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Woof, woof, Donald Sutherland

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Woof, woof…

Woof, woof, woof… ¡Guau!

Adiós Donald Sutherland.

Se nos va uno de mis actores favoritos.

Descansa en paz, Donald Sutherland

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Woof, woof, woof…

Tu mejor imitación perruna

Si me gustará el actor que este retrato suyo, encarnando a Oddball, de Los violentos de Kelly en mi salón. Regalo de mi amigo Chema, por un cumpleaños.

Porque este personaje y esa película forman parte de neustras vidas.

Ya os lo conté en mi comentario de la peli de los de Kelly. Ahora sólo lo resumiré, a modo de despedida.

No sólo me fascina su personaje, me fascina la peli entera, y buena parte de su filmografía (hablando del actor). Tanto que cuando me estampé con la moto Oddball entró, de hoz y coz, a formar parte de mi vida.

Digo bien, me la pegué contra un coche cuya conductora hizo una pirula y me barrió de la carretera. Me pasó cuando me dirigía a ISDI, en la recta final del MIB, el máster que casi no termino por ese accidente.

Mira que Madrid es pequeño… Tanto que de todos los edificios de oficinas que hay en la capital, fui a estrellarme en la puerta de la oficina en la que trabaja Chema. Manda güevos. Resumiendo… Cuando pude, le llamé, bajó, me metió en una ambulancia y ya de madrugada vino a recogerme al hospital.

Me dejó sentado en una silla de ruedas, puesto de Valium, Enantyum y Nolotil en vena hasta las cejas. A medio vestir, porque iba hecho un Cristo. Os decía que me dejó sentado cuando se fue a por su coche y cuando volvió para recogerme, me vio con medio cuerpo descolgado de la silla, porque literalmente no era capaz de dominarlo. Era como el pirata Roberts de La princesa prometida.

Y va él y, partiéndose de risa, me dice…

Me recuerdas a Oddball

Y así, sin comerlo ni beberlo, una peli que nos fascinaba de por si, pasó a formar parte de nuestro anecdotario personal. De nuestras bromas. Yo sedado me parecía a Oddball fumado. Menuda Segunda Guerra Mundial la suya.

Y en el siguiente cumpleaños aparece Chema con la lámina de marras, la que ilustra esta despedida. Oddball en mi salón, y mucha gente (que no concen la peli o a Sutherland) me confunden con él. Manda narices.

Bueno, Donald. Que no sé qué mejor decirte para despedirme de ti. Si te tengo ahía arriba, cuando alzo la mirada te veo. Al final te piras sin hacer ruido. Nos dejas, pero yéndote nos dejas un legado cinematográfico que seguiremos (yo al menos pienso hacerlo) disfrutando mientras nos queden ganas y fuerzas para reír.

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