Bitelchús, Bitelchús es una secuela digna de Bitelchús.
La genial peli de 1988 podría haber vivido sin una continuación. Nadie la habría echado de menos si no la hubieran hecho. Pero en la dinámica de nuestros días en los que escasean las producciones originales es normal que se agarren a éxitos pretéritos para revivirlos en la actualidad. Aunque «para revivir de ellos» se ajustaría más, y mejor, a la realidad, pues buena parte de la industria del cine vive de las rentas del pasado…. secuelas, precuelas y, lo peor de todo; remakes.
En casi todas ellas aprovechan para invertir el carácter, la esencia, la presencia, la identidad y la personalidad, de los personajes haciendo buenos a los malos de siempre, y viceversa. Cuando no mutándolos en lo que nunca fueron y nunca deberían haber sido. Por suerte eso no ocurre en Bitelchús Bitelchús. No de un modo descarado al menos, y luego matizaré esta reflexión.
Casting
En Bitelchús, Bitelchús reaparecen los personajes clave de Bitelchús, aunque algunos se han quedado por el camino tras correr suertes de diversa índole sus actores.
Casting de Bitelchús
Los hay que han fallecido, por lo que la ausencia de su personaje está más que justificada. Este es el caso de Glen Shadix, que encarnaba al personaje obeso con pluma en la primera. Descanse en Paz.
Otros se han volatilizado por completo, como Geena Davis y Alec Baldwin, cuyos personajes, protagonistas de la original, Barbara y Adam Maitland, han pasado a mejor vida dentro de la mejor vida en la que les conocimos. Podríamos decir que han pasado a la mejor, mejor vida, que ya es vida después de la muerte.
Luego está el caso, escabroso, de Jeffrey Jones, que hacía de Charles Deetz, el padre de Lydia, que sigue vivito y coleando, pero ha sido censurado porque colea fuera de la Ley y le pillaron con material de pornografía infantil en el ordenador, según tengo entendido. Un pedófilo que conviene mantener apartado de las cámaras y de las pantallas de los hogares. Y de la Sociedad, si fuera verdadera la acusación, apostillo yo.
Casting de Bitelchús, Bitelchús
Luego están los que reaparecen, con Lydia al frente cual mascarón de proa. A nadie se le escapa que Stranger Things recicló a Winona Rider y la repuso en el escaparate cinematográfico. Esta vez la volvemos a ver, crecidita, interpretando a una medium mediática con un programa de televisión sobre casas encantadas. Como anillo al dedo. También vemos, de nuevo, a Delia Deetz, la madre de Lydia, que sigue igual de estrambótica y de neurótica que en 1988 y, en ello radica su encanto. Y repite, claro está, la estrella de ambas pelis: Michael Keaton, como Bitelchús, un exorcista del más allá.
Bitelchús se come la película. Se la comió en el 88 y se la vuelve a comer en 2024. Cierto es que su interpretación es fabulosa, a la altura de sí mismo en la original. Y no es menos cierto que las capas de maquillaje que llevaba, y lleva, su personaje, ayudan muy mucho a la hora de preservar la imagen del personaje. Hay momentos en que se perciben los años de más, pero los pasamos por alto porque cada vez que aparece en pantalla lo hace para deleitarnos, y si el actor ha envejecido, el personaje sigue igual.
Y luego aparece la remesa de caras nuevas que, para mi gusto, han sabido adecuarse a la original y han convertido la suma del guion, la producción y su interpretación, junto con la selección musical, en una muy digna secuela de Bitelchús.
Los fichajes
Abundan las nuevas caras abundan y, como os decía, lo hacen para bien.
La primera, y protagonista, es Jenna Ortega. Musa en Miércoles y extrañamente deteriorada en Bitelchús, Bitelchús. Digo «demacrada» porque no termino de entender que sea la misma actriz, interpretando dos papeles semejantes: Miércoles (en la serie, también de Tim Burton) y Astrid en ésta. Creo que, de todos los personajes, el menos favorecido de todos, por el maquillaje, es Astrid, pues parece la hermana mayor, sino la tía, de Miércoles. E insisto, son la misma actriz interpretando a muchachas de, más o menos, la misma edad.
Creo que han intentado distanciar ambos personajes recurriendo al maquillaje y se han pasado tres pueblos añadiéndole edad, sombras y demacrando un rostro que luce más bello cuanto menos capas de pintura la ponen.
