Ficha técnica de 12 valientes
Título original: 12 strong
Director: Nicolai Fuglsig
Producción: Jerry Bruckheimer, Molly Smith, Tren Luckinbill y Thad Luckinbill
Nacionalidad: USA
Año: 2018
Duración: 129′
Música: Lorne Balfe
Montaje: Lisa Lassek
Productora: Alcon Entertainment, Black Label Media y Jerry Bruckheimer Films
Distribuidora: Warner Bros. Pictures
Ficha técnica
Navid Negahban – General Abdul Rashid Dostum
Thad Luckinbill – Vern Michaels
William Fichtner – Coronel Mulholland
Laith Nakli – Comandante Ahmed Lal
Doug Stanton – Soldados a caballo – 11S
«Seréis los primeros en contraatacar»
Afganistán, los Señores de la Guerra e invasiones frustradas
Después protagonizó dos guerras con el imperio británico y una tercera, de independencia, también contra los ingleses.
Supieron mantenerse al margen de la Segunda Guerra Mundial y se abrieron a Occidente negociando financiación soviética, francesa, británica y estadounidense.
Pero este período de aparente apertura social terminaría siendo reventado al ser traicionados e invadidos por los soviéticos con la intención de imponer un régimen ateo y comunista.
Guerra civil
Recibieron la ayuda de los Estados Unidos, en plena guerra fría. Tras éste período Afganistán se sumiría en una guerra civil, radicalizaría sus posturas religiosas, y rompería lazos con los Estados Unidos, pues echados los soviéticos ya no pintaban nada.
Ya en 2009 volverán a hacerse fuertes, de un modo latente. En 2011 se pasó por una etapa convulsa con soldados americanos desplegados por Afganistán y persiguiendo hasta matar a Bin Laden, en Pakistán. En 2014 finalizó formalmente la invasión americana y, con un nuevo gobierno, se mantienen fuerzas de la OTAN.
Como veréis, los afganos son un pueblo curtido en mil batallas durante más de dos mil años
Fruto de esa cultura bélica y de sus múltiples contiendas se darán paradojas como que los soldados estadounidenses requisen armamento a afganos que se han rendido y entre las armas entregadas aparezca un fusil de 1871, ¡en 2010! Y lo que es todavía mejor: en perfecto estado de funcionamiento.
He hecho un alto en esta pieza de fusilería para ilustrar la tradición guerrera del pueblo afgano, capaz de pasar de generación en generación un fusil que combatió contra los británicos (y a finales del s.XIX lo hizo simultáneamente en Afganistán y en Sudáfrica, en sendas guerras Bóers).
Afganistán
11 de septiembre de 2001
Me recuerdo a mi mismo preparando una de mis asignaturas favoritas en Filología italiana… Filología Dantiana II. Inmerso en La Divina Comedia, de Dante Alighieri. A punto de comenzar un nuevo curso en la facultad. Estaba en el infierno. O creía estarlo, pues para infierno lo que estaba ocurriendo conforme planificaba la asignatura que me impartiría el Dr. López Cortezo. Ambos fumando en pipa y bebiendo té allí en la biblioteca de italiano… cómo han cambiado los tiempos.
Recuerdo que estaba escuchando la COPE, como de costumbre en aquellos años. Y de un modo vago y remoto empiezo a agitarme por algo que estoy oyendo de fondo, sin escucharlo. Presté atención para escuchar lo que entreoía y recuerdo que miré a la Radio ojiplático al enterarme de que un avión se había estrellado contra una de las torres gemelas.
Me fui corriendo al salón, donde estaba la tele. Nada de Smartphones, nada de tablets… Internet en pañales. La Radio era (y sigue siendo) la mejor fuente de información y la tele era el mejor soporte visual para las noticias. Y allí veía una columna de humo negro saliendo de una de las torres. Llamadme alarmista, o como queráis, pero no dudé ni por un instante. Eso no era un accidente. El segundo avión me dio la razón, por desgracia. Me la dio.
Asistí al final de una era. De pie. Sin sentarme. Hasta que primero una torre y después la otra se desplomaron, y con ellas la paz. El terrorismo islámico había atacado a Occidente en su corazón económico, en su corazón cívico y social. Nueva York estaba cubierta de humo y se podía oler la mezcla de olores a queroseno quemado, hierro fundido y carne humana derretida entre las ruinas de la prosperidad.
