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Hostiles

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Hostiles

Título: Hostiles
Título original: Hostiles
Director: Scott Cooper
Guión: Scott Cooper (a partir de la obra de Donald E. Stewart)
Producción: Scott Cooper y John Lesher
Año: 2017
Nacionalidad: USA
Duración: 133′
Música: Max Richter
Fotografía: Masanobu Takayanagi
Productora: Waypoint Entertainment, Le Grisbi Production y Bloom Media
Distribuidora: Entertainment Studios Motion Pictures

Ficha artística

Christian Bale – Capitán Joseph J. Blocker
Rosamund Pike – Rosalee Quaid
Peter Mullan – Teniente Coronel Ross McCowan
Rory Cochrane – Sargento 1º Thomas Metz
Jesse Plemons – Teniente Rudy Kidder
Timothée Chalament – Soldado Philippe Desjardins
Ben Foster – Sargento Charles Wills
Wes Study – Halcón amarillo, jefe cheyenne
Adam Beach – Halcón negro

Más veo Hostiles y más me gusta

Está en mi trilogía de las guerras indias en el cine

Murieron con las botas puestas – Sioux

Fort apache – Apaches

Hostiles – Cheyennes

 
 
Me gusta porque a la hora de escribir los diálogos no se han parado a pensar a qué colectivo ofenderían con ésta o aquella palabra. Qué harto estoy de lo «políticamente correcto«.
 
Primero nos amargan la convivencia. Con el tiempo, nos harán sucumbir como Sociedad gracias a su necia hipocresía. Rendidos a su estulticia, que es lo mismo que decir «tontericia» pero admitido por la RAE.
 
En esta película el indio es indio o «rojo«. El negro es «negro«. Y el blanco es «blanco«. Nada de afroamericanos, nativos americanos o descendientes de colonos europeos protestantes y caucásicos. Al grano. Las cosas por su nombre. Rojo, blanco y negro. Y si hubiera salido algún chino haciendo el ferrocarril: «amarillo» y ya tendríamos media paleta de colores.

Hostiles me gusta por su dureza y por su rudeza

Destaco pues, sus diálogos.

Seguro que los fordianosme comprenderán cuando hablo de diálogos parcos y estoicos. Diálogos que van al grano y se dejan de frases (diálogos y guiones) rimbombantes. Eluden las perífrasis; sin rodeos. Economía de lenguaje. Economía de esfuerzo y economía de balas que… como dice el Capitán Joseph J. Blocker «nos harán falta«.

Comentaré Hostiles en tres bloques:

  1. Explicación de las relaciones entre indios y blancos
  2. Comentario de la película en si misma
  3. Alusión a las guerras indias y la realidad cheyenne que vislumbramos en la peli
 

Estamos tras la Guerra de Secesión

Eso lo comprendemos con el  Sargento 1º Thomas Metz. Antaño un casaca gris y ahora asumido por el ejército de los Estados Unidos. Asumido y jubilado, porque su entrada en escena es de las buenas.
 
Aquí hago un alto para preguntaros si no os recuerda esta escena a Alatriste. De nuevo diálogos lacónicos. Un contexto espartano y dos tipos de armas tomar que se han cruzado Estados Unidos abriendo indios en canal. Ahora están rememorando sus batallitas. Con las palabras justas, sin florituras y sin emociones.
 
Según vamos viendo al personaje vamos comprendiendo que «menuda joyita» está hecho el capitán. No puedo evitar imaginarlo en el río agarrando sus propias tripas para metérselas dentro del vientre…  en su mocedad. Abierto en canal por un indio.

Podemos decirlo con tranquilidad: blancos e indios se odiaban

Los primeros no concebían la humanidad de los segundos y los segundos no reconocían la de los primeros.

Era la pescadilla que se mordía la cola. Y la cola era el indio. Tenían todas las de perder. Antes de la llegada del hombre blanco a la América del Norte el indio (en todas sus tribus y ramas) era un ser primitivo. Me refiero a su tecnología (para los de profesión «ofendiditos«). En materia espiritual vivían en comunión y armonía con la Naturaleza sabiéndose parte de ella.

El concepto de «dignidad» o de «Humanidad» se entiende mejor en el comentario de El nacimiento de una Nación. Aunque en ésa otra peli lo veremos aplicado a los negros y no a los indios.

Dragones de cuera españoles

El español los sometió a pesar de su escaso número con un puñado de Dragones de cuera. De ahí que la mayoría de los indios hablara en castellano para comunicarse con los americanos. Incluso con los ingleses en su momento, para jodienda anglosajona. Y de los españoles heredaron el caballo. Un caballo que pastó libre y dio origen a la raza Mustang.

