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El exorcista

Tabla de contenidos

El exorcista… como continuación de La profecía, una de las películas básicas si te gusta el cine de terror.

Del terror «a la antigua». Sin sustitos, sin estridencias. Todo equilibrado, moderado y sensible. Un terror psicológico que huye del susto fácil. Y para ilustrar a qué me refería lo contrapuse al nuevo It, en la que el payaso parece un teleñeco hasta las cejas de cocaína.

El exorcista – 1973

Para muchos es la mejor peli de terror de la Historia del cine

De verdad, una brutalidad de película que aguanta el paso del tiempo a pesar de no haber envejecido bien del todo. Y esa es una de las cosas más curiosas. A ver si sé explicarme. Hay películas que apuestan por los efectos especiales físicos y las hay que lo hacen por el CGI. Las primeras (FX) suelen envejecer mejor, y las segundas (CGI) suelen pagar caro el paso del tiempo.

Pues bien, esta peli usa algunos efectos especiales físicos que no superan el paso del tiempo. Es decir, que se les nota el cartón y aún así te atrapa. Y la perdonas todas las posibles fallas porque la suma del todo que es la película sigue encumbrándola al top del cine de terror.

Un cine de terror, o una peli de terror con varias etapas y varios niveles narrativos para comunicarnos ese terror. Guion, música, imagen, sonido… la cojas por donde la cojas cada elemento es una nota en una melodía perfecta. Cada nota funciona por si sola, hasta esos efectos que antes mencionaba. Pero sumadas todas las notas, la melodía se convierte en algo insuperable con una armonía increíble. Y digo bien, «armonía», cuando uno de esos elementos es precisamente la cacofonía. Empezaré por él.

El sonido cacofónico de esta película es abrumador. Robert Knudson y Christopher Newman crearon un «desconcierto cacofónico» capaz de sobrecogernos sin que percibamos que están jugando con nuestras emociones. Tanto que les valió un Oscar en la edición de 1974.

King Kong y los sonidos y acompañamientos sonoros

El King Kong que hay en el fancine es el de Peter Jackson. En este comentario me refiero al sonido de Max Steiner para la peli de 1933. Él dará una capa de sonido o Mickey Mousing para acompañar las apariciones del monstruo, para reforzar y redoblar la acción visual del personaje con un sustento de sonido, por lo general estridente. También incorporó los leifmotivs o melodía concreta que se identifica con un personaje para que los espectadores lo identifiquen. Habría otro supuesto que aplicaría la estridencia a la melodía para agudizar el suspense y convertirlo en pánico.

Estos efectos de sonido no buscan deleitar a la audiencia. Su propósito no es complacer el oído. Buscan incomodarnos. Importunarnos, nos incordian y nos predisponen al mal cuerpo. Si estos sonidos acompañan a una buena imagen, sea placentera, (en cuyo caso generan contrastes emocionales porque te avisan de algo que intuye el espectador pero el protagonista desconoce) o verdaderamente incómoda, (con lo que refuerzan esa incomodidad del personaje y se la trasladan al espectador). Juegan con nuestras neuronas y hacen que nos pongamos en guardia. Este acecho psicológico puede durar unos segundos de éxtasis o minutos de ansiedad latente.

Y ahí es donde Friedkin puso el mundo del sonido en el cine patas arriba. En 1973 llegó este hombre no para aturdir sino para sacudir a los espectadores. Este conjunto de sonidos y efectos contrajo los estómagos de los espectadores. Y contribuyó a sugestionarlos y a removerlos en sus butacas mientras veían, agitados, la película. Llegó a tal punto que hubo decenas de manifestaciones de los ofendiditos del momento para protestar contra la película en la entrada de los cines. Unos decían que la peli era demasiado tenebrosa, otra que encarnaba el mal en si misma, y otros que era la peli la que estaba poseída.

Para entender mejor el sonido de esta película, y para entender su trascendencia, hemos de dar un salto once años atrás en el tiempo. Nos vamos a 1961 y os hablaré, brevemente de Krzysztof Penderecki, el compositor de Polimorfia. Una melodía para instrumentos de cuerda que pondría patas arriba el mundillo musical. Para empezar fue concebida, no tanto como melodía, con su partitura, sino como electroencefalograma de sonidos cacofónicos hechos con veinticuatro violines, ocho bajos, ocho violonchelos y ocho violas.

