Simbad y la princesa - 1958 - The 7th Voyage of Sinbad - Ray Harryhausen - STOP Motion - el fancine - Web de cine - Podcast de cine - Blog de cine - Alvaro Garcia

Simbad y la princesa

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Simbad y la princesa es una de esas pelis que, para mi, tienen sabor a verano.

A verano y a mis viajes a Sevilla. O, mejor dicho, cuando pasaba por Sevilla rumbo al chalé de mi abuela y sus hermanas en Matalascañas. Sector M, parcela 30. Siendo de Madrid nos llamaban «los madríles de la M30» por el sector y la parcela. La broma se la devo a mis amigas de Sevilla, a quienes conocí en esta playa de Huelva.

A veces parábamos en Hispalis para visitar a mi tío Eduardo. Un tipo muy particular. De esos que se pasan la vida a cuerpo de rey sin trabajar dedicados en cuerpo y alma a vivir. Aunque sería injusto que no le estuviera agradecido. Sobre todo porque en su casa vi esta peli por primera vez. En el vídeo comunitario.

No sé si se llamaba así, pero eran una series, y películas y dibujos animados que programaban en la comunidad de vecinos y que todos podían verlo desde sus casas. No sé si era así, no sé si, en caso de serlo, era legal o no. Pero fue allí donde descubrí esta peli que entraría entre mis pelis de aventuras de aquellos días, junto con otros clásicos, ya comentados en el fancine: Furia de titanes y Jasón y los argonautas.

Ray Harryhausen en el fancine

De nuevo el bueno de Harryhausen.

Ese es el vínculo entre estas tres películas que ordeno cronológicamente y en función de su implicación, para situaros:

  1. Simbad y la princesa – 1958: director + Guionista + Productor + Efectos visuales
  2. Jasón y los argonautas – 1963: Producción + Efectos especiales
  3. Furia de titanes – 1981: Productor

Esta de Simbad es la peor de las tres, para mi gusto. Aunque tiene su encanto, por eso estoy aquí dándole a Doña Tecla.

Es la más antigua y la que peor ha envejecido. Y tiene el guion más simple de las tres. Qué se le va a hacer. Pero aun así, a pesar de todos esos aspectos, que a priori podrían hacer pensar que la peli es mala, nada de eso. Es antigua. Se adelanta casi treinta años a la tercera, pero si la ves con los ojos que la veo yo, los del niño que la descubrió, la peli funciona fenomenal.

Y aunque la veas con ojos del siglo XXI. Y siendo plenamente consciente del paso del tiempo y de la evolución de los efectos especiales. A pesar de todo ello, la peli se disfruta de lo lindo. Sobre todo, cuando vemos a la princesa del tamaño de un pitufo. Esa superposición de imágenes me sigue pareciendo fabulosa.

STOP Motion

Mencionar a Harryhaunsen y no citar su STOP Motion sería un delito. Técnica ya explicada en las otras dos pelis mencionadas, cuyos enlaces encontraréis al final de este artículo. Muy brevemente, deciros que es un método artesanal mediante el cual se utilizan figuritas que se fotografían y se las mueve unos milímetros y se las vuelven a fotografiar, para juntar todas esas fotos en fotogramas y dar así vida a los personajes mitológicos.

Sin embargo, en esta ocasión, pese a citar el Stop Motion, luego profundizaré en el verdadero efecto usado para esta película: el Dynamation.

Qué maravilla y qué sabor a pura artesanía tiene esta peli.

Lo pienso cuando me enfrento al cíclope y al dragón verde. Ahora vemos la trampa y el cartón, pero nos da igual. Funciona de maravilla, nos hace disfrutar y soñar. Es un viaje en el tiempo, por lo menos en mi tiempo, como os decía antes, a mi infancia. Y ver la trampa y el cartón no es demérito, al contrario: sirve para comprender el amor al cine que tenía Ray. Cosa que hizo disfrutar más de dos generaciones de cinéfilos.

Me sigue fascinando el cíclope. Su manera de andar, de luchar, es una pasada de principio a fin, aunque lo veamos de fotograma en fotograma moviéndose con torpeza. La pelea con el dragón es el momento álgido de la peli y, vista hoy de nuevo, me sigue encantando.

Dynamation

Esto es lo que realmente confiere realismo a la producción de Harryhausen.

La vemos en escenas como todas en las que aparece la princesa reducida al tamaño de un pitufo (como dije antes). Y en todas las que una figura filmada en STOP motion interactúa con un personaje real.

