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El último torpedo

Tabla de contenidos

Ficha técnica de El último torpedo

Título: El último torpedo
Título original: Torpedo run
Director: Joseph Pevnev
Año: 1958
Nacionalidad: USA
Duración: 98′
Guión: William Wister Haines y Richard Sale
Fotografía: George J. Folsey
Montaje: Gene Ruggiero
Producción: Edmund Graigner
Distribuidora: Metro Goldwyn Mayer
 

Ficha artística

Glenn Ford – Comandante Barney Doyle
Ernest Borgnine – Teniente coronel Archer «Archie» Sloan
Diane Brewster – Jane Doyle
Dean Jones – Teniente Jake «Fuzz» Foley
L.Q. Jones – «Hash» Benson
Hace ya un tiempo que nos propusimos hablar de la guerra submarina en el cine para Antena istoria. Recuerdo la conversación y quiénes estábamos en ella. Ignacio, de HRM Ediciones; Antonio Cruz, de Antena Historia, el propio Imanol, Mi cine bélico y yo (el fancine). Y recuerdo el contexto: acabábamos de grabar el programa sobre Esparta en el cine, para La cartelera de Antena Historia. Y me refiero a la conversación que mantuvimos nada más terminar aquella grabación.
 
Ya sabíamos que el siguiente programa lo dedicaríamos a la Guerra Submarina. Pero empezamos a decir títulos y calculando nos daba para más de 6 horas de prorama… por lo que decidimos dividirlo en dos: Guerra submarina en el Atlántico norte y Guerra submarina en el Pacífico. Al final resultaron 4 programas porque hicimos un spin off sobre Greyhound (para aportar el punto de vista de los escoltas y los convoyes). Y un cuarto, de los buenos, sobre la máquina Enigma.
 

Veréis que en La cartelera de Antena Historia llevamos un tiempo a bordo de un submarino

 
En breve llegaremos a puerto, ¡a buen puerto! Entiendo que el programa sobre los submarinos en el Pacífico, siempre sobre la Segunda Guerra Mundial, será un gran colofón para esta saga de programas. En equipo, porque yo estoy preparando un segundo spin-off, esta vez sobre el USS Indianapolis.
Hoy cambio de escenario y me voy al Océano Pacífico para comentar la primera peli dentro de ese escenario en el fancine. Esta es El último torpedo, y creo que después de esta comentaré Torpedo. Obsérvese la originalidad de los traductores al renombrar las películas (ésta se titula Torpedo run en inglés y la otra Run silent, run deep).

Paralelismo entre El último torpedo y Moby Dick

Quien lea el fancine desde hace un tiempo sabrá de mi debilidad por esa novela. Moby Dick, para mi gusto, es la mejor novela escrita por un estadounidense. Y, cosa rara, cuenta con una gran adaptación en el cine, a manos de Gregory Peck. Una peli de Moby Dick fascinante que, envejecida y todo, sigue calando hondo. Y nunca mejor dicho.
 
Efectivamente, ésta peli tiene un poco de la novela. Bien podríamos hacer un paralelismo entre el Comandante Barney Doyle y el Greyfish, su submarino, con el capitán Ahab y el Pequod. Por tener, tenemos hasta una versión bélica de Moby Dick, en el Shinaru, un portaaviones nipón. A la sazón uno de los buques que habrían liderado el ataque sobre Pearl Harbor casi un año antes. De ahí la inquina del protagonista.
 
Por tener tenemos incluso un Starbuck. Esta es la figura no sólo del segundo del capitán en el barco, sino de persona de confianza y personificación de la conciencia del capitán Ahab/Doyle. Se trata del Teniente coronel Archer «Archie» Sloan, fiel amigo del capitán. De su familia y fiel segundo en el que se puede confiar sobradamente pues su pericia como navegante es tan grande como su lealtad como oficial y amigo. Luego lo veremos…
 
Volviendo al capitán, tal será su ánimo de revancha que le hará perder el rumbo (alegórico) en su afán por perseguir al Shinaru de norte a sur y de este a oeste a lo largo y ancho del Pacífico. Y esto, como es lógico, será su perdición.
 