El autor polaco vivió y sufrió el azote nazi en su Polonia natal, y el terror comunista. Y estos son los sonidos con los que su mente identifica el recuerdo del pánico, del miedo y de la violencia psicológica que pudo padecer la población polaca que asistía, estupefacta, a una doble invasión ante la indolencia de sus aliados franceses e ingleses que miraban para el cielo para ver si llovía y se retiraban del escenario silbando.

Tubular Bells de Mike Olfield

Una música que conjuga a la perfección con la banda sonora de la peli y que ha adquirido identidad propia asociada, sin pretenderlo, a El exorcista.

Lo gracioso, si es que estoy bien informado, es que esta canción o música de Tubular bells no fue concebida para la peli. Cuando Mike Oldfield la compuso no la habría puesto en una «biblioteca de audios» a disposición de quien quisiera hacerse con sus derechos. Insisto, eso es lo que tengo entendido. Y también que al principio se le atravesó la idea de ver asociada su obra a la figura del demonio.

La música que sí que hizo a conciencia fue la de Los gritos del silencio, un peliculón sobre los campos de exterminio en la Camboya comunista.

Curiosidades de la vida, este batiburrillo de ruidos disonancias y sonidos sigue vigente en nuestros días. Lo tenemos presente en las celebraciones de Halloween, en aquellas que se precien de serlo y tengan algún tipo de sonido ambiental de fondo concebido para inducir miedo entre los asistentes a la fiesta de turno.

Esta amalgama de sonidos inspiró a Knudson y Newman. Y de ahí la BSO que nos agita e incomoda. Nos avisa de la presencia del maligno y juega con nuestras emociones.

Sonidos y animales

Porque muchos de esos sonidos que nos perturbarán serán la reproducción del sonido de algún animal: vacas, camellos, leones…

Y aquí hago otro alto. Ya he comentado el aspecto sonoro de la película, que además de lo expuesto superpone sonidos (y golpes de sonido) entre fraguas iraquíes y el metro de Washington D.C.

Y este es un detalle curioso donde los haya en la película. No es solo esa melodía, perdón, cacofonía orgánica trufada con sonidos de animales para hacer referencia al diablo animalista… Hay un detalle más que curioso, la presencia del mundo animal que vemos al inicio de la peli, en Irak, cuando conocemos al padre Lankester Merrin, en el pellejo de un arqueólogo. Por cierto, lo que gana cualquier película incluyendo escenas de arqueólogos en acción…

Pues bien. En esa escena veremos animales que, de un modo u otro, estarán presentes en el resto de la película. Por un lado Regan tendrá una colección de animales que estarán latentes en casi todas las escenas dentro de la casa. Pero es que la madre también tiene animales, muchos en una aparente alusión a los animales iniciales y/o a las mitologías asiáticas de antes de nuestra era. Incluso los dibujos de Regan harán múltiples alusiones a todos estos animales, creando ese paralelismo con las escenas en Irak. Hasta el Doctor que visita su madre, también en ese caso veremos los mismos animales en la mesa de su consulta. O los escucharemos cuando se activen los mecanismos de las mil perrerías y pruebas que hagan a la niña para buscar el origen de su comportamiento.

Esta es, si cabe, la parte que más me asustaba a mi de pequeño cuando veía El exorcista. Las escenas de las pruebas médicas. El hecho de estar viendo esta película nos hace partícipes de la presencia maligna en la protagonista. Ver todas esas pruebas médicas alejan a la madre de la verdad. Ella no lo sabe. En un momento dado podrá empezarlo a intuir, pero ella discurre por los cauces normales para descartar cualquier anomalía en su hija. Peor conforme avanza la posesión y se agudiza el comportamiento anómalo de la niña, cada nueva prueba médica y científica, la aleja más y más del verdadero diagnóstico: Conocer la verdadera naturaleza que oprime, reprime comprime y martiriza a Regan.

Veremos un duelo constante entre fe y razón. La madre, cosa lógica, acude al médico y no a un cura, máxime no siendo ella católica. Las pruebas médicas buscan en la ciencia las respuestas que ni se atreverían a buscar en la religión… Vemos cómo el sufrimiento interno de la niña se agudiza con el externo al que la someten el diablo por dentro y los médicos por fuera.

Y veremos un nivel más en este duelo, cuando entre en acción el padre Karras.

El padre Karras

El cura más descreído y ateo que he visto en la tele. Digo lo de «ateo» para exagerar. Porque lo que le ocurre es que está pasando por una crisis de fe. En su propia fe. El padre Karras, amén de jesuita y cura, es psicólogo. Y le gusta ver la vida con los ojos del científico más que con los del cura.

