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Puñales por la espalda

Tabla de contenidos

Ficha técnica de Puñales por la espalda

Título: Puñales por la espalda
Título original: Knives out
Director: Rian Johnson
Año: 2019
Nacionalidad: USA
Duración: 130′
Guión: Rian Johnson
Fotografía: Steve Yedlin
Música: Nathan Johnson
Producción: Rian Johnson y Ram Bergman
Productora: FilmNation Entertainment
Distribuidora: Lionsgate Films

Ficha artística

Daniel Craig – Benoit Blanc
Ana de Armas – Marta Cabrera
Chris Evans – Hugh Ransom Drysdale
Jamie Lee Curtis – Linda Drysdale
Michael Shannon – Walt Thrombey
Don Johnson – Richard Drysdale
Christopher Plummer – Harlan Thrombey
Toni Collette – Joni Thrombey
Lakeith Stanfield – Elliott
Katherine Langford – Meg Thrombey
Jaeden Martell – Jacob Thrombey
Riki Lindhome – Donna Thrombey
K Callan – Nana Thrombey
Edi Patterson – Fran
Frank Oz – Alan Stevens
El guión de ésta película supone un soplo de aire fresco en medio de la sequía argumental que asola nuestro cine.
«Nuestro cine»
Ya me entendéis. Hablo en posesivo para recalcar la pasión cinéfila apoderándome del cine como algo propio (en conjunto: por «nuestro»). Por momentos parece que bebe incluso de un magnífico autor de novela negra español, Juan Solo. Y no tardaréis en saber por qué lo elijo a él.

Hablo de novela negra porque de eso se trata, aunque en el cine

Pues nos enfrentamos a una comedia negra que gira en torno a un asesinato.
… Que gira en torno a un muerto.
Mejor así.
Porque esto es más fiel a la realidad.
Una película cuyo mayor mérito es que nos arranca del modo de hacer y de ver cine hoy en día y, por momentos, parece que nos hubiera sumergido en una película de los años 70’s del siglo pasado. Y ahí radica su mayor éxito.
Para mi se trata de un paseo por el cine negro que nos lleva del ambiente kitsch y abigarrado de La huella a la trama entreverada de asesinos potenciales de Asesinato en el Orient Express pasando por el humor de Un cadáver a los postres.
 

El ambiente kitsch, o «bad taste», de mal gusto, salta a la vista desde el minuto 1

 
Lo abigarrado de su fotografía, cosa fantástica y agobiante por igual, nos quita el aliento y nos reduce a espectadores aturdidos por tanta sobreinformación subliminal. Cuando digo mal gusto me refiero, literalmente, a eso: mal gusto. Figuritas distorsionadas, burlescas y grotescas, de entre las cuales destaco, también desde el inicio de la peli al marinero.
 
El muñeco del marinero lo veo y lo leo como si fuera un guiño a una maravillosa película de principios de los 70’s, La huella. En ella, auto parodiada recientemente y desvirtuada para pena de sus seguidores, veíamos un duelo entre un marido mayor y despechado, por cornudo, resarciéndose con su víctima potencial, a la sazón, el amante juvenil de su esposa. Para colmo el duelo interpretativo lo mantenían, ni más ni menos que, Laurence Olivier y Michael Caine.
 