Dynamation = STOP motion + Rear projection

Pensemos ahora en una escena en la que aparezca uno de los monstruos hechos por Harryhausen. Cuando actúan por si solos, los monstruos, eso es puro STOP motion. Lo divertido, fascinante y complicado, es ver en pantalla, por ejemplo, al cíclope luchando con humanos. No me refiero al dragón, cuya interacción se logra simultaneando dos STOP motion, (una por bicho).

Es al integrar STOP Motion con humanos, y combinarlos en la pantalla cuando entra en acción esta técnica inventada por Harryhausen.

Para aportar verismo y realismo a estas escenas, Harryausen utiliza una segunda técnica que, sumada al archimencionado STOP motion, dan como resultado la Dynamation.

Rear projection

Esto es: filmar la parte del paisaje, o del escenario, en la que veremos al monstruo. Imaginaros que en la escena vemos al cíclope coger un bloque de granito mientras que al fondo huyen los humanos. Lo coge, se lo sube por encima de la cabeza y se lo tira a humanos que huyen corriendo, o a barcos que empiezan a remar.

Pues bien, para lograr esa visualización, lo primero que se filma es el fondo de pantalla, es decir: los humanos. Pueden ir corriendo por la orilla de la playa, huyen, o pueden estar en el barco echando los remos a la mar y poniéndose a remar. Ya hemos filmado eso, ¿me seguís?

Ahora proyectamos esa película sobre una pantalla, desde detrás de la pantalla, para que se vean las personitas o los barcos. Delante de esa pantalla se planta una mesa, tal cual me leéis. En esa mesa se posará el monstruo que vamos a filmar, en esta ocasión el cíclope. Aquí entra el STOP motion, que avanzará al mismo ritmo que la peli que estamos proyectando al fondo.

Colocamos la maqueta articulada del cíclope sobre el fondo con un movimiento de partida para la toma. Un movimiento y un fotograma de la peli de fondo. Grabamos, paramos, pasamos un fotograma en la proyección y movemos unos milímetros al cíclope. Así grabamos movimiento tras movimiento acompasando la maqueta con la imagen de fondo y lo vamos grabando. Esto es lo que hace que parezca que la maqueta cobra vida e interactúa con las personas.

Podríamos tener una capa más, por delante de la maqueta, con un cristal mate sobre el que se dibujarían cosas: plantas, elementos decorativos… pero esta capa es accesoria.

Explicada esta técnica pensad ahora en la escena en la que el cíclope está asando a un miembro de la tripulación de Simbad. Es memorable. No quiero imaginar los esfuerzos de Ray para ir animando cada movimiento según giraba el espeto humano y los gestos y los movimientos del humano, retorciéndose de dolor sobre las brasas. Vemos la arcilla, o lo que quiera que fuera que empleara Ray para esa escena, pero vemos arcilla viva, y sufrimos con ella.

¡Y el esqueleto!

¡Qué pasada, de verdad! Lo único que desmerece esa escena es la musiquita. Los efectos visuales del duelo con sables entre Simbad y un esqueleto son Historia del cine. Por no hablar de la esgrima en las escaleras: puro Robin Hood, Los tres mosqueteros y La princesa prometida

El genio de la lámpara

Lo más bizarro, para mí, es la lámpara mágica y el genio que habita en ella. La lámpara es tan desproporcionada que, si hubiera sido un pelín más grande habría servido de barcaza. Y Simbad la lleva atada a la faja. Yo tengo una lamparita egipcia, chiquitita, pero pesa medio quintal. No me imagino lo que pesará esta otra.

Eso sí, la lamparita es fea de narices. Y de ella sale un genio que es un niño que carga un pelín, no sé si por el niño o por el doble. Lo normal sería en pensar que por la combinación de los dos factores.

Simbad y la literatura

Primera peli de una trilogía seguida por El viaje fantástico de Simbad, de 1973 y Simbad y el ojo del tigre, de 1977.

A su vez, éstas tres películas se inspiran en la figura de Simbad el marino. Uno de esos personajes que con sólo escuchar su nombre evoca aventura en estado puro.

Las mil y una noches

Esta peli, o este personaje, entra dentro de Las mil y una noches como Simbad el marino, aunque no formó parte del texto original y se incorporó con posterioridad. Esto mismo ocurrió con Aladino y con las aventuras de Ali Babá y los cuarenta ladrones.

Estamos ante una obra literaria que podría compararse con las matriuskas rusas, pues implica una narración dentro de otra y dentro de otra y así superponiendo varias capas. Todas ellas a partir de un personaje femenino, Sheherezade, la esposa 3001 del sultán (rey en persa) Shariar.

Habéis leído bien: «esposa 3001«. Esto se debe a que la primera esposa del sultán le puso los cuernos y éste la mató. A partir de ahí el sultán sufre tal ataque de cuernos que no volverá a confiar en mujer alguna. Cada día se casa con una mujer y la decapita al alba. Esto para evitar volver a ser burlado.

