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El crack 2

Tabla de contenidos

Ficha técnica de El crack 2

Título: El crack 2
Título original: El crack 2
Director: José Luis Garci
Nacionalidad: España
Año: 1983
Duración: 115′
Guion: José Luis Garci y Horacio Valcárcel
Música: Jesús Gluck
Escenografía: Félix Murcia
Montaje: Miguel González Sinde
                       

Ficha artística

Alfredo Landa – Germán Areta – «piojo»
Miguel Rellán – Cárdenas «el moro»
José Bódalo – D. Ricardo «abuelo»
María Casanova – Carmen
Manuel Lorenzo – «Rocky»
Rafael de Penagos – Miguel Sampedro
Agustín González – «Bombilla»
Arturo Fernández – Don Gregorio

Me gusta escribir y no soy periodista…

Pero me apasiona el Periodismo. El de verdad. Por eso, a pesar de ser Filólogo, me he dedicado siempre a la Comunicación. Iba a decir «en todas sus patas», pero no he hecho TV. He medido sus audiencias, en SOFRES, pero no he participado en su producción.
 
Hasta el punto de hacer el Curso de Periodismo en la Escuela de Periodismo Manuel Martín Ferrand, por puro placer. Con sede en el CEU, por cierto, un enclave maravilloso.
 
Y hasta el punto de dedicar una sección propia, a modo de categoría secundaria para el Periodismo en el cine. En ella aglutino títulos en los que el Periodismo es sujeto activo, o pasivo, de la acción..
 

¿Por qué todo este rollo antes de entrar en El crack 2?

Porque ya os estoy hablando de El crack 2

Aunque no lo sepáis. Ya he empezado a comentar la película. Dando un rodeo. O mejor dicho, un paseo. Como el paseo que se da el «Piojo» en su coche, en Nochebuena. Escuchando la radio. Y precisamente… Escuchando a Manuel Martín Ferrand, con Antena 3 sintonizada en la radio del coche.
 
Qué lejos quedan esos tiempos.
 
Podías comprarte el coche que te gustaba. Podías conducirlo por tu ciudad. Pagabas un impuesto de circulación, y podías circular. Si querías comprar un regalo podías ir al centro y aparcar. Hablo de comprar un disco o una película original en una tienda, no una copia de mantero. Sí, de verdad: podías hacer todas esas cosas sin. Eran tiempos duros, pero repletos de libertad.

Madrid en coche

También podías disfrutar con la decoración de Navidad. Este año (la peli la comento en 2019) he recorrido la Gran Vía en moto durante las navidades. No sabría describir la congoja con que conducía temiendo que me multaran por circular por el centro. Como el piojo, pero él iba disfrutando. Por no hablar de la decoración navideña. Parecía que celebrábamos el año del gato.
 
Un falso eclecticismo lumínico que finge celebrar la Navidad pero realmente no se ciñe a ninguna simbología. A conciencia y sin conciencia. Es la deriva de pérdida de identidad de la España, de la Europa de nuestros días. Queremos ser cristianos, pero sin parecerlo. Con pudor, con vergüenza, acomplejados. (Esto lo escribí en tiempos de Manuela Carmena. Algunas de esas cosas siguen tristemente vigentes con Martínez-Almeida, como lo del tráfico en el centro de Madrid).

Madrid a pie

Hago un alto para volver a comentar el costumbrismo que refleja Garci en estas películas. El crack ha sido definida una y otra vez como una película que nos descubre Madrid. Sus edificios, sus cines…

Algo parecido vemos en El crack 2. Madrid sigue siendo un protagonista (latente) de la película. Pero esta vez vemos bancos donde antes vimos cines. Me parece abrumadora la presencia de bancos a lo largo de toda la película. Sucursales de todos los bancos de la época. Bancos…

La Casa de Campo. Baste deciros que mi padre fue el gerente de la Casa de Campo de Madrid durante quince años. Y que yo hacía ninjutsu allí, cerca de los toreros, los domingos por la mañana. Para que veáis si vivo la peli y revivo mis recuerdos de juventud.

Y cómics. Aparecerán varias veces en la peli, cosa que me agrada.