Michael Caine repetirá película, que no papel, interpretando en 2007 al marido cornudo, frente al pipiolo adonis que se cepilla a su esposa encarnado en Jude Law. Sirva éste atentado cinematográfico para rescatar mi primera frase de éste comentario, cuando os decía «el guión de ésta película supone un soplo de aire fresco en medio de la sequía argumental que asola nuestro cine».
Misma película, mismos personajes, un guión de teatro triunfal durante décadas y magistralmente llevado al cine hasta que que llega un tal Kenneth Branagh que se cree capaz de mejorar lo maravilloso, pariendo un aborto de película. Es la mejor demostración de mi afirmación: los recursos tecnológicos sirven para tapar y cubrir las carencias de guionistas y, en algunos casos, directores.
El Asesinato en el Orient Express está latente a lo largo de toda la peli. A la sazón nos encontramos con un cadáver y todos los presentes podrían estar vinculados con su muerte porque todos tienen lazos que alimentaban algún rencor, resentimiento, malestar u odio hacia el muerto. Hablo de la versión buena, la de 1974, (magnífico año en el que nació un servidor y mañana celebrará su cumpleaños). La nueva versión prefiero fingir no saber que existe.
De Un cadáver en los postres tenemos el humor. El humor y el juego en el que se convierte la trama en la que la película reta al espectador en el clásico pulso entre escritor (guionista) y lector (espectador) de la novela (cine) negra (negro). Con la salvedad de que en Puñales por la espalda, cuyo título comentaré ahora, el autor del crimen parece que aparece en el tramo inicial de la película. El resto será deshacer la madeja y poner todas las piezas del puzzle en orden.
Podría deciros que es tremendamente original, y por ello mismo magistral, si no fuera un fan incondicional del ex policía de Chicago Frank Geraldo, reconvertido en investigador privado, en Madrid, con sus sobredosis de humor cínico, ácido y negro escrito y descrito por Juan Solo y publicada por Vaughan hace hoy justo dos años, un 12 de noviembre de 2018.
Todo esto para deciros que Puñales por la espalda no es la primera obra que nos deconstruye su trama y pareciera desarmarnos a las primeras de cambio para rearmarnos a la par que reconstruye la trama. El primero en hacer eso fue Juan, y por eso, en cierta medida hubo pasajes de la peli que dejaron de sorprenderme, porque ya estaba preparado para ellos tras leer La cabeza de la serpiente.
Así pues…
Puestos en antecedentes y un par de mandobles después… me dispongo a sumergirme en la trama de una película de la que me gusta todo menos su tufillo, nada disimulado, progresista. Pero es lo que hay. Manipulación ideológica al margen, obviando esa parte, peaje convertido en el pan nuestro de cada día, la peli te regala un rato bastante entretenido.
La acción comienza en un magnífico cumpleaños en una magnífica casona que rezuma tradición y rancio abolengo.
La familia ideal, podríamos decir, sin miedo a equivocarnos. Hasta que comprendemos que dista mucho de ser cierto, porque hay cierto runrún de podredumbre en el ambiente.
Para que os hagáis una idea, todos revolotean alrededor de un padre, y abuelo, afortunado (por fortuna económica, que no personal) y famoso escritor de novela negra. Sus hijos, y los hijos de sus hijos carecen de su intelecto. También carecen de su tesón y su compromiso con el esfuerzo y con el trabajo. Por carecer carecerán hasta de escrúpulos y de sentimientos. Podríamos decir que lo único que los une es su anhelo perenne de salir bien parados ante una hipotética muerte del patriarca.
Dichosas herencias.
No puedo evitar hacer un alto para recordar la película Parásitos. Aquella escandalizó al público y divirtió a la crítica por reflejar a personas que se convierten en parásitos y viven chupando la sangre a quienes los mantienen.
¿Hay alguna diferencia con respecto a los protagonistas de esta peli?
Sí. La hay. Los parásitos de la peli coreana eran ajenos al núcleo familiar al que parasitaban. Sin embargo los parásitos de ésta película son los hijos y los nietos, incluso la hija política y viuda de uno de los hijos. Es decir… es todavía más grave y más triste que sea la sangre de tu sangre la que te parasite.
Lamentablemente es más frecuente y cotidiano el segundo caso, el de Puñales por la espalda. No son pocas las familias destruidas cuando ha desaparecido el pater familias, por lo general porque alguno de los hijos aspirará a quedarse con todo, fortuna y casa del fallecido y buscará las vueltas para quedarse con todo. Hay que ser muy mala persona, o no haber amado al progenitor para destruir así una familia. Pero los hay.
El cumpleaños avanzará, con sus puñales en el ambiente. Esta vez no serán físicos, pero a veces duelen más los metafóricos. Y en esta familia vuelan los puñales. Vuelan y están omnipresentes en casi toda la peli, porque forman parte de la decoración de la casa.

A la mañana siguiente Harlan amanecerá degollado en un sofá en su buhardilla

Todo apunta a un suicidio.
Eso concluirá la poli y eso aceptarán los miembros de la familia que empiezan a frotarse las manos ante una herencia caída del cielo y, según vemos, más que oportuna para todos ellos.
Suicidio para todos, menos para Benoit Blanc.
 