Cuando ya ha asesinado a 3000 mujeres Scheherzade se ofrece voluntaria, para sorpresa y disgusto de su padre, que sabe que morirá decapitada a la mañana siguiente. Pero ella tenía un plan, que consistía en, antes de yacer con el sultán, contarle un cuento a su hermana. Esos cuentos se convertirían en esas aventuras que harán una capa sobre otra, la composición de Las mil y una noches. El sultán alucina con cada una de las historias y cuando termina de escuchar una pide otra, pero ella, astuta, le pide que la deja ir a descansar para retomar la narración a la noche siguiente. De este modo, sin enfrentarse al sultán evitará ser asesinada.

Mester de clerecía

Así pues, Las mil y una noches es el marco narrativo en el que encontramos esta (y las otras) aventuras de Simbad, aunque no formaran parte del texto original y fueran incorporadas por su traductor al francés, Antoin Galland, siglos después.

Hoy lo llamaríamos «licencia de autor«, pero no deja de tener micho morro.

Es exactamente lo mismo que si un traductor decidiera añadir pasajes de nuevo cuño a obras del Mester de Clerecía y se inventara episodios en el Decamerón de Boaccio, entre Los cuentos de Canterbury de Chaucer o en El conde Lucanor de Don Juan Manuel.

Simbad el marino

Ya me acerco a la peli. Permitidme que termine de dar este rodeo porque sólo así os podréis hacer una composición de lugar y comprender sin titubeos quién es el personaje, cuál es su origen, cómo se incorpora a Las mil y unas noches… Dónde se enmarca, que lo diré a continuación y sus paralelismos con obras y autores occidentales y cristianos como los ya mencionados.

El personaje nace en Oriente Medio. No Simbad, como persona, sino el concepto del que se derivan varias narraciones que suponen un ejercicio de síntesis en un solo personaje de las mil aventuras vividas por otros tantos marineros en las aguas que van desde el este de África al sur de Asia. Es decir, nos habla del triste Océano Índico y de sus piratas, cosa que sigue vigente en nuestra actualidad como os expliqué en Capitán Phillips.

Todo viene de la historia de un náufrago egipcio allá por el 2200 antes de Cristo. Esta obra primigenia irá sufriendo alteraciones conforme cambien los imperios y sus civilizaciones. Hasta la Odisea tiene algún vestigio en esta obra después de su traducción al árabe en el s. VIII después de Cristo. También se especula hasta con el nombre de un posible marino real, un tal Zheng He, musulmán contratado por China mejor conocido como Ma Sanbao, que habría surcado el Índico y vivió, o habría vivido, múltiples aventuras, en concreto los siete viajes de Simbad el marino (entre los que se incluye el de esta peli).

Simbad y la princesa

Llegamos a la peli.

Lo aviso para quienes hayáis leído lo anterior sin haberla visto. A partir de aquí destriparé el argumento, brevemente, pero lo haré.

Un argumento que cumple con todos los requisitos para triunfar. El bueno es muy bueno, y muy guapo, valiente y audaz. La buena es buenísima, rezuma bondad y es preciosa. Un malo feo y requetemalo. Monstruos a gogó, aventura constante, duelos, espadas, magia y un genio encerrado en una lámpara.

Si ponéis a un chaval de, ¿cuántos años tendría yo cuando la vi? Nueve, ocho, once… Qué más da. Me quedé atrapado por la película y la disfruté como lo que era entonces, «como un enano«. La prueba es esta entrada. Pura magia y aventura. Un rapto, un héroe… ¡Lo tiene todo!

Alerta SPOILER

Simbad lleva en su barco a la princesa de Chandra. Ella es el seguro de paz entre Chandra y Bagdad, el reino de Simbad.

En su camino paran en la isla de Colossa y auxilian, de modo imprevisto, al mago Sokura, que huye de un cíclope descomunal. En su huida, y tras ser atacados por el cíclope, el mago pierde una lámpara mágica cuyo genio, que resulta ser un niño, ha ayudado al rescatado y sus rescatadores a huir.

El mago pide, y suplica, volver para recoger la lámpara, pero Simbad tiene una misión y no se desviará de su ruta hacia Bagdad. Cosa que el hechicero no perdona y, ya en Bagdad, se venga mutando en serpiente a la doncella de la princesa y convirtiendo en pitufita a ésta última. Porque la hace menguar hasta el tamaño de un pitufo, como ya os he dicho varias veces a lo largo del comentario. Esto, lejos de unir Chandra y Bagdad, hace que el sultán de Chandra, y padre de la doncella, declare la guerra a Bagdad. No obstante, el tesoro más preciado del padre y sultán estaba custodiado por los de Bagdad.