El Mustang es descendiente directo del caballo español.

Después llegarían los ingleses, franceses, holandeses y los portugueses. Esclavistas todos ellos (el gabacho en menor medida).
 
Ninguno de ellos reconocería la humanidad del indio, como sí hicieron los españoles con anterioridad. Fueron sádicos con los indios. Usados y abusados por unos y por otros. Tras los europeos le tocó el turno al estadounidense y éste, retoño en cuanto a Nación, dejó que aflorara su lado más salvaje. Herencia genética de sus padres ingleses.

Eran tiempos salvajes

Si en la peli vemos que todos, incluso las mujeres sabían usar un rifle es porque todos sabían usarlo. Era una cuestión de supervivencia. Disparas o te disparan. Matas o te matan.

No había policía ni tropas suficientes para cubrir tantos territorios. De hecho, lo más parecido a los extintos Dragones de cuera españoles sería la Policía Montada del Canadá… siglos después.

La Ley la imponía cada uno con su rifle

De ahí el arraigo del arma en la Sociedad estadounidense. De ahí la Asociación del rifle y el derecho a disparar tu arma para protegerte cuando te agreden. Si es dentro de tu propio domicilio ni os cuento. En los Estados Unidos, si pillas a los cacos en tu casa los puedes pulverizar y la poli te aplaude.

Tiempos en los que ir a ver al vecino suponía ir para descerrajarlo vivo. Clavarle el puñal en una ingle y no sacarlo hasta llegar al cuello. Sacar el acero humeando por el calor de la sangre viscosa coagulada en la hoja para, evitando las entrañas que se derramen, coger un mechón de pelo de la víctima y «escalparlo«. Esto es, cortarle el cuero cabelludo para llevarte su melena a modo de trofeo. Eso era América.

Pero no nos engañemos: eso era medio mundo por no decir el mundo entero. El valor que hoy le damos a la vida no se entendería hace un par de siglos. No se entiende ni hoy en día si ponemos un pie fuera del primer mundo…

Violencia, violencia y más violencia

Esa violencia es la que se refleja a lo largo de toda la peli. Violencia física con personas encadenadas, golpeadas, asesinadas, violadas, humilladas…

Violencia psicológica que llega a dañar más que la física y violencia en las miradas…

Miradas…

Porque de miradas va bien servida esta película. Miradas de odio, de asco, de vergüenza, de sorpresa y de desdén. Miradas de arrepentimiento, de pena y de rabia. Para que entendáis a qué me refiero con «miradas» os remito a la escena en la que el soldado negro es quien se encarga de oficiar una misa improvisada por el alma de la familia de Rosalee Quaid.

Os pongo en antecedentes…

Vamos con Hostiles

La película empieza con una escena bucólica en la que su marido está haciendo trabajos para su casita de madera en un prado de ensueño. La protagonista está dentro de la casa dando lecciones de gramática a sus dos hijas mayores, mientras duerme un bebé.

El sueño de los «pilgrim» (peregrinos) originales, los del Mayflower. Pero igual que no hay blanco sin negro, ni luz sin oscuridad… para el peregrino no podía haber un paraíso (América del Norte) sin diablo: el indio.

Aparece una partida de comanches

A tomar por saco la escena bucólica.

La madre pone pies en polvorosa con las dos niñas a su zaga y el retoño en sus brazos. El padre cubre su huida recordándolas el plan que tantas veces han ensayado. Que tengan un plan de huía de los indios (o de forajidos) indica la Sociedad de la que estamos hablando. El caso es que ellas salen a uña de caballo, pero sin corceles. El padre coge el fusil que tiene en casa y sale a enfrentarse a los indios.

Dura vivo menos de lo que has tardado en leer esta frase.

Tras el padre los comanches fulminan a las dos niñas y al disparar a la madre revientan al bebé que ella lleva en sus brazos.

Hasta aquí es brutal. Su huida empaña el resto de la película. Por lo menos la resta credibilidad. Por mucho pánico que sienta una persona no puede dejar atrás a un caballo que galopa persiguiéndola. Y mucho menos cuesta arriba. En la película la mujer huye tan deprisa que, cuando los indios se bajan del caballo para buscar su rastro ella ya se ha adentrado en un bosque rocoso y se ha escondido.

Volvamos a las miradas

El capitán la ha rescatado y la lleva consigo para escoltarla hasta una población en la que dejarla protegida.