Giuliani, alcalde de N.Y.
En tiempos de crisis afloran héroes y mediocres. En el NY de 2001 fue su alcalde, Giuliani, en el Madrid de 2020, el del Coronavirus (COVID-19), tenemos a Almeida.
Almeida… él único escudo entre el virus y los madrileños abandonados a su suerte y a la muerte por nuestro Gobierno. Un gobierno que odia a Madrid porque pagamos menos impuestos. Disculpad que meta este comentario con calzador. Pero espero que sepáis perdonarme la osadía después de semanas encerrado en mi casa por la cuarentena.
Cinco semanas viendo cómo se instaura la censura en España para silenciar a todo el que no aplauda con las orejas a Pedro Sánchez. Sin talento, sin reflejos para lidiar una crisis, sin ideas, sin talante, arrogante, soberbio, petulante y pestilente a carencia de valores democráticos…
No sé si el párrafo anterior venía a cuento, que seguramente no. Pero me he quedado la mar de a gusto. Retomo el tema y lo hago con un presidente Bush que, según he escuchado a alguno de los protagonistas de la peli, dijo algo parecido a «¿qué pasaría si enviamos misiones pequeñas a Afganistán y esperamos a ver qué ocurre…?». Quizás lo dijera con otras palabras, pero algo así comentó y eso fue lo que pasó.
Estados Unidos se puso en pie de guerra, pero su golpe más audaz y más efectivo no sería invadir éste o aquel país. Cosa que vendría después, con resultados dispares y tantos aciertos como errores. De entrada tenían que reaccionar. Tenían que localizar al autor intelectual de los atentados, buscarlo y eliminarlo.
El autor intelectual resultó ser Bin Laden
Parece ser que se trataba de un viejo conocido de la CIA en la etapa en la que combatió a los soviéticos en Afganistán.
Entonces era, o sería, un muyahidin, y ayudaban a los americanos (se ayudaban mutuamente) para echar al invasor ruso. La inteligencia americana observó el grado de radicalización religiosa de alguno de estos muyahidines pero lo comprendieron como una reacción a la imposición del ateísmo comunista.
Deberían haber estado más atentos, pero claro, es fácil juzgar las cosas a toro pasado. Fuera o no un aliado suyo, el caso es que fundó Al Qaeda y tras atentar contra varias embajadas estadounidenses puso su punto de mira en Nueva York. Preparó el mayor atentado y el mayor golpe que haya recibido jamás una Democracia por parte de un grupo terrorista. Los americanos necesitaron 10 años para encontrarlo.
12 valientes
Pero no se quedaron de brazos cruzados. Y ahí entra la docena de soldados que vivirían una aventura que se mantendría silenciada durante unos cuantos años. Hasta que se desclasificó, cayó en las manos de Doug Stanton. Se documentó, entrevistó a unos y otros, la maceró y la escribió, y de esa escritura, Soldados a caballo, viene ésta película: 12 valientes.
Los 12 valientes que se internarían en Afganistán para recomponer la maltrecha Alianza del Norte, descabezada dos días antes del 11-S, ahora en manos de Abdul Rashid Dostum.
El protagonista de la peli será el Capitán Mitch Nelson
Encarnado por Chris Hemsworth, (el Thor de Los vengadores). Para algunos su interpretación dejará mucho que desear y desmerecerá al resto del reparto. Para mi hace un buen trabajo y sale airoso a una película que le podía aportar más críticas que aplausos, dado lo sensible del tema.
Un capitán que había pedido su traslado en las fechas anteriores al atentado y cuya principal labor, tras el 11-S sería recuperar su anterior puesto. Esto incluía una rebaja en su graduación (creo recordar) para liderar a su equipo y pedir ser ellos quienes sean enviados a Afganistán.
En su contra: ya no pertenece a la unidad que debería liderar. Y lo que es peor, no tiene ninguna experiencia en combate.
A su favor: su equipo le quiere y estarían dispuestos a seguirlo hasta el mismísimo infierno. Y no me refiero al infierno de Dante que estaba yo preparando para el curso que estaba a punto de empezar. Me refiero a la primera línea de la guerra, en este caso contra el terrorismo.
Todo se improvisó
Su equipo había funcionado como una verdadera hermandad durante dos años. Fue esa hermandad, junto con la petición de su soldado más veterano (curtido en mil batallas y que retiró su petición de jubilación para ir voluntario a ésta misión) lo que hizo que los mandos se inclinaran por mandar al Capitán Mitch Nelson a Afganistán.