También aparecen Monica Bellucci, como ex de Bitelchús; Willem Dafoe, como un actor que representa a un detective en la ultratumba y Dani DeVito, que pasa cual estrella fugaz por pantalla pero deslumbra en su combustión atmosférica hasta que se apaga, o lo apagan… eso ya se verá.
Rory, el padre Damien y Jeremy son los demás personajes de nuevo cuño que suman calidad, y cantidad, a un elenco muy apañado.
Bitelchús, Bitelchús

Vamos con la peli.
Empieza recuperando a Lydia y presentándonosla en su faceta de presentadora de televisión. ¿Os acordáis del profesor Cavan? Sólo habréis sonreído los veteranos. Los que vierais, y gozarais, viendo El día de la bestia en 1995. En aquellos tiempos tenía más sentido este tipo de personaje, un presentador de un programa dedicado a lo paranormal.
El único que ha sobrevivido al cambio de los tiempos, y de los formatos televisivos ha sido Iker Jiménez, quien lejos de diluirse, como todos los demás, ha crecido y mejorado, con el paso de los años. Último vestigio de un periodismo discutido que no es discutible porque aporta seriedad y credibilidad a temas que, si no eres aficionado a ellos, parecerían de comparsa. Quizás por ello sea el único superviviente. Pero sin el quizás.
En la peli que nos concierne esta noche de Halloween, pues hoy es 31 de enero y espero llegar a tiempo para publicar este comentario. Antes, sobre todo de tener que apagar el ordenador para ir a cenar con los amigos. Como no lo publique antes de la cena no voy a parar de mirar el reloj (el móvil, porque no uso reloj desde 1992) hasta que me logre recoger para terminarlo de escribir.
Pues bien, chascarrillos al margen, Lydia abre la peli ejerciendo de medium y directora de su propio programa, hasta que tiene una visión, fugaz, de Bitelchús entre el público. Esto hace que tenga que salir del plató y se vaya, huyendo de sus recuerdos, al cuarto de baño. Allí vemos que se va a empastillar pero su productor llega a tiempo para hacerla desistir y vemos que también parece ser su novio.
De nuevo en Winter River, Conneticut
Volvemos a la casa de los Maitland, a quienes de veras echo de menos en la película.
De los Maitland, primero, de los Deetz después. Y volvemos a ver la maqueta del pueblo, que está hecha como para irte a vivir en ella pues es una verdadera pasada. Pero no quiero adelantarme a los acontecimientos porque ya nos pasearemos por ella. Aunque… a decir verdad por ella empieza la peli, así que vamos al Winter River a escala 1:72, que me figuro que será la utilizada por Adam Maitlan hace la friolera de 37 años.
Porque… ¿es la maqueta lo que vemos al principio, no?
Nunca se sabe en esta peli ni en la original. Hay partes de la maqueta con un realismo brutal y otras que cantan a plástico «que tira pa’trás«. Sobre todo el césped.
El primer personaje que sale en pantalla es Lydia, convertida en presentadora de la tele. Está en medio de la grabación de un programa y tiene que largarse por patas porque tiene una alucinación y ve a Bitelchús entre el público. Se refugia en el cuarto de baño, que comparte con un fantasma, y se mete una pastilla en la boca cuando llega su productor, Rory. Que en seguida descubrimos que está liado con ella.
Sale huyendo del fantasma y sale por patas de la tele porque recibe un mensaje urgente de su madre, y la usa como excusa para irse del programa.
«Tu padre me ha dejado»
Así irrumpe en la película Delia. Su madre.
Está en una galería de arte, en el mismo Nueva York, en su exposición permanente. Echa un flan y un mar de lágrimas porque acaba de saber que su marido, Charles, ha muerto en un accidente de avión que le traía de una expedición fotográfica.
Su avión se ha estrellado en el mar, y él sobrevivió, pero cuando se aprestaba para encaramarse a los restos del fuselaje viene un tiburón, por detrás, y le arranca medio cuerpo de un bocado. Esto tiene su explicación, como os voy a explicar.
¿Recordáis el veto que censura a Jeffrey Jones? El que está acusado de pederastia… Pues bien, como su papel era principal pero Tim Burton no quería sumar un pervertido a su reparto, ni corto ni perezoso se saca una solución genial de la manga. Sustituye al actor por un personaje de animación y, a otra cosa mariposa. La escena rocambolesca no desentona en absoluto en la película, más bien queda simpática y acorde al patrón imaginativo de Burton.
