el fancine - Web de cine - Blog de cine - Podcast de cine - AlvaroGP SEO y contenidos digitales
12 valientes - Literatura y cine - Cine belico - el fancine - Blog de cine - Alvaro Garcia - AlvaroGP SEO - SEO Madrid

12 valientes

Tabla de contenidos

Ficha técnica de 12 valientes

Título: 12 valientes
Título original: 12 strong
Director: Nicolai Fuglsig
Guión: Peter Craig y Ted Tally (Historia Soldados a caballo de Doug Stanton)
Producción: Jerry Bruckheimer, Molly Smith, Tren Luckinbill y Thad Luckinbill
Nacionalidad: USA
Año: 2018
Duración: 129′
Música: Lorne Balfe
Fotografía: Rasmus Videbaek
Montaje: Lisa Lassek
Productora: Alcon Entertainment, Black Label Media y Jerry Bruckheimer Films
Distribuidora: Warner Bros. Pictures

Ficha técnica

Chris Hemsworth – Capitán Mitch Nelson
Navid Negahban – General Abdul Rashid Dostum
Michael Shannon – Chief Warrant Officer Hal Spencer
Michael Peña – Sam Diller
Austin Stowell – Sargento Fred Falls
Elsa Pataky – Jean Nelson
Thad Luckinbill – Vern Michaels
Trevante Rodhes – Ben Milo
Jack Kesy – Charles Jones
Rob Riggle – Coronel Max Bowers
Austin Hébert  Sargento Pat Essex
Ben O’Toole – Scott Black
William Fichtner – Coronel Mulholland
Fahim Fazli – Comandante Khaled
Peter Malek – Habib
Allison King – Marsha Spencer
Lauren Myers – lisa Diller
Laith Nakli – Comandante Ahmed Lal
 
 

Doug Stanton – Soldados a caballo – 11S

Antes de ver esta peli me leí Soldados a caballo, el libro de Doug Stanton que inspiró ésta película. Nada de ficción. Un libro de Historia que nos habla de la primera y más inmediata reacción estadounidense tras el atentado terrorista del 11-S en territorio de los Estados Unidos.
 
Una obra que condensa esa reacción en casi 500 páginas de Historia reciente desclasificada y dio pie a esta peli, tan de acción como bélica e histórica que me gustó cuando la vi, en enero de 2019, pero que me ha gustado más todavía cuando la volví a ver para huir de la cuarentena, en abril de 2020.

«Seréis los primeros en contraatacar»

Dijeron los mandos militares cuando organizaron la misión en Afganistán.
 
Nos lo explican los propios protagonistas en un documental. No me refiero a los protagonistas de la peli, sino de la intervención militar, narrada y explicada años después de ser desclasificada por la Inteligencia militar. Historia plasmada por Doug Stanton en su obra Soldados a caballo, tras levantar su secreto por haber sido una misión «secreta».

Afganistán, los Señores de la Guerra e invasiones frustradas

Afganistán ha soportado las invasiones arias, (del actual Irán). Aqueménidas (primer imperio persa), época en la que abrazaron a Zaratustra. Macedónico (en la época de Alejandro Magno). Tras Alejandro llegaron los seleúcidas y también la India en su época Maurya. Se convirtió al budismo, durante siglos y después se islamizó, para seguir siendo el tablero de una contienda infinita en la que los afganos perduran y sus rivales se siguen dando el relevo para adentrarse en sus territorios y salir por patas. Mongoles, turco-mongoles y safawi-iraníes.
 
Entonces se independizaron, por primera vez en siglos hasta terminar siendo un obstáculo, problema y verdadero grano tanto para rusos como británicos en el conflicto ruso-británico.

Después protagonizó dos guerras con el imperio británico y una tercera, de independencia, también contra los ingleses.

Supieron mantenerse al margen de la Segunda Guerra Mundial y se abrieron a Occidente negociando financiación soviética, francesa, británica y estadounidense.

Pero este período de aparente apertura social terminaría siendo reventado al ser traicionados e invadidos por los soviéticos con la intención de imponer un régimen ateo y comunista.

Guerra civil

Recibieron la ayuda de los Estados Unidos, en plena guerra fría. Tras éste período Afganistán se sumiría en una guerra civil, radicalizaría sus posturas religiosas, y rompería lazos con los Estados Unidos, pues echados los soviéticos ya no pintaban nada.