Madrid desde el cielo

También vemos zonas que han cambiado hasta el punto de no ser reconocibles. La M-30, Cuatro Caminos… La Gran Vía cuando estaba concebida para ser vivida y disfrutada. Plaza de España, y entre ambas, estaba San Bernardo, uno de los barrios que aglutinaba las mejores tiendas de cómics de todo Madrid.

Esos cómics los vemos en un kiosko detrás de «el moro«. Ved la peli y paradla para ver los cómics porque destaco, sobre todos el Astérix que vemos al fondo.

Gracias Garci por recordarme los rincones de placer por los que viví toda mi infancia, y mi juventud. Qué bien me conozco esas calles, y muchas de esas terrazas madrileñas. En ellas (calles y terrazas) descubrí el mundo que me rodeaba. En Madrid. El Madrid del Piojo, mi Madrid.

El antenicidio

Os decía que escuchaba a Manuel Martín Ferrand en el coche. Dicho sea de paso, en Antena 3 Radio, como apuntaba antes. Una emisora, la única emisora que pudo y supo eclipsar a la Cadena SER (de la que os hablé en El crack y en Historias de la Radio). Una emisora que sería fagocitada por la propia SER en una maniobra política, «el antenicidio«: Para silenciar el soplo de libertad que aportaba su programación.
 
Ya mencioné a la Cadena SER en El crack. En aquella película sería un periodista de la SER quien pusiera a Areta sobre la pista de la persona a la que buscaba. Un tipo algo siniestro. Todo lo contrario que Manuel Martín Ferrand. Este sí era un periodista de los pies a la cabeza. El otro, el de la SER, era un tipo despreciable que más valdría no tener que cruzarte en su camino.

Manuel Martín Ferrand

Os recuerdo que Areta va escuchando a Martín Ferrand en su coche. Era el mejor ejemplo de periodista y de profesional y de firmeza moral en la comunicación.

Por eso se cepillaron Antena 3

Hay sentencia firme que obliga a la Cadena SER a devolver algunas de las emisoras de Antena 3. Pero ahí siguen.

Antena 3 Radio tenía el mejor grupo de periodistas y personas que se podía reunir en torno a un micrófono. Lamentablemente tuvieron que dispersarse: algunos fueron a Onda Cero, otros a Radio VOZ y los más a la COPE y con el tiempo terminarán volviéndose a reunir algunos en esRadio.

Como veis, esta secuencia en el coche es un paseo por la Historia de la Radiodifusión española.

Vuelvo de la Radio al Cine

Lo más entrañablede la secuencia del coche es cuando Martín Ferrand deja al frente del especial de Navidad a Carlos Pumares. Fallecido, tristemente, el pasado 12 de octubre (de 2023).

Con Pumares aprendí a amar la radio y el cine por igual

Allá va Areta, en su coche… sumido en la soledad. Porque Areta es un tipo solitario. Por obligación. Su firmeza moral y su estricto sentido del deber y de la Justicia han hecho de él un tipo peligroso para sus seres queridos.

Quizás sería conveniente que leyérais primero mi comentario de El crack. Para después retomar esta entrada de su secuela.

El final de El crack condiciona su continuación

Es el mismo protagonista, la misma ciudad, los mismos problemas y sus mismos amigos y/o colaboradores.
 
El planteamiento del argumento no difiere demasiado de la primera película. Un caso de investigación para un particular que contrata a un detective privado para resolver un problema personal.
 
En la primera película Areta investigó la desaparición de una muchacha. En su secuela investiga un «supuesto» caso de faldas. Aunque sin faldas de por medio. Más bien pantalones. Miguel Sampedro acude a la oficina del detective para pedirle que investigue al amor de su vida. Que no es una mujer, sino el Dr. Leiva. Su amante ha puesto tierra de por medio sin lógica aparente.
 
El caso viene recomendado por su antiguo comisario, «el abuelo«.
 
Sampedro siente la pérdida de su amor. Acude al detective por despecho. Quiere saber si hay otro hombre involucrado. Si ha sido abandonado por otro hombre. Si sigue habiendo amor o se ha extinguido… Acude en busca de auxilio por un asunto personal que hará que Areta, conforme meta las narices en el asunto se meta sin remedio en una trama mucho más grande de lo previsto.