Nadie sabe por qué, o por quién, pero entra en escena un detective privado.
 
Y digo que nadie sabe de dónde sale porque es literal. Según avance la trama descubriremos que alguien lo ha contratado. Pero nadie tiene ni idea de quién se ha tomado la molestia de hacerlo ni qué intención subyace a la hora de hacerse con sus servicios.
 
A partir de aquí se sucederán los interrogatorios y empezarán a aflorar los trapos sucios de todos los miembros de la familia. Sus filias, sus fobias…
 
Parecerá que hay dos investigaciones en paralelo, la del detective por un lado y la de los policías por otro. Aunque en esta ocasión, a diferencia de los tópicos del género, no se tirarán las cosas a la cabeza ni los unos denigrarán al otro ni viceversa. Coexistirán y cooperarán con el ánimo de resolver el caso cuanto antes.
 
Y minuto a minuto iremos comprendiendo que la protagonista de la película es Marta Cabrera, la enfermera de Harlan.
 
La veremos envuelta en una trama que apuntará hacia ella como responsable del crimen. y al mismo tiempo aparecerá el tal Benoit Blanc para ir torciendo y retorciendo la investigación sin que sepamos quién lo contrató.
 
Como sucedía en el caso del Orient Express, iremos viendo que todos los presentes, y por lo tanto sospechosos de asesinato, estuvieron presentes cuando murió Harlam. Cosa obvia por otra parte pues hablamos de su familia.
En realidad estaba su familia sanguínea; una acoplada y su hija y el servicio: una enfermera (Marta) y el ama de llaves (Fran).

Los familiares de Harlan son…

Jamie Lee Curtis, la reina del slasher. Título honorífico cosechado tras La noche de Halloween, en donde demostró que gritaba como ninguna otra.
Se trata de una de las grandes, con mayúsculas, de la comedia. No obstante protagonizó Un pez llamado Wanda y Mentiras arriesgadas. Casi nada… Aunque, si bien mereció la pena esperar para volverla a ver, creo que en ésta peli está un peldaño por debajo de las dos anteriores.
Aquí es Linda y liderará la jauría de hienas que supone esa maravillosa familia que será capaz de devorar el cadáver todavía caliente de su padre con tal de hincar el diente a la mansión. Es la primogénita y más peligrosa de toda la camada.
Don Johnson es una de esas estrellas efímeras que lucen intensas por un tiempo y después se desvanecen. Obvio, si he dicho lo de «efímeras»… Pero bueno. Su época dorada se remonta a los 80’s, cuando lució con luz propia en Corrupción en Miami. Desde ahí su trayectoria no tiene nada que destacar hasta que aparecieron las plataformas televisivas que llegaban saturando la pequeña pantalla de cine y series de factura propia y resucitaron viejas leyendas con mayor y menor gloria.
En esta peli es el marido de Linda. Digamos que la ayuda en su empresa mientras la pone los cuernos, cosa que no agrada demasiado al padre de su esposa.
Toni Colelette, cuya mejor peli, para mi, es El sexto sentido, encarna al personaje más repulsivo de la peli. Es la viuda de un hijo de Harlam, llamado Neil
No tiene un puñetero duro y es el mayor parásito de todos. Responde al prototipo de inútil que fracaso tras fracaso termina con ínsulas de coach o gurú y ve la vida de colores mientras chupa la sangre y el dinero a la familia política. No se perderá un saráo familiar aunque no haya sido invitada. Es la típica mosca que revolotea alrededor de tu cara y no terminas de apartarte aunque no pares de dar manotazos al aire.
Quiere sobrevivir a costa de Harlam y mantener el ritmo de vida suyo y el de su hija, pero en el cumple del prota se le acabará la vida subvencionada.
Michael Shanon, presente en el fancine en El hombre de acero. Mejora bastante su perfil en 12 valientes, una peli que, por cierto, os recomiendo ver.
Y por supuesto,Christopher Plummer, quien encarna a Harlam, el patriarca.
La peli en la que más me gusta es La batalla de Inglaterra, de 1969. Como me oís: 1969. Pero tranquilos, su debut cinematográfico data de 1958, a las órdenes de Sidney Lumet en Stage Struck, ahí es nada.