 
Hubo etapas más o menos prósperas, como decía, intercaladas con otras de radicalización religiosa a manos de los talibanes quienes, en un primer intento serían derrocados y expulsados tras el 11-S en diciembre de 2001.

Ya en 2009 volverán a hacerse fuertes, de un modo latente. En 2011 se pasó por una etapa convulsa con soldados americanos desplegados por Afganistán y persiguiendo hasta matar a Bin Laden, en Pakistán. En 2014 finalizó formalmente la invasión americana y, con un nuevo gobierno, se mantienen fuerzas de la OTAN.

Como veréis, los afganos son un pueblo curtido en mil batallas durante más de dos mil años

Gente recia, dura, fajada en el combate y orgullosa de una herencia bélica y belicosa ganada durmiendo a la intemperie bajo el sol y la nieve y luchando desde que son unos niños hasta que la guerra o la salud les permite.

Fruto de esa cultura bélica y de sus múltiples contiendas se darán paradojas como que los soldados estadounidenses requisen armamento a afganos que se han rendido y entre las armas entregadas aparezca un fusil de 1871, ¡en 2010! Y lo que es todavía mejor: en perfecto estado de funcionamiento.

 
Para ser más concreto, un fusil Martini-Henry, de 1871, todavía operativo en Afganistán en 2010. Fusiles de 1’25 de longitud, con un cañón de 84’3 cm y un proyectil que recorre 411m/s. Era efectivo hasta a 1km de distancia y letal a 300m. Su calibre es de 45mm, con una bala de cartucho de latón de 4’5gr, a lo que hay que añadir los 8’5gr de pólvora de gran humareda al detonar. Entraba como un cuchillo en mantequilla en la carne, y podía atravesar el cuerpo dejando dos heridas limpias, la de entrada y la de salida. Pero si tropezaba con un hueso, entonces era devastadora porque el cartucho se expandía hasta multiplicar por 4 su diámetro y destrozaba todo cuanto encontrara a su paso. Si era un hueso lo pulverizaba y, si se expandía por la zona del estómago, quedabas listo para papeles.

He hecho un alto en esta pieza de fusilería para ilustrar la tradición guerrera del pueblo afgano, capaz de pasar de generación en generación un fusil que combatió contra los británicos (y a finales del s.XIX lo hizo simultáneamente en Afganistán y en Sudáfrica, en sendas guerras Bóers).

Afganistán

Ahí es donde se desarrolla esta peli. En Afganistán. Allí irá un puñado de valientes estadounidenses para ganarse la confianza de unos y combatir a otros, en su terreno, con sus artes y sus maneras… pero a eso llegaré dentro de un rato.

Ya he contextualizado dónde se desarrollará la película, pero para terminar de entender dicho «contexto», aterricemos los motivos.
 

11 de septiembre de 2001

 

Me recuerdo a mi mismo preparando una de mis asignaturas favoritas en Filología italianaFilología Dantiana II. Inmerso en La Divina Comedia, de Dante Alighieri.  A punto de comenzar un nuevo curso en la facultad. Estaba en el infierno. O creía estarlo, pues para infierno lo que estaba ocurriendo conforme planificaba la asignatura que me impartiría el Dr. López Cortezo. Ambos fumando en pipa y bebiendo té allí en la biblioteca de italiano… cómo han cambiado los tiempos.

Recuerdo que estaba escuchando la COPE, como de costumbre en aquellos años. Y de un modo vago y remoto empiezo a agitarme por algo que estoy oyendo de fondo, sin escucharlo. Presté atención para escuchar lo que entreoía y recuerdo que miré a la Radio ojiplático al enterarme de que un avión se había estrellado contra una de las torres gemelas.

Me fui corriendo al salón, donde estaba la tele. Nada de Smartphones, nada de tablets… Internet en pañales. La Radio era (y sigue siendo) la mejor fuente de información y la tele era el mejor soporte visual para las noticias. Y allí veía una columna de humo negro saliendo de una de las torres. Llamadme alarmista, o como queráis, pero no dudé ni por un instante. Eso no era un accidente. El segundo avión me dio la razón, por desgracia. Me la dio.