Tan improvisado fue todo que habrá un episodio (que se prolongará a lo largo de toda la obra) que en la peli pasa casi desapercibido pero que en Soldados a caballo nos lo cuenta Doug Stanton con pelos y señales. Los 12 soldados que integran el equipo de operaciones especiales, miembros de los Boinas verdes, no dispondrán de material bélico ortodoxo ni adecuado, ni si quiera proporcionado por el ejército estadounidense. Por no disponer de material, no tendrán ni uniformes convencionales. Luego volveré sobre este tema.
Fuerzas especiales
Las Fuerzas especiales alcanzaron su apogeo en Vietnam, fundamentalmente encarnadas en los Boinas verdes.
Una tropa que no estaba concebida para luchar en vanguardia, sino detrás de las líneas enemigas. Es decir, en la retaguardia del enemigo. O así fueron concebidas en la Segunda Guerra Mundial. Ya en Vietnam se mostraron implacables, como vemos en Apocalypse Now.
Ahí empezó su verdadero desarrollo, su evolución hacia el complejo cuerpo en el que se refundarían. Seguirán siendo las mismas, con las mismas misiones bélicas, pero ahora incluirán dotes diplomáticas y don de lenguas para, mediante el cultivo de los mismos boinas verdes, ejercer de punta de lanza y herramienta diplomática in situ.
También lo vimos en la saga de Rambo. Y sí, se trataba de una ficción, pero como nos explica Stanton en Soldados a caballo, el ejército regular de los Estados Unidos y, sobre todo sus oficiales, miraban por encima del hombro a estos soldados.
Las fuerzas especiales estaban compuestas por soldados autónomos que juntos pensaban como uno sólo, pero por libre podían librar una guerra individual sin pensarlo.
La figura del boina verde con pelo largo y barba, viviendo en un poblado nativo, integrado en una sociedad «hostil», incluso casado o con buenos amigos nativos, capaz de tener un agujero en el suelo, abrirlo y sacar sus armas para echarse al monte… un Rambo anónimo… los hubo a decenas. Quizás no tan eficaces, pero sí versátiles como él. Esto era lo que muchos mandos americanos temían estar enviando a Afganistán si enviaban a éste grupo de valientes…
Fuerza Delta
La Fuerza Delta, forjada en contraterrorismo habría sido el mejor candidato, a priori, para esta misión. O los Marines de los Navy SEAL. Pero no. Esta vez la misión no consistía en desvalijar un campamento enemigo, ni en dar un golpe de mano. Esta vez la cosa se había complicado, con en el 11-S, sino en el 9-S.
Ahmad Shah Masud
El 9 de septiembre de 2001 Al Qaeda asesinó a Ahmad Shah Masud. El líder de la Alianza del Norte.
Más que líder, el único jefe de una de sus facciones al que respetaba el resto de facciones. En total eran 5 bloques de resistencia anti talibán, pero que arrastraban disputas entre ellos desde siglos atrás. Unos no coincidían en la manera de interpretar el islam, fueran más o menos radicales y otros rivalizaban por motivos étnicos.
El caso es que Al Qaeda intuyó la posibilidad de una invasión americana como venganza por el atentando que tenían previsto perpetrar. Por eso procuró descabezar al ejército que, con toda seguridad, se uniría a las fuerzas invasoras para derrocar a los talibanes.
¿Recordáis cuando os hablé antes de las nuevas labores diplomáticas de las Fuerzas Especiales?
Pues ahora remataré esa idea. Los talibanes y Al Qaeda temían que los americanos invadieran Afganistán, pero lo que no esperaban era lo que al final hizo Bush, que aterrizara un puñado de hombres. 12 valientes. Los 12 de los que os estoy hablando aquí.
Tendrían que contactar con Dostum. Abdul Rashid Dostum
Parece ser que fluctuó un poco coqueteando con algunas facciones antagónicas. Sin embargo era enemigo declarado de los talibanes y con la muerte de Ahmad Shah Masud, de vuelta en Afganistán, se convertía en el primer candidato a reunir de nuevo a la Alianza del Norte bajo un mismo líder. Si bien la CIA, que operaba ya por aquellos lares, no confiaba plenamente en él, el 9 y el 11-S hicieron que no les quedara más remedio que contar con él y allí mandaron a los protagonistas de la peli.