Entremos en el argumento de El último torpedo

 
El capitán vivía en Manila, con su familia. Por aquellos tiempos base de la Flota Asiática estadounidense. Esto equivale a ser la base de la mitad de esta rama de la flota, cuya otra mitad era la Flota del Pacífico, con base en Pearl Harbor.
 
Filipinas era por aquel entonces territorio norteamericano (desde que se lo arrebataron a los españoles en 1898, como explico en la película fallida 1898: Los últimos de Filipinas). 29 submarinos (por 22 en Pearl Harbor) bajo las órdenes del Commander Submarines Asiatic Fleet, cuya sede central era el USS Canopus.

Un buque que servía de apoyo para la flota submarina

El ataque a Pearl Harbor tiró por tierra toda la estrategia submarina (y marina) que tenían preconcebida los americanos. Si los japoneses iban a por todas estaban previstos dos escenarios con dos empujes.
 

Una opción sería la bajada hasta Oceanía

El ANZAC (fuerzas armadas combinadas entre Australia y Nueva Zelanda) estaba en África (Galípoli) y por eso se temía una invasión a gran escala de Ocenía, sobre todo de Australia, aprovechando la debilidad por la que pasaban al haber enviado a sus tropas en auxilio de la metrópoli inglesa.
 
Su defensa recayó en los submarinos estadounidenses. No en todos ellos, claro está, pero sí tuvieron que distraer alguno del escenario del Pacífico para enviarlos a patrullar las costas australianas. Estomenguó el ya escaso número de efectivos para patrullar el Pacífico.

El segundo objetivo eran las colonias holandesas y británicas

Los submarinos, a pesar de ser pocos, tenían una gran tecnología y las mejores tripulaciones. Se daría la paradoja de que serían los holandeses, con sus submarinos, quienes mantuvieran a raya a los japoneses en sus colonias y en las colonias británicas protegiendo el sendos imperios con su flotilla. Una flotilla de 16 submarinos que terminaría reintegrándose tanto en la Royal Navy como en la US Navy hasta el desenlace de la guerra.
 
Pero claro está, también se temía, y con lógica, el avance masivo nipón rumbo a Filipinas. De ahí el plan original de los americanos ante un eventual ataque japonés: usar la Flota Asiática para contener y retener a los japoneses mientras hacían tiempo esperando el auxilio de la Flota del Pacífico, la que tenía base en Pearl Harbor.
 

Ni que decir que todo eso se desbarató tras el ataque a Pearl Harbor

El plan entero a la basura. Por eso la Flota Asiática se vio aislada y a merced, por momentos, de las oleadas niponas. Y de ahí la importancia de la flotilla de 16 submarinos holandeses que se descubrieron como verdaderos sabuesos: luchadores, correosos y valientes.
Los yankis perdieron Filipinas. De ahí las palabras de MacArthur en su evacuación, diciendo «me voy pero volveré». Os he contado todo este rollo para que entendiérais el apunte que hice un poco más arriba: que Barney Doyle y su familia vivían en Filipinas. Tanto es así que antes de embarcar Barney le pedirá a su mujer que se marche a los Estados Unidos, con su hija. Pero ella se negará. Daba por hecho que era imposible que los japoneses rindieran Manila y, si llegara a pasar, se refugiaría en la selva a la espera de ser rescatadas.
 

La jugada japonesa no podía ser más audaz y eficaz

Con un solo movimiento pusieron en jaque a la Flota del Pacífico mientras la Asiática levaba anclas para salir pitando en medio de un caos totalmente imprevisto que arrasó con toda lógica, toda la logística y toda organización.
Hagámonos una idea: perder la base provocó que todos los buques, incluidos de superficie, tuvieran que modificar todas sus misiones para poder llegar lo antes posible a nuevos destinos más lejanos para ponerse a buen recaudo. La peor parte se la llevarían los submarinos pues entre las muchas cosas que perdieron en Filipinas fueron las reservas de torpedos Mk14. Esta pérdida no se repondría hasta dos años más tarde y les hizo ir siempre por detrás de la flota submarina nipona en capacidad de fuego. Sobre los torpedos defectuosos habría mucho que hablar. Aparecen, por ejemplo, en La flota silenciosa, de George Waggner y protagonizada por John Wayne.
 