Asistí al final de una era. De pie. Sin sentarme. Hasta que primero una torre y después la otra se desplomaron, y con ellas la paz. El terrorismo islámico había atacado a Occidente en su corazón económico, en su corazón cívico y social. Nueva York estaba cubierta de humo y se podía oler la mezcla de olores a queroseno quemado, hierro fundido y carne humana derretida entre las ruinas de la prosperidad.

Giuliani, alcalde de N.Y.

En tiempos de crisis afloran héroes y mediocres. En el NY de 2001 fue su alcalde, Giuliani, en el Madrid de 2020, el del Coronavirus (COVID-19), tenemos a Almeida.

Almeida… él único escudo entre el virus y los madrileños abandonados a su suerte y a la muerte por nuestro Gobierno. Un gobierno que odia a Madrid porque pagamos menos impuestos. Disculpad que meta este comentario con calzador. Pero espero que sepáis perdonarme la osadía después de semanas encerrado en mi casa por  la cuarentena.

Cinco semanas viendo cómo se instaura la censura en España para silenciar a todo el que no aplauda con las orejas a Pedro Sánchez. Sin talento, sin reflejos para lidiar una crisis, sin ideas, sin talante, arrogante, soberbio, petulante y pestilente a carencia de valores democráticos…

No sé si el párrafo anterior venía a cuento, que seguramente no. Pero me he quedado la mar de a gusto. Retomo el tema y lo hago con un presidente Bush que, según he escuchado a alguno de los protagonistas de la peli, dijo algo parecido a «¿qué pasaría si enviamos misiones pequeñas a Afganistán y esperamos a ver qué ocurre…?». Quizás lo dijera con otras palabras, pero algo así comentó y eso fue lo que pasó.

Estados Unidos se puso en pie de guerra, pero su golpe más audaz y más efectivo no sería invadir éste o aquel país. Cosa que vendría después, con resultados dispares y tantos aciertos como errores. De entrada tenían que reaccionar. Tenían que localizar al autor intelectual de los atentados, buscarlo y eliminarlo.

El autor intelectual resultó ser Bin Laden

Parece ser que se trataba de un viejo conocido de la CIA  en la etapa en la que combatió a los soviéticos en Afganistán.

Entonces era, o sería, un muyahidin, y ayudaban a los americanos (se ayudaban mutuamente) para echar al invasor ruso. La inteligencia americana observó el grado de radicalización religiosa de alguno de estos muyahidines pero lo comprendieron como una reacción a la imposición del ateísmo comunista.

Deberían haber estado más atentos, pero claro, es fácil juzgar las cosas a toro pasado. Fuera o no un aliado suyo, el caso es que fundó Al Qaeda y tras atentar contra varias embajadas estadounidenses puso su punto de mira en Nueva York. Preparó el mayor atentado y el mayor golpe que haya recibido jamás una Democracia por parte de un grupo terrorista. Los americanos necesitaron 10 años para encontrarlo.

12 valientes

Pero no se quedaron de brazos cruzados. Y ahí entra la docena de soldados que vivirían una aventura que se mantendría silenciada durante unos cuantos años. Hasta que se desclasificó, cayó en las manos de Doug Stanton. Se documentó, entrevistó a unos y otros, la maceró y la escribió, y de esa escritura, Soldados a caballo, viene ésta película: 12 valientes.

Los 12 valientes que se internarían en Afganistán para recomponer la maltrecha Alianza del Norte, descabezada dos días antes del 11-S, ahora en manos de Abdul Rashid Dostum.

El protagonista de la peli será el Capitán Mitch Nelson

Encarnado por Chris Hemsworth, (el Thor de Los vengadores). Para algunos su interpretación dejará mucho que desear y desmerecerá al resto del reparto. Para mi hace un buen trabajo y sale airoso a una película que le podía aportar más críticas que aplausos, dado lo sensible del tema.

Un capitán que había pedido su traslado en las fechas anteriores al atentado y cuya principal labor, tras el 11-S sería recuperar su anterior puesto. Esto incluía una rebaja en su graduación (creo recordar) para liderar a su equipo y pedir ser ellos quienes sean enviados a Afganistán.

En su contra: ya no pertenece a la unidad que debería liderar. Y lo que es peor, no tiene ninguna experiencia en combate.