Antes de partir entierran a su difunta familia, previo susto por ver indios con los soldados y que uno de éstos últimos es negro. En su mundo ideal nada de esto alberga sentido alguno. Sí podría imaginar indios con soldados, pero como guías, o encadenados, o ahorcados. Y sí podría ver negros, pero nunca de uniforme. Sobre todo tras el trauma reciente.

Trauma físico, psicológico y racial

Volvemos a la ceremonia y, tras el shock por ver que los soldados acompañan a unos indios, resulta que quien oficia el entierro de su familia es el soldado negro. No se dice ni una palabra. Solo escuchamos al soldado y vemos el rostro sin emociones de la madre y esposa. Está perpleja. En su fuero interno quizás hasta piense que, muerta su familia a manos de los indios, se está ultrajando su alma al encomendársela a Dios a través de un negro.

Eso es lo que expresa Rosalee Quaid. Esa es la única lectura correcta de su personaje en esa escena. Es para quitarse el sombrero ante Rosamund Pike porque es capaz de decirlo todo sin decir nada. Lo expresa todo omitiendo expresión alguna y lo dice todo con sus ojos.

Y es que esta peli me gusta. Ya lo he dicho, aunque tiene cosas que flojean, y mucho.

La evolución de los personajes

Si hay algo que me chirría, y vuelvo a lo «políticamente correcto» es la evolución de los personajes.

No sé, porque no he tenido el gusto de leerla, si la obra de Donald E. Stewart en la que se basa ésta película trata igual a sus personajes. Lo que sí sé es que veremos cómo se multiplican las metamorfosis en los protagonistas. Que cada personaje está muy bien escrito y descrito, no me cabe duda

Rojos, negro (en singular porque solo hay uno) y blancos, todos tienen su pasado y su peso en el hilo narrativo. Todos ellos evolucionan y por el ritmo en que lo hacen sería más correcto decir «se precipitan» hacia el buenismo. Me niego a pensar (porque carecería de lógica) que los personajes, si fueran personas, pudieran cambiar tanto y tan deprisa.

Hablamos de personas de otro tiempo

Y lo razono para que entendáis por dónde voy. El blanco no odiaba a las demás razas por racismo. Ese concepto es propio del s.XX. El blanco de entonces y de allí (porque el blanco español asimiló al indio como hermano y cruzó su sangre con ellos: mestizos, mulatos…) se sabía superior a las demás razas. No digo que «se creía» superior. Era superior y lo sabía.
 
Esto es desde su concepto del yo y de su pertenencia al pueblo elegido. Recordad que los «pilgrim» fueron a América en busca de su tierra prometida. Ellos eran los santos elegidos por Dios para superar las tentaciones del diablo (de piel tan roja como la del indio). No porque las demás razas fueran inferiores. No, insisto: eso sería racismo. Eran moralmente e intelectualmente superiores a los negros, indios y chinos porque (en su conciencia) éstos eran semihumanos. Solo así entenderemos su política y su cinismo hacia las demás razas.

Para que me entendáis todavía mejor: ni siquiera los consideraban de otra raza. De haberlo hecho, por el mero hecho de considerarlos «otra raza» les estarían concediendo la condición humana. Eso lo entendemos hoy así.

Para ellos no eran humanos

O, por lo menos, no humanos del todo. Semihumanos… animales muy evolucionados con algún grado de parentesco con el ser humano. Eso es lo que sus cerebros comprendían y el razonamiento que éste dictaba a sus conciencias. Solo así entenderemos lo que sucedió por aquellas tierras en aquellos tiempos y solo así comprenderemos la esencia de la identidad de aquellos americanos. Ya lo dije antes: hijos de los protestantes ingleses y de los calvinistas holandeses. Podríamos decir lo mismo de los franceses en Indochina, de los ingleses en la India y de los holandeses en Sudáfrica.

Es duro. Da asco. Pero así era. Por lo tanto visto desde hoy en día podríamos hablar de racismo, pero hablando de racismo estaríamos perdiendo la verdadera y única clave interpretativa para su desdén hacia el resto (hoy hablaríamos de razas) de seres bípedos con capacidad para usar el lenguaje (para ellos). Eran especies destinadas a servir al hombre (blanco) o desaparecer.

Es en este contexto en el que se desarrolla esta historia. Y para colmo el protagonista es un cazador de indios.
 