Geografía y orografía en Afganistán
Bases soviéticas de Uzbekistán
Este tipo de incursiones solía hacerse en dos transportes, por si uno no llega al destino que por lo menos la mitad del equipo llegue y no haya que abortar. Esta vez no, era una misión de «nave única» por el peligro que entrañaba toda la misión. Por el vuelo y por el destino.
Steve MacQueen
A uno de los oficiales le gustaba tanto Steve MacQueen que siempre que podía citaba alguna de sus frases de Los siete magníficos. Había dos de todo para todo, pero cada uno era completamente diferente a los demás.
Entraron en la zona hipóxica
Dostum volvía a la guerra
Volvía para ser un líder y lo hacía también, para quitarse una espina que tenía clavada por su marcha. Esta fue obligatoria tras ser traicionado por uno de sus lugartenientes que puso su plaza fuerte a merced de los talibanes. Abandonó Mazar-i-Sharif, como quien dice, por la puerta de atrás rodeado de sus últimos fieles.
Ahora había unos cincuenta afganos alrededor de los estadounidenses. A los americanos les sorprendía ver a niños y mayores revueltos. Calzados con zapatos de vestir y zapatillas, o directamente descalzos. Todos ellos cargados de cartucheras y pertrechados para luchar. Pero no estaba Dostum. Tenía ganas de conocerlo y sabía que sería crucial ganarse su confianza.
El día que por fin coincidieron y se conocieron fue por la mañana, cuando Dostum y su grupo llegaron a caballo en un entorno que parecía sacado de una película de John Ford. Según el original Nelson, apasionado de Ford y de John Wayne, sólo faltaba éste trotando en su caballo con el sol de fondo y una nube de polvo saliendo de sus cascos. Al más puro estilo Fort Apache
Soldados a caballo
Como veréis una anécdota rocambolesca es sucedida por otra, así, sin solución de continuidad. Y no he entrado a hablar de los combates. Todavía.
Combates en los que los jinetes galoparán a lomos de sus monturas entre tanques.
Es el romanticismo (si cabe el término) de la guerra, sobre todo cuando es tan desigual. Cuando el débil pone pie en pared y le dice al abusón que no dará un paso atrás. Es cierto que los americanos usaban los caballos para acceder a las posiciones de los talibanes y poder orientar los bombardeos con láser. Luego si llegaban a superar la desventaja inicial volvían la tortilla y entonces podían salir victoriosos. Pero hasta el momento en el que enviaban esas coordenadas, hasta ese instante, estaban vendidos. Y durante el bombardeo también.
Eso cuando mediaban los bombardeos, que cuando no los había se volvía un combate de trincheras o a campo abierto, que cruzaba francotiradores (por ambos bandos) con minas, con infantería, caballería, tanques y yo qué sé cuántas cosas más.
A lo largo de su estancia (fulminante) irán conociendo a combatientes contrarios a los talibanes de otras etnias, otras nacionalidades y otras facciones y todos harán piña con los americanos aterrados por el trato que ven hacia las mujeres, a las que educan para ser dóciles como el ganado y silenciosas como una piedra. Abochornados por ver cómo destruyeron los budas sin respetar otros credos…
El estadounidense convertido al islam
Lo más doloroso llegaría cuando se toparon con un estadounidense convertido al islam más radical posible, previo paso por mezquitas locales hasta el punto de terminar en la guerra y estar allí, en Afganistán, apoyando a los talibanes. Siendo un talibán.
Esta guerra sería paradójica en muchos sentidos. Sobre todo por tratarse de la primera librada a caballo y a la par vía satélite mediante teléfonos de campaña y correos electrónicos. Era la primera en la que Internet se imponía al músculo por su rapidez y eficacia vía comunicación y geolocalización para guiar al ángel de la muerte (que decía Dostum) a modo de bombas sobre los talibanes.
En la peli vemos un Afganistán americano puesto que se grabó en Nuevo México, aunque nos traslada a oriente por su fotografía y su iluminación.
Dostum y Nelson
A partir del encuentro entre ambos líderes, Dostum y Nelson y, a pesar de sus diferencias y sus reticencias mutuas, los dos saben que sólo funcionará su plan si logran confiar el uno en el otro. Dostum recela de un militar sin experiencia en combate y Nelson recela del afgano por su pasado volátil.