A su favor: su equipo le quiere y estarían dispuestos a seguirlo hasta el mismísimo infierno. Y no me refiero al infierno de Dante que estaba yo preparando para el curso que estaba a punto de empezar. Me refiero a la primera línea de la guerra, en este caso contra el terrorismo.

Todo se improvisó

Su equipo había funcionado como una verdadera hermandad durante dos años. Fue esa hermandad, junto con la petición de su soldado más veterano (curtido en mil batallas y que retiró su petición de jubilación para ir voluntario a ésta misión) lo que hizo que los mandos se inclinaran por mandar al Capitán Mitch Nelson a Afganistán.

Tan improvisado fue todo que habrá un episodio (que se prolongará a lo largo de toda la obra) que en la peli pasa casi desapercibido pero que en Soldados a caballo nos lo cuenta Doug Stanton con pelos y señales. Los 12 soldados que integran el equipo de operaciones especiales, miembros de los Boinas verdes, no dispondrán de material bélico ortodoxo ni adecuado, ni si quiera proporcionado por el ejército estadounidense. Por no disponer de material, no tendrán ni uniformes convencionales. Luego volveré sobre este tema.

Fuerzas especiales

Las Fuerzas especiales alcanzaron su apogeo en Vietnam, fundamentalmente encarnadas en los Boinas verdes.

Una tropa que no estaba concebida para luchar en vanguardia, sino detrás de las líneas enemigas. Es decir, en la retaguardia del enemigo. O así fueron concebidas en la Segunda Guerra Mundial. Ya en Vietnam se mostraron implacables, como vemos en Apocalypse Now.

Ahí empezó su verdadero desarrollo, su evolución hacia el complejo cuerpo en el que se refundarían. Seguirán siendo las mismas, con las mismas misiones bélicas, pero ahora incluirán dotes diplomáticas y don de lenguas para, mediante el cultivo de los mismos boinas verdes, ejercer de punta de lanza y herramienta diplomática in situ.

También lo vimos en la saga de Rambo. Y sí, se trataba de una ficción, pero como nos explica Stanton en Soldados a caballo, el ejército regular de los Estados Unidos y, sobre todo sus oficiales, miraban por encima del hombro a estos soldados.

Las fuerzas especiales estaban compuestas por soldados autónomos que juntos pensaban como uno sólo, pero por libre podían librar una guerra individual sin pensarlo.

La figura del boina verde con pelo largo y barba, viviendo en un poblado nativo, integrado en una sociedad «hostil», incluso casado o con buenos amigos nativos, capaz de tener un agujero en el suelo, abrirlo y sacar sus armas para echarse al monte… un Rambo anónimo… los hubo a decenas. Quizás no tan eficaces, pero sí versátiles como él. Esto era lo que muchos mandos americanos temían estar enviando a Afganistán si enviaban a éste grupo de valientes…

Fuerza Delta

La Fuerza Delta, forjada en contraterrorismo habría sido el mejor candidato, a priori, para esta misión. O los Marines de los Navy SEAL. Pero no. Esta vez la misión no consistía en desvalijar un campamento enemigo, ni en dar un golpe de mano. Esta vez la cosa se había complicado, con en el 11-S, sino en el 9-S.

Ahmad Shah Masud

El 9 de septiembre de 2001 Al Qaeda asesinó a Ahmad Shah Masud. El líder de la Alianza del Norte.

Más que líder, el único jefe de una de sus facciones al que respetaba el resto de facciones. En total eran 5 bloques de resistencia anti talibán, pero que arrastraban disputas entre ellos desde siglos atrás. Unos no coincidían en la manera de interpretar el islam, fueran más o menos radicales y otros rivalizaban por motivos étnicos.

El caso es que Al Qaeda intuyó la posibilidad de una invasión americana como venganza por el atentando que tenían previsto perpetrar. Por eso procuró descabezar al ejército que, con toda seguridad, se uniría a las fuerzas invasoras para derrocar a los talibanes.

¿Recordáis cuando os hablé antes de las nuevas labores diplomáticas de las Fuerzas Especiales?

Pues ahora remataré esa idea. Los talibanes y Al Qaeda temían que los americanos invadieran Afganistán, pero lo que no esperaban era lo que al final hizo Bush, que aterrizara un puñado de hombres. 12 valientes. Los 12 de los que os estoy hablando aquí.