Entramos en Hostiles, la película…

En la peli vemos que, en su vida espartana y en su estoicismo, su fama le precede.  Sigo hablando del protagonista. Del Capitán Joseph J. Blocker. Y es famoso precisamente porque ha perseguido, encontrado y matado a más indios que nadie. Creo incluso que en algún momento de la peli hablan del final de Custer… 

Quien cazaba indios por aquel entonces lo hacía como quien cazaba bisontes, castores, ciervos o conejos. Sin complejos y sin remordimiento de conciencia alguno. Por todo esto, y espero que me hayáis entendido bien: el protagonista, el Capitán Joseph J. Blocker, no podría haber sufrido una evolución como la que vemos en la peli.

Entendida su moral y su manera de pensar me comprenderéis. Por eso opino que, a pesar del lenguaje que usa la peli. A pesar de los conflictos físicos que nos denuncia, al final termina cayendo en ese buenismo de nuestros días y termina cometiendo el mismo error que cometen todos los que hablan del pasado en clave de presente. Pero esta es solo una clave de interpretación para la película que nos daría para disertar sobre moral e Historia durante horas.

Alerta Spoiler

Algunos habréis visto ya la película y otros estaréis descubriéndola ahora. Voy a hacer spoiler total. Por lo que te recomiendo que si no la has visto, pares de leerme y la veas. Y después, con tus propios pensamientos y conclusiones, vuelvas y las compares con las mías.

Por el momento no os hablo de Rosalee Quaid, cuya familia, como ya os he dicho, muere a manos comanches. Es el principio de la peli, así que estás a tiempo de verla… todavía.

Cuando conocemos al capitán lo hacemos compartiendo su tiempo libre con su suboficial de confianza. Un sudista que superó la derrota en la guerra alistándose en el ejército de los Estados Unidos y dedicando toda su vida a la caballería en puestos fronterizos (de nuevo el mito de la frontera).

Su carrera militar a llegado a su fin y se siente repudiado por la caballería a la que ha entregado su vida entera. Todo esto, como decía, al más puro estilo Alatriste. El capitán (de nuevo el yanqui) habla resignado de la historia vital de los dos hombres.

Capitán Joseph J. Blocker & Halcón amarillo

Al día siguiente le encomiendan una misión de importancia capital. La orden viene de tan arriba que la firma el propio presidente. Tiene que escoltar al jefe cheyenne Halcón amarillo hasta su tierra natal, en Montana para que muera en paz y en libertad en la tierra de sus ancestros.

Lleva siete años enjaulado.

Fue el propio capitán Blocker quien lo encadenó y arrastró hasta esa celda. Ahora está muriéndose y el gobierno de los Estados Unidos decide liberarlo como muestra de buena voluntad hacia los indios. Esto después de haberlos llevado a la extinción…

El encargo se lo hacen al capitán porque es quien mejor habla cheyenne y porque se conoce todas las rutas y caminos que recorren la frontera americana. También conoce a los indios mejor que nadie. Eso y porque es el tipo más duro que hay en todo el oeste.

1ª misión: Que el zorro cuide del rebaño

Se revuelve pero al final accede, chantajeado con su pensión, y cumple la orden. Por eso y porque es un militar de pura cepa y, pese a rebelarse en su fuero interno, acepta la orden.

 
Los tiempos están cambiando.
 
Así pues reúne un destacamento y se dispone a escoltar al indio y a su familia de sur a norte para que el jefe piel roja pueda morir en paz. Él cazó al indio y a él le toca devolverle la libertad.
 
A partir de aquí iremos viendo cómo evoluciona el grupo en función de los hechos a los que se irán enfrentando.
 
Primero tendrán que superar sus prejuicios y odios acumulados durante décadas combatiéndose.

Tendrán que hacer causa común para combatir a un enemigo de ambos: los comanches

Para ello primero tendrán que enfrentarse al resquemor y al rencor de Rosalee Quaid. Veremos todas las violencias habidas y por haber. Y las veremos conforme vayan cruzándose con otros personajes.

Llegados a un fuerte amigo, comandado por un antiguo colega del capitán, intentará que la viuda se quede para poder seguir con su misión. Pero la esposa del gobernador será tan indiscreta e insensible que la pobre muchacha preferirá seguir su huida hacia delante con el capitán a quedarse con una amiga de los indios que es insensible a su pena.

Asesinatos, violaciones….

Veremos a tramperos que violan a la viuda y a dos indias cheyennes. Esto las hermanará en el dolor y en la vergüenza y hará que Halcón amarillo se erija como líder de una partida punitiva para rescatar a las mujeres y dar muerte a los violadores.

Bueno… de las violaciones no sabrán nada hasta que lleguen al campamento de los tramperos y vean, con desazón, el trato que han dado a sus mujeres.