Ya os he dicho que El crack es mi película española favorita

Aunque no faltará un arranque espectacular, como el de la primera parte. Sumergido en la miseria de la delincuencia urbana. En este caso Areta se topa con unos yonkis que se han metido en su coche para meterse de todo.
 
Él pide que se bajen del coche, lo chulean puestos hasta las cejas y tendrán que enfrentarse a la peor versión de Areta. Aflora el matón que lleva dentro. Pequeño pero peleón. Ni corto ni perezoso saca un bidón de gasolina para quemar a los maleantes dentro de su propio coche…

El crack 2, siendo muy buena, no alcanza a la primera

El argumento, siendo bueno, es casi igual que el original. Y los pasos que irá dando el «piojo» se me antojan demasiado parecidos, para mi gusto, a la otra película.

Areta tiene que reorganizar a su equipo para poder avanzar en la investigación. Había terminado mal con «el moro» en la primera. Ahora hace de tripas corazón para reconciliarse con él y volver a colaborar.

Conforme avance la película iremos viendo y comprendiendo el verdadero calado de la investigación.

La peli girará, en cierto modo, en torno a dos homosexuales. Uno que abandona y el otro abandonado. Lo fácil habría sido hablar de despecho. Pero el pobre hombre, lejos de despecho, lo que quiere es comprender por qué ha sido abandonado. Sin aires de venganza ni nada parecido. Desde la humildad, la incredulidad y lleno de pena.

El Dr. Leiva

Quiere rellenar todas las lagunas de la ruptura. Porque para él, la marcha de su pareja le parece un desenlace incomprensible para su relación. Al pobre se le escapan otros factores que serán los que den pleno sentido a la trama.

Su pareja sentimental, el Dr. Leiva, es un médico que trabaja para una farmacéutica. Areta pondrá a Sampedro al corriente de su investigación.

No existe nada que dé a entender que pudiera haber otro hombre involucrado. Más bien al contrario. Leiva hace una vida normal y va de casa al trabajo y del trabajo a casa sin vida social. Solo hace una excepción para visitar a su psicólogo, pero nada más.

Cuanto más lógico es el comportamiento de Leiva más ilógico resulta para Sampedro que desapareciera de su vida. Y no es de extrañar. Si hubiera un tercero en la ecuación se podría despejar la incógnita. Pero Sampedro no concibe el desamor repentino en Leiva. Y esto lo desespera.

El detective Areta

Por el momento me centro en el aspecto profesional de Areta. Pero no podemos, ni debemos, obviar la parte personal. Sobre todo con la carga emocional que hereda de la primera película.

Areta sigue enamorado de Carmen. Y ella de él.

Pero la profesión de Areta se interpone entre ambos. Es como un muro infranqueable. En la película están planificando un viaje a Italia para celebrar juntos la Navidad. Pero vemos también que, conforme se acerca la fecha se alejan ambos. Se quieren, se aman, se necesitan…

Pero Areta no sabe desconectar de su trabajo y su obsesión por la investigación amenaza con arruinar su relación de pareja. Una relación que vimos nacer, explotar y renacer en la primera película.

Llegaremos al punto en el que Areta sienta que hay gato encerrado en el caso que le ha mandado «el abuelo». Pero no sabe por dónde tirar para deshacer la madeja.

Falso carpetazo

Parece que todo va a quedar en algo pasional. Entre medias se supone que Sampedro visita a Leiva y lo asesina, por despecho, y después se suicidó. Esto es lo que no le encaja a Areta, que fue, otrora, el mejor investigador de la Policía. Ya lo decía antes, Sampedro quería razones, no venganza.

A priori se cierra la investigación. Todo apunta a que, por fin, cogerá el avión y se irá de vacaciones, pero algo pondrá su vida patas arriba… 

Alguien ha irrumpido en su despacho y le han dejado un mensaje:

«Deja en paz a los muertos»

Además, ese mismo (supuestamente) «alguien» ha pegado una paliza al «moro«.