Tendrían que contactar con Dostum. Abdul Rashid Dostum
Un líder militar que había vuelto a Afganistán tras tres años exiliado en Turquía, por el regreso de los talibanes. Si bien tengo entendido su trayectoria militar empezó en 1978 y en 1980 ya lideraba a 20.000 soldados combatiendo a los soviéticos.

Parece ser que fluctuó un poco coqueteando con algunas facciones antagónicas. Sin embargo era enemigo declarado de los talibanes y con la muerte de Ahmad Shah Masud, de vuelta en Afganistán, se convertía en el primer candidato a reunir de nuevo a la Alianza del Norte bajo un mismo líder. Si bien la CIA, que operaba ya por aquellos lares, no confiaba plenamente en él, el 9 y el 11-S hicieron que no les quedara más remedio que contar con él y allí mandaron a los protagonistas de la peli.

Hago un alto antes de volar hasta Afganistán.
 
Antes dije que los soldados estadounidenses no disponían de los uniformes reglamentarios para esta misión, ¿os acordáis? Pues me quedé bastante corto. No tenían uniformes, ni armamento, ni calzado adecuados. De hecho, creedme, tuvieron que buscarse la vida para hacer acopio de todo ello. Desde las armas y municiones hasta el calzado especial para montaña. Se iban a un desierto que ardía con el sol y quemaba con el reflejo del mismo en la nieve. Cambios de temperatura superlativos.

Geografía y orografía en Afganistán

 
Un territorio árido como pocos hay en la Tierra. Y tuvieron que comprarse el material: las sudaderas, camisetas e incluso los forros polares de The North Face. Cantimploras, linternas. Parecía una de mis acampadas, pero alicatados de explosivos hasta las cejas. Calcetines, tiendas de campaña, mochilas, platos y potos metálicos (los potos son tazas de metal). Filtros y potabilizadores de agua, hornillos, GPS Garmin y teléfonos satélites para hablar a través de Iridium. Un satélite con canales civiles pero sobre todo, casi exclusivo, de uso militar. El mismo satélite con el que os conté que trabajó Wejoyn cuando colaboramos en la geolocalización de buques en la Operación Atalanta al comentar la película Capitán Phillips.

Por este motivo esta peli irá directa a mi explicación de la digitalización explicada con cine en mi artículo Pelis para MIBers.
 
A esto hay que sumarle el material de combate, que en gran medida se lo compraron ellos, fundamentalmente armas rusas porque así podrían encontrar municiones de repuesto. Eso y, nuevamente la digitalización, ordenadores, antenas y demás cachivaches para poderse comunicar en directo con la aviación y la artillería estadounidense, a la que tendrían que dirigir los bombardeos, pues el objetivo final sería que les cayera el cielo sobre sus cabezas. Pero para hacerlo tendrían que orientar a los misiles con láser y para poderlo hacer tendrían que acercarse a los talibanes. Esa sería la parte más divertida.

Bases soviéticas de Uzbekistán

El caso es que un miembro de la CIA logró que el presidente de Uzbekistán le permitiera reutilizar las bases soviéticas para alojar soldados americanos. Cuando lo logró se dio luz verde a la Casa Blanca y George Bush anunció, el 18-S empezaba la guerra.
 
En esas condiciones viajaron. De hecho volaron hasta el K2 en Uzbekistán. Y estamos llegando a una de mis partes preferidas. No de la peli, que pasa de puntillas por éste capitulo, sino de la lectura. El vuelo en helicóptero para sobrepasar el K2: una inmensa mole de nieve, con picos entre 5000 y 6000 metros, por la noche. Es decir, a oscuras. Cuando la altitud de vuelo (ya de por si exagerada) más arriesgada solía rondar los 900m. Sólo en ocasiones muy puntuales se habían aventurado hasta los 3000m, y siempre en maniobras.

En este caso se tendrían que enfrentar a un fenómeno meteorológico exclusivo del K2, el estrato negro… a la altitud y a la temperatura endemoniadamente fría allí arriba.

Este tipo de incursiones solía hacerse en dos transportes, por si uno no llega al destino que por lo menos la mitad del equipo llegue y no haya que abortar. Esta vez no, era una misión de «nave única» por el peligro que entrañaba toda la misión. Por el vuelo y por el destino.
 
