso a la Policía para que estén alerta y sepan anticiparse a los movimientos terroristas.
De los cinco candidatos sólo Elena logró establecerse en la periferia. Entiendo que se cortaría el flequillo a hachazos e internaría amoldar su estética corporal y su expresividad, incluso el uso de la lengua, al nuevo ambiente. Tuvo valor la muchacha. Estaba metiéndose en el entorno marginal de delincuencia, omertá (ley del silencio mafiosa) y violencia de San Sebastián.
El totem de Origen
Ella dejó atrás toda su vida, menos a su gato, que fue la única condición que puso para poderse abrazar a él en los momentos de soledad. Ese gato será su refugio emocional. Es como el totem de Origen. Ese artefacto que cada uno elegía para saber si estaba en la vida real o en un sueño.
Cuando volvía a casa estresada, atacada de los nervios. Muerta de miedo, de asco, o de rabia, como cuando vio uno de esos atentados en los que un etarra se acercaba por la espalda a un concejal popular, o socialista, y los descerrajaba un tiro a bocajarro, apoyando el cañón de las 9mm parabellum en el cráneo de su víctima. Esta persona bien podría estar comiendo con amigos, o con la familia y visto y no visto, los comensales veían como se reventaba el cráneo del amigo o familiar y su rostro caía a plomo en la mesa mientras saltaban los trozos de sesos y les caían a ellos, en sus caras o en sus comidas.
Eso lo vemos en la peli. Y pasó centenares de veces. Mientras media sociedad miraba para otro lado.
En esos días ella volvía a casa y se abrazaba a su gato y ese gato la teletransportaba emocionalmente, psicológicamente, hasta su hogar. Su hogar de verdad. Con su familia y sus verdaderos amigos. Ese gato la hacía recordar quién era de verdad y que su vida en San Sebastián era una farsa con el único objeto de sacrificarse para combatir al terrorismo.
Gregorio Ordóñez
Yo solo estuve allí una vez. Iba en un autobús acompañando a las Nuevas Generaciones del PP. Fuimos al entierro de Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA. Enero de 1995. Por el Comando Donosti, del que luego os hablaré, entre cuyos líderes estaba un tal Txapote. Sí… el de «que te vote Txapote«. Pues de ahí viene. Del favor que hizo Pedro Sánchez al propio Txapote acercándole al País Vasco para ganarse los votos de BILDU y poder acceder a la Presidencia de Gobierno.
Txapote es el asesino de Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez, Fernando Buesa, Fernando Múgica y otra decena más de víctimas
Recuerdo la tensión en una de las calles del casco antiguo, cuando nuestro autobús, y el de delante, se quedaron atrapados entre dos cruces. Con Herriko tabernas a la derecha y a la izquierda. Banderas de Cuba, rostros del Che, banderas comunistas, ikurriñas y símbolos de ETA. Y la acera abarrotada de cachorros de Jarrai que nos miraban con cara de odio. La misma que verían ellos reflejadas en nuestros rostros. Los hay que llaman a este grupo organizado de delincuentes juveniles «organización juvenil». Los eufemismos pervierten el lenguaje y distorsionan la realidad.
Imaginaros vivir en ese ambiente de podredumbre moral, de ausencia de ética, de falta de valores y de educación. Vivir infiltrada en ese caldo de cultivo para generar chavales violentos e incultos. O violentos por incultos, adoctrinados y amamantados en el odio… En ese ambiente de resentimiento, de comunismo a granel vivió Elena.
Entre esa basura humana vivió y convivió haciendo falsos amigos con los que aguardó para poder seguirse filtrando e infiltrando en las bases de los simpatizantes del terrorismo.
Kepa
Kepa es un pobre diablo.
Un chaval de esos que parece que podría haber tenido un buen fondo y que habría defraudado a cualquier padre que trae un hijo al mundo para procurarle amor y felicidad y lo ven convertido en un asesino. Ni eso. En aspirante a asesino, porque ya lo dije antes, no le da la cabeza ni para eso.
La entrada de Kepa en la película será el verdadero detonante para que Elena, ahora Arantxa (María del Espino) logra convertirse en la persona que aloja al aprendiz de terrorista. Para ello tiene que mudarse y alquilar una casa más grande en la que puedan convivir.