Por eso será el primero en dudar de la posesión de Regan cuando su madre acuda a él. Si a esto le sumamos que su madre está en las últimas y él sufre a diario por ella… la parte emocional se resquebraja con cada minuto que pasa.

Será la madre quien acuda al padre Karras para pedirle un exorcismo para su hija. Y, paradojas de la vida, lo hará porque el propio médico, que no encuentra explicación científica para lo que le pasa a Regan, le pondrá los perros en danza a la madre con lo del exorcismo, saliendo del campo de la ciencia y descartando anomalías psíquicas en la niña.

Esto entronca con una parte del inicio de la peli en la que Regan le enseñará a su madre una Ouija con la que, explica a su madre, habla con un tal Capitán Trueno. Y esto me recuerda a dos compañeros del colegio, Carlos Enrique Navarro y José Francisco. Dos friquis que había en mi clase que se ponían a hacer ouijas en el el cole. Eran de esos que salían a buscar OVNIs y terminaron esnifando tiza en el pupitre del colegio, aunque no sé en qué orden. Esto último casi les supondría la expulsión.

Recordad que está en plena crisis de fe y pesa más su lado científico que espiritual.

Se entrevistará con Regan varias veces, aunque su verdadero interlocutor será el demonio. Y lo irá pulsando, palpando y creyendo a la par que descreyendo cuando éste ponga en boca de la niña aspectos y detalles personales de la vida del propio Karras.

Al final tiene que entrar en acción…

El padre Merrin

Será casi la propia Regan quien haga que lo llamen, pues por su boca hablará de nuevo el diablo mencionando a este cura. El cura del principio de la peli que se topa nada más empezar ésta con la estatua de un demonio con el que ya se había enfrentado con anterioridad, al expulsarlo del cuerpo de otra persona poseída.

El Padre Merrin está interpretado por Maz Von Sidow, el único actor del reparto con una carrera de éxito a sus espaldas, antes y después de El exorcista. Con películas como Flash GordonDUNEConan el bárbaroEl despertar de la Fuerza, y últimamente Kursk. Pero si hay una película mítica, pero mítica de verdad, en la que participó Max Von Sidow esa fue la sueca El séptimo sello, encarnando al caballero cruzado Antonius Block.

Y su entrada en la peli no será tal sino irrupción. Me encanta cómo aparece en la penumbra y cómo accede a la casa de Regan y, tras presentarse al padre Karras, escuchará al diablo en el piso de arriba y entrará directamente en acción. Esa entrada es fantástica: un tipo decidido, valiente, consecuente, seguro de si mismo y que no se anda con chiquitas. Ha venido a combatir al diablo y se entrega al combate desde el minuto 1, a pesar de que su corazón, por la edad y por sus vivencias, está de mírame y no me toques.

Si la peli es genial de principio a fin, destacando la parte que ya os he dicho que más me incomoda a mi, la de las pruebas médicas, este tramo final es tan glorioso como apoteósico.

Los dos curas unirán sus fuerzas para combatir al demonio que lleva Regan dentro. Merrin como maestro y Karras como aprendiz.

El primero diseña la estrategia para combatir, el segundo sigue las pautas que le son marcadas. Un combate feroz en el que, a las bravas, Karras recuperará su fe y terminará de creer a la madre de Regan cuando se sacrifique él mismo absorbiendo al demonio. Lo extraerá del cuerpo de la niña y se lo introducirá en si mismo. Ahí comprenderá cuán ciertos eran los temores de la madre, y acto seguido se abalanzará para matar a Regan y, en su último acto lúcido tras la posesión, se tirará por la ventana para suicidarse y llevarse consigo todo rastro del diablo. que se habrá llevado por delante la vida de los dos curas y salvar a la niña.

Peli alquilada en el Videoclub Prado en Madrid

Nos fuimos a verla a casa de José Carlos, hoy en día todo un Sr. Juez. Recuerdo que nos sentamos en los sofás de su salón, muy lejos los unos de los otros. He dicho tres pero no sé si éramos cuatro.

El caso es que su madre nos dio de merendar y nos preguntó si íbamos a jugar con el tren: su padre, piloto de Iberia era aficionado a los trenes y tenía uno en una habitación dedicada sólo a esta afición. Pero no, la dijimos que íbamos a ver El exorcista y nos dijo que éramos muy críos para verla, que nos daría miedo. Críos éramos, y muy también, porque nos reímos de ella y cuando se salió del salón nos pusimos a verla y terminamos los tres (o cuatro) apretujados en un solo sofá tapándonos los rostros con los cojines con más miedo que sangre en las venas. Así descubrí yo El exorcista.

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