Ahondando en lo anterior, en tener dos transportes (que no es el caso que nos atañe) implicaba también que todo el equipo llevara dos especialistas por materia. Dos médicos, dos francotiradores, dos de cada uno para, llegado el caso, poder dividirse y separarse cual ameba (esto lo dice Stanton) y ser totalmente operativos por separado.

Steve MacQueen

A uno de los oficiales le gustaba tanto Steve MacQueen que siempre que podía citaba alguna de sus frases de Los siete magníficos. Había dos de todo para todo, pero cada uno era completamente diferente a los demás.

El helicóptero sobrevolaba un mar de nada negro y silencioso. Sin calefacción, para evitar atraer a los misiles que buscarían su guía siguiendo el calor. Con las puertas abiertas y la rampa también para facilitar una evacuación inmediata. Vieron arañas congeladas. La nave iba rellena de hielo. Los cañones de los dos artilleros de las puertas estaban rellenos de hielo, y ellos mismos estaban casi congelados.

Entraron en la zona hipóxica

A partir de los 3000m de altitud el cerebro necesita sobredosis de oxígeno y la cabeza les podía estallar. A esa altura el Chinook no contenía oxígeno para todos y tenía fallos de montaje. Fallos porque tanto los Chinook como los Black Hawk (tenían dos de escolta) habían sido llevados a la base dentro de los C-17, desmontados y los montaron en 48 horas. Si yo me dejo piezas sin incluir al montar un mueble de IKEA, imaginad un helicóptero… Tenían que compartir el oxígeno de botellas comunes mediante respiradores. A golpe de oxígeno, como quien se mete un chupito.
A todo esto, uno de los miembros de la tripulación descubrió un fallo en el sistema del oxígeno y comprendió que todos los que iban a bordo estaban o colocados o desmayados, salvo él y el piloto. Se acercó al piloto y le dijo que iba a cortar el oxígeno a todos menos a él (al piloto) y que todos menos él terminarían desmayados. El piloto tendría la responsabilidad de volar solo y no permitirse caer desmayado también.
 
Ahora bien, a todo esto: altitud, frío, falta de oxígeno, hipoxia, sumémosle que tuvieron que repostar en vuelo y cuando el avión nodriza se colocó delante de ellos, como llevaban todas las puertas abiertas se comieron todo el olor del combustible mas los restos de aceite que rebosaban y se les impregnó por todo el cuerpo y hasta dentro de la boca, en el paladar. Podemos imaginar el cuerpo jota que tendrían todos los que iban dentro del helicóptero… Y estaban a puto de alcanzar el estrato negro, una nube y tormenta perenne de arena y nieve que tendrían que atravesar.

Tras muchos intentos de aterrizaje y después de que los dos Black Hawk (los de Black Hawk derribado) que los escoltaban se marcharan porque no podían ver absolutamente nada en el estrato negro, aterrizaron. Y al poner pie en tierra se vieron rodeados por un montón de lugareños que hablaban un dialecto parecido al de los moradores de las arenas de La guerra de las galaxias. Al cabo de un rato seguían rodeados de afganos y de un par de agentes de la CIA. Ya estaban en Afganistán.



Dostum volvía a la guerra

Tras cuatro años desterrado, exiliado en Turquía (y viviendo muy bien) había vuelto para intentar reagrupar a las diferentes facciones en torno a si mismo. Sin un líder único eran carne de cañón.

Volvía para ser un líder y lo hacía también, para quitarse una espina que tenía clavada por su marcha. Esta fue obligatoria tras ser traicionado por uno de sus lugartenientes que puso su plaza fuerte a merced de los talibanes. Abandonó Mazar-i-Sharif, como quien dice, por la puerta de atrás rodeado de sus últimos fieles.

Ahora había unos cincuenta afganos alrededor de los estadounidenses. A los americanos les sorprendía ver a niños y mayores revueltos. Calzados con zapatos de vestir y zapatillas, o directamente descalzos. Todos ellos cargados de cartucheras y pertrechados para luchar. Pero no estaba Dostum. Tenía ganas de conocerlo y sabía que sería crucial ganarse su confianza.

