Ficha técnica de Jojo Rabbit
Título original: Jojo Rabbit
Guión: Taika Waititi (novela Caging skies de Christine Leunens)
Producción: Carthew Neal, Taika Waititi y Chelsea Winstanley
Nacionalidad: Estados Unidos
Fotografía: Mihai Malaimare Jr.
Montaje: Tom Eagles
Productora: FOX Searchlight Pictures, Piki FIlms y Defender Films
Ficha artística
Jojo Rabbit pone nombre a la película
Pero para mi su protagonista no es el chaval, sino su esforzada madre. Y lo digo hoy, 8 de marzo de 2020 – Día de la Mujer trabajadora…
Lo dejo ahí por el momento. Retomaré ese argumento cuando termine de explicaros la importancia que subyace en los sistemas educativos en los regímenes autoritarios. Caldos de cultivo para crear muchachos fanáticos como Jojo.
Me meteré de lleno en un laberinto ideológico cuya salida espero encontrar tirando de un hilo que me guardo.
Cuando me adentre en el guión y me disponga a hacer spoiler os avisaré, mientras tanto podréis leer la mayor parte del comentario sin temor.
Eso en el mejor de los casos.
La mujer en la Segunda Guerra Mundial
Lo normal es que terminaran convirtiéndose en herramientas de placer. O de venganza sexual. Los nazis violaron a varios miles de mujeres en su avance hacia Rusia. Ya en retirada, y sobre todo vencidos los nazis, el ejército rojo violó a 1.000.000 de mujeres alemanas. O por lo menos esa es la cifra que aceptó el PC. Sobre todo en el berlín ocupado, donde las violaciones masivas, en grupo, se sucedían sin que los oficiales hicieran nada por evitarlo. Algunos oficiales (digo «algunos» porque sería injusto generalizar y englobarlos a todos), de hecho, seleccionaban a sus favoritas y las mantenían y protegían de sus soldados a cambio de disponer de ellas a su antojo. Os recomiendo leer Una mujer en Berlín.
Criaturas que eran arrancadas de los brazos de sus madres para llevárselos a castillos de hadas
Literalmente. Se los llevaban a los mejores castillos del reino para, al estilo Hogwarts, crear y criar camadas de nazis perfectos.
Eran seleccionados por su físico, dentro de los cánones de belleza arios: ojos claros, cráneo simétrico, cabello y piel… estatura… todo se tenía en cuenta para elegir o decidir si un muchacho era válido o no.
Los «reclutadores» iban de granja en granja, de casa en casa, llevándose consigo a los mejores. Estos podrían trabajar y estudiar mezclados con sus camaradas aristócratas. Los nobles llegaban por su cuna y porque muchas veces ponían dinero. Era un modo de hacer tabla rasa y educarlos (casi) por igual para adiestrarlos en la guerra, desde pequeñitos y enviarlos a las Waffen-SS.
Por supuesto que el amigo de Jojo, el gordito de la foto, no respondía a esos cánones, pero está ahí para generar un contraste y parodiar a esas juventudes.
Hagamos un esfuerzo por meternos en la cabeza de uno de esos niños
Merecerá la pena y más de uno descubrirá algo tristemente fascinante…
Sin Internet, sin televisión. Sin móviles y los más, incluso sin teléfono. Una granja, en medio de un bosque inmenso. Una granja, o una casa en una aldea… Un matrimonio con cinco o seis niños. Todos alemanes puros, con sus pantaloncitos cortos y su peto bávaro, guiando a un buey que tira de una carreta adornada y repleta de forraje. Y una buena mañana aparece un nazi, un ario, un tipo que se presenta en nombre del partido, examina a tus hijos y te dice que se lleva a dos de ellos para que pasen a formar parte de las Juventudes Hitlerianas.
Al término de su instrucción, que podría alargarse unos años, serían los mejores soldados del planeta. Soldados ideológicos, porque formarán parte de las Waffen-SS. Si sobreviven a la guerra, porque fijo que habrá guerra…
Divisiones de voluntarios nazis que no servirían para reforzar a la Wehrmacht, o ejército alemán
Ni que decir que los oficiales del ejército no podían ni ver a los nazis de las Waffen-SS. Estos últimos no eran soldados sino el brazo armado del Partido Nacional Socialista alemán. Pero las Waffen-SS crecieron y crecieron y cada vez demandaron más de estos críos para seguir creando divisiones para su ejército no convencional. En paralelo al verdadero ejército. Tampoco me cabe duda alguna de que si hubieran ganadao la guerra habrían depurado al resto de oficiales de tradición prusiana, muchos de ellos contrarios al partido Nazi pero útiles por su experiencia.