Si lo que pretendían era asustar a Areta. Hacer que deje la investigación… amedrentarlo… están «apañáos«. Esto no hará más que picar el amor propio de Areta y adiós viaje a Italia.

Fin de la relación amorosa entre Carmen y Areta.

Carmen declara su amor a Areta pero le dice que no sabe desconectar. Y que su amor propio se ha truncado en un falso orgullo que solo hará que lo maten. Ella no puede aguantar más así… se marcha.

Areta se refugia en su soledad

Donde florezca el Areta más oscuro. El implacable. El frío. Duro… «el piojo» en estado puro.

Será ahora cuando se lance cual perro de presa sobre su objetivo.

Investiga a fondo el caso.

Descubre una trama farmacéutica que trabaja con fármacos falsos. O falsos fármacos. El caso es que hacen y venden medicamentos inservibles. Aparentemente innocuos. Se supone que no hacen bien a los pacientes que los consumen, pero tampoco mal. Hasta que Areta se entreviste con la cabeza pensante de toda la trama, Don Gregorio.

Un tipo sin escrúpulos.

Un estafador.

El propio Gregorio confiesa, a calzón quitado, que sí ha habido víctimas mortales por culpa de algunos de esos falsos medicamentos. Sin complejos. Sin ruborizarse. Piensa abandonar por un tiempo el área farmacológica porque teme ser descubierto. Para colmo, prende fuego a su fábrica para, y manda narices, cobrar el seguro.

Se destapa la trama

Leiva no dejó a Sampedro por despecho, desamor o porque hubiera otro hombre en su vida. Como predecíamos. Leiva dejó a su amor, Sampedro, para protegerlo.

El Dr. Leiva había descubierto que trabajaba para un laboratorio farmacéutico fraudulento y se reveló. Al hacerlo puso en peligro a Sampedro. El único modo de proteger al amor de toda su vida era distanciándose de él.

Que aparecieran muertos los dos sirvió como móvil perfecto para la policía: un crimen pasional. Pero todo estaba urdido y bien urdido para que los laboratorios no aparecieran ni de refilón. Caso cerrado.

Salvo por Areta.

A pesar de que el propio «abuelo» le pide que abandone el caso.

Es tozudo y no cejará en dar con la verdad. Han caído muchas personas por el camino como para abandonar ahora.

El malo es tan malo que ni siquiera pretende eliminar a Areta. No lo matará aunque se darán las circunstancias adecuadas para hacerlo. Es más, Gregorio ofrece trabajo a Areta. Quiere que se una a él y le invita a sumarse al equipo asegurando que se hará millonario.

Será entonces cuando Areta venza.

Nadie mata a nadie

Areta rechaza la oferta millonaria y deja bien claro que no se vende. Que no tiene precio. Que más vale ser un pobre honrado que cargar con la vida de inocentes en sus espaldas.

Hecho esto y reconciliado con el abuelo… Porque sí, durante la peli se enfrentan. Por meterle en el fregado para pedirle que lo deje cuando empezaba a ver que había cabos sueltos.

Solo queda por delante pensar en Roma como destino.

Alfredo Landa y Areta

Para mi gusto no iguala al Areta de la primera película. En la primera está sublime. Es la interpretación de su vida. Quizás más por lo que calla que por lo que habla. Su registro es fabuloso y su manera de interpretar te deja clavado frente a la pantalla.

En esta película creo que Alfredo Landa no está a su propia altura. Y os razonaré mi parecer: En El crack Alfredo interpreta a Areta de un modo insuperable, pienso que en ésta película Alfredo intenta emularse a si mismo en el mismo personaje.

Interpreta no a Areta, si no al Alfredo que da vida a Areta. No sé si me he explicado bien. Creo que él mismo podría ser consciente haber interpretado el papel de su vida en El crack. Y creo que se propuso hacer lo mismo en El crack 2. Pero a sabiendas de que público y crítica iban a estudiar cada uno de sus gestos…

Creo que su preocupación, en esta película, fue estar a la altura de la primera interpretación. Por eso digo que no encarna a Areta sino al propio Landa que encarnó a Areta en la primera… menudo galimatías. Aún así, me parece fabuloso.