Japón necesitaba una victoria rápida y decisiva para suplir su carencia de materias primas. Esta necesidad provocó varias contiendas que desembocarion en La batalla de Midway. Mientras tanto se dará la paradoja del objetivo americano.
 
Al contrario de lo que sucedía en el Atlántico, en la que los convoyes aliados sufrían los estragos causados por las manadas de lobos de submarinos nazis, aquí, en este escenario cambiarían los roles. Los japoneses serían quienes padecerían a los lobos americanos que centrarían su lucha en la guerra de tonelaje (económica) mediante el hundimiento de tantos buques mercantes como pudieran.
 
Sí, habéis leído bien. En el Atlántico denunciaron la guerra que plantearon en el Pacífico. Pero con una diferencia con respecto a los alemanes: los americanos lo hicieron tan bien que arruinaron y asfixiaron a los japoneses, cosa que los nazis no pudieronhacer con el Reino Unido.
De nuevo con la peli…
 

Los japoneses no sólo llegarán Filipinas: la conquistarán

Y los ciudadanos americanos no lograron escabullirse. Como veis no todos los planes salen bien. De hecho a los amercianos les salieron todos mal. Todo esto para deciros que la mujer del Comandante Barney Doyle fue hecha prisionera y, junto con casi 2500 americanos fue enviada a un campo de concentración japonés. Pero nunca llegó a él.
 
Habéis leído bien. El carguero en el que viajaba la esposa del comandante no llegó porque el propio comandante lo hundió. Y aquí empieza el drama que arrastrará el comandante a lo largo de toda la película. Tendrá que luchar con sus fantasmas, los de su hija y su esposa. Fantasmas que él ha creado y fantasmas que lo atormentarán durante la peli, y por el resto de sus días.
 
¿Cómo y por qué lo hundió? Os preguntaréis…
 
El por qué tiene fácil explicación: por soberbia. Barney está obsesionado con hundir el Shinaru. Uno de los portaaviones que, en la peli, lideró el bombardeo en Pearl Harbor. Este es el rasgo que asemeja esta película a la novela Moby Dick. Como os decía al principio, el portaaviones será su ballena blanca particular. Y su sed de venganza hará que no dude ni un instante en arrebatar hasta la vida de su propia esposa y su hija en un intento desesperado de hundirlo.
 
Porque se le presentará la ocasión de torpedear al Shinaru, pero ésta tendrá una trampa asociada. A los destructores que escoltan al portaaviones habremos de sumarle un carguero, aquel que os mencioné que llevaba casi 2500 prisioneros americanos arrancados de Filipinas.
 
Los llevan rumbo al Japón o a alguno de los territorios conquistados para meterlos en un campo de concentración. Pero en el trayecto no dudarán en interponerlo entre el portaaviones y cualquier ataque aliado. Da igual que sea un ataque mediante destructor o mediante un submarino. El carguero servirá de baza disuasiva para evitar cualquier torpedeo del buque nipón pues cualquiera que ose torpedearlo deberá primero sopesar entre arriesgar la vida de los prisioneros o dejar huir al portaaviones.
 
Ese es el razonamiento japonés. Cruel, sin duda alguna, como cruel es cualquier acción militar o terrorista que use escudos humanos. Pero entiendo que lo hacen, no para librarse de los prisioneros, si no para dar un respiro a la flota nipona y que cualquiera que fuera el buque americano dejara pasar la ocasión para evitar un mal mayor: el fuego amigo que arruinaría tantas vidas civiles.
 
Pero Barney no entra en razón, por mucho que su amigo y segundo al mando le pida, primero que no tiente a la suerte y lo deje pasar por esta vez. Y segundo, viendo que Barney había tomado una decisión (hundirlo a toda costa), y entendiendo que no cambiaría de opinión, le ifrece incluso ser él mismo, Archie, quien pruebe suerte.
 
Esto se lo ofrece contemplando la más que segura posibilidad de hundir al carguero con la familia del comandante a bordo. En tal caso Barney perdería a sus seres queridos, pero le ahorraría la mala conciencia de ser él mismo el que hubiera lanzado los torpedos.
 