¿Por qué lo del tiburón?
Por todo lo contado. Y porque muerto el personaje, dada la naturaleza, de ultratumba, de la película, lo volveríamos a ver cuando la peli saltara al inframundo y reaparecieran los muertos más vivos que nunca. El ataque del tiburón sirve para arrancarle el tronco, los brazos y la cabeza al personaje, por lo que cuando reaparezca lo hará a la usanza de medio cuerpo eviscerado y sanguinolento, pues no parará de salpicar sangre durante toda la película.
Fin del problema.
Astrid entra en acción
Es la hija de Lydia.
Ya lo dije antes, se trata de Jenna Ortega, en serio peligro de encasillarse en el género de la comedia de terror y empeorada, con lo mona que es, por un exceso de maquillaje.
Es la niña mala y excéntrica del internado en el que vive, y no se llama Nevermore… Se avergüenza de su madre y de su abuela que la avergüenzan cada una a su manera. La madre porque todos saben que Astrid es la hija de la medium de la tele, y claro, que si ve fantasmas y esas cosas. La abuela porque está loca, y sino, lo aparenta. Como con el numerito de llamarla a gritos desde la entrada del cole haciendo que todos miren y se rían de su nieta, a la que reclutan para hacer un viaje triste, de despedida, rumbo a la casa de Winter River.
Van a recoger unas cosas, a deshacerse de otras, a poner la casa en venta y a despedirse del abuelo que vivió ligado a esa casa.
Astrid piensa que Lydia es una charlatana que finge ver fantasmas, y hablar con ellos, para timar a particulares y salir en la tele. Niega cualquier posibilidad de su existencia y, de existir, niega que su madre tuviera el don de poderse comunicar con ellos.
La maqueta
Hablar de la maqueta de Winter River equivale a hablar del desván de la casa. Un sitio encantador, y encantado. Epicentro de toda la actividad paranormal del lugar, refugio, antaño, de los Maitland fantasmas. Allí vivían cuando, lejos de concebir el paso del tiempo, su casa se vendió mientras ellos se creían todavía con vida. Allí hicieron todos sus planes para echar a los nuevos inquilinos y allí entrenaron sus pésimas habilidades como fantasmas.
Y allí aparece Astrid, llevada por la curiosidad y asombrada por la maqueta que acaba de descubrir. Hasta que un panfleto publicitario se escurre del tablero y cae a sus pies. Lo alza y es publicidad del Más allá, con un anuncio de un tal Bitelchús.
En esas llega su madre y Astrid quiere saber qué o quién es el tal Bitelchús, por lo que pronuncia su nombre Lydia se asusta y la pide que no lo repita, pero lo repite, como retando a la madre y sin dar crédito al gesto de susto en su rostro. Al final la echa del desván, con algún recuerdo de su difunto padre, muerto en el Amazonas años atrás.
Tramas entrelazadas – A partir de aquí haré espóilers
La peli, que yo distinga, tiene tres tramas: Lydia, Astrid y el propio Bitelchús.
La de Astrid arrastra a la de Lydia, por lo que veremos que esas dos tramas se entrelazan constantemente. La que va, si cabe decirlo así, más por libre es la de Bitelchús, quien recibe la visita de su ex, Delores, la chupa almas con la que se casó y le asesinó en la noche de bodas.
El buscavidas
Me hace gracia ver que Bitelchús era un buscavidas que saqueaba los cadáveres de los soldados caídos en batallas de finales de la Edad Media, en los tiempos de la Peste negra. Ese tipo de personaje existió, y existe. Son los que asaltan los cadáveres de los que han caído combatiendo para hurgar sus bolsillos, buscar anillos, alianzas, cadenas, escapularios, armas, dinero y dientes de oro para robar y arrancar lo que encuentren.
Bitelchús era uno de estos, y se casó con esta chupa almas, quien lo envenenó en la noche de bodas, pero él murió matando y, antes de caer redondo la cortó en trozos con un hacha. Pues bien, esos trozos permanecían empaquetados, en depósitos diferentes, en el Más allá. Hasta que se caen al suelo sus cajas y, rotas, vemos cómo Delores se reconstruye y, obsesionada con nuestro exorcista de ultratumba, se dispone a darle caza una vez más.