En este caso, como espectador, disfrutas del minuto de incertidumbre, cuando los soldados y los indios se adentran en sendas tiendas y se oyen los golpes, los jadeos, los lamentos… insisto, en la incertidumbre. Hasta que salen el capitán y el jefe indio con sus cuchillos ensangrentados. Entonces celebras su unión, como espectador, y celebras que hayan sacrificado a esas alimañas.

2ª misión: escoltar al desertor

Por el camino, tras partir del fuerte del amigo reciben una petición: hacer una segunda misión. Esta consiste en llevar a un fugitivo y desertor de vuelta a su fuerte para que sea ahorcado.

Se tratará de otro capitán.

No se conocen personalmente, pero el nuevo reconoce a Blocker porque su fama lo precede. Creerá que su suerte ha cambiado y que Blocker lo soltará porque al fin y al cabo no da importancia a haber asesinado a 8 indios con un hacha.

Esta nueva relación supondrá un verdadero quebradero de cabeza para Blocker, quien se replantea su propia existencia. Un intento de fuga será lo que ayude a Blocker a seguir su nuevo camino en conciencia y a sabiendas de optar por un nuevo pero mejor camino en su existencia.

Pero como las desgracias no vienen solas. Al llegar al territorio cheyenne en Montana, cuando estén enterrando al jefe indio que ha sellado la paz con el americano llegarán los nuevos propietarios de sus tierras. No quieren ver a esos indios ni en pintura y al final los soldados se pondrán de lado de los indios para protegerlos de los terratenientes.

Asistiremos a un final redentor

El director nos invita reconciliarnos con la especie humana.

Mención especial a la música de la película. Parecida por momentos a la de John Clifford White de Romper Stomper. En otros momentos incluso llega a recordarme a la banda sonora de Requiem por un sueño. O por lo menos así de envolvente y absorbente me ha parecido a mi. Y es mucho comparar porque esa pieza de Clint Mansell para Requiem es de las melodías que me pone la piel de gallina.

Hablo de su música, pero… ¿y su fotografía? Otra maravilla. Da gusto abandonarse a la película para recorrer las praderas, cruzar ríos y adentrarse por los desfiladeros formando (casi) parte de la partida.

Hasta aquí la película. Si te ha gustado el comentario y quieres saber qué parte refleja la verdad de la historia en la que se basa el guión, sigue leyendo y te explicaré parte de la historia de los cheyennes. Desde el momento en el que se cruzaron con los americanos.

¿Cuál es la verdadera historia cheyenne?

El Tratado de Laramie acerca a americanos, cheyennes y arapahoes

 
El tratado establecía la amistad entre ambos pueblos y una frontera inviolable para que los blancos no se adentraran en territorio indio.
 
Pero se adentraron.
 
Primero con caravanas de mulas, después en tropel. Desplazaron al búfalo y las praderas se plagaron de casas de madera y pequeños núcleos urbanos y fuertes, muchos fuertes. Así nació Denver, como la suma de muchos de estos grupos de mineros.
 
Diez años después del tratado de Laramie Washington creó el territorio de Colorado. Para entonces de propiedad blanca por el mero hecho de desplazar paulatinamente al indio.
 
A partir de aquí aparecerá un militar con las vistas puestas en la política. El Coronel Greenwood. Todo un actor ceremonioso que gustaba de repartir medallas, tabaco, mantas y café entre los indios. Como interlocutor e intermediario estaría Little White Man (pequeño hombre blanco), casado con una cheyenne.
 
Quiso el destino que estallara la guerra civil americana y el territorio Cheyenne se convertiría, si no en frontera, sí en territorio de paso para los casacas azules que acudían en masa para enfrentarse a los casacas grises.
 
Los jefes indios procuraron a toda costa mantener a los jóvenes guerreros lejos de los soldados para evitar la tentación de un enfrentamiento racial. Lo que sucedió con los indios, en este caso cheyennes, a manos de los casacas azules y unionistas desmonta de principio a fin el matiz racial y anti racista de la Guerra de Secesión. No se sostiene la teoría de librar una guerra para salvar al piel negra mientras exterminas al piel roja.

Otra cosa es la propaganda…

Pero de justicia social e igualdad entre razas no tuvo ni un ápice ésta guerra.

Aquí volveremos a ver a Roman Nose, de quien ya os hablé en Murieron con las botas puestas. Y vuelve a aparecer Black Kettle, el mismo que terminará sucumbiendo en una carga de Custer al ritmo de Gary Owen.