El día que por fin coincidieron y se conocieron fue por la mañana, cuando Dostum y su grupo llegaron a caballo en un entorno que parecía sacado de una película de John Ford. Según el original Nelson, apasionado de Ford y de John Wayne, sólo faltaba éste trotando en su caballo con el sol de fondo y una nube de polvo saliendo de sus cascos. Al más puro estilo Fort Apache

A partir de aquí la realidad empequeñecerá a cualquier ficción. La historia verdadera de lo sucedido en los siguientes dos, tres meses, dejará pequeña cualquier fábula. Cómo una docena de soldados podrá internarse en uno de los países más duros, más aguerridos de la faz de la tierra para liderar a otro puñado de rebeldes en las peores condiciones de vida posibles.

Soldados a caballo

La película es bastante fiel, aunque falten las escenas de los helicópteros. Porque si buena es la que os he descrito, mejor será la anécdota que os contaré ahora: Cada «x» tiempo recibían pertrechos desde la retaguardia. Y para ello tenía que volar un helicóptero y hacer las 2 ó 3 horas de vuelo descritas arriba, dejar los materiales, saludar a los muchachos, traerles nuevas de Occidente y marcharse de nuevo.
Lo más curioso será un despiste que les pudo costar la vida en uno de esos vuelos imposibles sin visibilidad en la que casi se estrellan con una montaña y el helicóptero, sin saber por qué, ni cómo, terminó posado en 90º sobre una de las paredes de la montaña, literalmente.No habían recobrado el aliento cuando llegaron a tierra, ya en Afganistán y confundieron una luz de señales con una fogata, aterrizando al lado de ésta. Para sorpresa suya, conforme se les vaya acostumbrando la vista irán descubriendo que no han aterrizado en el campamento de Dostum sino en una cárcel de Dostum y los 50 afganos que se estaban arracimando alrededor del helicóptero eran talibanes prisioneros… y lograron volver al aparato y salir por patas (por hélices) de allí.

Como veréis una anécdota rocambolesca es sucedida por otra, así, sin solución de continuidad. Y no he entrado a hablar de los combates. Todavía.

Combates en los que los jinetes galoparán a lomos de sus monturas entre tanques.

Es el romanticismo (si cabe el término) de la guerra, sobre todo cuando es tan desigual. Cuando el débil pone pie en pared y le dice al abusón que no dará un paso atrás. Es cierto que los americanos usaban los caballos para acceder a las posiciones de los talibanes y poder orientar los bombardeos con láser. Luego si llegaban a superar la desventaja inicial volvían la tortilla y entonces podían salir victoriosos. Pero hasta el momento en el que enviaban esas coordenadas, hasta ese instante, estaban vendidos. Y durante el bombardeo también.

Eso cuando mediaban los bombardeos, que cuando no los había se volvía un combate de trincheras o a campo abierto, que cruzaba francotiradores (por ambos bandos) con minas, con infantería, caballería, tanques y yo qué sé cuántas cosas más.

A lo largo de su estancia (fulminante) irán conociendo a combatientes contrarios a los talibanes de otras etnias, otras nacionalidades y otras facciones y todos harán piña con los americanos aterrados por el trato que ven hacia las mujeres, a las que educan para ser dóciles como el ganado y silenciosas como una piedra. Abochornados por ver cómo destruyeron los budas sin respetar otros credos…

El estadounidense convertido al islam

Lo más doloroso llegaría cuando se toparon con un estadounidense convertido al islam más radical posible, previo paso por mezquitas locales hasta el punto de terminar en la guerra y estar allí, en Afganistán, apoyando a los talibanes. Siendo un talibán.

Esta guerra sería paradójica en muchos sentidos. Sobre todo por tratarse de la primera librada a caballo y a la par vía satélite mediante teléfonos de campaña y correos electrónicos. Era la primera en la que Internet se imponía al músculo por su rapidez y eficacia vía comunicación y geolocalización para guiar al ángel de la muerte (que decía Dostum) a modo de bombas sobre los talibanes.

En la peli vemos un Afganistán americano puesto que se grabó en Nuevo México, aunque nos traslada a oriente por su fotografía y su iluminación.

Dostum y Nelson

A partir del encuentro entre ambos líderes, Dostum y Nelson y, a pesar de sus diferencias y sus reticencias mutuas, los dos saben que sólo funcionará su plan si logran confiar el uno en el otro. Dostum recela de un militar sin experiencia en combate y Nelson recela del afgano por su pasado volátil.