A partir de ahí ella irá ganando terreno en la organización, o por lo menos acercándose un poco más a ella. Y mientras tanto Ángel prepara un dispositivo de vigilancia en un piso en frente del nuevo piso de Arantxa. Para tenerla vigilada, controlada y protegida. Incluso instalan una red de micrófonos ocultos en casa de la infiltrada. Ocultos hasta para la propia Arantxa, para que no se delate por miedo a ser descubierta.
El mismo Ángel la comunicará que se aborta la misión cuando reciba la misma orden de su superior. Con todo el dolor de su corazón. Eso le hace sentirse bien, porque será sacar al Elena del infierno. Pero también le hace sentirse mal porque supondrá haberla hecho tirar seis o siete años de su vida a la basura.
Sergio Polo, el pistolero gallego
Cuando la cosa está inmersa en la incertidumbre del destino de la misión, entra Sergio en la ecuación. Para entonces Arantxa se ha metido a Kepa en el bolsillo y se convierte, también, en quien hospeda a, este sí, asesino redomado, confeso y declarado, Sergio.
Esto da un vuelco en la dinámica de la operación.
Su llegada, y sus contactos con los verdaderos cabecillas del Comando Donosti, en Francia, hará que ella se niegue a dar por concluida su misión y siga adelante hasta el final. También hace de chófer, y pone su coche, para cruzar la frontera y entrevistarse con los jefes etarras. Hasta de correo hará, y con cada paso que da, con cada misión que cumple, se va ganando el favor y la voluntad de todos los que la rodean.
El nivel de violencia sexual, psicológica y casi física asciende con la llegada del cerdo de Sergio. Cerdo en todos los sentidos: como persona no hay por donde cogerle. Pero como hombre se vale de su pistola para excitarse, a sabiendas de que sin su arma solo arrancaría risitas burlescas en las mujeres. No echa una mano cocinando y es un cerdo que no lava ni un plato. Eso sí que es patriarcado, pero contra los etarras no hay voz feminista que se alce, no sea que las den un guantazo. Tampoco vale mucho como vasco, pues ni lo es. Es gallego. De esos resentidos con la vida que podría haber terminado en el narcotráfico como terminó metido en ETA.
Comando Donosti y Txapote
Txapote, el colega de Pedro Sánchez, era uno de los líderes del Comando Donosti. Uno de los más sanguinarios de ETA, con más de 60 asesinatos en su casillero. Ese es el comando que ayudó a desarticular Arantxa. Desde dentro, recopilando toda la información de ocho de sus objetivos a los que salvó la vida.
No quiero ni pensar en el dolor de espíritu que tiene que sentir Elena, la Policía Nacional, cuando vea que se pasó siete años luchando y jugándose el pellejo, a diario, para que ahora los terroristas, o «los herederos de los terroristas» tomen decisiones de Estado y reciban halagos de todo un Delegado del Gobierno en Madrid. De un tal Francisco Martín, quien llegó a decir que «Bildu ha hecho más por los españoles que todos los patrioteros de pulsera«. Esta es la calaña que nos gobierna.
Y sí, la frente bien alta. Eso es empoderamiento femenino. Eso es orgullo de mujer. Pisotear el patriarcado comunista en el País Vasco. Eso es meritocracia y no ser parte de una cuota. Elena es ejemplo a seguir de todo el que sienta una vocación como la suya: A España servir, hasta morir.
Extracción
La peli, como os decía, se mete en una espiral de violencia desde que aparece el gallego. Hasta un punto que se convierte en insoportable y está a un tris de dar al traste con toda la operación. Momento que aprovecha Ángel para ordenar la extracción de Elena y detener a Kepa, a Sergio y desmantelar el Comando Donosti salvando la vida de los ocho que avisó Elena y de las decenas de personas que habrían muerto a manos de los verdugos de Txapote.
El Lobo
En el fancine encontraréis otra peli que habla sobre otro infiltrado en ETA.
En esa ocasión fue Mikel Lejarza, a quien conoceríamos años después como «El Lobo» interpretado por un Eduardo Noriega igual de sublime que la Elena Tejada interpretada por Carolina Yuste en La infiltrada.

Hasta aquí mi comentario de La infiltrada que termino diciendo «me ha gustado La infiltrada«. Espero que la veais y la disfrutéis. Yo por mi parte me despido canturreando «que te vote…«.