El primer cheyenne en caer abatido por una bala americana sería Lean Bear. Los cazadores regresaron precipitadamente nada más haber partido en busca de búfalos y explicaron que había cuatro columnas de casacas azules en las cercanías. Lean Bear había estado con el presidente Lincoln quien firmó un documento de eterna amistad con los cheyennes. Además los alicató con medallas y a Black Kettle le regaló, también, una bandera de los Estados Unidos. Bandera que lo acompañará de por vida porque gustaba de galopar con ella en señal de amistad.

Murió envuelto en ella, pero esa es otra historia.

Vuelvo con Lean Bear y sus buenas intenciones

Lejos de asaltar a los casacas azules decidió partir con su grupo de escolta y los papeles de Lincoln para apaciguar a los americanos y mostrar su deseo de paz.

La banda se recortó en lo alto de una loma y Lean Bear decidió acercarse al trote al comandante americano para mostrarle el salvoconducto y los regalos de Lincoln. Pero nunca llegó. Cuando se acercó más de lo razonable recibió una descarga de fusilería y calló listo para papeles. Los americanos abrieron una segunda descarga, por si las moscas. Terminaron acercándose a él, lo rodearon y vaciaron sus cargadores sobre su cuerpo inerte. Los mismos que decían defender al hombre negro ejerciendo de igualitaristas con plomo.

Black Kettle buscaba la paz a toda costa sabedor, como era, de que salvo alguna escaramuza no tendría ni una oportunidad de combatir de tú a tú contra los casacas azules. Así se lo explicó a su amigo blanco William Bent. Quien hablaría con el coronel Chivington para defender a los indios y explicar sus deseos de paz.

El coronel desalentó al amigo de los indios dejando claro que si estaba allí era porque habían tomado el sendero de la guerra y ya no podían abandonarlo. Cierto es que hubo alguna refriega y algunas patrullas blancas murieron a manos de guerreros indios ávidos de venganza. Pero no es menos cierto que las autoridades americanas usaron estas incursiones indias y, omitiendo la muerte de Lean Bear, usaron estos ataques para acusar a los indios de haber roto la paz.

Se solicitó que los indios se agruparan en una reserva y William Bent voló sobre su caballo para pedir a Black Kettle que reuniera a los suyos y acudiera en son de paz. Pero cuando las cosas no tienen que salir bien, no salen. Bent necesitó un buen tiempo para dar con las partidas de caza que andaban tras el búfalo y, para cuando los reunió, ya era tarde.

Los sioux habían descendido desde Dakota

Hacían incursiones punitivas en son de venganza por cómo les iban las cosas en sus territorios. Sioux… sí. Pero las culpas se las echaron a los cheyennes y a sus amigos arapahoes que no tenían nada que ver con el asunto.
 
Para entonces Black Kettle no era el dueño de la voluntad de sus indios. Otros más jóvenes le comían el terreno y disputaban su liderazgo. Ya os hablé de Roman Nose y de su muerte…
 
Pero volvamos a Black Kettle. El infortunio haría que se fuera metiendo en una espiral de sinrazón que le haría ir perdiendo credibilidad. Por ejemplo, la toma de rehenes blancos que incluían mujeres y niños.
 
Y en el otro bando un oficial novato: el «Jefe alto» Wynkoop. Novato pero resuelto. Tenaz pero flexible. Impuso la salud de los rehenes a sus órdenes de hacer lo mismo que los indios hacían con los casacas azules: no darles cuartel.
 
Tomó a los dos mensajeros de Black Kettle, quienes le habían traído una carta del indio en la que se disculpaba por las muertes. Rogaba que se le reconociera inocente y, de paso, anunciaba la toma de rehenes.
El trayecto hasta el campamento de Black Kettle resultaría revelador para Wynkoop
Aquí veremos cierto paralelismo con el Capitán Joseph J. Blocker de la película. El indio era una alimaña que había que erradicar de la tierra para que no se reprodujera y se expandiera. O eso creía Wynkoop. Durante el trayecto tuvo esos dos guías/rehenes cheyennes con quienes entabló una relación de, si no «amistad«, si de mutuo respeto y admiración.
 
Los exploradores americanos se toparon con una tropa india presta para saltar sobre los casacas azules, pero Black Kettle y sus subordinados lo evitaron. Se citaron al día siguiente con Wynkoop en un sitio apartado para evitar roces entre facciones.
 