Unos torpedos que serían lanzados en malas condiciones. Y es que todo se les pone en contra. Por un lado se saben detectados y perseguidos por uno de los destructores que escolta al portaaviones. Por otro lado están demasiado lejos para garantizar un impacto certero, por lo que tiene que pensar en lanzar una batería completa de torpedos. Descartan lanzar seis, puesto que el carguero que iba en la popa del Shinaru ha remontado su estela y se está poniendo a su par a estribor, (lo que entenderíaos por su derecha), y amenaza con bloquear, como mínimo, 4 de los posibles 6 torpedos.
 
Otro factor era la distancia, que permitía calcular con cierta exactitud la trayectoria y potencia de los torpedos para impactar en el buque de guerra (con cierto porcentaje de buena suerte) pero que se llevaría por delante al buque civil si éste aceleraba, y estaba acelerando su marcha para hacer de pantalla.
 
Aún así Barney lanzará dos torpedos. Y sí: hunde al carguero y el portaaviones sale ileso del ataque.
 
Veremos, acto seguido, cómo huye el submarino del destructor que lo acosa y lo persigue y hace que se vaya al fondo. La tensión y el dramatismo se concentrarán cuando el técnico del sonar le diga que faltan 2 segundos para que uno de los torpedos sortee al carguero y que pasados esos segundos no tendría que escucharse detonación hasta que unos segundos después, si hace blanco, se escuche el impacto y la detonación en el Shinaru. Pero casi no le dará tiempo para terminar esta explicación porque pasados esos dos segundos se escucha la detonación y se sobreentenderá que han alcanzado al buque de prisoneros.
 
Todavía cabe más drama… al huir del destructor que los perseguía volverán a profundidad de periscopio para mirar el resultado de los disparos y verán a los pocos supervivientes esparcidos por la mar buscando algo a lo que agarrarse.
 
Si hasta aquí nuestro Ahab buscaba a su Moby Dick por orgullo profesional, su odio y sed de venganza se redoblarán porque ahora se lo tomará como algo personal.
 
La historia se tomará un alivio narrativo con una nueva misión y una visita a la base naval. La misión los llevará a la mismísima bahía de Tokio. Para ello deberán sortear a la Armada Imperial y superar una red colocada para evitar las incursiones de los submarinos al más puro estilo del Toro de Scapa Flow que vimos en U-47: Comandante Prien.
 
Pero loco o no, Barney demostrará su pericia al mando del submarino y logrará entrar en la bahía para volver a enfilar al Shinaru y volver a errar intentándolo torpedear. De hecho lo torpedea, pero vuelve a fallar y tiene que virar en redondo para oner pies en polvorosa y huir a través de un campo de minas.
 
Entre esta escena y el desenlace final pasarán por tierra y Archie recibirá el honor de ser propuesto para comandar su propio submarino, el sueño de toda su carrera en la US Navy. Pero declina la oferta porque quiere seguir fiel a su amigo. Lo hace por miedo a que siga cometiendo locuras, cosa que seguirá haciendo.
 
Tiempo tendrá para lamentar esta decisión, cuando al cabo de unas cuantas lunas el Greyfish logre, aún a costa del propio sacrificio, hundir al Shinaru y saciar, de una vez por todas, la sed de venganza de Barney.
 
A estas alturas el propio Archie, lejos de lo que habría hecho Starbuck en Moby Dick, será arrastrado por el ansia de venganza sangrienta. Él mismo tendrá el honor de efectuar los disparos para hundir al Shinaru.

Nos separamos de Moby Dick

 
A diferencia de la novela, Moby Dick, la mayor parte de la tripulación sobrevivirá tras una evacuación submarina traspasada de su submarino hundido a otro submarino americano.
 
Toda la parte literaria/cinematográfica la he extraído a base de mis propias conclusiones tras ver la película. Pero la «chicha». Lo bueno de éste comentario, es decir, los datos técnicos de las diferentes armadas (holandesa, estadounidense y japonesa), así como de sus misiones y fluctuaciones en función de Pearl Harbor y Filipinas (las dos flotas americanas) lo he sacado de una lectura fabulosa que os recomiendo, si os gusta el tema. La obra es La guerra submarina en el Pacífico: 1941-1945, de HRM Ediciones.

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