Ahora el ejercicio práctico…
Mételos la idea de que los judíos son como ratas. Deshumaniza al enemigo. Luego les pones un fusil en las manos y que entrenen su puntería. Así desde tierna edad. Si en un campamento dejan embarazada a una muchacha, da igual, como novia del Führer solo tendrá que llevar en su vientre a ese cachorro ario hasta parirlo. El partido nazi se encargará de él. Y vuelta a empezar.
Me figuro que esos mozos arios tenían que irse a la cama exhaustos, reventados pero pletóricos. Bien dormidos, bien comidos, bien instruidos, bien aleccionados y bien descargados. Somos el pueblo elegido y tenemos derecho a todo y todos nos lo quieren arrebatar.
Eso en cuanto a la creme de la creme de la juventud
Los de segunda categoría harían todo igual pero durmiendo en sus propias casas. El resultado sería el mismo. Niños arrebatados, robados del seno familiar para ser adoctrinados por su gobierno para que cuando sean mayores digan, voten (si hace falta votar), hagan y defiendan lo que su líder les diga. No hay más que mirar al País Vasco para ver lo que implica dejar la Educación en manos de fanáticos. Lo mismo que estamos viendo en Cataluña. El mejor arma para crear algo a partir de la destrucción de otro algo es la Educación pervertida en adoctrinamiento.
De ahí el odio a la escuela concertada. Son niños que aprenderán a pensar y pensar es el antídoto contra el totalitarismo, de izquierdas o de derechas. Por eso todos los extremos confluyen en la Educación y en absorberla.
Estos eran los niños nazis y así los criaban
Por eso resultaba fácil sacarlos a manifestarse con antorchas y banderas. Ya no me estoy refiriendo a Cataluña, he vuelto a la Alemania de los años 30’s.
Sus maestros, que no eran maestros sino comisarios políticos, los convencían de que lo merecían todo y que eran el pueblo elegido. Los demás, envidiosos, codiciaban lo que por raza les pertenecía a los arios y, si querían conservarlo, tendrían que luchar.
No les decían que iban a invadir Ucrania para hacer una inmensa despensa de trigo para alimentar a los alemanes mientras se dejaban piernas, manos y cabezas por medio mundo imponiendo su tiranía. No. Eran los elegidos y tendrían que sacrificarse por el bien de una Sociedad de espíritu elevado. Lavado de cerebro, día a día…
La película transcurre en la Alemania nazi, pero no podemos ignorar que pasaba lo mismo con los comunistas en Rusia. Imaginad un sistema con una Educación capaz de hacer que un hijo denuncie a un padre porque no es afín al partido único. Sólo así entenderéis a Jojo.
Sólo así entenderéis a Rosie Betzler, la madre de Jojo
Ya he vuelto a la madre de Jojo. Y he dado todo este paseo recorriendo el laberinto para situaros en el contexto en el que se desarrolla esta película. Sin esta explicación, salvo que seas conocedor del hecho histórico y político, si me apuráis incluso sociológico, Jojo Rabbit no se entendería.
No se entendería porque es inconcebible que una madre vea cómo su hijo escupe propaganda política cada vez que abre la boca para hablar y no pueda, ni deba, corregir al crío. ¿Por qué? Porque en el mejor de los casos el Estado arrebataría al niño de sus brazos y a ella la fusilaría por traidora.
Nazis y comunistas por igual, ninguno de los dos admitía, ni admite, la pluralidad política. Eres de los suyos o te eliminan. Por eso debía callar Rosie Betzler, en el mejor de los casos, como os decía.