El único remedio para «el problema de tamaño» de la princesa pasa por una fórmula, o receta, que incluye cáscara de roc. El roc es un buitre, o un águila, la verdad es que no me queda muy claro, bicéfalo. ¿Y cuál es el único sitio en todo el mundo conocido que tiene rocs? Exacto: la isla de Colossa.

Rumbo a Colossa

Simbad reúne de nuevo a su tripulación y la amplía incorporando nuevos marineros. A ver, Simbad… meter convictos entre la marinería no es la mejor idea posible. Tu director de Recursos Humanos se ha pasado de buenista y solidario. Ha dejado en tierra a candidatos sin antecedentes penales y ha confiado en criminales y asesinos reinsertados. Así le irá a Simbad y así le irá al resto de marineros y al barco. UN tal Karim lidera un motín ab bordo y el mago, la princesa y Simbad, junto con sus hombres, son hechos prisioneros.

Prisioneros, y atados, para desgracia propia y ajena, pues se enfrentarán a los ruidos y cantos de demonios (al más puro estilo de los cantos de sirena con Ulises en la Odisea). Por suerte el tal Karim cae por la borda y uno de los marineros libera a Simbad para ejerza su autoridad y salve el barco y a todos los que van en él.

Simbad y Sokura unen sus fuerzas para cumplir su misión y lograr deshacer el hechizo. Unen fuerzas, pero se separan para tener más opciones de éxito. Los de Simbad encuentran el tesoro de los cíclopes, pero son capturados. Sokura consuma su traición cuando encuentra la lámpara mágica y, lejos de auxiliar a Simbad y a los suyos, huye. Pero un cíclope se cepilla a varios de los presidiarios (y pone uno a asar como un espeto de sardinas). Será la princesa la que, en su diminuta dimensión logre desbloquear la cerradura de la jaula y salve a Simbad y compañía.

El cíclope

Tiene lugar una de esas escenas míticas, de aventuras, del cine de mi vida. Cuando huyen son atacados por un cíclope, se enfrentan a él y Simbad logra cegar al monstruo. Después vemos cómo logra guiarlo hasta un acantilado para que se despeñe. ¡Bravo por Harryhausen! Qué maravilla de escena.

Y viene la del dragón verde…

Sokura lleva a Simbad y a los suyos al nido de rocs. Los huevos, tamaño humano, inspiran a los marineros que ven en ellos un manjar ineludible. Están famélicos y rompen uno de los huevos para alimentarse. Lo que no se esperaban era que hubiera dentro una cría de roc a punto de romper el cascarón. Pero qué más da, ni cortos ni perezosos, lo ensartan y lo asan para darse un festín. Poca gracia le hará al padre cuando vuelva y vea el desaguisado hecho con su progenie. Obvio deciros que se carga a todos los que pilla y se lleva a Simbad a su nido.

Mientras tanto la princesa, pitufita, se adentra en la lámpara mágica y se gana la amistad del genio. Éste la explica cómo se le puede invocar y pide, a cambio, su libertad. Hoy en día los mas paletillos que tienen que recurrir al inglés para darse ínfulas lo llamarían win-win.

El dragón verde y el esqueleto

Estamos en la recta final de la peli.

Para no aburriros deciros que el genio, invocado por Simbad, ayudará a los buenos a sortear un dragón verde que tiene el mago como guardián de su escondrijo. Acceden a él y será entonces cuando tenga lugar ese combate genial entre el héroe y un esqueleto.

Los buenos, como es menester, superan a todos los rivales que se les van interponiendo y logran escapar, pero ya fuera de la cueva del mago se topan con otro cíclope. Vuelta a empezar. Regresan hasta el dragón y arrastran consigo al cíclope. Ambas criaturas se desafiarán, el dragón rompe las cadenas que lo mantienen manso, pelean y vence el reptil que sale de la cueva persiguiendo a Simbad y a los suyos.

La torpeza del mago hace que se ponga en medio de la trayectoria del dragón cuando Simbad lo mata con una saeta descomunal. El dragón se desploma sobre el hechicero y fin de la historia. La princesa se pone tontorrona con el aventurero y ponen rumbo de vuelta a Bagdad con un nuevo grumete: Barani, el niño que era genio, ahora de carne y hueso. Quien por cierto, a modo de agradecimiento hará aparecer el tesoro de los cíclopes en el barco, antes de transmutarse en humano.

Veréis que no he engañado a nadie. Esta peli es mera aventura y puro entretenimiento y, vista así, no tiene desperdicio.

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