Reflexión sobre el Periodismo…

Si has aguantado hasta aquí es porque te está gustando lo que estás leyendo.
 
Permíteme retomar el argumento que esbocé al principio, sobre el Periodismo.
 
En la Escuela de Periodismo expuse que el mal que aqueja a muchos periodistas de nuestros días. Tristemente, y no lo digo de modo peyorativo, expuse que  «no saben escribir«. Quizás porque tampoco sepan leer. O no tengan la lectura como un hábito de cabecera. No seré yo quien diagnostique el mal.
 
Lo que sí es cierto es que veo síntomas.
 
No necesito más que leer los titulares de las noticas para ponerme a temblar. Da igual el medio. Algunos periodistas no saben colocar las palabras en el orden adecuado dentro de una frase. Y menos dentro del titular. Llegan a cambiar el sentido (y el fondo) del mismo, sin pretenderlo, con el afán de destacar una cosa u otra. Hablo de la Prensa. Ni menciono Twitter porque es algo demencial.

Twitter era un microblog

Y especifico twitter porque fue concebido casi por y para periodistas. No es una red social, aunque así lo conocemos. Era una plataforma que permitía interactuar a los periodistas intercambiando titulares.
 
De ahí los 140 caracteres originales. Para premiar la capacidad de síntesis. Después pasaron a 280 y ahora hay cuentas de extensión ilimitada para sus tuits. Era el ecosistema perfecto para que los profesionales del verbo esgrimieran argumentos directos con tuits certeros. Si de por si es difícil escribir, hacerlo mediante 140 caracteres suponía un reto intelectual al alcance de muy pocos.
 
Hay profesionales del periodismo que no saben escribir una frase simple, pero se atreven con las compuestas. Conjugan mal los verbos. De los géneros «y las géneras» ni opino. Subordinadas, yuxtapuestas, voz activa y/o pasiva… Demasiado pedir.
 
No son osados… tampoco sabría decir qué son, pero osados, no. Quizás pretenciosos. No escriben, no investigan, se tragan y se hacen eco de las Fakenews. Son víctimas y victimarios al servicio de la posverdad, el modo políticamente correcto para encubrir a la mentira. Aún sin pretenderlo. 
 
Unos, «los menos«, lo son (victimarios) por voluntad propia: forman parte de esa mentira que comunican. De este grupo, unos trabajan en medios de comunicación tendenciosos y otros nutren los gabinetes de comunicación de los partidos políticos y de muchas empresas. Los sobrantes cayeron en la Publicidad y allí echaron raíces. Porque no saben escribir, no saben leer, ni diferencian la verdad de la mentira. Ni les importa.
 
Luego están «los más«. Los pardillos que se tragan lo que les cuentan y/o leen en Internet. Lo de contrastar fuentes pasó a mejor vida o se reduce para unos pocos que todavía sienten la vocación.

Periodismo e intrusismo

El periodista es celoso por natura. No quiere que nadie ajeno al gremio meta las narices en su territorio. Celos y corporativista. Por eso, y también hablo por mi propia experiencia de 4 años en la COPE, cierran filas para blindar su ecosistema endogámico.
 
Y sin embargo, si bien rechazan a los intrusos, luego son intrusos por defecto. Porque hay más periodistas que puestos de trabajo en Medios de Comunicación. Entonces sí, entonces desaparece el intrusismo. Cuando son ellos los que entran en departamentos de Comunicación de agencias, consultoras y empresas. Ahí no hay barreras.
 
Los hay intrusos que plagan las redes sociales gestionando los contenidos (sin pies ni cabeza) para empresas. Y los hay, incluso, que escriben los textos de las páginas Web de sus clientes. Craso error. Google (y demás buscadores) consideran, para bien, los buenos textos. Y ahí volvemos al principio de este artículo… Los periodistas no saben escribir. Ergo, flaco favor te haces a ti mismo al contratar a uno de ellos para que te gestione los contenidos digitales.
 
Claro que hay periodistas honrados y cultivados. Me consta. Honran a la verdad y la comunican con veracidad. Se pueden contar con los dedos de una mano.

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