En el peor de los casos la muerte por traición, de la madre, arrastraría consigo al niño y también lo matarían. O lo que es todavía peor que matarlo, le terminarían de lavar el cerebro hasta hacerle comprender que lo que han hecho con su madre es Justicia, porque ella era una traidora al partido. Ese mismo niño terminaría recordando a su madre como una traidora. Y entonces olvidaros del angelito ario/bolchevique: entonces tendríamos un diablo insensible y capaz de formar parte del entramado de campos de exterminio nazi, o rusos, llamados Gulag. Y en el fondo de su corazón, sentiría resentimiento y desprecio hacia su madre.
Serían personas capaces de hacer el mal por el mal y no ser sensibles al dolor ajeno. Peor aún, serían sádicos que disfrutarían con ese dolor ajeno, capaces de azotar a una mujer hasta hacerla sangrar, como presumía un político español, de primera fila no hace tanto. Políticos que ponen su interés en acaparar a Educación para «reorientar y reprogramar» a las futuras generaciones.
La madre es la protagonista
Por todo eso os digo que, para mi, la protagonista no es el niño, que se pasa media peli haciendo el imbécil. La protagonista es la madre, que se pasa toda la peli y toda su vida viendo cómo se le escapa de las manos la Educación de su hijo.
Viendo cómo un Adolf Hitler imaginario ocupa el hueco que debería ser de la madre, en el corazón de su hijo.
Una madre que se sabe segundo plato. Que nada, o casi nada, podrá hacer para abrir los ojos a un niño que vive inmerso en una sociedad fanática y perversa.
Una madre que ve que su hijo se deshumaniza sin poderlo ayudar
Madre impotente que ve cómo un angelito, Jojo, su angelito, razona como el más perverso de los diablos. Porque no razona, como decía antes, escupe propaganda. La misma propaganda que le han inoculado. En su caso hablando mal de los judíos, como vemos en el campamento de las Juventudes Hitlerianas.
Lo más triste es que este mismo año hemos visto ejemplos similares en Cataluña para atacar a España. Por eso hablo del peligro de cambiar Educación por doctrina, información por propaganda y profesores con comisarios políticos.
Jojo pertenece a las Juventudes Hitlerianas, el único movimiento juvenil permitido en la época nazi
Todos estos aspectos relacionados con la educación e instrucción de las Juventudes Hitlerianas los podréis ver, en serio, sin clave de humor, en otras películas como Europa, Europa, Napola y/o El ogro. Y viendo todas éstas podréis comprender al chaval de Sonrisas y lágrimas e incluso al niño que se pone en pie y canta El mañana me pertenece en una terraza en la película Cabaret
Y más allá, lejos del estadio inicial y embrionario de las juventudes, cuando ya han dado el salto a las Waffen-SS, entonces podréis entender su manera de pensar explicada también en Mi honor se llamaba lealtad.
A partir de aquí haré spoiler.
En 1994 pasé una temporada en Dortmund, Alemania, en casa de mi amigo Kai.
Su padre era fotógrafo y tenía una colección de fotos en las escaleras de su casa que iban desde el bajo hasta la segunda planta mostrando fotos de Dortmund antes de ser bombardeada, bombardeada al término de la Segunda Guerra Mundial, en reconstrucción durante la postguerra y Dortmund de hoy en día (de los 90’s).
Esa fue la mejor explicación que me han hecho jamás de lo que supuso el nazismo para la Alemania occidental: su destrucción y reconstrucción. Para la oriental sería peor aún: dejarían de estar bajo la bota nazi para estar bajo el yugo comunista durante 40 años. Lo podréis ver en La vida de los otros.
Esa no fue la única experiencia curiosa que viví en aquellas tierras.
Hubo dos visitas que me fascinaron por igual. En una me llevó a un castillo, de esos grandiosos e inaccesibles. Un castillo a cuyos pies hay un bosque y en lo más alto del bosque una mesa con espadas «selladas» en el granito. Una mesa en la que los caballeros de la Orden Teutónica, que vivían en el castillo, se reunían para dirimir sus diferencias. Si a mi me impresionó en 1994, habiendo viajado por un montón de países, imaginad lo pequeñitos que se sentirían esos niños arrancados de una aleda que toda la visión que tenían del mundo eran ellos como una isla moral rodeados por bárbaros.