Astrid descubre el amor
El novio de Lydia la pide matrimonio, en público, durante el funeral del abuelo.
Astrid, asqueada, se sube a una bici y se pira al pueblo para merodear por sus calles. Va despistada. Cruza el mítico puente en el que murieron los Maitland para evitar atropellar a un chucho y se asusta con un coche que se le cruza y sale disparada por el jardín de una casa particular.
Termina en la casa del árbol del hijo de los dueños de la casa y hacen buenas migas. Tanto que deciden volver a verse el 31 de octubre (como hoy) en Halloween (como hoy) para celebrarlo juntos. Ya os he avisado del espóiler, si no has visto la peli este es el punto en el que debes parar de leerme, si piensas verla, claro, sino sigue.
La conexión entre ambos es tan alta que llegamos a la escena del beso en cuyo éxtasis los vemos flotar en el aire y, cuando Astrid se percata, se cae al suelo.
¡Jeremy está muerto! es un fantasma. Astrid empieza a creer que su madre podría estar diciendo la verdad.
Jeremy le pide ayuda para ir juntos al inframundo y recuperar su vida y ella, de mil amores, le acompaña. Lo que no sabe es que el peaje que Jeremy tiene que pagar para recuperar su vida es la vida de un mortal, a la sazón, la vida de Astrid, quien será el pago para resucitar.
Lydia loves Beetlejuice!
Lydida descubre que el novio de Astrid es el fantasma de un asesino que mató a sus padres en su propia casa. Y descubre que se ha llevado a su hija al inframundo.
Vuelve al desván y decide invocar a Bitelchús para pedirle ayuda y poder traer de vuelta a su hija.
A ver… ya estamos blanqueando personajes. Este es un demonio bioexorcista que vive y se nutre haciendo el mal. Así era en la primera peli, y así sigue siéndolo en esta, pero ahora lo vemos menos vil y casi, por momentos, sería hasta el antihéroe, héroe o bueno de la peli. Estas son las cosas que no me gustan del cine actual, que ahora son buenos los malos de toda la vida.
Hago de tripas corazón y sigo viendo la peli, porque me lo estoy pasando fenomenal, salvo por el detalle descrito.
Tenemos al detective Wolf Jakcson, que no es detective, sino un actor en vida que interpretó mil veces ese papel de detective. Es Willem Dafoe y lo borda. Su maquillaje está pensado para no ser creíble, y por eso mismo funciona, pese a que él pida, todo el rato, ser creíble para bordar las interpretaciones. Luego está Dani DeVito, que muere a manos de Delores, quien le chupa el alma. Ella va dejando un reguero de cadáveres, o de muertos remuertos, pues asesina a los ya muertos y todos esos restos remortales la conducen a ella, y al detective, hacia Bitelchús.
Bitelchús accede a ayudar a Lydia a cambio de que se case con ella. Segundo intento del bioexorcista de contraer matrimonio con la prota rarita. Pero esta vez ella accede para poder recuperar a Astrid
¿Un final precipitado?
Para mi gusto la peli alcanza su punto álgido en el medio de su trama, en el nudo, pero precipita su desenlace. Creo que todo pasa y se resuelve, demasiado rápido y demasiado simplón, para mi gusto.
No obstante, y buenismo al margen (lavando la cara a Bitelchús) la peli está muy a la altura de la original y merece la pena que se vea y se disfrute en una noche fría, oscura y lluviosa como la de este 31 de octubre, entre Coca-Colas y palomitas celebrando Halloween.
Un Halloween de este año 2025, en el que, por cierto, he pasado la mañana haciendo videoconferencias con padres de alumnos venidos desde Minnesota, pues recordad que estoy dando clases en el American School of madrid, en Pozuelo. No hemos podido evitar terminar hablando de Mineapolis y de mil rincones compartidos por todo Minesota y, por supuesto, de Halloween, en concreto del Halloween de 1992, en el que asistí a la representación de La tienda de los horrores y después me fui con los actores a su fiesta, disfrazado de Alex de La Naranja mecánica en Blaine. Guardo un recuerdo inmejorable e insuperable de aquella noche de brujas en la que nevó por primera vez y ya no dejó de hacerlo hasta mediados del mes de mayo.