La verdadera prueba de mutua confianza será cuando el grupo se divida en dos unidades independientes y Nelson parta con Dostum a una misión mientras los otros seis se quedan a guardar el fuerte. El punto que les daba mal rollo a los que se quedaban era que su campamento había sido bautizado como El Álamo. Cualquiera que reconozca el nombrecito sabrá que para un estadounidense es el equivalente a defender una plaza llamada Numancia para un español.
Vivac
Salir al campo para hacer vivac fortalece una amistad. Horas de caminatas. Compartir comida. Charlar por la noche mirando al cielo estrellado. Amanecer cubiertos de rocío y preparar un café en la orilla del río mientras te das un baño a las 07:00h, con el agua pelona… Si esto hermana, no quiero ni imaginar lo que tiene que ser hacer lo mismo pero con una pistola en la mano y una ametralladora debajo del saco por si te atacan por la noche.
Mis batallitas son de las de andar por casa. Imaginaros a Dostum contándote cómo vive y sobrevive en el desierto que pasa de 60º al día a -20º por la noche. Sabiéndote rodeado, sin saber si estás durmiendo en un campo minado o si amanecerá bajo el fuego de una columna de tanques que avanza hacia ti y la intuyes porque duermes a ras del suelo y tienes un sexto sentido que te alerta de las vibraciones en la tierra…
Así pasarían las noches estos dos personajes, estas dos personas. La una proveniente del país más próspero del mundo, repleta de libertades y el otro luchando por rescatar una nación oprimida, reprimida y deprimida por la interpretación salvaje de la religión. Nelson se fue ganando el respeto del afgano y Dostum ayudaría a Nelson a compensar su falta de experiencia. Sobre todo cuando le dijo que no tenía que pensar como un soldado sino como un guerrero.
Los caballos
Podría dar por terminado ya el comentario, pero me vais a aguantar un par de párrafos más. Por lo menos hasta que haga justicia a un protagonista, «al protagonista» de esta historia: el caballo.
Una de las proezas de esta historia es (amén de ser real) que para colmo de adaptación a un entorno hostil, los estadounidenses se tuvieron que acostumbrar a ir de un lado para otro montando a caballo.
Inmensas llanuras, montañas escarpadas con lascas inmensas de pizarra o placas de granito. Sol, nieves perpetuas e hielos… Como veréis el panorama era más que prometedor. Y sin embargo lo lograron, se hicieron a esos caballos a mitad de camino entre un poni grande y un caballo pequeño.
Robusto y musculoso. Casi infatigable y capaz de transportar a los soldados americanos con sus mochilas de 45kg y su armamento completo cuesta arriba, cuesta abajo y pasando por senderos de medio metro de ancho con desfiladeros de más de 2000m en un costado.
Caballos + tecnología
El capitán Will Summers resumió la experiencia (de la tecnología y de los caballos) con la lacónica pero ilustrativa frase «It was as if the Jetsons met the Flintstones«. Algo así como «fue como si los Supersónicos se encontraran con los Picapiedra«.
Estos 12 valientes se presentaron el 11-S en su base con el ánimo encendido, el corazón dolorido y el deseo de venganza escrito en sus frentes. Volaron hasta Afganistán para enrolarse en una guerra inaudita. Se hicieron fuertes con los afganos. Se necesitaban mutuamente. Y en menos de un mes ayudaron a los rebeldes a derrocar a los talibanes. Todo contra pronóstico.
Se fueron a miles de kilómetros de sus hogares para defender a sus familias desde allí. Buscando al autor de los atentados que arruinaron tantas vidas. Bin Laden tardaría en caer una década entera, pero lo que hace grande a los americanos es que el mismo día en que fueron abofeteados se levantaron y lucharon.
Honor 11S / Vergüenza 11M
Todo lo contrario a lo que sucedió en España un 11-M en el que el mayor atentado de nuestra historia se saldó con un cambio de gobierno inesperado para todos menos para los que manejaron los cables de las bombas, los tiempos de la propaganda, dosificaron las acciones violentas y agitaron a la sociedad para precipitar un cambio de Sociedad que estamos pagando en nuestros días con un Gobierno que está aprovechando la cuarentena para imponer un comunismo que traerá, y Dios quiera que me equivoque, más penas que el propio Coronavirus.