Pero lo que nos ocupa de verdad es la siguiente experiencia que viví. Ya no recuerdo si ésta visita era en el Altstadt de Dortmund (en el casco antiguo) o en otra ciudad vecina. Mi amigo Kai me llevó a la casa de sus abuelos. Una casa en pendiente cuyo extremo superior, la parte trasera del edificio, cortaba la cuesta empinada como un mascarón de proa. Pues bien, la parte correspondiente a ese «mascarón», que terminaba en un ángulo inhabitable, resulta que sí estaba habitado.
Allí escondieron los abuelos de mi amigo a un matrimonio judío durante el tiempo en que los nazis dominaron Alemania. Esto nos lleva directos a la película, cuando Jojo escucha ruidos dentro de su casa y se pone a investigar.
Será la primera vez que Jojo se dé de bruces con la realidad. Hasta entonces todo era saltar y correr con Adolf. Su Adolf imaginario. Ahora se encuentra con una niña judía que vive escondida, por su madre, en su casa. Esa niña es la amiga de su difunta hermana. Y su madre, viendo la deriva que iba tomando el asunto judío, y creo recordar que tras enviar a los padres de Elsa, (su nombre es Elsa Korr), a un campo de concentración, la acoge y la esconde.
Menudo conflicto emocional, el de la madre
Resulta que tiene un niño con el cerebro, no ya lavado, succionado por los nazis y esconde en su casa a una niña judía.
Vuelvo a la reflexión anterior, al de una madre que ama a su hijo y ve que lo va perdiendo poco a poco. Una madre que quiere que su hijo sea decente y honrado, educado y respetuoso, y ve cómo se fanatiza y radicaliza empujado por la ola de sus amigos, de mismas edades e igualmente radicalizados. Pero sabe que cualquier contradicción quebraría la mente de un hijo, todavía un crío, cuyo amigo imaginario es el mismísimo Hitler.
Ella va sembrando el camino vital de su hijo con pequeñas señales que deberían ir alertándolo. Quizás no por el momento, pero sí para sumar un todo que, con el tiempo y con su madurez, le puedan hacer atar cabos y comprender que no es él quien ama a Hitler ni es él quien habla de odio. Es el «Jojo impuesto por el partido» y robado a su madre el que habla y dice esas tonterías.
Campamentos para niños nazis
Jojo tendrá un accidente con una granada que menguará su autoestima porque le dejará marcas y secuelas. Y puede dar gracias a Dios por no haber quedado triturado cuando la tiró y rebotó en un tronco para caerle a los pies antes justo de detonar.
Esto le pasó en el campamento, en donde vemos toda una batería de juegos y alusiones a las mil y una cosas que hacían las Juventudes Hitlerianas.
Actividades lúdicas todas ellas orientadas a proporcionarles un entrenamiento marcial que les serviría años después cuando pasaran a integrar las Waffen-SS. Y es que se pasaban años entrenando para ser, como lo fueron, la mejor infantería del conflicto. Atrapa la bandera, lanzamiento de granadas, lanzamiento de cuchillos, tiro al blanco, gimnasia, clases de racismo y quemar unos cuantos libros para rebajar la tensión de tanta concentración.
No os negaré que ha habido algunos tramos de la peli en los que me acordé de La vida es bella. Sobre todo las escenas en las que intervenía la madre quien, por cierto, al terminar la película descubriremos que estaba metida en líos con la resistencia…
Nosotros lo descubriremos al mismo tiempo que Jojo, aunque habremos podido ir atando los cabos que el hijo, por su edad, no sabría identificar.
Al final nuestras sospechas se verán acertadas cuando el niño despierte de su sueño cruel en una bofetada de realismo que te encoge el estómago y te estruja el corazón.
Él se va encariñando de la niña judía en la misma medida que empieza a tomar conciencia del engaño en el que vivía. Conciencia hasta cierto punto, no deja de ser el mismo niño. Pero hay cosas que empiezan a chirriarle en su cabecita.
Aquí hago un alto para hablaros del capitán Klenzerdof
Un patán, un caradura y un borracho cuyos diálogos, a veces frases cortas, me hicieron desternillarme de risa cada vez que abre la boca. Un egoísta que, si entendí bien la película, había sido degradado (o iba de degradación en degradación) hasta el punto de terminar siendo el instructor de los jóvenes, entre ellos el propio Jojo.