Las plataformas tiran del fondo de armario como sucede con Moira Rose en Schitt’$ Creek

Como dije al principio es un escritor famoso que dedica su tiempo al crimen en la ficción y a rehuir de las hienas que viven abajo.
Uno de los mejores papeles de la peli es Hugh, uno de los tres nietos de Harlam, interpretado por Chris Evans, el Capitán América de Los Vengadores (Infinity War y Endgame…) y sí, sobre todo la Antorcha Humana (Johhny Storm) en Los 4 Fantásticos y en Los 4 Fantásticos y Silver Surfer. Sí, sí… que tuvo vida de súper antes del capitán.
Él será la guinda de un pastel que sabrá cómo sacar de quicio a propios y extraños con un modo de vida y un comportamiento incomprensibles para su familia y para todo el que viva o pase por allí.
Harlan convive en la mansión con Fran, el ama de llaves y, puntualmente, con Marta.
¡Ah!
Me olvidaba de la abuela… Se pasa toda la peli calladita y claro. Pero de ella no diré ni mu, ni a favor ni en contra porque diga lo que diga serviría para destriparos su importancia o ausencia de ésta en la peli. Así que la dejamos apartada y sentada en una sillita mirando por la ventana.
A Daniel Craig, actor que encarna al detective, lo encontraréis en el fncine en otras dos pelis: La tinchera, en la que encarna a un suboficial británico en la batalla del Somme en la Primera Guerra Mundial y poniendo la voz a Rackham el Rojo e Iván Ivanovich en Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio.
De Ana de Armas destaco, y mucho, muchísimo, su papel en Blade Runner 2045. Y no es pecata minuta, es una de las mejores pelis de todo lo que llevamos de paupérrimo cine en el siglo XXI. Y no destaca porque es regulera entre mediocres y malas, destaca porque es un peliculón, a la altura de Blade Runner. Espero poder decir lo mismo de DUNE
Lo más divertido es que parece que empezó su carrera en España. En películas y series que no puedo comentar porque no he tenido el gusto de verlas. Pero más divertido todavía es pensar que sus compañeras de reparto, las de aquí, las que siguen haciendo esas series de las que no puedo opinar, la ponen de vuelta y media. Que si es insociable, arisca, antipática mala actriz y mala profesional…

«Qué mala es la envidia«

Quizás priorizara su carrera por encima de compadreos. Quizás sabía que no necesitaba socializar con personas que la habrían lastrado y velado su valía. Por eso no sé quiénes son esas que la critican y sí que Ana de Armas está triunfando. Bien por ella.
Ella será quien vele por la salud del patriarca. Como su enfermera personal. Pero por encima de todo, su amiga.
Es la hija de una inmigrante ilegal panameña, o brasileña… el caso es que la familia que la ha contratado no sabrá distinguir su procedencia ni le importará hasta el momento en el que el modo de entrar en los Estados Unidos suponga una baza para chantajearla.
¿Y por qué querrían chantajearla?