La verdadera prueba de mutua confianza será cuando el grupo se divida en dos unidades independientes y Nelson parta con Dostum a una misión mientras los otros seis se quedan a guardar el fuerte. El punto que les daba mal rollo a los que se quedaban era que su campamento había sido bautizado como El Álamo. Cualquiera que reconozca el nombrecito sabrá que para un estadounidense es el equivalente a defender una plaza llamada Numancia para un español.

Vivac

Salir al campo para hacer vivac fortalece una amistad. Horas de caminatas. Compartir comida. Charlar por la noche mirando al cielo estrellado. Amanecer cubiertos de rocío y preparar un café en la orilla del río mientras te das un baño a las 07:00h, con el agua pelona… Si esto hermana, no quiero ni imaginar lo que tiene que ser hacer lo mismo pero con una pistola en la mano y una ametralladora debajo del saco por si te atacan por la noche.

Mis batallitas son de las de andar por casa. Imaginaros a Dostum contándote cómo vive y sobrevive en el desierto que pasa de 60º al día a -20º por la noche. Sabiéndote rodeado, sin saber si estás durmiendo en un campo minado o si amanecerá bajo el fuego de una columna de tanques que avanza hacia ti y la intuyes porque duermes a ras del suelo y tienes un sexto sentido que te alerta de las vibraciones en la tierra…

Así pasarían las noches estos dos personajes, estas dos personas. La una proveniente del país más próspero del mundo, repleta de libertades y el otro luchando por rescatar una nación oprimida, reprimida y deprimida por la interpretación salvaje de la religión. Nelson se fue ganando el respeto del afgano y Dostum ayudaría a Nelson a compensar su falta de experiencia. Sobre todo cuando le dijo que no tenía que pensar como un soldado sino como un guerrero.

Los caballos

Podría dar por terminado ya el comentario, pero me vais a aguantar un par de párrafos más. Por lo menos hasta que haga justicia a un protagonista, «al protagonista» de esta historia: el caballo.

Una de las proezas de esta historia es (amén de ser real) que para colmo de adaptación a un entorno hostil, los estadounidenses se tuvieron que acostumbrar a ir de un lado para otro montando a caballo.

Inmensas llanuras, montañas escarpadas con lascas inmensas de pizarra o placas de granito. Sol, nieves perpetuas e hielos… Como veréis el panorama era más que prometedor. Y sin embargo lo lograron, se hicieron a esos caballos a mitad de camino entre un poni grande y un caballo pequeño.

Robusto y musculoso. Casi infatigable y capaz de transportar a los soldados americanos con sus mochilas de 45kg y su armamento completo cuesta arriba, cuesta abajo y pasando por senderos de medio metro de ancho con desfiladeros de más de 2000m en un costado.

Caballos + tecnología

El capitán Will Summers resumió la experiencia (de la tecnología y de los caballos) con la lacónica pero ilustrativa frase «It was as if the Jetsons met the Flintstones«. Algo así como «fue como si los Supersónicos se encontraran con los Picapiedra«.

Estos 12 valientes se presentaron el 11-S en su base con el ánimo encendido, el corazón dolorido y el deseo de venganza escrito en sus frentes. Volaron hasta Afganistán para enrolarse en una guerra inaudita. Se hicieron fuertes con los afganos. Se necesitaban mutuamente. Y en menos de un mes ayudaron a los rebeldes a derrocar a los talibanes. Todo contra pronóstico.

Se fueron a miles de kilómetros de sus hogares para defender a sus familias desde allí. Buscando al autor de los atentados que arruinaron tantas vidas. Bin Laden tardaría en caer una década entera, pero lo que hace grande a los americanos es que el mismo día en que fueron abofeteados se levantaron y lucharon.

Honor 11S / Vergüenza 11M

Todo lo contrario a lo que sucedió en España un 11-M en el que el mayor atentado de nuestra historia se saldó con un cambio de gobierno inesperado para todos menos para los que manejaron los cables de las bombas, los tiempos de la propaganda, dosificaron las acciones violentas y agitaron a la sociedad para precipitar un cambio de Sociedad que estamos pagando en nuestros días con un Gobierno que está aprovechando la cuarentena para imponer un comunismo que traerá, y Dios quiera que me equivoque, más penas que el propio Coronavirus.

Otras películas

Ir al contenido