Mi escena favorita, una de ellas, con estos dos en pantalla será cuando estén en la piscina y asistan impasibles a cómo se van ahogando los chavales al hacer ejercicios para salir a flote tirándose al agua, donde cubre, con el equipo de campaña completo, mochila llena incluida. Allí están los dos, fumando como si nada, hasta que reaccionan. Eso y la escena de la granada…
Sin embargo se redimirán.
Son unos canallas, sobre todo el capitán, pero será él quien salve el pellejo de la niña judía al permitirla que se haga pasar por la hermana muerta de Jojo, sin delatarla.
Tampoco negaré que me acordé de Tarantino conforme avanzaba la peli embebida en una banda sonora fabulosa. Iba escuchando canciones completamente fuera de lugar, de contexto, que redondeaban las escenas hasta la perfección.
Toma canciones de los Beattles, por ejemplo, o de David Bowie para enmarcar escenas con niños nazis, y poner las letras en alemán para que el conjunto de la acción visual mas sonora te diera una escena que nos hacía pensar que lo que estaban viviendo esos niños no solo era lo lógico y normal, además era super guay y super molón y haría que quien lo viera quisiera formar parte de las Juventudes Hitlerianas… me parece una maravilla de talento por parte de Waititi, quien, por cierto, es quien encarna al mismísimo fantasma de Adolf Hitler.
Waititi tiene un largo CV, en el que incluyo la dirección del último episodio de The mandalorian y poner voz a IG-11, el robot asesino de la misma serie. Sin embargo os prometo que lo que me ha demorado para ver esta comedia fue su antecedente con Thor Ragnarok. Pensé que no podría hacer una peli, una comedia, que me gustara, y al final aquí me tenéis, recomendado su película. Qué malos son los prejuicios.
No sé en qué ciudad transcurre la acción
Pero sí sé que para su tranquilidad sus liberadores fueron los americanos.
Hubo otros alemanes que, muertos por sus compatriotas nazis fueron rematados por el peso del comunismo que llegó arrasando Alemania y toda la Europa del este como una plaga bíblica y se enquistó en ella hasta finales de los 80’s.
La escena de la entrada de los tanques americanos me recordó a Fury, o al final de Fury si hubiera tenido un final lógico. Esa peli sí que se descalabró en su último tramo…
Pero antes de que entren los aliados en la ciudad, haced un esfuerzo por recordar El hundimiento. Y si no la habéis visto, tenéis que hacerlo porque es una película fabulosa que narra los últimos días del delirio de Adolf Hitler, el amigo de Jojo.
En esta peli veremos algo muy parecido a lo que vemos en El hundimiento que, como os decía, nos narra la entrada en barrena del propio Hitler en sus últimas horas hasta suicidarse y dejar a toda la familia nazi descabezada y descorazonada y, lo que es peor, desengañada porque su líder se ha suicidado en el momento en que todo parece sucumbir.
Las escenas que vemos a continuación entrañan mucho más de lo que dejan ver a simple vista
En la peli nos partiremos de risa viendo a verdaderos ineptos empuñando un arma y saliendo a morir para frenar el avance aliado. En otros momentos no sabremos si reír o guardar silencio, cuando la instructora le ponga una granada activada a uno de los niños en la espalda y le de la orden de ir a dar un abrazo a algún soldado americano.
Esas cosas pasaron. No sé si lo de la granada pasó, eso lo desconozco. Pero sí hubo un último bastión defensivo compuesto por niños, y cuando digo niños quiero decir los niños que vemos en la peli, porque los demás, a partir de los 14 años estaban en los diferentes frentes muriendo como chinches.
Yo tengo mi propia teoría
Hitler se suicidó después de empecinarse en no rendirse y luchar hasta el final por un motivo de desprecio absoluto a quienes vivían en la retaguardia.
La élite aria había muerto en Rusia. Fundamentalmente en Rusia. Por supuesto que también en África, y unos cuantos en el frente del oeste. Pero la flor y nata de sus Waffen-SS habían muerto en Rusia.
Sus mejores pilotos habían desaparecido por una sucesión de decisiones erróneas, todas ellas tomadas por Goering y por el propio Hitler.
Lo peor de lo peor.
Si lo mejor había muerto, quedaba lo peor.