A partir de aquí: SPOILER

Porque Marta podría haber matado a Harlam sin pretenderlo. Por un descuido.
Tras la celebración del cumpleaños, y hoy es el mío y espero no terminar igual que él, Harlam se retiró a su buhardilla. Seguramente huyendo de la manada de hijos naturales, políticos y nietos.
Buscaría refugio en su alcoba y se reconfortaría con la compañía de la única persona que lo trataba con humanidad y cariño, Marta, su enfermera.
Iba a decir «probablemente», pero el adverbio correcto sería «precisamente», porque de todos los que tienen algún tipo de vínculo y relación con él, ella es la única que lo ve con ojos (¡y qué ojos!) cariñosos, con afecto. Es su enfermera, sí, pero también es su amiga y se pasa largas temporadas con él, cuidando al patriarca.
Pero sus cuidados van más allá de los propios de su profesión. Si bien cuidará de él, o mejor dicho, de su salud física, la mental no se quedará atrás haciéndole compañía. En Marta él recibirá atención médica pero también compañía, comprensión, una sonrisa incondicional y una mirada limpia.
Esa mirada de la que carece el resto de su prole que lo miran con ojos ávidos de cobrarse una herencia que arregle el mal estado financiero que, todos ellos, están pasando porque sólo viven a costa del padre o abuelo. Por eso la mirada de todos es sucia e interesada, menos la de Marta, limpia y sincera. La mirada de una amiga.
A partir de ahí veremos a un detective falsamente torpe que se salta pruebas y las omite porque creerá en la inocencia de Marta. Se sucederán los interrogatorios y conforme avance la trama las posturas se irán radicalizando conforme los unos y los otros vean amenazados sus respectivos patrimonios. O futuribles patrimonios, porque la herencia pondrá sobre la mesa el título de propiedad de la mansión, los derechos de autor de las novelas del difunto y la titularidad de la Editorial.
Harlam se lo dejará todo a Marta.
La lectura del testamento dejará a toda la familia boquiabierta, menos a Hugh, que parece haber previsto la situación y, hecho a ella, se lo pasa en grande viendo cómo se desmoronan las expectativas de los demás.
La familia en bloque, menos Hugh, se abalanzarán sobre Marta acusándola y acosándola. Unos dirán que, siendo hija de una inmigrante ilegal, no tiene derecho a recibir la herencia. Otros la acusarán de haberse acostado con el padre, cosa poco probable. Y otros la acusan de haberse aprovechado de un anciano para manipularlo emocionalmente y hacerse con su herencia.
Empieza el lío.
Se sucederán las acusaciones, las persecuciones, y lo que es más trágico: amenazas e intentos de asesinato. No digo que intenten asesinarla a ella, sólo digo que habrá un poco de todo esto dentro del entramado familiar. Y fuera de él, pues los polis se pasarán unos días de aquí para allá, apagando fuegos en el sentido literal de la expresión y atando los cabos que se pueden atar con pruebas menguantes pues, cosa rara, tienden a ir desapareciendo.
Por cierto, a propósito de persecuciones… lo mejor de la que vemos es que es probablemente la peor persecución que hayamos visto en una película, pero todo en clave de humor.
De toda la familia el único que le tenderá una mano a Marta será Hugh, pero no de un modo desinteresado. Sabremos que Harlam le anunció que él se quedaba fuera de la herencia y…
La verdad es que había pisado el acelerador y he estado a punto de terminar la frase, pero creo que será que la deje sin terminar.
El caso es que todos los familiares tendrían un motivo para eliminar al escritor antes (no sabemos si ya había modificado su testamento) de que formule sus últimas voluntades y queden plasmadas en un documento.
El hijo torpe que está chupándole la sangre y el dinero en la Editorial será puesto de patitas en la calle. La viuda del otro hijo, la «parásito» dejará de percibir las pagas que le daba el abuelo de su hija, así que cortado el grifo mal la iría… Y a la hija, Linda, que dirige su propia empresa, con el estímulo económico del padre… también la cerrará el grifo.
La película hará que terminemos con la certeza de que el detective ha hecho un buen trabajo y se ha hecho justicia a la memoria de Harlam.
¿O no…?
En cualquier caso lamento que haya familias que se deshacen cuando desaparece el padre. Todo por la obsesión, avaricia y codicia, de una de las partes que ansía sobreponerse al resto de la familia acaparando posesiones. Seres putrefactos y, a veces con cónyuges que son esos «parásitos» inductores que no tienen dónde caerse muertos, que se cuelan en casa ajena para disfrutar lo que nunca podrían haber disfrutado por méritos propios. El consuelo del hijo bueno es el recuerdo de la sonrisa de un padre, y para el malo, ocupar su morada y ver su fantasma en las escaleras por la noche, o en la chimenea, en noches otoñales como éste 14 de noviembre frío, gris plomizo y lluvioso, en Madrid.
Despido el comentario de ésta peli, publicado en el día de mi cumpleaños y lo hago en memoria de mi difunto padre cuyo cumpleaños celebrábamos juntos, año tras año.

Si te gusta esta peli no te pierdas su secuela:

Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion

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