Hablaron todos los jefes menores indios. Black Kettle y Wynkoop callaron. De hecho Wynkoop calló y aguanto tragando quina y demostrando su talante armado con una gran dosis de paciencia. Fue Little Raven, un jefe arapahoe quien se puso del lado de Black Kettle en defensa de la paz. Sin embargo el más radical a favor de la paz fue el cheyenne Ochinee. Tan a favor que prometió unirse a los americanos si algún indio se interponía entre él y la reserva de Fort Lyon.
Wynkoop estaba feliz y Black Kettle pletórico

Por fin habían coincidido dos personas cabales capaces de anteponer lo que los unía antes de parapetarse en las diferencias. La paz sería posible. Ambos tenían sendas sonrisas dibujadas en sus respectivos rostros. Se decidió enviar una comitiva a Denver para negociar con el Gobernador Evans una paz definitiva.

Los indios soltaron algunos prisioneros para rebajar la tensión.Pero en Denver se darían de bruces con la cruda realidad. Por un lado el Gobernador solo admitiría la paz si antes se castigaba tanto a cheyennes como arapahoes por sus actos, a modo de advertencia.

Pero ni si quiera eso colmaba su sed de sangre. Llegó a alegar que se había reclutado a todo un regimiento para matar indios y no podía firmar una paz que le obligaría a disolver el regimiento. Un regimiento cuya autorización había logrado él mismo en Washington razonando, defendiendo, argumentando e insistiendo en que la única manera de mantener con vida a los colonos era matando a los indios porque si no los mataba serían los pieles rojas los que matarían a todos los blancos.

¿Cómo iba, ahora, a enviar un telegrama a la capital para explicar que él mismo había disuelto el regimiento por el que tanto bregó porque había firmado un tratado de paz con los indios?

Era inaudito. Para colmo de males… los mismos milicianos reclutados para cazar indios tendrían, obligatoriamente, que alistarse en el ejército para ir a la guerra civil contra los casacas grises en caso de firmarse la paz. Se puede decir que los indios no tenían escapatoria. Los milicianos preferían acechar y exterminar a los indios antes que marchar a la guerra.

No obstante hubo concilio.

Evans lo dinamitó desde el primer minuto con sus modales y acusando a los cheyennes de aliarse con los sioux. Unos sioux que, robando caballos habían puesto a los cheyennes a los pies de los equinos.

No habría paz

Y la defensa del indio ejercida por Wynkoop le costó el cargo y marchándose él se esfumaba la última conciencia amiga de los indios. Los tambores de guerra reverberaban en el ambiente. Y la guerra empezó.

Por si el ejército del Mayor Anthony fuera pequeño, recibió el refuerzo de otros dos ejércitos comandados por Chivington y Evans respectivamente. Los indios solo tenían un centenar de guerreros porque el Mayor Anthony había prometido la paz a Black Kettle y había dado permiso a los cheyennes para que sus cazadores y guerreros se fueran a cazar búfalos. Así pues tres hordas avanzaron sobre un campamento compuesto por 100 soldados de segunda clase y doscientos indios entre ancianos, mujeres y niños.

Lo más patético es que Black Kettle enarboló la bandera de los Estados Unidos que le había regalado el mismísimo presidente, y a su lado una bandera blanca. Lincoln le prometió que esa era también su bandera y, como tal, lo protegería siempre. Mientras la bandera ondeara por encima de su cabeza ningún soldado de los Estados Unidos abriría fuego contra él ni contra ninguno de los suyos. Lincoln estaba equivocado. O mintió… El caso es que sí… abrieron fuego y Left Hand, el amigo de Black Ketlle murió desarmado diciendo que no combatiría a sus amigos blancos.

Última matanza en Sand Creek

Todo llevó a una última matanza en Sand Creek tras la cual, Black Kettle se descorazonó, se rindió y partiendo para Arkansas abandonó la tierra de sus ancestros.

División de los cheyennes

No obstante hubo cheyennes que, dado que era imposible evitar tener que luchar con los americanos, se unieron a los sioux que habían provocado el revuelo. Algunos cheyennes encontrarían la amistad en uno de los tenientes americanos, «sombrero blanco Clark«. Lollamaban así por el color del sombrero que usaba cuando entraba en combate.
 
Diáspora de la tribu:
  • Unos habían partido hacia su reserva
  • Otros hacia otra compartida con otros cheyennes del sur
  • Un grupo iría a reservas sioux
  • Mientras algunos grupos quedaban en libertad combatiendo a los americanos

En estas circunstancias el teniente William P. Clarck reclutó a un puñado de cheyennes para que hicieran labores de exploradores. Su convivencia sirvió para estrechar lazos de afecto y admiración. Con el tiempo llegó a publicar un libro sobre el lenguaje semiológico cheyenne.

