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The Warriors – Los amos de la noche

Tabla de contenidos

Ficha técnica

  • Título original: The Warriors
  • Director: Walter Hill
  • Año: 1979
  • Nacionalidad: USA
  • Producción: Frank Marshall, Lawrence Gordon, Joel Silver
  • Productora: Paramount Pictures
  • Duración: 92’
  • Guión: Walter Hill, David Shaber
  • Fotografía: Andrew Lazslo
  • Música: Barry DeVorzon
  • Montaje: Freman A. Davies, David Holden, Susan E Morse, Villy Weber
  • Vestuario: Bobbie Mannix, Mary Ellen Winston

 

Ficha artística

  • James Remar (Ajax)
  • Dorsey Wright (Cleon)
  • David Harris (Cochise)
  • Tom McKitterick (Cowboy)
  • Thomas G Waites (Fox)
  • Marcelino Sánchez (Rembrandt)
  • Brian Tyler (Snow)
  • Michael Beck (Swan)
  • Terry Michos (Vermin)
  • Deborah Van Valkenburgh (Mercy)
  • David Patrick Kelly (Luther)
  • Edward Sewer (Masai)
  • Roger Hill (Cyrus)
  • Lynne Thigpen (DJ)

 

Las calles de Nueva York entierran el hacha de guerra durante unas horas cuando Cyrus, el líder de los Riffs, la banda más poderosa, convoca en asamblea a todas las bandas de la ciudad para proponerles un plan descabellado: unir a todos los pandilleros para doblegar a las fuerzas del orden público y someter a la ciudad.

A la asamblea acudirán nueve miembros de cada banda, incluso aquellas que no han destacado nunca. Son pocas las que quedan fuera de la convocatoria, (por minúsculas o irrelevantes).

Los Warriors acudirán a la cita, una banda modesta de las afueras de la City, de Coney Island. Cleon es su líder, y Swan el jefe de guerra.

Buena parte de la película se desarrolla en el Metro de NY, andenes, escaleras, intercambiadores, túneles, aseos y vagones. Esto sucede porque excluyendo unos pocos minutos (la asamblea, la playa y algunos trayectos ente estaciones) veremos un viaje de ida y vuelta de los Warriors, de Coney Island al Bronx y vuelta precipitada hasta su territorio.

Precipitada porque la asamblea no terminará como tenían previsto, pues mediada la misma morirá asesinado Cyrus, de un disparo a quemarropa. En medio del caos (miles de pandilleros corriendo sin rumbo amén de la policía que aparece para disolver la reunión y llevarse por delante a tantos pandilleros como pueda).

El asesino es Luther, el líder de The Rogues, quien aprovecha el acercamiento de Cleon para señalarle con el dedo y denunciarle como asesino, y esto le cuesta la vida a mano de los Riffs.

A partir de aquí no solo habrá una desbandada general, sino que unos minutos después de disolverse la reunión, los Riffs darán la orden de busca y captura, vivos o muertos, de todos los Warriors.

Existe la figura de un DJ, o locutor, (en este caso locutora) que sirve para vincular una escena con la siguiente. Emite canciones por una frecuencia pirata y tras el asesinato de Cyrus mantiene informadas a todas las bandas del itinerario de los Warriors. No puedo evitar recordar Wolfman Jack de American Graffiti.

Nuestros protagonistas deberán deshacer todo el camino para volver a su territorio, pero esto implicará que tienen que atravesar la ciudad entera y sortear cuantos peligros encuentren en su camino: atravesar, territorio tras territorio, todas las zonas enemigas en que se parcela la ciudad.

Termina la tregua entre bandas y sesenta mil pandilleros buscarán a los nueve muchachos con Swan al frente (jefe de guerra) para mantenerse unidos. No faltará el enfrentamiento interno de Ajax para hacerse con el liderato de la banda ni el canto de sirenas (en forma de Lizzies, una pandilla de chicas).

A pesar de intentar mantenerse unidos, se irán separando para volverse a encontrar (algunas veces) y no perder la protección que a priori ofrece el número.

Una cosa ha de quedar clara: ningún Warrior es un santo. Es más, son pandilleros y de los malos: pendencieros, delincuentes, ladrones, violadores y más  de uno tiene las manos manchadas de sangre. Explico esto porque ellos no son los buenos de la película porque sean una “pandilla” pacífica, ni mucho menos, pero sí sentiremos cierta simpatía hacia ellos fruto de la injusticia a la que se enfrentan al ser acusados, juzgados y condenados (incluso sin saberlo ellos mismos) por un crimen que no han cometido y que sin embargo pagarán bien caro.

Hay una escena en la que en medio de la huida, después de varias peleas con algunas de las otras bandas, los protagonistas comparten vagón de metro con dos parejas de clase media que vuelven de una fiesta y se da un minuto de tensión social que casi iguala a la violencia física que iremos viendo a lo largo de la película.

 
 

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