Su estancia en Indian Territory, la reserva, fue muy dura. Breve, pero dura. Dura porque no albergaba las condiciones necesarias para el cultivo ni para criar ganado. Breve porque los indios decidieron volverse a su casa. Se les había prometido que podrían regresar si no les gustaba la reserva. Llegado el momento no recibieron los permisos pertinentes para su vuelta. Pero volvieron y el ejército americano avanzó en paralelo a ellos provocando una escaramuza detrás de otra.

Little wolf & Dull knife. Nuevos caudillos

Los indios iban liderados por dos jefes: Little Wolf era pacífico y nostálgico. Dull Knife quería reunirse con el sioux Nube roja en Nebraska, para empezar una nueva vida.

Little Wolf anhelaba regresar a su hogar. Sin comprender que para entonces, lo que él entendía por su hogar había dejado de existir. Ya no habría praderas infinitas con decenas de miles de búfalos… Ahora había ranchos, aldeas, carreteras, pueblos y hasta ciudades dispersas aparecidas de la nada.

Dull Knife tampoco tendría mucha suerte. Cuando estaba a dos noches de Nube roja, en medio de una nevada con ventisca se vio rodeado por la caballería americana. Pidió paso franco hasta sus hermanos pero los americanos le explicaron que su búsqueda era en vano pues Nube roja había sido trasladado a Dakota.

El ejército americano los escoltaría a un nuevo destino pero les pidieron la entrega de todas las armas para evitar conflictos posteriores. Los indios separaron las armas en dos: viejas e inservibles y nuevas útiles. Las primeras se las entregaron a los americanos. Las segundas las desmontaron pieza por pieza y se las cosieron en sus ropas para esconderlas de los soldados.

La civilización era incompatible con el estilo de vida nómada

El tiempo pasó y no pudieron partir hacia Dakota. Los americanos trajeron a Nube roja a Nebraska para que pudiera hablar con los cheyennes. Todo se les vino abajo cuando el sioux les dijo en qué condiciones vivían en Dakota. Amén de todas sus penalidades, vivían bajo un lecho de un metro de nieve perenne en invierno… El sioux le dijo al cheyenne que si quería podía ir con ellos pero poco o nada recibirían. Sin embargo recomendó a los cheyennes que obedecieran a los blancos para evitar males peores.

La tragedia de los que siguieron a Dull Knife

Dull Knife y los suyos pusieron rumbo a la reserva de Dakota o, cuando menos, a sus propias tierras. Pero el invierno los cogió por el camino y tuvieron que alzar sus tipis para afrontar un nuevo año crudo y frío. Entre medias los mandos americanos recibieron la orden de hacerles regresar. De no hacerlo otros jefes indios podrían instar a sus tribus a ir de un lado para otro sin acatar la autoridad de los casacas azules. Debían regresar en medio de las nevadas del mes de enero o perecer en el intento, como escarmiento.

Como se negaban a regresar los mandos americanos les dieron 4 días para decidirse. Mientras tanto no recibirían comida ni leña. Al cuarto día tres de los cuatro jefes indios fueron a hablar con los americanos y uno de ellos resultó prendido y encadenado. Se hicieron fuertes en un edificio de madera y empezaron a montar las armas que habían escondido para matar por sorpresa y a bocajarro a los americanos.

Tras un tiroteo cayeron algunos indios, otros se rindieron y dos grupos huyeron en caminos diferentes. Dull Knife huyó con otros cinco indios hasta Dakota, para entregarse a Nube roja en calidad de prisionero. Treinta y dos huyeron a uña de caballo hasta que fueron alcanzados por los americanos. Solo quedaron 9.

Los de Little wolf salieron mejor parados

Otro grupo, liderado por Little wolf huyó y construyó refugios escavando en las laderas de la montaña para sobrevivir.

Mediada la primavera fueron encontrados por otros cheyennes. Eran los guías y exploradores de Sombreo blanco. Iban en su búsqueda por orden de éste militar y antiguo amigo de los indios para pedirles reunirse en un consejo. Al final confiaron en él y él se los llevó a la reserva consigo.

Los cuidó y los protegió y les dio una salida digna ofreciéndoles una de estas tres alternativas:

  1. Reunirse con Dull Knife en Dakota
  2. Ir a una reserva deseada por el propio Little Wolf y algunos de sus seguidores, o
  3. Serle fieles a él y permanecer en el ejército como exploradores

Indios scouts

Los más se alistaron como voluntarios para hacer de exploradores. Entiendo que por instinto de supervivencia. Más que por su ansia por servir al ejército que los había derrotado, lo hacían por mantenerse a las órdenes del único blanco que les había mostrado respeto y cumplido su palabra.

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